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Poirot y Hastings invitan al inspector James Japp, de Scotland Yard, a tomar el té en su casa. La conversación gira alrededor de la reciente desaparición de un famoso banquero y financista, el señor Davenheim; de su gran mansión de campo. Poirot apuesta con Japp cinco libras a que será capaz de resolver el caso en una semana sin moverse de su silla, siempre y cuando pueda contar con todos los detalles de la investigación. ¿Logrará Poirot esclarecer el misterio sin siquiera acercarse al lugar de los hechos?
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Seitenzahl: 25
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Inhalt
DESAPARICION-epub
Estábamos sentados alrededor de la mesa de té aguardando su llegada. Poirot terminaba de ubicar debidamente las tazas y platos que el ama de casa tenía la costumbre de arrojar más que colocar sobre la mesa. Le había sacado brillo a la tetera metálica puliéndola con su aliento y un pañuelo de seda. El agua estaba hirviendo y un pequeño recipiente esmaltado contenía chocolate espeso y dulce, más del gusto del paladar de Poirot que lo que él llamaba nuestro “veneno inglés”.
Se oyó llamar abajo con energía, y a los pocos minutos entró Japp.
—Espero no llegar tarde —dijo al saludarnos—. A decir verdad, estaba cambiando impresiones con Miller, el encargado del caso Davenheim.
Yo agucé el oído. Durante los tres últimos días los periódicos habían hablado de la extraña desaparición del señor Davenheim, el socio más antiguo del Davenheim y Salmon, los conocidos banqueros y financistas. El sábado anterior había salido de su casa y desde entonces nadie había vuelto a verlo. Esperaba poder pescar algún detalle interesante gracias a Japp.
—Yo hubiera dicho que hoy en día es casi imposible que alguien desaparezca —observé.
Poirot deslizó un plato de tostadas con mantequilla a un par de centímetros y dijo:
—Sea exacto, amigo mío. ¿Qué entiende usted por desaparecer? ¿A qué clase de desaparición se refiere?
—¿Es que las desapariciones están clasificadas y etiquetadas? —bromeé.
Japp también sonrió un instante, pero Poirot frunció el ceño.
—¡Pues claro que sí! Se dividen en tres categorías: primera y la más común, la desaparición voluntaria. Segunda; el conocido caso de pérdida de la memoria, del que tanto se ha abusado… raro, pero algunas veces auténtico. Y la tercera categoría, el crimen y haciendo desaparecer el cadáver con más o menos éxito. ¿Diría que las tres son imposibles de realizar?
—Diría que quizás lo sean. Es posible perder la memoria, pero alguien lo reconocería… especialmente en el caso de un hombre tan conocido como Davenheim. Por otra parte, los cadáveres no se esfuman en el aire y tarde o temprano aparecen, escondidos en sitios apartados o metidos en un baúl. El crimen se descubre del mismo modo, el empleado que se fuga con el dinero de la caja o el delincuente doméstico, hoy en día puede ser alcanzado por la radio y el teléfono… aunque se encuentren en un país extranjero; los puertos y estaciones están vigilados, y en cuanto a esconderse en este país, sus características y filiación serían conocidas por todo lector de periódicos. Es casi imposible escapar de la civilización.
—Mon ami —dijo Poirot—, comete usted un error. Usted no tiene en cuenta que el hombre que se haya decidido a deshacerse de otro… o de sí mismo en sentido figurado… puede ser una extraña máquina: el hombre de método. Con una inteligencia y talento únicos, y un cálculo preciso de todos los detalles necesarios. No veo por qué no podría burlar con éxito a la policía.
—Pero no a usted, supongo… —dijo Japp irónicamente, guiñándome un ojo—. No podrían engañarlo a usted, ¿eh, monsieur Poirot?
Poirot se esforzó por parecer humilde, pero no lo logró.