La herencia de los Lemesurier - Agatha Christie - E-Book

La herencia de los Lemesurier E-Book

Agatha Christie

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Beschreibung

Empleando sus células grises, Poirot necesitará muy poco tiempo para descubrir el misterio que se oculta tras la maldición de la familia Lemesurier, según la cual todos los primogénitos mueren antes de heredar la fortuna familiar. Gracias al detective belga y a Hasting, su fiel compañero, el pequeño Ronald tendrá una oportunidad de salir ileso.

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Seitenzahl: 20

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Capítulo I

He investigado muchos casos extraños en compañía de Hércules Poirot, pero no creo que ninguno pueda compararse a la serie extraordinaria de eventos que mantuvieron despierto nuestro interés por muchos años hasta culminar en el último problema que le tocó resolver a mi amigo.

Nuestra atención se concentró por vez primera en la historia de la familia de los Lemesurier una tarde, durante la guerra. Poirot y yo habíamos vuelto a encontrarnos recientemente y renovábamos los viejos tiempos de nuestra amistad iniciada en Bélgica. Mi amigo había llevado a cabo una comisión para la Oficina de Guerra a su entera satisfacción y cenábamos en el Carlton con Brass Hat, que le dedicó grandes halagos. Brass tuvo irse rápidamente para llegar a su cita con un conocido y nosotros terminamos nuestro café sin apuro antes de retirarnos. En el momento en que nos disponíamos a dejar el comedor, me llamó una voz familiar, giré y vi al capitán Vicente Lemesurier, un joven que había conocido en Francia. Lo acompañaba un caballero muy parecido, evidente que eran de la misma familia. Así resultó, en efecto, y Vicente nos lo presentó con el nombre de Hugo Lemesurier, su tío. Yo no conocía íntimamente al capitán Lemesurier, pero era un muchacho muy agradable, algo soñador, y recordé haber oído que pertenecía a una antigua y aristocrática familia que databa de los tiempos de la Restauración y que poseía una propiedad en Northumberland.

Como ni Poirot ni yo teníamos prisa, aceptamos la invitación del joven, y volvimos a sentarnos a la mesa con los recién llegados. Conversamos distendidos sobre diversos temas superficiales. El mayor de los Lemesurier era un hombre de unos cuarenta años, de hombros inclinados, que recordaba mucho a un erudito; en aquel momento se ocupaba en una investigación química por cuenta del Gobierno, según dedujimos por la charla. Un joven moreno, de buena estatura, que se acercó a la mesa visiblemente agitado nos interrumpió.

—¡Gracias a Dios los encuentro! —exclamó.

—¿Qué sucede, Roger?

—Se trata de su padre. Ha sufrido una mala caída. El caballo era joven y difícil de dominar.