La leyenda del Caballero del Cisne - Anónimo - E-Book

La leyenda del Caballero del Cisne E-Book

Anónimo

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A medio camino entre el folklore y las leyendas mitológicas, "La leyenda del Caballero del Cisne" es la historia mágica de Godofredo de Bouillon, el principal protagonista de la primera cruzada. Sin embargo, la obra va más allá, pues en realidad articula dos historias distintas: la conversión en cisnes de siete hermanos perseguidos por su malvada abuela, y las aventuras de un caballero que, mientras recorre el Rin en una barca tirada por un cisne, salva a una viuda y a su hija de las aviesas intenciones de un conde. Esta Leyenda es, sin duda, una de las narraciones más destacadas de la prosa medieval castellana, y desde su primera publicación una de las obras con mayor recorrido en toda la literatura europea medieval, llegando hasta la ópera de Wagner o las novelas históricas el siglo xx. La cuidada edición que José Manuel Querol presenta nos ayuda a descubrir su dimensión documental para el proceso de la creación literaria, así como los elementos propios que la caracterizan como buena literatura, dejando entrever la profundidad de la historia contada gracias a combinar lo mejor de los cuentos de hadas, de las narraciones épicas y de las aventuras caballerescas con un cierto toque de misterio.

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ANÓNIMO

LA LEYENDA DEL CABALLERO DEL CISNE

INTRODUCCIÓN, EDICIÓN Y NOTAS DE

JOSÉ MANUEL QUEROL

En nuestra página web: www.castalia.es encontrará el catálogo completo de Edhasa comentado.

es un sello editorial propiedad de

Primera edición impresa: 2014

Primera edición en e-book: febrero de 2016

©Introducción, edición y notas de: José Manuel Querol, 2014, 2016

© de la presente edición:2015, Castalia Ediciones 2014, 2106

Avda. Diagonal, 519-521

08029 Barcelona

Tel. 93 494 97 20

España

E-mail: [email protected]

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

ISBN: 978-84-9740-670-3

Depósito legal: B.27276-2015

Composición digital: Newcomlab, S.L.

... et a Boloniensibus, quorum auctor,

Gygni phantastici sed veri et divini ducatu eaelitus advectus.

A Gonzalo

INTRODUCCIÓN

LA LEYENDA DEL CABALLERO DEL CISNE

La Leyenda del Caballero del Cisne agrupa un cuerpo narrativo de textos de muy diverso origen reunidos en torno a la construcción de un poema genealógico sobre la figura de Godofredo de Bouillon. La biografía familiar que la propaganda occidental construyó para quien fuera el Advocatus Sancti Sepulchri (el primer rey cristiano de facto de Jerusalén), tejida sobre leyendas y viejos mitos, dio como resultado una narración amena, organizada y llena de misterios para el lector y para el estudioso, que se derramó por toda Europa a partir del siglo XIII, desarrollándose y enriqueciéndose en contacto con el folklore local y la literatura cortés hasta cuajar un nutrido grupo de historias, traducciones y variantes que comparten un mismo discurso narrativo y evidencian sus interrelaciones.

Con origen textual en Francia, la Leyenda del Caballero del Cisne se divulgó por todo el Occidente europeo, especialmente en Francia y Alemania, pero no únicamente; también tuvo expresión en Inglaterra y en la Castilla de Alfonso X y Sancho IV, y de su difusión en nuestro solar nos han quedado para la historia literaria dos manuscritos en una prosa digna de nuestras mejores letras.

Es muy probable que las versiones castellanas de la narración que se conservan en los manuscritos 2.454 y 1.187 de la Biblioteca Nacional de Madrid, este último atribuido al scriptorium de Alfonso X1, no fueran las únicas que sobre la leyenda circulasen, dada la importancia del ciclo; a éstas puede añadirse la edición princeps de Salamanca, de 1503, si bien se corresponde sustancialmente con el ms. 1.187, y la existencia de esta edición hace pensar que la distribución de la leyenda por la Península fue amplia, mayor aún de lo que pudiera ser en Inglaterra o en otros lugares, aun cuando nuestras variantes sólo reflejen el estadio más primitivo de la narración y se inserten únicamente en la tradición co-textual de las variantes del ciclo francés y no en la forma alemana de la leyenda.

La Leyenda del Caballero del Cisne articula, bajo el rótulo que le da nombre, dos historias distintas que fueron reunidas en virtud de un cúmulo de necesidades ideológicas, políticas y de muy diverso orden a lo largo de su historia literaria: una narración sobre la conversión en cisnes de siete hermanos perseguidos por una malvada abuela, y otra en la que un caballero recorre el Rin en una barca tirada por un cisne y salva a una viuda y su hija de las aviesas intenciones de un conde.

Las dos historias, ligadas a través del símbolo en el que termina convirtiéndose el cisne, se incardinan en el ciclo al que se denomina genéricamente de la Primera Cruzada; la amalgama literaria de ambas narraciones, junto con las infancias del héroe, constituye una unidad independiente (conforme a la estructura general de un poema genealógico) que se reúne y adhiere a la crónica completa sobre la conquista de Jerusalén en 1099 (conocida comúnmente como Gran Conquista de Ultramar).

La formación de las narraciones sobre la primera cruzada se fundamenta en una hipóstasis variadísima de materiales y de textos de distinto origen que cristalizan en las primeras versiones del ciclo en Francia, agrupándose en diferentes textos; los dos primeros, Les enfants-cygnés y Le Chevalier au Cygne, parecen estar vinculados a narraciones poético-mitológicas y legendarias, estando el primero de ellos más ligado al acervo folklórico y, más oscuramente el segundo, forjado en la poesía heroica germánica. A éstos les sigue Les Enfances de Godefroy, una historia con marcado carácter de género al modo en que se construyeron las infancias de Carlomagno, Ogier o el Cid, y que conforma un nexo argumental de unión entre las narraciones de carácter fantástico y los textos de tipo cronístico-legendario que relatan propiamente los acontecimientos de la expedición de Godofredo de Bouillon a Palestina en 1095, y cuyas fuentes son de tipo más o menos histórico: La Chanson d´Antioche, Les Chetifs y La Chanson de Jérusalem.

Estos seis discursos componen el ciclo completo con carácter de crónica y leyenda que sirvió de agente propagandístico y político para los caballeros de la tercera y cuarta cruzadas (las más recordadas por la talla de sus expedicionarios) y para la configuración del mito de Godofredo de Bouillon como uno de los héroes de la cristiandad. Nuestra Gran Conquista de Ultramar recoge completo el ciclo francés, pero, en general, la independencia original de cada una de las narraciones, sus diferentes procedencias y finalidades, hace posible que nos encontremos con partes del ciclo aisladas (como la Chanson d´Antioche provenzal) o con operaciones literarias de transformación que afectan a la estructura misma del relato, como es el caso de Le Chevalier au Cygne, que en las versiones alemanas (salvo en una) es atravesado por la materia artúrica que devora toda narración caballeresca, todo roman courtois, durante los siglos XIII y X I V ; de modo que nuestro Caballero del Cisne (Ponpeo en la narración castellana, Hélyas en las francesas) continuará su periplo literario en éstas como Lohengrin, hijo de Parzival, del Reino Bendecido del Grial, y así será dibujado luego por Wagner para el romanticismo y la modernidad.

En cierta manera podríamos decir que lo que esconden los manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid y los manuscritos franceses de la Bibliothèque Nationale de París y de L'Arsenal es la verdadera (o, más precisamente, la primitiva) historia de Lohengrin, la original, frente a la adulterada imaginación literaria de la versión de Eschenbach que fue, junto con otras, la fuente de Wagner. No obstante, la conexión con la Materia de Bretaña en Alemania fue resultado no sólo del gusto lector, sino también de una concomitancia de símbolos y de funciones comunes, de emblemas gibelinos y sutilezas mitémicas que acaban por construir una confluencia, un emparentamiento final.

LA HISTORIA DE LOS NIÑOS CONVERTIDOS EN CISNE Y DEL CABALLERO DEL CISNE

Es difícil, cuando disponemos tantos textos y tantas variantes, ofrecer una sinopsis general del relato, sobre todo porque, en detalles muy particulares, es donde la diferencia se convierte en significativa. En nuestro caso, sin embargo, tenemos suerte: la posición privilegiada del manuscrito 2.454 de la Biblioteca Nacional de Madrid dentro del corpus completo de textos nos permite explicar la evolución general de los personajes y el largo proceso de cambios en la historia literaria de la Leyenda..., y nos da ventaja a la hora de poder comparar, en el hilo argumental, las versiones más primitivas y las más modernas.

La historia comienza, según este manuscrito, en una tierra allende la mar en la partida de Asia, cuando los padres de una princesa quieren casarla contra su voluntad; ella escapa en un barco que nadie pilota (sin remos e sin vela e sin otro governador) y parte sin rumbo durante días hasta que llega a un «desierto» (a un lugar no poblado) donde está cazando el conde Eustaçio. Asustada por los ladridos de los perros se refugia en el hueco de una encina, donde la cercan los sabuesos. Allí Eustaçio la oye rezar a la Virgen María, y se da cuenta entonces de que no es una cierva, sino una mujer, de modo que sujeta a los perros y lleva a Isonberta (así se llama la princesa) a la ciudad de Portemisa, donde está su madre, la condesa Ginesa. Muy poco tiempo después, y en contra de los deseos de la madre del conde, Eustaçio e Isonberta se casan, quedando ella encinta la misma noche de bodas.

El principio que relata la variante castellana es rico en símbolos, sobre todo cuando se advierte en ellos la huella del proceso de naturalización del personaje femenino que se produce desde los textos que podemos considerar más tempranos, hasta algunas variantes francesas, que incluso presentan un estadio de evolución más tardío que nuestra versión castellana, de manera que nuestro manuscrito se inserta en el centro mismo de la evolución, documentando un proceso que, sin embargo, no está reflejado en ninguna de las narraciones conservadas en Francia. En las variantes más primitivas francesas el encuentro se produce entre un hada que vive en una caverna y un caballero, mientras que en las más evolucionadas el asunto cobra tintes morales: una reina (ya casada) critica a una pobre mujer que ha tenido un parto múltiple de acuerdo con una vieja creencia que asumía que un alumbramiento tal estaba relacionado, indefectiblemente, con el adulterio de la mujer (cada hijo correspondería a un padre), y Dios la castiga entonces haciéndola concebir esa misma noche siete criaturas a un tiempo.

Siguiendo el hilo argumental, la narración castellana continúa su relato dejando encinta a Isonberta y partiendo el conde Eustaçio para la guerra, y lejos pasará dieciséis años retenido por no haber llegado a tiempo al requerimiento del rey. A los nueve meses de la partida del conde, Isonberta dará a luz a siete niños, cada uno de ellos con un collar de plata al cuello. El asombroso acontecimiento es relatado en una carta enviada al marido por el caballero Bondaval, a quien el conde Eustaçio ha dejado en guarda a Isonberta, pero la carta es interceptada por la abuela de los niños, una mujer malvada que odia a Isonberta y está escandalizada por el parto múltiple de su nuera. La abuela cambia la carta en que se relata el nacimiento de los niños por otra en la que, supuestamente, Bondaval comunica a Eustaçio que su mujer ha dado a luz siete podencos. El conde, al enterarse de este nacimiento espantoso, prefiere, sin embargo, esperar a volver y ver por sí mismo qué es lo que ha ocurrido, y escribe a su caballero en este sentido, pero la carta vuelve a ser interceptada por la abuela malvada, que la cambia por otra en la que se pide al caballero que mate a las criaturas y a la madre.

El buen caballero, habiendo leído las cartas cambiadas, duda en cumplir esta orden y se lleva a los niños a un desierto, donde los abandona a su suerte. En aquellas soledades primero les amamantará una cierva, luego serán recogidos por un ermitaño que les llevará su casa. El ermitaño y la cierva cuidaran de ellos durante un tiempo hasta que sean lo suficientemente mayores para acompañar al clérigo a pedir limosna por las aldeas.

La malvada abuela tiene noticias de unos chicos que acompañan a un ermitaño, y cuando le dicen que los niños llevan unos collares al cuello piensa que quizá pudieran ser sus nietos que no hubieran muerto, y engaña al ermitaño para que le entregue en custodia a seis de los siete infantes (uno de ellos, el mayor, había quedado en la ermita encargado de cuidarla), y acto seguido la condesa Ginesa manda a dos escuderos que quiten a los niños los collares y los degüellen, pero, al sacárselos del cuello, los niños se convierten en cisnes y escapan por una de las ventanas.

La condesa manda venir entonces a un orfebre para que haga con los collares una copa, impidiendo de esta forma el retorno a la apariencia humana de los niños, y el orfebre lo intenta, pero la plata crece en el crisol y, con uno sólo de ellos, parece que los hubiera utilizado todos, de modo que guarda los otros y ofrece la copa a la condesa como si estuviera hecha con los siete. Los cisnes, mientras tanto, escapan y vuelan hasta un lago cercano a la ermita, y cuando ven pasar al ermitaño y a su hermano tienen un comportamiento cariñoso con ellos, casi como humanos.

Pasado el tiempo, el conde vuelve de la guerra y se descubre el engaño. La condesa madre disculpa su modo de actuar amparándose en la supuesta infidelidad matrimonial de Isonberta (apoyada en la creencia sobre el parto múltiple), y exige que se pruebe su acusación mediante un Juicio de Dios. Las cortes se reúnen y se lo conceden, pero Isonberta no tiene nadie que la defienda y luche por ella, así que pide a Dios un milagro. Esa noche se le aparece un ángel al ermitaño, diciéndole que mande al niño que aún conserva la forma humana a defender a su madre, y también se le aparece al niño informándole de su futura misión divina.

La justa se resuelve rápidamente en favor del que luego será el Caballero del Cisne. Una vez dadas las explicaciones y conocida toda la verdad, la condesa muere emparedada por orden de su hijo y son devueltos los collares a los cisnes, que vuelven a transformarse en hombres, si bien uno de ellos, aquél con cuyo collar se hizo la copa, no podrá recuperar su forma humana. Esta parte de la historia termina contando que los hijos de Eustaçio fueron todos muy buenos caballeros y conquistaron mucha tierra de infieles, y menciona el especial destino divino del defensor de su madre, que será acompañado por el hermano cisne en sus aventuras, viajando en un barco tirado por él, por lo que será llamado el Caballero del Cisne.

El texto continúa ofreciéndonos en el capítulo XXIV la historia del Emperador alemán Otas (Otón) y de la duquesa de Bouillon, poniéndonos en antecedentes del gran agravio que sufrió la duquesa viuda al serle arrebatadas sus tierras por el duque Rainer de Sajonia, sin que el emperador pudiera hacer nada para impedirlo dada la fuerza y el ejército del duque. Ponpeo es llevado por su hermano cisne hasta la ciudad de Maençia, y la situación es paralela a la que relatamos anteriormente: se decreta un Juicio de Dios y la dama, no teniendo valedor que la ampare, se confía al Creador, y entonces el Caballero del Cisne acepta el reto de servir de defensor a la duquesa de Bouillon y a su hija Beatriz.

Ponpeo vence en combate a Rainer y, muerto el sajón, sus parientes deciden vengarse en mejor ocasión, desapareciendo de la ciudad para ir a cometer tremendas fechorías raptando a las sobrinas del emperador y dando muerte a sus sobrinos, mientras en la corte, agradecidos por el heroísmo que ha demostrado el caballero durante el combate, el Emperador y la duquesa de Bouillon le entregan en matrimonio a la hija de ésta, Beatriz, dándole, así mismo, la posesión de las tierras del ducado. Ponpeo accede, pero impone una condición a su futura esposa: nunca deberá preguntarle ni por su nombre ni por su origen.

Celebradas las bodas, durante la primera noche se le aparece a Beatriz un ángel que le revela su destino y le da instrucciones sobre los acontecimientos que sobrevendrán: el ángel le anuncia que entre sus descendientes estará el futuro rey de Jerusalén. El Caballero del Cisne parte con su mujer y con Galieno, sobrino del Emperador, hacia su nuevo ducado de Bouillon, sin saber que los parientes de Rainer les van a tender una emboscada. La traición se descubre en el camino gracias a un milagro, y se entabla una feroz y desigual batalla entre los sajones y el Caballero del Cisne y su escolta. Las huestes del Caballero del Cisne derrotan a los sajones, aunque en la batalla muere Galieno, y no son aniquilados todos los parientes de Rainer. Luego llegará la paz y la felicidad a Bouillon y, pasado un tiempo, encontramos al Caballero del Cisne ejerciendo de completo señor feudal; Beatriz quedó encinta la noche de bodas de Idan, la que será madre de Godofredo, pero los sajones aún arden en deseos de venganza y ponen entonces cerco a Bouillon.

Durante la batalla y el sitio al que se ve sometido, el Caballero del Cisne es herido en el costado izquierdo por una lanza. La situación se hace insostenible, al no disponer de fuerzas con que oponerse a los sajones y padecer hambre por el asedio. Ponpeo pide ayuda al Emperador, quien acude de inmediato, y acaba para siempre con los parientes del duque Rainer de Sajonia.

A partir de aquí, el texto comienza a ofrecer una estructura textual menos arquetípica, a la vez que más confusa: una noche nefasta Beatriz se atreve a preguntar a su marido quién es y de dónde viene; esta fatal pregunta desencadena inmediatamente la tragedia familiar: Ponpeo no da contestación y, habiendo advertido de lo que podría ocurrir si le formulaban esas preguntas, la abandona sin remedio pese a las súplicas de unos y otros. La escena de la despedida en la corte del Emperador es, sin lugar a dudas, magnífica. Ponpeo va completamente armado, y mientras el propio Emperador le pide que no prosiga en su empeño se ve aparecer al cisne que, atado por una cadena de plata a un pequeño barco, tira de él acudiendo a una llamada misteriosa. De esta manera desaparece para siempre el Caballero del Cisne, del que no vuelve a hacerse mención expresa en el manuscrito.

La duquesa queda triste y enloquecida por la pérdida. El Caballero del Cisne le ha dejado en custodia un cuerno de marfil, pero ella, olvidándolo al poco tiempo, sufrirá una nueva desgracia: un incendio se apodera del palacio sin que nadie pueda apagarlo, y entonces aparece un cisne que penetra en medio del fuego y, sin quemarse, coge en su pico el cuerno y se marcha. La historia continúa con el matrimonio de Idan y Eustaçio de Bolonia y, siguiendo con la tradición familiar, Idan también concibe en la noche de bodas al que será rey de Jerusalén, siéndole revelado el acontecimiento por medio de un sueño en el que se entrelazan multitud de motivos de muy interesante análisis.

Aquí podemos decir que comienza la narración de las «infancias» del héroe. La característica principal de la primera parte es la conducta de su madre, con visos muy claros de demencia visionaria, por decirlo de alguna manera. Las aventuras de Gudufré comenzarán a los dieciséis años cuando sea armado caballero, en un pasaje donde se describen las armas del héroe y se hace mención especial de su espada, hermana de aquella Joyosa de Carlos y de Durandarte, la de Roldán.

Godofredo parte hacia la corte del Emperador, y allí se reproduce el esquema temático de Ponpeo: libera por medio de un combate difícil a una doncella a la que quiere arrebatarle la tierra su primo hermano; no faltará, por supuesto, la intervención divina en el asunto. Sin embargo, Godofredo no se casará con ella, sino que se mantendrá célibe en aras de su alto destino. Otras justas y pleitos se suceden luego, de los cuales en el texto se nos relatan dos, uno, muy breve, contra su primo hermano, y otro que es la postrera batalla contra los sajones, los viejos enemigos en la saga familiar, a quienes vence con igual prestigio que su abuelo. El manuscrito continúa con los otros tres cuerpos (los denominados «históricos») del Ciclo de la Primera Cruzada, pero nosotros detenemos aquí la narración del argumento, porque éste será el final de nuestra edición del manuscrito 2.454, coincidiendo con el final de la leyenda genealógica.

Si comparamos las diferentes variantes, llaman la atención varios hechos en la historia de la evolución del texto. En efecto, hay elementos que nos permiten afirmar que lo contenido en nuestra versión constituye un punto de inflexión en la historia textual de la leyenda. Hemos aludido antes a los símbolos del comienzo de la narración y la sutil naturalización del personaje feérico de Isonberta; importante en otro orden de cosas es el hecho de que, en las más tempranas versiones, no son siete chicos los que nacen de la condesa, sino seis niños y una niña, alterando todo el desenlace del final de la primera historia: no hay combate resolutorio y, por tanto, no hay segunda parte, o no se integra naturalmente la historia de Catalina y Beatriz de Bouillon. En consecuencia, puede hablarse claramente de un origen diferente para las dos narraciones principales del grupo no histórico.

Por otro lado, y a pesar de que toda la historia se ve cercada por las nieblas del folklore y de la literatura mitológica, o al menos de la legendario-mitológica, las descripciones del universo en el que viven los personajes destilan sangre. Estamos ante un mundo violento, cruel, salvaje, donde no faltan los asesinatos, los intentos de violación, la presión política, las muertes y mutilaciones horribles en combate... que acercan nuestro texto más al universo épico de segunda generación –al de Raoul de Cambrai, al del Cid– que a la literatura cortés. Toda la narración de las justas y batallas contra Rainer y sus parientes es descripción sociológica puntual de un universo feudal desarrollado, similar al motivo de les baron révoltés de la épica francesa del siglo XIII (pero desde una óptica proimperial). Al mismo tiempo, las descripciones de los combates nos acercan de igual modo a la violenta expresión de impronta germánica de cantares como nuestro Romanz del Infantz García, donde la venganza de Doña Sancha es comparable a la sangrienta muerte del sajón Rainer, a quien el Caballero del Cisne primero corta la nariz, después el brazo, y luego, enzarzados en la lucha, trabados sus cuerpos, el sajón aún quiere, desangrado y mutilado como está, ahogar a Ponpeo en un río cercano; finalmente éste corta la cabeza de Rainer y la mete en su yelmo, llevándosela como prueba de su victoria al emperador. El asesinato de los tres parientes del emperador y el secuestro e intento de violación de las dos mujeres está en la misma línea de crueldad y violencia en la que viven los personajes de la historia, donde no hay piedad para nadie; no la ejercen ni los malvados ni los buenos.

La maldad femenina es particularmente curiosa en el relato. Bien es verdad que los personajes masculinos, como dice la profesora Echenique2, están reducidos al arquetipo, y lo cierto es que hay muy pocas diferencias entre las actividades y los combates del Caballero del Cisne y de Gudufré, por ejemplo, pero en el caso de los personajes femeninos tenemos desde la maldad más absoluta, como es el caso de Ginesa, hasta la locura visionaria de Idan, la madre de Godofredo. La maldad femenina la comparte nuestro texto con los cantares castellanos donde se muestra mayor influencia germánica y, en especial, con las versiones de éstos recopiladas en el scriptorium alfonsí: la perfidia de Doña Urraca en la versión de la Crónica de Alfonso X, culpable de provocar la muerte de su hermano Sancho, tiene visos de encontrar eco en el pecado de curiosidad y falta de confianza de Beatriz, que suscita la partida del Caballero del Cisne; en cuanto a la terrible y malvada Doña Lambra de la Leyenda de los Infantes de Lara (texto que, por lo demás, se ha conectado muchas veces con nuestra narración, y que evidencia unos orígenes germánicos muy claros)3, le da la réplica la condesa Ginesa, quien muere de forma terrible a manos de su propio hijo, que la manda emparedar. En fin, una misoginia declarada que, más que eso, es, a nuestro juicio, avatar de ese mundo de venganza que aparece en las sagas islandesas, y que se cuela en nuestra literatura con la llegada en 1257 de Cristina de Noruega para casarse con el infante Felipe, hermano de Alfonso X (esto si no compartíamos una tradición común más antigua).

LOS ORÍGENES DE LA LEYENDA

Es difícil llegar a conclusiones fiables sobre dónde comienza su periplo literario una narración en cuya conformación es tan importante el elemento folklórico, y más difícil aún es vincular un origen geográfico o temporal a un tema o un motivo, en tanto que el acervo popular del que se nutre este tipo de textos se pierde más allá de la memoria y es, a la postre, por propia naturaleza, patrimonio general de la humanidad. Estructuras temáticas y motivos muy diversos atraviesan continentes y mares; la propia actividad social del hombre, además, trae y lleva las historias de un confín a otro, y en el tránsito, adaptándose y readaptándose, entremezclándose unas con otras, y adquiriendo nuevos significados, cambian los protagonistas y, aun cuando casi siempre permanece el sentido básico, se puebla de elementos contaminantes que enriquecen y gobiernan la semántica de los diferentes textos-resultado.

Es habitual, en los estudios literarios medievales, encontrar hipótesis sobre orígenes orientales (en particular hindúes) para este tipo de substrato folklórico, sobre todo si se trata de pequeñas historias, cuentos, exempla, por el hecho de que se hayan encontrado rastros de coincidencias en el corpus de narraciones hindúes trasladadas a Occidente por los árabes. Este hecho no indica más que lo que denota: la presencia en el folklore hindú de estos tópicos narrativos, pero no más; no podemos por ello concluir un origen único y una migración unidireccional, al margen de considerar éste como origen último, que pudo haber sido griego antes que hindú, o cualquier otra cosa. Este modo de pensar no es más que el resultado de la aplicación de la lógica romántica al origen oriental del pensamiento, aquello mismo que llevó a los filólogos y gramáticos de comienzos del siglo X I X a errores de bulto sobre el nacimiento y evolución de la familia de lenguas indoeuropeas y sobre la forma primitiva de la poesía.

Los nacionalismos de mediados del siglo X I X y principios del X X acabaron por componer un panorama crítico desolador sobre el origen de los elementos folklóricos en la estructura argumental de las narraciones medievales: una necesidad localista de fijación de las leyendas a uno u otro lugar europeo (especialmente en el ámbito germánico y celta) activó polémicas inútiles que hicieron correr ríos de tinta hoy quizá de muy poco valor; pero lo cierto es que la primera edición moderna de muchas narraciones medievales, incluida nuestra Leyenda del Caballero del Cisne, se produce al tiempo que esta fiebre nacionalista arranca pedazos, a veces a dentelladas, al solar común clásico y al fondo general de todo Occidente.

En primer lugar, y en el caso que nos ocupa, para deslindar los problemas sobre la gestación de los textos no históricos del Ciclo de la Primera Cruzada debemos establecer un diferente proceso de articulación del origen textual de las narraciones no históricas y de aquellas cuyas fuentes son históricas o parahistóricas, las crónicas de los personajes contemporáneos a los acontecimientos. En segundo lugar, y para las dos historias de procedencia folklórica que aparecen ligadas en nuestro manuscrito 2.454, esto es, la historia de los niños convertidos en cisne y la leyenda del Caballero del Cisne, debemos contemplar la posibilidad de que sus orígenes sean diferentes y su evolución distinta.

La evidencia más significativa del distinto origen textual de cada una de estas dos narraciones (la de los niños-cisne y la del Caballero del Cisne) está en el Roman de Dolopathos o Roman de Sept Sages, que transcribe la Historia Septem Sapientum latina, un conjunto de narraciones sobre cuyo origen también se ha venido argumentando su presencia en el acervo folklórico hindú, y que incluyen, en la historia que cuenta el séptimo de los sabios, un relato conectado temática y argumentalmente con la narración de los niños convertidos en cisnes del Ciclo francés de la Primera Cruzada: se trata de la Histoire d´une fée qui épousa un chevalier. La aparición del primero de los relatos, aislado del segundo tan tempranamente, fundamenta la teoría de la independencia textual de ambos, pero este dato no es el único que avala la hipótesis de una concentración de narraciones de diferente origen en una amalgama de discursos para formar el ciclo sobre Godofredo de Bouillon a través de un poema genealógico, lo que, por lo demás, es un recurso de género habitual y un procedimiento constructivo muy común en toda la literatura antigua ya desde Grecia.

Comparando las dos historias que confluyen en la leyenda en los distintos manuscritos repartidos por toda Europa y en diversas lenguas, se pueden establecer dos niveles de análisis que dan como conclusión el origen independiente de ambos relatos, al tiempo que facilitan el rastreo de sus elementos nucleares (los tópicos textuales). Así, y en primer lugar, llama la atención la enorme cantidad de variantes y estadios diferentes de la narración de los niños convertidos en cisne que encontramos en los textos, frente a la relativa invariabilidad, en todos los manuscritos (con excepción de casi todo el ciclo alemán, que es muy tardío), de la historia del Caballero del Cisne. Esto vendría a confirmar un ritmo diferente de fijación de cada uno de los dos textos: mientras que la primera de las narraciones se halla en un ciclo activo de evolución literaria durante el tiempo en que se redactan las variantes, la segunda de ellas está inactiva hasta que se producen los cambios estructurales drásticos que muestra el ciclo alemán, y que afectan profundamente al contexto y co-texto de la narración así como al argumento; además, la leyenda del Caballero del Cisne se presenta en éstos independientemente, sin la explicación de los sucesos que dan lugar a la aparición del caballero, lo que constituía el argumento de la primera narración.

El hecho de que en el ciclo alemán se produzcan variaciones significativas en la estructura más profunda del discurso, dando lugar incluso al ingreso de la narración en el universo del ciclo artúrico, pero que al mismo tiempo se mantenga, en algún texto aislado, la estructura tópica del ciclo francés hace pensar en una asimilación más tardía de la segunda leyenda (la del Caballero del Cisne) amalgamada ad hoc para la composición de la narración genealógica, que luego, con el cambio de los intereses ideológicos y necesidades especiales de la construcción de la biografía de Godofredo de Bouillon, se independiza y se adapta al nuevo gusto lector inaugurado en la literatura medieval germánica por Eschenbach.

Por otra parte, la suerte ha favorecido la investigación sobre la evolución de la primera de las narraciones. Desde la más antigua de las versiones, que parece corresponder a la que se inserta en el Dolopathos, hasta la versión francesa que nosotros consideramos más tardía, y que es la que corresponde al manuscrito 12.569 de la Bibliothèque Nationale de París, es posible diseñar una hipótesis de evolución propia para toda la narración; pero el quicio interpretativo de todo su periplo pasa, sin lugar a dudas, por la variante castellana de la historia, forma literaria absolutamente imprescindible para desentrañar el laberinto de cambios (especialmente simbólicos) que se suceden en los diferentes manuscritos que se han conservado.

Ahora bien, nada hay, o casi nada, en ninguna de las variantes de las dos leyendas, que nos permita establecer un origen geográfico determinado para cada una de ellas, algo que, sin embargo, fue muy discutido desde mediados del siglo X I X , convirtiéndose más en una cuestión política, ligada a los nacionalismos posrománticos, que en un debate científico.

Repasando las distintas teorías, las diferentes hipótesis sobre el origen de estas dos leyendas son siempre exclusivistas y parciales, y no aportan individualmente ningún dato de relevancia en sus conclusiones, si bien, reunidas todas ellas, pueden dar luz a algunos puntos oscuros sobre el proceso de fijación textual de nuestras narraciones.

Así, el origen oriental de la leyenda de los niños convertidos en cisne, que fuera defendido por Leroux de Lincy, por Huet y, sobre todo, por Anouar Hatem4, se apoyaba fundamentalmente en la recopilación de cuentos egipcios que hiciera Maspéro5. La hipótesis de Hatem, quizá la más interesante de las tres, proponía que, más que un origen textual directo, como pensaba Huet a propósito el cuento «Historia de las dos hermanas envidiosas de su hermana menor» de las de Las mil y una noches, existía una amalgama de elementos narrativos en torno a la conversión de un personaje en pájaro; aun así, nada en esta teoría hay de irrefutable, y las pruebas que ofrecía sólo advierten de una confluencia de motivos en dos tradiciones diferentes.

La tesis irlandesa fue defendida por Ferdinad Lot6, quien presentó el conocido Lamento de Fionnguala como forma original de la leyenda, texto que en realidad se compuso sobre la antigua historia mitológica de Los hijos de Lir o Ler, si bien, y como ya con anterioridad a Lot había advertido D'Arbois Jubainville (Essai d´un Catalogue de la Littérature épique de l´Irlande), no poseemos ningún manuscrito antiguo de la leyenda de Fionnguala que nos permita hacer conjeturas; cuantos han llegado hasta nosotros datan del siglo X V I I .

Mucho más localista era la teoría defendida por el barón de Reiffenberg7, que pretendía un solar patrio belga. Para la segunda de las narraciones, la impronta romántica de Görres y Grimm se dejó notar en Reiffenberg, proponiendo un origen mitológico germánico para Lohengrin, y poniendo la historia del Caballero del Cisne en relación con Hélinand y Vicent de Beauvais, como hizo Gorres8; Reiffenberg apuntó en esa dirección, y los hermanos Grimm lo quisieron confirmar en su colección de cuentos folklóricos germánicos.

Tampoco ha faltado quien viera en la narración, y no sin una amplia base de apoyo documental, elementos del mundo antiguo clásico, en particular el mito de los dioscuros. Tal es el caso de Erich von Richtofen9, quien conecta la leyenda de Cástor y Pólux con Loherinc y nuestro Caballero del Cisne, basándose en una transposición de los elementos vinculados a la aparición de Santiago en la batalla de Calahorra y a los tópicos comunes que presenta nuestra leyenda con el Poema de Fernán González. Según esta hipótesis, el origen hispánico de la leyenda soterraría el origen mitológico griego subyacente y luego la narración migraría a Flandes para volver de nuevo a Castilla en forma de traducción.

Lo cierto es que la tesis de Richtofen es fascinante –aunque de muy complicado análisis– tanto por la referencia a Santiago y a la confusión entre los dos Santiagos hasta fecha muy tardía como por la hipótesis de la construcción mitológica del apóstol sobre la base de los dioscuros, y todavía lo es más por el hecho de concebir la evolución de la leyenda sobre un viaje de ida y vuelta desde España. Pero el examen de Richtofen es tangencial; preocupado por otros temas, el de la leyenda de Lohengrin es sólo un fenómeno marginal para él, un ejemplo más del periplo constructivo épico medieval. Aun así, merecería la pena seguir el hilo conductor de esta idea y ver lo que pudiera haber de fiable en ella.

Muchas son las posibilidades de engarzar la leyenda con elementos folklóricos y tradiciones literarias muy distintas; así, elementos del folklore hebreo, especialmente referidos al ciclo del profeta Elías, han podido rastrearse en la estructura tópica de la historia del Caballero del Cisne, y parecen abonar el «humus narrativo» de nuestra leyenda10. Sumadas todas las hipótesis, pareciera que pudiera pensarse en una concentración multilocal de mitos, en definitiva, en un espectro tan amplio de posibilidades que el problema terminaría por resolverse en lo universal, en el fondo común del limo folklórico, algo que es como no decir nada.

Si bien es cierto que el periplo europeo de la leyenda a lo largo de toda la Edad Media hace posible un enriquecimiento de los tópicos de la narración mediante formas del folklore local del lugar donde cada uno de los manuscritos es redactado, copiado o se difunde, estos elementos no deben ser, necesariamente, originarios del lugar, de modo que la comunidad de temas y motivos que presentan las distintas variantes de la historia no en todos los casos están en los prototextos, esto es, en las supuestas narraciones que dieron origen a la forma narrativa medieval. Realmente, para la primera de las narraciones no podemos ir, con completa seguridad, más allá del Dolopathos, aun cuando esto no sea decir mucho, ya que el texto de Johannes de Altasilva es un ejercicio ya netamente literario y puramente occidental.

Por lo que respecta a la segunda de las narraciones, el problema se complica aún más, pues, al margen de la certeza de su origen como texto poético-mitológico y de las especulaciones que podamos hacer, lo cierto es que, hasta el momento, ésta no se ha podido vincular a un prototexto independiente y anterior a la gestación del poema genealógico sobre Godofredo de Bouillon. El origen germánico de la leyenda sólo puede ser sostenido como resultado de una saturación en el ámbito germánico de sus componentes temáticos y de sus motivos, lo que da que pensar, pero no prueba nada. Por otra parte, la poca dinamicidad de esta narración en los manuscritos del ciclo francés permite suponer que la leyenda funcionaba ya en esa época como un cuerpo literario fijado, y que sólo después de la intervención de Eschenbach se activó en ella un nuevo ciclo de cambio y transformación profunda.

EVOLUCIÓN DE LA LEYENDA A TRAVÉS DE LA FILIACIÓN DE LOS MANUSCRITOS

Para poder ordenar y establecer la filiación entre las diferentes variantes de la leyenda repartidas por Europa, hay que considerar en primer lugar nuestros objetivos; no pretendemos datar los manuscritos, sino ordenarlos de acuerdo con las distintas transformaciones de los acontecimientos transcritos en cada uno y en la estructura interna de las diferentes narraciones. En segundo lugar, debemos advertir que nuestro interés reside en la descripción del manuscrito 2.454, que es el que aquí publicamos parcialmente, y en este sentido la descripción del resto de manuscritos europeos nos puede permitir ubicarlo en la historia textual del ciclo, así como desarrollar una teoría sobre su filiación con una hipotética compilación francesa hoy perdida que habría sido el modelo para el redactor o redactores de nuestro texto.

Un primer acercamiento a las versiones del Caballero del Cisne y su leyenda que circularon por Europa revela que existen tres macrogrupos de manuscritos que muestran claras diferencias en cuanto a lo contenido en ellos: un primer gran grupo lo forman aquellos textos que presentan aisladamente las historias de los niños convertidos en cisnes o la del Caballero del Cisne. En el caso de los que presentan exclusivamente la narración de los niños convertidos en cisne, se advierten marcas muy precisas de origen folklórico y de descripción de un universo más primitivo que en los que sólo se ocupan de la historia del Caballero del Cisne, que tienen una dependencia muy clara del segundo macrogrupo: los manuscritos en los que aparecen unidas las dos historias como protohistoria de las infancias de Godofredo de Bouillon, esto es, engarzadas para construir con ellas una narración genealógica sobre el Advocatus Sancti Sepulchri.

A partir del episodio de Lohengrin del Parzival de Eschenbach podemos hablar de un tercer macrogrupo, el de aquellos textos que reúnen temática y argumentalmente la historia del Caballero del Cisne con las narraciones sobre el Grial y la materia artúrica, siendo posible encontrar sin embargo algún texto alemán que muestra una dependencia completa del segundo gran conjunto de textos, el francés.

El orden en el interior de estos grandes conjuntos puede establecerse a través de elementos microcomponenciales, es decir, de marcas que advierten transformaciones que no afectan al conjunto de la estructura del relato pero que dan cuenta de cambios relativos en la trama, los tópicos o los símbolos, y que indican cambios en el pensamiento, la ideología o el gusto lector sobre el que se sostienen.

De este modo, podemos establecer un primer texto de referencia: el Dolopathos de Johannes de Altasilva, en el que se refiere sólo la primera de las narraciones del ciclo, y que no la conecta con la leyenda genealógica de Godofredo de Bouillon11. A partir de aquí, entre el manuscrito francés 12.558 de la Bibliothèque Nationale de París –que nosotros consideramos como la variante que presenta la forma simbólico-narrativa más antigua– y el 12.569, que consideramos, de entre los del ciclo francés, el más alejado respecto del Dolopathos, hay cuatro manuscritos más, el 786, el 795, y el 1.621 de la misma biblioteca, y el 3.139 de la Bibliothéque de L'Arsenal. La comparación entre todos ellos muestra el posible desarrollo de las narraciones en su fase de adaptación de la materia narrativa primitiva al universo co-textual en el que se desarrollan.

Puede apuntarse que el manuscrito 12.558 de la BNP presenta grandes semejanzas con el texto de referencia, semejanzas a las que son ajenas todas las demás narraciones del ciclo y sus variantes directamente dependientes, como la castellana del ms. 2.454 de la Biblioteca Nacional de Madrid, la del texto correspondiente a estos relatos inserto en La Gran Conquista de Ultramar (en la versión del ms. 1.187 también de la Biblioteca Nacional) y la versión inglesa del Red Book of the Exchequer, así como, parcialmente, la variante alemana de Der Schwanritter. Las similitudes que mantienen el ms. 12.558 y el Dolopathos se concretan en la pervivencia del tópico de la aparición de un ser folklórico-mitológico como responsable de los acontecimientos y desarrollo del relato de los niños convertidos en cisnes. Además, esta variante, publicada por Todd en 1889, opta por una modalidad activa, y no sólo secuencial, de todos los tópicos temáticos que afectan a los valores simbólicos descritos por Patch para las narraciones de origen mitológico, tales como el marco del encuentro del caballero con el hada, la actividad de la caza, la muerte de la madre en el alumbramiento, el sueño premonitorio, etcétera12.

Así mismo, este manuscrito presenta aún una huella más de su proximidad al origen: los siete infantes no son todos varones, sino seis niños y una niña, quien será la que salve a sus hermanos de permanecer para siempre como cisnes.

La segunda materia narrativa de La Leyenda... no presenta sin embargo, en este manuscrito, sustanciales diferencias respecto de los textos más modernos, si bien puede decirse que es más sintética (no se menciona una posible interpolación histórica como la de las luchas posteriores del Caballero del Cisne contra los parientes del sajón Rainer que aparecen, por ejemplo, en nuestra versión castellana).

Por otra parte, el manuscrito 1.621 fue editado por Hippeau entre 1874 y 1877. A pesar de que el comienzo de la historia había desaparecido ya en 1596, pueden detectarse cambios en esta versión de la leyenda que afectan, fundamentalmente, a la naturaleza híbrida de la madre (rasgo que comparte con la Isonberta del texto castellano del ms. 2.454 de la Biblioteca Nacional de Madrid), y al hecho de que se haya producido ya la supresión del personaje de la niña, introduciéndose el episodio del combate resolutorio, así como el ajusticiamiento de Matabrune, la pérfida abuela.

Además, en esta variante se narra más extensamente la segunda materia que en la del 12.558 hasta el momento en el que el Caballero del Cisne desaparece de la historia. También en el ms. 1.621 puede destacarse el largo desarrollo de las aventuras del joven Eustache en Inglaterra y el asunto de las profecías de Calabre, aspecto que ya estudió Pigeonneau en su momento13.

El manuscrito 786 relata, en líneas generales, la misma variante que el precedente, si bien hay algunos datos de interés especial, como la activación de un nuevo agente, el social, como causa del conflicto: el tópico medieval que asocia el parto múltiple a la infidelidad amorosa, y que liga la narración a su entorno co-textual, al modo de lo que ocurre en textos como el Lai de Fresno de María de Francia14. El contenido argumental se confunde en este manuscrito con el del 1.621 hasta el término del primer cuerpo de la leyenda. Solamente a partir del folio 124 rº, en el que termina la segunda parte, encontramos el relato de unos acontecimientos que no han sido contados antes: la narración de los sucesos ocurridos una vez que el Caballero del Cisne parte de Bouillon cuando Beatriz hace la pregunta fatal, entonces se narra el retorno del Caballero del Cisne a Lillefort. Después, el texto vuelve a retomar el modelo argumental del 1.621, lo que posiblemente hace de este pasaje una interpolación que tendría su origen en un intento de relacionar la historia con la abadía de Saint Trond, muy unida a la familia de Bouillon, antes que con los recuerdos del Oriente Latino15. Por otra parte, las profecías de Calabre (a partir del folio 147) no están más desarrolladas que en el 1.621, aunque sí hay una estrofa relativa a la descendencia del Caballero del Cisne. Además, este manuscrito es el único, junto con el 12.569 y el 3.139, que conserva, en la Chanson d´Antioche, la fecha falsa del Concilio de Clermont.

El manuscrito 795 es muy similar al 786, salvo por el hecho de que los dos cuerpos de la leyenda se confunden16. El 3.139 de la Bibliothèque de L'Arsenal, por el contrario, es relevante en especial por la relación que pueda tener con nuestra variante castellana del manuscrito 2.454. De hecho, se trata de una fusión de la versión contenida en el manuscrito 12.558 con las versiones que nosotros consideramos posteriores. Por último, en el manuscrito 12.569 observamos ya cómo el cuerpo narrativo de la leyenda se ha estabilizado, ya que no muestra cambios respecto de los inmediatamente anteriores en la evolución.

Hasta aquí hemos descrito el periplo francés de nuestra Leyenda... y los manuscritos relacionados estructural y argumentalmente con el 2.454; ahora bien, si el dinamismo textual que estamos estudiando se hubiera detenido aquí, deberíamos hablar simplemente de una evolución tópica interna, por cuanto la unidad que preside el ciclo así lo manifiesta; sin embargo, éste no es el caso. Uno de los cuerpos de la leyenda, el que hace referencia a la historia del Caballero del Cisne, va a independizarse textualmente, reconstruyendo la prehistoria del personaje y adaptándose a los nuevos discursos ideológicos y estéticos de la literatura artúrica.

Por lo que respecta al Ciclo francés de la Primera Cruzada, lo que se ha producido es una estabilización de los elementos simbólicos, de manera que éstos puedan fluir en conjunto hacia otros modelos literarios para trasmitir su significado; pero, si hemos podido percibir en la primera forma de desarrollo de la historia literaria de estas narraciones cierta tendencia a la entropía y a la interacción de contenidos ajenos a la forma argumental supuestamente original, el examen de la segunda fase de desarrollo revela, con mucha mayor claridad, el modo en el que la cristalización que se ha hecho efectiva en Francia se distribuirá por toda Europa, cubriendo las necesidades de significación que se producen en el contexto social.

En este sentido es muy productivo examinar, siquiera someramente, la evolución de estas narraciones en la literatura alemana de género biográfico; el resultado literario medieval en Alemania desarrolló un contenido espiritual y un modo estético nuevos, que no serían sino el principio de nuevas transformaciones, de nuevos cambios de habitación en los que sin embargo sobrevivirían los viejos mitos.

De hecho, esta segunda gran transformación medieval del mito del Caballero del Cisne en las versiones alemanas de La Leyenda... se produce, precisamente, como un segundo nódulo a tergo, esto es: hacia la prehistoria del relato, mediante la inserción de la narración en un nuevo marco ajeno a los avatares históricos de la primera cruzada; Hélyas entra a formar parte de la corte de los Caballeros del Reino del Grial, se aleja de las fronteras del relato genealógico y se adentra en la materia artúrica, donde las cosas siempre parecen querer ser más de lo que el conteur se atreve a transcribir.

Existen cuatro textos alemanes que tratan sobre el Caballero del Cisne; tres de ellos conectan a Hélyas, a partir de ahora Lohengrin, con el Parzival de Eschenbach, y un cuarto, Der Schwanritter, de Konrad von Würzburg, continúa su vinculación con la tradición genealógica del Ciclo francés de la Cruzada.

Los tres textos alemanes que no siguen la tradición francesa tienen una característica especial muy relevante: todos eliminan la historia de los niños convertidos en cisne y desarrollan únicamente la historia del Caballero del Cisne. La causa está en la necesaria adhesión textual a la coherencia narrativa del relato: la nueva procedencia de Lohengrin, quien, a partir de ahora, será hijo de Parzival.

La descripción y el estudio de las versiones alemanas fue realizada ya en 1931 por Anna Louise Frey; y a ella nos remitimos para un examen exhaustivo17. De cualquier forma, y renunciando, por lo extenso que resultaría, a la descripción completa de cada uno de los textos alemanes, su evolución presenta una imagen menos estructurada que la del ciclo francés; en las narraciones alemanas, los cambios que sufren la forma argumental y temática de la Leyenda... corresponden a dos procesos diferentes, y muy habituales, por otra parte, durante la Edad Media.

El primero de estos procesos es el de la interpolación. El desarrollo de estas narraciones está íntimamente vinculado a la adición de formas colaterales que marcan paulatinamente el acercamiento de la materia al folklore local donde se inserta y que, por otro lado, facilita la confluencia entre el universo simbólico original de la materia y el universo de creencias cristianomedievales que, por su parte, está también en proceso de cristalización. Interpolaciones como la de la leyenda de santa Úrsula, o de formas folklóricas de origen pagano que buscan en su seno la rehabilitación de significado (como puede ser el caso de las de Der Jüngere Titurel, narración de hacia 1230), así como hermeneusis que dan respuesta a los misterios simbólicos más importantes18, proporcionan elementos de relación, que hacen posible establecer las filiaciones internas de los textos.

El segundo proceso es de índole externa, y se produce a través de la actualización sociológica de los modelos. Nos referimos al cambio de referencia de los beneficiarios de la leyenda genealógica. Ya desde el Parzival de Eschenbach encontramos la leyenda adscrita a la casa de Brabante en vez de estarlo a la de Bouillon. La situación histórica del tiempo de Eschenbach y las coordenadas geopolíticas en las que se halla inmerso son muy diferentes de aquellas en las que se redactó el ciclo francés. Autores como Blöte llegaron a pensar, y tal vez con acierto, que Eschenbach fue el origen de la leyenda del cisne de la casa de Cleve19.

Es necesario observar, sin embargo, que no hay, en la evolución interna de los textos alemanes, marcas de cambios que favorezcan la tesis de una nueva cristalización de los símbolos que ya estaban presentes en el ciclo francés, sino solamente una reestructuración de los referentes textuales que procede de la dinámica general que manifiestan las propias historias.

Esta somera descripción de la posible historia evolutiva de la Leyenda... fija la versión castellana en el segundo macrogrupo de textos, aquellos que, aglutinando las dos narraciones (la de los niñoscisne y la del Caballero del Cisne), vinculan la historia a la genealogía familiar de Godofredo de Bouillon; aunque, aun así, no es posible documentar una filiación directa de nuestro texto con ninguna de las variantes francesas conservadas.

Los elementos simbólicos que aparecen en nuestro manuscrito parecen advertir de que estamos ante un punto de inflexión evolutiva que marca el cambio de lo que podría ser un proceso de conversión literaria del folklore; la vinculación evidente de nuestro manuscrito con los textos franceses, y la inexistencia de fuente documental literaria alguna en la que el mismo estadio de evolución que presenta se concrete, hacen pensar que la narración castellana dependía de una compilación francesa hoy perdida, siendo nuestra variante la única que ha conservado los elementos simbólicos que median en el proceso literario de adaptación de la estructura folklórica antigua. La existencia de esa compilación sólo puede, ciertamente, ser supuesta, pero no hay otra explicación posible: la dependencia estructural de nuestro texto respecto del ciclo francés en todos los demás aspectos no nos permite ir más allá y suponerle una independencia especial, pero sí felicitarnos porque en él se haya conservado una fase importantísima del proceso de evolución de este tipo de narraciones durante la Edad Media, y porque puede ser un ejemplo claro del modo en que se produce la adaptación literaria de materias cuyo origen transciende la actividad de los conteurs20.

De hecho, argumentando nuestra hipótesis, y como el mismo Cooper reconoce en la introducción de La Gran Conquista..., en algunos casos parece que el texto castellano no puede ser explicado sino sobre la base de una combinación de variantes21. Nosotros nos atreveríamos a ir más lejos: no solamente creemos que deba ser entendida nuestra Leyenda del Caballero del Cisne como una combinación de variantes, sino que, al margen de la relación de dependencia que mantiene con los grupos de narraciones francesas, la óptica propia del texto castellano, que es innegable, tiene algo que decir en el desarrollo completo de la leyenda.

EL MANUSCRITO 2.454 DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID

A la vista de lo apuntado hasta aquí, la descripción del manuscrito 2.454 de la Biblioteca Nacional de Madrid adquiere una importancia enorme para la construcción de la historia literaria de la Leyenda..., pero también, y en cuanto a la datación del mismo, nos permite unas conjeturas (tampoco nos atrevemos a más) que, al menos, creemos que deben ser atendidas y consideradas como hipótesis de trabajo.

La Gran Conquista de Ultramar fue descrita ya en su día por Menéndez Pidal, quien encontró razones suficientes para datarla a finales del siglo XIII22, si bien Groussac y Gaston Paris, haciendo referencia a la mención que en el texto se documenta de la supresión de la orden de los templarios (hecho ocurrido en 1312), prefieren datarla a principios del siglo X I V23. Sin embargo, como objetan Northup y Rey, este dato podría haber sido una interpolación tardía24. Ahora bien, esta datación afecta a la Gran Conquista de Ultramar (ms. 1.187 de la Biblioteca Nacional de Madrid), pero no necesariamente a nuestro manuscrito.

La profesora Echenique data el ms. 2.454 de la Biblioteca Nacional de Madrid en los primeros años del siglo X I V25, advirtiendo que podría ser copia de otro anterior, y argumenta que contiene numerosas características léxicas y morfosintácticas de carácter occidental, por lo que podría haber sido redactado en una zona cercana a Portugal; por otro lado, su prosa muestra un claro estilo alfonsí en el quicio de los cambios que a partir de 1275 alejan al castellano de la norma gallega, aun cuando se sigan mezclando todavía por un tiempo los usos occidentales y castellano26.

En el manuscrito aparecen rasgos occidentales, como la interposición de la negación entre el pronombre y el verbo (que le non atronase [fol. 25], que le non pusiese ý [fol. 75]), que tienen un uso menos desarrollado en Castilla y son característicos en León, Galicia y Portugal, si bien otros rasgos, como la reducción –iello > -illo o la igualación de /v/ y /b/, propios de la norma de Burgos, se documentan de forma muy clara. Hay, además, elementos innovadores propios del scriptorium alfonsí, como la abundancia de conjunciones y locuciones conjuntivas al margen de las tradicionales (porque, otrosí, mager que...) que no están documentadas antes de Berceo (commo quier que, folios 71v y 161 v), lo que parece dejar claro que el manuscrito, como muy pronto, fue redactado a partir de 1275 y, desde luego, bajo la impronta de la normalización y el castellano drecho de Alfonso X, y que posiblemente fuera redactado o copiado en una zona del occidente peninsular.

Don Rafael Lapesa, al referirse a La Gran Conquista de Ultramar, cree que ésta debió ser una iniciativa de Alfonso X llevada a cabo por Sancho IV, con interpolaciones posteriores y cuajado de galicismos; de los dos manuscritos, como dice Lapesa, uno da como promotor a Alfonso X y el otro a Sancho IV27. Lo cierto es que todavía durante los primeros años del siglo X I V pueden rastrearse occidentalismos en el castellano, de modo que nuestro manuscrito pudo o no pudo tener la impronta leonesa, pudo conservar rasgos occidentales o solamente aquellos que el castellano aún mantenía. Por otra parte, parece improbable que nuestro texto fuera escrito muy adentrado el siglo X I V : mantiene apócopes en los pronombres enclíticos como díxol o quel que serán sustituidos por las formas plenas durante este siglo; mantiene casi siempre la /f/ inicial (fijo, fazer) dándose algún caso puntual de alternancia (finojos / hinojos), fenómeno que en el Libro de Buen Amor ya sucede, aunque sólo sea en contadas ocasiones (hato, hadeduro, heda por ‘fea’...). Hay interpolaciones, desde luego, y algunas revelan un estado de lengua muy tardío, pero no son significativas en cuanto al conjunto del manuscrito se refiere.

De este modo, en cuanto a su datación y localización geográfica, podemos concluir que los manifiestos rasgos occidentales pueden revelar una localización de la redacción cercana a Portugal, si bien con ciertas reservas, ya que el propio castellano está también marcado por estos rasgos; al mismo tiempo, no podemos retrotraer nuestro manuscrito antes de 1275, además de por lo ya anotado, por el hecho de que los manuscritos franceses que conservamos, y que pudieron ser modelo y referencia del nuestro, tampoco son mucho más antiguos, de manera que es muy posible que el manuscrito castellano 2.454 de la Biblioteca Nacional de Madrid fuera redactado en el mismo quicio del siglo X I V, habiéndose iniciado el proyecto en los años finales del reinado de Alfonso X y conducido a puerto en los primeros años del reinado de Sancho IV (por lo tanto, entre 1280 y 1310). Es muy probable también que el manuscrito conservado esté más cerca de la fecha de 1310, pero que éste sea copia de otro anterior (hoy perdido) más cercano a la fecha de 1280.

De hecho, hay algunos datos externos que avalan esta hipótesis, y que se refieren, de un lado, al interés del rey por la crónica y la historiografía, y de otro, al inicio de la traducción y redacción de textos castellanos sobre las cruzadas en tiempos de Alfonso, que puede corresponderse con el interés del rey por éstas que parece proceder de su parentesco con Ricardo Corazón de León, tesis defendida a nuestro juicio coherente y brillantemente por Cristina González28; y tampoco debemos olvidar la atención prestada a los asuntos europeos por un monarca que llegó incluso a pretender, durante un tiempo, el trono del Sacro Imperio.

José Manuel Querol Sanz

NOTICIA BIBLIOGRÁFICA

El mundo editorial ha sido poco generoso con la leyenda del Caballero del Cisne en España, pues sólo en contadas ocasiones ha sido editada como texto independiente o como parte de La Gran Conquista de Ultramar. La edición de la leyenda inserta en el conjunto cronístico del Ciclo de la Primera Cruzada comienza con la edición príncipe de Salamanca (1503), que es el texto que utilizó Louis Cooper para su edición de La Gran Conquista de Ultramar