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Ana es una mujer que esconde una profunda tristeza y, cuando Rubén la conoce, intentará ayudarla. Él descubre que el motivo de su tristeza es que ella no es quien realmente desea ser, sino que el intento de agradar a los demás, durante muchos años, hizo que se convirtiera en una persona distinta, con muchos sueños sin cumplir. Ana decide cruzar la línea que divide lo que es ella en ese momento de lo que realmente quiere llegar a ser. Comienza a cambiar, a jugarse por sus sueños y a descubrir a la verdadera Ana que se esconde en su interior. Una historia de cambios, de amor y de reflexión para pensar si realmente somos como queremos o si necesitamos cruzar esa línea e ir en busca de nuestros sueños y convertirnos de a poco en esa persona que siempre quisimos ser.
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Seitenzahl: 108
Veröffentlichungsjahr: 2015
Me encuentro hablando con Rubén, estamos sentados en un banco, frente a nosotros podemos observar un enorme jardín con muchos árboles y senderos de piedra para poder transitar.
El está en silencio, mirando al frente, con una mirada que parece perdida y a la vez melancólica.
En el lugar hay mucha tranquilidad, uso esa palabra porque creo que es la indicada para describir el momento en el que todo a nuestro alrededor esta en calma.
La paz, es un sentimiento que esta dentro nuestro, que no depende de lo que este pasando a fuera, sino de nosotros mismos, puede perdurar por mas que en el exterior haya problemas, tormentas o dificultades y creo que la mejor forma de encontrar ese sentimiento es encontrándose con Dios.
Por eso, lo que nos rodea a nosotros dos es una gran tranquilidad.
Continuo hablando, luego de unos segundos de silencio, me cuenta que estaba en ese lugar esperando a una persona, que pronto llegaría para verlo.
Rubén comenzó a contarme su historia.
Decidí escucharlo.
Seguía con su mirada perdida en los árboles cuando me contó que hacía dos años atrás, una mañana, salió a caminar por ese mismo jardín y noto que a pocos metros de donde se encontraba , en la vereda de enfrente, caminaba una mujer que seguramente iba a su casa porque traía con ella unas bolsas de supermercado.
Sus pasos eran muy lentos, su cabeza inclinada hacia abajo y su mirada transmitían tristeza.
Durante los siguientes días, el la observo caminar por esa cuadra con las bolsas y su mirada triste, a la misma hora exactamente y se pregunto cuál sería el motivo de su tristeza.
Luego de reflexionar durante algunos días sobre el tema llego a la conclusión de que la tristeza puede venir a nuestras vidas a raíz de distintas causas como por ejemplo heridas de amor, problemas de salud, fatalidades, inconformismo, darse cuenta del vacío interior, dejar ir a personas de nuestras vidas que nos hacían bien y no ser como uno quiere.
Rubén continuo diciéndome que el no ser como uno realmente desea y formar nuestra personalidad en base a la opinión ajena genera una profunda tristeza.
Cuando uno no es quien realmente quiere ser, cuando pospone sus sueños, metas y en vez de ser autentico intenta agradar a los demás, le importa el qué dirán y está pendiente de ser una persona agradable pero no para uno mismo sino para los demás.
Nuestra vida se va llenando de capas y de cargas que hacen que nuestro interior se vaya asfixiando y el resultado es una gran tristeza.
Rubén creía y estaba convencido de que aquella mujer tenía una profunda tristeza a causa de no ser quien realmente quería ser, de llevar a cuestas la carga de agradar a los demás.
Decidió ayudarla y acercarse a ella pero de una manera diferente.
Empezó a reír y me dijo que la manera que había pensado para llegar a ella era a través de una carta.
-Una Carta? Porque no en persona? Le pregunte.
Me miro y me dijo:
-Sabes que la gente es muy extraña, cuando están rodeadas de otras personas aparentan tener algunos valores, formas de pensar y modos de actuar pero cuando nadie los observa suelen ser distintos en muchos aspectos y el motivo de eso es que la gente tiene una carga que lleva consigo durante toda la vida, la obsesión de agradar a los demás.
Desde que nacemos intentamos agradar a nuestros padres, amigos, maestros y a la sociedad en general, siempre pendientes de la opinión del otro, intentando dar una buena imagen para ingresar así en diferentes grupos.
Vivimos preocupándonos cada día por agradar a los demás.
La forma que Rubén había elegido para llegar a ella fue una carta.
Me contó que la mayoría de la gente al leer algo, recibir una carta o leer un mail, si esta en compañía de otras personas esconden sus reacciones, bloquean sus respuestas sentimentales autenticas y las disfrazan.
Como Rubén intuyo que aquella mujer vivía sola, sabía que en el momento que leería la carta reaccionaria genuinamente y podía llegar de una manera más efectiva a su corazón.
Como aun no quería tener contacto con ella, el recurrió a su sobrino de nueve años para que sea el encargado de llevar la carta.
Marcelo, su sobrino, era un chico muy aventurero, amante de las películas de suspenso y de aventuras, le gustaba explorar y descubrir enigmas.
Era un chico que tenía una buena relación con su tío.
Como a los dos le gustaba el fútbol, jugaban y hablaban de eso constantemente.
Mientras que Rubén era un apasionado de la táctica y optaba por esquemas muy defensivos, Marcelo se inclinaba por los jugadores de calidad, sin importar la táctica planteada.
Eran muy buenos amigos a pesar de la diferencia de edad, así que en el momento en el que su tío le encomendó la misión de llevar esa carta, Marcelo acepto inmediatamente ya que para él, lo que estaba viviendo era lo más parecido a una aventura como la de las películas que el tanto veía.
Rubén ya había escrito la primera carta.
Quería preguntarle lo que decía, pero deje que el siga contando la historia a su ritmo, a su modo, pero sabía que en algún momento me lo iba a hacer saber.
A la semana siguiente, como todos los días Martes, Marcelo y su mama, la hermana de Rubén, fueron a visitarlo como de costumbre y luego de unos minutos de preguntas generales acerca de cómo estaba cada uno, Rubén con una mirada cómplice llamo a su sobrino a un lugar aparte en donde le entrego en su mano un sobre color blanco en el que estaba la carta.
El niño pidió permiso a su madre para ir hasta el kiosco a comprar helado, cruzo la calle, corrió unos metros y vio la casa de la cual Rubén le había hablado, en donde tenía que entregar la carta.
Salto una pequeña pared, camino por un sendero de piedras que separaba la entrada de la casa y la puerta y con un solo movimiento arrojo la carta por debajo de la puerta, luego salió corriendo como si se tratara de la más asombrosa de las aventuras, llego al kiosco, compro un helado y luego regreso.
Cuando llego hasta donde estaba su tío, con el pulgar levantado le hizo un gesto dándole a entender que todo el plan había salido a la perfección.
Cuando se despidieron ambos entendieron que el martes siguiente iban a verse y a repetir la entrega de otra carta.
A Rubén le sorprendió el entusiasmo de Marcelo y a raíz de eso me comento algo que me pareció interesante.
– Tanto los niños como los ancianos están muy cerca del inicio y del final de la vida respectivamente y quizás en ese momento se acercan a las cosas que realmente son necesarias y que dan felicidad, como por ejemplo la familia, los amigos y a disfrutar de la cosas simples de la vida pero que a le vez brindan mayores gratificaciones.
La verdad que hacía pocos minutos que estábamos hablando y su historia me interesaba cada vez más, parecía entretenida e interesante.
Sabía que recién era el comienzo, pero ya me preguntaba a mi mismo como habría sido el encuentro entre ambos, si tendrían hijos, si se habían casado, si solo vivieron una aventura o un corto romance, estaba ansioso por conocer realmente lo que sucedió después de esa carta.
Rubén pareció interpretar mi mirada y me dijo.
-Paciencia.
Cuanto más quería conocer de la historia, más lento era el discurso de Rubén.
Las ramas de los árboles se empezaron a mover más intensamente y por unos segundos nos quedamos los dos en silencio, quizás el pensaba en no darme tantos detalles, quizás estaba esperando el momento justo para darme una sorpresa y la persona a la que estaba esperando seria aquella mujer o quizás recordaba aquella historia como algo de su pasado del cual no se podía despegar.
Yo no sabía en realidad si la intención de Rubén era conquistar a aquella mujer, ayudarla o simplemente superar un desafió personal.
Quizás Rubén se probaba a si mismo a ver si era capaz de cambiar la vida de una persona a través de una simple carta.
Me contó que pensó mucho en que escribir en la primera carta, quería que fuera algo simple pero que a la vez la impresionara y lograra captar su atención.
Una de las habilidades que tenia Rubén era la de saber elegir los momentos.
-Sabes elegir los momentos?. Me pregunto.
-No creo que uno deba elegir los momentos, hacemos las cosas sin importar si es el momento justo o no, por ejemplo si quiero tomar agua, lo hago y listo, no me pregunto si es el momento justo para hacerlo, o en este momento estoy en busca de trabajo y mi mayor preocupación es conseguirlo pero no preguntarme si es el momento justo o no.
En síntesis, Rubén creo que en la vida uno debe hacer las cosas cuando las quiere y no preguntarse si es el momento para hacerlas. Le conteste.
-Buen análisis, pero creo que a veces las cosas funcionan mejor si son hechas en el momento justo, por ejemplo hay situaciones que no afectan a la gente en un determinado momento pero en otro sí.
Si yo te ofreciera en este momento un vaso de agua, vos me dirías que no porque te vi hace unos minutos atrás tomando una botella de gaseosa, pero si esa misma pregunta te la hiciera un día de calor luego de caminar diez cuadras bajo el sol, me dirías que sí, que aceptarías el vaso de agua.
Así pasa con los diferentes momentos en nuestras vidas, todo tiene su tiempo justo pero es muy difícil saber interpretarlos.
La verdad que Rubén me había hecho pensar y me interesaba lo que decía, pero sinceramente me parecía muy complicado vivir de esa manera preguntándome constantemente si lo que estoy haciendo es en el momento justo, a veces las cosas simples son las mejores
-Continuemos. Dijo Rubén.
Mientras él seguía contándome su historia, algunas personas pasaron por enfrente de donde estábamos sentados, y eso pareció inquietar a Rubén, se quedo en silencio unos segundos y espero a que nadie estuviera cerca para continuar.
-Luego del envió de la primer carta, estuve muy expectante, nervioso y con muchas ganas de que llegue el día martes para poder entregar la segunda carta. Comento.
Yo me preguntaba si finalmente había podido lograr el objetivo de captar la atención de aquella mujer, de que la tristeza desapareciera, que los miedos, costumbres y pensamientos que le impedían ser feliz sean cambiados por otros que la ayudaran a ser quien verdaderamente ella era en su interior
El quería devolverle a través de sus cartas el alma de niña que seguramente ella tenía en su interior y que le permitiría volver a soñar.
El estaba convencido de que si ella podía ser quien realmente deseaba ser y no una persona moldeada y formada en base a la opinión de los demás, la alegría volvería a su vida.
Rubén decía que los sentimientos que tenemos en nuestra alma ocupan un lugar pero pueden ser reemplazados por otros, si la alegría de sentirse bien con ella misma empezaba a crecer, la tristeza desaparecería.
La imagen que los demás tienen de nosotros no es siempre la verdadera.
Mientras hablábamos el comía un paquete de galletitas, miraba muy fijamente los árboles y en ocasiones giraba su cabeza para mirarme.
-Te gusta el fútbol? Dijo Rubén.
-Sí, es una de las cosas que más me gusta.
-Uno de mis grandes sueños, que tenia de chico, era ser un jugador de fútbol, Dijo él.
Siempre quise jugar, ser reconocido, conocer los grandes estadios, ser campeón y disfrutar de esa profesión.
Sabía que tenía condiciones para lograrlo y mucha constancia para el entrenamiento.
Jugaba de número nueve, era delantero y hacia en casi todos los partidos algún gol, disfrutaba del fútbol, cada partido era una oportunidad para sonreír, un escalón más para alcanzar mi sueño de ser futbolista.
La gente decía que tenía condiciones y que si continuaba de esa misma manera llegaría sin dudas a jugar de forma profesional.
-Así es, desde chico la gente opina sobre lo que podes hacer o no, sobre si tenes condiciones para lograr algo o no, si tenes esperanzas de convertirte en lo que sueñas o simplemente debes abandonarlo.
Muchas veces la gente cede y toma como validos esos comentarios hasta que sus sueños se fortalecen o en la mayoría de los casos, quedan sepultados en lo más profundo de nuestro interior y mueren ahí sin ninguna posibilidad de ser llevados a cabo.
Parte de agradar a los demás es actuar como ellos sugieren y cuando fracasamos o no llegamos a jugarnos por nuestros sueños tenemos la excusa perfecta para saber a quién culpar, quizás sea más fácil vivir agradando a los demás porque no nos hacemos cargo de nuestras decisiones y sabemos siempre que hay alguien pro el cual no llegamos a ser como queríamos.
Es más fácil culpar a otros por nuestros fracasos que admitir que no logramos algo por no habernos jugado para alcanzarlo.
Rubén parecía estar hablando de su propia vida, lo cual confirme minutos más tardes cuando me confesó que su padre siempre se opuso a que el sea jugador de fútbol porque según el, eso no era un trabajo y el debía estudiar una carrera que le dé un buen estatus social.