La odisea del médico rural - Marcela López - E-Book

La odisea del médico rural E-Book

Marcela Lopez

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Beschreibung

La historia continúa, la vida continúa, y el movimiento es parte de mí, parte de una necesidad de encontrar un lugar adecuado, donde yo me sienta bien. Todos los lugares son buenos en muchos aspectos. La gente con la que me relaciono es buena, con sus detalles, por supuesto, pero si yo acepto estar con ellos es porque me hacen sentir bien. Esta nueva historia es sobre el eterno viaje que llevamos a cabo en nuestras vidas. Algunos lo hacen sin moverse de un mismo lugar: nacen, se crían, se desarrollan, se reproducen y mueren allí. Ese viaje es la vida. Y están aquellos que, como yo, no solo nos criamos, desarrollamos, reproducimos y morimos, sino que no fuimos criados en un único lugar; nos hemos desarrollado en diferentes ámbitos, nos reproducimos —y por un tiempito nos asentamos— en un lugar y no sabemos dónde vamos a morir. Esto produce algo de desconcierto, pero no tanto como el no saber si, en el próximo invierno, nos vamos a engripar o no.

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Seitenzahl: 52

Veröffentlichungsjahr: 2025

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MARCELA LÓPEZ

La odisea del médico rural

Marcela LópezLa odisea del médico rural / Marcela López. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6296-8

1. Cuentos. I. Título.CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Prólogo

Inicios de la odisea

El plateado

Mar del oro

Mi terruño

Alemania

El terruño (otra vez)

Patagonia argentina

Barcelona

Patagonia argentina (otra vez)

Comodoro Norrinton

Puerto Añorado

Oscuraz, Buenos Aires

Donde todo comenzó

Para Beto

Prólogo

No podía quedar solo en las crónicas del médico rural. La historia continúa, la vida continúa, y el movimiento es parte de mí, parte de una necesidad de encontrar un lugar adecuado, donde yo me sienta bien.

Todos los lugares son buenos en muchos aspectos. La gente con la que me relaciono es buena, con sus detalles, por supuesto, pero si yo acepto estar con ellos es porque me hacen sentir bien.

Esta nueva historia es sobre el eterno viaje que llevamos a cabo en nuestras vidas. Algunos lo hacen sin moverse de un mismo lugar: nacen, se crían, se desarrollan, se reproducen y mueren allí. Ese viaje es la vida. Y están aquellos que, como yo, no solo nos criamos, desarrollamos, reproducimos y morimos, sino que no fuimos criados en un único lugar; nos hemos desarrollado en diferentes ámbitos, nos reproducimos —y por un tiempito nos asentamos— en un lugar y no sabemos dónde vamos a morir. Esto produce algo de desconcierto, pero no tanto como el no saber si, en el próximo invierno, nos vamos a engripar o no.

Esta nueva historia tiene que ver con el nuevo desafío de mi vida: un nuevo cambio de lugar, de gente con quien tratar en el día a día, de clima y de posición geográfica. Deseo que este nuevo viaje nos encuentre con una estadía prolongada, para poder descansar y disfrutar de los pequeños momentos de la vida, que son los importantes para mí.

Las historias siempre son de eventos pasados, ya sean buenos o malos, alegres o tristes, tiernos o morbosos, pero el conjunto de estos es lo que deseo expresar en cada uno de mis escritos. No son simples historias, son eventos que le sucedieron a una médica, a una profesional de la salud, pero, sobre todo, a una persona en búsqueda constante del bienestar y de encontrar el equilibrio entre lo físico y lo psíquico en la vida.

Inicios de la odisea

La odisea del médico rural no comienza en Crónicas de un Médico en Zona Rural. La odisea comienza cuando termino mi preparación catedrática como médica; allí comienza la primera etapa, que es la residencia como médica clínica.

Esta etapa, si bien no sucede en una zona propiamente rural, las distancias hacia un centro de mayor complejidad hacen que yo lo considere área rural. Muchos pueden decir que el nosocomio no es de zona rural, pero, en mi experiencia profesional y de vida, no importa si se trata instalaciones de superavanzada tecnología o si están preparadas para albergar a toda la población de la comunidad que asiste. Si no hay profesionales de la medicina que sepan atender a los pacientes, o si no se encuentran los profesionales especializados para atender cada caso, o bien para hacer funcionar el equipamiento instalado, esto convierte a las superinstalaciones en lugares vacíos. En estos casos, lo habitual entre los profesionales de la salud activos y actuantes es derivar a centros de mayor complejidad.

Cada etapa de mi vida me ha encontrado en un estado de alerta total, en donde no solo tenía que adaptarme a la burocracia de la institución donde prestaba servicios, sino a la burocracia del sistema de salud, al clima profesional, al clima meteorológico, al clima social y, por supuesto, al clima familiar.

Al principio, todo es absorber conocimientos, información, contactos, aprender a atender a los pacientes. Esto último no te lo enseñan formalmente; tenés que aprenderlo sobre la marcha. Algunos colegas poseen una capacidad innata para entender cómo deben desenvolverse ante los pacientes y sus problemas. Otros aprenden a los golpes; eso depende también de cómo sea el carácter de cada uno. En mi caso, soy muy directa y frontal. A la mayoría de los pacientes les gusta esto: quieren saber lo que tienen y cómo curarlo, pero son los acompañantes —muchas veces familiares— los que no soportan mi frontalidad; se horrorizan de mis diagnósticos o comentarios.

Como todas las profesiones, cada uno hace lo que sabe hacer. En mi caso, soy médica, y una muy buena, por cierto.

Toda la vida es una odisea, pero yo voy a concentrarme en mi etapa profesional/laboral. Como ya dije, voy a comenzar desde el inicio de mi residencia y le voy a poner un final, para que estas crónicas puedan culminar en una conclusión de vida —parcial, por supuesto—, pero para poder llevar el hilo de las historias hasta este momento en que me encuentro frente a ustedes contando mis historias.

Desde luego que cada crónica también va a tener un inicio y un final, pero es mi intención que cada crónica independiente pueda ser asociada a otras, ya sean de este libro, de otros que he de escribir o de los que ya están a su disposición.

El plateado

Había finalizado mis estudios catedráticos, ya recibida de médica, con 24 años y con toda la energía de querer prepararme y ejercer.

Las vacantes para residencias eran muy cotizadas cuando yo me recibí. Mis notas eran buenas, pero no tanto como para quedarme en mi lugar de origen. Tuve que migrar y aceptar residencias en El Plateado, localidad ubicada en la región de las antiguas misiones jesuíticas.

Allí comenzó la odisea, junto con un grupo de personal de la salud que conocía muy bien lo que hacía (lo bueno y lo malo) y junto a una comunidad que estaba acostumbrada a la vida en la selva, a vivir de la pesca y de la caza, del comercio y del Estado, por supuesto.