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Una noche, la familia White recibe a un gran amigo, el sargento mayor Morris, quien afirma tener bajo su posesión la pata de un mono muerto, un talismán muy particular que cumple tres deseos a quien la posea. A pesar de ser advertidos por Morris que los deseos vienen con un enorme precio y se cumplen de forma contraproducente, la familia insiste en quedarse con el talismán. Incrédulos de sus poderes sobrenaturales e incentivados por saldar una hipoteca, la familia pide entonces un deseo que se cumple de una manera desastrosa y se transforma en la peor pesadilla que jamás hubiesen imaginado. En este breve relato de premonición y fatalidad, la pata del mono cambia drásticamente el destino y la suerte de una familia. Atormentados por la desesperación y la tristeza, intentan cambiar nuevamente su suerte, y así se mantiene la tensión y el suspenso hasta el final. La obra fue llevada con éxito al teatro y al cine, y fue incluida en la célebre Antología de la literatura fantástica (1940), compilada por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo.
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Seitenzahl: 17
Veröffentlichungsjahr: 2020
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William Wymark Jacobs
Saga
La pata de monoOriginal titleThe Monkey's PawCopyright © 1902, 2019 William Wymark Jacobs and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726364637
1. e-book edition, 2019
Format: EPUB 2.0
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La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña sala de Laburnum Villa los postigos estaban cerrados y el fuego ardía vivamente. Padre e hijo jugaban al ajedrez. El primero tenía ideas personales sobre el juego y ponía al rey en tan desesperados e inútiles peligros que provocaba el comentario de la vieja señora que tejía plácidamente junto a la chimenea.
-Oigan el viento -dijo el señor White; había cometido un error fatal y trataba de que su hijo no lo advirtiera.
-Lo oigo -dijo éste moviendo implacablemente la reina-. Jaque.
-No creo que venga esta noche -dijo el padre con la mano sobre el tablero.
-Mate -contestó el hijo.
-Esto es lo malo de vivir tan lejos -vociferó el señor White con imprevista y repentina violencia-. De todos los suburbios, este es el peor. El camino es un pantano. No sé qué piensa la gente. Como hay sólo dos casas alquiladas, no les importa.
-No te aflijas, querido -dijo suavemente su mujer-, ganarás la próxima vez.
El señor White alzó la vista y sorprendió una mirada de complicidad entre madre e hijo.
Las palabras murieron en sus labios y disimuló un gesto de fastidio.
-Ahí viene -dijo Herbert White al oír el golpe del portón y unos pasos que se acercaban. Su padre se levantó con apresurada hospitalidad y abrió la puerta; le oyeron condolerse con el recién venido.