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- Esta edición es única;
- La traducción es completamente original y se realizó para el Ale. Mar. SAS;
- Todos los derechos reservados.
En las crónicas de todos los tiempos y en las tradiciones de todos los pueblos -civilizados, bárbaros y salvajes- aparecen constantemente narraciones de sucesos extraños, según los cuales, durante el período de la crisis preagonal, o poco después de la muerte, se producen a menudo fenómenos físicos inexplorados, que, en su mayor parte -entre los pueblos civilizados-, consisten en cuadros que caen espontáneamente, relojes que se detienen a la hora precisa de la muerte, espejos que se agrietan, campanas que suenan, etc. Ahora bien, como es indudable que tales hechos se repiten con relativa frecuencia en la sociedad civil, hasta el punto de que son muy pocos los que no recuerdan ejemplos de ellos en su experiencia personal, queda excluida cualquier objeción respecto a la realidad de los hechos en sí mismos; de ahí la oportunidad de investigarlos sistemáticamente, aplicando a ellos los métodos de investigación científica de "análisis comparativo" y "convergencia de las pruebas", con la intención de llegar de algún modo a una explicación de su génesis. Y si se excluyera la hipótesis de las "casualidades", entonces tales manifestaciones, a pesar de su apariencia banal, asumirían un alto valor teórico en el sentido espiritualista. Esto se debe a varias consideraciones, de las cuales la principal es ésta: que la acción física ejercida en tales contingencias no tiene límite de distancia y, por consiguiente, no puede considerarse como puramente mecánica, especialmente porque a menudo se ejerce sobre un objeto designado, que no podría realizarse sin la concurrencia de una voluntad directora; o, en otras palabras, sin la presencia, o la intervención de cualquier otra manera fáctica, de la entidad espiritual implicada; o, sin la presencia, o la intervención fáctica a distancia, de entidades espirituales extrínsecas; lo que debe inferirse en circunstancias en las que los fenómenos de este tipo preceden al evento de la muerte por varios días, asumiendo un carácter premonitorio. Esta monografía se publicó por primera vez en la revista Light and Shadow, en 1922, e incluía 46 páginas de texto. Posteriormente, el autor lo actualizó y es en este proyecto final donde se presenta ahora la monografía.
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Veröffentlichungsjahr: 2021
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CATEGORÍA I
CUADROS QUE CAEN EN RELACIÓN CON UN EVENTO DE MUERTE.
CATEGORÍA II
RELOJES QUE SE DETIENEN, O VUELVEN A PONERSE EN MARCHA, EN RELACIÓN CON LOS ACONTECIMIENTOS DE LA MUERTE.
CATEGORÍA III
DIVERSAS MANIFESTACIONES FÍSICAS EN RELACIÓN CON LOS ACONTECIMIENTOS DE LA MUERTE
CONCLUSIONES
Notas biográficas sobre Ernesto Bozzano
LA PSIQUE DOMINA LA MATERIA
Ernesto Bozzano
Edición y traducción 2021 Ale. Mar.
Todos los derechos reservados
PROLOGO
Esta monografía se publicó por primera vez en Light and Shadow, 1922, y constaba de 46 páginas de texto. Posteriormente, el autor lo actualizó durante la última guerra, y es en ese borrador final donde se presenta ahora la monografía. El título de Los fenómenos de la telequinesis en relación con los sucesos de la muerte, al ser demasiado técnico y adecuado sólo para los estudiosos de la metapsíquica, se cambió por el más genérico pero más completo La psique domina la materia. De hecho, los fenómenos en cuestión -en los que se trata de relojes que se detienen o se ponen en marcha en relación con los acontecimientos de la muerte, o de campanas que suenan, o de cuadros que se caen, o de objetos que se mueven- representan un aspecto de esa verdad fundamental, destacada por la metapsíquica, según la cual la verdad Psique domina la Materia. A partir del examen de las historias de los casos, el autor llega a conclusiones de orden general, mostrando cómo incluso una clase bastante común de fenómenos nos lleva a concluir por la supervivencia de la persona humana.
RECUERDA:
1. Si amas a los hombres y a todas las cosas, sólo tú amas verdaderamente a Dios.
2. Haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti. Haz lo mejor que puedas y deja el resto a Dios.
3. Devuelve a ti lo que se aleja de ti: siembra el bien y cosecharás amor.
4. Saber querer; la voluntad es el medio más poderoso para quien sabe utilizarla.
5. Lo que piensas se hace realidad. Así que piensa en lo que es constructivo y en lo que te mejora. No seas víctima de males imaginarios.
6. Los pensamientos deben acompañar a las palabras y las palabras a las acciones.
7. No hay nada peor que la depresión. Acepta lo que te ocurra con una cara sonriente.
8. Este mundo es como un espejo: si sonríes, te sonríe; si lo miras con hosquedad y desconfianza, con la misma cara de hosquedad y desconfianza te mirará
9. Si estás entre los que quieren reformar el mundo, empieza por reformarte a ti mismo: estate dispuesto a actuar siempre para el bien. Supera todas las antipatías. Vive como un Voluntario del Bien y serás una bendición para todos.
10. Si quieres aprender una vida superior sigue fielmente estas palabras: sé bueno, franco y sencillo. Sea cortés, sereno y confiado.
En las crónicas de todos los tiempos, y en las tradiciones de todos los pueblos, civilizados, bárbaros y salvajes, se encuentran constantemente narraciones de sucesos extraños, según los cuales, durante el período de la crisis preagónica, o poco después de la muerte, se producen a menudo fenómenos físicos inexplorados, que, entre los pueblos civilizados, consisten sobre todo en cuadros que caen espontáneamente, relojes que se detienen a la hora precisa de la muerte, espejos que se parten, campanas que suenan, etc. Ahora bien, como es indudable que tales hechos se repiten con relativa frecuencia en la sociedad civil, hasta el punto de que son muy pocos los que no recuerdan ejemplos de ellos en su experiencia personal, queda excluida cualquier objeción respecto a la realidad de los hechos en sí mismos; de ahí la oportunidad de investigarlos sistemáticamente, aplicando a ellos los métodos de investigación científica de "análisis comparativo" y "convergencia de las pruebas", con la intención de llegar de algún modo a una explicación de su génesis. Y si se excluyera la hipótesis de las "casualidades", entonces tales manifestaciones, a pesar de su apariencia banal, asumirían un alto valor teórico en el sentido espiritualista. Esto se debe a varias consideraciones, de las cuales la principal es ésta: que la acción física ejercida en tales contingencias no tiene límite de distancia y, por consiguiente, no puede considerarse como puramente mecánica, especialmente porque a menudo se ejerce sobre un objeto designado, que no podría realizarse sin la concurrencia de una voluntad directora; o, en otras palabras, sin la presencia, o la intervención de cualquier otra manera fáctica, de la entidad espiritual implicada; o, sin la presencia, o la intervención fáctica a distancia de entidades espirituales extrínsecas; lo que debe inferirse en circunstancias en las que los fenómenos de este tipo preceden al evento de la muerte por varios días, asumiendo un carácter premonitorio. De ello se desprende que los fenómenos de "telequinesis en el momento de la muerte" contribuyen a proporcionar una excelente prueba en favor de la independencia del espíritu del organismo corpóreo. Observo, además, que los fenómenos considerados se prestan a una mejor definición de la hipótesis telepática, ya que se manifiestan a veces a grandes distancias, y se conservan con las manifestaciones telepáticas; lo que conduce lógicamente a conclusiones idénticas en cuanto a la génesis de ambas categorías de fenómenos. De ahí que haya que decir que si los fenómenos de telequinesis a grandes distancias, por su modo de manifestarse prueban la existencia de una voluntad directora, no pueden ser dilucidados sino admitiendo la presencia espiritual en el lugar del moribundo o difunto en relación con los hechos, entonces habría que conceder lo mismo para la parte de los fenómenos telepáticos que se manifiesta por los fenómenos de telequinesis, al igual que habría que concederlo para todos los demás fenómenos de los que se desprende la existencia de una intencionalidad que dirige las manifestaciones y está presente en el lugar. De ello se desprende que, de aceptarse tales conclusiones, la hipótesis telepática, entendida en el sentido de acción a distancia entre cerebro y cerebro, debería asignarse al estrecho campo en el que se ejerce la "transmisión del pensamiento" propiamente dicha; lo que estaría en conformidad con la ley física del cuadrado inverso de las distancias, de la que no podrían escapar las vibraciones del pensamiento. Si no queremos limitar su acción a un campo tan corto, no habría otra manera de resolver la cuestión que admitiendo que el caso conocido bajo el nombre genérico de "telepatía" incluye en realidad manifestaciones de otro orden, que, cuando se producen a corta distancia, son identificables con la transmisión del pensamiento (entendido en el sentido clásico de un sistema de vibraciones psíquicas propagadas por ondas concéntricas de cerebro a cerebro); En este caso podrían seguir llamándose telepáticos, pero ya no en el sentido "vibratorio", sino en el de "comunión directa entre espíritu y espíritu". Por último, habría que reconocer que en ambas categorías de manifestaciones se pueden encontrar episodios que, aunque análogos en todo a las manifestaciones telepáticas, pertenecen en cambio a la clase de las manifestaciones espirituales propiamente dichas (que implican la presencia en el lugar del espíritu recién desencarnado, o un fenómeno de comunicación telepática-espiritual entre un difunto y los vivos); y a veces pertenecen a la clase de los fenómenos de "bilocación" (que implican la presencia en el lugar del espíritu de una persona viva, en ese momento inmersa en un sueño natural o provocado). Las consideraciones anteriores demuestran el valor teórico de los fenómenos de telequinesis en su forma espontánea de extrinsicidad en el lecho de muerte. Esto se debe presumiblemente a la circunstancia de que, si los consideramos desde el punto de vista científico, no presentan modalidades de extrinsicidad suficientemente complejas como para ser considerados hechos reales, teniendo en cuenta que la objeción de las "coincidencias fortuitas" difícilmente podría ser eliminada. Sin embargo, me apresuro a observar que esta objeción sólo parece tener fundamento en la absurda hipótesis de que debamos discutirlas caso por caso. Pero como esto no es admisible, entonces hay que concluir que si es cierto que un retrato caído, o un reloj parado en correspondencia con un suceso de muerte, no prueban nada en absoluto salvo el caso de una coincidencia fortuita, es igualmente cierto que si ese tipo de coincidencias se repiten cien veces en relación con cien casos de muerte, entonces en virtud de la acumulación de las propias coincidencias, surge indudablemente la prueba de una relación de causa y efecto entre ambos sucesos. Hay que añadir, por último, que hay casos en los que se contienen detalles irreconciliables con la hipótesis de las coincidencias fortuitas, como cuando existe el antecedente de una promesa hecha por el difunto en vida, según la cual lo habría hecho en casa de cierta persona para demostrarle que el espíritu sobrevive a la muerte del cuerpo. Es de esperar, pues, que en el futuro se reconozca el valor teórico de los "fenómenos de telequinesis en el momento de la muerte" y, en consecuencia, se acumule un abundante material de hechos, más que suficiente para validar científica y (definitivamente) su existencia, material que en la actualidad es escaso porque los libros y las revistas metapsíquicas rara vez lo reciben. Sin embargo, repito que los fenómenos de esta naturaleza siempre han ocupado un lugar conspicuo en las tradiciones de los pueblos, mientras que es conocido por todos que se producen en la sociedad civil con una frecuencia altamente sugestiva; y los médicos, los sacerdotes, las enfermeras y todos aquellos que por necesidad profesional se encuentran a menudo en relación con los acontecimientos de la muerte, lo saben. He aquí los términos en los que un empresario funerario escribe al director de la Luz: "Habiendo estado durante muchos años al servicio de la funeraria, y por lo tanto conocedor de los acontecimientos que se relacionan con los sucesos de la muerte, transmito mis observaciones sobre el tema, que pueden ser de algún interés para sus lectores. "Los relojes que se detienen -especialmente los de péndulo- en el momento de los acontecimientos de la muerte, son un fenómeno de lo más frecuente, y forman el tema de las conversaciones y las preguntas en muchas familias visitadas por la desgracia. "Los retratos que caen, y las campanas e instrumentos musicales que suenan espontáneamente en el momento de los acontecimientos de la muerte, son los siguientes en frecuencia. "Mucho menos frecuentes son los casos en los que un reloj largamente descuidado por haberse estropeado, de repente se pone en marcha de nuevo en el momento de un caso de muerte en la familia. "Este tipo de incidentes ocurren con tanta frecuencia que se vuelven familiares para los enterradores. Por mi parte, podría dar muchos ejemplos de relojes que se detuvieron coincidiendo con casos de muerte, pero me abstengo de hacerlo por el momento, para no invadir sus columnas. (Light, 1898, p. 107). * * * Dije que la materia prima de los hechos es actualmente escasa en las revistas y libros de metapsíquica, lo que parece probado por mis clasificaciones en las que hay en total unos cien casos de este tipo. Sin embargo, ya son suficientes para justificar la intención de someterlos a los métodos de la investigación científica. Esto es lo que estoy dispuesto a hacer, advirtiendo que para evitar la monotonía de demasiados casos literalmente idénticos, me propongo informar sólo de una selección de los más sugerentes, limitándome a citar las fuentes de los restantes al servicio de futuros investigadores. Una vez explicado esto, paso sin falta a la exposición de los casos.