Las alegres comadres Windsor - William Shakespeare - E-Book

Las alegres comadres Windsor E-Book

William Shakespeare

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Beschreibung

Falstaff decide arreglar su problema financiero seduciendo a las esposas de dos comerciantes ricos. Las esposas descubren que les envió cartas idénticas y se vengan jugándole trucos a Falstaff cuando las viene a llamar.

Con la ayuda de sus esposos y amigos, las esposas juegan un último truco en el bosque para poner fin a la travesura de Falstaff.

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Veröffentlichungsjahr: 2021

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William Shakespeare

William Shakespeare

LAS ALEGRES COMADRES DE WINDSOR

Traducido por Carola Tognetti

ISBN 979-12-5971-143-4

Greenbooks editore

Edición digital

Enero 2021

www.greenbooks-editore.com

ISBN: 979-12-5971-143-4
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Indice

LAS ALEGRES COMADRES DE WINDSOR

LAS ALEGRES COMADRES DE WINDSOR

DRAMATIS PERSONAE

SIR JUAN FALSTAFF.

FENTON, caballero joven.

SHALLOW, juez rural.

SLENDER, sobrino de Shallow.

FORD, caballero residente en Windsor. PAGE, caballero residente en Windsor. GUILLERMO PAGE, mancebo, hijo de Page. SIR HUGO EVANS, cura galés.

DOCTOR CAIUS, médico francés.

HOSTELERO DE LA POSADA DE LA LIGA.

BARDOLF, acompañante de Falstaff.

PISTOL, acompañante de Falstaff.

NYM, acompañante de Falstaff.

ROBIN, paje de Falstaff. SIMPLE, criado de Slender. RUGBY, criado del doctor Caius.

MISTRESS FORD. MISTRESS PAGE.

ANA PAGE , su hija, en amores con Fenton.

MISTRESS QUICKLY, ama de llaves del doctor Caius. Criados de Page, Ford, etc.

ESCENA: Wíndsor y sus alrededores.

ACTO PRIMERO ESCENA PRIMERA

Wíndsor.- Frente a la casa de Page.

Entran el juez SHALLOW, SLENDER y SIR HUGO EVANS.

SHALLOW

Sir Hugo, no me hagáis desistir; quiero llevar el asunto a la Cá- mara Estrellada; veinte sir Juanes Falstaff que hubiera, no abusarían de Roberto Shallow, escudero.

SLENDER

Juez de paz del condado de Glóster y coram.

SHALLOW

Sí, sobrino Slender, y cust-alorum.

SLENDER

Sí, y también rato-lorum, e hidalgo nato, padre cura; que se fir- ma armígero en todos los actos, notas, recibos, mandatos y obligacio- nes: armígero.

SHALLOW

Sí que lo hacemos, y lo venimos haciendo siempre desde los úl- timos trescientos años.

SLENDER

Lo han hecho todos los sucesores que le precedieron, y podrán hacerlo cuantos antepasados vengan tras él; unos y otros pueden exhi- bir los doce lucios blancos en su cota de armas.

SHALLOW

Que es una antigua cota de armas.

EVANS

Los doce piojos blancos sientan bien en una antigua cota de ar- mas; se avienen bien, passant; son animales familiares al hombre y muestran amor.

SHALLOW

El lucio es pescado fresco; lo rancio es lo que ha de hallarse en la cota de armas.

SLENDER

¿Puedo hacer tercio en vuestro escudo, tío?

SHALLOW

Podéis, si os casáis.

EVANS

Entrando en tercio no podrá hacer sino un mal tercio.

SHALLOW

De ninguna manera.

EVANS

Por la Virgen que sí; si toma un tercio de vuestro escudo de ar- mas, no quedarán, a mi humilde juicio, sino los otros tercios para vos; pero todo es uno y lo mismo. Si sir Juan Falstaff ha cometido algún desacato contra vos, miembro soy de la Iglesia, y me consideraré di- choso en hacer mediar agravios y desavenencias entre ambos.

SHALLOW

El Consejo decidirá; es un sublevado.

EVANS

No incumbe al Consejo decidir sobre una sublevación. En las su- blevaciones no hay temor de Dios. El Consejo, bien lo sabéis, preferirá oír hablar de temor de Dios y no de una sublevación. Considerad esto.

SHALLOW

¡Ah, por vida mía! Si me volviera joven, la espada acabaría la cuestión.

EVANS

Es preferible que sirvan los amigos de espada y terminen esto; y además se me ocurre una cosa que, afortunadamente, será de ventajo- sos resultados. Contamos con Ana Page, la hija de maese Page, que es una hermosa doncella.

SLENDER

¿La señorita Ana Page? Tiene los cabellos castaños y habla tími- damente, como cumple a una mujer.

EVANS

Es la persona más deseable del mundo, y con setecientas libras esterlinas en metálico, oro y plata, legadas en su lecho de muerte por su abuelo- que Dios le conceda una feliz resurrección para cuando

cumpla los diez y siete años. Sería un excelente proyecto dejar vues- tros dimes y diretes y arreglar el matrimonio entre el señor Abraham y la señorita Ana Page.

SHALLOW

¿Le dejó su abuelo setecientas libras?

EVANS

Sí, y más todavía le dejará su padre.

SHALLOW

Conozco a la mocita; tiene buenas prendas.

EVANS

Setecientas libras y la posibilidad de heredar más, son buenas prendas.

SHALLOW

Bien; veamos al digno maese Page. ¿Está allí Falstaff?

EVANS

¿Habré de mentiros? Desprecio al mentiroso como desprecio al hombre falso o al que no es sincero. El caballero sir Juan está allí, y os suplico que os dejéis guiar por los que os quieren bien. Voy a llamar a la puerta y a preguntar por el señor Page. ( Llama.) ¡Eh! ¡Hola! ¡Dios bendiga vuestra morada!

PAGE

( Dentro.) ¿Quién es?

EVANS

Aquí están, con la bendición de Dios, vuestro amigo el juez Sha- llow y el joven señor Slender, que quizá os cuente algún que otro cuento si las cosas salen a vuestro gusto. ( Entra PAGE.)

PAGE

Me alegro de hallar bien a vuestras señorías. Os doy las gracias por el venado que me habéis remitido, maese Shallow.

SHALLOW

Maese Page, me congratulo de veros. ¡Huélguese vuestro buen corazón! Hubiera querido que fuera mejor aquel venado; llevó mala muerte. ¿Cómo está la buena mistress Page?... Y os quedo por siempre agradecido con todo mi corazón, ¡así!, con todo mi corazón.

PAGE

Gracias, señor.

SHALLOW

Gracias a vos, señor. Por sí y por no, gracias.

PAGE

Me alegro de veros, querido señor Slender.

SLENDER

¿Cómo está vuestro lebrel leonado, señor? He oído decir que fue rechazado en Cotsale.

PAGE

La cosa no pudo juzgarse, señor.

SLENDER

¡No queréis confesarlo, no queréis confesarlo!

SHALLOW

Ni lo confesará; tenéis vos la culpa; tenéis vos culpa. Es un ex- celente perro.

PAGE

Un mastín, señor.

SHALLOW

Un buen perro, señor, un hermoso perro. ¿Se puede decir más?

Es bueno y hermoso. ¿Está aquí sir Juan Falstaff?

PAGE

Adentro está, señor, y quisiera poder serviros de medianero.

EVANS

Eso es hablar como debe un cristiano.

SHALLOW

Me ha ofendido, señor Page.

PAGE

Señor, en cierto modo lo reconoce.

SHALLOW

Si lo reconoce, no lo repara. ¿No es así, señor Page? Me ha ofen- dido; verdaderamente, me ha ofendido...; en una palabra, me ha ofen- dido... Creedme; Roberto Shallow, escudero, lo dice: «¡Ha sido ofendido!»

PAGE

Aquí viene sir Juan. ( Entran SIR JUAN FALSTAFF, BARDOLF, NYM y PISTOL.)

FALSTAFF

¿Qué hay, señor Shallow? ¿Vais a quejaros de mí al rey?

SHALLOW

Caballero: habéis golpeado a mi gente, matado mi ciervo y all a- nado mi domicilio.

FALSTAFF

Pero no he besado a la hija de vuestro guarda.

SHALLOW

¡Bah, me importa un pito! Responderéis de todo.

FALSTAFF

Voy a responder inmediatamente. He hecho lo que decís. Ya está respondido.

SHALLOW

El Consejo entenderá de eso.

FALSTAFF

Mejor sería para vos que el Consejo no entendiera de nada. Se reirán de vos.

EVANS

Pauca verba, sir Juan; buenas palabras.

FALSTAFF

¡Buenas palabras! ¡Buenas coles! Slender, os he roto la cabeza.

¿Qué tenéis que alegar contra mí?

SLENDER

A fe, señor, que tengo en mi cabeza alegatos contra vos y vues- tros miserables estafadores Bardolf, Nym y Pistol. Me condujeron a la taberna, me emborracharon y luego me vaciaron la bolsa.

BARDOLF

¿A vos, queso de Banbury?

SLENDER

Sí; no se trata de eso.

PISTOL

¡Muy, bien, Mefistófilus!

SLENDER

Sí; no se trata de eso.

NYM

¡Tajémosle, digo! Pauca, pauca... ¡Tajémosle! Ese es mi gusto.

SLENDER

¿Dónde está Simple, mi criado? ¿Podéis decírmelo, tío?

EVANS

¡Silencio os ruego! Entendámonos. Hay tres árbitros en esta cuestión a mi entender, que son: el señor Page, fidelicet, el señor Pa- ge; yo mismo, fidelicet, yo, y por fin y remate, el tercero, mi hostelero de la Jarretiera.

PAGE

Los tres podemos discutir el asunto y que lo arreglen entre ellos.

EVANS

¡Que me place! Lo apuntaré, en mi libro de notas, y después nos ocuparemos del asunto con toda la discreción que nos sea posible.

FALSTAFF

¡Pistol!

PISTOL

Soy todo orejas.

EVANS

¡Por el diablo y su madre! ¿Qué frase es ésa: «Soy todo orejas»?

¡Cómo! Eso es afectación.

FALSTAFF

Pistol, ¿robaste la bolsa a maese Slender?

SLENDER

Sí, por vida de estos guantes, que lo hizo..., o que de lo contrario no vuelva yo a poner los pies en mi salón... Llevóseme siete monedas de a cuatro peniques y dos tablillas Eduardo para jugar al tejo, que me habían costado dos chelines y dos peniques cada una en casa de Mi- llet. ¡Por estos guantes!

FALSTAFF

¿Es verdad eso, Pistol?

EVANS

No, es falso, si lo califica de ratería.

PISTOL

¡Ah, forastero de la montaña!... Sir Juan, amo mío, reto a com- bate a este estoque de hojalata. ¡Hez y escoria, en tus labios está la mentira! ¡Embustero, fango y espuma, mientes!

SLENDER

Por estos guantes, que entonces fue aquel.

NYM

Andad con cuidado, señor, y dejaos de bromas. Quiero decir que

«quien toca, moja», si os empeñáis en irritar mi bilis. Con que ya lo sabéis.

SLENDER

Por este sombrero, entonces fue aquel de la cara colorada, por- que, aunque no puedo acordarme de lo que hice cuando me tuvisteis ebrio, todavía no soy un asno.

FALSTAFF

¿Qué decís, Escarlata, y vos, Juan?

BARDOLF

Pues por mi parte, señor, digo que el caballero bebió hasta perder sus cinco sentimientos.

EVANS

¡Sus cinco sentidos se dice! ¡Jesús qué ignorancia!

BARDOLF

Y estando curda, señor, fue, cómo dicen, desvalijado; y con este final terminó el cuento.

SLENDER

Sí, y hablabais también en latín; pero no importa. Jamás me em- briagaré en adelante sino en honrada y buena compañía, a causa de este accidente. Si me emborracho, lo será con gentes que tengan temor de Dios y no con ebrios bribones.

EVANS

Así Dios me juzgue como ése es un sentimiento virtuoso.

FALSTAFF

¡Ya habéis oído que todos esos cargos han sido negados, caballe- ros, ya lo habéis oído! ( Entra ANA PAGE, trayendo vino, seguida de MISTRESS FORD y MISTRESS PAGE.)

PAGE

No, hija, llévate el vino. Bebamos dentro. ( Sale ANA PAGE.)

SLENDER

¡Oh, cielos! Esta es la señorita Ana Page.

PAGE

¡Qué hay, señora Ford!

FALSTAFF

Señora Ford, por vida mía, bienvenida seáis. Con vuestro perm i- so, buena señora... ( La besa.)

PAGE

Esposa, da la bienvenida a estos caballeros. Venid, tenemos para comer un pastel de venado, calentito; vamos, señores, espero que h e- mos de ahogar en el vino todo esentimiento. ( Salen todos, menos SHALLOW, SLENDER y EVANS.)

SLENDER

Daría ahora cuarenta chelines por tener aquí mi libro de cancio- nes y sonetos. ( Entra SIMPLE) ¡Hola, Simple! ¿Dónde has estado? Es menester que me sirva yo mismo, ¿no? ¿Llevas encima el Libro de los enigmas? ¿Lo llevas?

SIMPLE

¡El Libro de los enigmas! ¿Pues no lo prestasteis a Alicia Poca- pasta, en la fiesta última de Todos los Santos, quince días antes de San Miguel?

SHALLOW

Vamos, sobrino; vamos, sobrino, os estamos aguardando. Una palabra con vos, sobrino. Es esto, ¡pardiez!, sobrino. Hay, como quien dice, una proposición, una especie de proposición, lanzada de lejos por sir Hugo, aquí presente... ¿Me entendéis?