Las hijas del jefe - Alexandra Södergran - E-Book

Las hijas del jefe E-Book

Alexandra Södergran

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2020
Beschreibung

El engreído jefe de Janne lo invita a una celebración de solsticio de verano. Aunque no le agrada mucho la idea, Janne decir asistir a la fiesta y allí conoce a Las hijas del jefe, Annika y Sofi.Ambas son jóvenes y hermosas, y pronto se hace evidente que comparten su interés por él. Un hombre mayor y experimentado, que primero seduce a Annika y luego se mete a hurtadillas en la habitación de la hermana menor.Sofi, aunque es la más inocente, también lo había estado esperando. Al final, los tres se unen en una noche de placer salvaje y, sin lugar a dudas, inolvidable.-

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Seitenzahl: 31

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Alexandra Södergran

Las hijas del jefe

LUST

Las hijas del jefe

Original title:

Chefens döttrar

Translated by LUST

Copyright © 2019 Alexandra Södergran, 2020 LUST, Copenhagen.

All rights reserved ISBN 9788726205862

1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Las hijas del jefe

Janne fue convocado a la oficina del jefe y se le pidió que tomara asiento, mientras su jefe se quedaba de pie.

—Escucha, Janne, ¿tienes algún plan para el solsticio de verano?

—Eh, no —respondió, tras pensarlo un poco.

—No —dijo su gerente y se echó a reír—, eso pensé. Bien, estoy planeando una celebración en mi casa de campo y estás invitado. Puedes llegar alrededor de las dos de la tarde. Bailaremos alrededor del mástil de solsticio y habrá un bufé de mariscos.

El gerente se sentó en la silla del escritorio, con un auricular en la oreja, y dejó a Janne preguntándose si había recibido una orden o una invitación.

Lo que sí recibió fue una sonrisa y una expresión que sin palabras decía: «¿Sigues aquí? ¿Por qué no te has ido a tu oficina?».

Finalmente llegó la víspera del solsticio de verano, bajo un brillante cielo azul. La casa tenía vista al mar y se podían ver pequeñas velas blancas que se deslizaban sobre las olas azules, a través del radiante horizonte. El mástil de solsticio era exuberante y tan verde como el césped recién podado. Había dos largas mesas con soportes tipo caballetes, situadas una junto a la otra, y una tercera de lado. Las tres mesas ostentaban la vajilla y estaban situadas en el enorme jardín, justo bajo la terraza de la piscina.

«Qué casa de campo ni que casa de campo —pensó Janne—, esto es una mansión».

 Se congregaron unos veinte invitados, la mayoría de mediana edad —como él— y también estaban las dos hijas del jefe. Tenían apenas dieciocho y diecinueve años de edad, sus rostros jóvenes y resplandecientes sobresalían entre la multitud. La mayor, Annika, tenía el cabello largo y oscuro y llevaba una delicada corona de flores en la cabeza. Después de todo, era solsticio de verano. También llevaba un vestido ajustado que apenas lograba mantener sus curvas a raya.

La menor, Sofi, tenía la piel bronceada y lucía notablemente hermosa con su nuevo corte de cabello. Para Janne, ambas hermanas eran muy sensuales, pero la mirada tímida de Sofi —a menudo apuntando al suelo— exacerbaba su aspecto inocente.

«Estúpido engreído, ¿cómo diablos se las arregló para tener dos hijas tan adorables?».

Sobre una de las mesas había platos, fuentes y demás recipientes de comida. También había una impresionante cantidad de botellas con licores, diferentes marcas de vino y vodka, así como interminables torres de latas de cerveza.

Alguien gritó que el almuerzo estaba servido, así que los pequeños grupos de invitados que alternaban entre sí comenzaron a caminar hacia las mesas para servirse la comida y la bebida. Pronto todos estaban sentados a la mesa, comían, bebían y socializaban alegremente. A Janne le tocó sentarse a la izquierda de Annika. «Qué golpe de suerte».

Justo en ese momento, la anciana que estaba sentada frente a él empezó entrometerse.