Lección para estudiantes de arte - Oscar Wilde - E-Book

Lección para estudiantes de arte E-Book

Oscar Wilde

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Beschreibung

Este libro contiene tres ensayos escritos (y dictados) entre 1882 y 1889: Lección para estudiantes de arte, Decoración del hogar y Modelos londinenses. Reflejan el interés y profundidad del autor acerca del arte y la belleza: en ellos no solo aborda la composición, el color y los materiales, sino también la universalidad de lo bello en la decoración, en el vestuario y en el mero existir.

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OSCAR WILDE

Lecciones para estudiantes de arte

(y otros ensayos)

EDICIONES RIALP

MADRID

© 2023 de la traducción y notas de Juan Camilo Perdomo Morales

© 2023 by EDICIONES RIALP, S. A.

Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid

(www.rialp.com)

Preimpresión: produccioneditorial.com

ISBN (edición impresa): 978-84-321-6595-5

ISBN (edición digital): 978-84-321-6596-2

ISBN (edición bajo demanda): 978-84-321-6597-9

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

Nota del traductor

Decoración del hogar

Lección para estudiantes de arte

Modelos londinenses

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

Índice

Comenzar a leer

Notas

Nota del traductor

«El artista es el creador de las cosas bellas».

The Picture of Dorian Gray.

A pesar de que suele minimizarse su valía como crítico de arte, la contribución de Wilde a la crítica es monumental al centrar sus estudios en la belleza, la experiencia artística y en la influencia del arte en la vida diaria.

Su estilo irónico agrega un toque provocador y entretenido a sus análisis. Presa de la crítica, más por su personalidad que por su calidad literaria, el único objetivo de Wilde era presentar lo que para él, como artista y existente en este mundo, significaba la belleza.

Su apasionada defensa de la belleza puede, en ocasiones, parecer tediosa y extravagante, pero también resulta original, al proporcionar una perspectiva estética desconocida y, en cierto sentido, subversiva, la vida como imitación del arte.

La producción crítica de Wilde es amplia, siendo The Critic as Artist una de sus piezas más conocidas. Sin embargo, tenemos el gusto de presentarles tres trabajos que, a nuestro juicio, resultan sumamente reveladores, pues, más allá del reproche de superficial o vano de sus más férreos opositores, encontramos en su pensamiento estético una deliciosa o, al menos, curiosa profundidad.

Estos ensayos fueron escritos y presentados por Wilde entre 1882 y 1889, dos de ellos como conferencias, la primera en Denver y la segunda en Londres, y otra más como artículo de revista que, en conjunto, reflejan la preocupación wildeana por el arte.

Por supuesto, existen trabajos más extensos sobre el tema, incluso Wilde los aborda en algunas de sus obras literarias, pero hemos decidido presentar estos tres ensayos no solo porque están dirigidos a artistas y a personas interesadas por el arte, sino porque también sirven de resumen de muchas de sus ideas y preferencias artísticas, conectadas entre sí por un único y vital elemento conductor, la belleza.

Así pues, estos ensayos examinan la belleza en la composición, el color y en los materiales empleados, además de la universalidad de lo bello, la belleza en lo cotidiano o la ausencia de belleza de las pinturas académicas.

Más allá del “arte por el arte”, la belleza es una categoría estética que preocupó profundamente a Wilde y que él se empeñó en perseguir e incorporar a cada aspecto de su vida y obra, bien fuese en el matrimonio con una bellas dama, en los muchos jóvenes y hermosos amantes, en la bella sonoridad de los versos de Salomé, en la exquisita decoración de su casa en Tite Street, en la extravagancia de su vestuario o, simplemente, en la belleza de existir.

No siendo más, esperamos disfruten el bello encanto de Wilde.

DECORACIÓN DEL HOGAR11882

En mi última conferencia2 les hablé un poco de la historia del arte en Inglaterra3. Procuré rastrear la influencia de la Revolución francesa en su desarrollo. Conversé sobre el cántico de Keats4 y de la escuela de los prerrafaelitas. Pero no quiero defender el movimiento que he llamado ‘Renacimiento inglés’ bajo ningún paladio, por noble que sea, o a cualquier nombre por venerado que suene. Las raíces de esto, en efecto, deben rastrearse en elementos que hace mucho han desaparecido y no, como algunos suponen, en el capricho de unos cuantos jóvenes5; aunque no estoy del todo seguro de que haya algo mejor que el capricho de unos jóvenes.

Cuando aparecí ante ustedes en una ocasión anterior, no había visto nada del arte estadounidense salvo las columnas dóricas y las chimeneas corintias evidentes en Broadway y la Quinta Avenida. Desde entonces, he visitado unas cincuenta o sesenta6 ciudades de su país, creo. Me he dado cuenta de que lo que ustedes necesitan no es un arte imaginativo y elevado, sino uno que consagre los recipientes de uso diario. Supongo que el poeta cantará y el artista pintará sin importar si el mundo lo alaba o lo culpa. Habita en su propio mundo y es independiente de sus semejantes. Pero el artesano depende del gusto y las opiniones. Necesita aliento y ambientes hermosos. Ustedes aman el arte, pero no honran lo suficiente al artesano. Naturalmente, los millonarios que pueden saquear Europa para su placer no tienen por qué preocuparse de alentarlo, pero hablo por aquellos cuyo deseo de cosas bellas es más grande que sus medios. Encuentro que, en general, el mayor problema es que sus artesanos no están inclinados hacia los diseños nobles. Ustedes no pueden quedarse indiferentes ante esto, porque el Arte no es algo que puedan tomar o dejar. Es una necesidad de la vida humana.

¿Y cuál es el significado de esta bella decoración que llamamos arte? En primer lugar, significar valor para el artesano y significa el placer que necesariamente debe experimentar al crear algo bello. La huella de todo buen arte no es que la cosa este hecha con exactitud o delicadeza —una máquina podría hacerlo así—, sino que se haya trabajado con la cabeza y el corazón del artesano. No puedo insistir lo suficiente en que los diseños bellos y racionales son necesarios para todas las obras. No imaginé que hubiese tantas obras mal hechas hasta que visité algunas de sus ciudades más sencillas. Donde quiera que vaya encuentro papeles, tapices y alfombras horriblemente diseñadas, o a ese viejo criminal, el sofá de crin de caballo, cuyo aspecto rígido e indiferente resulta siempre tan deprimente. Encuentro candelabros sin sentido, muebles fabricados a máquina, casi siempre de palisandro, que crujen estrepitosamente bajo el peso del ubicuo interlocutor. Me topo con la pequeña estufa de hierro, esa que insisten decorar con adornos hechos por máquinas y que resulta tan aburrida como un día húmedo o como cualquier otra institución particularmente espantosa. Cuando la extravagancia inusual fue permitida, se adornó con dos urnas funerarias.

Siempre debemos recordar que lo que está bien y cuidadosamente construido por un artesano honesto, siguiendo un diseño racional, aumenta en belleza y valor a medida que pasan los años. Los arcaicos muebles traídos por los peregrinos7, hará doscientos años ya, que vi en Nueva Inglaterra8, son tan útiles y hermosos como lo fueron cuando llegaron por primera vez aquí. Ahora, lo que deben hacer es reunir artistas y artesanos. Los artesanos no pueden vivir, ciertamente no pueden prosperar, sin tal compañía. Separarlos privará al arte de todo motivo espiritual.

Una vez hecho esto, deben situar sus artesanos en medio de entornos hermosos. El artista no depende de lo visible o lo tangible. Tiene sus visiones y sueños para alimentarse. Pero el artesano debe poder observar formas hermosas cuando va al trabajo en la mañana y cuando regresa al anochecer. Respecto a esto, quiero asegurarles que los diseños hermosos y nobles nunca son resultado de una fantasía ocasional o de ensoñaciones vacías. Surgen como la acumulación de hábitos de larga y deliciosa observación. Y, sin embargo, tales cosas no se puede enseñar. Las ideas adecuadas sobre ello, ciertamente, solo pueden comprenderlas quienes se han acostumbrado a habitaciones hermosas y a colores satisfactorios.