LeXuS - una serie de distopía erótica - Virginie Bégaudeau - E-Book

LeXuS - una serie de distopía erótica E-Book

Virginie Bégaudeau

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2021
Beschreibung

Pold y Don crecieron juntos, unidos por una obsesión con el régimen de LeXuS, pero con opiniones opuestas sobre sus leyes y la función del sexo en Belgramo. Uno es partidario de LeXuS, pero el otro es más cínico. Cuando descubran en qué distritos vivirán, ambos se sorprenden.En un futuro distópico, la ciudad de Belgramo se rige por un conjunto de leyes llamadas LeXuS. Bajo un estricto régimen totalitario, el sexo se ha convertido en un privilegio que se puede comprar, vender o conseguir con esfuerzo. Tener derecho a practicar sexo indica éxito social y, debido al estricto control, los delitos sexuales se han convertido en un recuerdo lejano. Sin embargo, no todo son flores y violas en Belgramo. Un grupo de renegados lidera una rebelión para derrocar al régimen de LeXuS y otorgar libertad sexual a todos.Bienvenides a Belgramo, una ciudad que podréis descubrir a través de los ojos de sus propios habitantes. Cada personaje trae una nueva historia, que se puede leer independientemente de las demás.Esta colección contiene:LeXuS: Pold, los renegadosLeXuS: Ild & Legassov, La ParejaLeXuS: Lazare, los PariasLeXuS: Satie, el PraegressusLeXuS: Lucresia, los miserablesLeXuS: Don, Los OperariosLeXuS: Azad, los Guardianes de la JusticiaLeXuS: Axis, los trabajadoresLeXuS: Theodora, Los TrabajadoresLeXuS: Los FundadoresLeXuS: Miucha, los consumidores-

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Seitenzahl: 531

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Virginie Bégaudeau

LeXuS - una serie de distopía erótica

LUST

LeXus - una serie de distopía erotica

Original title:

LeXuS : Pold, los renegados -  11 erotic stories

 

Translated by Maria Elena Abbott, Adrian Vico, Raquel Luque Benitez

Copyright © 2020 Virginie Bégaudeau, 2020 LUST, Copenhagen.

All rights reserved ISBN 9788726965285

 

1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Belgramo

 

En un futuro distópico, la ciudad de Belgramo se rige por un conjunto de leyes llamadas LeXuS. Bajo un estricto régimen totalitario, el sexo se ha convertido en un privilegio que se puede comprar, vender o conseguir con esfuerzo. Tener derecho a practicar sexo indica éxito social y, debido al estricto control, los delitos sexuales se han convertido en un recuerdo lejano. Según LeXuS, la población se divide en seis distritos distintos: Los operadores (distrito 0) se encargan de todos los asuntos de servicio público, los trabajadores (distrito 1) asisten al Instituto de Belgramo, donde se forman como trabajadores sexuales. Por otro lado, las parejas (distrito 2) viven en parejas del mismo sexo o en grupos mixtos. Su trabajo es criar a los niños de Belgramo. Los consumidores (distrito 3) representan el 70 % de la población y tienen mayor libertad sexual. Los marginados (distrito 4) no pueden mantener relaciones sexuales y tienen un chip rastreador implantado en el cuerpo. Por último, los miserables (distrito 10) son todos aquellos que han violado las leyes de LeXuS.

Sin embargo, no todo es perfecto en Belgramo. Un grupo de renegados está liderando una rebelión para derrocar al régimen de LeXuS y otorgar libertad sexual a toda la población.

 

¡Bienvenidos a Belgramo!

Las leyes LeXuS

 

LeXuS, Artículo 1

 

Todos los actos sexuales deben ser autorizados por LeXuS, de acuerdo con la posición social de los residentes.

Cualquier residente que se encuentre involucrado en un acto sexual que no cumpla con las reglas de su distrito se enfrentará a cadena perpetua.

Todos los actos sexuales se pueden comprar, vender y alquilar, siempre que los residentes involucrados sean aptos:

Los operadores (Distrito 0 — aptos) cuentan con un trabajador para su placer personal.

Los trabajadores (Distrito 1 — aptos) son trabajadores sexuales.

Las parejas (Distrito 2 — aptos) tienen acceso limitado al sexo. Solo podrán realizar actos sexuales con su pareja, la cual será elegida por LeXuS.

Los consumidores (Distrito 3 — aptos) tienen total libertad sexual.

Los marginados (Distrito 4 — no aptos) no tienen acceso al sexo.

Los miserables (Distrito 10 — no aptos) no tienen acceso al resto de la sociedad.

LeXuS: Pold, los renegados

 

Artículo M-792 – Normativa 19

Todos los residentes de Belgramo que hayan infringido las leyes LeXuS serán castigados.

Todos los residentes que se opongan a la ideología de LeXuS serán encarcelados en el distrito 10.

Número de matrícula: -

Alias: Pold Vandertch

Sexo: Masculino

Localización: Los renegados

 

Fingir estar muerto es como tener un orgasmo silencioso. Te sientes regocijado y culpable al mismo tiempo. En lo que respecta a Belgramo, hace años que estoy muerto. Quizás, afortunadamente, no queda nadie en Belgramo que me extrañe. Llegué a pensar que fui un buen amigo, incluso un buen amante, pero simplemente era un ingenuo. Los que me traicionaron creen que estoy muerto y así es como debo estar. No hice lo que hice por odio o resentimiento, sino por un sentido de justicia. Ahora soy demasiado mayor para ser sentimental. Aún aprecio nuestras victorias, por supuesto, pero me gustaría dar un paso atrás y dejar a un lado la responsabilidad que pesa sobre mis hombros. Estamos en un momento crucial para nuestra causa. Hemos ido demasiado lejos para volver atrás y seguir adelante podría costarnos todo. Pero tenemos que seguir adelante para salvar a todos los residentes de Belgramo que sueñan con la libertad. No me considero un héroe, aunque mis compañeros y aquellos a quienes he ayudado lo piensen. Si hubiera tenido otra opción, no estoy seguro de haber luchado por mi libertad con tanta dureza como lo hice. Pero mis circunstancias no me dejaron otra opción y, después de lo sucedido, no había vuelta atrás. Hay algunas cosas que nunca olvidamos: palabras importantes, gestos, sueños… Pienso en esto mientras estamos armando las últimas partes de la bomba. Todavía tengo dudas sobre si la destrucción masiva es la opción correcta. Es un riesgo enorme para nosotros. Sin embargo, he pasado años de mi vida trabajando en este plan y en un mes todo habrá terminado. Mientras Belgramo asiste a la ceremonia de apertura del Praegressus, nosotros, los renegados, los despertaremos. Ha llegado el momento del cambio.

 

***

 

Siempre tuve respeto y admiración por la pareja que me crió. Desde pequeño comprendí la importancia de su papel en Belgramo, así como los sacrificios que habían hecho. Curiosamente, no tener padres biológicos no me hizo cuestionar mi identidad. Creo que me di cuenta de la verdad desde muy joven. Fui consciente de que todos los niños de Belgramo son experimentos científicos, una mezcla de ADN especialmente seleccionado por algoritmos infalibles. Fue esto lo que me fascinó, más que la división de los diferentes distritos. A pesar de lo que me dijeron, la asignación de los residentes de Belgramo a los distritos no era ciencia, era simplemente una tarea banal realizada por los operadores mientras se sentaban borrachos de poder en sus torres de marfil. Dicen que LeXuS decide nuestro destino, que LeXuS es todopoderoso, pero LeXuS no es más que un libro de reglas. Son estos hombres privilegiados los que tienen el poder. Cuando llega el momento, recibimos una CORREA, un correo electrónico enviado automáticamente a nuestros números de matrícula para ser leído al instante. Supuestamente, el software detrás del sistema CORREA es infalible, pero no estoy tan seguro. Fue nuestra pasión por Belgramo y su organización lo que nos unió a Don y a mí. Crecimos juntos, éramos los últimos hijos de nuestra pareja. Tuvimos la misma educación estricta y centrada en LeXuS que el resto de los niños de Belgramo, también llamados Paidis. Al haber aprendido acerca de la mayoría de las leyes de LeXuS, solíamos soñar sobre cómo sería nuestro futuro. Don estaba convencido de que sería operador. Estaba seguro de que recibiría su CORREA el día de su dieciocho cumpleaños y se iría al distrito 0 sin mirar atrás. Yo no estaba seguro de lo que me depararía el futuro. Los procedimientos y el protocolo de los operadores me ponían nervioso. Además, no me sentía como un líder natural. Mis aspiraciones estaban en otra parte, pero no sabía dónde. Don y yo estudiamos juntos, aprendiendo todo lo que pudimos sobre Belgramo. Me dediqué a comprender las reglas y regulaciones para saber cómo funcionaba el sistema que nos controlaba, mientras que Don estaba más centrado en la estrategia y la planificación. Juntos logramos un conocimiento tan profundo de las fortalezas y debilidades del sistema que lo podríamos haber mejorado significativamente, o desmantelado por completo, si las cosas hubieran sucedido de otra forma. Margot y Héctor, la pareja que nos crió, nunca nos dieron ninguna información fuera de lo normal por temor a ser enviados con los marginados al distrito 10, o peor aún, a desaparecer sin dejar rastro. En Belgramo, el castigo se hace a puerta cerrada, pero la presencia amenazante de los Guardianes de la Justicia en las calles es suficiente para alentar a los residentes a ceñirse a las reglas. Don y yo solíamos debatir durante horas todas las noches sobre la fundación y la historia de Belgramo. Ambos teníamos una gran pasión y admiración por los fundadores. Desafortunadamente, fue imposible averiguar todo lo que queríamos saber sobre ellos. Aunque nos enseñaron casi todo sobre LeXuS y Belgramo, nuestra educación apenas mencionó a los fundadores. Sabíamos que eran tres visionarios que querían revolucionar la sociedad en la que vivían. Lestad, Zuan y Salazar. Nunca olvidaré los nombres de las tres personas que comenzaron todo. Siempre pensé que Don podría ser como ellos algún día, con sus ambiciones e ideas sobre la gestión de Belgramo. Solíamos inventar historias sobre desastres que amenazaban la seguridad del Estado y Don siempre sabía cómo solucionarlos. Incluso conocía los nombres y datos personales de todos los operadores permanentes. Tenía ideas particularmente interesantes sobre el sexo, que es, por supuesto, la base de Belgramo. LeXuS cree que la regulación del sexo puede controlar a los ciudadanos y erradicar el crimen. Al parecer, ha funcionado hasta ahora. Don siempre decía que solo las personas poderosas sabían cómo controlar y usar su sexualidad. No se dejaban distraer por el deseo y eran capaces de tener un pensamiento racional cuando se trataba de seguir las reglas. Pero a sus ojos, las personas en posiciones inferiores no tenían control alguno. Eran incapaces de controlar sus impulsos, lo que significa que no merecían estar en posiciones de autoridad ni tener derecho al orgasmo. Aunque éramos jóvenes e ingenuos, supe entonces que no compartía sus ideales. Entendí que el sistema no era perfecto, lo que significaba que el reinado de LeXuS no duraría para siempre.

—Tal vez seas un marginado —le sugerí una vez a Don.

—¡Eso es imposible! —exclamó.

—Pero ¿no sería un honor? Son los pensadores, los guardianes de la verdad.

No pude convencerlo. Don era un líder a sus dieciséis años, era todo lo que soñaba. Los miembros de nuestra pareja estaban seguros de que él también sería un operador y ya estaban orgullosos de haber criado a un niño que llegaría a estar en la cima de la sociedad. Ni siquiera pensaron en la idea de que pudiera ser otra cosa, un marginado o un simple consumidor, a los que consideraban la vergüenza de LeXuS. Pero nos habíamos dado cuenta de que los marginados tenían una situación especial de la que nadie hablaba nunca. Don estaba seguro de que el sexo nunca se interpondría en el plan de su vida. Me reiteró esto el día después de su dieciocho cumpleaños. Estaba furioso porque esperaba recibir la CORREA y partir hacia el distrito 0 el día anterior. Ahora sabía que tendría que esperar. Podrían ser dos o tres años. Nadie lo sabía. Estaba frustrado y comenzó a iniciar un debate conmigo sobre las funciones y los distritos de Belgramo. Sabía que solo quería discutir sobre algo para aliviar el estrés que estaba sintiendo. Entonces comprendí el estado en el que se encontraba. Lo conocía bien, mejor que nuestra pareja, mejor que nadie. Sabía que, a pesar de su insistencia en que el sexo nunca le afectaría, estaba ansioso por explorarlo. De repente, la atmósfera en nuestro dormitorio cambió. Se acercó a mí, con su desordenado cabello castaño cayendo sobre su frente. Dejó de hablar a mitad de una discusión y un silencio electrizante nos envolvió. Me besó rápidamente y luego se apartó, sorprendido de sí mismo. Lo acerqué a mí, queriendo más. Nuestras lenguas se entrelazaron y una sacudida de excitación recorrió mi cuerpo. Nunca me había sentido así antes, nunca había deseado nada ni a nadie con tanta desesperación.

No quería que se marchara. Don estaba nervioso, como si hubiera perdido el rumbo y, de repente, iba en contra de todo lo que representaba. Lo empujé hacia la cama más cercana, la mía. No tenía idea de lo que estaba haciendo, mis instintos me guiaban. Abrí su bata de baño, revelando su cuerpo delgado y flexible. Luego él se hizo cargo. Por supuesto, él era el dominante. Me dejé guiar, la excitación palpitaba a través de mi cuerpo. Cuando nuestros labios se fusionaron, su mano acarició mi torso hormigueante y se deslizó dentro de mi ropa interior. Temblando por sus caricias, no traté de ocultar mi erección. Después de años ocultando mis sentimientos por Don en lo más profundo de mí, había llegado el momento. Traté de imitar sus movimientos y seguir el ritmo marcado por nuestra respiración pesada y sincronizada. Cuando mi mano se deslizó hacia abajo entre sus piernas, agarró mi pene duro. Un rayo de deseo se apoderó de mí, era una sensación nueva para mí. Apresuradamente, agarré su pene, que era más grande que el mío y estaba hinchado debido al deseo que recorría su cuerpo. Comenzó a deslizar su mano hacia arriba y hacia abajo por mi pene sensible y palpitante, haciendo que el líquido supurara por la punta después de unos segundos. Mi estómago se hizo un nudo de placer y comencé a imitar sus movimientos, decidido a llevarlo al mismo estado de éxtasis en el que estaba. Las luces parpadeantes de la ciudad traspasaban la ventana para iluminar nuestros cuerpos entrelazados en el colchón lleno de bultos. Nos abrazamos, sucumbiendo a nuestros poderosos impulsos adolescentes. La sensación de la mano de Don acariciando mi pene con rudeza fue increíble, diferente a todo lo que había sentido antes. El calor se elevó en mi cuerpo a medida que me excitaba más y más, el dulce dolor del éxtasis aumentaba.

Pude ver que estaba tratando de ocultar su excitación manteniendo una expresión neutral, pero su respiración superficial e irregular lo delató. Estaba tan entusiasmado como yo. Aceleré mis movimientos para igualar su ritmo y, de repente, sentí que mi placer alcanzaba su clímax. Supe que estaba a punto de llegar al orgasmo por primera vez en mi vida. Sin embargo, decidí aguantar por Don, quería que él fuera el primero en eyacular. Con mi mano libre, agarré sus testículos, sorprendiéndolo por completo. Fue suficiente para tener el efecto deseado, ya que comenzó a temblar y expulsó un líquido transparente en mi mano. Luego, su pene se hinchó por última vez y el semen caliente brotó de la punta, cubriendo mis dedos con su placer. Tan pronto como me di cuenta de lo que estaba sucediendo, mi cuerpo comenzó a sufrir espasmos y una ola de placer me envolvió. Eyaculé en una nube de placer mientras miraba a los ojos de Don, sabiendo que todo había cambiado. El sexo finalmente había entrado en nuestras vidas y lo único que queríamos era volver a empezar para explorar nuestros cuerpos y los límites de los demás. Era como si hubiéramos encontrado nuestro propósito en la vida. Estoy seguro de que Don no ha olvidado esa noche, ya que yo tampoco lo he hecho.

Honestamente pensé que ese era el comienzo de una relación ilícita entre nosotros. Ese era mi deseo. Ahora que había probado la libertad, quería más. Pero al día siguiente, nuestro mundo se vino abajo. Margot entró nerviosa en nuestra habitación a la mañana siguiente. Nos dijo que el distrito 0 había sufrido un ataque. La situación había sido controlada por los Guardianes de la Justicia, pero los operadores estaban preocupados. Aparentemente, el sistema había sido pirateado y algunas CORREAS se habían enviado por accidente a las personas equivocadas. Los medios de comunicación intentaban tranquilizar a la ciudad de que todo estaba bajo control. No entendí por qué Margot parecía tan seria, hasta que escuché sus palabras:

—Pold, quieren que vayas a la sede del distrito 2.

Eso fue todo lo que me dijeron antes de Margot y yo fuéramos conducidos en una berlina negra a un edificio de oficinas de aspecto imponente en el centro del distrito 2. Me dijeron que los rumores eran ciertos. De hecho, cientos de CORREAS no se habían entregado debido a una brecha de seguridad el día anterior y ya no se podía acceder al sistema. Se habían hecho otros arreglos para entregar los mensajes y, de repente, me dieron un sobre con mi nombre. Lo abrí con sospecha y casi no podía creer lo que estaba leyendo. ¡Me habían elegido como operador! No entendía cómo era posible cuando siempre había soñado con la libertad y nunca me había interesado la política. ¿Por qué me había elegido LeXuS? Me di cuenta de que esto significaba que Don no iba a ser operador. Era inaudito tener dos operadores en el mismo hogar. Pero ¿cómo debía decírselo? Aunque tampoco sabía si podía contárselo. ¿Por qué no lo habían convocado aquí conmigo?

El funcionario que me había dado mi carta le dio a Margot una similar para Don. Se suponía que tenía que recibirla dentro de una semana, pero el ataque provocó que tuvieran que enviarlas todas ahora. Cuando llegamos a casa, Margot miró la carta antes de abrir la puerta. Me di cuenta de que estaba pensando si entregarle a Don la carta en aquel momento o mentir y decir que se había retrasado. Ella ya sabía cómo reaccionaría él cuando se enterara de que nunca cumpliría su sueño de convertirse en operador. Me pidió que no le contara nada sobre la carta durante unas horas o incluso durante unos días más. Me di cuenta de que estaba desconsolada. Don siempre había sido su favorito, era una persona encantadora. Fue entonces cuando comprendí lo que había leído en la carta. Don iba al distrito 4 para ser un marginado. Cuando lo pensé, tenía sentido. LeXuS lo había moldeado con éxito para convertirse en un fiel seguidor, alguien que difundiría la palabra de Belgramo dondequiera que fuera. Y ahora lo haría en el distrito 4. No sería el líder que deseaba tan desesperadamente ser, pero de todos modos sería útil para LeXuS. Sin embargo, la parte que sabía que realmente rompería todos sus esquemas era que nunca tendría derecho a tener sexo.

Don estaba ansioso por escuchar lo que había sucedido en la sede. ¿Cómo podría guardarme lo que sabía? Éramos amigos, incluso amantes. Cuando le dije que iba a ser operador y él un marginado, no reaccionó como esperaba. Se mantuvo muy tranquilo y explicó que debía de haber habido un error. Pensaba que se debía al ataque. No estaba frustrado, pero podía sentir su dolor, era palpable en el silencio del dormitorio. Me acerqué a él, esperando consolarlo con un beso, deseando redescubrir lo que habíamos sentido por primera vez la noche anterior. Don me apartó, pero luego se disculpó débilmente, confundido. Entonces, de repente, me atrajo hacia él y mi estómago se revolvió de emoción. Sentí que mi pene se endurecía solo por la sensación de estar en sus brazos. Estaba tan excitado como yo, lo noté al sentir su erección presionando mi pierna. No podía esperar a sentirme de la forma en que me sentí la noche anterior, al borde del orgasmo, entre el dolor y el éxtasis, en la dulzura intermedia que nunca quise dejar. Pero Don tenía otras ideas, pude verlo en sus ojos. Ambos estábamos ahora completamente consumidos por el deseo. Me arrodillé frente a él y encontré su enorme pene para después comenzar a lamerlo, lentamente pero con hambre. Mis manos agarraron su trasero mientras chupaba su pene. Ambos estábamos saboreando nuevas sensaciones. Mi lengua exploró cada centímetro de su pene, mientras sentí un líquido caliente salir del mío. Necesitaba que él tomara mi pene y aliviara mi frustración. Podría haberlo hecho fácilmente, pero permaneció quieto, erguido y mirándome directamente con sus ojos penetrantes. Su expresión era una extraña mezcla de deseo y odio. Continué, sabiendo que pronto eyacularía y yo tendría que tragarme su semen como si fuera oro líquido. Don puso una mano en mi cabeza, tirando de mi cabello para controlar mis movimientos, y empujó su pene palpitante más abajo en mi garganta. Gimió antes de sacar su pene de mi boca. Estaba a punto de eyacular, pero se inclinó a mi lado y me dio la vuelta para colocarme a gatas frente a él en el suelo de nuestra habitación. El miedo se apoderó de mí, pero traté de alejarlo. Agarré mi erección palpitante y comencé a masturbarme. No podía esperar más, mi placer se estaba convirtiendo en dolor. Don tomó mi pene en sus manos y continuó acariciándolo, mientras su propia erección se frotaba contra mi trasero. Sabía lo que quería. Con el pene ya mojado por mi saliva, se deslizó dentro de mí. Sentí un dolor agudo, que pronto fue embotado por el placer cuando comenzó a empujar dentro y fuera de mí. Ahora estaba completamente bajo su control. Me poseyó. Al darse cuenta de que su penetración me había sorprendido, Don comenzó a frotar mi pene con más fuerza.

La combinación de su mano acariciando mi pene hinchado mientras continuaba embistiéndome fue increíble. Moví mis caderas al ritmo de sus movimientos, preguntándome cuál de nosotros eyacularía primero. Después de un empujón final, obtuve mi respuesta. Eyaculé violentamente en el suelo, todo mi cuerpo se cubrió de espasmos. El orgasmo de Don llegó justo después, llenándome con su líquido caliente, y lamenté instantáneamente no poder ver la expresión de su rostro cuando sucumbió a su deseo carnal. Incluso entonces supe que esa noche fue el comienzo de algo, ya que desafiamos a LeXuS y tomamos nuestras vidas en nuestras propias manos. Me fui a dormir, repitiendo mi placer en mi cabeza, pensando en lo que habíamos hecho. Estaba claro que Don quería afirmar su dominio y poseerme. Lo sabía, pero lo amaba de todos modos, convencido de que aún podía detectar un destello de ternura debajo de su duro caparazón.

Dos días después de enterarme de que me habían elegido como operador, me despertó un ruido en medio de la noche. Después de un instante, me di cuenta de que la cama de al lado estaba vacía y la luz estaba encendida en la habitación de al lado, el estudio de nuestra pareja. Torpemente, me levanté de la cama, con la intención de preguntarle a quienquiera que estuviera allí por qué estaban despiertos tan tarde. De pie en la puerta, vi a Don y Héctor encorvados sobre el escritorio, susurrando, y, de repente, me di cuenta de lo que estaban haciendo. Estaban tratando de cambiar las cartas que Don y yo habíamos recibido solo dos días antes. En cierto modo, tuvieron suerte de que hubiéramos recibido la noticia por carta física, ya que hubiera sido imposible manipular una CORREA. En este caso, si los descubrían, Don podría mostrar la carta falsificada y culpar del malentendido al ataque al sistema. Los vi mientras se inclinaban sobre el escritorio, estudiando detenidamente la carta, rodeados del equipo necesario para cortar, pegar y reescribir las fatídicas palabras. Parecía que iban a hacer todo lo posible para falsificar con éxito. Sabía que solo había una forma de detenerlos. Tenía que denunciarlos, pero cuando ambos se volvieron para mirarme y se dieron cuenta de lo que había visto, vi un destello de puro odio en los ojos de Héctor. Nunca se había sentido realmente afectuoso conmigo desde que él y Margot me acogieron. Margot era diferente. Me había cuidado como debía hacerlo una pareja normal. Sin embargo, creo que Héctor había estado esperando un momento como este durante años. Una oportunidad para sacarme de sus vidas de una vez para siempre. Estaba seguro de que el plan no fue idea de Don, a pesar de su ambición y sus celos obvios. Era de Héctor. Se puso de pie y su rostro mostró la rabia que llevaba dentro. Ahí es donde mis recuerdos se vuelven borrosos. Héctor me agarró del brazo y Don se puso de pie en silencio. Sabía que podía gritar pidiendo ayuda y que Margot vendría a intervenir. Pero entonces me di cuenta de que podrían hacerle algo a ella. Sabía que Héctor nunca me dejaría ir, no después de lo que había visto. Fui tanto la víctima como el testigo de esta horrible pesadilla. Le ordenó a Don que tomara mi otro brazo. Se acercó, inseguro de sus acciones, y mi piel ardió con su caricia. De repente, Héctor sacó una pistola del cajón de su escritorio y me apuntó. Estaba completamente a su merced. Me hizo caminar hasta el aparcamiento, donde estaba estacionado el vehículo que él y Margot compartían con otras tres parejas. Me senté en el asiento del copiloto y Don se sentó en la parte de atrás. El miedo recorrió mi cuerpo. Héctor puso en marcha el coche y nos adentramos en la noche fría y oscura.

Desesperado, traté de negociar con ellos, diciéndoles que mantendría su secreto y que Don podría ocupar mi lugar como operador. Iría al distrito 4 sin hacer preguntas. Traté de apelar al ego de Don, diciéndole que merecía ser operador y que nunca me interpondría voluntariamente en el camino de su sueño. Le supliqué a Héctor, preguntándole por qué estaba arriesgando su vida por su Paidi. Sin embargo, ni él ni Don me respondieron. Fue entonces cuando comencé a sentir la mano fría del terror puro apretando mi corazón. Paramos en un puente desierto. Héctor me sacó bruscamente del coche y me abofeteó con fuerza, una y otra vez. Mi cabeza daba vueltas mientras miraba a Don, parado allí, inmóvil detrás del hombre que pensábamos que se había preocupado por nosotros. Fue entonces cuando me di cuenta de por qué Don no podía ser operador. LeXuS tenía razón al no elegirlo, ya que era un cobarde.

Eso fue lo que le grité cuando Héctor me golpeó con tanta fuerza que caí al suelo. ¿Qué había hecho para merecer este tipo de violencia por parte de la persona que pensé que estaba allí para protegerme? Tenía la sospecha de que la ira de Héctor no se basaba solo en lo que había sucedido esa noche. Seguí lanzando insultos a Don con la esperanza de hacerlo reaccionar de alguna manera, tal vez incluso para ayudarme. Mi boca se llenó de sangre, pero su sabor metálico no podía enmascarar el recuerdo del semen de Don de hacía unos días. Traté de levantarme y recuperar el equilibrio. Quería enfrentarme a Don cara a cara, pero cuando lo miré a los ojos, me dijeron que todo había terminado entre nosotros. Todo había terminado para mí. El disparo fue ensordecedor en la quietud de la noche. Sentí el impacto de la bala, pero no tenía ni idea de dónde me había golpeado. Don, bajo las órdenes de Héctor, me agarró por el cuello del pijama. Mi caída desde el puente más alto de Belgramo pareció durar una eternidad. El aire frío alivió mis heridas y la bala dentro de mi cuerpo roto pareció desaparecer mientras me sumergía en el agua helada.

 

*

 

Abrí los ojos en una camilla en la parte trasera de un camión, que se tambaleaba de un lado a otro mientras conducía en medio de la noche. No escuché ninguna sirena. De hecho, no escuché ningún ruido proveniente del exterior del vehículo. No recordaba nada excepto los fuertes brazos que me sacaron del agua oscura debajo del puente, donde pensé que iba a morir. Eso es lo que esperaban Héctor y Don de todos modos. Claramente, no habían pensado en su plan. Eran aficionados, no estaban preparados para matarme. No tenía fuerzas para indicar que estaba despierto. ¿Quién me había salvado y por qué? Las posibilidades corrieron alrededor de mi cabeza mientras volvía a perder el conocimiento.

Me desperté de nuevo varias horas después, o quizá días, en una cama de hierro fundido. Lo primero que noté fue la vista desde la ventana. La luz del sol se filtraba a través de ella hacia mi cara y pude ver el mar por primera vez en mi vida. ¿Estaba muerto? Una sensación de calma se apoderó de mí como las olas del exterior. Busqué las imponentes torres grises de Belgramo, pero no las veía por ningún lado. Solo estaba el cielo azul claro y brillante que se mezclaba con el océano. Miré alrededor de la habitación, notando muebles desconocidos, diferentes a todo lo que había visto en Belgramo. Respiré profundamente. El aire llenó mis pulmones y me aclaró la cabeza. Hice un balance de mis heridas. Me dolía el lado derecho, tenía el ojo y el pómulo hinchados. Sin embargo, podía mover las piernas, los brazos y el cuello. Al hacerlo, sentí un dolor agudo en el hombro. No me acordaba de la bala. Sintiendo un escalofrío, me di cuenta de que la bala habría golpeado en el corazón, si me hubiera disparado unos pocos centímetros más abajo. De repente, la puerta se abrió y entró un hombre de unos veinte años. Me sonrió. Tenía una melena larga y rubia. Antes de que dijera una sola palabra, supe lo que había sucedido. Sabía que estaba donde miles de residentes infelices de Belgramo ni siquiera se atrevían a soñar.

—Estás seguro. Estás lejos de Belgramo. Te encontré justo a tiempo. No vi quién te tiró desde ese puente, pero supongo que no fue por diversión y que tenían la intención de matarte. Tienes suerte de que los Guardianes de la Justicia no te encontraran antes que yo y no terminaran el trabajo. ¿De qué distrito eres?

Se presentó como Marty. Solo Marty, sin apellido ni número de matrícula. Me dijo que recorría Belgramo todos los días buscando almas perdidas como yo, almas que nadie quería. Era un rebelde sin causa ni dirección real. Tenía muchas preguntas. ¿Por qué vivía así y cómo lo hacía? ¿Había otros? ¿Dónde estábamos? Incluso ahora, veinticinco años después, recuerdo con bastante claridad la conversación que siguió. Marty me dijo que había creado un pasaje subterráneo que atravesaba Belgramo hasta el límite del distrito 10. No se había dado cuenta de que era posible salir de Belgramo, pero eso fue precisamente lo que hizo. Inicialmente le habían asignado el distrito 3 para convertirse en consumidor, pero debido a un error administrativo, fue enviado al distrito 4 para trabajar como guardia de seguridad. Su libertad sexual estaba limitada, por lo que se sintió frustrado y ansiaba escapar. No estaba solo. Pronto formó un grupo de renegados con ideas afines que querían salir de Belgramo. Jeanne fue la primera de sus aliadas, una joven del distrito 2 que no había conseguido ser miembro de las parejas y había sido trasladada al distrito 4. Una noche después de su turno, Marty y Jeanne huyeron del distrito 4. No tenían un plan ni un lugar adonde ir. Sabían que intentar empezar una nueva vida en otra ciudad, incluso en una lejos de Belgramo, sería demasiado arriesgado. Serían ejecutados si los descubrían. Sabían que tenían que hacerlo por su cuenta, sin depender de nadie.

La casa junto al mar en la que me desperté fue un regalo divino para ellos. La encontraron desierta y se quedaron a vivir allí. Habían pasado dos años desde su fuga y en ese tiempo habían experimentado la verdadera libertad por primera vez en sus vidas. Encontraron placer en los simples actos de existir y amarse el uno al otro. Libres de los grilletes de LeXuS, descubrieron una conexión sexual real y genuina. Mientras Marty me contaba los detalles de su despertar sexual, sentí que mi pene se endurecía, aunque agradecí que las sábanas me cubrieran. Me sorprendió que mi cuerpo débil y magullado fuera capaz de sentir tal sensación y me di cuenta de cuánto había echado de menos el dulce cosquilleo de la excitación. Marty me contó la primera vez que tomó a Jeanne en sus brazos y la desnudó a la luz del atardecer. El miedo a LeXuS y los Guardianes de la Justicia los estimuló y alimentó su apetito sexual. En ese momento, se sintió el hombre más afortunado del mundo. Describió cómo Jeanne temblaba ante sus caricias y me habló de su belleza indómita, su piel bronceada por el sol y sus ojos brillantes. Mi imaginación comenzó a volar, por lo que comencé a dibujar la imagen de aquella escena en mi mente. Marty finalmente se liberó de las leyes que lo habían constreñido toda su vida y pudo besar cada centímetro del cuerpo de Jeanne. Su lengua exploró partes de ella que, hasta aquel momento, habían sido solo productos de su imaginación. Me contó cómo le abrió las piernas y la encontró empapada y lista para ser devorada.

Se abstuvo aquella primera vez, pero sus dedos se deslizaron fácilmente dentro de ella antes de encontrar su clítoris hinchado y listo para la penetración. Mientras la penetraba, ella gemía, así que Marty continuó hasta que aquella mujer a la que supo entonces que amaría por el resto de su vida llegó al éxtasis. Tenía todo el tiempo del mundo para penetrarla, eyacular dentro de ella, sobre ella o con ella. Esa noche la escuchó gritar sin miedo mientras la llevaba al orgasmo. Pudo observar sus lágrimas de felicidad cuando finalmente la libertad y el placer se unieron. Escuché absorto con entusiasmo. Marty me dijo que su misión era encontrar a otros que todavía estaban atados contra su voluntad por las garras de Belgramo para ayudarlos a escapar. Por eso Marty estaba en Belgramo la noche que me encontró, ya que regularmente regresaba a la ciudad para buscar nuevos reclutas. Me encontró y arriesgó su vida para salvarme y llevarme a un lugar seguro, convirtiéndome así en la quinta persona en su refugio de renegados. Siendo tan pocos, todavía estaban limitados en lo que podían hacer y no tenían ningún plan para el futuro, aparte de demostrarles a otros soñadores que la vida fuera de Belgramo era posible. Y ahora yo era uno de ellos, podía ayudarlos con su misión. Este era mi llamado, podía sentirlo. Siempre me había preguntado dónde encajaba y ahora lo sabía.

Ese descubrimiento fue el momento más feliz de mi vida. Marty, Jeanne, Vera y Sax. Cuatro nombres que darían forma a mi futuro. Una vez que me recuperé de mis heridas, estaba listo para formar parte del grupo y poder apreciar plenamente la calma de la casa. Disfruté de la ausencia de preocupaciones, el afecto sincero y la promesa de un mañana feliz. No había Guardianes de la Justicia, ni convocatorias a la sede del distrito. A menudo tenía que recordarme que ya nada de eso existía, que todo había quedado atrás. Los demás me enseñaron a llevar a cabo nuestras misiones. Aprendí a esconderme y a camuflarme. Los días y horarios de nuestras misiones eran estrictos, al igual que los pasos que tomábamos para asegurarnos de que aquellos a quienes ayudábamos a escapar fueran personas de fiar. Me di cuenta de que había sido una excepción a esta regla. Normalmente, Marty y Jeanne no dejaban que nadie se fuera de Belgramo sin comprobar sus motivaciones y antecedentes. También tenían que estar totalmente seguros de que no era un espía del distrito 0. Sin embargo, cuando Marty vio a Don tirarme del puente esa noche, siguió sus instintos para salvarme la vida. Dejé de pensar en Don, ya que la rabia que había sentido hacia él se convirtió en indiferencia.

 

Además de trabajar duro, también jugábamos juntos. Nos permitíamos seguir nuestros instintos y deseos carnales. Nada estaba fuera de los límites. Al principio, me sentí incómodo sin las reglas con las que me habían criado, pero pronto comprendí que el placer era nuestra recompensa por haber sobrevivido a Belgramo. No teníamos que definir nuestras relaciones o permanecer con nuestras parejas. Todos éramos iguales. La playa era uno de nuestros lugares favoritos. Muchas noches nos sentábamos a observar el océano, compartiendo una botella de vino que alguien había robado de Belgramo, escuchando algún canal aleatorio captado de un pueblo cercano en nuestra radio estropeada. Normalmente era Vera quien nos incitaba a disfrutar de las aventuras de noche después de que el alcohol redujera nuestras inhibiciones y nos relajara. Nuestra risa pronto se convertía en suspiros y chillidos de placer mientras nuestras manos exploraban los cuerpos dispuestos del resto. Solo mirarlos era suficiente para excitarme y, a veces, prefería observar en lugar de participar en sus juegos sexuales. A Vera le encantaba burlarse de Jeanne, quien personalmente me parecía la más atractiva del grupo

 

Una noche miré con avidez mientras Vera le quitaba a Jeanne un vestido confeccionado con una vieja cortina de red. Mi pene se tensó cuando se revelaron las generosas curvas de Jeanne y mi excitación hizo un nudo en mi estómago cuando vi su vello púbico libre de ropa interior. Vera se envolvió alrededor de las caderas de Jeanne, besando su boca húmeda antes de bajar a su cuello. Después bajó un poco más, primero a sus hombros y luego a sus grandes pechos. Encontró sus pezones duros y se tomó su tiempo para chuparlos y lamerlos, haciendo que Jeanne gimiera de placer. Mientras miraba con deleite, saqué mi pene duro y comencé a masturbarme, deleitándome con mi libertad para hacerlo. La mano de Vera se deslizó por el estómago de Jeanne y comenzó a acariciar su fino vello púbico, antes de que dos dedos penetraran delicadamente su vagina mojada, haciéndola saltar. Sax se dirigió lentamente hacia ellas y, mientras Vera continuaba su exploración entre las piernas de Jeanne, la giró con su pene palpitante listo en su mano. Vera comenzó a chupar el clítoris hinchado de Jeanne mientras Sax se acariciaba a sí mismo. La tarde los bañaba con una luz incandescente. Aunque podría haber eyaculado fácilmente allí, me contuve, esperando unirme al grupo.

Amaba a nuestro pequeño grupo. Con ellos, finalmente, entendí lo que significaba tener una familia. No tenía prisa por ampliar nuestra casa, pero Marty tenía otras ideas. Ambos estábamos de acuerdo en que, aunque rescatar a ciudadanos perdidos de Belgramo era bueno y honesto, simplemente no era suficiente. Teníamos que hacer algo más para luchar contra LeXuS. Sabíamos que la humanidad no duraría mucho bajo el régimen de LeXuS, que teníamos que derrocarlos y reclamar nuestros cuerpos como propios. Decidimos que teníamos que infiltrarnos en Belgramo y luchar contra LeXuS desde dentro. Marty decidió que mi experiencia podía ser de gran valor para ellos. Había estudiado mucho y, gracias a Don, conocía el funcionamiento interno del sistema de Belgramo. Una noche, mientras estábamos sentados en la playa bajo la luz tenue, me reí de lo absurdo de nuestra situación:

—¡Somos renegados, Marty!

—Exactamente —respondió.

Fue entonces cuando, hace veinticinco años, nos convertimos oficialmente en los renegados.

 

Mi primera misión fue intentar robar recursos de Belgramo. La primera vez que me aventuré a entrar en la ciudad estaba aterrorizado por no poder escapar de nuevo, pero estábamos preparados y habíamos planeado bien nuestra misión. Vera vino conmigo y juntos comenzamos nuestra tarea: entrar en el distrito 3 y traernos a uno de los residentes, así como las armas que nos dejó un cómplice en el suelo. Nuestra red iba creciendo lentamente, pero de forma segura. Nos habíamos quedado sin espacio para todos en la casa principal junto al mar, así que comenzamos a construir nuevos alojamientos en los terrenos circundantes. Un año después de mi llegada éramos ocho y al año siguiente éramos 15 en total, con un buen arsenal de armas y tres cómplices de confianza en Belgramo. Se estaban difundiendo rumores sobre nuestra organización. Los renegados existían, pero todavía no se había derramado sangre. Éramos optimistas sobre el futuro. Presté mis habilidades a todas las operaciones que requerían una mente analítica. Jeanne no estaba contenta con nuestro almacenamiento de armas, pero le expliqué que no podíamos esperar acabar con LeXuS con las manos vacías.

Luchar en una guerra basándonos solo en información no era posible. Teníamos que estar preparados para cualquier cosa y sabíamos que alguna vez tendríamos que jugar sucio. Nuestros cómplices en Belgramo, que solo huirían hacia nosotros como último recurso, nos dijeron que había surgido un pequeño grupo de resistencia llamado «Éxodo». Me preocupaba no tener un control total sobre este grupo. Era arriesgado. ¿Cómo podía saber si teníamos las mismas ambiciones e ideología cuando nunca había conocido a los miembros? ¿Y cómo podía estar seguro de que alguno de ellos no nos entregaría si Belgramo los atrapaba y los torturaba? Reiteré la naturaleza precaria de nuestra situación a mis compañeros. Les advertí de que los renegados no debían ser considerados como otro distrito de Belgramo, uno del que se podía hablar libremente. Pero aún así, estaba feliz de que nuestra causa estuviera ganando popularidad, de que la semilla de la rebelión se hubiera sembrado en el corazón de Belgramo. Cuando luchábamos desde fuera, Éxodo atacaba la injusticia desde dentro. No tenía ninguna duda de que esta era la mejor esperanza que teníamos para el futuro de nuestra causa.

 

Una noche escuché a Jeanne y Vera en la terraza riendo tontamente después del orgasmo. Ya no me sorprendía ni me emocionaba el nivel general de libertinaje en la casa y ya casi nunca participaba. Tenía trabajo más que suficiente para mantenerme ocupado. Me uní a ellos afuera, al igual que Marty, quien parecía preocupado. Ed, uno de nuestros cómplices, se había puesto en contacto con él.

—Parece ser que una pareja necesita nuestra ayuda —dijo.

—¿Quieren ser transferidos aquí? Sabes que sacar dos a la vez es más difícil, especialmente si son pareja. Es demasiado peligroso —respondí, negando con la cabeza.

—No sé si quieren venir aquí, pero sin nuestra ayuda, corren peligro de ser ahorcados. Ed dice que están desesperados.

—¿Por qué ellos? ¿Por qué deberíamos ayudarlos a ellos y no a otros?

—Porque se aman.

Este fue el último argumento. Cualquiera que hubiera encontrado el amor en Belgramo merecía estar a salvo. Pero esa no fue mi única razón para aceptar la misión. Seguía pensando en la creciente rebelión dentro de Belgramo. Al día siguiente, comenzamos a prepararnos para la misión. Resultó que ella estaba embarazada. La concepción natural era uno de los delitos más graves de LeXuS, por lo que Ed tenía razón. Si los descubrían, morirían ahorcados. Marty había enviado un grupo de su red al hospital central, que nos ayudaría a llevar a cabo la misión. Tuvimos que falsificar documentos y advertir a uno de nuestros médicos sobre lo que estaba sucediendo. Gracias al interés de Don en el hospital de Belgramo, pasábamos horas investigando cuando éramos jóvenes y ahora podía usar este conocimiento para trazar un plan de acción. Marty conocía al médico principal y a la persona que supervisaba las asignaciones de bebés a las parejas, los cuales serían esenciales en nuestra tarea. Sin nuestra experiencia y los contactos dentro de Belgramo, aquella pareja nunca habría tenido éxito. Marty, Ed y yo mantuvimos en secreto lo que estábamos haciendo para los demás. No queríamos involucrarlos en una misión tan arriesgada, una que no estábamos seguros de que realmente fuera a funcionar. No era una tarea tan simple como trasladar residentes fuera de Belgramo o hacia otro distrito. Era peligroso, pero un bebé concebido por amor representaba un rayo de esperanza en la oscuridad de Belgramo. Era la misión más importante de mi vida.

Recientemente habíamos tenido que encontrar una nueva forma de entrar en Belgramo, ya que los Guardianes de la Justicia habían descubierto la ruta que Marty y yo tomamos el día que me salvó la vida y estaba bloqueada. Después de haberle dicho a Ed que le ayudaríamos, se dispuso a organizar nuestra infiltración en el hospital. Organizamos una reunión en el hospital con Legassov, el futuro padre, y luego planeamos ir juntos al almacén abandonado que servía como la sede de éxodo. Marty vigilaba la entrada en Belgramo. Llevaba puesto un uniforme de operador, proporcionado por Ed, con un pase de acceso alrededor del cuello para facilitarme la entrada a todas las áreas del hospital. Sabía que tenía que evitar el contacto con la gente y ceñirme a la ruta planificada. Si las cosas se torcían, Marty, Ed y yo nos separaríamos. No teníamos mucho tiempo.

 

Una vez dentro del distrito 2, comencé a pensar en Héctor y Margot, sintiendo una punzada de afecto por la mujer que me había criado. Mientras recorría los pasillos del tercer piso del hospital, me sorprendió la enormidad y la fragilidad de lo que sucedía allí. Los operadores protegían aquel lugar con más fuerza que cualquier otro porque allí era donde crecía la vida de Belgramo. Los niños de Belgramo eran concebidos utilizando métodos avanzados de ingeniería genética. Las mujeres de Belgramo estaban obligadas a donar sus óvulos antes de ser esterilizadas y los embriones se colocaban en una incubadora, que desempeñaba el papel de útero. Los óvulos eran fecundados y los médicos se encargaban de cuidar a los futuros niños hasta su nacimiento. Después eran asignados a parejas para que los criaran. El embarazo natural estaba estrictamente prohibido, por eso nuestra misión era tan crucial. Hacía mucho tiempo que me preguntaba cómo funcionaban las cosas antes de LeXuS, si es que había un antes de LeXuS, y ahora iba a averiguarlo. El método de ingeniería genética de Belgramo tenía una tasa de éxito del 99 %, lo que significaba que los niños nacidos en el hospital central eran casi perfectos. Y esta perfección estaba en constante evolución. Cada nueva generación era mejor, más fuerte, más hermosa que la anterior. Estaba impaciente por ver cómo funcionaba todo este entramado.

Legassov mostraba tal confianza y bondad que me impresionó tan pronto como lo conocí. Aunque no me conocía ni sabía nada sobre los renegados, confió en mí al instante. Nos reunimos con el médico que conocía a Marty, quien ya había rellenado los documentos de adopción pertinentes. Había creado un embrión falso para incluirlo en los formularios con mi nombre y número de matrícula temporal. Dado que nunca había sido investido como operador, no había riesgo de que me atraparan. También firmé un formulario complementario que permite a las parejas adoptar otro niño, ya que sobrepasaba el número máximo por hogar. Todo fue relativamente simple. Todo lo que tenían que hacer era guardar el secreto y criar a su hijo como un Paidi. El niño nunca podría saber la verdad, ya que si alguien descubría quiénes eran realmente, ellos también estarían en peligro. Todavía quedaban algunas semanas antes del nacimiento y todo estaba en su lugar. Le sugerí a Legassov que dejara Belgramo con su pareja para venir a vivir con nosotros, pero no estaba listo para dar ese salto. Conocí a su pareja, Ild, unas horas más tarde en la sede de éxodo y ella pensaba diferente. Me habría seguido fuera de Belgramo en aquel momento, pero no sin Legassov. Su amor mutuo era evidente en cada gesto que hacían y en la forma en que se miraban. Estaba fascinado por el vientre hinchado de Ild. Era la primera vez que veía a una mujer embarazada. Me agradeció profusamente todo lo que había hecho por ellos y le dije que nunca era demasiado tarde para dejar Belgramo. Cuando ella y Legassov sintieran que era el momento adecuado, estaríamos allí.

De repente, las sirenas empezaron a sonar y la gente empezó a correr en todas direcciones. Se acercaban los Guardianes de la Justicia. Alguien nos había denunciado. Oímos que los camiones se detenían al escuchar un chirrido frente a las pesadas puertas de entrada. Los miembros de Éxodo salieron corriendo por las entradas traseras, temiendo por sus vidas. Legassov agarró la mano de Ild y la condujo a un lugar seguro. Esa fue la última vez que los vi. Marty sacó su arma. Yo no estaba armado, así que me sentí vulnerable y débil. Ed me agarró del brazo y, por un momento, mis pensamientos volvieron a la noche cuando todo cambió, cuando Héctor me tiró del brazo hacia el puente para matarme. Sabía que teníamos que salir de allí. Nuestro coche estaba esperando detrás del edificio. Llamé a Marty para que me siguiera, pero no pudo oírme. Los Guardianes de la Justicia estaban ya en la habitación. Las balas volaron por todos lados en aquel lugar que solo unos momentos antes había sido un refugio de esperanza y alegría. Marty estaba frente a mí, pero era demasiado tarde para agarrarlo. Si lo hubiera hecho, me habrían disparado a mí.

Ed me gritó que lo siguiera y, mientras corríamos, miré hacia atrás y vi a Marty caer al suelo con una bala en la frente. Reprimí un grito de angustia mientras subía a la parte trasera del coche. Ed empezó a conducir, con la esperanza de que saliéramos de Belgramo antes de que los Guardianes de la Justicia nos alcanzaran. Corrimos demasiados riesgos ese día, pero no me arrepiento. Valió la pena ver el amor mutuo de Ild y Legassov. Sin embargo, Marty dejó de ser un renegado. Estaba muerto. Sabía que había llegado el momento de asumir oficialmente el cargo de líder y mi primera misión sería vengar la muerte de Marty.

 

*

 

Los siguientes veinte años no fueron suficientes para borrar el recuerdo de lo que sucedió esa noche. Nunca olvidé la imagen de Marty tirado en el suelo. Le debía la vida y él murió salvando a otros. Nos complementábamos en nuestros ideales. Él quería salvar a gente inocente de Belgramo y yo quería derrocar al régimen que los oprimía. Cuando regresé a la casa de la playa, automáticamente me convertí en el nuevo líder de los renegados. Todos sabían que, a partir de aquel momento, las cosas serían diferentes. Teníamos que derrotar a LeXuS. Me sugirieron que cambiara mi nombre para protegerme después de firmar los papeles de Ild y Legassov, pero no les hice caso. Había mantenido mi identidad hasta aquel momento. Era la única parte de mi vida que Don y Héctor no habían logrado destruir. En la década posterior a la muerte de Marty, nuestras filas crecieron hasta llegar a ser casi quinientos miembros viviendo junto a la playa. Soldados y amantes que no tenían otro lugar adonde ir. Estaban todos allí. Mi objetivo no había cambiado: quería vengar la muerte de Marty y vengarme de Don. Ya no estaba seguro de qué era más importante para mí. Jeanne estuvo a mi lado desde mi primer día como líder, apoyándome en mi dolor y comprendiendo que algunas cosas todavía eran demasiado dolorosas para hablar de ellas. Durante esos diez años, no puse un pie dentro de Belgramo. No me atrevía a regresar y sabía que los operadores ya sabrían quién era y me estarían esperando. Nuestro camino de regreso a Belgramo se cerró poco después de lo que sucedió en la sede de éxodo. Desde entonces, tuvimos que improvisar diferentes formas de sacar a los residentes de Belgramo. Dábamos la bienvenida a los recién llegados durante una ceremonia que se llevaba a cabo al anochecer y, a partir de entonces, eran oficialmente renegados. Sacábamos sus chips de rastreo y les quitábamos sus brazaletes de identificación, los cuales podían usarse para localizarlos incluso desde la distancia. A veces, teníamos que hacer esto antes de sacarlos de Belgramo para asegurarnos de que no nos descubrieran. No era a causa del odio sino de la necesidad.

—Es cierto lo que dicen de que LeXuS nunca se equivoca —dijo Jeanne una mañana mientras estábamos acostados en mi cama—. Eres un auténtico operador. Naciste para ser líder.

Su cumplido me hizo sonreír. Quizás ella tenía razón. Había dedicado mi vida a liderar a los renegados. Todavía no me había cansado de nuestras misiones, pero estaba esperando una razón para continuar mi liderazgo. Lazare, un antiguo marginado que logró realizar una huida legendaria de Belgramo, se había convertido en mi segundo al mando. Era un activo valioso, lúcido e inquebrantablemente leal. Después de haber cruzado la frontera con su amante, Gregsen, ayudó sin miedo a muchos otros a hacer lo mismo. Le asigné el cargo de reclutador, debido a su habilidad para identificar posibles personas de ideas afines en Belgramo. Fue Lazare quien me informó de que Don estaba vivo. No me sorprendió saber que era un operador poderoso con una carrera impresionante a sus espaldas. Su plan de ocupar mi lugar había funcionado y tal vez debería haberme sentido resentido por ello. Sin embargo, después de tantos años, mi ira se había convertido en indiferencia.

 

Un día, Lazare me informó de que Don había sido arrestado por mi asesinato. Instintivamente, me eché a reír. Pensaba que estaba muerto y alguien en Belgramo sabía lo que había hecho y quería que pagara. Estaba desesperado por descubrir quién, pero tenía cosas más importantes en las que pensar, ya que se acercaba el Praegressus, el evento anual organizado por los operadores y controlado por LeXuS, donde los ingenuos y esperanzados residentes de Belgramo compiten en una batalla fatal por la oportunidad de cambiar de distrito. Era abusivo e injusto, pero los operadores estaban orgullosos de ello. Veían el Praegressus como una parte integral de la cultura de Belgramo y un símbolo de su poder sobre los demás residentes. Por eso sabíamos que destruir el Praegressus era nuestra mejor oportunidad de acabar con LeXuS de una vez para siempre. Había pasado años investigando e intentando idear un plan para sabotear el sistema y el Praegressus parecía la mejor oportunidad. Pero hacía falta darlo todo en el intento, ya que, si fracasábamos, corríamos el riesgo de perder todo lo que habíamos construido durante años. Para conseguirlo, necesitábamos el máximo esfuerzo de cada miembro de los renegados. Lazare nos transmitió la preocupante información de que algunas personas en el distrito 0 tenían sospechas sobre dónde nos escondíamos.

Se hizo evidente que tenía razón cuando nos trajo a Theodora, una trabajadora de la que había estado hablando durante meses. Fue rescatada en una misión destinada a ayudar a escapar a varios residentes, incluido un Guardián de la Justicia. Azad fue el primer Guardián en unirse a nuestras filas, pero lamentablemente dio su vida por otros esa noche. Lazare llevó a Theodora a la casa junto al mar, que ahora estaba deteriorada y golpeada por el clima. A pesar de sus lágrimas, sus ojos me mostraron todo lo que necesitaba. Sabía quién era y de dónde venía. Sus padres habían representado todo en lo que quería creer desesperadamente: el amor. Azad era el amante de Theodora. Ellos también habían encontrado el amor y la humanidad contra viento y marea. Sabiendo que podía confiar en ella, le conté todo sobre nuestros próximos planes para el Praegressus. Lazare estaba visiblemente sorprendido de que le estuviera contando nuestros secretos a una extraña, pero necesitaba compartir la carga que había estado pesando sobre mis hombros durante tanto tiempo. Necesitaba aliviar la ira dentro de mí, la cual amenazaba con estallar.

Mientras tomaba la mano de Theodora, sentí que la confianza aumentaba dentro de mí. Estaba seguro de que podríamos hacerlo, de que podríamos lograr liberar a la humanidad del régimen de LeXuS. En cuanto tomáramos el control de Belgramo, podríamos comenzar a atacar otras ciudades, dondequiera que estuvieran. ¿Cuántas ciudades estaban gobernadas por LeXuS? ¿Tenían los mismos distritos que Belgramo? Tenía más preguntas que respuestas. Sintiendo la pasión y la excitación creciendo dentro de mí, tuve la abrumadora necesidad de poner mis labios sobre los de Theodora, de acostarme con ella allí mismo, en la mesa del comedor de la casa junto al mar. Pero la dejé ir con Lazare para encontrar una habitación para dormir. Necesitaba llorar por su amor perdido y no quería que pensara que la estaba usando para lo que la habían asignado. Había llegado el momento de que encontrara una nueva vida en libertad.

 

***

 

Y aquí me encuentro, la noche antes de nuestra misión, esperando. Los renegados ya están en posición en todo Belgramo. Una mezcla ansiosa de impaciencia y miedo recorre mi cuerpo.

Estoy preparado, aunque, en realidad, siempre lo he estado. He estado esperando este momento toda mi vida. El rostro de Marty aparece en mi cabeza y luego el de Don, trayendo de vuelta mis recuerdos más dolorosos. Observo cómo el mar acaricia la orilla, calmando mis pensamientos turbulentos. Theodora camina por la playa y, mientras la miro, su belleza me deja sin aliento. Ya no usa su uniforme de trabajadora. Su vestido casi transparente ondea con la brisa del atardecer. Su largo cabello fluye sobre sus hombros y espalda, atrapando los últimos rayos del sol poniente. Parece estar en paz. Los últimos seis meses con nosotros han sido bastante útiles. Jeanne llama a la puerta de mi habitación, la misma en la que me desperté cuando Marty me trajo aquí hace tantos años.

Al entrar, observo que el tiempo no ha estropeado su belleza, solo la ha realzado. Cuando solo éramos cinco en esta extraña y nueva utopía, Jeanne era un rayo de luz que daba placer a todos. Ahora, solo quedamos nosotros dos. Somos los únicos que realmente recordamos a Marty. Toma mi mano y me lleva hasta el ventanal. Mientras nuestros cuerpos se entrelazan, creo que veo a Theodora levantar la cabeza y mirarnos, solo por un segundo. No tenemos nada que ocultar. Jeanne y yo hemos aceptado desde hace mucho tiempo que somos animales, incapaces de resistir nuestros impulsos. Se desliza sobre el escritorio debajo de la ventana. Suavemente separo sus piernas y comienzo a explorar su vagina palpitante con mis dedos. Besando su hombro, deslizo mi pene dentro de ella, sintiendo sus músculos contraerse alrededor. Un sentimiento familiar para ella después de todos estos años. Ahora nos conocemos bien. Sé lo que le gusta y cómo darle placer. Me sé de memoria todos sus gestos y suspiros. Mientras empujo, su espalda se arquea y siento que un orgasmo comienza a estrellarse sobre mí, como las olas en la playa. Me resisto, esperándola. A continuación, envuelve sus piernas alrededor de mis caderas y me guía hacia el éxtasis.

 

Mañana volveré a Belgramo por primera vez en veinte años. Quizás muera allí, pero no como mártir, sino como héroe y líder. Jeanne tenía razón: LeXuS nunca se equivoca.

LeXuS: Ild & Legassov, La Pareja

 

Artículo M-378 – Regulación 39

Las parejas son los guardianes legales de los niños nacidos en Belgrame o de los Paidis. Los niños Paidis son asignados por Operarios Permanentes a Las Parejas. Las Parejas viven juntas en el Distrito II con el único propósito de criar a los niños Paidis hasta su cumpleaños Nr. 18 o hasta que se les asigne su rol en Belgrame. Las Parejas son responsables de la salud y seguridad de sus niños Paidis y deben criarlos de acuerdo a la ética y la doctrina de LeXus. La libertad sexual de Las Parejas está sujeta a restricciones.

 

Números de registro: 5927 y 8671

Alias: Ild Mangol y Legassov Asergi

Sexo: Ild, femenino / Legassov, masculino

Ubicación: Distrito II

 

Siempre he sabido que probablemente vas a morir antes que yo. Este fue un riesgo que asumí al convertirme en tu pareja, y este miedo que persigue a todos los que vivimos en el Distrito II, me aterroriza desde hace años. Ser una Pareja en Belgrame significa renunciar a tu libertad y comprometerte a educar a los niños Belgrame y Paidis, para prepararlos para su futuro rol en la sociedad. Las estrictas reglas que debemos seguir definen nuestras vidas y se espera que nuestras relaciones sociales como Parejas sean meramente prácticas, desprovistas de amor o cariño, pero en nuestro caso, esto era diferente. Nosotros vivimos juntos en amor por décadas, enamorados de verdad.

 

Mientras estoy esperando a que te pongan la inyección que te alejará de mí para siempre, sé que ya no puedes escucharme. Ahora estoy escribiendo estas líneas para que nos recuerden, para que siga viviendo una pequeña parte de nosotros y de todo lo que pasamos juntos. Tal vez esto se debe a mi furia contra el Estado, a quien nadie le importa, robándole además a las personas toda su humanidad, o tal vez es a causa del amor fuerte que siento por ti y por ella.  En esta sala de hospital, completamente blanca, quiero compartir tus últimos momentos y atesorar mis lágrimas, y quiero escribir estas líneas para no olvidar nada de lo que pasamos juntos en el Distrito II de Belgrame estos últimos 20 años.