Liderazgo I - Dr. Brian J. Bailey - E-Book

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Dr. Brian J. Bailey

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Beschreibung

El Dr. Brian Bailey diserta acerca de las cualidades esenciales que son necesarias para un liderazgo excepcional en cualquier campo o medio al que uno haya sido llamado. Sea en la iglesia, lugar de trabajo o en la casa; los excelentes ejemplos que han sido tomados de la vida de grandes líderes, cristianos y seculares, harán un profundo impacto sobre su propia vida. Algunos de los temas son:
- Cualidades para un gran liderazgo
- Equipos de trabajo e infraestructura
- Métodos de liderazgo
- La vida personal de un líder

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LIDERAZGO

por el

Dr. Brian J. Bailey

Título original:“Leadership”

© 2004 Brian J. Bailey

Versión 1.2 en inglés (2014).

Título en español: “Liderazgo”

© 2009 Brian J. Bailey

Versión 2.0 en español (2022).

Publicado por Zion Christian Publishers.

Libro de texto de Zion Christian University.

Usado con permiso. Todos los derechos reservados.

Diseño de portada:

© 2004 Zion Fellowship, Inc.

Todos los derechos reservados.

Primera edición en español impresa en julio de 2006.

Segunda impresión media carta, mayo 2010.

Tercera impresión, enero 2014.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en

manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia,

versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.

Traducción y edición de la versión en español: Instituto Bíblico Jesucristo, Guatemala.

Edición: Marlene Zacapa en septiembre 2022.

Publicado en formato e-book en 2022

En los Estados Unidos de América.

ISBN versión electrónica (E-book) 1-59665-857-6

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Llamada sin costo: 1-877-768-7466

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

RECONOCIMIENTOS

Al equipo de traducción del Instituto Bíblico Jesucristo, Guatemala, por su intensa labor para la edición en español de este libro.

Equipo editorial de ZCP: Michael Derrick, Hannah Erb, Gabriella Gutierrez, y Marlene Zacapa.

Deseamos extender nuestro agradecimiento a estos amados, porque sin sus muchas horas de asistencia inapreciable, este libro no habría sido posible. Estamos verdaderamente agradecidos por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro, para la gloria de Dios.

INTRODUCCIÓN

El propósito de este libro es ayudar a aquellos que son llamados a posiciones de liderazgo y así capacitarlos para cumplir el papel que el Señor les ha dado. De una u otra manera, casi todo cristiano, durante su vida, tendrá en algún grado responsabilidades de liderazgo. Ya sea en el hogar, en una clase de escuela dominical, siendo diácono o anciano o en algunos casos, teniendo la tarea de convertirse en el pastor o líder de una confraternidad, todos necesitamos aprender habilidades para el liderazgo.

Tenemos que entender que, así como Pablo escribió en Romanos 13:1: “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Por tanto, todo líder, en cualquier área que nos imaginemos, ha sido constituido [designado] por Dios. Ya sea el padre de una familia o el presidente de una nación, todos fueron predeterminados y llamados desde antes de la fundación del mundo por el Padre Celestial, Quien está en todo y guía y dirige todas las cosas de acuerdo con Su infinita sabiduría.

Por tanto, cualquiera que resiste al líder está, realmente, resistiendo a Dios y a lo establecido por Él. Pablo, hablando de todas las autoridades, declara que son ministros de Dios para bien. Es por esto que uno tiene que honrar a sus padres y sujetarse a ellos, así como nuestro Señor lo hizo cuando era joven.

CAPÍTULO 1

Definición de liderazgo

En este punto, es bueno definir lo que entendemos como un líder y el papel que juega. Un líder es alguien que dirige a otros. Ocupa la posición principal, ya sea en el hogar o en el país, y en virtud de su posición tiene la responsabilidad de amar y cuidar a aquellos que guía. Se espera que tenga la última palabra en cualquier decisión o asunto y, hablando en forma general, su palabra es ley.

También es el responsable de la atmósfera espiritual del hogar, iglesia o confraternidad que Dios le ha confiado. Que esta sea una atmósfera de amor, gozo y paz. Si él transmite esta atmósfera a su personal, ellos a su vez la esparcirán a través de la iglesia o confraternidad. El resultado será que esto creará una atmósfera de la que otros dirán: “Dios está allí: Jehová Shammah”.

Hay niveles de liderazgo que alcanzamos en esta vida. Mientras escribía este párrafo, escuché un excelente ejemplo para ilustrar el hecho de avanzar en la escalera de la vida. Una pequeña niña de 5 años se matriculó en una guardería cristiana, y eventualmente se graduó y se convirtió en una maestra de pre escolares. Hoy, ella es la directora de la escuela y su propia hija de 5 años, está matriculada como estudiante.

Puede ser que seamos el hermano mayor y se nos ha confiado el cuidado de nuestros hermanos y hermanas, o en nuestro lugar de trabajo se nos ha dado una posición en la que tenemos que supervisar una línea de ensamblaje. Más adelante, en la medida en que maduramos, ascendemos y llegamos al nivel gerencial. Asimismo, en la iglesia, podemos progresar del nivel de maestro sustituto de escuela dominical, pasando por todos los niveles, hasta alcanzar la posición de superintendente.

Luego, si estamos lo suficientemente calificados y somos llamados por Dios, avanzamos a la posición de ujier, diácono, anciano e incluso, pastor asistente o pastor. Posteriormente, Dios lo puede elevar aun a la posición de líder de una confraternidad. En todos los casos, la definición de un líder y sus cualidades es la misma. Recuerde que la clave para ser promovido se encuentra en esta verdad sencilla: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (Lc. 16:10).

CAPÍTULO 2

Cualidades del liderazgo excelente

Por tanto, un líder debe poseer las siguientes cualidades que los grandes líderes de la Escritura y de la Iglesia, han transmitido de una manera u otra. Todos estos dones vienen de Dios y son repartidos por Él como Él quiere (1 Co. 12:11).

Sabiduría

La primera es sabiduría, la habilidad de tomar las decisiones correctas. Según David, este es el don más preciado de todos, ya que leemos que exhorta a Salomón, su joven hijo heredero diciéndole: “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Pr. 4:7).

Las siete columnas de la sabiduría

Los antiguos consideraban que la sabiduría era mucho más que la habilidad de tomar las decisiones correctas; ellos creían que esta conducía hacia la plenitud de vida. Las Sagradas Escrituras apoyan esto, y vemos que Salomón enseña que hay siete columnas de la sabiduría que sostienen una vida y una casa (Pr. 9:1).

El apóstol Santiago nos da la interpretación de estas siete columnas en su epístola: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Stg. 3:17).

1. Pura: el hombre sabio ha conquistado las pasiones y lujurias de su carne. Más aún, sus motivaciones han sido purificadas a tal grado que pueden ser vistas a la luz del Cielo y no se encuentra mentira en estas (Ap. 14:5).

2. Pacífica: igualmente, procura la paz con todos los hombres, busca vivir en armonía, sin confrontaciones, vivir en unidad con los demás, y ser compatible dentro de los límites de los principios bíblicos (He. 12:14).

3. Amable: no solo es importante decir la verdad, sino también tomar en cuenta la necesidad de ser sabio y sensible, con la ley de la amabilidad en nuestros labios cuando hablamos (Pr. 31:26). Muchos líderes tienden a ser toscos y brutales y, al ser así, hieren las susceptibilidades de aquellos a quienes están hablando. Nuestro hablar y nuestro toque deben estar recubiertos por la amabilidad, como una nodriza cuida de los pequeños con ternura (1 Ts. 2:7).

4. Benigna: significa que el hombre sabio tiene una razonabilidad de temperamento muy dulce tal que, en la medida de lo posible, cede en las cosas no importantes de la vida. Él es bueno para escuchar y simpatiza con el punto de vista de los demás, no es violento ni exigente, sino conciliatorio y dulce con todos.

5. Lleno de misericordia y buenos frutos: mientras viajaba por África, uno de los temas constantes que me reiteraban, tanto misioneros veteranos como nativos, era la necesidad de misericordia al tratar con los trabajadores. Ellos van a fallar continuamente, pero la advertencia constante que nos fue dada fue: “nunca debes darte por vencido con ellos”. Muchos miembros de congregaciones en las que yo he tenido el privilegio de ministrar enfatizaban el aspecto perdonador de la naturaleza de Cristo. Ellos consideraban natural que iban a fallar, pero esperaban que su pastor entendiera y los perdonara sin reserva.

Cristo hizo esto una y otra vez con sus discípulos que erraban frecuentemente, cuando estaban preocupados por quién sería el mayor aún ya en la Última Cena, y cuando los tres elegidos se quedaron dormidos en el huerto de Getsemaní (Mc. 10:37; 14:33-41, 66-72). Cuando Pedro lo negó maldiciendo, Él se interesó por el perdón de Pedro después de Su resurrección para que él no perdiera su fe. Él luego restauró amorosamente a Pedro a su apostolado, ante los demás, a la orilla del lago de Galilea (Jn. 21:15-19).

Los frutos buenos del Espíritu deben crecer y madurar abundantemente en el huerto del corazón de un líder, para que sean distribuidos generosamente y disfrutados por todos aquellos con los que el líder trata en su cotidiano andar, en el camino de la vida (Gá. 5:22-23). Él tiene que manifestar, tanto hacia el creyente como hacia el pecador por igual, amor, longanimidad para con el difícil que se queja constantemente, un trato amable para con el pícaro más tosco, y la templanza en todas sus necesidades, sea en sus comidas o en disfrutar de alguno de los otros placeres de la vida; también él debe vigilar sus apetitos para mantener su cuerpo en sujeción.

6. Sin incertidumbre (imparcial, RVA): quiere decir que trata a todos por igual, sin importar la posición o la relación. Es una virtud escasa, poseída únicamente por los hombres más nobles, sin embargo, es el rasgo en el carácter que los jóvenes más anhelan que sus líderes posean. Los jóvenes desean ocupar un lugar en el corazón de su líder, privilegio del que sí disfrutan los miembros más maduros de la congregación. Cristo manifestó esto a través de la parábola de los obreros de la viña, donde todos recibieron la misma paga sin importar la hora en la que habían sido contratados (Mt. 20:1-16).

7. Sin hipocresía: el rasgo esencial en la naturaleza de un líder. Él debe ser genuino, de no ser así, como a una vasija defectuosa, tanto el hombre como Dios lo rechazarán. Un hipócrita desilusiona, decepciona y destruye a muchos creyentes, tanto jóvenes como maduros, causando muchas veces que se desvíen del camino de justicia. Lamentablemente he conocido a muchos que han dejado de lado la esperanza de una vida eterna por percibir, con disgusto, a un líder hipócrita que no practica lo que ha predicado y motiva a otros que así vivan.

Claves para recibir sabiduría

La importancia de la sabiduría, en el ámbito del liderazgo es ilustrada por Cristo como la personificación de la Sabiduría, hablando en los siguientes versículos: “Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder. Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra” (Pr. 8:14-16). La Sabiduría controla a todos los que están en autoridad, por cuanto escrito está: “[…] Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina” (Pr. 21:1).

Debemos procurar las claves necesarias para recibir este más preciado de todos los dones. Proverbios 2:6 nos enseña que Jehová da la sabiduría, y Job 28:28, al igual que Proverbios 9:10, establecen que el principio de la sabiduría es el temor de Jehová. En Isaías 33:6, leemos que el temor de Jehová es Su tesoro, mientras que Proverbios 8:13 dice: “El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco”.

¿A quién le da sabiduría el Señor? Al hombre que le agrada. Salomón declara: “Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo […]” (Ec. 2:26).

Por consiguiente, para agradar a Dios debemos poner en orden nuestra conversación; hablar no con nuestras palabras sino con aquellas que son agradables a Sus ojos, no haciendo nuestra voluntad, sino Su voluntad. En la medida en que le busquemos temprano, recibiremos sabiduría (Pr. 8:17).

Daniel nos da otro punto que tomar en cuenta: que Dios da la sabiduría a los sabios (Dn. 2:21). En esto entendemos una de las verdades solemnes de los caminos de Dios: al que tiene, se le dará, y tendrá en abundancia (Lc. 19:26). Así que en la medida en que pongamos nuestros pies en el camino de los sabios, seremos sabios (Pr. 13:20) y el Señor nos ungirá con el Espíritu de sabiduría.

Visión

La siguiente característica esencial de un líder es que debe ser un hombre con visión, una visión dada por Dios. La visión puede ser definida como la dirección, de tal manera, que el hombre con visión conoce el camino y es capaz de dirigir a otros. Al estudiar la vida de líderes, vemos que todos tenían una meta principal de la que no se desviaron en toda su vida. A una temprana edad, el Señor visita a Sus elegidos por medio de sueños, visiones o en otra forma, para darles una idea de Su propósito para cada una de sus vidas. A ellos también les fueron dadas visiones secundarias para realzar e implementar la visión primaria. Todos estos hombres de Dios valientes sabían hacia dónde se dirigían.

Esto también les sucede a aquellos en ocupaciones seculares. Por ejemplo, durante toda su vida, Winston Churchill siempre albergó el conocimiento de que estaba destinado a jugar un papel de importancia histórica. Esto sucedió ya cuando estaba en el ocaso de su vida, a sus sesenta años. A esa edad, la mayoría de las personas están contemplando y disfrutando la comodidad del retiro. A pesar de su edad, y debido a su papel como líder en tiempos de guerra, fue llamado el hombre del siglo.

Otro líder que tuvo visiones de grandeza y destino fue Alejandro Magno, quien recibió una visión del sumo sacerdote judío, quien le aseguró que sería el gobernante del mundo conocido en ese tiempo. Esto lo consiguió cuando solo tenía 30 años de edad (para más detalles consultar: Antigüedades de los Judíos, Libro XI, capítulo VIII por Flavio Josefo).

En nuestra propia vida, debemos saber hacia dónde vamos y, al saberlo, podremos darle seguridad y claridad a aquellos que fueron asignados bajo nuestra dirección. Uno de los aspectos más frustrantes de la vida es seguir a alguien cuya visión cambia constantemente. De hecho, Proverbios 24:21 nos dice: “Hijo mío, teme al SEÑOR y al rey, no te asocies con los que son inestables […]” (LBLA).

Aquellos que continuamente cambian de dirección en la vida son aquellos que no tienen fruto que permanece, ni dan en el blanco del supremo llamado de Dios para sus vidas. Además, logran poco, no llegan al puerto [al remanso] que deseaban, y no experimentan el gozo de Jesús, por cuanto viven en un continuo estado de incertidumbre. Esto produce temor y carencia de esa paz que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). Una visión clara promueve la paz, la cual a su vez trae salud a nuestros huesos (Pr. 16:24).

Hemos procurado enfatizar la necesidad de que los líderes tengan una visión y luego transmitan esa visión a hombres fieles que a su vez enseñen a otros. Esta visión se comunica mejor por medio y a través de la palabra escrita. Esto es respaldado por Habacuc 2:1, donde primero el profeta dice: “Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá […]”. Luego, habiendo recibido la visión, leemos en el versículo dos: “Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas [...]”. Notemos que la visión debe ser declarada de una manera clara, lúcida y con sencillez, para que el que la lea pueda correr con un mensaje claramente definido.

Fidelidad

Este también es uno de los requisitos esenciales para un líder. Él ha sido elegido por Dios para hacer una tarea específica. Al final de su vida, el líder debe rendirle cuentas al Señor si logró o no cumplir y completar su tarea. Sin embargo, pocos en esta vida son realmente fieles. En Proverbios 20:6 dice: “Muchos hombres se dicen piadosos; pero un hombre fiel, ¿quién lo encontrará?” (Biblia de Jerusalén). Esta es la etapa final en la vida de un líder, aquel que debe ser  llamado, elegido y hallado fiel (Ap. 17:14).

El evento final que cierra la Era de la Iglesia es la Segunda Venida, la cual revela a Jesús montado sobre un caballo blanco, y Él es llamado Fiel y Verdadero (Ap. 19:11). Esta es una de las principales virtudes atribuidas al Señor. Pablo, escribiendo en Hebreos 3:1-2, declara que Jesús fue fiel a Aquel que lo constituyó el “Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión”. Isaías 11:5 declara: “[...] Será […] la fidelidad ceñidor de su cintura”.

Por tanto, esta virtud es requerida en todos aquellos que son designados al ministerio, como Pablo declara en 1 Corintios 4:2: “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”. En 1 Timoteo 1:12 él dijo: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio”. Amados, que se diga que también nosotros hemos sido hallados fieles y verdaderos. Que el Señor nos haga como David, un hombre conforme al corazón de Dios (Hch. 13:22), quienes cumpliremos toda Su voluntad y apacentaremos fielmente al rebaño que Él nos ha confiado.

Diligencia

Otra de las características de un líder es que debe ser alguien que trabaja duro. Debe dedicarse a la tarea que le ha sido dada y, como la Rut de antaño, no debe malgastar el tiempo descansando cuando queda trabajo por hacer (Rut 2:7). Son pocos los líderes que pueden tener una mentalidad de nueve a cinco. En vez de eso, dedican largas horas al trabajo y están en su escritorio mucho después que sus subalternos han dejado el suyo. Cecil Rhodes, el fundador de la nación de Rhodesia, a menudo suspiraba al decir: “tanto que hacer y tan poco tiempo para hacerlo”.