Liderazgo III - Dr. Brian J. Bailey - E-Book

Liderazgo III E-Book

Dr. Brian J. Bailey

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Beschreibung

En este tercer volumen de la serie de Liderazgo, el Dr. Bailey despliega lecciones valiosas de la vida de tres líderes clave en las Escrituras, así como líderes en nuestros días. Descubriremos las diferencias en las responsabilidades en el liderazgo de un pastor fundador, su sucesor, y del que ayudará a la Iglesia, confraternidad, u organización a cumplir con la visión del fundador, tal como se ve a través de la vida de estos tres hombres extraordinarios: 
-Moisés: el fundador que recibió la visión de Dios
-Josué: el sucesor que mantuvo la visión
-David: el que cumplió la visión 

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LIDERAZGO

Volumen III

 

Dr. Brian Bailey

Título original:

“Leadership, Volume III”

Versión 1.0 en inglés.

© 2011 Brian J. Bailey

Título en castellano:

“Liderazgo, volumen III”

Versión 2.0 en español (2022).

© 2013 Zion Christian Publishers

Publicado por Zion Christian Publishers.

Libro de texto de Zion Christian University.

Usado con permiso. Todos los derechos reservados

Diseño de portada:

Ministerio para la Edificación. El Salvador. Http://www.paralaedificacion net

© 2011 Zion Fellowship Inc.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia,

versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.

Traducción de la versión 1.0 en castellano: Jorge Chacón, IBJ-Guatemala

Edición: Marlene Zacapa, octubre 2022

Publicado en formato e-book en 2023

En los Estados Unidos de América.

ISBN versión electrónica (E-book) 1-59665-854-1

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

Agradecimientos

Al equipo editorial de Zion Christian Publishers: Carla Borges, Dr. Paul Caram, Elizabeth Humphreys, Mary Humphreys, David Kropf, Hannah Schrock, Rebekah Tan y Suzanne Ying. Por su valioso trabajo en la publicación en inglés.

Al Pr. Jorge Chacón por su ardua labor y esfuerzo en la excelente traducción de este libro al castellano. 

Al equipo editorial de la versión en castellano: Instituto Bíblico Jesucristo, Guatemala y Zion Christian Publishers, Waverly, Nueva York, Estados Unidos de América.

Queremos extender nuestro agradecimiento a estos amados, pues sin sus muchas horas de invaluable ayuda, este libro no habría sido posible. Estamos verdaderamente agradecidos para la gloria de Dios por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro.

También queremos agradecer al Dr. Michael Mitchell y a Caroline Tham de Liberty University en Lynchburg, Virginia, Estados Unidos de América, por la invitación a hacer la introducción de un curso acerca del liderazgo, la cual inspiró parte de este libro.

Prefacio

Después de haber escrito, por la gracia de Dios, mis primeros dos volúmenes acerca del liderazgo, me quedé con un sentimiento de no haber terminado, ya que había aspectos del liderazgo que no fueron cubiertos en esos dos volúmenes. Debido a esto, el volumen III se vislumbraba como una necesidad, si no para otros, al menos para mi propia satisfacción.

La primera parte de este libro fue inspirada por tres preguntas a las que me referí en la introducción que hice para el curso de liderazgo enseñado por el Dr. Michael Mitchell, de Liberty University en Lynchburg, Virginia, Estados Unidos de América. El Dr. Mitchell había producido una serie de DVDs acerca del liderazgo en el ámbito de trabajar con niños, bajo la guía de Caroline Tham, diseñadora de instrucción del Centro para el Avance de la Excelencia en la Enseñanza. Las preguntas que veremos en este libro son:

1. ¿Qué es un líder?

2. ¿Qué hacen los líderes?

3. ¿Cómo cumplen sus metas los líderes?

En esta sección veremos la manifestación práctica del liderazgo dentro de la iglesia local, con un enfoque especial en el liderazgo de la Escuela Dominical. Luego veremos algunas de las lecciones que podemos aprender de hombres específicos que han sido exitosos en el liderazgo secular.

Sin embargo, el enfoque principal de nuestro estudio se encuentra en el resto del libro. Este nació cuando el Señor me dio una visión de los tres líderes clave en el viaje de Israel, a saber: Moisés, Josué y David. Él me mostró que:

1. Fue Moisés, el libertador y legislador, quién recibió de Dios la visión y el plan para la nación.

2. Fue seguido por Josué, quién mantuvo esa visión, peleó las batallas del Señor y asignó la herencia de cada tribu.

3. Finalmente, el rey David, quién cumplió la visión original al llevar la nación al monte de Sion, su destino final.

Veremos cómo los líderes nombrados por Dios cumplieron su papel en los propósitos para los cuales Dios los había elegido.

El propósito del liderazgo de Moisés fue liberar de Egipto a los hijos de Israel y, a través de la revelación divina de Dios, dar la Ley, los Diez Mandamientos, las fiestas de Israel y el patrón del Tabernáculo. Fue así como Moisés, el amigo de Dios, llegó a conocer los caminos de Dios y Sus propósitos para Israel. Al estudiar los líderes del viaje de Israel, y a Moisés en particular, se nos da la oportunidad de entender la perspectiva de Dios acerca del liderazgo, y adquirir entendimiento acerca de Su plan y Sus propósitos para Su pueblo.

Josué mantuvo la visión y las leyes que Dios le había dado a Moisés. Él fue llamado a llevar a los hijos de Israel a través del río Jordán hasta la Tierra Prometida, a pelear las batallas del Señor. Esto le da a la Iglesia entendimiento acerca de la valentía, la fidelidad, la guerra espiritual y la herencia.

Finalmente, después del tiempo de los Jueces, cuando todo hombre hacía lo que bien le parecía, y después del reinado de un rey cuyo corazón no estaba decidido a obedecer al Señor, Dios encontró a David, un hombre conforme a Su corazón, quien haría toda Su voluntad (Hch. 13:22).

Fue David quien finalmente conquistó Jerusalén, tomó el monte de Sion y llevó el Arca del Pacto a descansar en el monte santo de Dios, completando así la visión del viaje de Israel al llevar al pueblo de Dios a Sion y al reposo.

Las lecciones de las vidas de estos líderes pueden ser aplicadas a las iglesias hoy. A lo largo de sus vidas, algunos fundadores han tenido que ver cómo sus obras se desmoronan debido a fundamentos defectuosos. Murieron con el corazón destrozado y muchas veces solos, rechazados por aquellos que un día buscaron estar en su presencia. Los fundadores deben establecer un buen fundamento. Aquellos que vendrán después deben construir sobre él, y luego los líderes deben llevar a la congregación al cumplimiento de la visión.

Las lecciones de estos tres líderes nos proveen una clave para cumplir el deseo de Dios, el cual es levantar una Iglesia que glorifique Su nombre y cumpla Sus propósitos. Que podamos llegar a conocer los caminos del Señor en la medida en que caminamos con Él y seamos preparados por Su Espíritu Santo para el liderazgo que será necesario en los últimos días.

 

Parte I

 

¿Qué es un líder?

¿Qué hace un líder?

¿Cómo cumple sus metas un líder?

Capítulo Uno

¿Qué es un líder?

Un líder es instituido por Dios

Conforme a las Escrituras entendemos que es Dios Quien instituye a las personas para los puestos, aun para los puestos menos relevantes. Por ejemplo, Samuel y David, bajo la unción de Dios, asignaron a los cantores para ministrar frente al Arca del Pacto en el monte de Sion. Igualmente, cada posición en una iglesia debe ser instituida por Dios. Como dice Pablo en Romanos 13:1: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”.

La posición que ocupamos es otorgada y asignada por Dios. Sin embargo, no todos los hombres han aprendido esa verdad. El rey Nabucodonosor, por ejemplo, declaró lleno de orgullo: “¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué?”. En realidad, fue Dios Quien lo puso en esa posición y le dio la habilidad de construir el reino. De hecho, se nos dice en Daniel 4:17 que Dios muchas veces constituye sobre reinos a los más bajos de los hombres.

Entonces Nabucodonosor fue castigado severamente por Dios, Quien lo humilló por siete años, para que entendiera que Dios era el verdadero Gobernante sobre el reino de los hombres: “Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere” (Dn. 4:31-32).

Hemos visto a muchos líderes que han sido elevados a cargos altos en las iglesias y que luego han tomado para sí mismos la gloria, con el resultado de que su final ha sido desastroso y humillante. Sin pensarlo mucho he aquí un ejemplo: los hermanos Jeffrey, George y Stephen. Stephen, en particular, fue usado por Dios poderosamente. Luego hizo declaraciones con respecto a que el mundo estaba a sus pies para adorarlo a él. ¡Eso es ir demasiado lejos! Dios le quitó la unción, y murió de artritis reumatoide con grandes dolores, rechazado y abandonado por aquellos que había ayudado (Sumrall, 1955, Pp. 93).

No queremos ser de aquellos que toman la gloria para sí. Es Dios, y únicamente Dios, Quien debe recibir la gloria. Además, el salmista declara en Salmos 75:6-7: “Porque ni de oriente ni de occidente, Ni del desierto viene el enaltecimiento. Mas Dios es el juez; A éste humilla, y a aquel enaltece”.

Un líder tiene un título y una posición

La posición de un líder debe ser definida y reconocida claramente, para que todos puedan entender el lugar que ocupa en la organización (y los límites que conlleva la posición). Esto es esencial para todo aquel que es llamado a dirigir.

El título de un líder también es muy importante y debe ser reconocido en todo momento. Si el líder es un pastor, uno debe dirigirse a él como pastor. A un anciano hay que dirigirse con el respeto debido a un anciano. Por ejemplo, los uniformes militares tienen insignias que le dicen a usted inmediatamente si se está dirigiendo a un general o a un soldado. Así se conoce la posición y sus límites. Así debe ser en una iglesia. Usted debe saber quién es el pastor y quién da las órdenes (en vez de tener un liderazgo “múltiple” sin un pastor general designado que tenga la última palabra en la toma de decisiones).

Como hemos dicho antes, parte del formato de este libro se originó en el campo del liderazgo del trabajo con niños. Así que usaremos el ejemplo de una Escuela Dominical para entender estos principios. En el contexto de una Escuela Dominical, un título podría ser “maestro de Escuela Dominical,” y la posición podría ser, por ejemplo, “maestro de tercer grado”. Este título y esta posición deben venir con la autoridad correspondiente. Los estudiantes están obligados a obedecer a su maestro y mostrarle el respeto debido.

Un líder es alguien con autoridad

La autoridad consiste en el poder de tomar decisiones e implementarlas. Por ejemplo, si el líder ha tomado la decisión de ejecutar un programa, debe tener acceso a las finanzas necesarias para implementarlo.

También debe reconocerse esa autoridad, y debe ser obedecida. En el caso de un maestro de Escuela Dominical, por ejemplo, el maestro debe tener el poder de tomar decisiones acerca de cómo manejar la clase. Los estudiantes deben reconocer su autoridad, respetar al maestro debido a esa autoridad y obedecerle cuando hable.

En algún momento de su vida, su posición y autoridad serán retadas. Tal vez se enfrente a alguien que cuestionará una palabra o decisión que Dios le ha dado a usted.

Permítame contarle la experiencia de un ministro amigo mío en otro país, quien se enfrentó a ese reto. Había un grupo de personas que buscaban derrocarlo y tomar su posición. Pero, mientras oraba, vio una habitación en el Cielo que estaba llena de ángeles parados contra las paredes y a Jesús con ellos. Parecían estar observando el dilema de mi amigo. Luego el Señor Jesús se empezó a reír, y todos los ángeles hicieron lo mismo. La habitación celestial se llenó de carcajadas.

Esto se demuestra claramente en una escala mucho mayor en Salmos 2:4-6: “El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte”. En los últimos tiempos muchas personas tratarán de rebajar a Cristo. Pero Dios lo ha puesto como Rey de reyes en Sion, y todos los intentos de rebajarlo fallarán miserablemente.

Cuando estamos seguros que Dios nos ha puesto en una posición específica, no temeremos lo que el hombre pueda hacernos. Por ejemplo, los príncipes malvados que procuraron la muerte de Daniel en el foso de los leones no pudieron derribarlo, y ellos mismos murieron (Dn. 6:24).

Sí, amados. El Señor es muy celoso con sus siervos y las posiciones que les asigna. ¡Ay de aquellos que tocan a los ungidos de Dios! (1 S. 26:11) Es por eso que no debemos temer lo que puedan hacernos los hombres, porque nuestra posición está protegida por nada menos que el Rey de reyes, Quién nos ha colocado en Su Iglesia de acuerdo con Su sabiduría. ¡Qué consuelo da saber que somos sostenidos por el poder de Su majestad!

Un líder es alguien que pasa por una larga preparación

Otro aspecto interesante concerniente a los líderes es que aún desde una edad temprana pueden tener el presentimiento de que un día tendrán poder y autoridad y se levantarán a un alto puesto. Ese fue el caso de Winston Churchill, quien desde una edad relativamente temprana sintió que estaba destinado a dirigir Inglaterra en un momento de gran necesidad. Este sentimiento lo sostuvo durante sus así llamados “años en el desierto”, cuando fue rechazado por su partido, a pesar de sus advertencias de que no se podía confiar en Hitler. Sin embargo, en un momento de necesidad para Inglaterra, la nación se volvió a Churchill, quién estaba listo y preparado para dirigirlos.

Así revela el Señor Sus propósitos futuros para nuestro servicio a Él, mientras tanto nos prepara para una medida mayor de liderazgo, lo cual frecuentemente es mientras estamos en lugares muy humildes.

También podemos citar el caso de José, quien a la edad de diecisiete años recibió del Señor dos sueños. Estos le indicaron que un día gobernaría a sus hermanos. Pero tuvo que soportar ser llevado a Egipto como esclavo, ser acusado falsamente por la esposa de Potifar y luego cumplir una condena en la cárcel de Faraón. Allí lo puso a prueba la palabra del Señor hasta que se cumplió el tiempo de Dios para elevarlo a la gubernatura de Egipto, al lado de Faraón (Sal. 105:17-19).

El rey David fue reconocido por el pueblo de Israel como aquel que eventualmente gobernaría la nación, tal como el rey Saúl mismo lo reconoció en 1 Samuel 24:20. Cuando el rey David tenía diecisiete años, fue ungido por el profeta Samuel para convertirse en el rey de Israel. Sin embargo, fue obligado a experimentar muchas situaciones difíciles en el desierto, huyendo de Saúl, hasta que llegó el momento de ser ungido, por segunda vez, como rey de Judá. Transcurrieron otros siete años y medio antes de que se cumpliera en su totalidad lo dicho por Samuel, cuando David fue hecho rey sobre todo Israel.

En el ámbito del liderazgo hay un lema que no debemos olvidar. Se encuentra en Proverbios 20:21 y dice: “Los bienes que se adquieren de prisa al principio, no serán al final bendecidos”. Podemos ver esta verdad mostrada vívidamente en las vidas de Saúl y Salomón. Ellos recibieron el reino y sus responsabilidades a edades muy tempranas (Salomón tenía solo 19 años cuando ascendió al trono), pero su final no fue bendecido.

Así que, amados, no despreciemos la corrección del Señor, porque a través de ella somos hechos partícipes de Su santidad: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (He. 12:6-10).

Por tanto, un líder es ungido por Dios y luego entra en el proceso por medio del cual es formado, amoldado y hecho a imagen del Líder de líderes, el Señor Jesucristo. El que esto sea obrado en nuestra vida toma tiempo. Saúl y Salomón no experimentaron este tiempo de desarrollo del  carácter y perdieron sus reinos, pero David esperó pacientemente en el Señor. Por eso dijo: “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Sal 17:15) y él tiene una corona eterna.

Capítulo Dos

¿Qué hace un líder?

Un líder pastorea las ovejas

Hay ciertos requerimientos que son esenciales para el liderazgo. Primero que todo, un líder es un pastor, alguien que dirige y cuida a aquellos que lo siguen. Un pastor debe ser alguien que cumpla el Salmo 23 (el Salmo del Pastor).

En el Salmo 23, David empieza: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. Cuando un líder es un buen pastor, a su pueblo no le faltará nada. Es su responsabilidad proveer para ellos espiritualmente y, en cierto sentido, también físicamente.

Espiritualmente, debemos asegurarnos que nuestro rebaño reciba alimento espiritual sano y que sean ungidos por Dios. El pastor debe apacentar al rebaño con lo mejor del trigo, lo cual habla de lo mejor de la Palabra de Dios, las verdades que más los satisfagan y que los harán crecer. El pastor diligente alimenta al rebaño que le ha sido confiado por el Señor con las mejores y más ricas verdades de la Palabra de Dios. El pastor debe, por tanto, ser alguien que estudie y busque al Señor para producir esos mensajes que necesitan las ovejas.

Aunque el pastor o líder de la iglesia debe dirigir al pueblo hacia una relación con Cristo vivificante, no podemos dejar de lado que el pueblo debe ser capaz de ver a Cristo a través del liderazgo. El rebaño debe poder ver al líder con la certeza que él es quien los guiará y que asimismo él los cuidará y proveerá para ellos (por supuesto, esto debe ser equilibrado en el ámbito natural con 2 Tesalonicenses 3:10: “[…] Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”). También está el aspecto de ayudar y alimentar a los pobres, como se muestra en el libro de Hechos y como lo muestra el Señor Jesús (Jn. 13:29; Lc. 14:13; Mt. 14:14-16).

“En lugares de delicados pastos me hará descansar”. El pastor debe saber cómo llevar a su rebaño al reposo de Dios. Un rebaño no prosperará a menos que pueda reposar en paz. Salmos 4:8 da una hermosa imagen de este reposo: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado”.

“Junto a aguas de reposo me pastoreará”. El pastor debe guiar a su rebaño hacia aguas de reposo. El rebaño debe estar en paz, porque si hay agitación en el corazón de la congregación, no podrán alimentarse de la Palabra de Dios. Las claves para llevar a una congregación a la paz son, esencialmente:

1. Primero, determinar lo que les preocupa [perturba], y

2. Luego, tratar con el problema eliminando lo que les causa tropiezo [ofensa].

Si es necesario, el pastor debe apartar del rebaño a los miembros ofensores. Luego, el pastor debe proveer un antídoto para el problema. Si, por ejemplo, la congregación ha caído en un estado agobiado y profundamente triste, él debe ministrarles gozo.

“Confortará mi alma”. Uno de los problemas que tenemos los seres humanos es que tenemos necesidad, de vez en cuando, de una restauración del alma. Muchas veces nuestro pueblo pasa por momentos de angustia, en los que se abaten por las condiciones del camino de la vida. El pastor debe entonces levantarlos. Uno de los pasajes que ha sido una bendición para mí se encuentra en los Salmos del rey David: “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío” (Sal. 42:11).

Solo hay un lugar donde la esperanza no funciona: en el Infierno. No hay ni esperanza ni cambio para alguien en el Infierno. Pero en cualquier otro lugar en el que estemos, sobre la Tierra o en el Cielo, hay esperanza. Debemos engendrar en el corazón del pueblo de Dios la esperanza de que las cosas cambiarán. Debemos hacer que se digan a sí mismos: “Espera en Dios”. El resultado es que tendrán la misma confianza que Dios le dio al rey David: “Porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”.

“Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”. Esta es otra tarea importantísima del pastor, guiar a jóvenes y a viejos por los caminos de la justicia. Nunca se enfatizará ni se hará hincapié innecesariamente al hecho de la importancia que tiene el preparar a un pueblo para que sea justo. Esto no solo consiste en convertirse en justos por virtud de pertenecerle a Cristo (y que Su justicia nos sea contada para salvación). Dios es un Dios santo y nosotros debemos ser un pueblo santo, lleno de Sus obras de justicia.

El líder, con respecto a esto, debe tener una visión que le haya sido dada por Dios de cómo guiar a Su pueblo, a fin de que la justicia de Dios sea obrada en la vida de ellos, y para que ellos puedan exudar [emanar, irradiar] Su justicia. Esto se logra a través de pasos de fe. Romanos 1:17 dice: “Porque en el evangelio [de Cristo] la justicia de Dios se revela por fe y para fe […]”. Uno de esos pasos de fe, por ejemplo, es el bautismo en agua, el cual es un paso que cumple la justicia (Mt. 3:13-15).

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno”. En mi propia experiencia,he atravesado por el valle de muerte en varias ocasiones. Aunque en esas circunstancias uno puede recibir consuelo y ánimo de los amigos y líderes, es difícil atravesar ese valle de oscuridad, aunque sabemos que Cristo está allí para conducirnos hasta salir de ese valle. Siento una gran compasión por Job, quien no tuvo amigos amorosos que lo ayudaran a salir.

En lo natural, un pastor muchas veces tiene que guiar a sus ovejas a través de un valle habitado por animales feroces, y debe proteger y consolar a las ovejas en ese momento. Yo diría que la única manera en la que se desarrolla esta habilidad de conducir a otros a través de la experiencia por el valle es el haber pasado uno mismo por esa experiencia. Aquellos que han pasado por ella saben lo que es experimentar la soledad del valle, dándose cuenta de que solo Jesús puede hacer que atraviesen el valle sin peligro y que solo Él les puede prevenir de una muerte prematura.

Yo motivaría a cada líder a aprender de la experiencia del valle por la cual el Señor lo conduzca. “No desperdicies tus penas” (como tituló su libro un santo). Eso le ayudará al líder a fortalecer a otros cuando ellos pasen por el valle. Los sacará del otro lado y, debido a sus propias experiencias en el valle, ellos podrán ser levantados a un plano espiritual más alto que aquel que hubieran heredado de no haber pasado por ahí.