Literatura de otro mundo (traducido) - Ernesto Bozzano - E-Book

Literatura de otro mundo (traducido) E-Book

Ernesto Bozzano

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Beschreibung

- Esta edición es única;
- La traducción es completamente original y se realizó para el Ale. Mar. SAS;
- Todos los derechos reservados.

En este texto el autor analiza 12 casos de psicografías -es decir, dictadas por entidades que se autocalifican como espíritus de los muertos- cuyos sucesos van más allá de la explicación obvia de la actividad debida a la autosugestión o al procesamiento rudimentario de los sueños. En los casos descritos y analizados una serie de indicios sólidos parecen permitir la atribución de los escritos examinados a intervenciones externas al medio. Partimos, pues, de la experiencia de Enrichetta Beecher-Stowe y su famosa novela La cabaña del tío Tom, de la de Francesco Scaramuzza y sus obras dictadas nada menos que por Ludovico Ariosto y Goldoni. Luego hablamos de la conclusión de la novela Edwin Drood, que quedó inconclusa, y que fue dictada al medio directamente por Dickens. Se presta especial atención a las experiencias mediúmnicas de Victor Hugo y Oscar Wilde y a los casos de William Sharp-Fiona Macleod y al aún más intrigante de Patience Worth y la señora Curran. Luego llegamos a los voluminosos Escritos de Cleofás dictados a la señorita Geraldine Cummins, y a los escritos sagrados dictados al reverendo Bush que provienen directamente de espíritus que vivieron en la época de Cristo.
El texto se caracteriza por el particular estilo de Bozzano, que siempre se esfuerza por tratar los sucesos "supernormales" con métodos y lenguaje lo más parecido posible a los del análisis científico clásico.

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ÍNDICE

 

PREFACIO

LITERATURA DE OTRO MUNDO

Caso I.

Caso II.

Caso III.

Caso IV.

Caso V.

Caso VI.

Caso VII.

Caso VIII.

Caso IX.

Caso X.

Caso XI.

Caso XII.

 

 

Ernesto Bozzano

Literatura de otro mundo

Edición y traducción 2021 Ale. Mar.

Todos los derechos reservados

PREFACIO

Ernesto Bozzano nació en Génova el 9 de enero de 1862. Desde sus primeros años mostró una marcada afición al estudio, que le llevó de la literatura a la filosofía científica entonces en boga. Entre los filósofos, Spencer en particular le había atraído por la universalidad de su mente y su obra.

Sin embargo, en 1891, recibió una carta del psicólogo francés Prof. Ribot, en la que le anunciaba una nueva revista - Annales des Sciences Psychiques - fundada entonces por el Prof. Carlo Richet. El profesor Ribot instó a Bozzano a leer detenidamente el contenido y a expresar su opinión al respecto. El resultado fue desastroso, porque Bozzano, imbuido de la filosofía científica de la época, consideró "escandaloso" que se hablara de transmisión telepática del pensamiento a grandes distancias y, en todo caso, de percepción extrasensorial en general.

El profesor Rosenbach, de Petersburgo, escribió un artículo en la Revue Philosophiqu en el que despotricaba contra la intromisión de estas nuevas experiencias telepáticas en el sagrado recinto de la psicología oficial, pero lo hizo con tal deficiencia y pobreza de argumentación que Bozzano se dijo: "Si estas son las objeciones, entonces la cuestión planteada por la Investigación Psíquica subsiste con toda su fuerza.Por lo tanto, hay un gran problema que hay que resolver con nuevos métodos y datos: el problema del Alma. Tal vez dedicaré mi vida a su investigación.

Así fue. A partir de 1891 y hasta su muerte, durante 53 años, vivió y trabajó, encerrado en una habitación y acogido por sus hermanos, exclusivamente en favor de su amada ciencia -la Metapsíquica- de la que se convertiría en uno de sus más ilustres representantes.

Las consecuencias de 53 años ininterrumpidos y perseverantes de estudio fueron:

su nombramiento como miembro honorario de la "Society for Psychical Research", en sus dos secciones, inglesa y americana, y del "Institut Métapsychique International", así como su colaboración a Luz y Sombra, la "Revue Spirite", la "Revue Métapsychique", Psychica, Luz, la Gaceta Psíquica Internacional, Los Dos Mundos, etc;

su fama como el mayor estudioso vivo de los fenómenos metapsíquicos; fama que fue unánimemente reconocida por las principales autoridades de la metapsíquica, así como por elementos representativos de otras actividades conceptuales; una serie de trabajos, a partir de 1903, hasta su muerte. Quiero señalar que en los años de la última guerra, al no poder recibir más libros o reseñas del extranjero, ni colaborar con artículos a las revistas, emprendió la tarea de rehacer y actualizar, cuadruplicando su tamaño, aquella maravillosa serie de monografías que se habían publicado al principio en Luce y Ombra o en revistas especializadas anglo-francesas-americanas.

Ahora estoy publicando esta serie de monografías en la serie de Estudios Metapsíquicos dirigida por mí (Editorial Europa, Verona).

Letteratura d'Oltretomba es precisamente una de las diecisiete que Bozzano, amigo y maestro, me dio en 1943 con el encargo de publicarlas tras su muerte. Letteratura d'Oltretomba es una de estas exploraciones magistrales en el campo de los fenómenos más extraordinarios de la mente.

Las obras de Bozzano no necesitan ningún comentario particular: su prosa es incisiva, lúcida, fluida, sobre todo clara, inequívoca, inconfundible. Incluso el lector mediocremente versado en estos temas, se siente inmediatamente transportado por la fuerza del pensamiento lógico y la agudeza de las ideas.

He dicho que su fama fue mundial, como lo demuestra el hecho de que sus libros se tradujeron al inglés, francés, alemán, español, portugués, holandés, griego, rumano, serbio e incluso catalán.

De todas sus obras, durante los años de la última guerra, consiguió poner al día diecisiete; sin embargo, quedaban otras nueve, que quiso confiar a mis manos, junto con toda su gran biblioteca metapsíquica y todos sus papeles privados, para que yo me encargara de su recopilación definitiva.

Creo que no falto a la reverencia hacia el Maestro al dar a conocer una pequeña nota mecanografiada, que encontré entre los papeles que heredé; una nota que él había anotado exclusivamente para sí mismo. Dice así:

"El profesor Ismael Gomes Braga dice de mí:- "Bozzano va más allá de su tiempo; su hora está en el trabajo; la gloria vendrá mañana..." (Revue Spirite, 1934,p. 311).

"Olvidémonos de la "gloria" -comenta Bozzano- a la que nunca he aspirado, pero la observación de Braga me ha llamado la atención, porque por mi parte siempre he estado persuadido de no trabajar para mi generación, sino para la posteridad, que encontrará en mis obras un tesoro inagotable de hechos, así como consideraciones e intuiciones indispensables si queremos erigir sobre cimientos inamovibles el Templo de la nueva "Ciencia del Alma"".

El profesor Charles Richet no se expresó de otro modo cuando escribió a Bozzano:

"...y ahora quiero hablarte en confianza. Es cierto lo que has supuesto. Lo que ni Myers, ni Hodgson, ni Hyslop, ni Sir Oliver Lodge han podido conseguir, lo has logrado tú con tus magistrales monografías que siempre leo con religiosa atención. Hacen un extraño contraste con las teorías caliginosas que abarrotan nuestra ciencia. Cree, te ruego, en todos mis sentimientos de desagrado y conocimiento",

Fue el propio profesor Richet quien subrayó esta última palabra.

Ernesto Bozzano murió en Génova el 24 de junio de 1943: un gran espíritu ha dejado la tierra; pero su obra vive y vivirá entre nosotros como uno de los signos más elevados y benéficos de la mente humana. El gran consolador de almas ha vuelto a su reino.

Gastone De Boni.

LITERATURA DE OTRO MUNDO

Entre las múltiples formas que adoptan las manifestaciones mediúmnicas de orden inteligente, está también la de la manifestación de obras literarias, a veces muy voluminosas, dictadas psicográficamente por entidades que afirman los "espíritus de los difuntos".

No es el caso de observar que muchas de estas producciones mediúmnicas no resisten al análisis crítico más superficial, demostrando ser claramente el resultado de una elaboración onírico-subconsciente tosca y más o menos ramplona, con personificaciones sonámbulas concretadas por sugestión o autosugestión; personificaciones que no pueden hacer otra cosa que aprovechar los recursos de cultura e ingenio inherentes a las personalidades conscientes de las que derivan, con la consecuencia de que las obras literarias de los supuestos espíritus comunicantes resultan a menudo tan rudimentarias como para delatar su origen, eliminando toda duda al respecto.

Esto no impide encontrar junto a los pseudomedios auténticos medios, a través de los cuales se producen a veces obras literarias de gran mérito, que conducen seriamente a la reflexión, ya que no pueden atribuirse en modo alguno a una elaboración subconsciente de la limitadísima cultura general de los medios que las dictaron. Lo que lógicamente lleva a inferir que tales producciones deben atribuirse realmente a intervenciones extrínsecas; tanto más si se considera que a las pruebas en este sentido obtenidas de las características de forma, de estilo, de técnica individual del dictado literario, así como de la identidad caligráfica, se añaden otras importantes pruebas acumulativas, que consisten en detalles personales ignorados por todos los presentes y encontrados como verdaderos, o en citas igualmente verdaderas e ignoradas por todos que se refieren a elementos históricos, geográficos, topográficos, lingüísticos, filológicos, a veces de orden complejo y casi siempre raros; así como en minuciosas, coloridas y vivas descripciones del entorno y las costumbres de pueblos muy antiguos; circunstancias todas ellas que no pueden explicarse en modo alguno con la cómoda hipótesis del surgimiento subconsciente de conocimientos adquiridos por el médium y luego olvidados (criptomnesia).

El objetivo del presente trabajo es analizar las principales manifestaciones del género, sobre todo porque hoy en día se obtienen dictados que tienen un alto valor teórico en un sentido decididamente espiritualista.

En este orden de manifestaciones, muy poco de importancia teórica se logró en el pasado; sin embargo, no puedo abstenerme de mencionarlo brevemente.

* * *

Caso I.

Y empiezo con un caso de transiciones, en el que no se sabría a qué solución remitirse para juzgar si la forma en que una obra literaria famosa fue extrínseca, debe atribuirse a intervenciones extrínsecas, o a un estado de sobreexcitación psíquica bastante común en las "crisis de inspiración" a las que están sometidas las personalidades brillantes.

En cualquier caso, el caso parece interesante e instructivo, dada la fama de la autora y la gran influencia que la obra literaria a la que alude ejerció en los acontecimientos históricos y sociales de una gran nación. Me refiero a la famosa escritora Enrichetta Beecher-Stowe, y a su célebre novela: "La cabaña del tío Tom", que contribuyó efectivamente a la abolición de la esclavitud en Estados Unidos.

El entorno familiar en el que vivía Enrichetta Beecher-Stowe podía considerarse extremadamente favorable a las intervenciones espirituales. El profesor James Roberton, escribiendo en el "Light" (1904, p. 388), observa:

"Su marido, el profesor Stowe, era un médium clarividente. A menudo veía fantasmas de los muertos a su alrededor, y esto de una manera tan distinta y natural que a veces le resultaba difícil discernir los "espíritus encarnados" de los desencarnados.

En cuanto a la señora Beecher-Stowe, ella misma era una gran psíquica, sujeta a frecuentes ataques de "depresión nerviosa", con "ausencia psíquica" fásica, y había abrazado con entusiasmo el movimiento espiritista que se había iniciado en América algunos años antes.

Con respecto a su gran novela, "La cabaña del tío Tom", tomo de "Light" (1898, p. 96) los siguientes datos:

"La Sra. Howard, amiga íntima de la Sra. Beecher-Stowe, da la siguiente información sugestiva sobre la forma en que se dictó esta famosa novela. Los dos amigos estaban de viaje y se detuvieron durante la noche en Hartford de camino a la casa de la señora Perkins, hermana de Stowe. Ambos dormían en la misma habitación. La señora Howard se había desnudado inmediatamente y desde su cama observaba a su amiga que se demoraba en peinar automáticamente su cabello rizado, mostrando en su aspecto un estado de intensa concentración mental".

En este punto, el narrador continúa así:

"Esta mañana he recibido cartas de mi hermano Edoardo, que está preocupado por mí, porque teme que todas estas alabanzas, toda esta fama creada en torno a mi nombre, no despierten en mí un resplandor de orgullo, en grave detrimento de mi alma cristiana". Al decir esto, dejó el peine y exclamó con voz apasionada: "¡Bonita alma, ese hermano mío! Pero no le importaría si supiera que yo no escribí ese libro". - "¿Cómo es eso?" - pregunté asombrado, - "¿no fuiste tú quien escribió La cabaña del tío Tom?" - "No", respondió, "simplemente tomé nota de lo que vi". - "¿Qué quieres decir con eso? Nunca has visitado los Estados del Sur". "Eso es cierto; pero todas las escenas de mi novela, una tras otra, se desplegaron ante mi visión, y yo sólo describí lo que vi". - Entonces le pregunté: "¿Ha expuesto al menos la trama de los acontecimientos?". - "En absoluto" -contestó-, "su hija Annie me reprochó haber provocado la muerte de Evangelina; pero yo no tuve la culpa y no pude evitarlo. Sentí como si la persona más querida de mi familia hubiera muerto; y cuando ella murió, me afectó tanto que no pude tomar la pluma durante más de quince días. - Entonces pregunté: "¿Sabías que el pobre tío Tom también tuvo que morir? - Él respondió: "Sí, lo sabía desde el principio, pero no sabía cómo iba a morir. Cuando llegué a este punto de mi historia, no tuve más visiones durante algún tiempo.

En otro número de la misma revista (1918, p. 315) se informa del siguiente período sobre el mismo tema:

"Una tarde, hacia el atardecer, la señora Beecher-Stowe paseaba sola, como de costumbre, por el parque. El capitán X. la vio, se acercó a ella y, quitándose respetuosamente el sombrero, le habló así: "En mi juventud también leí, con inmensa emoción, La cabaña del tío Tom. Permítame estrechar la mano de quien escribió la memorable novela". - La septuagenaria autora le tendió la mano, observando con viveza: "Yo no lo he escrito". - "¡Cómo! ¿No lo has escrito tú?" - preguntó el asombrado capitán, "Entonces, ¿quién lo hizo?". - Y añadió: "Dios lo escribió, y es Él quien me lo dictó".

En el primero de los pasajes citados hay una emergencia espontánea desde el subconsciente del escritor de visiones cinematográficas que indican el desarrollo de la acción de la novela; esto presenta grandes analogías con las formas en que otros escritores de genio, como Dickens y Balzac, dictaban sus novelas. Estos últimos, a su vez, veían desarrollarse ante su visión subjetiva los personajes y las escenas que habían imaginado. La diferencia entre sus visiones y las de Beecher-Stowe residiría precisamente en esta última circunstancia: que ellas asistieron al desarrollo de acontecimientos creados y dirigidos por su imaginación consciente, mientras que Beecher-Stowe asistió pasivamente al desarrollo de acontecimientos que ella no había creado, y que a menudo resultaron estar en absoluto contraste con su voluntad, que nunca habría hecho morir a las dos santas criaturas descritas en su novela. Este hecho es importante, y tendería a diferenciar las visiones subjetivas comunes a los escritores de genio, de las de Beecher-Stowe, así como las "objetividades tipo" estereotipadas y automáticas, tal como se obtienen por sugestión hipnótica, no tienen nada en común con las personalidades mediúmnicas independientes y de libre actuación, tal como las manifiestan los médiums reales.

Y la presunción de que no se trataba de visiones puramente subjetivas adquiere mayor eficacia a raíz del segundo de los pasajes citados, en el que Beecher-Stowe afirma explícitamente que transcribió su novela como si se la hubieran dictado. Esto demostraría que la célebre escritora era una médium; circunstancia que concordaría con la otra señalada por sus biógrafos, de que estaba sujeta a "fases de ausencia psíquica", que presumiblemente eran estados de "trance" incipientes.

Desde otro punto de vista, observo que la exclamación de Beecher-Stowe: "¡Dios lo ha escrito!" implica que el dictado mediúmnico fue expresado de forma anónima; es decir, el agente espiritual había ocultado su propia individualidad, presumiblemente contento de cumplir en la Tierra la misión asumida de contribuir eficazmente, mediante un relato conmovedor hasta el desgarro, a la gran obra humanitaria de la redención de una raza oprimida.

Todo esto me pareció lícito inducirlo a partir de lo expuesto; pero no insisto en ello, ya que las inducciones en sí mismas no resultan suficientes para concluir a favor del origen extrínseco de la novela considerada. Sin embargo, es útil observar que las bases en las que se apoyan las inducciones a favor de una explicación puramente subjetiva de los estados de ánimo en los que se encontraba la escritora cuando dictó su gran novela, parecen más deficientes al análisis que la interpretación espiritista de las mismas.

Caso II.

Paso a relatar un segundo caso del tipo ocurrido en Italia hace muchos años; y es un caso que ya no puede definirse como un caso de transiciones como el anterior, y esto especialmente porque en él no se encuentra la incertidumbre teórica derivada del hecho de la personalidad comunicante que no revela su presencia. En este último episodio, por el contrario, las personalidades mediúmnicas que operan declaran explícitamente ser suyas; pero se encuentra que desde el punto de vista probatorio, las modalidades con las que se expresan los dictados mediúmnicos son tan escasas, que despiertan muchas más dudas que en el caso anterior.

El profesor Francesco Scaramuzza era director de la Academia de Bellas Artes de Parma, donde enseñaba pintura, arte en el que había alcanzado una considerable excelencia. Sin embargo, se vio privado de la cultura literaria, ya que a los catorce años dejó de asistir a la escuela, teniendo que pensar en ganarse la vida. En su juventud se interesó durante mucho tiempo por las experiencias del magnetismo animal, que había practicado con buen éxito. Se hizo espiritista a una edad avanzada, y a los 64 años se convirtió en médium de la escritura, pero sólo durante tres años (1867-1869). Durante este corto periodo de tiempo dictó con una rapidez vertiginosa una enorme cantidad de obras poéticas de todo tipo. Entre ellos, cabe destacar un voluminoso poema en ottava rima (29 cantos y 3000 octavas), que lleva por título "Il Poema Sacro", y dos comedias en verso, cuyo autor habría sido el espíritu de Carlo Goldoni; comedias vivas, brillantes, magistralmente escritas, que revelan todo el sabor del arte de Goldoni.

Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la autoría del voluminoso "Poema sagrado", que se dice que le regaló el gran poeta Lodovico Ariosto. El poema trata muchos temas, como la naturaleza de Dios, la génesis del Universo, la creación de los soles y los mundos, los orígenes de la Vida en los mundos, los propósitos de la Vida y el destino del espíritu individual como resultado del tránsito en la Vida encarnada. Aquí y allá se encuentran imágenes magníficas, completas y grandiosas, pero siempre están expresadas en un lenguaje pobre y dispuestas en versos evolutivos y pedestres. Las concepciones cosmogónicas que allí se enseñan parecen ser racionales y aceptables; a veces se elevan a verdaderas alturas filosóficas, como cuando se menciona la inmanencia de Dion en el universo, que se revelaría a los mortales en forma de "Movimiento"; y como cuando se analizan el Tiempo y el Espacio, atributos de Dios, porque son tan infinitos como Dios; lo que de deducción en deducción lleva a la personalidad mediúmnica comunicadora a referirse a una concepción que se identifica con la hipótesis del "Dios Eterno".

Casi se siente un sentimiento de despecho al ver pensamientos filosóficos sublimes expresados en un verso tan pedestre, y en una forma tan lamentablemente vulgar. Sin embargo, los versos siempre corren, y las rimas son casi siempre espontáneas; lo que revela una indudable afinidad con la técnica del verso en la personalidad mediúmnica comunicadora. La médium comunicadora se queja a menudo del médium que reviste de forma poética las ideas que transmite, y añade que no puede impedirlo. Hay que reconocer que en estas afirmaciones de la personalidad comunicadora hay una base de verdad, pues están de acuerdo con los conocimientos actuales adquiridos sobre este tema a partir de la experiencia de la transmisión telepática del pensamiento, que demostró que el pensamiento sólo pertenece a la mentalidad del agente, mientras que la forma de la que se reviste pertenece a la elaboración subconsciente del receptor. Por lo tanto, hay que deducir que si, como en nuestro caso, el médium es una persona sin formación literaria, no puede dejar de interpretar muy mal los conceptos que le transmite telepáticamente el médium comunicador.

Esto es lo que se puede invocar a favor del origen extrínseco de este "Poema Sagrado", que, si induce a la perplejidad a pesar de las grandes deficiencias de la forma, se debe a la elevación filosófica de algunas de sus partes. Sin embargo, desde el punto de vista de la identificación personal del autodenominado espíritu comunicador, hay que reconocer que no se encuentra nada en él que pueda apoyar indirectamente la suposición de que pueda ser realmente el poeta Luigi Ariosto, salvo la belleza de algunas imágenes, aunque constantemente desperdiciadas por la vulgaridad de la forma.

Al mismo tiempo, también hay que reconocer francamente que si se quiere atribuir el conjunto a las facultades de elucubración artística inherentes al subconsciente del médium que lee, la cuestión no deja de parecer bastante oscura y embarazosa; pues el médium no sólo estaba desprovisto de cultura literaria, sino que no sabía nada de ciencia y filosofía. ¿De dónde viene, pues, la grandiosa inspiración de estas partes de su sistema cosmogónico? Tampoco hay que olvidar el hecho asombroso del medio que en sólo tres años, además del "Poema Sagrado" en 29 cantos y 3000 octavas (que forma un volumen de 915 páginas), dictó dos comedias en verso atribuidas a Carlo Goldoni, trece larguísimas novelas también en verso; dos cánticos en tercetos de Dante; un melodrama, una tragedia, cinco canciones lúdicas firmadas por su tío fallecido que fue poeta lúdico en vida, y finalmente un gran volumen de lírica.

Enorme producción poética, siempre deficiente en la forma, pero a menudo buena, a veces excelente por el fondo, por las imágenes, por la profundidad del pensamiento filosófico. Sin embargo, estoy francamente de acuerdo en que no es el caso de demorarse más en comentar la producción mediúmnica de Scaramuzza, ya que no presenta datos suficientes para hacer inferencias más o menos legítimas a favor de una u otra de las hipótesis explicativas antagónicas que se disputan el campo en la metapsíquica. Probablemente ninguna de las dos hipótesis en cuestión podría ser válida por sí sola; de ahí que uno se vea inducido a concluir que, en casos de la naturaleza expuesta, las interferencias subconscientes podrían estar inextricablemente entrelazadas con irrupciones fugaces de inspiración sobrenormal, cuya naturaleza no es, todavía, definible.

Caso III.

Y aquí, después de haber tratado un caso ocurrido en Italia, mencionaré otro muy reciente ocurrido en un grupo de experimentadores en Lombardía, en el que se manifestó una entidad que afirmaba el espíritu de un escritor que murió muy joven, hace algunos años. Durante su vida, había sido un novelista brillante, con unas características personales de estilo, forma y fervorosa imaginación difíciles de imitar. Ahora bien, sucedió que la entidad en cuestión, a modo de prueba de identificación personal, llevó a dictar varias novelas en toda conformidad con las escritas en vida. Estos documentos mediúmnicos fueron publicados, y la persona a la que debemos la iniciativa, había enviado el folleto al escritor, quien quedó impresionado por la indiscutible identidad de técnica literaria e imaginación creativa entre el novelista vivo y el ente comunicador; por lo que se propuso analizar en profundidad el importante caso en esta monografía. Pero sucedió que los familiares del escritor fallecido se opusieron recientemente a la divulgación del folleto, por lo que el editor se vio obligado a retirarlo de la circulación, y se me prohibió hablar de él. Esto es deplorable, ya que se trataba de documentos mediúmnicos de los que surgieron puntos de comparación inusualmente instructivos y sugerentes.

Me consuelo pensando que como ninguna voluntad humana podría impedir que el difunto siguiera manifestándose dictando producciones literarias con el fin de probar su supervivencia, así sucederá que se acumularán más pruebas y el caso de la identificación del escritor fallecido será más adecuado que nunca, mientras esperamos el día en que se levante el injustificado "veto", ya sea por resipiscencia de quienes lo impusieron, o por otras razones.