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En esta historia breve, Agatha Christie explora el problema de los crímenes impunes, y los errores al considerar inocente a un culpable o viceversa. En el famoso Club de los Martes. Henry Clithering, ex comisionado de Scotland Yard, expone un caso no resuelto. El misterio involucra a cuatro sospechosos de quienes no se puede probar ni su culpabilidad, ni su inocencia. Solo se sabe que uno de ellos trabajó en una organización terrorista empeñada en asesinar a la víctima. Gracias a una serie de pistas, Miss Marple logrará identificar al verdadero culpable y desentrañar el misterio.
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Seitenzahl: 25
Veröffentlichungsjahr: 2024
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La conversación giraba en torno a los crímenes no descubiertos e impunes. Cada uno por turno dio su opinión: el coronel Bantry, su simpática y robusta esposa, Jane Helier, el doctor Lloyd e incluso Miss Marple. El único que no habló fue el que, según la opinión de la mayoría, estaba más preparado para hacerlo. Sir Henry Clithering, ex comisionado de Scotland Yard, permanecía sentado en silencio, retorciéndose el bigote, o más bien, acariciándolo, y sonriendo a medias como si tuviera algún divertido pensamiento interior.
—Sir Henry —dijo finalmente la señora Bantry— si no dice algo, gritaré. ¿Hay muchos crímenes que quedan impunes, o no?
—Está pensando en los titulares de los periódicos, señora Bantry: “Scotland Yard falla de nuevo” y, a continuación, la lista de crímenes sin resolver.
—Que, supongo, realmente debe ser un porcentaje muy bajo del total —intervino el doctor Lloyd.
—Sí, los cientos de crímenes que se resuelven y los responsables castigados rara vez se difunden. Pero eso no es precisamente el punto en cuestión, ¿no? Los crímenes no descubiertos y los crímenes que quedan impunes son dos cosas completamente diferentes. En la primera categoría están todos los crímenes de los que Scotland Yard ni siquiera ha oído hablar, los que nadie sabe siquiera que se han cometido.
—Pero supongo que esos no deben ser muchos —acotó la señora Bantry.
—¿No?
—¿Insinúa que sí, sir Henry?
—Yo creo —dijo Miss Marple pensativa— que deben ser muchísimos.
La encantadora anciana, con su aire imperturbable, hizo esta declaración con la mayor calma.
—Mi querida Miss Marple... —dijo el coronel Bantry.
—Por supuesto que muchas personas son estúpidas —se adelantó Miss Marple—. Y a los estúpidos se los descubre hagan lo que hagan. Pero también hay muchas que no lo son y uno se estremece al pensar lo que podrían lograr a menos que tuvieran principios muy arraigados.
—Sí —replicó sir Henry— hay muchísimas personas que no son estúpidas. Muchas veces un crimen sale a la luz por un error insignificante y uno no deja de hacerse siempre la misma pregunta. Si no fuera por eso, ¿alguien lo habría sabido?
—Pero esto es muy serio, Clithering —dijo el coronel Bantry— muy serio, por cierto.
—¿Lo es?
—Pero, ¿por qué la pregunta? Claro que es serio.
—Usted dice que hay crímenes que quedan impunes, pero ¿es así? Tal vez no reciban el castigo de la ley, pero la causa y el efecto funcionan aun fuera de la ley. Decir que cada crimen implica su propio castigo parecerá un lugar es una perogrullada y, sin embargo, no hay nada más cierto.
—Quizás —dijo el coronel Bantry—, pero eso no altera la gravedad...
Se detuvo desorientado. Sir Henry Clithering sonrió.
—Seguramente el noventa y nueve por ciento de las personas comparte su opinión —comentó—. Pero, ¿sabe?, lo que importa no es la culpabilidad, sino la inocencia. Eso es lo que nadie evalúa.
—No entiendo —dijo Jane Helier.