Los dos amigos - Fernán Caballero - E-Book

Los dos amigos E-Book

Fernán Caballero

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Beschreibung

Es una breve narración que doña Cecilia denomina Relación. En realidad de verdad quiere ser un episodio histórico situado el 20 de agosto de 1782, en la gaditana ciudad de San Roque. No quisiera ser apurador de ápices, ni tampoco pecar de ingenuo, pero se me viene a las mientes la muerte del coronel José Cadalso precisamente el 26-11-1782.

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LOS DOS AMIGOS

de

Fernán Caballero

1

Lanzaba el sol sus ardientes rayos sobre una llanura de Andalucía, árida y estéril. No corrían por ella ríos ni arroyos, secas yacían las flores y tiernas plantas de la primavera; sólo verdegueaban allí algunos espinos, len-tiscos y aloes, cuya dureza resiste el rigor de las estaciones. Un furioso levante formaba nubes de polvo, ardiente como lava de vol-cán. -El cielo puro y el día claro parecían son-reírse al dar tormentos a la tierra. -Sólo los ganados del país, con su dura piel, y el ani-moso e impasible español, que desprecia todo padecimiento físico, podían tolerar aquella encendida atmósfera; ellos, durmiendo, y él, cantando!

Veíanse sobre esta llanura el 20 de Agosto de 1782 las muestras de un reciente combate; caballos muertos, armas rotas, plantas pisadas y teñidas de sangre. -A lo lejos desfilaba en buen orden un destacamento inglés. -

A otro lado, el comandante de un escuadrón español ocupábase en formar sus impacientes soldados y sus caballos fogosos, para perse-guir a los ingleses, que, inferiores en número, se retiraban con la calma de vencedores.

En el que había sido campo de batalla, un joven, sentado en una piedra al pie de un acebuche, apoyaba en el tronco su pálido rostro; mientras que otro joven, en cuya fisonomía se manifestaba la más violenta desesperación, arrodillado a sus pies, procuraba detener con un pañuelo la sangre que le co-rría del pecho por una ancha herida.

-¡Ah, Félix, Félix! -exclamaba con la mayor angustia-. ¡Vas a morir, y por mi causa! Has recibido en tu fiel pecho el golpe que me estaba destinado. ¿Por qué, generoso amigo, me libraste de una gloriosa muerte, para en-tregarme a una vida de desesperación y de dolor?

-No te desesperes, Ramiro -le decía su amigo con apagada voz-. Estoy debilitado porque he perdido mucha sangre; pero mi herida no es mortal. Entre tanto, Ramiro, ¿tú no reparas que tu mano, que supo vengarme, está herida también?

-¡Socorros -decía Ramiro sin escucharle-, prontos socorros podrían sólo salvarte! Pero aislados, abandonados como estamos, ¿cómo te los podré procurar? No me encuentro ca-paz de separarme de ti; pero, Félix, morire-mos juntos!!!

En este momento oyeron el galope de un caballo. Ramiro, lleno de ansiedad, dirigió su vista al lado por donde el ruido se sentía, y descubrió a su fiel criado, que habiéndolos perdido en el combate, los buscaba lleno de inquietud.

Félix del Arabal y Ramiro de Lérida perte-necían a dos familias, unidas mucho tiempo hacía por la amistad más sincera. Educados juntos, servían en un mismo regimiento, adonde muy jóvenes pasaron de capitanes, habiendo sido pajes del rey.