Macbeth - William Shakespeare - E-Book

Macbeth E-Book

William Shakespeare

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Beschreibung

Es una tragedia que dramatiza los dañinos efectos, físicos y psicológicos, de la ambición política en aquellos que buscan el poder por sí mismo.
La obra está libremente basada en el relato de la vida de un personaje histórico, Macbeth, quien fue rey de los escoceses entre 1040 y 1057.

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Veröffentlichungsjahr: 2021

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Tabla de contenidos

Personajes

ACTO PRIMERO

Escena I

Escena II

Escena III

Escena IV

Escena V

Escena VI

Escena VII

Escena VIII

Escena IX

Escena X

Escena XI

Escena XII

Escena XIII

Escena XIV

ACTO SEGUNDO

Escena I

Escena II

Escena III

Escena IV

Escena V

Escena VI

Escena VII

Escena VIII

Escena IX

Escena X

Escena XI

Escena XII

Escena XIII

Escena XIV

Escena XV

Escena XVI

Escena XVII

Escena XVIII

Escena XIX

Escena XX

Escena XXI

Escena XXII

ACTO TERCERO

Escena I

Escena II

Escena III

Escena IV

Escena V

Escena VI

Escena VII

Escena VIII

Escena IX

Escena X

Escena XI

Escena XII

Escena XIII

Escena XIV

Escena XV

ACTO CUARTO

Escena I

Escena II

Escena III

Escena IV

Escena V

Escena VI

Escena VII

Escena VIII

Escena IX

Escena X

Escena XI

ACTO QUINTO

Escena I

Escena II

Escena III

Escena IV

Escena V

Escena VI

Escena VII

Escena VIII

Escena IX

Escena X

Escena XI

Escena XII

Escena XIII

Personajes

DUNCAN, REY de Escocia MALCOLM, hijo mayor de Duncan DONALBAIN, hijo menor de Duncan MACBETH…

BANQUO…

MACDUFF, LENOX, sus hijos ROSS y MENTETH, generales de sus ejércitos ANGUS, CATHNESS, nobles escoceses FLEANCE, hijo de Banquo SIWARD, Conde de Nortumberlanda y general de las fuerzas inglesas.

SIWARD EL JOVEN, su hijo SEITON, ayudante de Macbeth Un HIJO DE MACDUFF

Un MÉDICO INGLÉS

Un MÉDICO ESCOCÉS

Un SOLDADO

Un PORTERO

Un VIEJO

LADY MACBETH

LADY MACDUFF

DAMAS de Lady Macbeth HÉCATE y tres BRUJAS

Varios señores, caballeros, oficiales, asesinos, sirvientes y mensajeros.

El espectro de Banquo y otras apariciones.

La acción se supone en Escocia y principalmente en el castillo de Macbeth; menos la última parte del cuarto acto, que pasa en Inglaterra.

ACTO PRIMERO

Escena I

Un erial. — Truenos y relámpagos. — Aparecen TRES BRUJAS.

BRUJA 1ª.— ¿Cuándo nos volveremos a juntar del trueno al son de rayo al fulminar?

BRUJA 2ª.— Cuando la tierra se safe del tumulto y rifirrafe.

BRUJA 3ª.— Cuando la fiera pelea ganada y perdida sea.

BRUJA 1ª.— Antes que se apague el día cumplirá tu profecía.

BRUJA 2ª.— ¿Y adónde acudiremos esa vez?

BRUJA 3ª.— A buscar en los yermos a Macbeth.

(Suena un clarinete).

BRUJA 1ª.— Voy, Graymalkim.

BRUJA 2ª.— Paddock llama.

TODAS.— Bueno es el mal y malo el bien del mundo.

Hendid, hendid la niebla y aire inmundo.

(Desaparecen las brujas).

Escena II

Un campo cercano a Fores. — Suenan dentro cajas y trompetas. — Salen EL REY DUNCAN, MALCOLM, DONALBAIN, LENOX y ACOMPAÑAMIENTO, a reconocer a un SOLDADO que viene herido por la parte opuesta.

DUNCAN.— Quizá saber podremos de ese herido nuevas de la batalla.

MALCOLM.— Es el sargento que la vida arriesgo por rescatarme.

¿Herido mi valiente compañero?

Como quedaba. el campo a tu salida quiere saber su alteza.

SOLDADO.— Asaz de incierto;cuálde dos fatigados nadadores, que su arte ahogan, temerario encuentro.

El traidor Macdonwald, por cierto digno de llamarse rebelde, pues su pecho encierra de la humana villanía cuantas especies aborto el infierno, de las islas remotas de occidente, de Kerns y Gallowglass triples refuerzos condujo al campo; y por su inicua causa la fortuna al principio sonriendo, mozuela del rebelde parecía; mas fue lisonja vana, que el acero de Macbeth invencible (y este nombre gano con sus hazañas) paso inmenso abrió en el seno de la adversa hueste; y humeando en sangre el pavoroso hierro, intrépido Macbeth é infatigable, no ceso de lidiar hasta que al cuello del esclavo alcanzo su ardiente espada y la cabeza derribo del cuerpo.

Ya en nuestros muros enclavada queda.

DUNCAN.— ¡Oh ilustre capitán! ¡Oh noble deudo!

SOLDADO.— A la manera que engendrarse suelen tempestad borrascosa y hondo trueno en el cielo oriental do nace el día, así suele fluir del cauce mismo de dónde brota el bien mal infinito.

Escucha, rey de Escocia: aun no hubieron los veloces kernesses confiado su salud a la fuga; aun incompleto quedaba el alto triunfo que vestida de espléndido valor y de ardimiento alcanzo la justicia, cuando empieza el señor de Noruega más horrendo y más fiero combate al campo baja con peones sin fin y ballesteros.

Y acicaladas armas y caballos en cerrado escuadrón.

DUNCAN.— ¿Y le temieron Macbeth y Banquo?

SOLDADO.— ¡Sí señor! ¡Cual teme el león los rebaños de corderos!

¡Cual águila imperial teme a las bandas de pardas codornices! Nunca vieron más audacia los hombres; parecían flamígeras tormentas; y sus hierros sonaban en los cuerpos enemigos como en el yunque suena el martilleo.

O en la sangre de mil y mil heridas profuso baño buscan, o quisieron otro Golgota hacer del feroz campo.

Pero desmayo; mis heridas siento que imploran ya socorro.

DUNCAN.— Muy bien cuadran tus heridas, soldado, y tus conceptos.

Ambos hablan de honor: llevadle; cuiden de su salud los míos con esmero.

(Se llevan al SOLDADO).

Escena III

Los PRECEDENTES y ROSSE.

DUNCAN.— ¿Quién viene allí?

MALCOLM.— El de Rosse.

LENOX.— Extrañas nuevas anuncia ese mirar vivo é inquieto.

ROSSE.— Salud a vuestra alteza.

DUNCAN.— Valeroso y noble capitán, ¿de dónde bueno?

ROSSE.— De Fife, mi señor, do tremolaban para nuestro desmayo y vilipendio las banderas triunfantes de Noruega.

El mismo soberano, el mismo Sweno, con numerosa banda y el apoyo del aleve Cawdor, rompió el tremendo sanguinario conflicto; hasta que pudo el heroico Macbeth de hierro a hierro medir con él las armas y humillarle y a su audacia imponer pesado freno y arrancar de sus manos la victoria ya cuasi conseguida.

DUNCAN.— Al cielo demos loor y gratitud; hoy nuestras armas venturosas se muestran.

ROSSE.— Los noruegos por treguas claman ya: ni aun sepultura les permitimos dar a los guerreros que abatió nuestra hueste en sus reales, hasta que su monarca como feudo desembolso en San Colmes diez mil piezas para nuestros soldados.

DUNCAN.— Alto precio también di por mi ciega confianza en el infiel Cawdor; proclamen luego los heraldos su muerte; y Macbeth sea de todos sus dominios heredero y de su casa y títulos.

ROSSE.— Cumplidos serán vuestros mandatos.

DUNCAN.— Corto premio para tanta proeza me parece, que aun más gano Macbeth.

MALCOLM.— Señor…

DUNCAN.— Marchemos.

Escena IV

Un páramo. — TRES BRUJAS.

BRUJA 1ª.— ¿Dónde has estado, hermana?

BRUJA 2ª.— Dando a los cerdos muerte.

BRUJA 3ª.— ¿Y dónde tú?

BRUJA 1ª.— La suerte depárame al salir esta mañana a la mujer de un marino.

Estaba la golosa devorando afanosa una y otra castaña; yo me inclino y la barba en la cuja castañas le pedí; mas echome de allí llamándome hechicera y momia y bruja.

Embarcado su esposo para Alepo navega; yo hacia la misma vega también hendiré el aire nebuloso a bordo de una criba; y mi venganza justa trabajara su fusta de la flotante grímpola a la estiva.

BRUJA 2ª.— Yo te regalo un viento.

BRUJA 1ª.— Eres piadosa.

BRUJA 3ª.— Yo una racha espantosa.

BRUJA 1ª.— Y otra que tengo yo soltar intento.

Con fuerzas nunca vistas bramaran las tormentas: mis ráfagas violentas enjugaran los puertos como artistas.

Ajitara mi anhelo cuantos tiene la náutica cuadrantes; crujirán resonantes los tempestuosos ámbitos del cielo.

No hospedaran sus ojos al sueño ni de noche ni de día; ni lograra descanso ni alegría; ni le darán las horas más que enojos.

Y ya que su bajel por mis reproches no pueda fracasar, vigilia, espantos, agitación padecerá y quebrantos por nueve veces nueve siete noches.

Mirad qué traigo aquí.

BRUJA 2ª.— Enseña, enseña.

BRUJA 1ª.— El pulgar del piloto que volvía, y cuando ya su casa descubría viéndola naufrago sobre una peña.

(Suenan cajas).

BRUJA 3ª.— Los tambores.

BRUJA 2ª.— Tambores.

BRUJA 3ª.— Macbeth viene.

TODAS.— Las hermanas profetisas fuera en vano perseguir por la tierra o por el mar; o en las brisas las divisas

de su arcano

escudriñar.

Tres por ti

y tres por mí.

Tres veces tres

son nueve. ¡Sí!

y el número llego y el encanto a la par se consumó.