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Un mar embravecido. Un barco fantasma. Un manuscrito que nunca debía ser leído... 🕯️📜 "Manuscrito hallado en una botella" es una de las obras más enigmáticas y atmosféricas de Edgar Allan Poe, precursor del horror cósmico y maestro de lo inexplicable. Este cuento breve sumerge al lector en una experiencia sensorial y filosófica a bordo de un navío condenado, navegando hacia lo desconocido. 🌊 ¿Es el océano un espejo del alma… o una puerta hacia otro mundo? Esta edición en español ofrece una traducción clara y fiel al estilo de Poe, perfecta para quienes buscan suspenso, simbolismo y narrativa introspectiva en un relato de alta tensión. 💬 Comentarios de lectores: "Una historia escalofriante que deja más preguntas que respuestas." "Impresionante por su atmósfera, poderosa por su ambigüedad." ⭐⭐⭐⭐⭐ 🎯 Ideal para: Amantes del terror náutico y relatos filosóficos Lectores de Lovecraft, Joseph Conrad y Herman Melville Estudiantes de literatura clásica, narrativa gótica y cuentos de horror existencial Embárcate en un viaje sin retorno con uno de los relatos más inquietantes de Poe. ⛵💀
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Seitenzahl: 18
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Qui n'a plus qu'un moment à vivre
N'a plus rien à dissimuler.
Auinault - Atys
Sobre mi país y mi familia tengo poco que decir. Un trato injusto y el paso de los años me han alejado de uno y malquistado con la otra. Mi patrimonio me permitió recibir una educación poco común y una inclinación contemplativa permitió que convirtiera en metódicos los conocimientos diligentemente adquiridos en tempranos estudios. Pero por sobre todas las cosas me proporcionaba gran placer el estudio de los moralistas alemanes; no por una desatinada admiración a su elocuente locura, sino por la facilidad con que mis rígidos hábitos mentales me permitían detectar sus falsedades. A menudo se me ha reprochado la aridez de mi talento; la falta de imaginación se me ha imputado como un crimen; y el escepticismo de mis opiniones me ha hecho notorio en todo momento. En realidad, temo que una fuerte inclinación por la filosofía física haya teñido mi mente con un error muy común en esta época: hablo de la costumbre de referir sucesos, aun los menos susceptibles de dicha referencia, a los principios de esa disciplina. En definitiva, no creo que nadie haya menos propenso que yo a alejarse de los severos límites de la verdad, dejándose llevar por el ignes fatui de la superstición. Me ha parecido conveniente sentar esta premisa, para que la historia increíble que debo narrar no sea considerada el desvarío de una imaginación desbocada, sino la experiencia auténtica de una mente para quien los ensueños de la fantasía han sido letra muerta y nulidad.
Después de muchos años de viajar por el extranjero, en el año 18… me embarqué en el puerto de Batavia, en la próspera y populosa isla de Java, en un crucero por el archipiélago de las islas Sonda. Iba en calidad de pasajero, sólo inducido por una especie de nerviosa inquietud que me acosaba como un espíritu malévolo.
Nuestro hermoso navío, de unas cuatrocientas toneladas, había sido construido en Bombay en madera de teca de Malabar con remaches de cobre. Transportaba una carga de algodón en rama y aceite, de las islas Laquevidas. También llevábamos a bordo fibra de corteza de coco, azúcar morena de las Islas Orientales, manteca clarificada de leche de búfalo, granos de cacao y algunos cajones de opio. La carga había sido mal estibada y el barco escoraba.