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El mar esconde secretos que ningún hombre debería descubrir. Publicado en 1833, Manuscrito hallado en una botella fue el relato con el que Edgar Allan Poe ganó el premio del Baltimore Saturday Visiter, marcando el inicio de su carrera literaria. La historia narra el extraño viaje de un hombre a bordo de un barco condenado a un destino misterioso en alta mar. Con atmósfera oscura y un final inquietante, es un clásico que mezcla aventura náutica con lo sobrenatural. Por qué los lectores lo disfrutan: Primer gran éxito de Poe. Relato premiado que consolidó su talento literario. Misterio marítimo. Una narración que combina lo gótico con la aventura. Estilo visionario. Un cuento donde el mar se convierte en símbolo del infinito y lo desconocido. Un legado inmortal Manuscrito hallado en una botella sigue siendo una obra fascinante, perfecta para los amantes de los relatos de misterio, lo sobrenatural y la narrativa marinera. ✨ Embárcate en un viaje donde el mar es abismo y el destino es misterio. 👉 Haz clic en "Comprar ahora" y añade Manuscrito hallado en una botella de Edgar Allan Poe a tu colección de clásicos góticos.
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Seitenzahl: 18
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Qui n'a plus qu'un moment à vivre
N'a plus rien à dissimuler.
Auinault - Atys
Sobre mi país y mi familia tengo poco que decir. Un trato injusto y el paso de los años me han alejado de uno y malquistado con la otra. Mi patrimonio me permitió recibir una educación poco común y una inclinación contemplativa permitió que convirtiera en metódicos los conocimientos diligentemente adquiridos en tempranos estudios. Pero por sobre todas las cosas me proporcionaba gran placer el estudio de los moralistas alemanes; no por una desatinada admiración a su elocuente locura, sino por la facilidad con que mis rígidos hábitos mentales me permitían detectar sus falsedades. A menudo se me ha reprochado la aridez de mi talento; la falta de imaginación se me ha imputado como un crimen; y el escepticismo de mis opiniones me ha hecho notorio en todo momento. En realidad, temo que una fuerte inclinación por la filosofía física haya teñido mi mente con un error muy común en esta época: hablo de la costumbre de referir sucesos, aun los menos susceptibles de dicha referencia, a los principios de esa disciplina. En definitiva, no creo que nadie haya menos propenso que yo a alejarse de los severos límites de la verdad, dejándose llevar por el ignes fatui de la superstición. Me ha parecido conveniente sentar esta premisa, para que la historia increíble que debo narrar no sea considerada el desvarío de una imaginación desbocada, sino la experiencia auténtica de una mente para quien los ensueños de la fantasía han sido letra muerta y nulidad.
Después de muchos años de viajar por el extranjero, en el año 18… me embarqué en el puerto de Batavia, en la próspera y populosa isla de Java, en un crucero por el archipiélago de las islas Sonda. Iba en calidad de pasajero, sólo inducido por una especie de nerviosa inquietud que me acosaba como un espíritu malévolo.
Nuestro hermoso navío, de unas cuatrocientas toneladas, había sido construido en Bombay en madera de teca de Malabar con remaches de cobre. Transportaba una carga de algodón en rama y aceite, de las islas Laquevidas. También llevábamos a bordo fibra de corteza de coco, azúcar morena de las Islas Orientales, manteca clarificada de leche de búfalo, granos de cacao y algunos cajones de opio. La carga había sido mal estibada y el barco escoraba.