Memorias de la Guerra del 47 - Ulysses S. Grant - E-Book

Memorias de la Guerra del 47 E-Book

Ulysses S. Grant

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Beschreibung

Estamos ante una selección de tres capítulos relacionados con la guerra México-Estados Unidos (1846-1848) del libro The Personal Memoirs of Ulysses S. Grant. Los capítulos 3, 11 y 12 que integran esta traducción original al español están dedicados, respectivamente, a las causas de la guerra mexicana, el avance sobre la Ciudad de México y la ocupación final de la capital del país en septiembre de 1847. El autor fue protagonista de algunas de las principales batallas de este conflicto y ofrece un testimonio excepcional de cada una de ellas, sorprendentemente detallado considerando que fue redactado casi cuarenta años después de los acontecimientos.

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Seitenzahl: 74

Veröffentlichungsjahr: 2025

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COLECCIÓNPEQUEÑOS GRANDES ENSAYOS

Universidad Nacional Autónoma de MéxicoCoordinación de Difusión CulturalDirección General de Publicaciones y Fomento Editorial

ÍNDICE

PRESENTACIÓN

CAPÍTULO 3. VIDA MILITAR. CAUSAS DE LA GUERRA MEXICANA. EL CAMPAMENTO SALUBRIDAD

CAPÍTULO 11. EL AVANCE SOBRE LA CIUDAD DE MÉXICO. LA BATALLA DE CONTRERAS. EL ATAQUE A CHURUBUSCO. NEGOCIACIONES DE PAZ. LA BATALLA DE MOLINO DEL REY. EL ASEDIO A CHAPULTEPEC. SAN COSME. LA EVACUACIÓN DE LA CIUDAD. EL SALÓN DE LOS MOCTEZUMAS.

CAPÍTULO 12. PROMOCIÓN A PRIMER TENIENTE. CAPTURA DE LA CIUDAD DE MÉXICO. EL EJÉRCITO. LOS SOLDADOS MEXICANOS. NEGOCIACIONES DE PAZ

CRONOLOGÍA DE ULYSSES S. GRANT

BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA

NOTAS AL PIE

AVISO LEGAL

PRESENTACIÓN

Ulysses S. Grant, el comandante de los ejércitos de la Unión durante la Guerra Civil y presidente de Estados Unidos entre 1869 y 1877, es uno de los personajes más interesantes y polifacéticos del siglo XIX estadunidense. Extraordinario jinete, aspirante frustrado a una cátedra de matemáticas y oficial distinguido por sus méritos durante la guerra contra México (pero venido a menos por su alcoholismo y sus fracasos económicos), en 1855 nadie hubiera podido anticipar que este hombre introvertido, con tendencia a la depresión, sería el principal artífice de la derrota militar de la causa confederada una década después. Su inmensa popularidad le permitió hacerse de la candidatura del Partido Republicano en 1868, bajo la expectativa de que su gobierno consolidaría definitivamente las grandes banderas de la Reconstrucción: la unidad nacional y la igualdad efectiva de todos los ciudadanos. La realidad de su presidencia, sin embargo, fue más que decepcionante: su segundo periodo terminó en medio de una crisis financiera, escándalos de corrupción y una violencia racial creciente. El general Grant alcanzó a disfrutar las mieles del aplauso público durante su extensa gira por Europa, África y Asia al concluir su mandato, pero en 1884 cayó en bancarrota después de apostar todo su capital a un proyecto ferroviario en Oaxaca y a un banco de inversión en Nueva York. Agobiado por un cáncer de garganta que acabó con su vida, Grant dedicó sus últimos meses a redactar un voluminoso libro de memorias, escrito para el gran público, que serviría para saldar sus deudas y proveer de un retiro digno a su esposa. El expresidente murió en julio de 1885, apenas unas semanas después de concluir esta labor, pero sus memorias se convirtieron en un verdadero bestseller desde su primera edición.

Las Memorias personales de Ulysses S. Grant constan de 70 capítulos y una breve conclusión, pero no cubren toda la carrera de su autor; no abordan los ocho años de su presidencia, ni tampoco su gira mundial o los motivos de su bancarrota. Su tema principal es la Guerra Civil y las principales hazañas militares que llevaron al triunfo de la Unión. Los primeros 13 capítulos, no obstante, resultan de sumo interés para el lector mexicano, ya que están dedicados en su mayor parte a los antecedentes, desarrollo y consecuencias de la guerra entre México y Estados Unidos (1846-1848), durante la cual Grant prestó sus servicios bajo el mando de los generales Zachary Taylor y Winfield Scott. Nuestro autor fue protagonista de algunas de las principales batallas de este conflicto –Palo Alto, Resaca de la Palma, Monterrey, Cerro Gordo, Molino del Rey y Chapultepec–, y, por lo tanto, este libro ofrece un testimonio excepcional de cada una de ellas, sorprendentemente detallado si consideramos que fue redactado casi 40 años después de los acontecimientos. Un rasgo que llama la atención de toda la obra es el esfuerzo por retratar generosamente a quienes fueron sus enemigos de armas: desde los soldados rasos mexicanos –a quienes describe como hombres tan valientes como mal alimentados– hasta muchos de sus futuros contrincantes de la Guerra Civil, quienes, al igual que Grant, vivieron su bautismo de fuego en el agreste suelo mexicano.

La selección que proponemos a los lectores incluye únicamente los capítulos 3, 11 y 12, dedicados, respectivamente, a las “causas de la guerra mexicana”, el avance sobre la Ciudad de México y la ocupación final de la capital del país en septiembre de 1847. Más allá de las descripciones de algunas batallas y de su fascinante escenario –un Valle de México predominantemente rural, rodeado de pequeños pueblos y de zanjas “con agua a la altura del pecho”–, lo interesante de estos capítulos es su interpretación de los acontecimientos de 1847 a la luz de la Guerra Civil que revolucionó profundamente a Estados Unidos entre 1861 y 1865. Como ha destacado la historiadora Amy S. Greenberg, la guerra mexicana polarizó a la sociedad estadunidense durante la década de los cincuenta del siglo XIX, pero se desvaneció de la memoria pública tras la derrota de la Confederación sureña.1 ¿Por qué perdió lustre histórico un conflicto bélico que, a fin de cuentas, permitió la expansión del territorio de Estados Unidos hasta las lejanas costas de California? ¿Acaso no merecía un recuerdo tan entusiasta como el de la guerra de Independencia o el de la segunda victoria sobre los ingleses en 1812? La respuesta a estas preguntas tiene que ver con el trauma de la Guerra Civil: si en 1848 era posible celebrar la entrada triunfal de las tropas de Winfield Scott a “los salones de los Moctezumas”, dos décadas más tarde había quedado claro que esta guerra de conquista imperial, impulsada por intereses esclavistas, había sido una de las principales causas del desequilibrio político que desembocó en la secesión de los estados del sur y la eventual pérdida de casi un millón de vidas. Lejos de ser un botón de orgullo patriótico, la invasión de México cobró la forma de una gesta tan lucrativa como injusta y vergonzosa, un pecado nacional cuya expiación fue la Guerra Civil. Ésta es la interpretación que cobró fuerza en el último tercio del siglo XIX y que encontró en Ulysses Grant a uno de sus expositores más elocuentes.

Esta lectura del conflicto queda muy clara desde las páginas dedicadas a explicar la rebelión de Texas y el estallido de la guerra mexicana. Según Grant, “la ocupación, separación y anexión” de Texas fueron, “desde los inicios del movimiento y hasta su consumación final, una conspiración para adquirir territorio a partir del cual pudieran formarse más estados esclavistas en la Unión Americana”. Grant no menciona los incidentes más emblemáticos de la rebelión texana (como la masacre de El Álamo o la batalla de San Jacinto) y en lugar de ello presenta a los colonos angloamericanos de aquel territorio como ocupantes verdaderamente abusivos, que “hacían muy poco caso al gobierno supremo [de México]” y que desde el principio introdujeron la esclavitud, a pesar de que la Constitución mexicana de 1824 “no reconocía esta institución”. Este pecado original de la rebelión llevó al joven oficial Grant a oponerse “vehementemente” a la anexión de Texas en 1845, si bien no tuvo más remedio que aceptar esta medida y pelear por su país durante la guerra contra México, que estalló un año más tarde. Pese a ser un veterano distinguido de este conflicto, Grant reconoció expresamente la iniquidad de sus causas: la guerra provocada por la anexión de Texas, subraya, fue “la más injusta de las que se han peleado entre una nación más fuerte y otra más débil. Fue el caso de una república que siguió el mal ejemplo de las monarquías europeas, sin considerar la justicia en su deseo de adquirir territorios adicionales”.

Al igual que otros críticos del expansionismo triunfante en 1848, Grant sostuvo que la Guerra Civil “fue en gran parte una consecuencia de la guerra contra México”: dado que las naciones, como los individuos, son castigadas por el tamaño de sus transgresiones, Estados Unidos se condenó a sí mismo a “la guerra más sangrienta y costosa de los tiempos modernos”. Una vez dicho esto, Grant no parece interesado en repartir culpas y juzgar a los muertos, sino en hacer una reconstrucción ecuánime y conciliadora del pasado. Esto se advierte, por ejemplo, en su ponderación de la conducta estadunidense tras la derrota mexicana. Para las tropas invasoras, nos dice Grant, México representaba “un imperio de inmenso valor” que podía ser ocupado a perpetuidad. El gobierno de Estados Unidos, sin embargo, decidió no quedarse con todo el país, negoció los términos de la rendición e incluso pagó “una buena suma” por el territorio conquistado, “más de lo que valía o hubiera podido llegar a valer para México”. De igual manera, Grant observa que el general Scott mantuvo la disciplina de sus tropas una vez asegurada la victoria, “emitió órdenes sabias y discretas al gobierno de la ciudad conquistada”, y ofreció garantías de que los ciudadanos mexicanos “serían protegidos mientras se comportaran correctamente”. Fue por ello que, una vez suprimidos los últimos focos de resistencia, la Ciudad de México “se convirtió en un lugar calmado y obediente a la ley”, en el que la gente podía caminar por la calle “sin temor a los invasores”.