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Aristoteles

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Beschreibung

Metafísica es una de las obras más controvertidas de Aristóteles. El nombre es post-aristotélico, generado por Andrónico de Rodas para denominar un conjunto de tratados dispersos y en cierta manera también disímiles.

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Metafísica

Aristóteles

Libro primero

I. -Naturaleza de la ciencia; diferencia entre la ciencia y la

experiencia. -II. La filosofía se ocupa principalmente de la indagación de

las causas y de los principios. -III. Doctrinas de los antiguos sobre las

causas primeras y los principios de las cosas. Tales, Anaxímenes, etc.

Principio descubierto por Anaxágoras, la inteligencia. -IV. Del amor,

principio de Parménides y de Hesíodo. De la Amistad y del Odio de

Empédocles. Empédocles es el primero que ha reconocido cuatro elementos.

De Leucipo y de Demócrito, que han afirmado lo lleno y lo vacío como

causas del ser y del no ser. -V. De los pitagóricos. Doctrina de los

números. Parménides, Jenófanes, Meliso. -VI. Platón. Lo que tomó de los

pitagóricos, en qué difiere el sistema de Platón del de aquéllos.

Recapitulación. -VII. Recapitulación de las opiniones de los antiguos

tocante a los principios. -IX. Refutación de la teoría de las ideas. -X.

Recapitulación final: la Filosofía antigua como primer tanteo científico.

- I -

Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber. El placer

que nos causa las percepciones de nuestros sentidos es una prueba de esta

verdad. Nos agradan por sí mismas, independientemente de su utilidad,

sobre todo las de la vista. En efecto, no sólo cuando tenemos intención de

obrar, sino hasta cuando ningún objeto práctico nos proponemos,

preferimos, por decirlo así, el conocimiento visible a todos los demás

conocimientos que nos dan los demás sentidos. Y la razón es que la vista,

mejor que los otros sentidos, nos da a conocer los objetos, y nos descubre

entre ellos gran número de diferencias (1).

Los animales reciben de la naturaleza la facultad de conocer por los

sentidos. Pero este conocimiento en unos no produce la memoria; al paso

que en otros la produce. Y así los primeros son simplemente inteligentes;

y los otros son más capaces de aprender que los que no tienen la facultad

de acordarse. La inteligencia, sin la capacidad de aprender, es patrimonio

de los que no tienen la facultad de percibir los sonidos, por ejemplo, la

abeja (2) y los demás animales que puedan hallarse en el mismo caso. La

capacidad de aprender se encuentra en todos aquellos que reúnen a la

memoria el sentido del oído (3). Mientras que los demás animales viven

reducidos a las impresiones sensibles (4) o a los recuerdos, y apenas se

elevan a la experiencia, el género humano tiene, para conducirse, el arte

y el razonamiento.

En los hombres la experiencia proviene de la memoria. En efecto,

muchos recuerdos de una misma cosa constituyen una experiencia. Pero la

experiencia, al parecer, se asimila casi a la ciencia y al arte. Por la

experiencia progresan la ciencia y el arte en el hombre (5). La

experiencia, dice Polus (6), y con razón, ha creado el arte, la

inexperiencia marcha a la ventura. El arte comienza, cuando de un gran

número de nociones suministradas por la experiencia, se forma una sola

concepción general que se aplica a todos los casos semejantes. Saber que

tal remedio ha curado a Calias atacado de tal enfermedad, que ha producido

el mismo efecto en Sócrates y en muchos otros tomados individualmente,

constituye la experiencia; pero saber que tal remedio ha curado toda clase

de enfermos atacados de cierta enfermedad, los flemáticos, por ejemplo,

los biliosos o los calenturientos, es arte. En la práctica la experiencia

no parece diferir del arte, y se observa que hasta los mismos que sólo

tienen experiencia consiguen mejor su objeto que los que poseen la teoría

sin la experiencia. Esto consiste en que la experiencia es el conocimiento

de las cosas particulares, y el arte, por lo contrario, el de lo general

(7). Ahora bien, todos los actos, todos los hechos se dan en lo

particular. Porque no es al hombre al que cura el médico, sino

accidentalmente, y sí a Calias o Sócrates o a cualquier otro individuo que

resulte pertenecer al género humano. Luego si alguno posee la teoría sin

la experiencia, y conociendo lo general ignora lo particular en el

contenido, errará muchas veces en el tratamiento de la enfermedad. En

efecto, lo que se trata de curar es al individuo. Sin embargo, el

conocimiento y la inteligencia, según la opinión común, son más bien

patrimonio del arte que de la experiencia, y los hombres de arte pasan por

ser más sabios que los hombres de experiencia, porque la sabiduría está

en todos los hombres en razón de su saber. El motivo de esto es que los unos conocen la causa y los otros la ignoran.

En efecto, los hombres de experiencia saben bien que tal cosa existe,

pero no saben porqué existe; los hombres de arte, por lo contrario,

conocen el porqué y la causa. Y así afirmamos verdaderamente que los

directores de obras, cualquiera que sea el trabajo de que se trate, tienen

más derecho a nuestro respeto que los simples operarios; tienen más

conocimiento y son más sabios, porque saben las causas de lo que se hace;

mientras que los operarios se parecen a esos seres inanimados que obran,

pero sin conciencia de su acción, como el fuego, por ejemplo, que quema

sin saberlo. En los seres inanimados una naturaleza particular es la que

produce cada una de estas acciones; en los operarios es el hábito. La

superioridad de los jefes sobre los operarios no se debe a su habilidad

práctica, sino al hecho de poseer la teoría y conocer las causas. Añádase

a esto que el carácter principal de la ciencia consiste en poder ser

transmitida por la enseñanza. Y así, según la opinión común, el arte, más

que la experiencia, es ciencia; porque los hombres de arte pueden enseñar,

y los hombres de experiencia no. Por otra parte, ninguna de las acciones

sensibles constituye a nuestros ojos el verdadero saber, bien que sean el

fundamento del conocimiento de las cosas particulares; pero no nos dicen

el porqué de nada; por ejemplo, no nos hacen ver por qué el fuego es

caliente, sino sólo que es caliente.

No sin razón el primero que inventó un arte cualquiera, por encima de

las nociones vulgares de los sentidos, fue admirado por los hombres, no

sólo a causa de la utilidad de sus descubrimientos, sino a causa de su

ciencia, y porque era superior a los demás. Las artes se multiplicaron,

aplicándose las unas a las necesidades, las otras a los placeres de la

vida, pero siempre los inventores de que se trata fueron mirados como

superiores a los de todas las demás, porque su ciencia no tenía la

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