Misión vida 90+ - Aníbal Gaviria Correa - E-Book

Misión vida 90+ E-Book

Aníbal Gaviria Correa

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Beschreibung

Anibal Gaviria Correa, presidente de la Asamblea de la Alianza de las Ciudades, propone que la esperanza de vida que corresponde a los conocimientos y a las capacidades de nuestra generación se alcance en cualquier lugar del planeta. Lograr para toda la humanidad 90 o más años de vida es la meta a la que el autor nos compromete. Nos invita a articular colectivamente a las personas, los gobiernos del mundo y las políticas públicas hacia la vida saludable con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) pero con un horizonte tangible, emotivo y humano. Impedir que millones de niños, niñas y jóvenes mueran prematuramente cada año en el mundo por causas evitables. Poner la vida en el centro, como debe ser, ese es el propósito de Misiónvida 90+, un objetivo global por la vida y la equidad.

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Gaviria Correa, Aníbal, 1966-

Misiónvida 90+: un objetivo global por la vida y la equidad / Aníbal Gaviria Correa. – Medellín: Editorial EAFIT, 2023.

148 p. ; 24 cm. – (Ediciones Universidad EAFIT)

ISBN: 978-958-720-870-2

ISBN: 978-958-720-871-9 (versión EPUB)

1. Calidad de vida. 2. Expectativa de vida. 3. Desarrollo humano. 4. Desarrollo económico y social. 5. Mortalidad. 6. Desigualdad social. I. Suárez Giraldo, Cristian, edit. II. Trujillo-Urrego, Catalina, edit. III. Tít. IV. Serie.

304.645 cd 23 ed.

G283

Universidad Eafit- Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas

MISIÓNVIDA 90+

Un objetivo global por la vida y la equidad

Primera edición: noviembre de 2023

© Aníbal Gaviria Correa

© Editorial EAFIT

Carrera 49 7 Sur-50

Tel.: 604 261 95 23, Medellín

https://editorial.eafit.edu.co/index.php/editorial

Correo electrónico: [email protected]

ISBN: 978-958-720-870-2

ISBN: 978-958-720-871-9 (versión EPUB)

DOI: https://doi.org/10.17230/9789587208702lr0

Edición de textos: Henry Horacio Chaves Parra - Javier Restrepo González

Corrección de textos: Catalina Trujillo-Urrego

Análisis y procesamiento de información: Claudia García Loboguerrero

Silvana Zapata Bedoya - Charle Augusto Londoño Henao

Diseño de gráficos: Ana Cristina Pérez Amaya - Margarita Rosa Ochoa Gaviria

Diseño de cubierta y diagramación: Margarita Rosa Ochoa Gaviria

Universidad EAFIT | Vigilada Mineducación. Reconocimiento como Universidad: Decreto 759, del 6 de mayo de 1971, de la Presidencia de la República de Colombia. Reconocimiento personería jurídica: Número 75, del 28 de junio de 1960, expedida por la Gobernación de Antioquia. Acreditada institucionalmente por el Ministerio de Educación Nacional hasta el 2026, mediante Resolución 2158 emitida el 13 de febrero de 2018.

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita de la editorial.

Editado en Medellín, Colombia.

Diseño epub:

Hipertexto – Netizen Digital Solutions

A mi hermano Guillermo, fuente inagotable de inspiración, quien, como los más grandes, entregó su libertad y su vida por otros, seres humanos cercanos, lejanos y anónimos, con el más sublime amor, la fuerza más grande de la humanidad.

Contenido

Prólogo

Emilia Saiz Carrancedo

Introducción

Parte I La desigualdadEl mayor reto de la humanidad

Capítulo 1. Cada vez más riqueza y mayor desigualdad

Capítulo 2. Desigualdad más allá de la economía

Capítulo 3 La tecnología: oportunidad y herramienta para atacar la desigualdad

Capítulo 4. La migración: arriesgarlo todo para escapar de las desigualdades

Parte II. La diferencia en el derecho a la vida es la mayor y más lacerante desigualdad en el planeta

Capítulo 5. El milagro de la vida

Capítulo 6. Entornos que no protegen la vida

Capítulo 7. Covid: un enemigo común, un propósito común: Emilia Saiz Carrancedo

Parte III. Agendas globales comunes: un importante avance

Capítulo 8. De las alianzas para la guerra a las alianzas para la vida

Capítulo 9. Los ODM: Hacia un nuevo milenio sin pobreza

Capítulo 10. Los ODS: más complejidad, menos comunicación

Capítulo 11. Misión Vida

Parte IV. Un objetivo global por la vida y la equidad

Capítulo 12. Que no mueran niños ni jóvenes, no más muertes evitables

Capítulo 13. Aumentar la esperanza de vida: un objetivo ambicioso, pero alcanzable

Capítulo 14. El momento oportuno para un objetivo global

Capítulo 15. La experiencia de nuestros Gobiernos de la Vida

Capítulo 16. El xxi, un Siglo por la Vida

Bibliografía

Lista de gráficos

Lista de acrónimos y siglas

Notas al pie

Prólogo?

Tener los mismos derechos, aspirar a vivir con dignidad y a ser felices con vidas plenas que conlleven retos, pero también oportunidades, sin depender del lugar o territorio donde se viva, es una aspiración utópica con los modelos de desarrollo que se han venido fomentando.

El Pacto para el Futuro de la Humanidad, adoptado en octubre de 2022 por alcaldes, alcaldesas, gobernadores y gobernadoras reunidos en la organización más grande de gobiernos locales y regionales del planeta, afirma que tenemos una pequeña ventana de oportunidad para empujar a un cambio que nos permita vivir de manera sostenible con equidad, igualdad y justicia para todos y todas.

Ese pacto basa la convicción transformadora en la acción colectiva de todas las esferas de gobierno, comunidades y actores. Es el mismo poder colectivo que invoca Aníbal Gaviria Correa, presidente de la Asamblea de la Alianza de las Ciudades, para proponernos que la esperanza de vida que corresponde a los conocimientos y las capacidades de nuestra generación se alcance en cualquier lugar del planeta.

Lograr para toda la humanidad 90 o más años de vida es la meta a la que Gaviria nos compromete. Nos invita a articular colectivamente a las personas y los gobiernos del mundo, las políticas públicas hacia la vida saludable con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como referencia, pero con un horizonte tangible, emotivo y humano. Vivir más y vivir mejor.

Con este objetivo concreto, palpable y reconocible en todas las realidades por igual, se nos propone derribar de una vez por todas los sectores que han caracterizado las políticas de desarrollo. Además, concretiza las ambiciones de un nuevo contrato social que nos obligue a cambiar las relaciones entre las personas, con el planeta y las diferentes esferas de gobierno.

El acceso al agua, la movilidad humana forzada por el cambio climático, la crisis alimentaria acrecentada por los conflictos bélicos, son solamente algunos de los ejes articuladores que se verían movilizados por un objetivo tangible como la expectativa de vida comprendida más allá de la salud.

Promover una expectativa de vida de 90 años o más puede ser la meta que funcione como nexo, que alcance los objetivos que no cumplen los ODS: ser una, recordable, emocionante e inspiradora, que incluye en sí misma todas las dimensiones de la vida digna.

Aníbal Gaviria nos invita a hacer una apuesta por la vida, por las personas, el planeta y con el gobierno. Desde Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) y desde nuestro Foro de Regiones, aceptamos el reto de movilización por tan digno objetivo como parte de nuestra contribución a la Cumbre de los ODS y la Cumbre para el Futuro.

Emilia Saiz Carrancedo

Secretaria general

Ciudades y Gobiernos Locales Unidos

[email protected]

Septiembre de 2023

Introducción

Estoy acostumbrado a convivir con personas mayores. Mi madre, que ha celebrado 94 cumpleaños, lleva una vida bastante activa para su edad, y a mi padre, quien falleció en 2014, le faltaron ocho días para redondear 91 años de vida. Hasta aquí podría decirse que mis hermanos y yo somos unos privilegiados. Pero el mayor de nosotros, Guillermo, vio truncada su existencia a los 41 años, asesinado por el grupo guerrillero FARC, y uno de mis primos, Salvador, fue muerto por pandillas dedicadas al narcotráfico antes de cumplir los 20 años.

Esta historia personal refleja la expectativa de vida en Colombia, que para 2019 era de 76,7 años según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Sin embargo, esta expectativa es una de las más bajas entre los miembros de esa entidad. Si bien el país está por encima de México, Letonia, Lituania y Hungría, permanece muy por debajo de Japón, Suiza y España, los tres países que encabezan un grupo grande de 38 naciones integrantes de ese club de países más desarrollados, donde la esperanza de vida al nacer supera los 80 años1.

A grandes rasgos, según la OCDE, la diferencia entre los países con mayor expectativa de vida y los demás pasa por sus sistemas de salud, específicamente en términos de calidad y accesibilidad, lo mismo que por algunos determinantes amplios de la calidad de vida como los ingresos económicos, la educación, el acceso a los servicios públicos, la conectividad y los estilos de vida saludables, sean estos incluidos o no en las políticas de salud2.

Al finalizar 2022, en África, unos 6,3 millones de niños y niñas entre los 6 meses y los 5 años padecieron alguna forma de malnutrición potencialmente mortal, según Unicef3. Este dato representa un máximo histórico por quinto año consecutivo, aumentando un 27 % con relación a 2021. Ya en 2018 Laurence Chandy, director de Datos, Investigaciones y Políticas de Unicef, advertía que, si no se tomaban medidas urgentes, «56 millones de niños y niñas menores de cinco años morirán de aquí a 2030, la mitad de ellos recién nacidos»4, por falta de acceso al agua, al saneamiento básico, a una nutrición adecuada o a servicios básicos de salud, que pueden generar complicaciones durante el parto o les impiden tratar patologías como neumonía, diarrea, sepsis neonatal y paludismo. También en África, en Centroamérica y en Asia, las lesiones son una causa importante de mortalidad. Así, por ejemplo, el riesgo de muerte por homicidio en algunos países de América Latina es 400 veces mayor que el riesgo en Japón.

Mientras en las familias con alta calidad de vida los adultos mayores adornan con sus canas y sus sonrisas enternecedoras las fotografías de la Navidad, en la mayor parte de los hogares de los países de África y en algunos de América Latina, las fotografías de estas fechas revelan la ausencia de abuelos, padres y, más triste aún, de niños y niñas que no logran superar la primera infancia.

Las estadísticas disponibles muestran que las condiciones que posee el lugar del mundo en el que nacemos y habitamos repercuten en la cantidad y la calidad de los años que viviremos. La OCDE explica que la esperanza de vida al nacer mide los años que las personas vivirían en promedio, con base en un conjunto determinado de tasas de mortalidad por edad. Si las tasas de mortalidad en la primera infancia disminuyeran, la esperanza de vida crecería sustancialmente.

Esta publicación surge después de presentar mi propuesta en diversos escenarios internacionales para impulsar una esperanza de vida por encima de los 90 años como un objetivo global, posible, justo, ético y humano.

Hoy las desigualdades económicas y las inequidades en torno al derecho a la vida siguen siendo enormes a pesar de que contamos con mayores recursos económicos, tecnológicos y científicos. Nuestro objetivo es que la Esperanza de Vida se convierta en un objetivo ético global, mirado a través de los pilares del desarrollo sostenible: ambiental, social y económico, para garantizar territorios saludables a partir de los tejidos sociales y los ambientes sanos y para asegurar un equilibrio entre la prosperidad y el consumo de recursos.

Mi punto de partida es que el mayor reto de la humanidad es la desigualdad. El mundo, en los últimos 60 o 70 años, ha logrado avances que un siglo atrás parecían imposibles: el viaje a la Luna, la construcción de un edificio de cerca de un kilómetro de altura (el Burj Khalifa con 828 metros) y de un túnel para unir a Francia con Inglaterra sumergido en el mar a lo largo de 50,5 kilómetros. Con la tecnología actual, algunos de estos logros podrían superarse ampliamente, pero tal vez ya no sea necesario, porque esos mismos avances tecnológicos han hecho que ya ciertas infraestructuras no sean requeridas y que los viajes al espacio se hayan trasladado al ámbito privado. En contraste, el ser humano no ha podido superar la desigualdad ni ha podido alcanzar la paz. Entonces se encuentran urbes con barrios o comunas donde ocurre un asesinato por cada 100 000 habitantes al año mientras a 4 o 5 kilómetros de distancia, en un suburbio vecino, dentro de la misma ciudad, son 100 los asesinatos por cada 100 000 habitantes al año. O bien, en el primer barrio nunca va a morir un niño por mala nutrición, pero en el segundo fallecen varios.

No cabe duda, entre las desigualdades que saturan al mundo, la mayor de todas es la diferencia en el derecho a la vida. Millones mueren porque donde nacen no hay agua potable, electricidad, suficientes alimentos, servicios de salud o medicinas; porque la corrupción carcome los recursos públicos con los que tales servicios debían ser provistos; porque los jóvenes que llegan a los 14 años se enrolan en grupos armados y caen abatidos entre sí en guerras entre pandillas. La desigualdad se representa de maneras que deberían lacerarnos el corazón y que se acumulan en el tiempo.

¿Cómo vamos a afrontar esto? El mundo ha hecho un gran avance mediante la formulación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que permitieron que se empezaran a definir unas herramientas para atacar las problemáticas globales. El ser humano ha sido capaz de concentrar esfuerzos en misiones concretas que parecían irrealizables, como la de ir a la Luna o recuperar la economía mundial. Nuestra propuesta es una misión universal por la vida, un solo objetivo que maximice las virtudes de estas herramientas: la esperanza de vida 90+.

Es una propuesta que privilegia el sentido común y la lógica que también dieron origen a los ODS. Coincido con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la necesidad de enfocar nuestros esfuerzos en algo simple pero contundente: definir unos objetivos comunes en torno a los cuales la humanidad se una. Es un llamado a lo simple, lo obvio. Basado en los avances existentes, propongo una participación mayor, que trascienda la institucionalidad multilateral y los gobiernos. Que todos los habitantes de la tierra asuman como propio un propósito común, simple, sencillo, comprensible y, sin lugar a dudas, el más grande que debe compartir la humanidad: una esperanza de vida mayor a 90 años, un objetivo global por la vida y la equidad.

Parte I

La desigualdad:el mayor reto de la humanidad

Capítulo 1

Cada vez más riqueza y mayor desigualdad

En noviembre de 1976, cuando Medellín se alistaba para las fiestas decembrinas, un accidente de tránsito cobró la vida de Gildardo Montoya. Ese nombre no le dirá nada al grueso de mis lectores, pero quienes crecimos en Colombia en las décadas de los setenta y los ochenta sabemos que fue el primero que le puso música a la pregunta que millones de personas alguna vez se han hecho: ¿por qué hay desigualdad en la distribución de la riqueza?

Claro que lo dijo de forma poética. Y grandes cantores de la época en Colombia, como Alejandro Durán, Enrique Díaz y Jairo Paternina, intérpretes de los ritmos más populares de esta esquina de América, convirtieron la Plegaria vallenata en un suceso musical que aún hoy día se oye y se baila en las fiestas de fin de año. Montoya escribió: «Óyeme, Diosito santo, tú de aritmética nada sabías; dime por qué la platica (el dinero) tú la repartiste tan mal repartida. Óyeme, Diosito santo, ¿en cuál colegio era que tú estudiabas? ¿Por qué a unos les diste tanto, en cambio a otros no nos diste nada?»5.

Gildardo Montoya entregó su obra para grabación en septiembre de 1976, es decir, dos meses antes de que la muerte lo encontrara con apenas 36 años de edad, y no pudo disfrutar del éxito de su canción. Una muerte que, como tantas otras, pudo evitarse o prevenirse, como debería ocurrir en todas partes del planeta.

En números de hoy, el mundo tiene 2668 multimillonarios que acumulan una riqueza de 12,7 millones de millones de dólares, que corresponde a cerca del 50 % del producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos, la primera potencia mundial, y cuyo PIB para 2022 se calcula en 24,16 millones de millones de dólares6.

Entre esos multimillonarios, Elon Reeve Musk, sudafricano de nacimiento, canadiense por su madre y estadounidense por adopción, está en el primer lugar del escalafón, con una fortuna que alcanza los 219 000 millones de dólares, una cifra que se equipara con la suma del patrimonio de los más de 150 millones de personas que conforman la base de la pirámide de riqueza global con menos de 1500 dólares cada uno.

Ahora bien, la acumulación de capital y riqueza, además de estar centralizada en pocas personas, también se concentra en unos pocos territorios. De las 100 empresas con mayor capitalización bursátil en el mundo, 61 están dentro del paquete corporativo de Estados Unidos. Otras 39 están en apenas 17 países, 11 de ellas en China y algunas más en Francia, Reino Unido y Suiza (Gráfico 1).

Así pues, los más ricos del mundo representan el 10 % de la población y concentran el 76 % de la riqueza que existe en el planeta, mientras que la mitad de los habitantes del mundo solo tienen el 2 % de la riqueza global. Esta dinámica de la riqueza, que tiende a pronunciarse antes que revertirse, se origina en el comportamiento de los ingresos. El 10 % de la población con ingresos altos obtiene el 52 % de los ingresos disponibles, lo que les permite ahorrar e invertir. Por otro lado, el 40 % de la población que tiene ingresos medios, equivalentes al 39,5 % de los ingresos disponibles, solo logra acumular un 22 % de la riqueza. Y el restante 50 % de la población, que debe repartirse el 8,5 % de los ingresos, apenas acumula el 2 % de la riqueza disponible7 (Gráfico 2).

En 2022, el PIB mundial fue de 100 millones de millones de dólares. Según el Banco Mundial, el 50 % de la población del planeta solo tuvo acceso al 2 % de ese PIB mundial, lo que representa un dólar con 30 centavos cada día en promedio. En un mundo ideal, en el que el 100 % de la población pudiera acceder en iguales condiciones al PIB, cada uno de los cerca de 8000 millones de habitantes de la tierra tendría un ingreso diario de 33 dólares; un promedio ligeramente superior a los 1000 dólares mensuales, con lo que una familia podría cubrir sus necesidades, ahorrar y divertirse. Pero la realidad es mucho más aterradora, uno de los menos ricos entre los ricos, representante de los 800 millones de personas que conforman el 10 % de la población con más riqueza del mundo gana en un día tres veces más de lo que gana en un año cualquier representante del 10 % de la población más pobre.

Más que números y estadísticas, hablamos de las condiciones de vida de miles de millones de personas en todo el planeta, seres humanos que ni siquiera sueñan con vivir como otros, sino en poder resolver sus necesidades básicas. Un asunto que depende, más que de los talentos o las posibilidades individuales, de las condiciones de desarrollo y las capacidades que despliegue la sociedad en la que están inmersos.

Un elemento importante de análisis del progreso de los países ha sido medir su desempeño económico. La escala más tradicional para evaluar este punto es el PIB, indicador que surgió a mediados del siglo XX como una de las primeras medidas de progreso de un territorio, estandarizada por la ONU y que a grandes rasgos se define como toda la producción de bienes y servicios nuevos que genera un territorio en un periodo de tiempo específico. Sin embargo, el PIB, por sí solo, no se traduce necesariamente en mayor bienestar, calidad y esperanza de vida.

Así lo puso de presente Zygmunt Bauman, polacobritánico de origen judío, filósofo y ensayista, quien criticó en su libro Daños colaterales, desigualdades sociales en la era global (2011) que para medir el bienestar y establecer el éxito o el fracaso del Gobierno en resolver sus problemas y enfrentar sus desafíos, se tuviera en cuenta precisamente el ingreso promedio o la riqueza media de sus ciudadanos, cuando por el contrario, debería mirarse con atención el grado de desigualdad entre los ingresos o en la distribución de la riqueza8.

En esa dirección, los organismos multilaterales y académicos han buscado, cada vez con mayor intensidad, construir un índice más completo que permita evaluar no solo el desarrollo o el progreso económico, que sea más integral, y cuyos indicadores, además de medir el ingreso de las personas, la productividad de una nación o la competitividad, también revisen y hagan seguimiento al acceso a la tecnología, la sostenibilidad ambiental, la creación de oportunidades educativas, la promoción de habilidades acordes con los requerimientos de los territorios, el fomento del aprendizaje y la adquisición de destrezas, así como la promoción de la diversidad, la inclusión, la equidad y la justicia social. Brechas que fueron acentuadas por la pandemia del covid-199.

Un indicador más integral, que claramente busca superar la mirada del progreso exclusivamente económico, es el Índice de Competitividad Global 4.0 (ICG) desarrollado por el Foro Económico Mundial. Su objetivo es identificar y comparar la capacidad de los países para proveer oportunidades de desarrollo y bienestar a sus ciudadanos, entendiendo la competitividad como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. Este índice analiza una serie de indicadores agrupados en 12 pilares de competitividad definidos y organizados en 4 categorías: entorno propicio, mercados, capital humano y ecosistema de innovación.

En otras palabras, según esta medición, para que una sociedad logre mejorar la calidad de vida debe producir un mayor cúmulo de capital, acompañado de un equilibrio entre diferentes variables, tales como las instituciones, la infraestructura, la adopción de tecnologías de información y comunicación, la estabilidad económica, la salud, las habilidades, el mercado de bienes, el mercado laboral, el mercado financiero, el tamaño del mercado, el dinamismo empresarial y la capacidad de innovación.

Todos estos elementos están en sintonía con los ODS, al proponer un equilibrio entre el aumento de la productividad, el desarrollo humano y, en general, la inclusión social, la protección de la vida y los objetivos planetarios en la protección de los ecosistemas y los seres vivos en general10.