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La violencia nunca tendrá justificación y más cuando las víctimas son los niños. Monela, una niña con algún tipo de autismo, encontrará una manera muy particular para refugiarse de este flagelo que azota al mundo. Los colores, los animales, los sentimientos, una amiga, sus padres y una imaginación desbordada, a veces rayando en la locura, servirán de escudo para la protagonista de esta novela corta. El mundo que la rodea parecerá menos cruel desde un punto de vista donde la fantasía supera todas las cosas.
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Seitenzahl: 30
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Edición, diseño y maquetación: Yeinier Aguilera Concepción
Corrección: Mirtha Beatón Borges
Ilustración de cubierta e interiores: Ariannys Portelles Lozada
© Geonel Alejandro Rama Alemán, 2024
© Sobre la presente edición:
Editorial Sanlope, Las Tunas, 2024
ISBN: 9789592515284
Editorial Sanlope
Gonzalo de Quesada 121
Las Tunas, Cuba
E-mail: [email protected]
La parte de los colores
La tristeza
La curiosidad
La vanidad
La felicidad
La mentira
El dolor
La tranquilidad
La parte de las palabras
Lo desconocido
La soledad
La lejanía
La parte de los animales
Las gallinas
Los conejos
Los perros
Los cerdos
Los murciélagos
Los mosquitos
Las mariposas
La parte final
Las visitas
La noche
El regreso
Datos del autor
A mi madre, por regalarme la historia.
A Milan Alejandro, mi niño, por sacar lo mejor de mí.
La parte de los colores
La tristeza
Mi nombre es Mónica Nereida Láinez, aunque me dicen Monela. Desde que recuerdo todas las personas que me quieren me llaman así, porque mi segundo nombre es muy feo y no tiene nada que ver conmigo. También recuerdo que cuando todos piensan en la tristeza, la piensan de color azul. Yo digo que no. La tristeza es de un rosado intenso, casi fosforescente. Tiene la misma tonalidad que el calor sofocante. Entonces voy y se lo digo a mi tía, que está sentada en uno de los butacones de la sala. Está loca, la escucho gritar.
Que si no estoy bien. Que si tengo pajaritos en la cabeza. Y yo, que no tengo pajaritos ni nada de eso, le grito: Más loca eres tú. Mamá nos observa discutir desde el portal. Tiene cara de susto. Abre muy grande los ojos cuando mi tía le grita: Llévala al hospital. Monela lo que necesita es un psiquiatra.
La cosa se pone fea, y yo, histérica. Mi tía sigue hablando de lo del psiquiatra, y yo, más histérica que un tren sin frenos. Mamá promete llevarme al hospital, y yo, que armo un escándalo y le salto encima y le digo que es su culpa y me desmayo. No entiendo por qué todos piensan que estoy loca. Desde que vino Ramón todos lo piensan.
Ramón llegó hace un mes. El pobre estaba triste porque su mujer se murió. Papá y él eran muy amigos. Papá dijo que la visita le curaría un poco la tristeza. Apenas Ramón llegó, mamá me hizo prometerle que me portaría bien. Por eso me acosté temprano, apenas anocheció. En el cuarto nadie me molestaba y yo tampoco molestaba a nadie.