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En este ebook las obras más representativas de Heinrich Wilhelm von Kleist (Fráncfort del Óder, Brandeburgo, 18 de octubre de 1777–Berlín, 21 de noviembre de 1811), poeta, dramaturgo y novelista alemán, considerado uno de los principales escritores dramáticos del llamado romanticismo alemán y de toda la literatura alemana.Sin embargo, no gozó de predicamento en vida, y hubo que esperar hasta el siglo XX para que se reconociese su papel destacado y sus obras pasasen a convertirse en una pieza del repertorio clásico alemán.Las obras:-Michael Kohlhaas-El terremoto en Chile-La mendiga de Locarno-La Marquesa de O…-Santa Cecilia o el poder de la música-Los esponsales de Santo Domingo-El adoptado-El duelo-Sobre la paulatina elaboración del pensamiento a medida que se habla (ensayo)
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Veröffentlichungsjahr: 2016
NARRACIONES
Introduccion
Michael Kohlhaas
El terremoto en Chile
La mendiga de Locarno
La marquesa de O...
Santa Cecilia o el poder de la música
Los esponsales de Santo Domingo
El adoptado
El duelo
Sobre la paulatina elaboración del pensamiento a medida que se habla
El 22 de noviembre de 1811, a orillas de un pequeño lago situado entre Berlín y Potsdam, Heinrich von Kleist mató de un disparo en el pecho a su amiga Henriette Vogel y, tras cargar nuevamente la pistola, se suicidó de un tiro en la boca. La doble muerte había sido acordada y planeada por ambos, y, según parece, la iniciativa había partido de Henriette Vogel.
El suceso provocó lógicamente un enorme impacto en la opinión pública y dio ocasión a diversas reflexiones sentimentales o moralizantes por parte de una prensa ávida de escándalos. Desde los primeros momentos circularon versiones diferentes sobre las causas de lo acaecido —locura de Kleist, enfermedad incurable de Vogel, deseo de unión mística en un mundo mejor, lectura de Las afinidades electivas de Goethe, etc.— y sobre la relación, pura o menos pura, existente entre sus protagonistas.
Heinrich von Kleist adquirió tras su muerte, y en virtud de ésta, una celebridad que jamás había conocido en vida por su labor de creación literaria. Ni siquiera su círculo familiar le reconocía como poeta y tan sólo un escaso número de contemporáneos encontraba en él un cierto talento artístico. El público en general, si es que conocía sus dramas y relatos, reaccionaba con incomprensión ante unas obras que no respondían a las normas literarias convencionales, y no faltaban quienes las calificaran de «verdadero disparate» o «enajenación mental».
Esta situación tampoco experimentó grandes cambios como consecuencia del suicidio, pues durante largo tiempo el principal interés se concentró en la persona de Kleist, casi como si se tratara de un personaje literario, mientras el conjunto de su obra no obtenía atención especial. Madame de Staël, por ejemplo, autora de De l’Allemagne (De Alemania), libro capital en el que dio a conocer en Francia las ideas del romanticismo alemán, había colaborado en Phöbus, la revista editada por Kleist en Dresde, y éste había escrito posteriormente sobre ella en su periódico berlinés Berliner Abendblätter. Sin embargo, Kleist no es ni mencionado como autor en De Alemania (1810), mientras que en Réflexions sur le suicide (Reflexiones sobre el suicidio), escritas en 1812 «con ocasión del increíble suicidio de Berlín», Mme. de Staël no vacila en exponer consideraciones del siguiente tenor: «¿No tiene... este hombre, pregunto yo, la actitud de un escritor carente de genio, que quiere producir con una verdadera tragedia los efectos que no alcanzó en la poesía?».
Tanto la condena del suicidio, por las razones que fuere, como los intentos de glorificarlo, sublimarlo o convertirlo en un acto heroico, han cerrado el paso a un enjuiciamiento ecuánime del autor y su obra. El hecho irrevocable y definitivo del suicidio ha proyectado su larga sombra sobre cualquier reconstrucción de la vida de Kleist, pero de manera especial sobre aquellas que, ya desde muy pronto, han tendido a explicar lo incomprensible partiendo de defectos o disfunciones individuales del autor. Para ello se ha recurrido a la locura, se han sobrevalorado testimonios sobre presuntas tendencias suicidas, o se han supuesto crisis existenciales donde faltaban datos de su biografía. Estas reconstrucciones, mayoritarias en los estudios literarios casi hasta la actualidad, han dado lugar a su vez al llamado mito Kleist, un mito polivalente, también desde el punto de vista ideológico, y que sólo se sostiene en la medida en que se hace un uso selectivo y unilateral de sus textos.
Para acceder a la «verdad biográfica» de Kleist, suponiendo que una empresa así fuese en cualquier caso realizable, nos faltan medios. Lo único que tenemos son los textos, sus obras, sus cartas. Biografía y textos comparten el mismo marco referencial, el espacio social y cultural en el que la una se desarrolla y los otros surgen en toda su singularidad. A la luz de este trasfondo será posible iluminar gran parte de su obra, y no sólo los escritos políticos, aun cuando con eso no se consiga despejar las incógnitas biográficas.
Kleist vivió una época de grandes convulsiones, desde la Revolución Francesa de 1789 y el comienzo del final del Antiguo Régimen, hasta las guerras de liberación del dominio napoleónico. Son veinticinco años en los que Europa se conmociona hasta sus cimientos a base de guerras y crisis, y en los que la poderosa figura de Napoleón, el heredero de la revolución, obstaculiza la visión histórica de la mayor parte de sus contemporáneos. En una Alemania en la que seguían manteniéndose las estructuras sociales tradicionales y en la que el espacio social de cada persona estaba en muy gran medida determinado por sus orígenes, Kleist rompió con los suyos y con lo que implicaban, quedando, literalmente, sin lugar alguno en la sociedad alemana de comienzos del siglo XIX. De ahí que sus respuestas a cuestiones claves de su tiempo fueran a menudo incomprendidas, tanto si se trataba de decisiones vitales como de creaciones literarias. De ahí también el profundo sentimiento de desorientación existencial y desarraigo social de Kleist, que le llevó a identificarse con unos versos encontrados en Suiza, escritos en el frente de una casa: «Ich komme, ich weifi nicht, von wo? Ich bin, ich weifi nicht, was? Ich fah-re, ich weifi nicht, wohin? Mich wundert, dafi ich so fröhlich bin» («Vengo, no sé de dónde. Soy, no sé qué. Voy, no sé adonde. Me maravilla estar tan alegre»). Son interrogantes para los que incesantemente buscará respuesta con un desasosiego interno que le llevará, en los últimos diez años de su vida, a recorrer errante los caminos de Europa, desplazándose continuamente de un lugar a otro, sin encontrar asiento definitivo.
Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!
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