Noche de Reyes - William Shakespeare - E-Book

Noche de Reyes E-Book

William Shakespeare

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Beschreibung

Dos gemelos, Sebastián y su hermana Viola, naufragan en las costas de Iliria. Viola cree que su hermano ha muerto. Se hace pasar entonces por un joven paje para servir en la corte del duque. Allí, Orsino está enamorado de Olivia, y usa al joven paje (Viola) como mensajero. Esta va enamorándose de él. Mientras, un barco enemigo de Orsino rescata a Sebastián...

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william shakespeare

Noche de Reyes

Traducciónde David Cerdá

EDICIONES RIALP S. A.

MADRID

Título original: Twelfth Night, or What You Will©2018 de la versión española y de la traducción de David Cerdáby EDICIONES RIALP, S. A. colombia, 63 — 28016 Madrid (www.rialp.com)

Preimpresión: Jorge Alonso Andrades

ISBN: 978-84-321-4922-1

Depósito legal: M-2018-2018

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ÍNDICE

Personajes

Acto I

Acto II

Acto III

Acto IV

Acto V

PERSONAJES

Orsino, duque de Iliria

Valentín, caballero de la corte de Orsino

Curio, caballero de la corte de Orsino

Primer Oficial

Segundo Oficial

Viola, dama naufragada, luego disfrazada como Cesario

Sebastián, su hermano gemelo

Capitán del barco naufragado

Antonio, otro capitán de barco

Olivia, una condesa

María, su doncella

Sir Toby Belch, su tío

Sir Andrew Aguecheek, protegido de Sir Toby

Malvolio, mayordomo de Olivia

Fabián, miembro de su servidumbre

Feste, bufón de la condesa

Un Sacerdote

Un sirviente

Músicos, nobles, marineros, sirvientes.

Acto I

Escena I

Música.

Entra Orsino, Duque de Iliria, Curio, y otros caballeros

Orsino: Si es verdad que la música es el alimento del amor, seguid tocando, colmadme de ella, para que el apetito se sacie, decrezca y finalmente muera. ¡De nuevo esos acordes! Tenían un tono apagado…Llegaron a mis oídos como una dulce brisa que sopla sobre un lecho de violetas, robando a estas su fragancia y trayendo una nueva. ¡Parad, ya es suficiente! Ya no es tan dulce como antes... Qué ágil y voraz eres, espíritu del amor: no importa que seas vasto como el océano, porque no dejas entrar nada, cualquiera que sea su valor o la altura que alcance; todo acaba abatido y depreciado en solo un instante. Así de caprichoso es el deseo; no hay nada más fascinante.

Curio: ¿Saldréis a cazar, mi señor?

Orsino: ¿Qué decís, Curio?

Curio: Ciervos, mi señor.

Orsino: ¿Y de qué va todo esto, sino de cazar el más noble de los ciervos que hay en mí? Cuanto vi por primera vez a Olivia, fue como si ella limpiase el aire de cualquier impureza. En aquel instante me convertí en un ciervo, y mis deseos, cual letal jauría de implacables sabuesos, no cesan de perseguirme desde entonces.

Entra Valentín

Orsino: ¿Qué ha pasado? ¿Me traes noticias de ella?

Valentín: Disculpad, mi señor, no quiso recibirme. Pero tengo la respuesta que me hizo llegar su doncella: hasta que no pasen siete años ni siquiera el cielo contemplará su rostro; se cubrirá con un velo como el de las monjas de clausura, y regará a diario su alcoba con saladas lágrimas, todo a causa del amor que profesaba a su hermano muerto, amor que desea mantener fresco y por siempre en su triste memoria.

Orsino: ¡Ah, si el marco de su corazón es tan delicado como para rendir ese tributo de amor a un hermano, cuánto más amará cuando la flecha de oro la atraviese y aniquile el resto de afectos que viven en ella, cuando sus entrañas, su cerebro y su corazón, esos tronos soberanos, sean atendidos y colmados —también sus dulces perfecciones— por un solo rey! ¡Llevadme adonde haya abundancia de flores! A la sombra de una florida techumbre es donde mejor se reflexiona sobre el amor.

Salen

Escena II

Entran Viola, un capitán y marineros

Viola: ¿Qué país es este, amigos?

Capitán: Es Iliria, mi señora.

Viola: ¿Y qué se supone que voy a hacer yo en Iliria? Mi hermano está ya en el Elíseo. Tal vez no terminó ahogándose… ¿Qué pensáis, marineros?

Capitán: Que ya fue un verdadero milagro que vos os salvarais.

Viola: ¡Mi pobre hermano! ¿Y si, milagrosamente, también él…?

Capitán: Pudiera ser, mi señora; y si os reconforta pensar que hay opciones, sabed que, al poco de partirse nuestro barco en dos, cuando vos y los otros pocos que se salvaron bogabais sobre nuestro esquife, yo mismo divisé a vuestro hermano aferrándose —muy consciente del peligro que corría; el coraje y la esperanza le guiaban— a un robusto mástil que flotaba sobre el mar. Allí estaba, cabalgando sobre las olas, como Arión a la grupa del delfín. Al menos mientras pude verle.

Viola: Gracias; tomad estas monedas de oro. Que yo escapase me da esperanzas; lo que me habéis contado las refrenda. ¿Conocéis este país?

Capitán: Sí, señora; nací y crecí a menos de tres horas de viaje de este mismo lugar.

Viola: ¿Quién gobierna aquí?

Capitán: Un duque tan noble de carácter como de alcurnia.

Viola: ¿Cuál es su nombre?

Capitán: Orsino.

Viola: Orsino…He oído a mi padre nombrarlo. Era soltero por aquel entonces.

Capitán: Y así sigue, o seguía hasta hace nada; solo hace un mes que salí de aquí, y se decía —ya sabéis cómo adora la gente cotillear hasta lo más nimio que hacen los grandes— que andaba detrás del amor de la hermosa Olivia.

Viola: ¿Quién es ella?

Capitán: Una mujer virtuosa, la hija de un conde que murió hace ahora un año, dejándola bajo la protección de su hijo, el hermano de ella, que murió también poco después. Por cuánto le quería a este, dicen, ella ha renunciado a la compañía y hasta a la mera vista de los hombres.

Viola: ¡Ah, si pudiera entrar al servicio de esa dama, para que no trascendiese al mundo —hasta que la ocasión sea propicia— cuál es mi rango!

Capitán: Sería difícil conseguirlo, puesto que no admite compañía alguna, ni siquiera la del duque.

Viola: Parecéis una persona honesta, capitán. A pesar de que las naturalezas rodeadas de bellos muros suelen albergar interiores podridos, en vuestro caso percibo que poseéis un alma que va en consonancia con vuestro aspecto y maneras amables. Os ruego — y sabré agradecéroslo generosamente— que no desveléis quién soy, y que me ayudéis a disfrazarme como mejor convenga a mis intenciones. Serviré a este duque. Vos me presentaréis ante él como un eunuco; no os arrepentiréis. Puedo cantar y conversar con él sobre muchos tipos de música; eso hará que me lo gane y deje que le sirva. Adónde nos lleve todo esto, ya se verá. Vos habréis de adaptar vuestro silencio a mi ingenio.

Capitán: Sed vos el eunuco, que yo seré vuestro mudo; que pierda la vista si se me suelta la lengua.

Viola: Os lo agradezco; conducidme hasta allí.

Salen

Escena III

Entran Sir Toby y María

Sir Toby: ¡Por el amor de Dios! ¿Por qué se toma tan a pecho mi sobrina la muerte de su hermano? Seguro que esta clase de preocupaciones no son buenas para la salud.

María: Por mi fe, Sir Toby, que deberíais llegar más temprano por las noches. Vuestra sobrina, mi señora, pone muchos reparos a vuestras horas intempestivas.

Sir Toby: Pues mejor que ponga reparos, a que reparen en ella.

María: Pero vos debéis manteneros dentro de los confines del orden y la decencia.

Sir Toby: ¡Confites! Decidme si es que se puede confitar algo más fino que lo que tenéis ante vuestros ojos. Y mirad el envoltorio: estas ropas están tan impecables que se podría beber en ellas, y lo mismo se puede decir de las botas; ¡que las cuelguen con sus propios cordones si no es cierto!

María: Tanto zampar y empinar el codo será vuestra perdición. Se lo oí a mi señora ayer mismo; también habló de aquel ridículo caballero que os trajisteis la otra noche para que la cortejase.

Sir Toby: ¿Quién? ¿Sir Andrew Aguecheek?

María: Ese mismo.

Sir Toby: No hay hombre de su talla en toda Iliria.

María: ¿Y eso a qué viene?

Sir Toby: A que tiene tres mil ducados al año.

María: ¿Y qué, si solo dispone de un año para atender a tantos ducados? No es más que un necio; pródigo, pero necio.

Sir Toby: No sabéis lo que decís. Toca la viola da gamba, y habla tres o cuatro idiomas, palabra a palabra y sin tener que mirar un diccionario. Posee los mejores dones de la naturaleza.

Personajes

Acto I

Acto II

Acto III

Acto IV

Acto V

Hitos

Portada