Nunca habrá soledad para ti - Antonio Guerrero Rodríguez - E-Book

Nunca habrá soledad para ti E-Book

Antonio Guerrero Rodríguez

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Beschreibung

Por luchar contra el terrorismo financiado y ejecutado contra Cuba por extremistas radicados en Miami, en contubernio con los grupos de extrema derecha de Estados Unidos, cumple una injusta condena de 21 años y 10 meses de privación de libertad. Nunca habrá soledad para ti...es una selección de la correspondencia sostenida entre Antonio Guerrero Rodríguez y Mirta, su mamá, durante los dieciséis meses y dieciocho días de confinamiento. Llega a los lectores como único testimonio, que no nace del recuerdo sino del tiempo real en el que cinco compatriotas cubanos fueron sometidos al brutal e injusto encierro en el llamado hueco (unidad de castigo) de la Prisión Federal de Miami. Por eso, palabras como fe, esperanza, paciencia, ánimo, se reiteran en estas páginas. Cada carta, con sus pinturas y poemas en total complicidad con su mamá, es testigo de la fuerza del pensamiento y de la voluntad de los Cinco de ser hijos genuinos de la patria.

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Página Legal

Edición y corrección:

Olivia Diago Izquierdo

Diseño de cubierta e interior:

Francy Espinosa González

Realización:

Francy Espinosa González

© Antonio Guerrero Rodríguez, 2021

© Sobre la presente edición: Editorial Capitán San Luis, 2021

ISBN: 9789592115996

Editorial Capitán San Luis. Calle 38 no. 4717 entre 40 y 47, Kohly, Playa, La Habana, Cuba.

Email: [email protected]

www.capitansanluis.cu

www.facebook.com/editorialcapitansanluis

Sin la autorización previa de esta Editorial queda terminantemente prohibida lareproducción parcial 

 total de esta obra, incluido el diseño de cubierta, o transmitirlade cualquier forma o por cualquier medio. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España. 

En especial a mi madre y a mi hermana.

A mis hermanos, vencedores los cinco del más

cruel aislamiento: Gerardo, Ramón, y Fernando

sin una carta, sin sus propios nombres;

René con su inseparable Olguita y las niñas.

A todos los familiares y amigos que nos dieron

tanto amor y tanto aliento para resistir y vencer.

Amor, comprensión y firmeza

Siempre quise que las cartas entre mi hermano y mi mamáno se quedaran guardadas en el archivo que celosamente ella ha conservado del tiempo de confinamiento a que fue sometido Tony, junto a sus hermanos de lucha e ideas: René, Gerardo, Ramón y Fernando. Hoy siento mucha satisfacción al ver que una selección de estas ha devenido en un libro. Ojalá llegue a las manos de muchas personas.Nunca habrá soledad para ti...recopila mensajes de amor y resistencia que evidencian la relación de una madre y un hijo desde las difíciles circunstancias en que se vieron obligados a vivir.

Cuando, por aquellos días inmediatos al 12 de septiembre de 1998, me dieron la noticia de que mi hermano estaba preso, un cúmulo de interrogantes me agolparon; pero mi primer pensamiento fue mi madre. ¿Cómo decírselo? ¿Cómo reaccionaría ante la explicación de lo que estaba sucediendo? La envolvió un dolor muy grande… una tristeza profunda… pero su respuesta fue la de una madre consciente de que tiene un hijo incapaz de hacer daño a alguien.

Y en su primera carta del 21 de octubre de 1998, le dice:«…estoy tratando de pensar en cómo hacer mi diálogo, cuando en mi corazón hay tanto dolor… ¡Qué te puedo decir yo que tú no sepas de nuestro amor, comprensión y firmeza! Ten la completa seguridad que ni ahora ni nunca te fallaré…» Unos renglones después, le escribía: «Tengo una gran fe y estoy segura de que todo saldrá bien y con esa misma convicción tú debes mantenerte el tiempo que sea necesario».

En las condiciones de la prisión durante los casi diecisiete meses en el llamado hueco (unidad de castigo) de la Prisión Federal de Miami y desde el silencio que era necesario mantener sobre el caso, en un primer momento, mi hermano, entre otras alternativas, encontró la poesía como una forma de expresar sus sentimientos y llegar a todos. Mami, por su parte, creóla Peña del Amor en su Círculo de Abuelos de Víbora Park, para compartir los poemas de mi hermano. Luego se convirtió el espacio en la Peña del Amor y del Humor.

Desde el dolor y las circunstancias de ambos, lograron darles alegría y esperanza a los abuelos, que también compartieron poesías, anécdotasy vivencias personales. De esta forma, mami vivió momentos de alegrías.

«…han florecido nuevas formas de serútily dar amor —le escribió mi hermano el 10 de octubre de 1999, y añadió—: Todo lo que nos hace feliz depende de nosotros y de lo que seamos capaces de dar a la gente en lugar de pensar en uno mismo…, pienso que a los 41 míos tenemos la dicha de haber podido vivir para dar y vivir por una razón humana, justa yútil.¿Qué más pedir?»

Encerrado en una pequeñísima celda durante veintitrés horas de cada día; con solo una hora de «recreación» delunes a viernes en un diminuto patio, cerrado, además, en el que apenas veían el cielo, sentían escasos rayos del sol o el frío en los días de invierno sin la posibilidad de un abrigo; carentes de atención médica; bajo el régimen deesposas cuando le fue posible recibir visita, en un cubículo herméticamente cerrado también y la comunicación solo a través de un cristal, transcurrieron aquellos meses.

El 6 de junio de 1999, mi hermano le escribió a mi mamá: «…el lápiz que nos dan es muy pequeño y ahora la punta es una “basura”, pero no faltarán mis cartas».Así fue fiel al compromiso de mantener su correspondencia con ella: una carta cada semana aunque, con mucha irregularidad en la llegada para ambos, pero esa era la vía paraéltrasmitirle su amor, su tranquilidad, contarle de su cotidianidad, de cómo compartía con sus compañeros, de su creación poética y las innovaciones entre ellos para jugar ajedrez, parchís sin mostrar una expresión de dolor, de odio, a pesar de las circunstancias.

Mi madre siempre le expresaba mensajes de aliento: «la verdad y tu inocencia prevalecerán ante la injusticia» «…tarde o temprano yo sé que tu situación se aclarará y prevalecerá tu inocencia, de eso estoy segura». «Cuando más abatido te encuentres piensa en mí y en tu inocencia».

Vuelvo a retomar la correspondencia de mi hermano, y leo del 13 de octubre de 1999, a solo tres días de cumplir sus 41 años, la admiración que siente por nuestra madre:

…me siento dichoso de mi vida fructífera y útil sin que sea posible separar lo que soy y he sido de ti, quien no solo me diste la vida, sino me criaste fuerte, saludable, guiado por el mejor camino y me diste el ejemplo para ser lo que más valoro: un hombre justo, humano, capaz de dar amor sin pedir nada a cambio.

Inició el mes de febrero del 2000 y terminó la etapa en el hueco de la Prisión Federal de Miami, pero continuóel largo y difícil proceso por la justicia para los Cinco. Nuestras familias se fueron conociendo y puedo afirmar que estos mensajes de amor y comprensión eran también de Carmen, Nereida, Irma, Magaly —las madres de los Cinco—, y de muchas otras madres, que desde el silencio han sabido entender la noble causa que defienden sus hijos.

Concluidas las páginas de este libro, solo me resta expresar mi mayordeseo de que les seaútila mis hijos, a mis sobrinos, a mis nietos, a los jóvenes en general, a las madres, a las generaciones por venir, porque en estas cartas madre-hijo encontrarán mensajes que nos hacen crecer como seres humanos. Muestran lo que significa el ejemplo, la familia, el amor a la vida y a la justicia.

Ma. Eugenia Guerrero Rodríguez

Más allá de un intercambio epistolar

Este libro no es solo la correspondencia entre mi madre y yo. Cuanto recogen sus páginas sintetiza el más directo y profundo testimonio de los dieciséis meses y dieciochodíasque fuimos sometidos a un brutal confinamiento en celdas de castigo de la Unidad Especial de Dormitorios (SHU, por sus siglas en inglés), conocidas también como el Hueco.

El inestimable aprecio y esmerado cuidado de cada carta, por parte de mi madre y mío, con la ayuda de familiares y amigos, hicieron posible que la mayor cantidad se conservara. Una selección de ellas, dibujos y poemas salidos «desde mi altura», los cuales se convirtieron en un arma de resistencia, constituyen la esencia de este libro.

Las cartas aparecen solo ordenadas por fechas, ya que es casi imposible establecer un ordenamiento según el momento en que la recibíamos y las contestábamos. Hasta varios meses tardaron algunas en llegar.

Pero hay ideas más necesarias que explicar…

En nuestras cartas había una estricta y hermosa complicidad. Mi madre se empeñaba en hacerme sentir en casa, junto a ella y toda mi familia. Me hacía partícipe de cada detalle del acontecer familiar. Me hacía sentir acompañado, rodeado de amor y, sobre todo, útil. Me escribía como si estuviéramos conversando frente a frente, mirándonos a los ojos, acariciándonos las manos como dos enamorados y cómplices de muchas cosas que siempre fuimos. Su objetivo era no trasmitirme ningún dolor ni preocupación, aunque estuviera pasando por momentos difíciles producto de su estado de salud y de sus lastimados sentimientos.

Y yo decidí que en mis líneas no hubiera nada que la preocupara, más allá del terrible hecho de saberme preso. Encontré en la poesía una hermosa manera de darle satisfacciones y llenar mi ausencia. A través de cada verso viajó mi amor y le hice ver que mi optimismo era invencible.

Incapaz fui de contarle las realidades del «hueco»: celdas frías y sucias cada vez que me trasladaban; colchones rotos y ausencia de almohada; toallas y ropas mal lavadas que cambiaban cuando les parecía a los guardias; gritos de desesperación de reclusos por las noches; episodios deguardias equipados con trajes deswapy gases lacrimógenos sacando un preso de la celda; frío invernal sin abrigo; cucarachas en la celda; una luz que nunca podías controlar; golpes en la puerta metálica y una linterna para despertarte en la madrugada, alumbrándote a la cara desde una ventanilla; registros en los que te despojaban hasta de los pocos libros que tenías; irrespetos de los guardias, quienes caso omiso hacían a tu solicitud de ir a la biblioteca legal o atención médica, esposas en las manos y los pies cada vez que salías de la celda.

Todo aquello en medio de un clima hostil, en el que los medios de prensa escrita, radial y televisiva de la ciudad de Miami orquestaban la más pérfida campaña por hacernos ver como «espías cubanos que pretendíamos dañar la seguridad nacional de Estados Unidos», y la fiscalía, por su parte, se encargaba de fabricar argumentos para los más injustos cargos y las más severas sentencias, al tiempo que impedía, por todas las formas posibles, la preparación de nuestra defensa.

Una complicidad mayor existió entre mi madre y yo, no era el momento de reflejar en nuestras cartas nuestro amor a la patria, nuestra fidelidad a Fidel y la Revolución. Sencillamente, evadíamos el tema.

Las cartas de mi madre no eran solo para mí, eran para los Cinco. Durante aquel aislamiento ni Gerardo ni Ramón ni Fernando podían escribir ni recibir cartas de sus seres queridos. Por razones de seguridad, tenían una identidad falsa. Ni René ni yo sabíamos sus verdaderosnombres, tampoco conocíamos sobre sus vidas privadas.

Entonces, cada mensaje que me llegaba de Cuba buscaba la manera de pasárselo a ellos, poniendo a prueba los inimaginables recursos que la población penal castigada y aislada en aquel hueco empleaba para pasar un documento o una revista de una celda a otra.

Cada línea al leerla era para nosotros un mensaje de aliento y un llamado a resistir, que nos hacía conscientes de que jamás quedaríamos abandonados.

Mi madre, desde una de sus primeras hermosas cartas, nos envió un claro mensaje:«Nunca habrá soledad para ti, mientras yo exista». Este era también el mensaje de toda Cuba.

Por eso, en aquel terrible confinamiento, dentro de aquellas cuatro paredes con solo una estrecha ventana, cuando todo el odio se volcó hacia nosotros intentando doblegarnos, nunca nos sentimos solos ni derrotados.

Antonio Guerrero Rodríguez

Aquel 12 de septiembre de 1998, en el centro Federal

deDetención de Miami, conducidos con uniforme de preso

hasta una celda del llamado «hueco», solo nos dieron una colcha

y un rollo de papel sanitario.

El recibimiento

10 de octubre de 1998

Mi querida madre:

Me imagino lo ansiosa que debes estar de recibir unas líneas mías, pues aquí van, y espero puedan llegar a tus manos lo antes posible. Se acerca mi cumpleaños 40 y aunque tú siempre me tienes presente, sé que en días especiales uno siente más la ausencia del ser querido […]

Sé que una de tus preocupaciones es mi salud física.

Aquí me he creado la disciplina de hacer una rutina de yoga por una hora; estos ejercicios son buenos no solo para la salud física, sino también para la mental. Me he disciplinado, además, en mi BREATHING IN – BREATHING OUT, que llamo meditación.

Quiero que me escribas y me cuentes ¿cómo estás?, ¿cómo te sientes?, ¿cómo andan tus huesos y tus quehaceres? En fin, como siempre acostumbras, cuéntame todo y así podemos intercambiar más.

Pongo siempre mi mente positiva en el gran valor que has tenido para enfrentar duros momentos en la vida y confío en que tú no fallarás, que estarás tranquila y sintiéndote bien junto a todos los de allá.

Bueno, madre, debemos tener fe y paciencia. Me siento tranquilo y libre en mi interior, en mi ser y en mi alma. Tengo fe en la justicia y sobre todo mucho amor para todos. Tú bien sabes que esa es mi filosofía de vida, la paz y el amor con que tú siempre has sabido educarme.

Sabrás, se me ha despertado la poesía. Aquí te envío un poema.

[…]

Para ti, madre, todo lo hermoso que pueda existir en este mundo, representado en un beso de tu hijo.

La Habana, 21 de octubre de 1998

Mi querido hijo:

Hace dos días tuve la dicha de recibir tu carta, la cual como te podrás imaginar me hacía gran falta, ya que solo ella podía calmar en algo mi estado de preocupación, […] yo no quiero que mi mensaje te llegue de forma que pueda traer una preocupación más a las que ya tienes, por lo que estoy tratando de pensar en cómo hacer mi diálogo, cuando en mi corazón hay tanto dolor y en mi pensamiento el deseo de hacerte llegar la fe que todos tenemos porque este mal sueño pase lo más pronto posible y tu entereza espiritual se mantenga tranquila, serena, confiando que los que te queremos, aunque lejos, te tenemos siempre presente.

Qué te puedo decir yo que tú no sepas de nuestro amor, comprensión y firmeza de tener la completa seguridad de que ni ahora ni nunca te fallaré. Durante todos los años que hemos estado separados por las distintas circunstancias, siempre he sido firme en mi propósito de esperar nuestro reencuentro.

Hoy enfrentamos un duro golpe y no por ello se dejará de cumplir nuestro compromiso. Tengo una gran fe y estoy segura de que todo saldrá bien y con esa misma convicción tú debes mantenerte el tiempo que sea necesario; por acá yo haré lo mismo.

Por lo demás, hijo, todo bien, la familia en general preocupada por ti. Jesusito siempre me da vueltas y me llama, él te quiere mucho, en fin tú sabes cómo es nuestra familia cuando la adversidad nos toca, así que solo me queda decirte que me siento muy feliz de poder tener la dicha de recibir tus cartas y escribirte unas letras, eso nos ayuda a ambos. Solo quiero que te cuides, que nuestros pensamientos nos ayuden a sobrellevar esta carga, porque nuestros corazones son uno solo y ese amor nos ayudará a salir adelante. Ten fe, hijo, cuídate mucho, no estés triste. La vida es lo más preciado que tiene un hombre, porque mientras hay vida hay esperanza.

¿Qué pasará mañana?

El mañana es incierto

El mañana no existe

El mañana puede ser algo interesante, ciertamente.

Pero lo que yo siento del mañana es que para nosotros será claro como el sol, bello como la noche y puro como un niño acabado de nacer

Con todo mi amor, recibe mi mejor beso,

Tu mami.

31 de octubre de 1998

Mi querida madre:

Recibí un breve mensaje tuyo, pocas líneas, pero un inmenso amor en ellas y el gran consuelo de saber que recibiste mi carta y que todos están bien.

La soledad es un término bastante relativo. Pienso, que depende más de tu amor a la vida y a los seres humanos que del hecho de si estás solo o rodeado de gente, o de si estás libre o preso.

Es parecido a la libertad que también es muy relativa.

Pero bien mami, no te voy a filosofar sobre esos términos, aunque sí te diré que no estoy solo, ni me siento en medio de la soledad. Tal vez en estas circunstancias me he dado cuenta de cuánto amor real existe alrededor de mí y cuánto amor yo puedo dar.

Dice un maestro budista que no hay tiempo más importante ni más real, que el momento presente, porque es el que podemos dominar, el pasado, pasó, y el futuro está por ver.

Por eso es importante ser feliz en cada momento presente y amar la vida; alimentar las mejores semillas dentro de ti, las de la comprensión, la bondad, la entrega a lo justo y las del amor y dejar a un lado las malas semillas, las del odio, el resentimiento, la injusticia, la indolencia y muchas otras.

Yo vivo este presente con una gran paz y libertad, muy acompañado por el amor que me llega y muy ocupado.

Dedico parte de mi tiempo a la lectura y a escribir, también hago mi yoga todos los días. Me siento muy bien física y mentalmente. Como te decía: «No me duelen ni los callos».

Así que madre, sé que tú siempre estás junto a mí, en las buenas y las malas, como tú dices.

La fe nunca se ha perdido ni se perderá, porque quien ama la vida y quien ha vivido solo para el bien, la justicia y el amor, siempre hallará paz, justicia y libertad en su camino.

Yo pensaba hacer una carta corta, pero no he podido agrupar mis tantos pensamientos en pocas líneas.

Espero tus cartas. Todo mi amor para ti, besos,

Tu Guerre.

No solo te quitan la libertad, también tu nombre para convertirlo

en un número. Obligatoriamente tienes que aprendértelo en

inglés, porque te lo preguntan cada vez que te trasladan

a la sala de la Corte u otro lugar.

¡Number!(Número)

Noviembre, 19, 1998

Querida madre:

Ayer recibí tu primera carta que tiene fecha 21 de octubre, tardó casi un mes en llegar a mis manos, pero llegó, trayéndome una inmensa alegría.

Tu carta es un mensaje poético lleno de amor, de ese amor de madre, que mira a sus hijos con desvelo y pasión y que los lleva siempre en sus brazos, tan puros como cuando acaban de nacer. Es, además, tu carta, un canto de fe, a la vida y a la esperanza de un mañana más feliz, claro como el sol y bello como la noche.

Me alegra mucho que hayas recibido mi carta. Te diré que desde ahora me uno a tu iniciativa y, al menos, una vez por semana te voy a escribir. Yo sé que tardarán en llegar, pero con el tiempo nos iremos acostumbrando, además, para nosotros siempre nuestras cartas son un consuelo y un aliento.

[…]

Por las mañanas, despierta siempre con una sonrisa y este verso de Thich Nhat Hanh.

Despertando esta mañana,

Miro el cielo azul,

Uno mis manos en agradecimiento,

Por las tantas maravillas de la vida,

Por tener veinticuatro horas nuevas frente a mí.

El sol se está elevando.

Los arboles alertan mis sentidos

Bañados por la claridad.

Con todo mi amor, tu hijo,

Mi amor a todos,

Tony.