Opening Up - Tristan Taormino - E-Book

Opening Up E-Book

Tristan Taormino

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  • Herausgeber: Melusina
  • Kategorie: Ratgeber
  • Serie: UHF
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2020
Beschreibung

El poliamor es la nueva forma de entender las relaciones emocionales y sexuales. Se basa en redes afectivas y deja de lado la imposición social de la monogamia y los roles de pareja tradicional. Tristan Taormino nos ofrece una guía para crear y mantener relaciones abiertas. Basado en más de cien entrevistas,  Opening Up  explora los beneficios, posibilidades y retos de tener una relación abierta en sus distintas modalidades y alternativas, desde la no monogamia en pareja a la polisoltería. El libro incluye consejos para lidiar con los celos, negociar los límites y gestionar el tiempo, entre otras muchos recursos útiles y enfocados a la práctica.  Opening Up  cambiará tu concepción de la intimidad y te ayudará a valorar qué tipo de relación abierta encaja con tu forma de ser.

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Las historias personales, citas y anécdotas de este libro son reales. Se basan en entrevistas reales, voluntarias, autorizadas para su publicación en este libro. De todos modos, los nombres, lugares y otros datos que permitiesen la identificación pueden haber sido alterados para proteger la identidad de las personas entrevistadas. Cualquier parecido en nombres o en otras características físicas entre cualquier individuo del libro y cualquier otra persona es mera coincidencia. Algunas partes del capítulo 18 aparecieron por primera vez en The Ultimate Guide to Anal Sex for Women (Cleis Press, 2006).

Título original: Opening up. A Guide to Creating and Sustaining Open Relationships

© 2008, Tristan Taormino© De la traducción del inglés: Miguel Vagalume

© Editorial Melusina s.l. www.melusina.com

Ilustración de cubierta: Marie Meierwww.mariemeier.org

Reservados todos los derechos de esta edición

Primera edición digital: mayo de 2020

Corrección de galeradas: Albert Fuentes

eisbn: 978-84-15373-86-5

Este libro está dedicado a las personas que tienen el valor de vivir y amar fuera de lo convencional.

contenido

Introducción

Abriéndose a otras opciones: cuestionar la monogamia y revolucionar las relaciones

I. Elegir una relación abierta

1. Pilotos, fiestas y poliamor. Un breve repaso histórico

2. Mitos sobre la no monogamia

3. ¿Están hechas para ti las relaciones abiertas?

4. ¿Qué hace que una relación abierta funcione?

ii. Tipos de relaciones abiertas

5. Pareja no monógama

6. Swingers

7. Poliamor

8. Polisoltería (poliamor sin pareja principal)

9. Polifidelidad

10. Combinaciones de personas monógamas con no monógamas y monógamas con poliamorosas

III. Crear y mantener tus relaciones

11. Diseña tu propia relación abierta

12. Los celos y otras emociones intensas

13. Compersión

14. Retos y problemas más comunes

15. Abrirse de nuevo: cuando algo cambia

16. Salir del armario (o no), encontrar una comunidad, crear familias

17. La crianza

18. Sexo seguro y salud sexual

19. El futuro de las relaciones

Agradecimientos

Nota del traductor

Apéndice. Sobre las personas entrevistadas

Glosario

Introducción

Abriéndose a otras opciones: cuestionar la monogamia y revolucionar las relaciones

Durante más de una década mi trabajo ha consistido en educar y empoderar a las personas acerca de su sexualidad. Escribo sobre sexo, imparto talleres y charlas sobre sexo, contesto a las preguntas de la gente sobre sexo, muestro técnicas para el sexo, hago películas desde una perspectiva «sex positive»1 y organizo eventos relacionados con el sexo. Debido a mi trabajo y a mi curiosidad sin límites en todo lo relacionado con el sexo, he sido testigo y disfrutado de una amplia variedad de experiencias sexuales y he conocido personas de todos los ambientes. He conocido personas que eran heterosexuales, queer, bisex, vainilla, con prácticas sexuales no convencionales y a quienes simplemente les gusta el sexo. He congeniado con gente del ambiente bdsm y del cuero, con swingers, genderqueers, profesionales del sexo, personas poliamorosas, practicantes de tantra, de paganismo y radicales del sexo.

La primera vez que vi a alguien teniendo sexo delante de mí, me quedé fascinada, pasmada, excitada. Era fantástico. Cuatrocientas veces después, sigue siendo fantástico, pero diferente. Ya no me interesa tanto la superficie de lo que estoy viendo, cómo él la lame, los ruidos que hace cuando ella se la folla, cómo se comporta él cuando ella juega con su culo, qué dice él cuando le dice guarradas a su chico, y todas las combinaciones posibles. En su lugar me fascina mucho más quiénes son: ¿son pareja? ¿Cuánto tiempo llevan siendo pareja? ¿Qué hizo que se decidiesen a venir a este evento sexual? ¿Qué es lo que les gusta de tener sexo en público? ¿Quién es esa otra mujer que veo a menudo besándose con esa pareja? ¿Tienen sexo con otras personas? Quiero saber cuál es el contexto de lo que estoy viendo. Quiero conocer la urdimbre de su relación.

Y no es extraño que al conocer a esas personas, descubriese que sus relaciones eran mucho más interesantes, complejas y transgresoras que sus vidas sexuales (y sus vidas sexuales ya eran bastante fascinantes). Además de sus especiales dotes de comunicación y un creativo sentido de la identidad, parecía que todas esas personas tenían algo en común: todas estaban en relaciones no monógamas. Y habían encontrado una manera de hacer que esas relaciones funcionasen tan bien que rebosaban un nivel de satisfacción sexual y emocional por encima de la media; algo que según mi experiencia y observación parece que se le escapa a mucha gente. Por eso me preguntaba: ¿cómo lo hacen?

El declive del matrimonio y la monogamia

La mayoría de los pueblos del mundo, a todo lo largo de la historia y en todo el globo, han organizado las cosas de tal modo que el matrimonio y la exclusividad sexual no sean necesariamente la misma cosa.

El mito de la monogamia2

No es ningún secreto que el matrimonio monógamo tradicional en Estados Unidos tiene serios problemas y los lleva teniendo desde hace mucho tiempo. El modelo de mujer-que-se-queda-en-casa y el marido como único sostén de la familia empezó a cambiar con la Revolución Industrial y sufrió un cambio decisivo cuando las mujeres se convirtieron en mano de obra en la segunda guerra mundial. Una vez que las mujeres empezaron a trabajar fuera de casa, a ganar su propio dinero (aunque fuera menos dinero por el mismo trabajo), a explorar las oportunidades en la educación y en la carrera profesional, los roles de género y el matrimonio cambiaron. En la década de 1950 hubo una breve vuelta a las parejas tradicionales: el 96 % de las personas en edad de tener descendencia estaban casadas y se casaban a una edad más temprana.3 Este período no duró mucho. La década de 1960 trajo la revolución sexual, que era parte de un movimiento contracultural de una juventud que cuestionaba abiertamente las normas dominantes sobre sexo y género. A través de la escritura, grupos activistas y manifestaciones, hombres y mujeres criticaron la guerra de Vietnam, el capitalismo y la familia nuclear. Promovieron la liberación sexual y el «amor libre» frente a la monogamia y el matrimonio. Junto con este cambio de ideas culturales y normas sociales vino un declive en el número de matrimonios, un aumento de los divorcios y un descenso del número de hijos.4

El activismo de los años sesenta dio lugar al movimiento de liberación de la mujer, que movilizó a hombres y mujeres para cuestionar los roles de género, los estereotipos y la desigualdad. El acceso al control de natalidad y el aborto legal significó que las mujeres pudieran tomar sus decisiones reproductivas y tener sexo por placer, no sólo para procrear. Las feministas criticaron y rechazaron el matrimonio como una institución patriarcal. En 1970, el número de matrimonios creció brevemente pero hubo también un considerable número de divorcios: 14,9 por cada 1.000 mujeres casadas de 15 años de edad o más, siendo de un 9,2 en 1960. En 1975, el número de matrimonios empezó a descender de nuevo y el de divorcios continuó subiendo.5 Los años setenta también vieron un estallido de trabajos académicos sobre swingers y relaciones alternativas, y la publicación de más de una docena de libros sobre esos temas. Los disturbios de Stonewall en 1969 ayudaron a dar impulso al movimiento por los derechos civiles para gays y lesbianas, presentándole al matrimonio tradicional y la familia nuclear otro nuevo detractor: el colectivo de gays, lesbianas, transexuales, bisexuales y queer.

En los ochenta el número de matrimonios continuó cayendo. Parte del descenso se achacó al aumento de otra manera de emparejarse: parejas heterosexuales que vivían juntas sin casarse (y a lo que se puso el nada atractivo sobrenombre de «arrejuntarse»). Aunque ese tipo de parejas no era nuevo, en los ochenta había suficientes para que la sociología y la Oficina del Censo de Estados Unidos les prestaran atención. Los divorcios siguieron aumentando en los ochenta hasta 1995, cuando empezaron a descender levemente, aunque no tan rápido como lo hacía el número de matrimonios. En los noventa había más gays, lesbianas, bisexuales y transgénero saliendo del armario que nunca. Vivían en pareja, celebraban ceremonias de compromiso y criaban a su descendencia; la mayor visibilidad de esta comunidad continuó redefiniendo la idea de relaciones y familia.

En 2004, la tasa de matrimonios era de 39,9 por cada 1.000 mujeres solteras de 15 años de edad o más, lo que significa que en menos de cincuenta años el índice había caído cerca de un 50 %.6 En el mismo período de tiempo aumentó el número de matrimonios en segundas, terceras y cuartas nupcias, aunque a esos matrimonios no necesariamente les iba mejor: las estadísticas mostraban que la tasa de divorcios en los matrimonios en segundas nupcias era más alta incluso que para los primeros matrimonios.7 Claramente, la estructura, expectativas y funciones del matrimonio no son tan deseables o funcionales como lo eran hace cincuenta años.

Hay otro indicador significativo de que los matrimonios y relaciones monógamas no están funcionando: las infidelidades son una epidemia. El Informe Kinsey fue el primero en ofrecer estadísticas sobre el tema a partir de un amplio estudio publicado en 1953; indicaba que el 26 % de las esposas y el 50 % de los maridos habían tenido por lo menos una aventura antes de cumplir los cuarenta. Le siguieron otros estudios con datos similares. De acuerdo con el Informe Janus de 1993, más de un tercio de los hombres y más de una cuarta parte de las mujeres admiten haber tenido al menos una experiencia sexual extramarital. El 40 % de las mujeres divorciadas y el 45 % de los hombres divorciados declararon haber tenido más de una relación sexual extramarital antes de haberse divorciado.8 En una encuesta realizada por la cadena de televisión msnbc y la productora iVillage en 2007, la mitad o más de las 70.000 personas que respondieron dijeron que habían engañado a sus parejas en algún momento de su vida, y el 22 % se lo habían hecho a su actual pareja.9

Mientras que prácticamente todo el mundo a quien preguntes te dirá que engañar a tu pareja está mal y es inmoral, la investigación obviamente refleja una conducta diferente. Tener una «aventura» se ha convertido en una tradición en este país: está tan arraigado en nuestra cultura que damos por supuesto que es algo inevitable. Engañar a la pareja es el eje fundamental en innumerables programas de televisión, películas, obras de teatro, óperas, música pop e incluso anuncios. Se ha generalizado tanto que ha generado toda una industria de webs para citas de infieles con infieles, libros y programas de autoayuda, y servicios de investigación privada. Aunque públicamente se considera algo inaceptable, se ha convertido en una parte aceptada de la vida.

Para esas personas que han conseguido evitar engañar (o que les engañen) todavía hay una especie de insatisfacción con las relaciones monógamas. Abundan las quejas de haberse estancado en la rutina. Mires donde mires, te empujan a «animar» tu vida sexual, reavivar tu vida amorosa, combatir la rutina o recuperar la chispa de la relación. Hay una cantidad asombrosa de artículos en revistas, libros, entrevistas y tertulias en televisión, talleres, retiros —sin contar las sesiones individuales de terapia— dedicados a estos temas.910 La terapia de pareja es un negocio en expansión. Parece que mucha gente es infeliz.

La mitología de la monogamia

Quienes más hablan de las bendiciones del matrimonio y la fidelidad a sus votos son precisamente quienes dicen que, si se rompiesen las cadenas y se dejase que los prisioneros eligiesen libremente, se desgarraría por completo el tejido social. El argumento no puede valer en los dos sentidos. Si el prisionero es feliz, ¿por qué encerrarlo? Si no lo es, ¿por qué aparentar que sí lo es?

George Bernard Shaw11

No es de extrañar que la gente esté tan insatisfecha: la monogamia aboca a la mayoría de la gente al fracaso. Las reglas de la monogamia tradicional son claras: has prometido a una persona tu exclusividad emocional y sexual para siempre. Pero son las reglas no escritas con las que vas a tropezar. Nos han vendido colectivamente el cuento de hadas de encontrar a una persona con quien seremos felices para siempre. Las expectativas son interminables: tu pareja ideal es tu alma gemela, la persona con quien eres sexual y emocionalmente compatible al cien por cien, tu «media naranja» con quien compartes los mismos valores respecto a todos los temas. Tu pareja satisfará todas tus necesidades: físicas, emocionales, psicológicas, afectivas, financieras, románticas, sexuales y espirituales. Si es amor de verdad, nunca desearás nada de otra persona.

Algunas personas no se creen esta mitología tácita, rechazan conscientemente unas expectativas que son inaceptables, deciden comprometerse con una única persona y son felices. Estas personas eligen la monogamia y les funciona. Pero lo más común es que la gente sea monógama no por elección, sino por defecto; creen que la monogamia es lo que está haciendo todo el mundo, lo que se espera de ellos y cómo deben ser las relaciones. Además, han crecido con mensajes sobre ese cuento de hadas, ha calado en sus mentes y trabajarán duro para cumplir con las expectativas. El problema es que esas expectativas tácitas de la monogamia son irreales e inalcanzables.

Cuando en una relación monógama alguien se tiene que enfrentar por primera vez a un deseo que contradice esa mitología, se produce una serie de reacciones. Quizá te des cuenta de que tu pareja no está cubriendo todas tus necesidades. O que sientes atracción por otra persona. Al principio te sientes culpable porque se supone que no deberías tener esos sentimientos. ¡Están reservados para tu media naranja! Si sintieses amor de verdad... Pero los tienes, y dispones de varias opciones. Puedes reconocer ese sentimiento sin vergüenza ni culpa y decidir que no vas a hacer nada basado en ese sentimiento porque no lo necesitas o no quieres hacerlo. Probablemente te sentirás bien por haber tomado esa decisión; es la que toman las personas que han pensado sobre la monogamia y la han elegido conscientemente. Pero las siguientes tres opciones son mucho más comunes: 1) Negar el deseo: es un mecanismo de defensa que entierra tus sentimientos en lo más profundo, donde se pudren provocando resentimiento, enfado y desconexión de tu pareja; 2) Ceder a la tentación: tu única opción en esta situación es mentir a tu pareja, lo que te lleva al engaño y la traición; 3) Satisfacer el deseo: sólo puedes satisfacerlo si terminas tu relación actual y comienzas otra con la nueva persona. La monogamia en serie, ¡vamos allá! La realidad es que existe otra opción. De hecho, hay varias. Pero todas ellas requieren que abandones la monogamia. Las personas que engañan a su pareja al menos hacen una cosa honesta: reconocen que su pareja no puede cubrir todas sus necesidades y que quieren tener sexo o una relación con una persona que no es su pareja actual. Luego lo estropean todo mintiendo. Hacen realidad su deseo de manera deshonesta haciendo las cosas a escondidas, guardando secretos y cortando la comunicación con su pareja.

La no monogamia como opción alternativa

Si amas algo, déjalo libre. Si vuelve a ti, es tuyo. Si no, nunca lo fue.

Anónimo

Las personas que practican la no monogamia comienzan desde la misma premisa: la pareja no puede cubrir todas tus necesidades y puedes desear sexo o una relación con alguien que no sea tu pareja actual. Pero en lugar de esconderlo, lo ponen al descubierto. No reprimen su conducta según lo que se supone que han de hacer. Abren las vías de comunicación. Hablan honestamente sobre qué desean, se enfrentan a sus miedos y los miedos de otras personas, y buscan la manera de conseguir lo que desean sin engañar a nadie. No se limitan a compartir cariño, flirteo, sexo, conexión, romance y amor con una sola persona. Creen firmemente que se puede tener todas esas cosas con varias personas y hacerlo de manera ética y responsable.

No existen guiones ni modelos para las relaciones abiertas, por lo que las personas que las practican deben inventarse su tipo de unión según la viven. Cuando sus relaciones cambian, hay tantas probabilidades de que renegocien la relación como de que la terminen. Como tienen muchas experiencias, personas y relaciones diferentes en su vida, rara vez se estancan en esa rutina de la que se quejan las personas monógamas.

Podría parecer que las personas en relaciones no monógamas prescinden de la comodidad y seguridad de la monogamia. Después de todo, han de enfrentarse de forma habitual a uno de nuestros temores más profundos: que nuestra pareja nos vaya a abandonar. Pero valoran su libertad y la de sus relaciones, y esa libertad viene acompañada, para algunas de esas personas, de un mayor sentido de seguridad. Suena como una contradicción, pero una de las cosas más profundas que he aprendido de las personas en relaciones no monógamas es la seguridad y felicidad que sienten por la solidez de sus relaciones. Una mujer me dijo que ella sabe que sus parejas están en la relación porque quieren estarlo, y no por obligación. Otra me dijo que, como sus relaciones no se basaban en falsas ideas de una exclusividad eterna, se siente más querida por sus parejas: «Invertimos en lo que tenemos en lugar de en lo que deberíamos tener». Pero toda esta libertad no significa que todo vale. Las personas no monógamas están constantemente ocupadas con sus relaciones: negocian y marcan límites, los respetan, los comprueban y sí, también los rompen. Pero los límites no son asumidos ni los impone la sociedad; se eligen conscientemente.

¿Quiénes son estas personas valientes y revolucionarias? Cuando la mayoría de la gente se imagina a quienes tienen varias parejas a la vez, hay unas cuantas imágenes que les vienen a la mente. El marido infiel y su amante. Swingers extravagantes, orgías salvajes y fiestas sexuales. Las personas polígamas de culturas extrañas en países lejanos. Pero las personas no monógamas no son raras ni una raza aparte. Están en todas partes, a tu alrededor. Viven en zonas urbanas de moda y también en granjas de la América rural. Tienen el título de bachillerato y tienen un doctorado. Pueden tener poco en común en sus vidas cotidianas. Lo que comparten es la honestidad y la predisposición a dar el salto y crear relaciones que desafían todo lo que les han enseñado.

Mi investigación

En los últimos diez años he estudiado a fondo el poliamor y otras formas de no monogamia. Lo que siempre me ha chocado, al leer libros e ir a talleres, es que la información sobre «cómo se hace» resulta útil, pero es sólo un marco de referencia. Recuerdo haber acudido a charlas sobre el tema de las que salía con la sensación de que no sabía más de lo que sabía antes. Se describía el poliamor como una manera idealista de relacionarse en la que todo el mundo está de acuerdo y tiene una relación estupenda. Eso me hacía desconfiar.

Hace siete años, una vez que había salido de viaje, fui a cenar con una amiga y con una mujer que conocía en la zona. Sabía que eran poliamorosas y comenzamos a conversar sobre el tema. Mi amiga contó: «Mi pareja principal y yo no tenemos una relación sexual. Tenemos sexo con nuestras otras parejas. Pero mi compromiso con ella es del cien por cien». Me sorprendió, porque lo que ella estaba diciendo contradecía todos los modelos que conocía. Nuestra compañera de mesa era una líder en la comunidad bdsm, y había estado con su pareja principal durante mucho tiempo. «Della y yo nos hicimos poliamorosas después de que ella me engañara con otra persona. Yo fui, en cierto sentido y por decirlo de otra manera, arrastrada dentro del poliamor de manera no consensuada. Cuando averigüé que me estaba engañando, me sentí herida y enfadada, pero cuando me calmé, me di cuenta de que no quería terminar nuestra relación. Así que nos sentamos y nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer para que esto funcione?».

Escuchando sus historias, aquella noche me di cuenta de que yo no había oído a mucha gente hablar sobre los detalles concretos de sus relaciones. Cuando alguien acepta ir al grano y compartir los detalles de su vida, podemos aprender de sus experiencias. Pero la gente tiene que tener el valor de contar lo bueno, lo malo, lo feo, lo raro y lo embarazoso, y así las otras personas pueden sentir que no están solas.

Esta es la razón por la que era importante incluir tantas voces distintas y versiones diferentes de la no monogamia como pudiese. Tengo mis propias experiencias con relaciones abiertas, tanto exitosas como fallidas. He probado muchos estilos diferentes de no monogamia. Llevo siete años en una relación. Pero creo que es útil tener todas las perspectivas diferentes posibles sobre un tema tan amplio. Así que me dirigí a las personas que conocía y que estaban saliéndose del molde de la monogamia.

Elaboré un cuestionario y lo envié por correo electrónico a personas que conocía y a líderes de grupos locales de poli-amor. Además publiqué en foros en internet información sobre el cuestionario y animé a la gente a reenviar y distribuir esa información a más gente. Es un grupo de personas autoseleccionadas, o lo que en investigación se llama «muestreo de bola de nieve»: envío la entrevista a varias personas, esas personas se la envían a sus parejas y amistades, y así sucesivamente, como una carta en cadena. No soy socióloga —esto no es un estudio científico, y quienes participaron no constituyen una muestra aleatoria— pero de todos modos la información resulta valiosa, en particular porque hay muy pocas investigaciones sobre personas en relaciones abiertas.

En total recogí información de 126 participantes. Recibí cuestionarios completados por escrito de 121 de ellas. Hice entrevistas para ampliar información con 80 de ellas: 38 en persona, 20 por email y 22 por teléfono. (Cinco de las 38 personas entrevistadas en persona no completaron el cuestionario por escrito antes de la entrevista; recogí sus datos demográficos durante la entrevista.)

Mi estudio incluyó a 66 mujeres, 50 hombres y 10 personas que se identificaron como transgénero u «otros». El 38 % se identificaban como bisexuales, bi/queer, bi/heterosexual o bi/pansexual. El 37 % se identificaban como heterosexual o heterosexual/bi; el 19 % como gay, lesbiana o queer; y el 6 % como pansexual o como omnisexual. La persona más joven tenía 21 años, la mayor 72, y la edad media era de 37. La mayoría de las personas participantes eran blancas (alrededor del 80 %). Eran de 28 estados de Estados Unidos y estaban bastante repartidas entre ellos: 30 % del sur, 29 % del noreste, 20 % del oeste y 19 % del área central. Hubo dos participantes de Canadá. El grupo incluía a una persona del sector de la alimentación, una que era comercial de cosméticos, un miembro de la Comisión de Juegos de Azar, una persona que trabajaba como inspector fiscal de su estado, una que hacía actuaciones porno, una que era oficial en activo del ejército y una que era líder de una comunidad evangélica. La profesión más habitual era la docencia, con seis de primaria y secundaria y cuatro en la universidad. En algunos casos entrevisté a ambos miembros de una pareja o a todos los miembros de una tríada. En otros la información la obtuve de sólo uno de los miembros, reflejando solamente la perspectiva de esa persona sobre la relación.

Cómo leer Opening Up

Este libro es una ventana al universo de posibilidades que hay más allá de la monogamia. Es un estudio y una hoja de ruta, una guía y un manifiesto. Por el simple hecho de elegirlo, muestras algún interés por el tema. Quizá sientas curiosidad sobre las relaciones abiertas o estés valorando formar parte de una. Quizá has sido una persona poliamorosa la mayor parte de tu vida y estás buscando consejos sobre cómo apoyar activamente tu relación abierta. Quizá seas la pareja de una persona que está en una relación abierta y quieres entender mejor la no monogamia, o eres miembro de alguna profesión de ayuda a otras personas (medicina, terapia, trabajo social) que necesita entenderlas mejor. Espero que haya algo útil en este libro para todo el mundo.

Tuve una epifanía importante mientras escribía el libro: no existe un método para crear una relación abierta. Cada persona practica la no monogamia de una manera diferente. Cada historia, cada relación es única. Hay elementos similares y patrones, pero nadie lo hace exactamente de la misma manera. Considera las observaciones y consejos de este libro como una guía para crear relaciones abiertas y hacer que funcionen. Aprende de las personas a quienes entrevisté, que compartieron sus ideas claras y su confusión, su pena y su felicidad, sus luchas y sus historias exitosas. Absórbelo todo mientras vas diseñando tus relaciones y recuerda: lo importante de la vida se muestra en los pequeños detalles.

La primera parte del libro es una introducción a las relaciones abiertas. En el capítulo 1 recojo una breve historia de las diferentes formas de no monogamia desde la década de 1950 y defino términos importantes que se emplean a lo largo del libro. El capítulo 2 expone y corrige los mitos sobre la no monogamia. Por qué las personas eligen tener una relación abierta se explica en el capítulo 3, y algunos de los principios que hacen que funcione están resumidos en el capítulo 4. La segunda parte, del capítulo 5 al 10, describe varios estilos de relaciones abiertas, incluida la no monogamia en pareja, el swinging, el poliamor, el poliamor sin pareja, la polifidelidad y las combinaciones monogamia/poliamor. Del capítulo 5 hasta el 17 se ofrece una visión más detallada de una o varias de las personas a las que entrevisté, al final de cada capítulo.

La tercera parte del libro es tu hoja de ruta para crear y mantener relaciones abiertas. El capítulo 11 ofrece unas reglas generales y ejercicios para ayudarte a diseñar tu relación ideal. En el capítulo 12 me sumerjo en los celos y sus acompañantes, incluida la envidia, la inseguridad, la posesividad y el resentimiento. El capítulo 13 profundiza en el concepto de compersión, que ha sido llamado «lo opuesto a los celos». Algunos de los retos y conflictos habituales a los que deben enfrentarse las personas en relaciones abiertas —qué sucede cuando tu pareja entra en una nueva relación, gestión del tiempo, malentendidos y ruptura de acuerdos— se exploran en el capítulo 14. Enfrentarse a los cambios es el tema central del capítulo 15. En el capítulo 16 estudio las maneras en que las personas en relaciones no monógamas interactúan con el mundo: salir del armario (o no), encontrar a personas similares y crear redes de apoyo. El capítulo 17 trata el tema de los problemas relacionados con la crianza que se encuentran las personas en relaciones abiertas. La información sobre sexo seguro y salud sexual se expone en el capítulo 18, y en el capítulo 19 miro al futuro de las relaciones y comparto los consejos de quienes entrevisté. Al final del libro el lector encontrará un apéndice que incluye información detallada y estadísticas sobre las personas entrevistadas.

Elegí el título Opening Up porque me gusta todo lo que implica sobre las personas en relaciones abiertas. Están abiertas a sugerencias. Abiertas a que se las comprenda. Abiertas a las posibilidades. Sus deseos no están ocultos, sino a la vista. Estas personas hacen hueco para otras personas en sus camas, vidas y corazones. Para quienes quieren explorar las posibilidades más allá de la monogamia, abrirse es expandirse y evolucionar. Cada persona a quien entrevisté se abrió a mí. Algunas estaban felices y centradas, otras se hallaban en encrucijadas de su relación, con la incertidumbre por delante. Todas compartieron sus preocupaciones, miedos, esperanzas y sueños. Sus historias marcaron mi vida de muchas maneras y espero que marquen la tuya en tu viaje de apertura.

1 Para este y otros términos, consúltese el glosario de la pág. 415. (N. del trad.)

2. David P. Barash y Judith Eve Lipton, El mito de la monogamia: la fidelidad y la infidelidad en los animales y en las personas. (Madrid: Siglo xxi, 2003), 261.

3. Philip Blumstein y Pepper Schwartz, American Couples: Money, Work, Sex (William Morrow, 1983), 30.

4 . Ibíd.

5. Estadísticas del us Census Bureau citadas en la obra de Barbara Dafoe Whitehead y David Popenoe, «Social Indicators of Marital Health and Wellbeing: Trends of the Past Four Decades», The State of Our Unions: The Social Health of Marriage in America, 2005.

6. En 1960, la tasa era de 73,5 por 1.000 mujeres no casadas a partir de 15 años de edad; en 2004, esta proporción había aumentado hasta 39,9 por 1.000. El descenso es de un 45,71 %. Los datos proceden del us Census Bureau y se citan en el artículo «Social Indicators of Marital Health and Wellbeing», de Whitehead y Popenoe.

7. Joshua R. Goldstein, «The Leveling of Divorce in the United States», Demography 36 (1999): 409-414; Andrew Cherlin, Marriage, Divorce, Remarriage (Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1992) citado en «The Top Ten Myths of Divorce» de David Popenoe,http://marriage.rutgers.edu/Publications/pubtoptenmyths.htm

8. Samuel S. Janus y Cynthia L. Janus, The Janus Report on Sexual Behaviour (Wiley, 1993), 169, 196. Los datos reflejados en el libro de 1993 se basan en estadísticas recogidas entre 1988 y 1992.

9. Jane Weaver, «Many cheat for a Thrill, More Stay True to Love», Today, 16 de abril de 2007,http://todaymsnbc.msn.com/id/17951664

10. Debo admitir que yo también formo parte de la corriente obsesiva de los medios por la insatisfacción en la pareja, y que me he beneficiado de esa insatisfacción de diversas maneras. He impartido talleres sobre cómo mejorar la vida sexual y mis libros sobre sexualidad forman parte de la amplísima sección de autoayuda de las librerías.

11. George Bernard Shaw, Man and Superman, citado enhttp://www.notable-quotes.com/s/shaw_george_bernard.html

I. Elegir una relación abierta

1. Pilotos, fiestas y poliamor. Un breve repaso histórico

La práctica de tener varias relaciones sexuales y emocionales consensuadas a la vez no es nueva. Desde que han existido las relaciones, han existido las relaciones abiertas. Desde el swinging y la pareja abierta hasta los espacios para el sexo gay y lésbico y las comunas, echar una mirada a los modelos de la historia reciente nos da un contexto para las relaciones abiertas actuales.

Swingers

En los Estados Unidos, el swinging fue la primera forma organizada de no monogamia moderna para personas heterosexuales y bisexuales. Comenzó como una subcultura oculta, por lo que su historia es complicada de seguir, pero hay conjeturas sobre sus comienzos. Las fiestas organizadas en las que la gente tenía sexo datan de las décadas de 1930 y 1940 en Hollywood. Una hipótesis es que el intercambio de parejas empezó entre pilotos de la fuerza aérea norteamericana y sus mujeres durante la segunda guerra mundial. Los pilotos llevaban a sus mujeres cerca de la base militar, donde se formaba una comunidad muy estrecha de pilotos y sus esposas. Como morían tantos pilotos en combate, se entendía que los pilotos supervivientes cuidarían de las viudas como lo harían con sus propias esposas. Supuestamente, esta práctica continuó durante la guerra de Corea. Otra hipótesis algo diferente es que el swinging comenzó en las bases militares de California en la década de 1950. Ninguna de las dos hipótesis ha sido bien documentada o verificada. Lo que sabemos es que a finales de la década de 1950 los medios de comunicación hablaban de un nuevo fenómeno en los barrios residenciales denominado «intercambio de esposas». También hay mucha mitología sobre las «fiestas de llaves» en los sesenta y setenta; en ellas los maridos dejaban sus llaves en un bol, cada esposa elegía un juego de llaves al azar y tenía sexo con el hombre a quien perteneciesen. Otra hipótesis es que el swinging empezó entre hippies y nudistas, y algunas personas señalan a la Sexual Freedom League, un grupo activista libertario fundado en la década de 1960 en Berkeley que organizaba orgías.1

De mediados a finales de los años sesenta, los grupos swingers que se habían formado y las fiestas de swingers salieron a la luz, haciéndose populares entre parejas mayoritariamente blancas y acomodadas que vivían en barrios residenciales, y las fiestas dejaron de ser tan secretas como para que no fuera posible encontrarlas. Para su libro Swap Clubs (1964),2 William y Jerrye Breedlove hablaron con 800 personas que pertenecían a grupos swingers de más de 25 ciudades de prácticamente todas las regiones de Estados Unidos. El estudio de Breedlove fue parte de una ola de investigaciones sociológicas del ambiente swinger a finales de los sesenta y los setenta. La fascinación académica con el swinging tuvo como resultado docenas de artículos y libros como Open Marriage de Nena y George O’Neill, Group Marriage de Larry y Joan Constantine, Beyond Monogamy editado por James R. Smith y Lynn G. Smith, y The New Intimacy: Open-Ended Marriage and Alternative Lifestyles. Incluso los propios swingers aportaron su grano de arroz escribiendo libros de auto-ayuda como Together Sex y The Civilized Couple’s Guide to Extramarital Adventure.

En 1969, Robert y Geri McGinley fundaron un grupo para swingers que se reunía semanalmente y que terminó convirtiéndose en la Lifestyles Organization, una de las organizaciones swingers más grandes y antiguas de Estados Unidos. La organización creó la primera Lifestyles Convention [Congreso de Estilos de Vida] en 1973, y en la década de 1980 las Lifestyles Conventions atraían a más de mil parejas. A finales de la década de 1970, Robert McGinley creó la North American Swing Club Association (nasca), una organización empresarial para clubs swingers; hoy en día cientos de negocios relacionados con el swinging pertenecen a nasca, que se ha convertido en una organización internacional.3

Desde la década de 1960 varios estudios han estimado que el número de personas que practican swinging estaba entre uno y ocho millones. A finales de la década de 1990, McGinley estimaba que había en torno a tres millones de swingers en Estados Unidos, basándose en el número de clubs, los listados de miembros de esos clubs, el número de asistentes a las fiestas y las visitas a varias fiestas privadas en distintas ciudades.4 Hoy en día, el ambiente swinger es una subcultura grande y organizada con sus propias revistas, webs, clubs, fiestas y congresos. Periódicamente «ocupan» hoteles enteros y resorts para sus eventos.

swinging utópico

Entre los estudios académicos sobre swingers a finales de los sesenta y setenta, la socióloga Carolyn Symonds fue la primera en clasificar a las personas swingers en «recreativas» o «utópicas». Describió a las recreativas como «personas que usan el swinging como una forma de recreo. ... Puede cubrir necesidades de socialización, ejercicio o quizá variedad sexual o conquista». Identificó a las utópicas como un grupo mucho más pequeño de «personas con una filosofía utópica que sueñan con crear una comunidad y vivir todos los aspectos de su vida dentro de ese ambiente. Quieren compartir no sólo el sexo con el resto de miembros de la comunidad sino también la comida y la vivienda, la crianza, la educación y otras facetas de la vida».5 Otras investigaciones de esa época adoptaron, criticaron y rechazaron esos términos. Lo que es más útil de la clasificación de Symonds es que identificó un pequeño subgrupo de personas que se diferenciaban de la mayoría, uno que estaba más politizado y que no se sentía amenazado por el desarrollo de relaciones emocionales adicionales. El swinging utópico suena mucho a un prototipo temprano de las personas poliamorosas.

Pareja abierta

En 1972, cuando la mayoría de las discusiones sobre la no monogamia trataban del swinging, Nena y George O’Neill propusieron un nuevo modelo de relación que podía incluir la no monogamia. Su libro Open Marriage: A New Life Style for Couples, basado en las entrevistas que realizaron así como en sus filosofías personales, vendió más de un millón y medio de ejemplares. El matrimonio O’Neill resumió así su visión de una pareja abierta:

Una pareja abierta puede definirse como una relación en la que sus miembros están comprometidos con su propio crecimiento y el de su pareja. Es una relación honesta y abierta de intimidad y sinceridad basada en una libertad e identidad igual para ambos miembros. El cuidado, el apoyo y el aumento de la seguridad en las identidades individuales hace posible compartir el crecimiento personal con otra persona con lazos profundos, lo cual estimula y anticipa tanto el propio crecimiento como el de la pareja. Es una relación lo suficientemente flexible para permitir el cambio, que se renegocia sin cesar según van cambiando las necesidades, basada en la toma de decisiones por consenso, en la aceptación y estimulación del crecimiento individual y la apertura a nuevas posibilidades de crecimiento.6

Mediante el empleo de algunas de las tendencias del movimiento de autoayuda del momento, el matrimonio O’Neill propuso un nuevo concepto de matrimonio en el que los miembros rechazaban los roles rígidos, enfatizaban la comunicación abierta y honesta, y buscaban la libertad. Veían la pareja abierta como una herramienta de crecimiento personal (como evidencia el empleo de la palabra «crecimiento» cinco veces en la breve descripción anterior). Tras la publicación del libro, los O’Neill intentaron reducir el énfasis en la no monogamia sexual, aunque el término «pareja abierta» se convirtió en sinónimo de un matrimonio o pareja sexualmente abiertos.

Matrimonio multilateral

En 1973, el matrimonio Larry y Joan Constantine acuñaron el término matrimonio multilateral en su revolucionario libro Group Marriage: A Study of Contemporary Multilateral Marriage. Con el estímulo de su propia experiencia e interés en el matrimonio de grupo, los Constantine decidieron comenzar a estudiar personas en matrimonios de grupo. Sin credenciales convencionales —ni en sociología ni como terapeutas, aunque Larry Constantine estaba estudiando para obtener un certificado en terapia de familia en el Boston Family Institute— se dedicaron a localizar personas en matrimonios grupales y realizar entrevistas detalladas por correo y presenciales. Encontraron personas a través de redes clandestinas, grupos de apoyo difíciles de encontrar y el boca a boca, y según avanzaba su estudio, los sujetos comenzaron a contactarles. Durante tres años les enviaron entrevistas por correo y viajaron a lo largo del país para entrevistarlas en persona, conduciendo más de 50.000 kilómetros en su Volkswagen Squareback con un pequeño remolque. En total, participaron 104 personas en el estudio.

Los Constantine definieron el matrimonio multilateral como la relación que «consiste en tres o más personas, cada una de las cuales se considera a sí misma casada», queriendo diferenciarlo del término «matrimonio de grupo», que se refiere a un matrimonio de cuatro personas formado por dos hombres y dos mujeres.7 Estuvieron entre los primeros (si no fueron los primeros) en usar los términos coesposa y coesposo para describir la relación entre los miembros de un matrimonio multilateral. Estudiaron un grupo bastante variado de personas (aunque gays y lesbianas están ausentes de su investigación; eran los años setenta y encontrar grupos heterosexuales ya era de por sí bastante difícil) y formularon agudas observaciones al respecto. El matrimonio multilateral era el prototipo de la polifidelidad moderna, uno de los tipos de poliamor.

Saunas gays y clubs sexuales

Las primeras formas documentadas de no monogamia organizada para heterosexuales fueron el swinging, la pareja abierta y el matrimonio multilateral. El sexo en público, recreativo y entre varios hombres gay es anterior al swinging. El historiador gay Allan Bérubé escribe «antes de que hubiese ningún líder abiertamente gay o lesbiana, grupos políticos, libros, películas, diarios, negocios, vecindarios, iglesias o derechos homosexuales reconocidos, varias generaciones fueron las pioneras al crear saunas de manera espontánea».8 A finales del siglo xix y comienzos del xx, además de los parques, las asociaciones cristianas de jóvenes (ymca) y los aseos públicos, los baños turcos y otros baños públicos en grandes ciudades se convirtieron en lugares donde los hombres tenían sexo con otros hombres. Desde los años veinte a los años cincuenta, ciertas casas de baños desarrollaron una importante clientela gay y se convirtieron en espacios relativamente seguros donde los hombres podían encontrarse, socializar y tener sexo anónimo, informal o sin compromiso con otros hombres a menudo en cubículos privados o habitaciones. Durante los años cincuenta, se abrieron en San Francisco y Nueva York los primeros baños anunciados abiertamente para clientela gay, marcando la primera ocasión en que el sexo del público gay se organizaba y tenía su base en la comunidad. En los años sesenta, en respuesta al movimiento de «amor libre», los baños comenzaron a instalar habitaciones para orgías y sexo en grupo.9 En los setenta se estaban fundado en San Francisco, Nueva York y otras ciudades, clubes para sexo gay, fisting y bdsm.

Cuando la cultura gay era clandestina y estaba criminalizada, las saunas y bares se contaban entre los pocos lugares donde los hombres podían encontrarse. De todos modos, una vez que ser gay se volvió más aceptado y emergió una visible comunidad gay, las saunas continuaron siendo —y a día de hoy aún lo son— una parte importante, floreciente de la cultura gay. Existen saunas por todo el país que son frecuentadas por hombres solos, hombres con pareja y parejas que van juntas. La presencia de las saunas y su longevidad en la cultura gay reflejan que el sexo sin compromiso y la no monogamia (consensuada y no consensuada) han sido parte de las comunidades gay.

En su ensayo sobre The Catacombs, el tristemente célebre club de bdsm y fisting de San Francisco, Gayle Rubin habla de las relaciones subyacentes que se forman en los espacios sexuales públicos: «A menudo los lugares dedicados al sexo son descritos como brutales, fríos, siniestros, donde la gente tiene relaciones distantes y de explotación. The Catacombs no podía ser más diferente de esa descripción... Era un ambiente sexualmente organizado donde las personas se trataban con respeto mutuo, y donde eran amorosamente sexuales sin tener que estar en santo matrimonio».10 Jack Fritscher repite los sentimientos de Rubin en sus recuerdos de algunas de las relaciones no convencionales que salieron de The Catacombs:

Pienso en particular en Cynthia Slater, la fundadora de la Janus Society, a quien yo había dominado muchas veces en sesiones bdsm en The Catacombs, lo cual era curioso porque Cynthia fuera de The Catacombs estaba teniendo una aventura sexual con mi hermano (sí, mi hermano de verdad), al mismo tiempo que estaba siendo fotografiada por mi amante de la otra costa de Estados Unidos, Robert Mapplethorpe, a quien yo la había presentado. A Cynthia le gustó mi hermano porque él era heterosexual y podía follar con ella, mientras que yo podía dominarla en bdsm, con lo que tuvo dos chicos muy similares en, bueno, una experiencia inmensa. Joder, ella, él y yo, ¡era tan setentero! Tan «Dos es más que uno, pero el tres es insuperable», como en la película Cabaret.11

Además del sexo en público y entre varias personas a la vez, también son bastante comunes entre hombres gay otros tipos de no monogamia. Según fueron evolucionando su comunidad y su cultura, los hombres gay, especialmente los interesados en bdsm y sexo en público, eran ya unos renegados de la sociedad convencional y parece lógico que formasen nuevos tipos de relación en lugar de mantenerse apegados a las relaciones tradicionales y monógamas.

Los colectivos de lesbianas y las Guerras del Sexo

Durante el movimiento de liberación de la mujer en los años setenta nacieron todos los proyectos de viviendas comunitarias de mujeres (y específicamente de lesbianas). Las mujeres buscaban crearse una vida libre de machismo y de otras formas de opresión en utopías alternativas en las que compartían las tareas de crianza, el espacio vital y los recursos. Parte de la filosofía comunal era imaginar y hacer realidad modelos no patriarcales, incluido para el sexo y las relaciones. En su relato sobre su vida en uno de esos colectivos en Oregón, Thyme S. Siegel escribía sobre esas aldeas emergentes: «La aldea matriarcal de Emerald City fue un lugar entre otros muchos, en el campo y en ciudades universitarias en los setenta, en los que surgieron aldeas lesbianas. Muchas de esas aldeas se caracterizaban por sus tipos variados de no monogamia, armoniosa o no».12

A finales de los setenta y en los ochenta, según surgían clubs de sexo y bdsm en las zonas urbanas, a las mujeres se les permitía acceder a esos clubs (como The Catacombs en San Francisco) en raras ocasiones. Las mujeres lesbianas y bisexuales empezaron a «tomar prestados» esos espacios para sus propias fiestas y al final los eventos de sexo lésbico y bdsm tenían lugar regularmente en clubs y fiestas privadas. Esto creó un espacio físico para que las comunidades se fuesen uniendo; comunidades de mujeres interesadas en la dominación y la sumisión, en el sexo en grupo y las formas alternativas de relación. La revista erótica lésbica On Our Backs apareció en 1984; además de fotografías explícitas, uno de los números de la revista incluía un ensayo sobre el sexo en grupo escrito por la editora en ese momento, Susie Bright. Durante las Guerras del Sexo de los años ochenta, aunque las lesbianas feministas anti-bdsm y las lesbianas feministas radicales del sexo se encontraban en bandos opuestos en las discusiones sobre sexo, porno y sadomasoquismo, algunas estaban de acuerdo en una cosa: la monogamia no debía ser asumida o adoptada obligatoriamente.

Los noventa y principios del dos mil trajeron una explosión de escritos de mujeres queer sobre sexualidad y relaciones no convencionales, incluyendo Lesbian Polyfidelity de Celeste West; The Lesbian Polyamory Reader editado por Marcia Munson y Judith P. Stelboum; libros de Pat Califia, Susie Bright, Shar Rednour y Carol Queen; ensayos en Bi Any Other Name y Coming to Power: A Leatherdyke Reader, así como docenas de antologías de relatos eróticos. En el libro que Celeste West publicó en 1996, Lesbian Polyfidelity, se afirmaba que el 20 % de sus encuestadas eran poliamorosas.

Poliamor

Algunas fuentes afirman que la palabra «poliamor» puede tener su origen en fecha tan remota como los años sesenta. El concepto y principios básicos de la no monogamia consensuada y responsable surgieron antes de que el término «poliamor» fuese acuñado. Al mismo tiempo que las comunidades swinger, gay y lésbica se desarrollaban en California en los setenta, estaba surgiendo una forma diferente de no monogamia en San Francisco: las comunas utópicas. Una de las más conocidas es la Comuna Kerista (también conocida como Aldea Kerista), que empezó a tomar forma entre los movimientos hippie y de amor libre de la época. La Comuna Kerista fue una comunidad fundada hacia mediados de los años setenta por Jud Presmont. Los miembros de la comuna acuñaron el término «polifidelidad» (fiel a varias parejas simultáneamente) para describir la nueva forma de relación en la que cada mujer tenía una relación sexual y emocional con cada hombre, completada con un «equilibrado calendario rotativo para dormir» que determinaba quién se acostaba con quién; nadie tenía sexo o relaciones fuera del grupo. El número de miembros de Kerista variaba desde ocho hasta llegar incluso a treinta, y cada miembro aceptaba un contrato social que incluía cientos de puntos. Al final, fundaron juntos un rentable negocio informático. En su momento álgido, Kerista fue un modelo para la nueva forma de relación consensuada, consciente y multipareja. Oficialmente, Kerista se disolvió en 1991.13

En 1984, Ryam Nearing publicó el primer número de Loving More, un boletín dedicado a la exploración de las relaciones emocionales múltiples consensuadas; en los ochenta, Nearing también comenzó a organizar congresos de personas que estuviesen explorando ese tipo de relaciones. En ese momento los artículos que aparecían en Loving More empleaban términos como «polifidelidad», «relaciones abiertas» y «redes íntimas», pero muchas de las ideas que se trataban eran precursoras del poliamor. En 1991, Loving More se convirtió en una revista cofundada por Nearing y Deborah Taj Anapol.14

La gente empezó a identificarse a sí misma como poliamorosa, y el concepto de relaciones y comunidades poliamorosas apareció por primera vez en los años noventa. El término «poliamor» se ha atribuido a dos fuentes. En un artículo de 1990 titulado «A Bouquet of Lovers: Strategies for Responsible Open Relationships» [Un Ramillete de Amantes: Estrategias para Relaciones Abiertas Responsables], Morning Glory Zell-Ravenheart empleó el término «poliamoroso» para describir un estilo de vida con varias parejas, aunque ella emplea «poligamia» (y no «poliamor») como sustantivo. En 1992 Jennifer Wesp creó el grupo de noticias de Usenet alt.polyamory.15

Los años noventa aportaron varias contribuciones importantes para definir y entender el poliamor. Se publicaron cinco libros sobre el tema, incluidos Loving More: The Polyfidelity Primer de Ryam Nearing y Love Without Limits de Deborah Taj Anapol. De The Ethical Slut: A Guide to Infinite Sexual Possibilities (Ética promiscua, publicado en esta misma colección) de Dossie Easton y Catherine A. Liszt (seudónimo de Janet Hardy), se puede decir que es el más influyente, considerado por mucha gente como la biblia del poliamor. Se publicó en 1997, ha sido citado en cientos de otros trabajos sobre poliamor y fue nombrado por al menos el 80 % de las personas que entrevisté al hablar sobre cómo comenzaron a aprender sobre el poliamor. En la década siguiente, a medida que internet iba haciéndose más popular, las personas poliamorosas encontraron muchas maneras de conectar entre ellas en las redes.

Hoy hay cientos, quizá miles, de organizaciones locales y nacionales, grupos de apoyo, listas de correo, comunidades online, además de congresos, eventos y webs dedicadas al poliamor. No ha habido investigación suficiente acerca de personas poliamorosas para producir estadísticas significativas sobre el número de personas que están o han estado en algún tipo de relación no monógama consensuada. Philip Blumstein y Pepper Schwartz mostraron en su estudio de 1983 que, de su muestra de 3.574 parejas, el 15 % de las parejas casadas «tienen un acuerdo que permite la no monogamia en algunas circunstancias». Estos porcentajes eran más altos en parejas que cohabitaban (28 %), parejas de lesbianas (29 %) y parejas gays (65 %).16 El Informe Janus estudió a 1.800 personas (1993), el 21% de las cuales dijeron haber formado parte de una pareja abierta.17 En 2004, en un estudio mucho menor de 217 personas bisexuales, E. H. Page descubrió que el 33 % estaban involucradas en relaciones poliamorosas y el 54 % consideraban el poliamor como perfecto.18 En 2007, cuando la web Oprah.com realizó una encuesta a más de 14.000 personas, el 21 % dijo que estaban en una pareja abierta.19

1. Terry Gould, The Lifestyle: A Look at the Erotic Rites of Swingers (Firefly Books, 2000); Liberated Christians,http://www.libchrist.com/swing/began.html; entrada de la Wikipedia sobre el swinging o intercambio de parejas,http://es.wikipedia.org/wiki/Intercambio_de_pareja; Curtis Bergstrand y Jennifer Blevins Willimas, «Today’s Alternative Marriages Styles: The Case of Swingers», Electronic Journal of Human Sexuality, vol. 3, 10 de octubre de 2000,http://www.ejhs.org/volume3/swing/body.htm

2. William Breedlove y Jerrye Breedlove, Swap Clubs: A Study in Contemporary Sexual Mores (Sherbourne Press, 1964).

3. «The History», Lifestyles Forum, 9 de abril de 2007,http://www.lifestylesforum.conL/www/wp/?p=7

4. Gould, The Lifestyle, 76.

5. Carolyn Symonds, «Sexual Mate Swapping: Vilation of Norms and Reconciliation of Guilt», en Studies in the Sociology of Sex, James H. Henslin, ed. (Appleton-Century-Crofts, 1971), 82-83.

6. Nena O’Neill y George O’Neill, «Open Marriage: The Conceptual Framework» en Beyond Monogamy: Recent Studies of Sexual Alternatives in Marriage, James R. Smith y Lynn G. Smith, eds. (John Hopkins University Press, 1974), 62.

7. Larry L. Constantine y Joan M. Constantine, Group Marriage: A Study of Contemporary Multilateral Marriage (Macmillan, 1973), 28-29.

8. Allan Berube, «The History of Gay Bathhouses» en Policing Public Sex: Queer Politics and the Future of Aids Activism, Dangerous Bedfellows, ed. (Boston: South End Press, 1996), 188.

9. Ibíd., 187-220.

10. Gayle Rubin, «The Catacombs. A Temple of the Butthole» en Leatherfolk: Radical Sex, People, Politics, and Practice, Mark Thompson, ed. (Alyson Publications, 1991), 139.

11. Jack Fritscher, «The Catacombs: Fistfucking in a Handball Palace», Drummer, 23 de julio 1978,http://www.jackfritscher.com/Drummer/Articles/Catacombs.html

12. Thyme S. Siegel, «Matriarchal Village» en The Lesbian Polyamory Reader: Open Relationships, Non-Monogamy, and Casual Sex, Marcia Munson y Judith P. Stelboum, eds. (Binghamton, N.Y.: Haworth Press, 1999), 127.

13. Página web de Kerista,http://www.kerista.com/herstory.html

14. Ryam Nearing y Taj Anapol, «Poliamory: A Personal and Historical Retrospective», Loving More nº ٣٢, Invierno de ٢٠٠٣, ١٢-١٥.

15. The Ravenhearts, «Frequently Asked Questions Re: Polyamory»,http://www.mithrilstar.org/Polyamory-FAQ-Ravenhearts.htm

16. Philip Blumstein y Pepper Schwartz, American Couples: Money, Work, Sex (William and Morrow, 1983), 312.

17. Samuel S. Janus y Cynthia L. Janus, The Janus Report on Sexual Behavior (Wiley, 1993), 184. Los datos reflejados en el libro de 1993 se basan en estadísticas recogidas entre 1988 y 1992.

18. E. H. Page, «Mental Health Services Experiences of Bisexual Women and Bisexual Men: An Empirical Study», Journal of Bisexuality vol. 3, issue 3/4 (2004): 137-160, citado en Geri Weitzman, «Therapy with Clients Who Are Bisexual and Polyamorous», Journal of Bisexuality vol. 6, issue 1/2 (2006): 137-164.

19. La cantidad de gente que contestó al sondeo se mencionó en The Oprah Winfrey Show, programa nº 8641, «237 Reasons to Have Sex», 25 de septiembre de 2007 (Harpo Productions, abc). El porcentaje se indicó en la página web de Oprah,http://www2.oprah.com/relationships/sex/relationships_sex_284_112.html

2. Mitos sobre la no monogamia

Desde la religión a la retórica, de la opinión de los expertos a los chistes, las ideas equivocadas sobre la no monogamia están en todas partes en nuestra sociedad, haciendo complicado no caer en ellas y no interiorizarlas. Es importante mostrar y corregir los mitos negativos y equivocados para tener un mejor conocimiento de lo que es y de lo que no es realmente la no monogamia antes de que puedas considerar todas las opciones de relación a tu alcance. Exponer los prejuicios detrás de los mitos y revelar los hechos reales puede ayudarte a responder a las críticas de otras personas.

1. Los seres humanos están programados para ser monógamos; como otros animales, es la manera en que establecemos vínculos y nos emparejamos.

En su libro El mito de la monogamia: La fidelidad y la infidelidad en los animales y en las personas, David P. Barash y Judith Eve Lipton argumentan justo lo opuesto: «En su intento de mantener un vínculo social y sexual que comprenda exclusivamente a un hombre y una mujer, los aspirantes a monógamos van en contra de algunas tendencias evolutivas más profundamente arraigadas con las que la biología ha dotado a la mayoría de criaturas, incluido el Homo sapiens».1 Está bien documentado que la mayoría de especies animales no son monógamas. De cuatro mil especies, sólo unas pocas decenas eligen una pareja, tienen una sola pareja y se mantienen con esa pareja hasta que uno o los dos animales mueren.2

2. Las relaciones abiertas son antinaturales, anormales e inmorales.

Este mito está basado en la noción de que la monogamia es natural, normal y moral y que cualquier relación que no sea monógama es equivocada. Como sociedad, establecemos ciertas normas que cambian con el tiempo. Estas normas se ven reforzadas por las instituciones, como la religión, el gobierno y los medios de comunicación. Nuestra «naturaleza» no monógama ha sido bien documentada por la ciencia (véase el mito anterior). Lo que es normal siempre es algo abierto a ser discutido. Respecto a lo moral, desgraciadamente, la ideología conservadora religiosa tiene un control absoluto de la moral en este país. Se supone que nuestra moralidad debe guiarnos respecto a lo que está bien y lo que está mal. En mi libro, lo que está bien es seguir a tu corazón y crear relaciones honestas y éticas que sean las adecuadas para ti.

3. El poliamor es lo que practican los mormones.

La poligamia —término usado en entornos académicos, antropológicos y de investigación, especialmente con el fin de clasificar— es la práctica en la que una persona tiene varios cónyuges o parejas. Existen tres formas de poligamia: la poliginia, que es la práctica en la que un hombre tiene varias esposas o parejas femeninas; poliandria, que es la práctica en la que una mujer tiene varios maridos o parejas masculinas; y el matrimonio de grupo, que es una combinación de poliginia y poliandria.

En Estados Unidos la poligamia se asocia sobre todo con el mormonismo. Desde la década de 1830, el fundador de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Joseph Smith, predicaba y practicaba el matrimonio múltiple como una parte integral de la fe mormona. El sucesor de Smith, Brigham Young continuó promoviendo el matrimonio plural. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días oficialmente ilegalizó la poligamia en 1890. Hoy en día, según la dirección de la Iglesia, sólo ciertas sectas fundamentalistas del mormonismo predican la poligamia como algo central en su religión y continúan practicándola. Lo que practican es en realidad la poliginia (un hombre con varias esposas), aunque se denomina comúnmente poligamia o matrimonio múltiple. De acuerdo con una encuesta informal realizada por el diario Salt Lake Tribune, hay 37.000 fundamentalistas mormones en los Estados Unidos y la mitad viven en relaciones polígamas.3

El asunto más controvertido asociado a la práctica de la poligamia por el mormonismo fundamentalista es el del consentimiento. Muchas mormonas ex polígamas han denunciado coerción, secuestro, lavado de cerebro, incesto y abuso, especialmente mujeres jóvenes casadas con hombres mucho mayores que ellas sin su consentimiento. Hay personas no mormonas que practican las relaciones multipareja consensuadas que encajan dentro de la definición de poligamia; de todos modos, se llaman a sí mismas poliamorosas o practicantes de la polifidelidad.

4. Las personas en relaciones abiertas tienen problemas psicológicos.

Las investigaciones basadas en exámenes psicológicos estándar han mostrado que las personas en relaciones no monógamas no son más o menos disfuncionales, narcisistas, neuróticas, patológicas, psicóticas o, en general, no están peor de la cabeza que las personas en relaciones monógamas.4 Esto no significa que las personas en relaciones abiertas estén todas bien adaptadas y estén sanas psicológicamente hablando. Sólo significa que no hay diferencia entre las personas monógamas y no monógamas en lo que se refiere a estos temas. De todos modos, un estudio mostró que un individuo en una relación abierta tiende a ser una persona «individualista, brillante en los estudios, creativa, inconformista, a quien le estimula la complejidad y el caos, ingeniosa, relativamente no convencional e indiferente a lo que diga la gente, que se preocupa por sus propios valores personales y principios morales, y dispuesta a aceptar el riesgo de explorar las posibilidades».5 El que las relaciones abiertas exijan unas buenas habilidades para relacionarse hace que las personas que las practican tiendan a ser más conscientes de lo que quieren, con mejores habilidades para la comunicación y con mayor conciencia de sí mismas.

5. Las personas en relaciones abiertas tienen problemas con la intimidad y el compromiso.