Otoño - Henry David Thoreau - E-Book

Otoño E-Book

Henry David Thoreau

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Beschreibung

En Otoño reunimos, compilados por Peter Saint-André, fragmentos de distintas fuentes (principalmente de sus diarios), en los que Henry David Thoreau reflexiona, entre septiembre y noviembre, sobre las particularidades que ofrece el otoño, "el momento en que la primera flor del cardo desciende sobre alguna superficie plana del lago, llena de reflejos, en el bosque, e indica a los peces que madura el año".

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Seitenzahl: 179

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Acerca de Henry David Thoreau

Henry David Thoreau nació en Concord, Massachusetts, Estados Unidos, el 12 de julio de 1817. Se graduó de Harvard en 1837 y volvió a Concord. En 1845, decidió vivir en contacto con la naturaleza y construyó una cabaña cerca del pantano de Walden, para llevar una vida sencilla y dedicarse completamente a escribir y observar la naturaleza.

Opositor acérrimo al régimen esclavista de Estados Unidos, en 1846 se negó a pagar impuestos y fue enviado a la cárcel. En 1849 escribió Desobediencia civil, texto que influyó notablemente en pensadores como Martin Luther King y Mahatma Gandhi. Murió en su pueblo natal el 6 de mayo de 1862, a causa de una tuberculosis.

Ediciones Godot publicó Una vida sin principios (2017), La noche y la luz de la Luna (2019) y ahora Invierno y Otoño, en 2023.

Página de legales

Thoreau, Henry David / Otoño / Henry David Thoreau; compilación de Natalia Barry. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : EGodot Argentina, 2022. Libro digital, EPUBArchivo Digital: descarga y onlineTraducción de: Natalia Barry.ISBN 978-987-8928-21-0

1. Naturaleza en la Literatura. I. Barry, Natalia, comp. II. Título.

CDD 809.933

ISBN edición impresa: 978-987-8928-20-3

Traducción Natalia BarryCorrección Loreana Vargas y Federico Juega SicardiDiseño de colección e interiores Víctor MalumiánDiseño de tapa Martín BoIlustración de Henry D. Thoreau Max Amici

© Ediciones Godotwww.edicionesgodot.com.ar [email protected]/EdicionesGodotTwitter.com/EdicionesGodotInstagram.com/EdicionesGodotYouTube.com/EdicionesGodot Buenos Aires, Argentina, 2022

Otoño

Henry D. Thoreau

Traducción y notasNatalia Barry

Selección de Peter Saint-André

Otoño

SEPTIEMBRE

LA JARDINERÍA ES UNA actividad perfectamente civilizada y social, pero le faltan el vigor y la libertad de los bosques y lo fugitivo. El exceso de cultivo es posible, como el de cualquier otra actividad, hasta que la civilización se vuelve patética. Al hombre extremadamente cultivado, ¡se le pueden quebrar todos y cada uno de los huesos! ¡Al nacer, la única virtud que recibió fueron los buenos modales! Los pinos jóvenes que brotan en los campos de maíz de un año al otro son un hecho reconfortante. Hablamos de civilizar al indio; ese no es el nombre adecuado para denominar aquello que lo mejoraría. Gracias a la vida retirada que lleva, plena de independencia y distanciamiento, en medio de los bosques, se reserva la posibilidad de intercambiar con sus dioses nativos, y de cuando en cuando se lo admite en una sociedad especial y peculiar con la Naturaleza. Posee miradas de reconocimiento estelar que son desconocidas para nuestras tabernas. La iluminación constante de su genio, solo opacada por su distancia, es como la luz pálida pero satisfactoria de las estrellas comparada con el brillo de las velas, resplandeciente pero infructuoso y de tan corta vida. Los nativos polinesios de las islas de la Sociedad tenían sus dioses nacidos durante el día, pero no se suponía que fuesen “tan antiguos como los atua fauau po, o dioses nacidos durante la noche”. También es cierto que hay placeres inocentes en la vida de campo y que por momentos es agradable hacer que la tierra rinda en abundancia y recoger los frutos que ella brinda en cada estación, pero el espíritu heroico no dejará de soñar con retiros más remotos y senderos más agrestes. Tendrá sus huertas y parterres en cualquier otra parte que no sea la tierra y recogerá frutos secos y frutos del bosque por el camino para sobrevivir, o frutos de la huerta con igual ligereza. No nos pasaríamos el tiempo domando y ablandando la naturaleza, domesticando al caballo y al buey; más bien montaríamos a caballo en estado salvaje y perseguiríamos búfalos. El intercambio del indio con la Naturaleza es de tal característica que admite al menos una gran independencia de cada uno. Si el indio es una suerte de extraño en medio de ella, el hortelano entra en confianza demasiado pronto. Hay algo vulgar y fétido en la cercanía del segundo con esa amante, algo de noble e impoluto en la distancia del primero.

Una semana en los ríos Concord y Merrimack, “Domingo” (1 de septiembre de 1839)

La mayoría de las personas con las que hablo, hombres y mujeres que gozan de cierta originalidad e incluso de cierto Genio, tienen un esquema propio del universo ya masticado y digerido —muy digerido, sin duda, digerido hasta el hartazgo, tan digerido que podría decirse ya que es líquido—; lo interponen entre tu persona y la de ellos ante la más mínima interacción, un enmarque antiguo y enclenque, con todos los bordes desencajados. No dan un paso sin estar seguros de dónde pisar. Algunas de las que para mí son cuestiones y relaciones muy irrelevantes e insustanciales están, para ellos, instaladas eternamente (como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, entre otras por el estilo). Son como las eternas colinas para ellos. Pero en todas mis cavilaciones nunca encontré el menor vestigio de autoridad en estas cosas. No dejaron una huella tan distintiva como la de la flor delicada de un remoto período geológico en el carbón de mi chimenea. Hasta el hombre más sabio no pregona doctrina alguna, no tiene esquema preestablecido, no ve una viga, ni siquiera ve una tela de araña, por delante del firmamento. Es un cielo despejado.

Una semana en los ríos Concord y Merrimack, “Domingo”

Cristo fue un actor sublime sobre el escenario del mundo. Sabía bien lo que estaba pensando cuando dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Me siento cerca de él en un tiempo como ese. Sin embargo, Jesús enseñó puras imperfecciones a la hora de mostrar a la humanidad cómo vivir, sus pensamientos estaban todos dirigidos a otro mundo. Existe otro tipo de éxito que no es el que propone. Incluso aquí, nos vemos obligados a ganarnos la vida de algún modo, y la lucha por eso de alguna manera es más larga. Hay varios problemas difíciles de resolver aún, y debemos ingeniárnoslas para vivir una vida lo más humana que podamos entre el espíritu y la materia.

Una semana en los ríos Concord y Merrimack, “Domingo”

Pero, a fin de cuentas, el trabajador verdaderamente eficiente no va a atiborrarse el día con trabajos, más bien transitará de una tarea a otra rodeado de un halo de tranquilidad y ocio, y así hará únicamente lo que más ama. Solo siente el ansia por ver los nodos más fructíferos del tiempo. Aunque la gallina se siente todo el día, no podría poner un huevo y al mismo tiempo juntar lo necesario para otro. Ojalá el hombre tenga suficiente tiempo para el acto más trivial, aunque no sea otra cosa que cortarse las uñas. Los capullos crecen imperceptiblemente, sin premura ni confusión, como si los días cortos de primavera fuesen una eternidad.

Entonces pasa mil años aguzando tu deseoNo es preciso que te apures si estás firme en tu terreno.

Hay horas que no parecen ocasión para ningún otro quehacer que el de instilar aire en nuestras resoluciones. No vamos directamente hacia la ejecución del propósito que nos fascina, sino que cerramos la puerta por detrás y divagamos con mente preparada, como si la mitad ya estuviera hecha. Nuestra resolución se va enraizando o asentando en la tierra en ese momento, como las semillas que envían un brote hacia lo profundo del suelo a alimentarse de su propia albúmina, antes de enviar otro a lo alto, hacia la luz.

Una semana en los ríos Concord y Merrimack, “Domingo”

Ojalá podamos conocer únicamente las costumbres de la eternidad y adecuarnos a ellas.

Diarios, 1 de septiembre de 1841

La misma austeridad de estos hindúes tienta a los devotos como un lujo más refinado y noble. Parecían entregarse a los placeres con cierta moderación y templanza, en concordancia con lo estricto en sus códigos, como ejercicios divinos que no debían usarse con exceso. Es posible descubrir la raíz de una religión hindú en la propia historia personal cuando, en los intervalos silenciosos del día o la noche, uno decide infligirse austeridades del mismo tipo y con satisfacción estoica.

Las “Leyes de Manú1” son un manual de devoción privada, tan privada y hogareña, y al mismo tiempo, de una escritura tan pública y universal como no se ve en los púlpitos o salones de hoy en día. Es tan impersonal que nos hace ejercitar la sinceridad más que ningún otro precepto.

Diarios, 1 de septiembre de 1841

Es un anochecer cálido y apacible, y la superficie del lago está perfectamente lisa excepto en los lugares en que los zancudos de agua hunden sus patitas, porque se despliegan por toda su superficie a intervalos iguales y, en dirección oeste, le dan unos hermosos brillos al sol. Cada tanto hay una flor de cardo flotando en la superficie y los peces se lanzan hacia ella y hunden el agua: delicado indicio de la proximidad del otoño, el momento en que la primera flor del cardo desciende sobre alguna superficie plana del lago, llena de reflejos, en el bosque, e indica a los peces que madura el año. Estas haditas, blancos navíos, salen a volar anualmente por el cielo en ráfagas. ¡Rememora en tu interior, oh, feligrés, el momento en que sale al aire la primera flor de cardo! Flotó alto por los aires con elegante ligereza por encima de colinas y campos durante todo el día y, ahora, quizás apesadumbrada por el rocío del atardecer, se hunde suavemente en la superficie del lago. No hay nada que aquiete a la flor de cardo, pero con los vientos de septiembre infaltablemente zarpa a las aguas. La irresistible revolución del tiempo. No bien llega al mar en su barco, quizás todavía una bocanada de aire la vuele hasta la orilla con sus velas delicadas. La flor de cardo está en el aire. Dime, ¿acaso también tu fruto lo está? ¿Te acercas tú también a la madurez? ¿Acaso los vendavales sacuden fruta caída de tu árbol?

Diarios, 1 de septiembre de 1852

Pickering2 afirma que “los misioneros (de las islas de Hawái) consideraban que un obstáculo importante para mejorar a los nativos era la visión extremadamente limitada que ellos tenían del estilo de vida: ‘Apenas con un poquito de pescado y de poi, ya se contentaban’”. Pero esto sería como poner el carro por delante del caballo; el obstáculo real eran sus visiones limitadas sobre la meta en la vida. Un filósofo tiene visiones igualmente limitadas a su manera, pero no se conforma con el confort material, ni quizás le sea demasiado necesario saturarse para convertirse en sabio. Pickering prosigue: “Según me aseguraron, un nativo puede mantenerse con menos de dos centavos al día”. (Habían adoptado el uso de moneda.)

El salvaje vive con sencillez por ignorancia e inactividad, u holgazanería, pero el filósofo vive con simpleza por sabiduría. En el caso del salvaje, el acompañamiento de la sencillez es la inactividad, con los vicios que vienen con ella; pero en el caso del filósofo, lo es el empleo y el desarrollo más elevados. En los hechos, para el salvaje, y para la masa de la humanidad, es mejor plantar, tejer y construir que no hacer nada o a hacer algo peor; pero en los hechos, para el filósofo o para una nación que ame la sabiduría, es más importante cultivar las facultades más elevadas y pasar el menor tiempo posible plantando, tejiendo, construyendo, etc. Depende de los estándares esperados y, sin duda, del trabajo manual; criterio por el cual los agentes de policía reciben hasta cierto nivel de educación. El estilo de lo simple es malo para el salvaje, porque a él le va peor de lo que le permitiría obtener lujos en la vida; es bueno para el filósofo, porque a él le va mejor de lo que le significaría trabajar por ellos. La pregunta es si puede uno sostener la libertad. Actualmente, la gran mayoría de los hombres, blancos o negros, requieren de la disciplina de trabajo que los esclaviza por su propio bien. Si el irlandés no paleara todo el día, se emborracharía y se metería en escaramuzas. Pero el filósofo no requiere la misma disciplina; si él paleara todo el día, nos perderíamos sus sugerencias edificantes...

Hay dos tipos de sencillez: una que lleva a la estupidez y la otra, a la sabiduría. El estilo de vida del filósofo solo es simple externamente, pero internamente es complejo. El estilo del salvaje es simple tanto externamente como internamente. Hasta el más simplón de los individuos puede hacer trabajo mecánico, pero no tiene capacidad para el pensamiento profundo. Era la visión limitada de los nativos, sí, pero no con respecto al estilo sino al objeto de la vida. Un hombre que tiene visiones igual de limitadas con respecto al fin de la vida no recibirá asistencia alguna ni del estilo de vida más complejo y refinado. No es el barril quien hace a Diógenes, hijo de Jove3, sino Diógenes quien hace al barril4.

Diarios, 1 de septiembre de 1853

Cada tanto, descansábamos bajo la sombra de un arce o sauce y sacábamos un melón para refrescarnos, mientras contemplábamos plácidamente el paso del río y de la vida humana; y al igual que esa corriente, con sus tallos y hojas flotantes, nos pasaban todas las cosas por delante en revisión, mientras allá lejos en las ciudades y los mercados, a la orilla de esta misma corriente, la rutina de siempre proseguía su marcha. Existen, sin duda, corrientes y mareas en los asuntos de los hombres5, como afirma el poeta, y aun así las cosas fluyen y circulan, y el flujo siempre equilibra al reflujo. Todas las corrientes no son sino tributarias del océano que no corre de por sí; y las orillas permanecen inalterables, al menos en los períodos que el hombre puede medir. A donde sea que vayamos, descubrimos un cambio infinito en los detalles particulares y nada más, nada en las cuestiones más generales. Cuando entro a un museo y veo las momias envueltas en sus vendajes de lino, veo que la vida de los hombres necesitaba una reforma desde hace muchísimo tiempo, tanto como el tiempo en que comenzaron a caminar por esta tierra. Salgo a las calles y me encuentro con hombres que declaran que estamos cerca de la redención de la raza. Pero así como los hombres habitaban Tebas, hoy día habitan Dunstable6. “El tiempo bebe hasta el final la esencia de cada acción grande y noble que debe realizarse, y se demora en la ejecución”. Así lo afirma el Visnú Sharma7, y percibimos que quienes se dedican a confabular vuelven una y otra vez al sentido común y al trabajo. Así lo evidencia la historia.

Y no dudo de que por siglos una meta va creciendo,el pensamiento del hombre, ensanchado con el Tiempo.

Hay secciones secretas en nuestro trato con los dioses, más importantes que ninguna otra cosa, y el historiador nunca las conocerá.

Hay muchos aprendices hacendosos, pero pocos maestros de oficios. Por todas partes vemos prácticas verdaderamente sabias: la educación, la moral, las artes de la vida, la encarnación de la sabiduría de más de un filósofo antiguo. ¿Quién no ve que las herejías prevalecen por un tiempo y que ya sucedieron las reformas? Toda esta sabiduría terrenal puede considerarse la herejía de algún hombre sabio que una vez fue amarga. Algunos intereses se sustentan en terrenos a los que no hemos destinado lo suficiente. Incluso quienes por primera vez construyeron estos graneros y despejaron la tierra tenían cierta valentía. Las épocas y los saltos abruptos de la historia se van suavizando del mismo modo que las desigualdades del terreno cuando se ocultan a medida que nos alejamos. Pero a menos que hagamos algo más que solo aprender el oficio de nuestro tiempo, no seremos más que aprendices, no llegaremos a maestros en el arte de la vida.

Ahora que arrojamos lejos estas semillas de melón, ¿cómo evitar sentir el remordimiento? Quien come la fruta debería al menos plantar la semilla y, es más, de ser posible, una semilla mejor que la de la fruta que disfrutó. ¡Semillas! Hay una cantidad considerable de semillas que no necesitan más que ser mezcladas en el suelo donde se encuentran, por una voz o pluma inspiradas, para comenzar a dar frutos de un sabor divino. ¡Oh, tú, despilfarrador! Abona tu deuda con el mundo, no comas de la semilla de las instituciones, como los lujosos, más bien plántala, al tiempo que devoras la pulpa y el tubérculo para subsistir; de modo que quizás, finalmente, haya una variedad que se considere digna de preservarse.

Una semana en los ríos Concord y Merrimack, “Lunes” (2 de septiembre de 1839)

Los hombres en general no fracasan por falta de conocimiento, sino por falta de prudencia en lo necesario para priorizar la sabiduría. Lo que necesitamos saber en todo caso es muy simple. Es demasiado fácil establecer otra rutina armoniosa y duradera. De inmediato, todas las partes de la naturaleza lo consienten. No hay más que hacer que una cosa tome el lugar de otra, y que los hombres se comporten como si fuese exactamente lo que desean. Deben comportarse, a fin de cuentas, y se inventarán lo que sea. Siempre hay una vida presente y existente, buena o mala, que todos combinamos para sostenernos. Deberíamos ser lentos en reparar, amigos míos, e igual de lentos para requerir reparaciones. “Sin apurar, como dice el oráculo, un paso trascendente hacia la piedad”8. El idioma de la excitación es, en el mejor de los casos, meramente pintoresco. Debes calmarte antes de recitar cualquier tipo de oráculo. ¿Qué era la excitación de las sacerdotisas de Delfos comparada con la sabiduría calma de Sócrates, o quien sea que consideremos sabio? El entusiasmo es una serenidad sobrenatural.

La acción es para el hombre otra cosaque la escrita en la prensa y la prosa.Manejar los asuntos del mundo requierede más artes que el bancario posee.

Al igual que en la geología, en las instituciones sociales podremos descubrir, en el orden presente e invariable de la sociedad, las causas de cambios pasados. Las más grandes revoluciones físicas que podemos apreciar son obra del aire ligero, del agua de ritmo sigiloso y del fuego de cauce subterráneo. Aristóteles dice: “Como el tiempo no falla nunca, y el universo es eterno, ni el Tanais ni el Nilo podrían haber fluido por siempre”. Somos independientes del cambio que detectamos. Cuanto más larga la palanca, menos perceptible su movimiento. La pulsación más lenta es la más vital. Así es como el héroe sabrá tanto esperar como apurarse. Todo lo bueno llegará a aquel que espera sabiamente. Quedándonos aquí, podremos adelantarnos más rápido al amanecer que precipitándonos a las colinas del oeste. Sin duda el éxito de todo hombre es proporcional a su habilidad promedio. Las flores de la pradera brotan y florecen allí donde las aguas depositan su cieno anualmente, no solo allí donde llegan con alguna vertiente cristalina. Un hombre no es su esperanza, ni su desesperación, ni siquiera sus acciones pasadas. No sabemos aún lo que hemos hecho, y mucho menos lo que estamos haciendo. Espera al anochecer, y de nuestro día de trabajo brillarán partes que no habíamos pensado al mediodía, y descubriremos el sentido verdadero de nuestro trabajo. Al igual que el granjero que, una vez terminado el surco, mira atrás y puede darse cuenta de dónde brilla más la tierra apisonada.

Una semana en los ríos Concord y Merrimack, “Lunes”

Se dice que nuestras aves domésticas tienen su origen en el faisán de la India y, de igual modo, nuestros pensamientos domésticos tienen su prototipo en el pensamiento de sus filósofos. Estamos inmersos en los mismísimos elementos de nuestra vida convencional y concreta, como si fuese el conventículo primigenio donde se deciden las cuestiones sobre cómo se debe comer, beber, dormir y llevar adelante la vida con adecuada honestidad y dignidad. Es más reciente e íntima con nosotros que el consejo de los amigos más cercanos. Y, sin embargo, es cierta para los horizontes más amplios y, leída al aire libre, tiene relación con la suave línea de la montaña, y es nativa y originaria de allí. La mayoría de los libros son para leerse en la casa y por la calle exclusivamente, y en los campos sus hojas se sienten muy delgadas. Son desnudas y obvias, y no las rodea ningún halo ni bruma. La naturaleza se ve remota y hermosa por detrás de todas ellas. Pero esto tanto proviene de lo más profundo y duradero en el hombre, y asimismo lo aborda como tema. Pertenece a la hora central del día, al solsticio del año9, y una vez derretidas las nieves y evaporadas las aguas de primavera, su verdad todavía le habla con frescura a nuestra experiencia. Ayuda a que el sol brille, y sus rayos caen sobre la página para ilustrarlo. Pasa las mañanas y las noches, y nos causa una impresión tal de la noche a la mañana que nos despierta antes del amanecer, y la influencia sigue presente en nosotros como una fragancia hasta bien entrado el día. Le imparte un brillo nuevo a la pradera y a la profundidad del bosque, y su espíritu, como un éter más sutil, barre con los vientos prevalecientes de un país. Las mismísimas langostas y los grillos de un día de verano no son más que brillos anticipados en el Dharma Sastra10 de los hindúes, la continuación de un código sagrado.

Una semana en los ríos Concord y Merrimack, “Lunes”

Si yo no soy yo, ¿quién lo será?

Una semana en los ríos Concord y Merrimack, “Lunes”