Papel revolución y otros poemas - Víctor Manuel Mendiola - E-Book

Papel revolución y otros poemas E-Book

Víctor Manuel Mendiola

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Beschreibung

Recostado en la hierba del jardín. Me llamó la atención la enredadera. Levanté con la manos la cabeza para mirar su impulso de raíz. Colección furia del pez nace con el objetivo de crear un espacio donde la poesía sea la principal protagonista.

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colección la furia del pez

6

edición, febrero de 2012

Director general: Alejandro Zenker

Director de la colección La furia del pez: Víctor Roura

Cuidado editorial: Elizabeth González

Coordinadora de producción: Beatriz Hernández

Coordinadora de edición digital: Itzbe Rodríguez Ciurana

Portada: Carlos González

Agradecemos el apoyo para esta publicación de la Fundación Grupo Anjor, A.C.

© 2012, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.

Calle 2 número 21, San Pedro de los Pinos.

Teléfonos y fax (conmutador): 5515-1657

Correo electrónico: [email protected]

Página electrónica: www.solareditores.com

ISBN 978-607-8312-08-5

Hecho en México

Índice

Mar

La piedra

El huevo duro

El ojo

Me quiero ir al mar de Francisco Icaza

Joan

La pecera

Eclipse

Oración

La palmera

La enredadera

Vuelo 294

Las 12:00 en Malinalco

La novia del cuerpo

Nudos

Papel revolución

La maceta

Carretera

Chapultepec

Telescopio

Vuelo

Autopista

Mar

Tú estás allá,

en la otra silla.

Vives el mundo aparte

del lado opuesto de la mesa.

Tus miradas están allá,

tus voces son

pájaros que retornan

del mar de allá,

tus manos juegan

sobre la mesa

como incansables nómadas

en la extensión azul.

Yo escribo en morse,

lanzo señales de humo,

pongo a la orilla de ese mar

una botella,

mando mis huestes

a conquistar

las santas tierras de allá,

prendo las brasas

del mismo sueño.

Pero tú sigues allá

en la otra silla.

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La piedra

Me subo en una piedra,

pienso sobre la piedra.

Pienso lo duro,

pienso lo impenetrable,

lo que no tiene sexo;

pienso una y otra vez

en lo que nada más

puedo tocar por fuera.

Medito en ese afuera tan del aire,

tan del agua corriendo.

Pienso este pensamiento

que se me vuelve

una piedra pesada

entre las manos.

Abro las manos,

cae la piedra.

El huevo duro

A Tomás y Antonieta

De la cestilla tomo el frágil huevo.

Sobre la mano pesa su redondo

blanco sin peso —tan callado y hondo,

tan oro y ogro como un medioevo.

Con la cuchara hasta el perol lo llevo

y el tiempo mido; en el hervor lo escondo

y miro cómo el miedo baja al fondo;

ser viejo y duro es un febril renuevo.

Todo es la blanca forma del espanto.

atrapada la nuca picadura

y el gallo a la mazmorra reducido,

es el huevo la nota de otro canto

y oro sin ogro guarda la armadura;

mi cena, el duro huevo envejecido.

El ojo

El ojo dijo: quiero ver las cosas.

El ojo entonces vio la luz y el viento,

gozó la línea azul del movimiento

y vislumbró el temblor de las mimosas.

Con el párpado inmóvil vio el aumento

de la noche y siguió a las vagas osas;

bajo las nubes percibió las cosas

y halló la plenitud de cada evento.

En las cosas el ojo vio la vida,

también la muerte; supo la penumbra

que tiene el día; vio todo y vio nada.

Vio aparecer en nada la crecida

de todo como el sol que nos deslumbra

y el ojo fue la luz de tu mirada.

Me quiero ir al mar de Francisco Icaza

Egipcio zarpo; parto sin mesura

en el silencio parco de mis años.

No hay verdad ni temor, tampoco engaños

y la casualidad es mi andadura.

Thot escribe mi nombre en los extraños

pergaminos de todo: empieza y dura

la vida; sube y cesa la verdura

del Nilo y vagan vagos los rebaños.

Arriba, entre los soles de mi puerto,

amor y soledad, ocaso y orto

caen en el reloj de mi destino.

Pero el destino sabe en mi ojo abierto

todos los soles. Mientras, sigo absorto

en la casualidad de mi camino.