Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales. - Aristóteles - E-Book

Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales. E-Book

Aristoteles

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Beschreibung

Aristóteles creó los estudios de biología y zoología, y los fundó en una base empírica y filosófica tan firme que sostuvo todo el edificio de estas ciencias hasta el siglo XIX, más de dos milenios después de la aparición de sus tratados. Las grandes aportaciones de Aristóteles en el ámbito científico se sitúan, aparte de la lógica, en las ciencias naturales, en las que puso los fundamentos sobre los que se han edificado las grandes construcciones de la biología y la zoología a lo largo de los siglos, y si bien la moderna evolución de estas disciplinas ha llevado más allá de los conceptos del Estagirita, éstos han quedado como la base histórica que es indispensable tener en cuenta. Junto con Investigación sobre los animales, Reproducción de los animales y otros tratados de ciencias naturales (todos ellos aparecidos en esta misma colección), los estudios reunidos en este volumen fundaron la biología con principios empíricos y filosóficos, y le confirieron las líneas generales que conservaría hasta el siglo XIX, más de dos milenios después de su muerte. En la introducción a las Partes de los animales, Aristóteles establece la perspectiva teleológica acerca de la naturaleza, según la cual los seres están determinados por las causas finales, que se dan efectivamente en la naturaleza y no son una interpretación posterior añadida por el observador. Esta explicación teleológica no atribuye intencionalidad consciente a los animales, sino que describe su anatomía, fisiología y actividad con arreglo a lo que es mejor para la naturaleza de cada ser. A partir de esta idea fundamental, se procede a entender el modo de vida del animal y a observar qué necesita para su supervivencia y reproducción, lo que permite entender su estructura y comportamiento. También en la parte inicial de esta obra, Aristóteles insta a sus estudiantes a no despreciar los estudios de biología a raíz de una comparación con otros estudios más prestigiosos como la metafísica o la astronomía, puesto que la mente filosófica se complacerá en ocuparse de aquello que se ofrece a su observación directa.

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PARTES DE LOS ANIMALES

MARCHA DE LOS ANIMALES

MOVIMIENTO DE LOS ANIMALES

BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 283

ARISTÓTELES

PARTES DE LOS ANIMALES

MARCHA DE LOS ANIMALES

MOVIMIENTO DE LOS ANIMALES

INTRODUCCIONES, TRADUCCIONES Y NOTAS DE

ELVIRA JIMÉNEZ SÁNCHEZ-ESCARICHE

Y

ALMUDENA ALONSO MIGUEL

EDITORIAL GREDOS, S. A.

Asesor para la sección griega: CARLOS GARCÍA GUAL.

Según las normas de la B. C. G., las traducciones de este volumen han sido revisadas por PALOMA ORTIZ GARCÍA.

© EDITORIAL GREDOS, S. A. U., 2008

López de Hoyos, 141, 28002 Madrid.

www.editorialgredos.com

Las introducciones, traducciones y notas han sido llevadas a cabo por Elvira Jiménez Sánchez-Escariche (Las partes de los animales) y Almudena Alonso Miguel (Marcha de los animales y Movimiento de los animales).

REF. GEBO367

ISBN 9788424932985.

PARTES DE LOS ANIMALES

INTRODUCCIÓN

La obra biológica de Aristóteles

La presente obra forma parte de los tratados biológicos de Aristóteles. Durante mucho tiempo estos tratados han permanecido en un segundo plano frente a los escritos más propiamente filosóficos de nuestro autor, sin despertar el interés de los estudiosos de Aristóteles ni de los científicos. En los últimos años, sin embargo, se ha subsanado este olvido y son numerosos los estudios y las traducciones centrados en este campo de la producción aristotélica.

El propio Aristóteles ya en Meteorológicos1 había expuesto el plan de su obra, que no sería sino una especie de enciclopedia que exploraría todos los campos de la ciencia. El interés de la investigación aristotélica abarcaba desde la física y la astronomía a la zoología y la botánica2, y en este esquema nace la necesidad de organizar una vasta y exhaustiva enciclopedia de la ciencia natural basada en la biología. Precisamente estos temas eran centro de estudio de Platón y de la Academia durante los años en que Aristóteles la frecuentó. En el Timeo platónico hay un intento de unir ciencia y filosofía mediante un procedimiento lógico-dialéctico, que toma como modelo los paradigmas matemáticos, para llegar a un sistema unitario.

Ese camino suponía un intento fallido para Aristóteles, que partía de la premisa de la multiplicidad de las ciencias y su incapacidad de reducción, así como de la imposibilidad de crear una jerarquía entre ellas.

Las obras biológicas suponen cerca de un tercio del total de la producción aristotélica y podemos preguntarnos la razón de este profundo interés por las ciencias naturales3. Hacia la mitad del siglo IV las disciplinas biológicas eran las más avanzadas tras las matemáticas, pero eran saberes parciales reservados a los expertos (los conocimientos de anatomía y fisiología, sobre todo del cuerpo humano, se desarrollaban en las escuelas de medicina; los conocimientos de tipo zoológico eran patrimonio de pescadores, criadores, cazadores) y no habían entrado en los círculos de la ciencia mayor. Por otro lado, los estudios sobre psicología se habían desarrollado dentro de la filosofía y no se les había intentado encontrar una base fisiológica. Había, pues, abundancia de datos, pero faltaba sistematizarlos e interpretarlos de acuerdo con una teoría.

Y es aquí donde los conceptos analógico-funcionales de Aristóteles se mostraron como un instrumento perfecto para organizar todo ese material. Porque los escritos biológicos forman parte de su entramado filosófico, están perfectamente integrados en el conjunto de su obra. Las relaciones que se establecen en el mundo biológico entre estructura y función, proceso y fin, o individuo y especie ofrecían un magnífico campo para ese análisis, y así se explica el extraordinario desarrollo que experimentaron los estudios de biología dentro del cuadro general del pensamiento aristotélico.

De este modo, Aristóteles ha transmitido a la ciencia moderna la herencia de la biología griega, de una forma similar a como hizo Euclides respecto a la geometría, pero con el mérito añadido de la dificultad que entrañaba para los estudios biológicos la falta de instrumentos de observación microscópica y de conocimientos químicos. Así, ninguno de los dos fueron creadores originales, sino ordenadores y organizadores conceptuales de saberes previos.

Aristóteles puede ser considerado el fundador de la zoología, anatomía, botánica, etc. como disciplinas científicas. De hecho, la obra que nos ocupa es el primer tratado de anatomía comparada.

Precedentes históricos

El propio Aristóteles en el libro I nos hace un breve resumen sobre sus predecesores en la indagación biológica, citando a varios filósofos presocráticos de los que tomaría su concepción de la phýsis.

Por otro lado, la physiología, sobre todo la siciliana de Empédocles y Filistión, aporta la doctrina de la composición de la materia a partir de los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego) y de las cuatro propiedades activas (caliente/frío, húmedo/seco). De aquí también proviene la idea de la centralidad del calor y por tanto la localización central del corazón y de la sangre, y el asignar al calor y al corazón un papel fundamental en la vida psíquica, siguiendo una línea distinta a la marcada por Alcmeón, Anaxágoras o Hipócrates (e incluso el mismo Platón) que reconocían la función psíquica del cerebro, frente a la orgánica del corazón. De la physiología de origen jónico proviene la idea del pneûma4.

De las diferentes escuelas de medicina, teniendo además en cuenta su conocimiento de primera mano al ser su padre médico, Aristóteles toma abundante material, especialmente en lo relativo a la anatomía del cuerpo humano, los tratados ginecológicos y la teoría de los humores.

El principal inconveniente era el enfoque eminentemente patológico de la medicina y su finalidad práctica y terapéutica, frente al planteamiento fundamentalmente teórico de la biología. De la exclusión de la medicina de la enciclopedia aristotélica (y, por tanto, de la ciencia teórica) se derivó la consecuencia negativa de que la biología permaneciese durante muchos siglos como una inmóvil disciplina filosófica, y la medicina quedase reducida a una técnica aplicada, perdiendo el papel cultural que había desempeñado en los siglos V y IV.

Experiencia práctica y observación directa

Otra riquísima fuente de información procede de técnicas no escritas como la zootecnia, la ganadería, la agricultura o la pesca. El conocimiento de cerca de quinientas especies que Aristóteles cita, en especial los animales marinos y aves cuidadosamente descritos, no es posible sin la información oral de criadores, pescadores o cazadores tanto en lo relativo a su morfología, como a su comportamiento (migración, hibernación, costumbres sexuales…)5.

Y al hablar sobre la anatomía de los órganos internos parece clara la aportación de carniceros y pescaderos, pues normalmente se trata de animales comestibles. Y lo mismo cuando se estudia el crecimiento, el acoplamiento, el parto o las enfermedades de los animales, parece indudable la intervención de criadores y pescadores (en el caso de peces, moluscos, etc.), o de agricultores y apicultores al tratarse de insectos. A veces utiliza información de gente común y emplea fórmulas del tipo «se dice», «cuentan».

No debemos desdeñar, sin duda, la importancia que la propia observación directa tuvo en el desarrollo de su labor investigadora, por ejemplo son frecuentes sus referencias a la práctica de disecciones. De aquí procederían sus penetrantes análisis y sus certeras intuiciones.

Pero, además, Aristóteles, consciente de la inmensidad de su tarea y de la pluralidad de fuentes de información, se supo rodear de colaboradores especializados, reservándose el papel de director de la investigación y de organizador e intérprete del material recopilado, dando un carácter uniforme a toda la obra en que se deja ver su mano maestra. De esta forma, tras su muerte, se garantizaba la continuidad de la labor investigadora en el Liceo6.

Sistema de trabajo

A partir de los datos recopilados y de sus propias observaciones, Aristóteles realizó dos tipos de exposiciones7. La primera es la Investigación sobre los animales8 que sería un repertorio enciclopédico y descriptivo del mundo animal; la otra, que incluye las Partes de los animales, Reproducción de los animales9, Parva Naturalia10 y Marcha de los animales (incluido en el presente volumen) supone una reelaboración teórica centrada en aspectos concretos, en un intento no tanto de resolver problemas de las diversas disciplinas, como de delimitar las propias disciplinas. Y, a pesar de este empeño, todavía encontramos encabalgamientos e interferencias debidas a la unidad especulativa de fondo. Así, en las Partes y la Reproducción se describen los modos de la causalidad, que se estudian también en la Física; en Acerca del alma se entrecruzan la biología y la psicología; y lo mismo podríamos decir de otros tratados. Esta permeabilidad entre los límites de las distintas disciplinas es el carácter distintivo de la reflexión aristotélica y el elemento de mayor fuerza de su pensamiento.

No sólo no ofrece respuestas a problemas ya formulados, sino que plantea nuevos temas para resolver. Y gracias a esta discusión, en Aristóteles encontramos los escasos testimonios de la investigación científica precedente (si exceptuamos la médica, conservada por sus escuelas). Una vez determinado un problema, cita las opiniones o doctrinas precedentes (sean de Empédocles, Anaxágoras, Demócrito o de cualquier otro) discutiéndolas y refutándolas, si es el caso, tratando de mostrar la continuidad de la investigación, pues nada está más lejos de su mentalidad que el presentarse como absoluto innovador o excluir la experiencia acumulada. Su pensamiento es el punto de llegada de una larga y rica tradición especulativa. Y la crítica que con frecuencia hace a sus predecesores es la falta de observación empírica, pues insiste en que toda investigación debe basarse tanto en la evidencia de los sentidos como en la razón.

Aristóteles se mueve dentro de una mentalidad estrictamente científica y objetiva. Su explicación de los fenómenos y sus causas parte siempre de la lógica de los procesos naturales y jamás recurre a lo sobrenatural o a la divinidad. Es curioso destacar cómo a lo largo del tratado la palabra «dios» (theós) sólo aparece una vez, y se trata de una cita de Heráclito11.

El lenguaje utilizado por Aristóteles no es técnico; es la lengua cotidiana. No se constatan neologismos, y cuando utiliza términos más especializados les añade la expresión «el llamado». No intenta elaborar una nomenclatura zoológica (como hará Linneo), sino que utiliza la terminología popular y cuando ésta no existe no inventa un nombre, sino que se limita a decir que es «anónimo». Una rigurosa clasificación no es el objetivo primario de su especulación zoológica, y no dedica una parte de su obra a una exposición sistemática de las clasificaciones12. Más bien en cada ocasión recurre a la clasificación más significativa; así en las Partes el agrupamiento o afinidad entre especies atiende a criterios de tipo morfológico, en la Reproducción son consideraciones de tipo fisiológico. Otras veces la clasificación se realiza según el modo de locomoción o el de reproducción. Por tanto, la clasificación es un método instrumental en su investigación, no un verdadero objeto de reflexión en sí misma. Como afirma Pellegrin13, Aristóteles nunca tuvo un proyecto taxonómico, ni entraba en sus planes configurar una clasificación definitiva de los animales.

La herencia aristotélica en la biología moderna

La ciencia biológica, claramente definida e independiente en Aristóteles, volvió a quedar subordinada a la medicina y así la transmiten los textos de Galeno a la Edad Media. Será el auge científico del Renacimiento el que volverá a la especulación biológica aristotélica y la situará en el centro de atención de la ciencia de su tiempo gracias a las traducciones latinas de Miguel Escoto y Guillermo de Moerbeke. De nuevo, los estudios biológicos recobran su autonomía respecto a la medicina. Pero con desigual fortuna: así, mientras la anatomo-fisiología despierta gran interés (especialmente la embriología), la zoología comparada permanece relegada y debe esperar varios siglos hasta que Linneo y Cuvier centren en este campo sus investigaciones.

La intuición aristotélica de la homología anatómica y fisiológica entre los distintos animales permitió el nacimiento de la zoología comparada y permanece como su pilar básico14.

Y a pesar de errores y falsas conclusiones debidos en muchos casos a prejuicios y a creencias tradicionales no sometidas a crítica, algunos de sus planteamientos siguen vigentes incluso después de Linneo. Y ciertas observaciones de Aristóteles fueron olvidadas durante siglos y redescu-biertas por la ciencia moderna. Así, permanece su división entre sanguíneos y no sanguíneos, que corresponde a nuestros vertebrados e invertebrados; la inclusión de los cetáceos entre los mamíferos; la distinción entre peces ósěos y cartilaginosos; la división de los invertebrados en crustáceos, cefalópodos, gasterópodos y bivalvos, e insectos; el reconocimiento del carácter animal, y no vegetal, de formas inferiores marinas; o su idea de la continuidad entre materia no viviente y materia viviente, y entre los animales y el hombre.

Por otro lado, aunque la teoría de la evolución por adaptación debería esperar a Lamarck y Darwin, ya en Aristóteles se da uno de los presupuestos de la adaptación: la correlación directa entre estructura anatómica y funcionalidad fisiológica, si bien falta el concepto de variación de los organismos vivos, eje central en el evolucionismo. A lo largo de su obra encontramos sugestivas indicaciones para el concepto de adaptación.

Pero quizás el punto más importante donde difiere la ciencia moderna de la teoría de Aristóteles es en su finalismo, su forma de concebir la causalidad. La génesis de cualquier ser vivo y de sus partes está orientada a un fin.

El tratado de las «Partes de los animales»

El objetivo de este tratado es investigar las causas que determinan la composición de los animales. Es un estudio fisiológico y teleológico de las funciones de las partes de acuerdo con una finalidad interna. Es el primer texto de anatomía comparada, una disciplina que inaugura Aristóteles y que tardará siglos en hallar continuadores.

Los datos sobre los que trabaja son los mismos recopilados para los otros tratados biológicos, como se ha dicho más arriba, pero en este caso Aristóteles se centra en la descripción de tejidos, órganos y miembros de todo el reino animal. De ahí que la palabra partes del título haya que entenderla en un sentido muy genérico y amplio.

La autenticidad del tratado nunca se ha puesto seriamente en duda y queda garantizada al aparecer en los más antiguos catálogos de la obra de Aristóteles15. Y el propio autor lo cita varias veces en otras obras16. Así, en Acerca de la juventud dice: «El corazón es principio de las venas, como se ha dicho anteriormente en el tratado sobre las partes de los animales»17. Y aparece también citado dos veces en la Reproducción de los animales, que a su vez es citado en quince ocasiones en las Partes.

Tal como ha llegado a nosotros, la obra consta de dos secciones claramente diferenciadas. El libro I, que consiste en una introducción metodológica general a todo el grupo de los tratados biológicos, excepto la Investigación sobre los animales. La segunda sección incluiría los libros II-IV y consiste en la elaboración desde el punto de vista anatómico y morfológico, con referencia a problemas fisiológicos, del vasto material acumulado siguiendo un método comparativo.

Cronología del tratado

Es muy largo el debate sobre la cronología aristotélica. Parece que el tratado de las Partes es una obra posterior a la Investigación sobre los animales. Vegetti18 sitúa su composición definitiva en los años del retorno a Atenas y de la fundación del Liceo (335-330). El libro I, en concreto, pertenecería al mismo período de los grandes libros ontológicos de la Metafísica, Acerca del alma y Reproducción de los animales. También D’Arcy W. Thompson y P. Louis19 son de esta opinión. D’Arcy Thompson20 se basó en el estudio de los topónimos que aparecen en la Investigación. Puesto que la mayoría corresponden a Asia Menor y Macedonia, pensó que Aristóteles debió de realizar sus trabajos biológicos, o al menos recopilar los datos, entre sus dos periodos de residencia en Atenas. Esta tesis es también seguida por Lee21 con el mismo argumento de los topónimos.

En cambio Jaeger22 lo sitúa en el período más tardío de la vida de Aristóteles, basándose en su progresivo alejamiento de las ideas platónicas y su creciente interés por los temas empíricos. E incluso Nuyens23, tomando como punto de referencia la teoría aristotélica sobre la relación entre alma y cuerpo, sostiene que el libro I sería de fecha más reciente que los restantes libros del tratado.

Es muy difícil establecer el orden cronológico de la composición y redacción definitivas, pues responde al procedimiento en «espiral» típico del trabajo filosófico y científico de Aristóteles, que vuelve muchas veces sobre el mismo problema, desde puntos de vista diversos y cada vez más complejos, añadiendo partes nuevas, eliminando las viejas o dejando coexistir ambas. Y, además, realizando constantes citas y referencias cruzadas entre los distintos tratados. Es muy posible que los libros II-IV contengan materiales de diversas épocas y añadidos varios que no fueron unificados en la redacción definitiva, lo que explicaría determinadas divergencias de doctrina, así como repeticiones o contradicciones. En cualquier caso, parece que el conjunto del tratado estaría terminado hacia el 330, que es la fecha admitida por Nuyens para la composición del libro I.

Transmisión y tradición

Las Partes de los animales es uno de los tratados biológicos menos comentados en la Antigüedad. El único comentario griego conservado es el de Miguel de Éfeso, discípulo de Miguel Psello, en el siglo XI.

A comienzos del siglo IX las traducciones florecían en Bagdad bajo el califato de al-Mamun, y al frente de esta escuela de traductores se encontraba el físico Ibn al-Batriq que tradujo al árabe varias obras biológicas de Aristóteles, entre ellas el tratado De partibus. Pero fue en el sur de Italia, Sicilia y España donde se produjo la transmisión de la obra aristotélica del árabe al latín. En el marco de la Escuela de Traductores de Toledo, Miguel Escoto24 realizó hacia 1210 una traducción de toda la zoología de Aristóteles (De Animalibus, en 19 libros) probablemente a partir de la traducción árabe de Ibn al-Batriq. Sobre esta traducción latina compuso Alberto Magno un comentario en veintiséis libros hacia la mitad del siglo XIII.

Por las mismas fechas y a petición de Sto. Tomás de Aquino, Guillermo de Moerbeke25 efectuó una nueva traducción, esta vez directamente del griego. A comienzos del Renacimiento se sitúa la traducción, también a partir del griego, de Teodoro de Gaza26 que todavía constituye una gran ayuda para la comprensión del texto de Aristóteles. Su traducción de las obras zoológicas se convirtió pronto en la versión canónica.

A partir de aquí nuestro tratado queda relegado en la sombra, a pesar del comentario de Agostino Nifo, de la Universidad de Padua (1546). Y así, mientras la embriología despertaba el interés de los científicos Fabricio de Acquapendente y de Harvey, en otros campos de estudio, durante el sigo XVII, la autoridad de Aristóteles y la doctrina escolástica con la que se le identificaba fueron combatidas en nombre de la libertad.

El redescubrimiento del De partibus se produjo a finales del siglo XVII de la mano de biólogos como Cuvier o de Saint-Hilaire ya en el XIX. La filología germánica también colaboró; y de 1831 es la fundamental edición de I. Bekker.

Gracias a los comentarios de Von Frantzius (1853) y a la versión inglesa de Ogle (1882) la obra volvió de nuevo al centro de atención no sólo de los estudiosos de Aristóteles, sino también de los científicos, despertando el interés de Darwin27 y de los biólogos en general.

Estructura y contenido de la obra

El tratado sobre las Partes de los animales está organizado en cuatro libros28, de los cuales el I constituye una introducción metodológica general a toda la producción biológica aristotélica. Afronta los grandes temas del método, de la relación entre elaboración teórica y material de observación, de la causalidad y de la importancia y del puesto de la biología en el edificio de la ciencia. Además, traza un breve esquema de la evolución del método biológico de Empédocles a Demócrito y la Academia platónica.

Los libros II-IV son propiamente un tratado de anatomía comparada donde se estudian los tejidos, los órganos y los miembros de los animales. Supone la elaboración teórica del vasto material de observación recogido en la Investigación sobre los animales.

A) Libro I

Aristóteles, después de indicar que su obra va dirigida no a expertos, sino a un público educado, se pregunta sobre el método que se debe seguir en ciencia natural: ¿ir especie por especie o describir las características comunes a muchas especies? La respuesta es que se deben tratar las distintas especies animales según un punto de vista común para evitar repeticiones. Esto supone la existencia de una estructura analógica en el campo de la realidad animal.

La segunda cuestión se plantea en tres vertientes: a) ¿se deben estudiar primero los fenómenos y luego sus causas? b) ¿cuál es la causa primera: la final o la eficiente? c) ¿debemos estudiar primero el proceso de formación (génesis) o su estado final (ousía)? La respuesta es que se debe empezar por los fenómenos, para ir luego a las causas y al proceso de formación. Debemos empezar por el final, no por el principio.

A continuación estudia las causas, porque conocer científicamente significa conocer las causas de los fenómenos. La cuestión de fondo es saber si es primero la causa eficiente (de donde surge el movimiento) o la causa final que representa la dirección y el sentido del propio proceso. La causa eficiente genera la mutación (kínēsis) interna del individuo o la reproducción (génesis) de la ousía o especie. Pero todo proceso de este tipo tiene lugar en función del objetivo, del fin, y, por tanto, el objetivo es anterior respecto al agente del proceso. El fin es el lógos, es decir la esencia. La idea del fin no es otra cosa que la proyección de la esencia de la cosa en sí. Todo proceso tiene lugar para realizar la esencia, para permitir a la cosa ser lo que es, lo que debe ser, al menos en potencia. Para todo viviente se puede decir que la función consiste en garantizar la conservación y la permanencia de la especie, ousía29.

Tras la crítica a los filósofos anteriores que concedían excesiva importancia a la causa material, Aristóteles afirma que el animal como conjunto acabado es más significativo que las substancias que lo forman. La materia necesita del alma, que es la causa eficiente y final del animal. También se analiza el papel de la necesidad.

A continuación se comienza una crítica a la dicotomía como método para clasificar a los animales. Esta crítica, que ocupa casi la mitad del libro I, se debe a que la dicotomía se presentaba, en torno a la mitad del siglo IV, como la última palabra de Platón y de su escuela en el método científico, como el culmen de la dialéctica, como el instrumento cognoscitivo universal en todos los campos y, especialmente, en el saber naturalista30.

El propio Aristóteles la había utilizado en la Investigación sobre los animales. Pero las dificultades eran evidentes. En primer lugar, es absurdo pensar que las especies deban ser en número de dos, o potencia de dos, para culminar el proceso dicotómico en que la última diferencia sea la especie, pues en una secuencia de diferencias sólo la última es significativa. Esto nos obliga a asignar a cada especie una marca distintiva, y sólo una.

En segundo lugar, la dicotomía desmiembra artificialmente lo que es ontológicamente uno. Separa géneros naturales (por ejemplo, aves) y forma grupos artificiales (por ejemplo, animales acuáticos, compuestos por peces y aves). Pero la mayor crítica es al procedimiento de privación, pues no puede haber especies de lo que no es (por ejemplo, animales sin alas).

El método correcto de clasificación es por géneros (aves, peces). Debemos trabajar con ellos y no con especies (ave, no gorrión). Para partir de los géneros se debe aceptar la opinión común y las divisiones del lenguaje habitual.

En este punto, Aristóteles hace una viva exhortación al estudio biológico con un tono tan entusiasta y profundamente sentido, casi poético, que choca con la tradicional sequedad del estilo aristotélico, con su objetividad de científico. El texto, muy conocido, se apoya en dos razones. La primera sería que la rica cantidad de datos científicos que la observación de los fenómenos naturales nos procura nos permite la construcción de una ciencia más vasta que aquélla que versa sobre los objetos divinos y eternos, y esto compensaría la diferencia de valores en ambos terrenos. La segunda razón es que en los seres perecederos podemos ver la causa, «el fin ocupa el lugar de lo bello»31. Por eso no debemos despreciar el estudio de los seres más humildes, «pues en todas las obras de la naturaleza existe algo maravilloso»32.

Para finalizar se hace un resumen de lo dicho respecto al método apropiado: describir los caracteres comunes a un género y después explicar sus causas. Por último, se definen algunos términos.

Conclusión.—El método que se debe seguir de acuerdo con las premisas anteriores es el siguiente:

1. Describir las partes de los animales tal como se observan:

— Primero, las partes comunes a todos los animales.

— Luego, las partes comunes a un grupo de animales únicamente.

— Excepcionalmente, las partes propias de especies particulares.

2. A continuación, dar una explicación de sus causas y de su proceso de formación33.

Una vez desechada la división dicotómica y establecido que se debe seguir el uso popular en la división de los animales en grupos bien definidos, constata que esta clasificación responde a dos criterios:

a) las partes se diferencia por exceso o defecto (el más o el menos)34, como en diferentes especies dentro del mismo género. Por ejemplo, el pico o las patas de las aves.

b) la semejanza entre las partes es por analogía entre diferentes géneros. Por ejemplo, lo que en las aves es pluma es escama en los peces.

Lugar del libro I.—A menudo se ha considerado al libro I como una obra aparte, una especie de «discurso del método», como dice P. Louis35, que en algún momento se habría unido al tratado de las Partes propiamente dicho. A principios del siglo XIX, Titze36 intentó demostrar que no hay lazos entre el libro I y el resto de la obra y que éste estaría mejor situado delante de la Investigación sobre los animales. Más recientemente, también Nuyens37, apoyándose en datos de crítica interna, afirma que es un tratado del método que formaba en su origen una obra separada y que más tarde algún editor adjuntó a los tres libros que primitivamente constituían las Partes. Los argumento de Nuyens se basan en un análisis serio y detallado de las teorías del libro I y de los restantes libros. De las diferencias de doctrina entre ellos, saca la conclusión de que el libro I tendría una composición y redacción mucho más tardía que el resto del tratado38.

Mansion39 considera que, aunque el libro I presenta consideraciones de método de tipo general, también refleja aspectos más concretos que conciernen especialmente al estudio de las partes constitutivas de los organismos vivos. P. Louis, en esta misma línea, sostiene que este libro estaba destinado a servir de introducción al tratado de las Partes, pero que constituía al mismo tiempo el preámbulo de toda la serie de escritos que irían detrás de este tratado, que habría sido concebido por Aristóteles como el primero de un conjunto de tratados biológicos. Es lógico, pues, que se comience por una introducción general donde se expone el método que se seguirá en toda la serie. La Investigación sobre los animales, en cambio, no necesitaba ninguna introducción porque se trata de una recopilación de datos, un conjunto de observaciones que servirían más tarde para elaborar los tratados biológicos40.

B) Libros II, III y IV

Libro II.—Aristóteles comienza este libro estableciendo claramente el tema del tratado41. Se trata no de describir la anatomía de los tejidos y los órganos de las distintas especies de animales, sino de explicar las causas y los medios dispuestos por la naturaleza para alcanzar el fin determinado.

Para explicar la naturaleza del ser vivo recurre a la síntesis de los elementos tradicionales: lo frío, lo caliente, lo seco y lo húmedo, cuyo equilibrio es la base necesaria para la vida. La organización y combinación de estos elementos constituye las partes homogéneas, es decir lo que nosotros llamamos tejidos, como la carne o el hueso. Estas partes homogéneas, a su vez, entran en la composición de las partes no homogéneas del cuerpo, que son los miembros y los órganos.

Comienza, pues, Aristóteles la descripción y explicación de las partes homogéneas. En primer lugar, la sangre, por su importancia en la organización de los seres vivos. Explica su naturaleza (volviendo a las nociones de lo caliente y lo frío, lo seco o sólido y lo húmedo o líquido), la relación entre la sangre y la nutrición, y cómo se encuentra contenida dentro del corazón y las venas.

A continuación estudia la grasa y el sebo, que para Aristóteles son sangre cocida. Después, el tema de la médula, que le parece también un derivado de la sangre, nos lleva al del cerebro siguiendo la línea de algunos de sus predecesores que lo consideraban una continuación de la médula. Aristóteles los rebate y sostiene que el cerebro tiene una naturaleza particular, fría y exangüe, y su función sería la de refrescar el calor producido por el corazón.

Otra parte de gran importancia para la organización de los animales es la carne. Forma el cuerpo y, además, juega un papel muy importante en la sensación, pues es la sede del tacto.

Por último, se estudian en un mismo capítulo los huesos y las venas porque constituyen sistemas semejantes. Ni los huesos ni las venas existen aislados, están agrupados en un sistema formando un continuum que parte, en el caso de los huesos, de la columna vertebral y, en el caso de las venas, del corazón. Como complemento al estudio de los huesos examina las uñas, las pezuñas, los cuernos y los picos (volverá sobre ellos cuando aborde las partes no homogéneas, incluyendo entonces también los dientes).

En este punto Aristóteles, haciendo una interesante comparación entre animales y plantas, determina las partes esenciales para un ser vivo:

— las partes por donde toma el alimento.

— las partes por donde se expulsan los residuos.

— la parte intermedia donde se encuentra el principio de la vida.

También analiza el lugar del hombre dentro del reino animal.

A continuación comienza el estudio de las partes no homogéneas, empezando por la cabeza por dos motivos: porque Aristóteles toma como punto de partida de sus comparaciones y observaciones el cuerpo humano42 y porque la cabeza ocupa un lugar destacado por contener los órganos de los sentidos y la boca, que es el órgano característico del ser vivo.

Primero explica las razones por las que la cabeza está desprovista de carne. Sigue la descripción de los órganos sensoriales. Posición de las orejas y la razón de su ausencia en ciertos animales, estudio del sentido del oído. Después viene el estudio del ojo, los párpados, las pestañas (con una digresión sobre los pelos de las colas de los cuadrúpedos), las cejas. Luego la nariz, describiendo la trompa del elefante y la particularidad de la nariz en las aves. Por último, los labios.

A partir de aquí comienza la descripción de las partes internas de la cabeza: la lengua, con una explicación sobre su función para la emisión de la voz y el lenguaje, así como sede del sentido del gusto.

Libro III.—Prosiguiendo el análisis de las partes internas de la cabeza, se emprende el estudio de los dientes, con un apartado especial para los peces y el pico de las aves. A continuación se hace un desarrollo muy extenso sobre los cuernos, con indicación de su finalidad.

Después pasa a los órganos que se encuentran en el cuello: la faringe (que Aristóteles no distingue de la laringe), el esófago, la tráquea y la epiglotis, explicando su función y su posición. Ahora, dentro de las partes no homogéneas, se aborda el estudio de los órganos situados en el tronco en los animales sanguíneos: las vísceras. Y se empieza, lógicamente, por el corazón, el órgano mismo de la vida, sede de la sensación. Describe su anatomía y las enfermedades que le afectan. Relación entre la forma del corazón y el carácter de los animales. Descripción de las venas43, especialmente la aorta y la gran vena correspondiente a la vena cava inferior y superior).

Después viene el estudio del pulmón, cuya función es refrescar el cuerpo. Los peces, por analogía, tienen branquias en lugar de pulmón.

A continuación, la descripción del hígado y del bazo, cuyo papel en la digestión aparece mal definido. Viene después el estudio de los riñones y de la vejiga. Sobre ésta última comenta su presencia o ausencia en distintos animales, tratando de dar una explicación. La sección dedicada a los riñones es bastante amplia, describiendo su forma, su posición y enfermedades, especialmente en el hombre.

Al diafragma le dedica un largo capítulo. Su función es la de separar la parte superior de la inferior44 y aislar el corazón de la zona abdominal. Explica, también, el mecanismo de las cosquillas y cómo las heridas en el diafragma provocan risa.

En este punto se habla sobre las membranas que rodean las vísceras y se hace una comparación entre la anatomía de las diferentes vísceras.

Inmediatamente después, se aborda el estudio del estómago, con especial referencia a las peculiaridades del de los rumiantes, de las aves y de los peces. Luego se pasa a la descripción del intestino y de sus diversas partes, explicando que su función es la evacuación del excremento.

Libro IV.—Primero prosigue con el estudio de los órganos de la nutrición en los reptiles y serpientes en el punto en el que lo había dejado al finalizar el libro III. Seguidamente examina la vesícula biliar y la bilis, así como su relación con el hígado. A continuación describe las membranas abdominales: el epiplón y el mesenterio.

Hasta este momento, Aristóteles ha tratado básicamente sobre los animales sanguíneos, sin introducir apenas en su estudio a los no sanguíneos, probablemente porque su anatomía tiene poca relación con la del hombre, los cuadrúpedos, las aves y los peces. Por eso ha preferido, en general, dejarlos al margen y no complicar demasiado la descripción.

Ahora se va a centrar en ellos, poniendo en paralelo su anatomía con la de los sanguíneos. Pero, además, en este último libro compara a los animales sanguíneos entre ellos y al hombre con el resto de los animales.

A partir de este punto emprende la descripción de los no sanguíneos. En primer lugar, los órganos de la nutrición: boca, dientes y aparato digestivo. De esta manera, va describiendo la anatomía de los insectos, los cefalópodos, los crustáceos y los testáceos. De esta comparación se extrae una idea básica, la de la analogía del sistema nutritivo en todos los seres vivos45. Luego dedica un largo apartado a la descripción del erizo de mar.

Seguidamente, describe las ascidias y los zoófitos: actinias y estrellas de mar, y en ellos reconoce una naturaleza intermedia entre el animal y la planta.

Tras analizar los órganos de la nutrición, se pregunta por la sede de la sensibilidad en los no sanguíneos siguiendo la clasificación citada más arriba.

Una vez estudiadas las partes internas de todos los animales, sanguíneos primero y luego no sanguíneos, es el momento de dedicarse a la descripción de las partes externas. Y, puesto que ya estamos centrados en los no sanguíneos, es evidente que Aristóteles considera más operativo y claro continuar con ellos.

Así, se describen las patas, las alas y el aguijón de los insectos, haciendo una certera observación sobre su segmentación y su capacidad de vivir tras ser divididos, como las plantas46.

A continuación se estudian las partes externas de los testáceos y de los crustáceos. Después, se describen las particularidades de los cefalópodos, con una especial atención a las patas, ventosas y aleta.

Completado el estudio de los animales no sanguíneos tanto en sus partes internas como externas, Aristóteles retoma el estudio de los sanguíneos, concretamente los mamíferos, en el punto exacto donde lo dejó para iniciar el análisis de las partes internas de la cabeza, es decir el capítulo 17 del libro II.

Tras hacer un breve repaso a la cabeza, comienza la descripción del tronco y los miembros superiores, lo que da pie a Aristóteles para hacer un apunte sobre las diferencias de estructura entre los animales y el hombre, con una curiosa teoría sobre los enanos. También hace unas finas y sugerentes observaciones relativas a la mano humana.

Luego pasa al estudio de las mamas y su posición en los diferentes animales. Acto seguido, da un breve repaso a los órganos sexuales, pero nos indica que su estudio detallado se verá en el tratado de la Reproducción de los animales.

A continuación viene el estudio de los miembros inferiores, con especial mención a los pies del hombre.

En el siguiente apartado, el interés aristotélico se centra en los ovíparos. Primero los reptiles: describe su lengua, sus órganos de los sentidos, sus mandíbulas… Hace una particular referencia al camaleón.

En segundo lugar, las aves: se estudian sus peculiaridades, en especial las plumas, el pico y las alas. Se describen también sus patas y su peculiar cadera.

Por último, los peces: se describen la cola, las aletas, las branquias y la boca. Mención especial merecen las escamas y el hecho de no poseer testículos.

Para cerrar el libro, Aristóteles menciona el carácter ambiguo de ciertos animales a los que no es posible incluir fácilmente en las clasificaciones anteriores y que parece que pertenecen a dos grupos a la vez. Es el caso de los cetáceos (pez y mamífero), las focas (animal acuático y terrestre), los murciélagos (animal volador y mamífero) y el avestruz (ave y cuadrúpedo).

Por último, anuncia la gran obra sobre fisiología que es la Reproducción de los animales.

Éstos son, muy resumidos, los principales temas tratados en los libros II a IV de las Partes de los animales.

Esquema y clasificación de los animales

En una primera lectura no se capta fácilmente el plan establecido por Aristóteles para los libros II-IV. Sin embargo, una detallada observación nos lleva a establecer el siguiente esquema47:

1. Las partes que se encuentran en la mayoría de los diferentes grupos de animales.

2. Las partes internas de los animales sanguíneos: las vísceras.

3. Las partes internas de los animales no sanguíneos.

4. Las partes externas de los animales no sanguíneos.

5. Las partes externas de los animales sanguíneos.

Este esquema, como es costumbre en Aristóteles, es interrumpido por digresiones más o menos largas; otras veces el autor se deja llevar por asociaciones de ideas, o repite los temas en aras de la claridad48.

Como ya se dijo más arriba, no existe en Aristóteles una sistemática rígida, ni el problema de la clasificación supone para él un tema de estudio. En las Partes los animales son divididos en dos grandes grupos definidos por la presencia o ausencia de sangre. El grupo de los animales sanguíneos corresponde al de nuestros vertebrados, el de los no sanguíneos al de los invertebrados.

Para esta clasificación49 de los sanguíneos se atiende a criterios basados en parte en la reproducción (vivíparos/ovíparos), en parte en la locomoción (cuadrúpedos/ápodos). La ulterior división de los cuadrúpedos vivíparos se hará sobre la base de la morfología del pie (fisípedos, artiodáctilos, perisodáctilos). Teniendo en cuenta la respiración, Aristóteles pudo distinguir a los cetáceos y las focas de los peces.

Entre los no sanguíneos, el grupo de los insectos incluye, como hemos dicho, a todos los gusanos. Los otros tres grupos vienen definidos por la morfología del tegumento. La palabra «testáceos» para traducir el griego ostrakóderma está usada en su sentido antiguo para poder incluir invertebrados con concha, gasterópodos, lamelibranquios y equinodermos50.

Estos cuatro grandes grupos están a su vez divididos en numerosos subgrupos, y en este campo la clasificación de Aristóteles permanece insuperada, debido a su preocupación analítica que le proporcionaba una extrema exactitud en la observación morfológica que, por medio de la comparación, desembocaba en sus brillantes intuiciones de carácter clasificatorio.

El último grupo, formado por seres intermedios entre animales y plantas, se basa en el principio de la continuidad de la naturaleza y supone también una brillante observación de Aristóteles. La ciencia moderna ha llevado mucho más abajo el límite del zoofitismo, pero en la Antigüedad faltaban los instrumentos necesarios para la observación de los protozoos, que son microscópicos.

La anatomía comparada

El verdadero tratado de anatomía comparada comprende, como se dijo más arriba, el segundo apartado de las Partes de los animales, es decir, los libros II a IV.

Aristóteles define con claridad el método del análisis causal, que consiste en permitir el paso del nivel de observación de los datos y de la regularidad empírica (propio de la Investigación sobre los animales) al de la explicación, es decir, la teoría científica. No supone una modificación del dato empírico en sí, sólo una mejor comprensión de su estructura. Es pasar del nivel del «qué» al nivel del «porqué».

Las cuatro causas del sistema clásico se reducen en la concreta investigación biológica a dos grandes puntos de vista: «lo necesario» y «lo mejor»51. Estos dos puntos de vista muestran la estrecha conexión entre la estructura del organismo y sus partes y las respectivas funciones, que aseguran la supervivencia del organismo y su adaptación al ambiente.

Sin embargo, la certeza de que todo dato de observación se puede integrar inmediatamente en la explicación teórica lleva, a veces, a errores enormes, pues una observación imperfecta, falaz o parcial pone en movimiento la máquina de la teorización y construye una explicación frágil y sin base. Y así, la fidelidad a la observación, donde reside precisamente la fuerza de la biología de Aristóteles, constituye también su limitación más grave.

Principios de la anatomía comparada

Aristóteles no desarrolla en las Partes una discusión metodológica sobre los principios de la biología equivalente a la efectuada sobre las causas pero, como indica Vegetti52, es evidente que enuncia y hace operar una serie importante de tales principios. El capítulo inicial de la Física expresa claramente la función de los principios en todo procedimiento científico: son instrumentos analíticos que sirven para pasar de un conocimiento global e indeterminado del objeto a un conocimiento específico y articulado según la estructura real, pero no inmediatamente conoscible, del propio objeto.

Los principios de cada ciencia deben ser propios y específicos, y no son objeto de demostración, sino que los proporciona la experiencia. Aristóteles, pues, no hace una relación de ellos, sino que van surgiendo en el trabajo concreto de la teorización científica.

Los principios que operan en las Partes son los siguientes53:

a) La naturaleza adapta el órgano a la función. Es la condición indispensable para poder hacer una anatomía comparada. A partir de la analogía funcional pudo intuir la analogía entre los órganos. En el contexto aristotélico la función es primaria respecto al órgano y esta idea le hizo intuir también la noción de «aparato» orgánico.

b) La naturaleza no hace nada en vano. De su validez depende la posibilidad de una ciencia biológica, que no podría dar cuenta teóricamente de una naturaleza en la que los sucesos se produjeran de modo accidental y no fuera posible poner en relación la estructura del organismo y su funcionalidad vital.

c) Principio de compensación o de equivalentes orgánicos. Con dos formulaciones distintas: «siempre la naturaleza frente al exceso de una parte ingenia una ayuda asociada de la parte contraria, para que una equilibre el exceso de la otra» (652a31-33); «la naturaleza no puede distribuir el mismo excedente a muchas zonas a la vez» (655a27-28). Este principio se utiliza, por ejemplo, para explicar la relación inversa entre los cuernos y los dientes de los rumiantes. Posteriormente fue reformulado como loi de balancement organique por St. Hilaire en 1800.

d) Principio de la división del trabajo. Relación entre complejidad de modo de vida y organización biológica. La naturaleza asigna a un solo órgano una sola función siempre que sea posible, y únicamente se vale del mismo órgano para varias funciones en caso de necesidad54.

Es curioso destacar que Milne Edwards reformuló el mismo principio en 1827, atribuyéndose el descubrimiento.

De este principio se deriva la ley según la cual cuanto mayor es la complejidad de las funciones y de las relaciones con el medio de un organismo, tanto mayor deberá ser el número de sus partes y la complejidad de su organización. La llamada scala naturae de Aristóteles, que va de las plantas al hombre, no es sino una gradación de índices de complejidad funcional y estructural siempre más elevados.

e) La naturaleza sólo concede un órgano a quien es capaz de utilizarlo y no concede más de un órgano eficaz para cada función. Expresado en 661b26-32 y en 684a28-30, le sirve para explicar los órganos de defensa y de ataque (quien tiene colmillos salientes no tiene cuernos). La segunda parte del principio está enunciada en 663a17-18.

f) Un solo principio es preferible a muchos (665b14-15). Referido, en primer lugar, al corazón. El dato se corresponde con la exigencia conceptual de postular la simplicidad y la armonía de la naturaleza; desde el punto de vista metódico, equivale al esfuerzo euclideo de reducir al máximo el número de los axiomas necesarios en geometría y en astronomía.

g) El macho es superior a la hembra, lo alto a lo bajo, el delante al detrás, la derecha a la izquierda (648a11-13; 665a22-25). Aristóteles se basa en la experiencia, pero también en la tradición que conllevaba prejuicios culturales y supersticiones que no fue capaz de superar.

h) Continuidad de la naturaleza. Una de las más potentes intuiciones aristotélicas expuesta magistralmente en Investigación sobre los animales VIII 1, que será posteriormente la base del sistema de Linneo. En 681a12-15 Aristóteles dice: «La naturaleza pasa sin interrupción de los seres inanimados a los animados a través de seres vivos que no son animales» y en 686b29-35 describe las variaciones morfológicas y funcionales que marcan el paso gradual del hombre a los animales hasta llegar a las plantas.

Se ha querido ver en este principio también una intuición de los procesos evolutivos y transformacionistas, pero esto es impensable en el cuadro teórico de la concepción aristotélica de la naturaleza que se basa en la ousía. Las ousíai pueden lindar una con otra, pero la transformación de una en otra echaría por tierra los fundamentos ontológicos de Aristóteles, e incluso la posibilidad misma de una ciencia de la naturaleza55.

i) El hombre como «normalidad» de la naturaleza. Gracias a su posición erguida, el hombre es el único animal cuyo cuerpo está organizado según una perfecta normalidad (656a7-12). Todos los otros animales, en comparación, son en cierto sentido «enanos». La idea del hombre como prototipo de los animales da una cierta impronta antropocéntrica a la anatomía comparada de Aristóteles, que, sin embargo, está demasiado atento a la complejidad y a la autónoma articulación del mundo viviente como para que este antropocentrismo constituya un obstáculo para el análisis científico.

En estos principios se resume toda una tradición científica anterior, así como la propia investigación sobre el terreno de Aristóteles.

Niveles de composición de la materia

Al comienzo del libro II Aristóteles expone su teoría sobre la formación de los organismos vivos a partir de los componentes elementales de la materia. Esta formación se produce por un proceso de síntesis articulado en tres fases sucesivas que suponen progresivos niveles de complejidad formal de la materia.

— Los elementos y su síntesis: Aristóteles (dejando de lado la alternativa atomista de Demócrito) acepta la doctrina de los elementos de Empédocles, seguida por Anaxágoras y la escuela hipocrática. También la Academia platónica seguía esta línea, aunque intentase fundirla en el Timeo con un punto de vista geométrico y matemático de derivación pitagórica.

Al unir la doctrina de los elementos con la de la cualidad, asignando a cada uno de los cuatro elementos una cualidad específica, Aristóteles consigue un instrumento de indagación científica mucho más dúctil. Y en un paso más, afirma que todo cuerpo natural está compuesto de todos los elementos y todas las cualidades, lo que significa que dan lugar a una mezcla distinta en cada caso según la dýnamis que prevalezca en esa míxis56.

— Partes homogéneas y no homogéneas: en el siguiente nivel de composición, la materia da lugar a las partes homogéneas y éstas, a su vez, a las partes no homogéneas. Con esta terminología Aristóteles da forma clara y coherente a la distinción entre tejidos y órganos.

— Sistemas y aparatos: la noción de sistema viene precisada a propósito de los huesos y las venas gracias a la observación de que unos y otras son, en cierto modo, partes de un único hueso y de una única vena, constituyendo un sistema continuo que parte de un solo punto. Así, quedan claramente definidos el sistema vascular (III 5) y el óseo (II 9). En cambio, falta la noción del sistema nervioso, y también se ignora la musculatura.

La noción de aparato viene formulada a partir de la función común de una pluralidad de órganos. Aristóteles distingue el aparato perceptivo-sensorial, que tiene su centro en el corazón57 y consta de dos grupos de sentidos: el primero comprende el tacto y el gusto, cuyo órgano es la carne. El segundo grupo comprende el oído, la vista y el olfato, y sus órganos está situados en la cabeza.

El aparato refrigerante para paliar el exceso de calor vital del corazón y de la sangre. Está formado por el cerebro y el pulmón o las branquias58.

El aparato digestivo consta de numerosos órganos y presenta, según Aristóteles, una analogía fundamental en todos los animales. La fisiología de la digestión es concebida como un proceso en el que el alimento se elabora en sucesivas fases de «cocción» debida al calor del organismo y se transforma en suero y sangre. La parte del alimento que no se puede cocer constituye un residuo que es expulsado en forma de excremento sólido o líquido59. Este aparato está formado por la boca, el esófago, el estómago, el hígado, el bazo y el intestino.

El aparato tegumentario, cuya función es proteger los tejidos, especialmente la carne.

El aparato urogenital será estudiado en el tratado de la Reproducción. En las Partes sólo se describen la vejiga y los riñones.

El aparato locomotor se expone de pasada y su estudio se reserva para el tratado Marcha de los animales.

Corazón y cerebro

La cuestión de las funciones del corazón y del cerebro había estado durante casi dos siglos en el centro del debate filosófico-científico en Grecia, y se habían delimitado dos grandes corrientes. La primera, liderada por Alcmeón de Crotona, y seguida por Anaxágoras, Diogenes de Apolonia e Hipócrates, consideraba al cerebro como centro de la actividad perceptiva e intelectiva, e incluso el punto central del sistema vascular.

La segunda corriente seguía a Empédocles y consideraba a la sangre como el principio del organismo, e incluso de la sensibilidad y del pensamiento a la sangre contenida en el corazón. Filistión de Crotona demostró que el corazón era el centro del sistema vascular, de la sangre y del «calor innato» y situó en el ventrículo izquierdo el principio de la inteligencia.

Una tercera corriente (Filolao y el Timeo platónico) había tratado de unificar ambos resultados anatómicos, y había situado en el cerebro la sede de la actividad perceptiva e intelectiva, y en el corazón el principio de la sangre y del calor vital.

Sin embargo, la fidelidad al principio de la unidad, la polémica antiplatónica, la presencia en el Liceo del médico Diocles de Caristo60, que seguía la línea de Filistión, las influencias culturales y sus propias observaciones anatómicas llevaron a Aristóteles a aceptar íntegramente las ideas de la escuela de Filistión.

El corazón es principio de las venas, y aparece ya latiendo y lleno de sangre en los embriones. Existe en todos los animales, mientras que el cerebro, según Aristóteles, falta en muchos animales no sanguíneos; no está dotado de sensibilidad al tacto, es frío y falto de sangre y, por tanto, su función sólo puede ser la de refrigerar el organismo.

Como pone de manifiesto Vegetti61, esta errónea teoría sobre el corazón y el cerebro condiciona desde sus cimientos toda la anatomo-fisiología de Aristóteles, y es precisamente en las Partes donde se sostiene con particular fuerza esta tesis cardiocéntrica.

Estilo

El estilo de la prosa aristotélica seco, lleno de elipsis y de repeticiones, sin concesiones a adornos literarios ha llevado a algunos estudiosos como Düring62 a preguntarse si el tratado de las Partes fue compuesto para su publicación, o se trata más bien de una colección de notas preparadas para impartir cursos. Sin embargo, P. Louis63 sostiene la opinión de que a pesar de las rupturas de la construcción, las repeticiones y otros defectos evidentes no se la debe juzgar como una obra inacabada. En su conjunto se desarrolla de acuerdo con un plan lógico y bien ordenado. Las diversas secciones están cuidadosamente articuladas y, además, el propio Aristóteles desde el principio del tratado nos indica que está escrito para las personas educadas, es decir un círculo mucho más amplio que el de los filósofos, científicos o estudiantes especializados. Por tanto, no puede considerarse un simple curso de biología, sino una obra didáctica destinada a un público culto y preparado.

Es un estilo directo, objetivo y riguroso, sin fiorituras. Una prosa científica que trata de ser clara y escueta, y por eso no evita las repeticiones cuando las cree necesarias y, por otro lado, elimina todo lo que no sea estrictamente preciso para el desarrollo lógico de la exposición, con un lenguaje coloquial, como ya hemos dicho, que rehúye los términos demasiado especializados.

El tratado de las Partes de los animales representa, pues, una rigurosa exposición científica, el esfuerzo aristotélico por definir una nueva disciplina, la anatomía comparada, con un evidente interés divulgativo y didáctico.

1 Meteorológicos I 1. Cf. D. LANZA, y M. VEGETTI, Opere biologiche di Aristotele, Turín, 1971, que aclaran que el orden de las obras citadas en el pasaje no sería necesariamente el cronológico, ya que Aristóteles volvía una y otra vez sobre los mismos temas en su afán de reelaborar y profundizar.

2 A este respecto es muy conocido y citado el texto del libro I de las Partes de los animales en el que el propio Aristóteles muestra su entusiasmo ante el estudio de los seres vivos, incluso los más insignificantes (P. A. I 5).

3 Cf. G. E. R. LLOYD, Science, folklore and ideology, Cambridge, 1983.

4 Cf. D. LANZA y M. VEGETTI, op. cit., pág. 15.

5 Cf. LLOYD, op. cit., pág. 18 y ss., donde analiza las descripciones de Aristóteles sobre comportamiento animal.

6 De hecho, sería su discípulo TEOFRASTO el encargado de transmitirnos los estudios sobre botánica realizados en el Liceo, y que no nos han llegado de la mano del propio Aristóteles (si bien ATENEO lo cita en XIV 625a). Véase la traducción de J. M. DÍAZ REGAÑÓN, B. C. G. 112, Madrid, Gredos, 1988.

7 Para la clasificación de las obras biológicas véase el magnífico resumen de E. SÁNCHEZ en su introducción a Reproducción de los animales, B. C. G., 201, Madrid, Gredos, 1994, págs. 10-14.

8 Véase la introducción de C. GARCÍA GUAL y la traducción de J. PALLÍ BONET, B. C. G., 171, Madrid, Gredos, 1992.

9 Véase la introducción y traducción de E. SÁNCHEZ MILLÁN, B. C. G., 201, Madrid, Gredos, 1994.

10Tratados breves de historia natural [intr. y trad. de A. BERNABÉ PAJARES], B. C. G., 107, Madrid, Gredos, 1987.

11 Cf. 645a17 ss.

12 Cf. G. E. R., LLOYD, op. cit., cap. I.

13 P. PELLEGRIN, La classification des animaux chez Aristote, París, 1982.

14 Cf. D. LANZA y M. VEGETTI, op. cit., pág. 36.

15 Para más datos sobre estos catálogos y sobre la autenticidad de las Partes, cf. P. LOUIS, en su Introducción a Les Parties des Animaux, París, 1956.

16 La lista completa de las citas, así como las referencias a otros tratados que aparecen en las Partes, se encuentra en I. DÜRING, Aristotle’s de Partibus Animalium, Göteborg, 1943, págs. 9-17.

17Acerca de la juventud 468b31-469a1.

18 M. VEGETTI, introducción a Le parti degli animali, Turín, 1971.

19 P. LOUIS, ob. cit., ofrece un amplio debate sobre el tema, discutiendo las diversas posturas. Véase también A. L. PECK, introducción a Parts of Animals, Cambridge, 1961, donde hace un repaso del estado de la cuestión, y la citada introducción de E. SÁNCHEZ a Reproducción de los animales, donde resume con detalle las distintas tesis.

20 En su introducción a su traducción inglesa de Historia Animalium (1910) y en Aristotle as a Biologist (1913).

21 H. D. P. LEE, «Place-names and the date of Aristotle’s biological works», Classical Quarterly 42 (1948), 61-67. Y «The fishes of Lesbos again» en A. GOTTHELF (ed.), Aristotle on nature and living things, Pittsburg, 1985, págs. 3-7.

23 F. J. NUYENS, L’évolution de la Psychologie d’Aristote, Lovaina, 1948.

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