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«Pedro de Urdemalas» es una comedia de las más originales que compuso Cervantes, del mismo tono picaresco que el primer acto de su «El rufián dichoso» y aparece en último lugar en sus «Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados».
Debió escribirla, según Cotarelo Valledor, Schevill-Bonilla, Canavaggio y Meregalli, con posterioridad a la muerte del actor Nicolás de los Ríos, ocurrida el 29 de marzo de 1610; en cualquier caso, cuando ya había entrado “el monstruo de la naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzose con la monarquía cómica.”
Se inspira en el personaje folclórico (oral y literario) de Pedro de Urdemalas. Junto al citado elemento picaresco, tiene mucho de comedia de costumbres y de enredos, así como un irónico juego metateatral de teatro en el teatro.
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Veröffentlichungsjahr: 2021
Miguel de Cervantes
PEDRO DE URDEMALAS
Traducido por Carola Tognetti
ISBN 979-12-5971-126-7
Greenbooks editore
Edición digital
Enero 2021
www.greenbooks-editore.com
PEDRO DE URDEMALAS
Los que hablan en ella son los siguientes: PEDRO DE URDEMALAS.
CLEMENTE, zagal. CLEMENCIA y BENITA, zagalas.
CRESPO, alcalde, padre de Clemencia.
SANCHO MACHO y DIEGO TARUGO, regidores.
LAGARTIJA y HORNACHUELOS, labradores. REDONDO, escribano.
PASCUAL.
Un SACRISTÁN.
MALDONADO, conde de gitanos. MÚSICOS.
INÉS y BELICA, gitanas. Una VIUDA, labradora.
Un LABRADOR, que la lleva de la mano. Un CIEGO.
El REY.
SILERIO, un criado del rey. Un ALGUACIL.
La REINA.
MOSTRENCO.
MARCELO, caballero.
Dos REPRESENTANTES, con su autor. Un LABRADOR.
Otros tres FARSANTES. ALGUACIL de comedias.
Jornada primera
Entran PEDRO DE URDEMALAS, en hábito de mozo de labrador, y CLEMENTE, como zagal.
CLEMENTE De tu ingenio, Pedro amigo, y nuestra amistad se puede
fiar más de lo que digo, porque él al mayor excede,
y della el mundo es testigo; 5 así, que es de calidad
tu ingenio y nuestra amistad, que, sin buscar otro medio, en ambos pongo el remedio de toda mi enfermedad. 10 Esa hija de tu amo,
la que se llama Clemencia, a quien yo Justicia llamo, la que huye mi presencia,
cual del cazador el gamo; 15 ésa, a quien naturaleza
dio el estremo de belleza que has visto, me tiene tal, que llega al punto mi mal do llega el de su lindeza. 20 Cuando pensé que ya estaba algo crédula al cuidado
que en mis ansias le mostraba, yo no sé quién la ha trocado de cordera en tigre brava, 25 ni sé yo por qué mentiras
sus mansedumbres en iras ha vuelto, ni sé, ¡oh Amor!, por qué con tanto rigor
contra mí tus flechas tiras. 30 PEDRO Bobear; dime, en efeto, lo que quieres.
CLEMENTE Pedro, hermano, que me libres deste aprieto
con algún consejo sano
o ayuda de hombre discreto. 35 PEDRO ¿Han llegado tus deseos a más que dulces floreos,
o has tocado en el lugar donde Amor suele fundar
el centro de sus empleos? 40 CLEMENTE Pues sabes que soy pastor, entona más bajo el punto,
habla con menos primor. PEDRO Que si eres, te pregunto, Amadís o Galaor. 45
CLEMENTE No soy sino Antón Clemente, y andas, Pedro, impertinente
en hablar por tal camino.
PEDRO ([Aparte].) Pan por pan, vino por vino, se ha de hablar con esta gente. 50
¿Haste visto con Clemencia a solas o en parte escura, donde ella te dio licencia de alguna desenvoltura
que encargase la conciencia? 55 CLEMENTE Pedro, el cielo me confunda, y la tierra aquí me hunda,
y el aire jamás me aliente, si no es un amor decente
en quien el mío se funda. 60 Del padre el rico caudal
el mío pobre desprecia por no ser al suyo igual,
y entiendo que sólo precia el de Llorente y Pascual, 65 que son ricos, y es razón que se lleve el corazón
tras sí de cualquier mujer, no el querer, sino el tener del oro la posesión. 70
Y, demás desto, Clemencia a mi amor no corresponde por no sé qué impertinencia
que le han dicho, y así, esconde de mis ojos su presencia; 75
y si tú, Pedro, no haces
de nuestras riñas las paces, ya por perdido me cuento.
PEDRO O no tendré entendimiento, o he de trazar tus solaces. 80
Si sale, como imagino, hoy mi amo por alcalde, te digo, como adivino,
que hoy no te trujo de balde
a hablar conmigo el destino. 85 Tú verás cómo te entrego
en holganza y en sosiego el bien que interés te veda, y que al dártele preceda
promesa, dádiva y ruego. 90 Y, en tanto que esto se traza, vuelve los ojos y mira
los lazos con que te enlaza Amor, y por quien suspira Febo, que allí se disfraza; 95 mira a los rubios cabellos
de Clemencia, y mira entre ellos al lascivo Amor jugando,
y cómo se va admirando
por ver que se mira en ellos. 100 Benita viene con ella,
su prima, cual si viniese con el sol alguna estrella que no menos luz nos diese
que el mismo sol: tal es ella. 105 Clemente, ten advertencia
que, si llega aquí Clemencia, te le humilles: yo a Benita, como a una cosa bendita
le pienso hacer reverencia. 110 Dile con lengua curiosa
cosas de que no disguste, y ten por cierta una cosa:
que no hay mujer que no guste de oírse llamar hermosa. 115 Liberal desta moneda
te muestra; no tengas queda la lengua en sus alabanzas, verás volver las mudanzas de la varïable rueda. 120
(Entran CLEMENCIA y BENITA, zagalas, con sus cantarillas, como que van a la fuente.) BENITA ¿Por qué te vuelves, Clemencia?
CLEMENCIA ¿Por qué me vuelvo, Benita?
Por no verme en la presencia de quien la salud me quita
y me da mortal dolencia; 125 por no ver a un insolente
que tiene bien diferente
de la condición el nombre.
BENITA Apostaré que es el hombre por quien lo dices Clemente. 130 CLEMENTE ¿Soy basilisco, pastora, o soy alguna fantasma
que se aparece a deshora,
con que el sentido se pasma y el ánimo se empeora? 135
CLEMENCIA No eres sino un parlero, adulador, lisonjero
y, sin porqué, jatancioso, en verdades mentiroso
y en mentiras verdadero. 140
¿Cuándo te he dado yo prenda que de mi amor te asegure tanto, que claro se entienda
que, aunque el amor me procure, no hayas temor que te ofenda? 145 Esto dijiste a Jacinta,
y le mostraste una cinta encarnada que te di,
y en tu rostro se ve aquí aquesta verdad distinta. 150
CLEMENTE Clemencia, si yo he dicho cosa alguna que no vaya a servirte encaminada,
venga de la más próspera fortuna a la más abatida y desastrada;
si siempre sobre el cerco de la luna 155 no has sido por mi lengua levantada, cuando quiera decirte mi querella, mudo silencio el cielo infunda en ella; si mostré tal, la fe en que yo pensaba, por la ley amorosa, de salvarme, 160 cuando a la vida el término se acaba, por ella entonces venga a condenarme; si dije tal, jamás halle en su aljaba
flechas de plomo Amor con que tirarme, si no es a ti, y a mí con las doradas, 165 a helarte y abrasarme encaminadas.