Poemas I - Edgar Allan Poe - E-Book

Poemas I E-Book

Edgar Allan Poe

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Beschreibung

Explora el lado más íntimo y melancólico de Edgar Allan Poe en Poemas I, una selección de sus composiciones más bellas, misteriosas y conmovedoras. Antes de ser reconocido como maestro del terror, Poe fue un poeta de alma profunda, capaz de transformar el dolor, la memoria y la belleza en música escrita. En este primer volumen descubrirás poemas inmortales como El cuervo (The Raven), Annabel Lee, A Dream Within a Dream, Lenore y The Bells, junto a otras piezas donde la pérdida y el deseo se funden en imágenes de una belleza sombría. Su lenguaje hipnótico, su musicalidad impecable y su intensidad emocional hacen de estos poemas una experiencia inolvidable. Poe convierte el verso en un espejo del alma: sus palabras resuenan con tristeza, amor y misterio, recordándonos que la poesía puede ser tan inquietante como el sueño y tan eterna como la muerte. 🕯️ Haz clic en "Comprar ahora" y déjate envolver por Poemas I de Edgar Allan Poe — una joya de la poesía romántica y oscura que revela la sensibilidad eterna del maestro del misterio.

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Seitenzahl: 30

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Índice de contenido
Poemas I
Edgar Allan Poe
A…
A Elena
A Elizabeth
A la ciencia
A la señorita ***
A mi madre
Al Río
Amigos que por siempre nos dejaron
Annabel Lee
Balada nupcial
Canción
De todos cuantos anhelan tu presencia
¿Deseas que te amen?
Dreamland
Eulalia
El coliseo
El cuervo
El día más feliz
El gusano vencedor
El lago
El reino de las hadas
El valle de la inquietud
El valle intranquilo
Eldorado
Espíritus de la Noche
Estrellas fijas

Poemas I

Edgar Allan Poe

Publicado: 1839

A…

 

Las enramadas donde veo

en sueños, las más variadas

aves cantoras, son labios y son

tus musicales palabras susurradas.

 

Tus ojos, entronizados en el cielo,

caen al fin desesperadamente

¡oh Dios!, en mi funérea mente

como luz de estrellas sobre un velo.

 

Oh, tu corazón… suspiro al despertar

y duermo para soñar hasta que raya el día

en la verdad que el oro jamás podrá comprar

y en las bagatelas que sí podría.

 

 

 

 

A Elena

 

Era una noche de julio,

noche tibia y perfumada,

noche diáfana…

 

De la luna plena límpida,

límpida como tu alma,

descendían

sobre el parque adormecido

gráciles velos de plata.

 

Ni una ráfaga

el infinito silencio

y la quietud perturbaban

en el parque…

 

Evaporaban las rosas

los perfumes de sus almas

para que los recogieras

en aquella noche mágica;

para que tú los gozases

su último aliento exhalaban

como en una muerte dulce,

como en una muerte lánguida,

y era una selva encantada,

y era una noche divina

llena de místicos sueños

y claridades fantásticas.

 

Toda de blanco vestida,

toda blanca,

sobre un ramo de violetas

reclinada

te veía

y a las rosas moribundas

y a ti, una luz tenue y diáfana

muy suavemente

alumbraba,

luz de perla diluida

en un éter de suspiros

y de evaporadas lágrimas.

 

¿Qué hado extraño

(¿fue ventura? ¿fue desgracia?)

me condujo aquella noche

hasta el parque de las rosas

que exhalaban

los suspiros perfumados

de sus almas?

 

Ni una hoja

susurraba;

no se oía

una pisada;

todo mudo,

todo en sueños,

menos tú y yo

-¡cuál me agito

al unir las dos palabras! —

menos tú y yo…De repente

todo cambia.

¡Oh, el parque de los misterios!

¡Oh, la región encantada!

 

Todo, todo,

todo cambia.

De la luna la luz límpida

la luz de perla se apaga.

El perfume de las rosas

muere en las dormidas auras.

Los senderos se oscurecen.

Expiran las violas castas.

Menos tú y yo, todo huye,

todo muere,

todo pasa…

Todo se apaga y extingue

menos tus hondas miradas.

 

¡Tus dos ojos donde arde tu alma!

Y sólo veo entre sombras

aquellos ojos brillantes,

¡oh mi amada! Todo, todo,

todo cambia.

 

De la luna la luz límpida

la luz de perla se apaga.

El perfume de las rosas

muere en las dormidas auras.

Los senderos se oscurecen.

Expiran las violas castas.

Menos tú y yo, todo huye,

todo muere,

todo pasa…

 

Todo se apaga y extingue

menos tus hondas miradas.

¡Tus dos ojos donde arde tu alma!

Y sólo veo entre sombras

aquellos ojos brillantes,

¡oh mi amada!

 

¿Qué tristezas irreales,

qué tristezas extrahumanas!

La luz tibia de esos ojos

leyendas de amor relata.

¡Qué misteriosos dolores,

qué sublimes esperanzas,

qué mudas renunciaciones

expresan aquellos ojos

que en la sombra

fijan en mí su mirada!

 

Noche oscura. Ya Diana

entre turbios nubarrones,

lentamente,

hundió la faz plateada,

y tú sola

en medio de la avenida,

te deslizas

irreal, mística y blanca,

te deslizas y te alejas incorpórea

cual fantasma…

Sólo flotan tus miradas.

¡Sólo tus ojos perennes,

tus ojos de honda mirada

fijos quedan en mi alma!