Psicoterapia psicoanalítica de pareja - Carles Pérez Testor - E-Book

Psicoterapia psicoanalítica de pareja E-Book

Carles Pérez Testor

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Beschreibung

La Psicoterapia psicoanalítica de pareja es una aplicación técnica del psicoanálisis creada hace más de 70 años y que actualmente está tomando más relevancia gracias al interés que un buen número de psicoanalistas y psicoterapeutas han puesto en su desarrollo. Los colectivos de expertos, como la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia o el Comité de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) o de la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL), están cada vez más activos en dar a conocer e investigar sobre esta especialidad. Este libro es el resultado de 43 años de trabajo de la Unidad de Pareja y Familia de la Fundació Vidal i Barraquer. Expertos terapeutas e investigadores de la Unidad de Pareja y Familia profundizan en las complejas motivaciones de la elección de pareja, describen los principales motivos de consulta, presentan una nueva clasificación de psicopatología de la pareja y explican de forma práctica cómo diagnosticar y tratar este tipo de problemas.

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Carles Pérez Testor (comp.)

Psicoterapia Psicoanalítica de Pareja

Herder

Diseño de la cubierta: Gabriel Nunes

Edición digital: José Toribio Barba

© 2019, Fundació Vidal i Barraquer

© 2019, Herder Editorial, S. L., Barcelona

ISBN digital: 978-84-254-4383-1

1.ª edición digital, 2019

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com).

Herder

www.herdereditorial.com

A nuestros maestros Antoni Bobé, Josep Beà, Jorge Thomas y Guillermo Teruel, in memoriam. Por lo que hemos compartido y por todo lo que nos han enseñado.A Jordi Font Rodon, por su pasión en la comprensión de los conflictos conyugales y en el desarrollo de la psicoterapia psicoanalítica de pareja.

Índice

AUTORES

AGRADECIMIENTOS

PREFACIO. David E. Scharff

PRÓLOGO. Anna Maria Nicolò

INTRODUCCIÓN. Carles Pérez Testor

PARTE I: LA PAREJA

1. LA RELACIÓN DE PAREJA: APEGO Y CALIDAD DE VÍNCULOJosé A. Castillo Garayoa y Pilar Medina Bravo

1.1. Relación de pareja: indicadores de calidad

1.2. Apego y relación de pareja

1.3. Apego y conflicto en la relación de pareja

1.4. Apego, pareja y sexualidad

1.5. Pareja y parentalidad

1.6. A modo de conclusión

2. LA ELECCIÓN DE PAREJACarles Pérez Testor y Ramon Maria Nogués

2.1. Introducción

2.2. El enamoramiento

2.3. Mecanismos neurobiológicos

2.3.1. La gran herencia

2.3.2. La atracción de la pareja

2.3.3. Neurobiología y amor

2.3.4. Monogamia y cerebro

2.3.5. Cerebro y consolidación amorosa

2.3.6. Normalidades más allá de la norma

2.4. Mecanismos psicológicos de la elección de pareja

2.5. Mecanismos inconscientes de elección de pareja

2.6. Conclusión

PARTE II: PSICOPATOLOGÍA

3. PSICOPATOLOGÍA DE LA PAREJACarles Pérez Testor

3.1. Introducción

3.2. Del conflicto normal al patológico

3.2.1. Estilos de vinculación

3.2.2. Aspectos progresivos y regresivos

3.2.3. Membranas intra y extradiádica

3.3. Trastornos de pareja

3.3.1. Revisión de diversas clasificaciones

3.3.2. Aportaciones de Jordi Font

3.3.3. Aportaciones de Robert Mendelsohn

3.3.4. Conclusiones de la revisión de las clasificaciones

4. TIPOS DE COLUSIÓNEva de Quadras, Josep Mercadal, Cristina Nofuentes, Myriam Palau, María Rosa Coca y Carles Pérez Testor

4.1. Tipo 1: Colusión narcisista

4.1.1. Colusión básica

4.1.2. Características de la pareja

4.1.3. Psicopatología de la pareja y su evolución

4.2. Tipo 2: Colusión por dependencia

4.2.1. Colusión básica

4.2.2. Características de la pareja

4.2.3. Psicopatología de la pareja y su evolución

4.3. Tipo 3: Colusión dominio-sumisión

4.3.1. Colusión básica

4.3.2. Características de la pareja

4.3.3. Psicopatología de la pareja y su evolución

4.4. Tipo 4: Colusión por triangulación

4.4.1. Colusión básica

4.4.2. Características de la pareja

4.4.3. Psicopatología de la pareja y su evolución

4.5. Otros tipos de colusión

4.5.1. Tipo 5. Colusión psicosomática

4.5.2. Tipo 6. Colusión borderline

4.6. Conclusión

PARTE III: MOTIVOS DE CONSULTA

5. TRASTORNOS DE LA SEXUALIDADCarles Pérez Testor

5.1. Introducción

5.2. El «amor sexual maduro» en Otto Kernberg

5.3. Tipologías de trastornos de la sexualidad

5.3.1. Parafilias

5.3.2. Disfunciones sexuales

5.4. Trastorno sexual primario y secundario

5.4.1. Trastorno sexual primario

5.4.2. Trastorno sexual secundario

5.5. Caso clínico

5.6. Consideraciones clínicas y conclusiones

6. EL IMPACTO DE LA INFERTILIDAD EN LA FAMILIA QUE ADOPTAVinyet Mirabent e Inés Aramburu

6.1. La infertilidad: causas y consecuencias

6.2. Duelo por la infertilidad

6.3. Consecuencias del duelo no elaborado en la filiación adoptiva

6.4. A modo de conclusión

7. VIOLENCIA EN LA PAREJABerta Aznar Martínez

7.1. Introducción

7.1.1. Contextualización de la intervención

7.1.2. La violencia en la relación de pareja

7.2. Factores de riesgo

7.2.1. Factores psicológicos

7.2.2. Factores sociales y educativos

7.2.3. Factores socioeconómicos

7.3. Tratamiento

7.3.1. Unidad de Atención a la Mujer (UNADOM)

7.3.2. Tratamiento de parejas

7.4. Conclusiones

8. LA INFIDELIDADCarles Pérez Testor e Inés Aramburu

8.1. Introducción

8.2. Perspectiva psicoanalítica de la infidelidad

8.3. La infidelidad en nuestros días

8.4. Caso clínico: Johan y Marianne

8.5. A modo de conclusión

9. EL DIVORCIOCarles Pérez Testor y José A. Castillo

9.1. Introducción

9.2. El divorcio como ruptura vincular

9.3. El divorcio como proceso de duelo

9.4. Fases del divorcio

9.5. Impacto del divorcio en la familia

9.6. Factores que favorecen la adaptación de los hijos al divorcio

9.7. Conclusiones

PARTE IV: INTERVENCIÓN

10. DIAGNÓSTICO DE LOS TRASTORNOS DE PAREJACarles Pérez Testor, Susana Pérez Testor y Berta Aznar Martínez

10.1. Objetivo del diagnóstico

10.1.1. Primer contacto

10.1.2. Primera entrevista

10.1.3. Segunda entrevista con el terapeuta

10.1.4. Tercera y cuarta entrevista

10.2. Marco de trabajo

10.2.1. Setting

10.3. Alianza terapéutica

10.4. Conclusión

11. TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE PAREJACarles Pérez Testor y Cristina Nofuentes

11.1. Introducción

11.2. Objetivo del tratamiento

11.2.1. Objetivos generales

11.2.2. Objetivos centrados en el tipo de colusión

11.3. Marco de trabajo

11.3.1. Setting

11.3.2. Ritmo de trabajo

11.4. Características y particularidades del tratamiento conjunto

11.4.1. Indicaciones y límites para realizar terapia de pareja

11.4.2. Inicio de la sesión

11.4.3. Delimitación de las áreas de discusión

11.4.4. Establecimiento de la relación de trabajo

11.4.5. Utilización de la contratransferencia

11.4.6. Temores del terapeuta

11.4.7. El interés por la pareja

11.4.8. Ofrecimiento de tolerancia y aceptación

11.4.9. Neutralidad

11.4.10. Empatía

11.4.11. La sesión terapéutica como unidad de significado

11.5. Intervenciones del terapeuta

11.5.1. Actitud de disponibilidad y atención

11.5.2. Silencio

11.5.3. Intervenciones verbales

11.6. Conclusión

12. PREVENCIÓNCarles Pérez Testor

12.1. Introducción

12.2. Indicadores de salud de la pareja

12.3. De la reducción del riesgo a la promoción de la competencia

12.4. El Taller de Parejas: un instrumento de prevención

12.5. Conclusiones

PARTE V: INVESTIGACIÓN Y FORMACIÓN

13. APORTACIONES DE LA INVESTIGACIÓN A LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE PAREJAJosep Mercadal y Carles Pérez Testor

13.1. Revisión de la literatura

13.2. Nuestra aportación a la investigación

13.3. A modo de conclusión

14. FORMACIÓN Y SUPERVISIÓNCarles Pérez Testor

14.1. La formación del terapeuta de pareja

14.2. Supervisión

14.3. Papel del supervisor

14.4. Relación supervisor-terapeuta

14.5. Supervisar en grupo

14.6. Trabajo en equipo

14.7. Conclusión

EPÍLOGO. Carles Pérez Testor

BIBLIOGRAFÍA

Los autores

Compilador

CARLES PÉREZ TESTOR. Es doctor en Medicina (UAB), especialista en psiquiatría. Es psicoterapeuta de pareja y familia de la Fundació Vidal i Barraquer (FVB), director del Instituto Universitario de Salud Mental Vidal i Barraquer (IUSM-URL) y del Grupo de Investigación en Pareja y Familia (GRPF-URL). Es Catedrático de la Universidad Ramon Llull (URL) en la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna.

Autores

INÉS ARAMBURU. Es doctora en Psicología (URL), psicóloga general sanitaria. Es máster en Psicopatología Clínica y máster en Psicoterapia Psicoanalítica por el IUSM Vidal i Barraquer (URL). Actualmente, es profesora del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria (URL), psicoterapeuta infantil del Centro Médico Psicológico de la FVB y miembro de la ICIF de la FVB.

BERTA AZNAR MARTÍNEZ. Es doctora en Psicología (URL), máster en Psicoterapia Psicoanalítica (URL). Es psicoterapeuta de la Fundació Vidal i Barraquer y profesora de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna (URL) y del Instituto Universitario de Salud Mental Vidal i Barraquer (URL).

JOSÉ A. CASTILLO GARAYOA. Es doctor en Psicología (URL), especialista en Psicología Clínica. Actualmente, es profesor titular de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna (URL), psicólogo clínico de l’Associació Invia y miembro del Grupo de Investigación en Pareja y Familia (GRPF).

MARIA ROSA COCA. Es licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona (UB), psicóloga especialista en Psicología Clínica y psicóloga especialista en Psicoterapia (EFPA). Actualmente, es profesora del Máster de Terapia Familiar (URL) y psicoterapeuta de la Unidad de Psicoterapia de Adultos de Sant Pere Claver, Fundació Sanitaria.

EVA DE QUADRAS AYUSO. Es psicóloga (UB), máster en Psicodiagnóstico por la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y máster en Psicoterapia Psicoanalítica (IUSM-URL). Ha realizado el posgrado en Grupos (FVB), es escenoterapeuta y terapeuta de pareja y familia en la Unidad de Atención a la Mujer (UNADOM-FVB). Asimismo, es profesora del Máster de Terapia Familiar (URL) y terapeuta psicoanalítica individual (FVB).

PILAR MEDINA. Es doctora en Psicología. Actualmente, es profesora de la Facultad de Comunicación (Universidad Pompeu Fabra) y directora del grupo de investigación «Critical Communication» (CritiCC), especializada en el análisis de la comunicación desde la perspectiva de género.

JOSEP MERCADAL. Es doctor en Psicología y psicoterapeuta. Actualmente, es profesor del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria (URL), coordinador de Metodología de la Investigación del Instituto Universitario de Salud Mental Vidal i Barraquer (URL) y terapeuta del Centro Médico Psicológico (FVB). Asimismo, es miembro del Grupo de Investigación de Pareja y Familia (GRPF-URL).

VINYET MIRABENT. Es psicóloga clínica, psicoterapeuta, especialista en adopción. Actualmente, es directora del Centro Médico Psicológico de la FVB y profesora del Máster de Terapia Familiar del Instituto Universitario de Salud Mental Vidal i Barraquer (URL).

RAMON M.ª NOGUÉS. Es doctor en Biología (UB) y catedrático de Antropología Biológica (UAB). Ha realizado estudios de pedagogía, filosofía y teología, y se ha especializado en la investigación en Genética de poblaciones humanas, evolución genética del cerebro y análisis molecular de gliomas. Es miembro de diversas Comisiones Nacionales de Bioética.

CRISTINA NOFUENTES. Trabaja en la Fundación Vidal i Barraquer como psiquiatra y psicoterapeuta individual y de pareja y familia, tanto en la asistencia pública como privada. Es profesora del Máster en Terapia Familiar (IUSM-URL).

MYRIAM PALAU. Es licenciada en Psicología, máster en Psicopatología Clínica (URL). Ha realizado el posgrado en Psicoanálisis de Pareja y Familia. Trabaja como psicóloga en la Unidad Especializada de Atención a personas Sordas (UEAS-FVB).

SUSANA PÉREZ TESTOR. Es doctora en Psicología (URL), máster en Investigación Psicológica (URL). Actualmente, es profesora de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna (URL), profesora del Institut del Teatre y profesora colaboradora de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Agradecimientos

Como compilador de este libro titulado Psicoterapia Psicoanalítica de Pareja, deseo expresar mi agradecimiento a todos los autores que han participado en él. Gracias por su trabajo y su compromiso con esta obra.

Gracias a Victor Cabré, director de la colección, por su interés en publicar este libro. Gracias por su pasión y tenacidad al frente de la Colección de Temas de Salud Mental, así como por su paciencia con el ritmo de nuestro trabajo. También quisiera agradecer a la editorial Herder por haber confiado en nuestro proyecto.

A todo el equipo asistencial, a los terapeutas de pareja y al personal de secretaría del Centro Médico Psicológico de la Fundació Vidal i Barraquer por el trabajo desarrollado estos últimos 43 años, desde que se creó la Unidad de Pareja y Familia y a los estudiantes del Máster de Terapia Familiar que dan sentido a nuestro trabajo de investigación.

De forma destacada quiero agradecer la labor realizada por nuestros maestros. Muchos de ellos nos han dejado, aunque siguen muy presentes en nuestra memoria: Antoni Bobé, Pere Castellví, Josep Beà, Guillermo Teruel y Jorge Thomas. Otros como Jordi Font y Antoni Gomis siguen entre nosotros (¡y por muchos años!). Su trabajo y supervisión nos han permitido aprender y poder trabajar en este apasionante ámbito.

Un agradecimiento especial a Anna Maria Nicolò y a David Scharff por su cariñoso prólogo y a Anna Pérez Gassió por su paciente labor de supervisión bibliográfica.

Y por último, a nuestros pacientes y consultantes; este libro ha sido posible gracias a todas las parejas que han confiado en nosotros. Gracias.

Carles Pérez Testor

Prefacio

Esta edición de Psicoterapia Psicoanalítica de Pareja de Carles Pérez Testor se suma significativamente a lo que nosotros, como terapeutas de pareja, debemos tener en cuenta para comprender las últimas y actuales cuestiones en nuestro ámbito: la validación de los métodos de trabajo psicodinámicos, los enfoques de diagnóstico inicial y la técnica clínica contrastada para mejorar la vida de las parejas que buscan nuestra ayuda.

La terapia de pareja es un campo relativamente nuevo. Freud había advertido que el mayor problema de sus pacientes eran sus familias. Pero no tenía manera de entender a las familias ni de tratarlas desde el psicoanálisis. El único ejemplo de colaboración familiar fue el caso de Little Hans, en el cual el padre ejercía acertadamente de terapeuta, reportando a Freud de manera regular para mantenerlo al tanto del desarrollo y crecimiento del niño y también de la validación de sus teorías.

Cuando Enid Balint creó el grupo The Family Discussion Bureau, el cual pasó a formar parte en la década de 1940 del «Tavistock Institute of Human Relations», el estudio sistemático de las parejas se hizo posible. Las obras que surgieron de este grupo de investigación clínica fueron fundamentales para nuestro campo. Paralelamente, en el otro lado del edificio de la Clínica Tavistock, Henry Dicks publicó, en la década de 1960, su innovador trabajo Marital Tensions, en el cual se basa exitosamente este manual. La nomenclatura de Dicks y su intento de comprender los procesos de colusión trazaron los caminos más exitosos para entender a las parejas y pusieron los cimientos para que en años posteriores muchos investigadores psicodinámicos ampliaran y profundizaran en su trabajo.

El grupo de investigación de Pérez Testor en Barcelona, junto con otros compañeros españoles y latinoamericanos, ha contribuido a profundizar en esta línea de trabajo y, además, relacionarlo con otra tradición paralela iniciada en Buenos Aires por Enrique Pichon-Rivière sobre la teoría de «El vínculo». Este manual cita a los herederos de ambas tradiciones en la construcción de su propio conjunto de principios y estrategias de intervención para trabajar con parejas.

He tenido el placer de trabajar con varios miembros del Grupo de Investigación de Pareja y Familia (GRPF) que son coautores de este libro.Siempre los he considerado reflexivos, creativos y profundamente implicados en la comprensión de las dificultades que encuentran las parejas en el mundo moderno.

Doy la bienvenida a este nuevo libro, que representa una enorme contribución al estudio de las parejas, especialmente a las que sufren dificultades y buscan nuestra ayuda. Ellas merecen nuestros mejores esfuerzos para entenderlas. Este libro hace una enorme contribución a este objetivo. Lo recomiendo de todo corazón.

David E. Scharff, MDChair of the Board of The InternationalPsychotherapy Institute, Washington, DC;Chair, the International PsychoanalyticAssociation’s Committee on Couple and Family Psychoanalysis.

Prólogo

Este libro de Carles Pérez Testor y su equipo trata sobre el psicoanálisis de pareja, es decir, nos muestra cómo se puede aplicar el psicoanálisis en distintas configuraciones de la relación dual. Este campo tiene raíces antiguas, pero sin duda mira hacia el futuro, abriendo amplios horizontes clínicos y teóricos. Ha adquirido una importancia y una difusión cada vez mayor gracias al hecho de que determinados tipos de patologías, como los pacientes graves, ya sean psicóticos o trastornos límites, o edades específicas de la vida, como la infancia y la adolescencia, han hecho imprescindible una intervención sobre la relación que conecta al individuo con su mundo relacional.

En este setting, el centro del trabajo clínico es la articulación de un diálogo entre lo intrapsíquico y lo interpersonal, que actualmente es uno de los temas más estudiados en psicología y psicoanálisis. Freud, como todos los genios, fue muy contradictorio. Nos mostró un hombre aislado solo en relación con sus propias representaciones, pero también afirmó que los procesos inconscientes pasan de una persona a otra y, observando el funcionamiento de la pareja conyugal, describió cómo la pareja permite una «curación original» de los problemas individuales.

El estudio del inconsciente se ha complejizado, y hoy podemos describir diferentes niveles y extensiones; por ejemplo, a nivel temporal, con los descubrimientos en lo transgeneracional, y, en el plano espacial, destacando las relaciones inconscientes entre las personas. Recientemente Kaës ha hablado de un inconsciente ubicado fuera del propio sujeto, colocado «en un lugar ectópico o extratópico, en un topos externo, impensable para las categorías de metapsicología que se construyeron sobre el tratamiento clásico e inaccesible con las herramientas habituales de su método».

Por lo tanto, el estudio de los organismos como la familia y la pareja en muchas partes del mundo es hoy un tema de actualidad, y este trabajo de Carles Pérez Testor es un libro moderno que se inserta en la tradición más coherente de estos estudios. El concepto de colusión que Pérez Testor y sus colegas discuten hace referencia a Laing y Dicks y a los trabajos desarrollados en esta extraordinaria forja de ideas que en aquella época representó la Clínica Tavistock.

La mayoría de los autores de este libro utilizan el concepto de «colusión» e ilustran cómo este mecanismo de funcionamiento crea una personalidad conjunta integrada de la pareja. Este es, precisamente, el aspecto revolucionario del que derivan muchas consecuencias, una de las cuales muestra cómo, desde esta perspectiva observacional, ya no es posible hablar de patología del individuo, sino que necesitamos hablar de la patología de la relación.

Carles Pérez Testor y los otros autores del libro investigan profundamente los diversos tipos de contratos colusivos de la pareja y nos ayudan a definir su funcionamiento. Sus hallazgos, describiendo varios tipos de vínculos conyugales, son, por lo tanto, de gran valor clínico.

Conozco desde hace muchos años a Carles Pérez Testor y considero que este libro se basa en su larga experiencia. El compromiso, la coherencia y la pasión clínica son sin duda cualidades del autor, así como la seriedad profesional, heredada de Antoni Bobé, fallecido en 2014, a quien está dedicado este libro.

Al leer estos trabajos, se pone en evidencia que este enfoque no es simplemente una técnica específica o un setting donde superponer los métodos del psicoanálisis clásico. El trabajo con la pareja o la familia no se puede improvisar. Reunir a los miembros de la familia o de la pareja en una consulta y trabajar individualmente con cada uno, o, al contrario, considerarlos solo como un grupo terapéutico, está lejos de ser una herramienta eficaz para este tipo de tratamiento. Este es otro de los méritos del libro: observar cómo trabaja y reflexiona un analista con las parejas en terapia. Tales temáticas complejas podrían necesitar un «modelo de la mente» y un «modelo relacional» diferente de los utilizados en el setting dual. Conceptos nuevos o dotados de un nuevo significado, como el de «colusión» o el de «conyugalidad y parentalidad», nos desafían, pero también abren nuevos horizontes.

Podemos concluir que las herramientas refinadas o incluso la formación compleja del psicoanalista son solo una condición básica, que necesita una especialización adicional, como también sucede en el trabajo en las diferentes edades evolutivas.

Anna Maria Nicolò Corigliano, MDNeuropsiquiatra infantil, presidenta de la Società Psicoanalitica Italiana (SPI) y psicoanalista didáctica de la International Psychoanalytical Association (IPA).Presidenta de la Società italiana di Psicoanalisi della coppia e della famiglia y Directora de la revista INTERAZIONI. Clinica e ricerca psicoanalitica su individuo-coppia-famiglia.

IntroducciónCarles Pérez Testor

Hace 25 años, en 1994, los terapeutas de la Unidad de Pareja y Familia de la Fundació Vidal i Barraquer publicamos el libro Conflictos de pareja: diagnóstico y tratamiento. Llevábamos 18 años trabajando en la clínica de pareja y familia y algunos años menos impartiendo docencia, pero la necesidad de publicar un trabajo que explicara nuestra forma de trabajar a los profesionales que se formaban con nosotros, se nos impuso como un imperativo ético.

Esa publicación supuso un antes y un después para nuestra Unidad de Pareja y Familia, ya que empezó a ser conocida en España y en Latinoamérica. El libro se agotó y el equipo emprendió una revisión completa, que se publicó en 2006, con el título Parejas en conflicto. Esa publicación coincidió con la creación oficial en Montreal de la Asociación Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia (AIPCF) y abrió el conocimiento de nuestro grupo a otros colectivos internacionales, recayendo en nosotros la responsabilidad de la celebración del Congreso Internacional de la AIPCF en Barcelona en 2008.

Ya han pasado 13 años desde la publicación de ese libro, que también acabó agotándose. Hace un par de años decidimos revisarlo y escribir este nuevo trabajo, Psicoterapia Psicoanalítica de Pareja, que diera a conocer cómo ha ido evolucionando nuestra técnica y nuestro marco teórico con las influencias de muchos compañeros y compañeras, que tanto desde el psicoanálisis como desde el modelo sistémico nos han ayudado a comprender el sufrimiento de las parejas que consultan.

En efecto, maestros como David Scharff y Anna Maria Nicolò, que nos han honrado con su prefacio y prólogo, respectivamente, y que han trabajado con nosotros en Barcelona, serían dos referentes fundamentales para nuestra actual Unidad. Pero también muchos otros con los que hemos colaborado todos estos años, como Guillem Salvador, del Centre Emili Mira de Barcelona, o Vittorio Cigoli, Rosa Rosnati, Raffaella Iafrate y todo el equipo investigador de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán; Ana Martínez Pampliega, Leire Iriarte, Susana Corral y todo su grupo de la Universidad de Deusto; Fernando Vidal, Ana Berástegui y Carlos Pitillas de la Universidad Pontificia de Comillas; Miguel Garrido, Valentín Escudero, José Antonio Ríos, Iñigo Ochoa de Alda, Alberto Espina y tantos compañeros y compañeras con quienes hemos compartido horas y horas de trabajo en la AEI+DTF, así como Juan Luis Linares, José Soriano y Anna Vilaregut del Máster de Terapia Familiar de la URL, o Pere Llovet de la EFPP; y Rosa Jaitín, Juan González, Paloma de Pablos, Daniela Lucarelli, Massimiliano Sommantico, Cristopher Clulow, Alberto Eiguer, Sonia Kleiman, Philippe Robert, Irma Morosini, Ezequiel Jaroslavsky, Luciano Tonellato, André Carel, Roberto Losso, Eduardo Grinspon, Marcellino Vetere, David Maldavsky, Rodolfo Moguillansky, Jill Savege de Scharff, Elisabeth Palacios, Tim Keogh, Pierre Benghozy y tantos compañeros y compañeras vinculados o cercanos a la AIPCF con los que hemos debatido la teoría y la técnica del psicoanálisis de pareja y familia. Todos ellos y muchos más, que deberíamos citar, nos han ayudado e influido en nuestra práctica actual.

En efecto, han pasado 43 años desde que se creó, en 1976, la Unidad de Pareja y Familia para atender a las parejas que nos consultaban por presentar trastornos relacionales, patologías del vínculo, que aconsejaban un tratamiento específico y especializado. La unidad se creó en la sección de adultos del Centro Médico-Psicológico, hecho que nos diferenció de la mayor parte de unidades interesadas en la pareja y la familia que provenían de los equipos de psicología infantil. La unidad formada por psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales de orientación psicoanalítica trabajó en la creación de un marco común a partir de los textos que diversos autores habían publicado sobre la psicoterapia psicoanalítica de pareja.

Seguramente, la publicación que tuvo un mayor impacto en la unidad fue Diagnóstico y tratamiento de los conflictos de pareja, de Guillermo Teruel. Este psicoanalista venezolano, que trabajó en la Unidad Matrimonial que dirigía Henry V. Dicks en la Clínica Tavistock influyó en nuestra manera de atender a las parejas y nos permitió conocer el estilo de trabajo que H. V. Dicks publicó en Tensiones matrimoniales, libro de culto para los terapeutas de orientación psicoanalítica. Otros autores que influyeron en esa primera década fueron Jean Lemaire, Jürg Willi, Anny Speier, Isidoro Berenstein, Janine Puget, Anna Maria Nicolò, Donald Meltzer y Otto Kernberg.

Un primer grupo de terapeutas se organizó en 1976, en un seminario permanente de estudio y supervisión, al que se denominó Seminario de Pareja y del que fue primer supervisor Josep Beà, compartiendo con Jordi Font, Antoni Bobé, Pere Castellví, Antoni Gomis, Enrique de la Lama, José Manuel Díaz Munguira, Ana Garre y Roser Font la primera etapa de este seminario, que iría de 1976 a 1985, más o menos. En esos años el Seminario de Pareja se caracterizó por un trabajo interno, en el que se desarrolló una fértil reflexión acerca del diagnóstico y abordaje de los conflictos de pareja y se describió una técnica de intervención propia de orientación psicoanalítica basada en la «técnica a tres» de Guillermo Teruel y en la «técnica a cuatro» de H. V. Dicks.

En una segunda etapa se fueron integrando en el grupo compañeros y compañeras como Miguel Álvarez, Carme Armant, Carles Pérez Testor, Alex Escarrà, Maria Rosa Coca, Anna Romagosa y Josep M. Andrés, etapa que abarca entre 1985 y 1998, lo que significó la apertura hacia fuera del grupo. En efecto, en esa época se publicaron diversos artículos, se participó en congresos, se organizaron jornadas, se impartieron conferencias y, ante la demanda de formación, apareció la necesidad de mantener una línea de docencia permanente creándose en 1991 la asignatura de Diagnóstico y abordaje de los conflictos de pareja en el Máster en Psicopatología Clínica y pocos años después el Curso de posgrado de Pareja y Familia. En esos momentos nos pareció conveniente dar a conocer de forma más amplia la técnica que utilizábamos y publicamos en 1994 el libro Conflictos de pareja: diagnóstico y tratamiento, donde se explicaban las bases de las que partía nuestro grupo para tratar a las parejas con dificultades. Al año siguiente publicamos Nous models de família en l’entorn urbà(Nuevos modelos de familia en el entorno urbano) donde con terapeutas de orientación psicoanalítica de instituciones como el Centro Emili Mira o de la Fundación Orienta dábamos a conocer nuestra manera de trabajar con parejas y familias.

Empezó entonces una tercera etapa, desde 1998 hasta nuestros días. El grupo se especializó y se organizaron dos unidades, una dedicada a la clínica, la Unidad Asistencial de Pareja y Familia (UAPF), y otra dedicada a la investigación, la Unidad de Investigación de Pareja y Familia (URPF).

La UAPF se organizó a su vez en dos grupos de trabajo. El primero supervisado por Antoni Bobé y el segundo supervisado por Jordi Font, al que se incorporaron nuevos terapeutas como Cristina Nofuentes, Lola Vilató, Eva de Quadras y Myriam Palau.

La URPF se organizó como espacio de investigación y contó con el trabajo de Manel Salamero, José A. Castillo, Susana Pérez Testor, Pilar Medina, Pilar Mariné, Concepció Palacín, Montserrat Davins, Marta San Martino, Eva van der Leuw, Lorena López Ciré y Carles Pérez Testor. Algunos de estos investigadores siguen con nosotros y otros se han incorporado a otros grupos de investigación. Se diseñaron diversas líneas de investigación y se consiguieron distintas subvenciones que han permitido al grupo desarrollar diversas publicaciones. Ese mismo año, la Unidad de Investigación de Pareja y Familia junto con el Grupo de Estudios e Investigación de la Familia de la Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna (FPCEE) constituyeron el Grup de Recerca de Parella i Família (GRPF) (Grupo de investigación de Pareja y Familia) de la Universidad Ramon Llull. Esto significó multiplicar el número de investigadores hasta los 45 actuales, coincidiendo con la creación del Institut Universitari de Salut Mental Vidal i Barraquer, que agrupaba el Departamento de Investigación y el Departamento de Docencia de la Fundació Vidal i Barraquer y que se integró en la Universidad Ramon Llull. Ya como GRPF, en 2001 publicamos La familia: nuevas aportaciones y en 2005 Violencia en la familia.

Se constituyó una Xarxa Temàtica de Violència Familiar (XTVF) (Red de Investigación sobre la Violencia Familiar), junto con la Universidad de Sevilla, la Universidad de A Coruña, la Universidad del País Vasco y el Centro Stirpe de Madrid. Nuestro grupo se integró también en la REDIF, Red Europea de Institutos de la Familia, a las que pertenecen el Instituto Universitario de la Familia (Universidad Pontificia de Comillas, Madrid); el Institut des Sciences de la Famille (Université Catholique de Lyon), el Instituto Superior de Ciencias de la Familia (Universidad Pontificia de Salamanca), el Centro di Ateneo di Studi e Ricerche sulla Famiglia (Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán), y el Family Deusto Psych de la Universidad de Deusto.

Durante esta época se fueron incorporando más investigadores a la URPF integrada en el GRPF, como Vinyet Mirabent, Victor Cabré, Inés Aramburu, José Miguel Ribé, Berta Aznar, Josep Mercadal, Jordi Artigue, Mark Dangerfield, Claudia Vásquez o Judith Lorente. Asimismo, otros profesores e investigadores se fueron incorporando al GRPF desde la FPCEE Blanquerna: Ana Vilaregut, José A. Castillo, Elisabeth Ballús, Julieta Piastro, Berta Aznar, Bernardo Celso García Romero, Clara Valls, Clara Mateu, Elisabetta D’Agatta, Elisa Saccinto, Meritxell Campreciós, Cristina Günther, Lourdes Artigas, Eduard Carratalà, Berta Vall, Iker Burutxaga, Laura Mercadal, Mariona Roca, Lorena Sozzi, Francesc Maestre, etc. y otros investigadores que llegaron desde otras instituciones, como Juan Luis Linares, Marta Golanó, Cristina Vidal, Marta Gomà, Eva Jiménez, Esther Verdaguer, Berta Tarragona, etc.

El GRPF ha desarrollado una fructífera capacidad de investigación con más de 30 tesis doctorales defendidas y decenas de artículos y libros publicados, incluida la verificación de la eficacia de nuestra psicoterapia psicoanalítica de pareja. Nos hemos incorporado a distintas redes temáticas, como la de adopción, liderada por la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid, la de divorcio, liderada por la Universidad de Deusto, o la de jóvenes adultos liderada por la Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich.

Desde 2016-2017, el Curso de Experto en Psicoanálisis de Pareja y Familia que organizábamos junto a la Università Cattolica del Sacro Cuore, de Milán, y la Fundació Orienta, se convirtió en Máster de Terapia Familiar, título propio de la URL, coorganizado desde entonces por el IUSM Vidal i Barraquer con la FPCEE Blanquerna y la Escuela de Terapia Familiar de Sant Pau. Este cambio ha representado un nuevo reto docente y asistencial, dado que hemos creado una nueva unidad, la Unidad Docente de Intervención Familiar (UDIF), donde con el permiso y consentimiento informado de los pacientes se han grabado en vídeo las sesiones de diagnóstico y tratamiento de las parejas y familias para que dichas grabaciones puedan ser utilizadas con fines docentes y de investigación.

Gracias a la colaboración entre clínica, docencia e investigación presentamos este libro, que, como decíamos al principio, es heredero de los publicados en 1994 y 2006, pero actualizado por la experiencia y por los resultados de nuestras investigaciones.

El libro está estructurado en 5 partes y 14 capítulos, más la bibliografía utilizada. Así como en el primer libro, Conflictos de pareja: diagnóstico y tratamiento (2004), contamos con el prólogo de Josep Beà y en el segundo, Parejas en conflicto (2006), con el prefacio de Guillermo Teruel y el prólogo de Antoni Bobé, nos sentimos profundamente halagados y orgullosos, como decíamos al principio de esta introducción, de contar con el prefacio de David Scharff y el prólogo de Anna Maria Nicolò. Los dos son psicoanalistas reconocidos internacionalmente y los dos han dedicado parte importante de su tiempo al tratamiento psicoanalítico de parejas en conflicto. Nos sentimos deudores de su docencia y magisterio.

Esperamos que este libro pueda ayudar a los actuales y futuros terapeutas de pareja a interesarse por el tratamiento de orientación psicoanalítica que utilizamos en nuestra Unidad Asistencial.

PARTE I: LA PAREJA

1. La relación de pareja: apego y calidad de vínculoJosé A. Castillo Garayoa y Pilar Medina Bravo

Las próximas páginas están dedicadas a presentar los principales resultados de la investigación sobre la calidad de la relación de pareja heterosexual. Para ello nos basamos sobre todo en revisiones narrativas y metaanalíticas publicadas en la última década, poniendo especial énfasis en las aportaciones de la teoría del apego. Este marco teórico, el del apego, proviene de la tradición psicoanalítica y nos ayuda a entender mejor cómo la imagen de uno y del otro se estructuran a partir de las experiencias infantiles, cómo a partir de ahí se generan expectativas sobre las relaciones y cómo, finalmente, el apego pasa a ser la base constitutiva de la intimidad en la relación de pareja.

Con ello en mente, el capítulo se inicia con un repaso de los indicadores de calidad relacional que destaca la investigación reciente y prosigue con la exposición de las aportaciones de la teoría del apego a la comprensión de las dinámicas internas de la pareja. Tras repasar el impacto de la parentalidad sobre la relación de pareja, finalizamos el capítulo señalando algunas de las amenazas que en estos tiempos erosionan dicha relación.

1.1. Relación de pareja: indicadores de calidad

Desde hace años es conocida la dificultad para investigar la calidad de la relación de pareja. Los instrumentos de medida eran y son limitados, se usan en exceso autoinformes y resulta problemático definir conceptos como «ajuste», «satisfacción» o «calidad» (Medina, Castillo & Davins, 2006). A todo ello, Sabatelli (1988) añadía, además, que se habían dejado de lado conceptos como «compromiso» o «dependencia». Así pues, ¿a qué se refiere la investigación cuando habla de «calidad de una relación de pareja»? ¿Y qué indicadores de calidad se desprenden de esas investigaciones? Farooqi (2014) intenta responder a esta pregunta, señalando que, en realidad, se trata de una percepción de calidad y que dicha percepción tiene que ver con los sentimientos que la relación estimula, es decir, con el bienestar, el afecto, la intimidad y el cuidado mutuo, la confianza y el sentimiento de seguridad. Por tanto, una relación de calidad genera sentimientos positivos, mientras que la predominancia de sentimientos negativos (enfado, rivalidad, rabia, culpa, tristeza, vacío) remite a una relación de baja calidad. Un desafío para la investigación psicológica es el estudio riguroso de estas «percepciones de calidad» relacional, ya que el hecho de que sea una «percepción» implica sesgos, puntos ciegos y dificultades para contactar con una realidad que puede ser dolorosa. A lo largo de este libro se presentarán ejemplos de relaciones donde prima la confusión, la ambivalencia, la negación o el maltrato.

Para Gabb y Fink (2018), se habla de amor, de pasión, de sexo, de compromiso, de intimidad, de conexión y vínculo en la relación de pareja, de crecimiento personal, pero un indicador, quizá más prosaico aunque tangible y mensurable, de la calidad de la relación de pareja tiene que ver con acciones cotidianas, con aquello que forma parte del día a día compartido por la pareja y que aleja el núcleo de interés de una visión idealizada del nido de amor romántico. Por ejemplo, compartir las responsabilidades domésticas (tarea no siempre grata y desde luego poco poética) genera un fuerte sentido de unión y de compromiso. En las entrevistas realizadas por los autores aparece que tanto los hombres como las mujeres valoran que la pareja cocine, y lo consideran tanto literal como metafóricamente una forma de alimentar la relación. Lo mismo se diría del tiempo compartido en casa viendo un programa de TV, una serie, escuchando música, jugando juntos al ordenador; todo ello es percibido por muchas parejas como indicadores reales de una auténtica relación de calidad. Más que en las actividades en sí, la clave está en el tiempo y el espacio compartido. La mayoría de las parejas destaca la importancia de la comunicación para la solidez y duración de su relación, incluyendo las bromas, el humor, la risa y el hablar y escuchar como camino y posibilidad de conseguir intimidad. Otra cuestión sería qué tipo de comunicación es óptima para cada pareja, cuáles son las expectativas o qué grado de autorrevelación, por ejemplo, facilita o entorpece la relación (Gabb & Fink, 2018).

El matrimonio Gottman ha investigado durante décadas la relación de pareja (Gottman & Gottman, 2017) y ha desarrollado un modelo teórico que da relevancia a la amistad en la pareja, así como a los siguientes aspectos:

conocer el mundo interno del otro y seguir interesado en conocerlo;cultivar el sistema de admiración y cariño, comunicar afecto y respeto;hacer propuestas de conexión, pedir la atención de la pareja, compartir humor, afecto, contacto sexual, calidez, apoyo, etc. Para este tercer componente de la relación se requiere que cada miembro de la pareja se dé cuenta de esas propuestas y responda de manera favorable;crear un clima relacional que permita hablar de los propios sueños, valores y aspiraciones, y sentir que la relación apoya la búsqueda de esas aspiraciones, que además se pueden compartir;construir confianza, compromiso y lealtad; ysaber resolver conflictos.

Sobre este último aspecto, la resolución de conflictos, Gottman y Gottman (2017) delimitan otro indicador de calidad: la ratio de emociones positivas frente a las negativas que aparecen cuando se le da la consigna a la pareja de que dialogue sobre una situación conflictiva o dolorosa. Concluyen que las parejas con una buena relación (a las que denominan «máster») tienen la capacidad de mantener y expresar emociones positivas incluso en un diálogo conflictivo, mientras que las parejas con mala relación (denominadas «desastre» por los autores) se caracterizan por expresar una ratio mayor de emociones negativas y por su dificultad para preservar las emociones positivas. Otra aportación importante de los autores es que no todas las emociones negativas son corrosivas por igual, ya que las «parejas desastre» introducen en sus discusiones lo que John Gottman denomina «los cuatro jinetes del apocalipsis», predictores muy fiables de divorcio: crítica, actitud defensiva, desprecio y bloquear/cerrarse en banda (stonewalling).

Los indicadores de calidad a los que nos acabamos de referir (conocer al otro, construir intimidad, saber resolver conflictos, etc.) necesitan de un tiempo que va organizando la vida de la pareja en diferentes fases. Los años iniciales —sobre todo en el caso de las parejas jóvenes— son un período clave porque hay que establecer conexión emocional con el otro, seguir desarrollando la propia identidad y avanzar en la carrera profesional (Gabb & Fink, 2018). Gottman y Gottman (2017) plantean tres fases fundamentales en la construcción de la relación de pareja:

Enamoramiento: caracterizado por una actividad psicofisiológica intensa, excitación, obsesión y pensamientos intrusivos asociados a la persona amada, excitación sexual, esperanza y miedo al rechazo.Construcción de confianza: implica responder fundamentalmente a la pregunta de si él/ella estará disponible, de manera que en esta fase se construye el sistema de apego mutuo, donde cada uno se convierte en figura de apego del otro. En este período, situado en los dos primeros años de relación, pueden aparecer sentimientos como la frustración, la tristeza o la ira. Como se verá en el apartado siguiente, estos sentimientos son indicadores de que la pareja no responde o no se muestra sensible a las propias necesidades emocionales.Construcción de compromiso y lealtad: un indicador de cómo se está desarrollando esta tarea es la comparación que hace cada miembro de la pareja con otras relaciones de su entorno, de manera que las comparaciones negativas (mi pareja es peor que las demás) puede conducir fácilmente al deterioro del compromiso y a la infidelidad. En esta tercera fase, o se aprecia lo que uno tiene y aparece la gratitud y el deseo de satisfacer las necesidades propias y del otro o, por el contrario, empiezan las dudas, se siente que debe haber alguna pareja mejor por ahí, un «mejor partido», se evita expresar necesidades, aparecen los secretos y se cultiva el resentimiento por lo que no se tiene.

Más allá de las fases por las que transita la relación de pareja, otro interés de la investigación ha sido el proceso de evolución de la calidad de la relación a lo largo del tiempo. En un inicio se pensaba que dicha evolución tenía forma de U: mayor calidad al inicio, especialmente antes del nacimiento de los hijos, toca fondo en los años de crianza y de nuevo al alza cuando los hijos son mayores y cuando los miembros de la pareja llegan a la jubilación. Estudios más recientes demuestran una tendencia a cierto descenso en la calidad con el transcurso de los años, pero también observan variabilidad y diversidad de trayectorias entre las parejas. Proulx, Ermer y Kanter (2017) se refieren a dos modelos explicativos de esta evolución de la calidad relacional: los modelos de estabilidad y los modelos de acomodación/afrontamiento. Los modelos de estabilidad subrayan la importancia de las creencias, actitudes y conductas con las que se inicia la relación: si se empieza bien, conociendo y asumiendo los defectos del otro, se mantendrá la calidad relacional; lo contrario sucede si el inicio no es bueno. En los modelos de acomodación/afrontamiento se pone más énfasis en la capacidad de la pareja para adaptarse a los desafíos internos y externos, se hace énfasis en las vulnerabilidades individuales y de la pareja, en los procesos adaptativos y en las estrategias de afrontamiento.

A partir de los estudios revisados, Proulx et al. (2017) concluyen la pertinencia de ambos modelos para entender la evolución de la calidad relacional, ya que esta declina cuando se inicia la relación desde niveles no óptimos (modelo de estabilidad) y/o también puede declinar en los tránsitos vitales significativos, como la maternidad/paternidad (modelo de acomodación/afrontamiento). Que se pierda calidad no implica que se incremente el conflicto, ya que la pareja puede quedar estancada en una situación de emocionalidad aplanada. De hecho, sobre la evolución de este último aspecto, los resultados de la investigación no son concluyentes.

Planteados los principales indicadores de calidad de la relación de pareja y su evolución temporal, en el próximo apartado plantearemos las aportaciones de la teoría del apego, modelo que explica la génesis de los patrones de relación que toman forma en la intimidad amorosa.

1.2. Apego y relación de pareja

Como es sabido, Bowlby (1988a) afirma que para la supervivencia es fundamental la búsqueda de proximidad a una figura de apego. El vínculo de apego es la base a partir de la cual el niño inicia su exploración del mundo físico y relacional, y es también el refugio al que acudir buscando protección cuando ese niño (y después el adulto) se siente amenazado. Las experiencias infantiles generarán un estilo de apego predominante en función de cómo las figuras de apego han sido sensibles y receptivas a las necesidades del niño, y también unos modelos operativos internos (MOI). Los MOI son creencias y expectativas sobre uno y sobre el otro que se activan en las relaciones de intimidad (Bretherton & Munholland, 1999).

Desde la infancia, el vínculo de apego está asociado a intensas emociones, tanto positivas (alegría, seguridad) cuando dicho vínculo se confirma, como negativas (tristeza, ira) cuando el vínculo se pierde o está amenazado. A partir de la formulación de estas primeras relaciones, Shaver y Hazan (1988) aplican la teoría del apego a la comprensión de la relación de pareja, que conceptualizan como la integración de tres sistemas conductuales: apego, cuidado y sexualidad. En la relación de pareja, sobre todo en sus inicios, las emociones intensas también están muy presentes. Se tiene poca información de la persona a la que se está conociendo, por lo que es más probable que se activen los MOI, predominando entonces las expectativas de cuidado y apoyo —apegoseguro—, o los temores de desaprobación y de rechazo —apego inseguro— (Mikulincer & Shaver, 2007). Aunque es un ámbito de investigación poco desarrollado, se plantea la existencia de MOI que se activan específicamente en la relación de pareja. Dichos MOI partirían de los modelos operativos generales sobre el self y el otro, y comportarían creencias y asunciones específicas sobre la pareja y sobre uno mismo como pareja (Hall, 2015).

Desde la perspectiva del apego, la calidad de la relación se fundamenta en el apoyo mutuo, el cuidado y la capacidad para la intimidad. Una relación de pareja satisfactoria comporta conseguir proximidad física y emocional respecto del otro, y que esa relación actúe como puerto y refugio cuando aparece el temor y la ansiedad, así como base segura para explorar e implicarse en actividades más allá de la pareja. La autorrevelación adquiere aquí especial importancia: la expresión libre de pensamientos y sentimientos de manera afectuosa es una variable clave para mantener relaciones de pareja duraderas y de calidad (Mikulincer & Shaver, 2007). Como veremos enseguida, los diferentes tipos de apego difieren en su capacidad para la expresión de los aspectos más íntimos.

Las personas de apego seguro (que han experimentado a figuras de apego próximas y sensibles a sus necesidades) tienen facilidad para formar vínculos emocionales sólidos y confían en la posibilidad de mantener una relación duradera. La satisfacción con la relación de pareja es mayor entre las personas de apegoseguro, incluso en relaciones posteriores a un divorcio (Diamond, Brimhall & Elliott, 2017). Por el contrario, las personas de apego inseguro hiperactivan (apego ansioso) o desactivan (apego evitativo) la búsqueda de proximidad. Por tanto, en las personas de apego seguro predomina la regulación de los afectos que se generan en la experiencia de la disponibilidad y proximidad respecto de la pareja. En las personas de apego ansioso, en cambio, priman los esfuerzos por mantener la proximidad y controlar la relación, porque uno mismo no se considera merecedor de esa relación, y hay dificultades para atender al otro, dado que se está demasiado centrado en los propios pensamientos y sentimientos; la empatía puede estar presente, pero de manera parcial, circunscrita a confirmar las propias expectativas (por ejemplo, que soy una carga para el otro y/o que se plantea abandonarme). En el otro extremo, las personas de apego evitativo tienen poco interés por la intimidad, inhiben la búsqueda de proximidad y sobredimensionan la necesidad de distancia e independencia. La inseguridad en el apego, en definitiva, supone un riesgo de desajuste y de ruptura de la pareja, y ello se ha comprobado tanto en estudios con parejas heterosexuales como en estudios con parejas homosexuales (Butzer & Campbell, 2008; Mikulincer & Shaver, 2007).

La perspectiva categorial nos remite a tipos de apego (seguro, ansioso o evitativo), mientras que la perspectiva dimensional se centra en la ansiedad que suscita la intimidad y en la evitación o distancia que provoca dicha intimidad. En las personas de apego seguro, la relación de pareja no despierta ansiedad ni promueve tomar distancia emocional, en las personas de apego ansioso la ansiedad es alta y la evitación baja (buscan proximidad), mientras que en las personas de apego evitativo, la ansiedad es baja y la evitación alta (se alejan del otro).

Teniendo en cuenta estas dimensiones (ansiedad y evitación), Li y Chan (2012) realizan una revisión metaanalítica centrada en el impacto específico de ambas sobre la calidad de la relación de pareja. Tanto la ansiedad como la evitación presentan una asociación entre débil y moderada con la mayoría de aspectos de la calidad relacional, de manera que a mayor ansiedad y mayor evitación disminuyen los aspectos positivos, la percepción de apoyo y las interacciones constructivas y aumentan el conflicto y las interacciones destructivas. Ahora bien, la percepción de la insatisfacción es diferente según predomine una u otra dimensión. En el caso de la evitación, la persona se sentirá menos conectada con su pareja, percibirá menos apoyo y, en general, valorará menos los aspectos positivos que hay en la relación; tenderá a desactivar las emociones, a poner distancia respecto de su pareja y, en consecuencia, se sentirá insatisfecho con la relación. Si la ansiedad es elevada, aunque la persona sea capaz de detectar los aspectos positivos, es más proclive a centrarse en lo que no funciona, a hiperactivar las emociones negativas, a sentir y mostrar dolor con más intensidad y a entrar en conflicto con su pareja. La ansiedad del apego implica gestionar el intenso deseo de proximidad y, simultáneamente, la percepción de que esa proximidad está amenazada, lo cual desestabiliza el sentimiento de estar en conexión con el otro.

En otra revisión metaanalítica, Haden, Smith y Webster (2014) confirman que la ansiedad y la evitación del apego tienen efectos más negativos a medida que pasan los años. Los autores plantean tres hipótesis explicativas: a) las características entorpecedoras del apego inseguro(ansioso o evitativo) se potencian o se acumulan con el paso de los años, desgastando los elementos positivos que pudiera haber en el vínculo; b) la fase de enamoramiento enmascara temporalmente los afectos negativos provocados por la inseguridad del apego, afectos que reaparecen cuando se supera dicha fase; o c) la presencia de ansiedad o evitación en la relación impide el desarrollo de una relación de pareja de calidad.

Sandberg, Bradford y Brown (2017) proponen que los estilos de apego (seguro, ansioso, evitativo) y las conductas de apego son variables relacionadas pero no idénticas, y que ambas se asocian con la calidad de la relación de pareja. Las conductas de apego se refieren a comportamientos específicos que uno percibe (o no) en el otro: ser accesible, dar respuesta a las necesidades del otro y estar implicado en la relación. Mientras que el estilo de apego se evalúa a través de entrevistas específicas o de autoinformes, las conductas de apego se evalúan tanto desde la perspectiva de uno (cuánto apoyo creo que ofrezco a mi pareja) como desde la percepción del otro (cuánto apoyo percibo de mi pareja). Aquí aparece una diferencia de género interesante, ya que las conductas de apego son más relevantes para las mujeres que para los hombres a la hora de valorar la calidad de la relación de pareja.

En la misma línea de investigación (las conductas específicas de apego), Sesemann, Kruse, Gardner, Broadbent y Spencer (2017) hallan una correlación positiva entre conductas de apoyo y proximidad y los sentimientos positivos que se generan en el otro (interés, alegría, afecto). A la inversa, conductas como centrarse en las propias emociones y distanciarse del otro se correlacionan con sentimientos negativos del otro (hostilidad, desdén, enfado o miedo).

En este estudio aparecen también diferencias de género: el estilo de apego de las mujeres tiene más peso que el de los hombres en el funcionamiento de la pareja. Así, el apego seguro de las mujeres determina en mayor medida que el de los hombres que la pareja se relacione con menor negatividad afectiva y mejor regulación de los afectos: se puede contactar con sentimientos de enfado o malestar, pero experimentarlos durante menos tiempo. Si el apego de la mujer es ansioso, las parejas viven con mayor frecuencia y durante más tiempo sentimientos negativos y también conversaciones de apoyo de mayor duración, lo que lleva a concluir a los autores que dicho apoyo no acaba de ser suficientemente tranquilizador para las mujeres de apego ansioso. En el caso de las mujeres de apego evitativo, el afecto negativo queda fijado con mayor profundidad, dificultando que se promuevan afectos positivos. Volveremos más adelante a referirnos a las diferencias de género en las relaciones de pareja (véase Del Giudice, 2011) pero, como señalan Sesemann et al. (2017), los procesos de crianza y socialización diferenciados generarían que las mujeres establezcan autoconceptos de naturaleza más interdependiente que los hombres, que busquen más dialogar sobre los problemas y que, en definitiva, se impliquen más en la relación de pareja. Añadiríamos que este estudio permite plantear la hipótesis de que los procesos de crianza y las expectativas sociales sobre los roles de género en la relación de pareja promueven más apego ansioso en las mujeres y más apego evitativo en los hombres.

1.3. Apego y conflicto en la relación de pareja

No es pensable una relación de pareja sin tensiones ni conflictos. De hecho, la calidad de la relación se pone a prueba cuando aparecen dificultades o se afrontan desacuerdos, incompatibilidades y momentos adversos de la vida. Experiencias como sufrir una pérdida, por ejemplo, requieren un trabajo emocional de apoyo mutuo y de compartir el dolor, que puede fortalecer el vínculo de la pareja (Gabb & Fink, 2018). Gottman y Gottman (2017) se refieren a que los conflictos hay que «gestionarlos», más que «resolverlos», ya que son —como decíamos— inevitables y además pueden ayudar a contactar con los sentimientos y deseos del otro. Buena parte de los problemas de relación tienen que ver con temas de difícil resolución, como diferencias en la personalidad o preferencias que no cambian. De ahí la importancia de la elección de pareja: fijémonos bien en qué aspectos del otro no nos gustan (o no nos acaban de gustar), ya que deberemos aprender a vivir con ellos. Y vivir con ellos implica aceptar la personalidad de la pareja, dialogar y comprender la posición del otro.

La intimidad, que debería ser inherente a toda relación de pareja, implica asumir la mutua interdependencia, pero también genera la posibilidad de conflicto y maltrato. El conflicto en la relación (sobre todo cuando es grave o persistente) activa el sistema de apego, de modo que cada miembro de la pareja afronta dicho conflicto desde su estilo de apego predominante, ya sea desde el apego seguro o inseguro (ansioso o evitativo), y en este último caso desde su estrategia de hiperactivación o desactivación emocional, y predominando la ansiedad o la evitación. A partir de ahí se abre una triple posibilidad (Feeney & Karantzas, 2017; Mikulincer & Shaver, 2007):

Apego seguro: en el caso de que el otro miembro de la pareja se muestre accesible, disponible y que responda a nuestras necesidades afectivas, se negociarán mejor las cuestiones de proximidad y distancia y el conflicto tenderá a resolverse de manera constructiva, dando pie a la revelación de sentimientos, la empatía y la aceptación de la propia responsabilidad.Apego ansioso: si el otro miembro de la pareja no es emocionalmente accesible permanecerá la ansiedad, aparecerá el miedo al rechazo, la dependencia y el deseo de máxima proximidad.Apego evitativo: se evita la proximidad emocional, la intimidad se vive con incomodidad, no se ofrece ni se busca apoyo y se sobrevalora la independencia respecto del otro, mermando el compromiso.

En los casos de apego inseguro, el conflicto comportará confrontación o evitación y distancia, y tenderá a cronificarse.

El modelo teórico que acabamos de describir se confirma en algunos aspectos (no en todos) en la revisión de estudios empíricos de Feeney y Karantzas (2017). Los datos señalan que el apego inseguro tiene efectos negativos sobre los conflictos de pareja, que la dimensión de ansiedad del apego se asocia a la hiperactivación y que la dimensión de evitación se asocia a la desactivación y la no expresión de emociones (Velotti, Balzarotti, Tagliabue, English & Gross, 2015). Sin embargo, el estilo de apego de la pareja y la variable género pueden potenciar o amortiguar esas tendencias: la supresión de las emociones (inhibirlas o no expresarlas) impacta más negativamente en las mujeres que en los hombres.

En síntesis, cuando la dimensión ansiedad es alta, la persona quiere y a la vez teme la proximidad, busca seguridad pero se siente incapaz de conseguirla o mantenerla, exacerbándose así el temor al abandono y, por tanto, siendo poco proclive a separarse (Mikulincer & Shaver, 2007; Seedall & Whampler, 2016). La relación se tiñe de malestar y de la necesidad de repetir conversaciones que confirmen el compromiso del otro con el vínculo, lo que puede acabar agotando e irritando a la pareja. Por tanto, el propio apego ansioso puede llegar a funcionar como profecía autocumplida de fracaso. Si la dimensión de evitación es alta, la persona se aleja porque las emociones del otro son vividas como desbordantes e invasivas, sintiéndose incapaz de contenerlas y aumentando la propensión a abandonar la relación.

Cuando uno de los miembros de la pareja tiene apego ansioso y el otro tiene apego evitativo, tienden a construir relaciones de pareja destructivas, ya que la necesidad de gran proximidad de uno (apego ansioso) se combina con la necesidad de gran distancia por parte del otro (apego evitativo). Ello genera frustración y —potencialmente— violencia (Mikulincer & Shaver, 2007). Cuando las características atribuidas al género coinciden con las propias del estilo de apego (mujer ansiosa–hombre evitativo), los resultados relacionales empeoran, de manera que las mujeres de ese perfil son más demandantes y los hombres son más abandónicos (Li & Chan, 2012). Mikulincer y Shaver (2007) señalan la ironía de ese resultado, ya que se podría pensar que una pareja conformada por un «hombre-masculino» y una «mujer-femenina» sería exitosa, cuando la investigación demuestra claramente que causa dolor en ambos miembros de la relación, aunque ese dolor se exprese de manera diferente.

Queda pendiente estudiar de manera más específica y focalizada qué sucede si los dos miembros de la pareja son evitativos o si ambos son ansiosos.

1.4. Apego, pareja y sexualidad

Si bien hay un capítulo específico en este manual dedicado al tema, señalemos que en las parejas que funcionan, el sexo se enmarca en el ámbito del compromiso y de la lealtad. El sexo en la pareja es lo opuesto a la pornografía: en ella el sexo tiene bastante de impersonal, mientras que en la pareja el sexo tendría que ser personal, íntimo y específico con esa persona (Gottman & Gottman, 2017).

La sexualidad también tiene que ver con el sistema de apego. Tengamos presente que las parejas consideran la infidelidad sexual como una ruptura de la confianza y seguridad en la relación (Gabb & Fink, 2018). Ya nos hemos referido en el apartado anterior a la conceptualización de la pareja como un vínculo en el que intervienen tres sistemas conductuales: apego, cuidado y sexualidad. La relación entre apego y sexualidad está sólidamente establecida a través de numerosos estudios empíricos. Así, Butzer y Campbell (2008) hallan que altos niveles en las dimensiones de ansiedad y, sobre todo, de evitación se asocian a niveles más bajos de satisfacción sexual. Por tanto, la dificultad con la proximidad y la intimidad que afecta a las personas de apego evitativo se traslada al ámbito de la sexualidad, que puede ser vivida como una experiencia incómoda y poco gratificante. Por su parte, las personas con elevada ansiedad del apego también experimentan dificultades en las relaciones sexuales, en este caso asociadas a su temor al rechazo y al abandono. Un dato interesante de este estudio es que la sexualidad con una pareja de alto componente evitativo, distante, incómoda con la proximidad, implica insatisfacción en las relaciones sexuales para ambos miembros de la pareja; pero ello no necesariamente sucede si la relación se establece con una persona con alta ansiedad de apego: en este caso puede que no se resienta la satisfacción sexual porque la necesidad de confirmar el vínculo puede propiciar la búsqueda del contacto sexual.

Del Giudice (2011) realiza una revisión metaanalítica centrada en las diferencias de género en relación con el apego romántico. El estudio pone de manifiesto que los hombres presentan más evitación y menos ansiedad que las mujeres. La evitación se asocia a bajo compromiso y mayor promiscuidad en las relaciones sexuales, mientras que la ansiedad se asocia a actitudes sexuales impulsivas, inicio más temprano de las relaciones sexuales (especialmente en las mujeres), mayor posibilidad de implicarse en sexo no deseado para mantener la proximidad con la pareja, e intenso deseo de intimidad y compromiso en las relaciones.

1.5. Pareja y parentalidad

Es importante concebir la relación de pareja y la parentalidad como elementos interrelacionados: algunas investigaciones demuestran que el apego de cada miembro de la pareja y su interacción afectan a la calidad de la relación y que esta impacta después en la coparentalidad (Young, Riggs & Kaminski, 2017). La relación de pareja necesita tiempo propio, y la crianza tiende a absorber en exceso. Por tanto, en lógica consecuencia, la calidad de la relación es inferior en las parejas con hijos (Gabb & Fink, 2018; Kluwer, 2010; Urbano Contreras, Martínez González & Iglesias García, 2017). En estudios longitudinales se comprueba que la calidad declina de manera ligera aunque significativa, en efecto, con el nacimiento de los hijos, y más entre las mujeres que entre los hombres (Kluwer, 2010). Esta diferencia de género corroboraría las advertencias de Sharon Hays (1998) sobre la maternidad intensiva, modelo dominante en los países occidentales y que se caracteriza porque la madre pasa a ser la principal (en muchas ocasiones la única) responsable de la salud emocional, el éxito académico y el progreso social de sus hijos.

Ante la firmeza de los resultados de las investigaciones, conviene dejar claro que es absolutamente desaconsejable buscar un embarazo «para arreglar la relación» o porque «eso nos unirá más». No, no será así. Otra cosa es que la relación de pareja sea satisfactoria antes de que lleguen los hijos, ya que una mirada más detallada de los datos permite observar que en un 20% de las parejas la aparición del hijo mejora la relación. En síntesis, siguiendo a Kluwer (2010):

Un 50% de las parejas viven un deterioro de su relación, en algunas se observa un declinar lento y en otras un descenso acelerado, mientras que el 50% restante se mantiene igual o, como decíamos, mejora;la transición a la maternidad/paternidad activa e intensifica conflictos que ya estaban presentes en la pareja, probablemente debido a que la capacidad de autorregulación se ve disminuida por el estrés y el cansancio asociados a la tarea de ser padre y, sobre todo, de ser madre;se observa un mayor deterioro de la relación de pareja si aparece la depresión posparto, si los padres/madres tienen apego inseguro o si no se llega a un equilibrio entre la crianza y la actividad profesional;el nacimiento de una hija tiende a afectar más a la relación de pareja que el nacimiento de un hijo, lo que se explicaría porque los padres (varones) tienden a implicarse más en la crianza cuando tienen hijos que cuando tienen hijas;