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E. R. Burroughs, creador de Tarzán, supo decir: "si se han escrito historietas en papel barato (pulp fiction) yo podría escribir algo mejor". Es en honor a ese genial escritor popular que hemos dado en titular así la presente selección de cuentos, fruto de diez años de paciente labor. El autor de este trabajo no es cultor de ningún género en especial y ha abrevado en la literatura tanto como cualquier otro lector ecléctico, pero si quisiéramos definir un denominador común de la mayoría de sus cuentos, este sería la preocupación por la temática ecológica y ambiental, describiendo mundos en los que la humanidad finalmente evolucionó y logró sintonizar con la naturaleza, haciendo una síntesis de la antigua sabiduría con la nueva, para vivir en armonía con el planeta, sin destruirlo. Puede que este sea el mensaje subyacente, que el autor pretende transmitir, para bien de todos.
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Seitenzahl: 330
Veröffentlichungsjahr: 2023
DANIEL LERNER
Lerner, Daniel Pulp Fiction / Daniel Lerner. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-4159-8
1. Narrativa. I. Título. CDD A860
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINAwww.autoresdeargentina.cominfo@autoresdeargentina.com
“Si la gente paga por cómics baratos tales como los que he leído en algunas de esas revistas de papel barato (pulp fiction), yo podría escribir historietas igual de podridas. Doy por hecho que, a pesar de que nunca he escrito un cuento, ignoraba por completo que podía escribir historias igual de entretenidas y, probablemente, mucho mejores que las que tuve ocasión de leer en esas revistas de papel barato”.
Del creador de Tarzán de los monosEdgar Rice Burroughs (1875—1950)
Edgard Rice Burroughs (centro) con Tarzán (derecha)Johnny Weissmuller, y el director del film (izquierda)
Este compilado, que dimos en llamar Pulp Fiction en honor a quien tal vez haya sido el máximo artífice de ficción popular, Edgar Rice Burroughs, creador de Tarzán de los monos, que fue escrito desde una humilde oficina neoyorquina, sin haber visitado nunca África, reúne diez años de creación literaria en los géneros de ficción y ciencia ficción.
Así como resulta de placentero escribir relatos de ficción, así también es de desafiante crear ciencia ficción, aunque no por ello resulte menos placentero.
Un aspecto del que poco se habla en relación a la creación literaria, es la bendita inspiración, fenómeno esquivo, circunstancial, si lo hay, podría decirse casi mágico. No es algo que podamos decidir o imponer por decreto. La varita mágica de la inspiración, nos toca en el momento menos pensado, y nos brinda generosamente el germen o núcleo de un nuevo relato. Puede llegar cuando dormimos y soñamos, puede aparecer durante un largo viaje, o surgir de alguna escena que vimos en un film o de algo que leímos en algún libro.
Pero el descenso de las musas de la inspiración exige ciertos prerrequisitos o cierto background. Ellas no descienden si la mesa está vacía, es preciso que haya una mesa repleta de exquisitos manjares y bebidas espirituosas, es decir que una vida plena de vivencias, aventuras, experiencias y conocimientos, invita a las musas a que nos brinden la bendita inspiración.
Los relatos que presentamos aquí no guardan relación entre sí, salvo algunos de ellos que podríamos catalogar como “ecologistas” o “ambientalistas” tal como es el caso de “El inconfesable secreto del Profesor Cuchufrulus”, el de “Holy Terra” y el de “Novagaia”, que amén de futuristas estos dos últimos, transmiten un mensaje ecologista. En ese sentido “Midwest”, juega de alguna manera en la misma liga. Por su parte “2050 Estado de Sitio”, plantea el enfoque futurista de una sociedad dividida por una profunda grieta, y gravemente disociada y enfrentada de manera irreconciliable, con un final inesperado, y “Vander Vogels”, relata algo espantoso, que bien pudo haber ocurrido.
El resto es puro divertimento.
Espero que el distinguido lector, disfrute al leer estos cuentos, tanto como yo disfruté al escribirlos.
Daniel Lerner
NOVAGAIA
2050 - ESTADO DE SITIO
VANDER VOGEL
EL INCOFESABLE SECRETO DEL PROFESOR CUCHUFRULUS
HOLY TERRA
MIDWEST
LA VERDADERA HISTORIA DE EMMA SHULDIG
LA BOBA PRINCESA
ORILLERO
JUBILEO
La humanidad, como especie diferenciada del resto de los primates, ha sufrido desde su origen homínido, hace unos cuatro millones de años, innumerables calamidades que amenazaron su existencia, y llevaron en algunos casos a la especie al borde de la extinción.
El derrotero del hombre, que lo fue liberando gradualmente de su dependencia respecto del medio ambiente hostil que lo rodeaba, fue el derrotero de las técnicas.
Al principio, y perdido en las brumas del lejano pasado, el hombre desarrolló técnicas rudimentarias, pequeños instrumentos cortantes de sílex, piedras en forma de hacha o cuchillo, pieles de animales usadas como abrigo. Mucho tiempo después y casi pegado a nuestro tiempo, con el descubrimiento del fuego, hace unos 100.000 años, el hombre mejoró su calidad de vida en forma superlativa, con la cocción de los alimentos, y la protección del frío y de las bestias prodigado por ese notable descubrimiento que fue la domesticación del fuego. La lanza, el arco y las flechas, la ganadería y más tarde la agricultura, dispararon una serie de descubrimientos técnicos que llevaron de ahí en adelante a todo lo que a uno se le puede llegar a ocurrir: casas, autos, luz eléctrica, centrales nucleares, viajes espaciales, etc.
La casa no es más que una réplica de las cuevas primitivas, el automóvil, extensión de nuestras piernas, y el teléfono extensión de la voz (ya no hace falta andar a los gritos como antes). La acumulación de reservas: granos, carne en cámaras frigoríficas, alimentos enlatados y procesados, depósitos de petróleo y combustibles, reservas de oro, apunta a atenuar las oscilaciones del medio ambiente, como las climáticas que afectan la agricultura, y también a morigerar procesos derivados de lo anterior como la conflictividad social, producto de la superpoblación a la que asistimos en la actualidad.
Pero si prestamos la debida atención, veremos que todo el “adelanto” logrado por el hombre, se puede englobar en un rubro al que podríamos catalogar como “conocimiento” o “desburre”, o “progresivo salir de la oscuridad y la ignorancia”.
De lo anterior se puede inferir, que conforme pase el tiempo, seguiremos emergiendo más y más de la oscuridad y llegaremos a dominar a la perfección el arte de preservarnos de las arbitrariedades del medio ambiente, minimizando su agresividad, y minimizando cada vez más los “efectos colaterales” de la técnica, como la contaminación ambiental, la contaminación térmica, la destrucción de la diversidad biológica, etc.
Es de esperarse que ese progreso se vea potenciado por el crecimiento exponencial que nos muestra el avance de las ciencias básicas y las aplicadas en tanto “técnica”.
Decir que la ciencia progresa, pareciera una perogrullada, pero lo destacable de estos tiempos es la “aceleración del progreso”, o sea la velocidad a la que vamos incorporando a nuestra vida cotidiana nuevas aplicaciones tecnológicas. Ese ritmo de crecimiento sigue una tendencia exponencial, que no resulta de extrañar, por ser propia de “todos” los fenómenos biológicos, que nos incluyen como especie viva.
Al principio todo ocurría a ritmo muy lento, y poco a poco fue tomando cada vez más velocidad.
Es de esperar entonces, que conforme el ser humano siga avanzando en su proceso de salida de la oscuridad, y progrese en su comprensión de la biología y la ecología, vaya reorientando su accionar de manera menos agresiva sobre la naturaleza. Hoy contamos con herramientas muy poderosas como la informática y la ingeniería genética, que han posibilitado enormes progresos productivos.
Resulta previsible entonces, que en el futuro, todo ese conocimiento pueda llegar a aplicarse al mismo ser humano para dotarlo de más fuerza y resistencia, de mejor salud evitando enfermedades congénitas y prolongando así la vida útil.
El abanico de posibilidades que brindarán estas técnicas en el futuro, no conoce límites, y tal vez puedan llegar a aplicarse también para mejorar al ser humano en tanto organismo biológico en su relación ecológica con la biósfera. Puede que, en el futuro, a diferencia de hoy, lleguemos a convertirnos en una especie “amigable” con la naturaleza, y que en lugar de influir negativamente sobre el clima y los ciclos de la vida, frenemos cualquier acción inapropiada, y detengamos el calentamiento global, la desertificación, la erosión de las mejores tierras agrícolas, la contaminación de ríos y mares y la destrucción de las especies que todavía viven.
El cuento que sigue a continuación trata de esta última posibilidad.
NOVAGAIA
Iaani gaiati iaani
sendrak suruí
dresan ulaka (1)
Primitivo poema a Gaia de los biostats
Esquimofinobalticos siglo 5750 (e.o.) (2)
Transporte “Diplomat” L.U. 835, en viaje oficial a colonia Fénix de Orión.
Bitácora del capitán Sartanalkamarsajawy, año 121 del viaje.
Inicio de bitácora:
El año 121 transcurrió con total normalidad, después de haber atravesado la lente gravitacional de Orión, las reservas de energía oscura llegaron a su máximo nivel.
Los cálculos del tiempo remanente de viaje han sido verificados por triangulación en 75 años y coinciden con las cartas espaciales de navegación.
La tripulación se mantiene estable en 50.000 biostats, y se han hecho visitas protocolares a Lavian, la luna de Saetes y a la colonia minera de Minara.
Se reporta comunicación con carguero “Solaris—Pneuma” L.U.17, en viaje a Alderabán del noveno cuadrante, quien informo un nuevo hallazgo arqueológico en Tierra—Novagaia, uno de los primeros planetas en los que comenzó la civilización biostat. Se trata de un disco de comunicación interestelar de platino—iridio en idioma arcaico, que traducido con el traductor universal, dio como resultado el siguiente texto:
…Esa tarde se confirmaron los resultados con algarabía. La Dra. Dagtar Shankari del laboratorio Biotech de Gobar, conectó sus radaxones a Gaianet, y se dispuso a propalar la buena nueva a todos los Brahminogautavedantutarpradeshis. Como siempre, ellos iban a la cabeza en gaiaciencia. En la antigüedad fueron los creadores del primer gen estable Ecotrof de biosíntesis clorofílica, con el que en un millón de años se consiguió el equilibrio en los gases atmosféricos, deteniendo primero y revirtiendo después el calentamiento global.
La noticia del nuevo logro alcanzado de “translocación cero” debía ser comunicado lo antes posible a los 100.000 millones de habitantes del orbe.
Fue entonces que todos los Brahminogautavedantutarpradeshis conectaron sus radaxones a Gaianet para dar la buena nueva al mundo entero.
La nueva generación de biostats había arribado finalmente a lo que podía calificarse como la “cúspide de la evolución inteligente inducida por biotecnología”: ya no haría falta moverse en busca de agua, nutrientes minerales u oligoelementos, ni siquiera reptando lentamente como lo venían haciendo hace más de un millón de años. Ahora cada biostat podría vivir tranquilo en su área prestablecida, obteniendo aniones y cationes plasmáticos por la vía radaxónica, el último avance genómico que aseguraba el equilibrio electrolítico utilizando un sistema osmótico global que conectaba entre sí a todos los seres vivos del planeta.
Se lo venía perfeccionado desde hacía cinco millones de años. Había comenzado con la primitiva telefonía celular. Ésta pronto evolucionó a teleauditiva neural directa por implante de chips, que gradualmente fueron reemplazados por estructuras biotecnológicas creadas por ingeniería genética.
Hoy un biostat Saskachewskoianiskatzy de Americania podía ver el Himalaya en súper color y altísima definición, e incluso olerlo, sin moverse de su cuadrícula de biosíntesis solar. Ciertamente, tomaba su tiempo integrar imágenes, máxime desde que por evitar pulsos energéticos elevados, para protección ambiental, se convino reducir la velocidad de tránsito por Gaianet a un bit por segundo. De todos modos, tiempo era lo que sobraba, los biostats podían vivir todo el tiempo que quisieran, hasta cinco mil años, igual que una sequoia de Oregonia.
Esta última regulación terminó finalmente con 100.000 años de disputas por el uso de la energía, y logró el equilibrio entre la radiación solar captada por los biostats a través de su piel Ecotrof (que les confería ese bellísimo color tornasol verdeazulado) y el gasto energético global del sistema radaxónico.
Hacía también ya más de mil años que se habían zanjado las diferencias existentes con la comunidad marina Acuastat. Con el desarrollo de Gaianet y del sistema radaxónico, ésta pudo asentarse sobre el fondo marino, primero sobre las plataformas continentales, y a medida que progreso la ingeniería genética de presión, fueron colonizando todo el resto del mar.
La humanidad biostat sumaba hoy 100.000 millones de almas que sentían y pensaban al unísono, y hoy cantarían felices su amor a Gaia por el nuevo logro de la gaiaciencia. A tal punto llegaba su alegría que decidieron transmitir la buena nueva al espacio exterior, en dirección a Ectogaia, la colonia biostat de Alfa del Centauro, donde se había llegado dos millones de años antes con naves Pneuma impulsadas por viento solar.
La comunicación con ellos tomaba cuatro años de ida y otros cuatro de regreso, pero el logro científico alcanzado, ameritaba la energía que iba a tener que gastarse, ya que junto al canto de alegría de 100.000 millones de seres inteligentes, viajaría la información del nuevo hallazgo.
Fin de la traducción.
Nota del capitán:
“Por supuesto que se trata de antiguallas ya que en la actualidad la humanidad biostat ha conquistado todo el Universo conocido hasta el límite de las Membranas”.
Fin de bitácora – año 10.229.634 (e. p.)
(1) revive Gaia mía, revive
devuélvenos la esperanza,
la paz del alma.
(2) era oscura
(3) era positiva
Después de los brutales atentados perpetrados en los shoppings, todo cambió. Fueron simultáneos, y lograron que millones de porteños se despertarán definitivamente de su letargo festivo. En realidad, lo de “festivo” es solo una ironía, ya que independientemente de los atentados, la situación de la ciudad distaba hacía mucho tiempo de ser festiva, solo que la gente, lamentablemente no le quedó más remedio que irse adaptando a unas condiciones de vida que se tornaban cada vez más duras.
La mayor destrucción tuvo lugar en el emblemático edificio del antiguo Mercado de Abasto, que quedó reducido a escombros y hierros retorcidos. La explosión ocurrió un sábado a la noche, con el patio de comidas repleto de gente, la mayoría, parejas de judíos ortodoxos con muchos niños, dejando un desparramo de cadáveres destrozados.
La comunidad islámica negó tener algo que ver, pero cuando el Nuevo Califato europeo (NEC) reivindicó el atentado vía redes sociales, quedó todo claro y la población musulmana de Buenos Aires fue expulsada por fuera de los límites de la ciudad. Una caravana de miles de vehículos y gente de a pie abandonó la ciudad bajo estricto control militar. En las principales arterias céntricas y cruces de avenidas, se establecieron check—points de la brigada antiterrorista, para identificar a peatones y automovilistas mediante escaneos faciales para detectar la mancha que tienen en la frente los musulmanes practicantes, por tenue que fuera o incluso si estaba disimulada con cosméticos. En cada check—point había camiones celulares donde se recluía sin más a la gente detectada. Eran conducidos a sus domicilios, que se allanaban, y se les permitía retirar solo un bolso chico con escazas pertenencias. Aquellos que no figuraban en la lista de sospechosos de terrorismo, eran expulsados de la ciudad sin más, junto al resto de sus familiares.
El Movimiento Unificado del Tercer Mundo (MUT) que agrupaba a los lumpen de la tercera sección, tenían cortados con piquetes desde hacía varios años los accesos a la capital, de la que solo se podía salir o entrar por aire o por el río. Durante las últimas décadas la Ciudad Autónoma de Buenos Aires había crecido mucho, duplicando su superficie, tanto por tierras ganadas al río, como por la absorción de los partidos periféricos que optaron por incorporarse a la capital y pasaron a tener status capitalino. La antigua avenida General Paz se corrió al Camino de Cintura, rebautizado como Nueva Autopista General Paz, y todo lo ubicado al este de la nueva autopista, pasó a ser parte de la capital, incluyendo a San Justo, Morón, Ramos Mejía, Caseros y San Martín, como así también todas las localidades ubicadas al este del ramal Tigre de la Panamericana: Martínez, San Isidro, Vicente López y Tigre mismo. El Riachuelo pasó a ser el límite sudeste de la capital ampliada, Lanús y Avellaneda, al igual que La Matanza oeste, no fueron incorporados a la nueva capital porque eran bastión del MUT.
Por fuera de la Nueva General Paz y del ramal Tigre de Panamericana, al igual que del lado sur del Riachuelo, se estableció una faja despoblada de seguridad de un kilómetro, por donde la población civil tenía prohibido transitar so pena de muerte. Todas las viviendas y construcciones de ese sector fueron demolidas y reducidas a escombros que luego fueron compactados y nivelados.
Desde que los terroristas del MUT volaron las torres de alta tensión que traían energía del Comahue y de los parques eólicos del sur, la ciudad se vio obligada a reactivar la antigua central termoeléctrica de costanera norte. En realidad, hacía tiempo ya que la ciudad se autoabastecía con energía solar, la reglamentación edilicia obligaba a instalar paneles fotovoltaicos, y otros tantos para calentar agua. Si el proyecto no incluía esas mejoras, no era aprobado. Pero el verdadero problema eran los vehículos eléctricos, único medio de transporte permitido en la ciudad, ya que solo las fuerzas de seguridad contaban con vehículos híbridos. Así las cosas, la gran mayoría de la gente optó por movilizarse con bicicletas o triciclos, mucho más amigables con el medio ambiente, y favorables para la salud.
La interrupción de la comunicación terrestre con el conurbano, ocasionó un tremendo encarecimiento de los alimentos frescos, que ahora solo podían ingresar por el puerto o llegaban desde las quintas del delta a Tigre, desde donde eran transportadas al centro por el subterráneo de la costa, durante las horas de receso nocturno. La gente los podía adquirir solo mediante cartillas de racionamiento, y tenía derecho a una canasta semanal que incluía un kilo de carne congelada, un litro de leche, un kilo de verdura y un kilo de fruta. Venía todo empacado y no se podía elegir. Todo lo demás se podía comprar en los supermercados. Pescado fresco de río se podía conseguir en las varias escolleras de las tierras ganadas al Río de la Plata, en la que pululaban los pescadores, y también en el mercado de frutos de Tigre. El pescado de mar llegaba congelado a las pescaderías, pero era muy caro y solo para gente rica.
La tercera, que así se denominaba la tercera circunscripción electoral, que incluía todo el cinturón del conurbano allende la nueva General Paz, había aumentado notablemente su población, alcanzando los ocho millones de habitantes, un número estimado ya que hacía muchos años que en el conurbano no se registraban los nacimientos ni se entregaban documentos de identidad.
Los únicos vehículos motorizados que podían circular por la tercera eran los blindados del ejército, para el resto de la población lo único disponible era la tracción a sangre, ya que hacía más de una década que toda la región había quedado sin combustibles ni suministro eléctrico a causa de la voladura de las torres de alta tensión y los oleoductos que llegaban al Dock Sud, por los terroristas del ejército del tercer mundo (ETM), brazo armado del MUT.
En muchos hogares suburbanos y establecimientos agropecuarios habían instalaciones de paneles solares, que eran objeto permanente de robo, dado que pasaron a ser artículo de lujo, y los importadores tenían prohibido vender paneles a personas no autorizadas, tal como eran todos los habitantes de la tercera, una zona signada por anarquía y desgobierno, en la que había que pagar peaje a las bandas de insurgentes en cada cruce de avenidas.
Un sólido muro de hormigón de diez metros de altura rodeaba la capital de norte a sur, a lo largo de la Panamericana, el antiguo camino de cintura, y la costa del Riachuelo. Cada doscientos metros había torres automáticas de vigilancia, que disparaban ráfagas de metralla a la menor aproximación y sin advertencia previa. El muro tenía solo tres puntos de contacto con el exterior, estrictamente controlados por el ejército, uno en Puente La Noria, otro a la salida de la autopista Richieri, y el tercero a la salida de la autopista del oeste. Tanto la Richieri como la autopista del oeste eran zona militarizada y solo podían circular vehículos del ejército y las fuerzas de seguridad, cualquier otro vehículo era destruido de inmediato por los drones que sobrevolaban custodiando. Otras ciudades del interior como Córdoba y Rosario también sufrieron procesos de aislamiento periurbano similar al de Buenos Aires, pero de menor intensidad.
Aristegui despertó esa mañana primaveral con el canto que le llegaba de los benteveos desde la plaza a la que daba su departamento de San Telmo.
Harto de la reclusión obligada de fin de semana, durante la que regía toque de queda las veinticuatro horas, se dispuso a desayunar en algún bar tranquilo del centro, donde poder concentrarse para redactar su artículo semanal para Noticias en Red Capital (NRC).
Después de una corta ducha caliente, único lujo que todavía se podía dar, salió munido de su laptop rumbo al centro por la calle Tacuarí. Esa caminata de veinte cuadras le hacía bien, especialmente los lunes, ya que le activaba la circulación adormecida por el fin de semana de reclusión forzada, durante el cual sólo podía caminar del dormitorio al living y viceversa.
La caminata surtía un efecto mántrico por el paso rítmico y la circulación sanguínea así activada daba lugar a ideas que plasmaría en su nota.
Aristegui poseía el don de saber unir puntas inconexas, detalles que pasaban desapercibidos para la mayoría. Ahora mismo estaba detrás de una pista inquietante, que se prestaba a todo tipo de hipótesis, desde las más ingenuas hasta las más extremas y terribles.
Como periodista que era de temas policiales y políticos, siempre estaba atando cabos sueltos, que por lo general lo llevaban a conclusiones dramáticas. Disponía por supuesto de la “data prohibida”, a la que solo podían acceder los periodistas acreditados en la NRC, pero que le estaba vedado comunicar al público. Uno de esos datos era la virtual reubicación de la cúpula de gobierno en el golf club de Mar del Plata, lugar al que habían ido con el pretexto de un congreso internacional sobre seguridad y antiterrorismo. El perímetro del golf club estaba rodeado por cuerpos de elite del ejército, y se había establecido un triple acordonamiento.
La verdad era otra y Aristegui lo sospechaba, al margen de la pantalla que les proporcionaba el congreso, el gobierno no regresaría a la capital al menos por un tiempo.
Sabía que no podía divulgar la noticia, pero su cabeza no paraba de dar vueltas buscando conexiones, entre esa especie y otros datos que le llamaban poderosamente la atención, como los de la reinstalación de células de telefonía móvil en las abandonadas antenas del conurbano.
Esa decisión política se acordó después de largas negociaciones entre el gobierno y el MUT, para permitir una línea directa entre sus líderes y los negociadores gubernamentales. Las huestes del MUT y del ETM habían asistido a las negociaciones y permitieron que los helicópteros de la telefónica sobrevolaran el conurbano y aterrizaran en las plataformas de las torres celulares, libres de la amenaza que suponían los cohetes habitualmente disparados contra toda aeronave que sobrevolara el conurbano, por lo cual los aviones y helicópteros, para salir de la capital debían hacer un amplio rodeo por el río.
La gente del MUT y del ETM fue advertida de no acercarse a las nuevas instalaciones, a las que solo se podía acceder por aire, ya que en el supuesto de que lograran trepar llegando a las cajas negras, que así se denominaban los nuevos módulos sellados, instalados y que se alimentaban de baterías nucleares, la sola aproximación al módulo lo haría estallar, provocando la muerte instantánea de cualquier persona ubicada a cien metros a la redonda.
Las condiciones fueron aceptadas y se procedió a la instalación de cien cajas negras en otras tantas torres ubicadas en su gran mayoría en las zonas más densamente pobladas del conurbano.
La otra medida inquietante fue la sorpresiva directiva militar de crear una zona de seguridad de un kilómetro de ancho, lindera al muro. Esa franja debió ser desocupada y la gente fue alojada en tiendas de campaña, ubicadas en zona militar.
Por el cerebro de Aristegui las ideas circulaban a mil, generando otras tantas hipótesis.
¿Habría llegado finalmente el gobierno a un acuerdo definitivo con los grupos armados del conurbano?
Sabiendo como se sabía, que ambas posiciones eran irreductibles, simplemente porque la realidad era así de irreductible, ¿cuáles podrían ser los ítems del acuerdo?
¿Qué había detrás de tantas medidas de seguridad gubernamental? ¿Por qué su retiro a una zona tan alejada como Mar del Plata?
Aristegui caminaba a las zancadas, ansioso por llegar al bar para sentarse y poner sus ideas por escrito.
Sentado en una discreta mesa semiescondida detrás de una columna en un bar de la calle Libertad, y con su look informal, y el cabello largo que le otorgaban un aire de bohemia, Aristegui pasaba por uno más de tantos escritores y poetas que frecuentaban el lugar.
—Hola Jorgito, ¿qué te traemos?
—Traeme un doble con crema, dos medialunas de manteca y un vaso de jugo.
El mozo conocía a Jorge de hacía varios años, pero no sabía nada de su oficio de periodista, que Aristegui mantenía en absoluto secreto para evitar ser una víctima más, uno de los tantos periodistas que habían muerto asesinados por sicarios de origen incierto. Incluso sus artículos los firmaba con el seudónimo Héctor Pagano. El único que conocía su verdadera identidad era el jefe de la redacción del periódico digital, el mismo que le transfería semanalmente los honorarios por sus artículos.
Se colocó los audiovisores dispuesto a ponerse al tanto de las noticias que estaban dando vuelta en la red global desde temprano. Mientras sorbía el café iba enterándose de lo que ocurría en el mundo, seleccionando los titulares con el movimiento de sus ojos, que abrían y desplegaban las distintas especies noticiosas. –Estos iraníes, mintiendo descaradamente como de costumbre, y ahora envalentonados como nunca.
La Unión Norteamericana (ex EE. UU.), muy debilitada en las últimas décadas, había ido perdiendo su liderazgo mundial, lo que quitó presión al embargo que pesaba sobre los persas, que libres del severo yugo impuesto por las restricciones económicas, había reactivado en secreto su proyecto nuclear.
La noticia que llegaba de Teherán hablaba de un meeting de 48 horas del parlamento, encerrado vaya a saber para qué disquisiciones, en una suerte de concentración de tipo deportiva, vedada al periodismo. —“¿Qué estarán cocinando estos malditos?”, pensó.
Por su canal de acceso al periodismo acreditado le llegó otra escueta primicia desde Israel: la operación nido de serpientes fue un éxito, todos los soldrons regresaron a sus bases, al igual que la división robótica, que tampoco sufrió bajas. Trató de abrir la especie pulsando ópticamente en el ícono “leer más”, pero le pidió una clave que Aristegui desconocía.
Sin perder tiempo, apuró el desayuno y se apersonó en las oficinas del IMI, preguntando por su amigo Avigdor, que siempre estaba al tanto de las últimas novedades israelíes. Avigdor ya lo había anoticiado de los últimos desarrollos: el TRW, los soldrons y los soldados robóticos. Eran la última palabra en armamento, tanto por el nivel de sofisticación como por lo preciso y drástico de su desempeño.
Por ahora IMI solo estaba autorizada a comercializar el escudo TRW, Time Regression Weapon, un arma de regresión temporal que tornaba invisibles a los que la portaban, dándoles un poder de fuego sin competencia con su rayo de neutrones, que cocinaba al instante todo lo que tocaba.
Eran provistos en cantidades limitadas y solo para fuerzas de gubernamentales de elite, que debían pasar por un severo y exigente entrenamiento antes de usarlos.
Los soldrons (drone soldiers) o drones militares de última generación no se caracterizaban justamente por hacer delivery de pizza, sino más bien de sorpresas. Operaban con escudos TRW que los tornaban parcialmente invisibles, se parecían a las naves malas de las guerras de las galaxias y tenían una autonomía de vuelo de varios miles de kilómetros, llevando la acción bélica a los lugares más inaccesibles y remotos, donde ningún ser humano podría llegar.
Tanto los soldrons como la nueva serie RF (robotic fighter) soldado robótico, no se comercializaban porque todavía estaban en su etapa experimental.
Avigdor recibió a su viejo amigo y le contó las novedades. – Anoche les dimos su merecido a los malditos persas, acabamos con la amenaza atómica de esos monos con navaja que tenían en vilo a medio mundo.
—Desde una base secreta en el Néguev una flotilla de soldrons partió hacia Teherán, y tomó por asalto el Parlamento iraní, reunido en pleno el día del inicio del período legislativo. Primero redujeron a la guardia, que no era mucha, y luego penetraron en el recinto, que reunía a más de doscientos legisladores, que fueron abatidos con rayos neutrónicos suaves, que ocasionaban un efecto similar al de una insolación por la inflamación que causaban en las meninges. El resultado es un desmayo que dura cuarenta y ocho horas. No mata, pero causa un gran susto. A las cuarenta y ocho horas la gente empieza a volver en sí, pero tarda más de una semana en coordinar movimientos, hablar y volver a caminar.
—En simultáneo remolcaron varios planeadores para tropas robóticas y los liberaron a gran altura sobre cielo iraní. Aterrizaron en total silencio y amparados por la oscuridad casi total de una noche sin luna en las inmediaciones de la planta subterránea de enriquecimiento de uranio. De allí los soldrons, munidos de escudos TRW que los hacían invisibles, avanzaron en silencio hacia las instalaciones, redujeron a la guardia, a la que tomaron por sorpresa, fundieron los transformadores dejando a la planta sin energía y después de sortear varias puertas de grueso metal, voladas una tras otra, lograron penetrar en las instalaciones subterráneas.
Finalmente pudieron acceder al amplio recinto, ubicado a cuatro pisos bajo tierra, cubierto por un grueso techo antibombas de hormigón armado. Hicieron salir al personal científico, al que tomaron de rehén, y luego procedieron a destruir una por una las centrífugas, liberando el material radiactivo al recinto, que de ese modo no podría ser reutilizado y quedaría inhabilitado por muchos años a causa de la radiación.
Antes de abandonar el lugar, colocaron cargas explosivas para derrumbar toda la estructura subterránea, activándolas al irse. Cada robot sujetó a un rehén y propulsado por la mochila jetpack que portaba en sus espaldas, se elevó a unos tres mil metros donde los esperaban aeronaves de transporte militar. El operativo duró unos pocos minutos y no se perdió un solo robot.
La combinación de ambos ataques, el perpetrado al parlamento y la destrucción de la planta de enriquecimiento de uranio tuvo un efecto demoledor y fue un claro aviso al ejecutivo iraní, que finalmente no tuvo más remedio que reconocer la supremacía militar israelí y capituló, dándole un giro de 180 grados a su discurso político.
De repente, para el departamento de propaganda iraní, Israel dejó de ser mostrado al gran público como “el pequeño Satán” y pasó a ser un potencial aliado estratégico para el desarrollo del agro, por sus aportes en sistemas de riego y para la industria textil.
La victoria se celebró en Israel con gran júbilo y lo mismo ocurrió con las cúpulas de los pocos gobiernos libres que quedaban en el mundo.
El gobierno iraní mintió a su pueblo, diciendo que los parlamentarios estaban reunidos tratando temas estratégicos, y que seguirían así por unos días, sin contacto con la prensa, porque se trataba de cuestiones secretas que todavía no se podían divulgar.
Respecto a lo ocurrido en la planta de enriquecimiento de uranio, se mantuvo un silencio total y se prohibió a la prensa hacer comentarios sobre el tema, bajo apercibimiento de pena de muerte a todo el staff del medio que difundiera algo, por mínimo que fuera.
Aristegui aprovechó su reunión con Liberman para preguntarle cómo funcionaban los escudos TRW.
—¿Seguramente sabrás lo que significa TRW?
–No, Avigdor, solo sé que los escudos se llaman así, pero no sé qué significa esa sigla.
—TRW es “time regression weapon”, arma de regresión temporal, y funciona en base a la teoría de la relatividad de Einstein, uno de los nuestros, ja, ja, ja, ja.
—¿Y qué tiene que ver el tiempo con un escudo de grafeno?
—Bueno, al menos veo que sabés con qué están construidos, el material más liviano y resistente que existe.
—Sí, claro. Eso lo sabía, y ahora que veo la muestra sobre tu escritorio, entiendo que tiene una forma estructural muy resistente, ¿pero qué función cumple la cara lisa y brillante?
—Sí, la externa, es una pantalla que proyecta una imagen de camuflaje, la que vería el adversario si el escudo no estuviera en ese lugar.
—¿O sea que proyecta la imagen de lo que hay detrás del que porta el escudo? Bueno, ahora explícame lo del tiempo.
—La teoría de la relatividad postula que el valor del tiempo es relativo y depende de la velocidad a la que se desplaza el viajero.
—Sí, eso ya lo conocía, pero ¿qué tiene que ver con el escudo?
—El escudo, además de camuflaje, es un arma de rayos neutrónicos. Emite un poderoso haz de rayos que se dirige a donde apunten los ojos del soldado, y la clave del sistema y razón de la denominación “regresión temporal” tiene que ver justamente con el rayo, que es proyectado a la increíble velocidad de 3C / tres C, 900.000 kilómetros por segundo.
—¿Y qué ocurre a esa velocidad en relación a la teoría de Einstein?
—Ocurre que no solo el tiempo se acorta o se detiene, sino que, aunque parezca mentira, retrocede.
—¿Como la máquina del tiempo?
—El rayo a esa velocidad viaja a esa velocidad a un instante anterior al que fue emitido.
—¿Y eso para qué?
—Eso para salvar la brecha temporal que existe entre el momento en que el soldado visualiza el objetivo y el instante en que es disparado el rayo. Puede ser una fracción de segundo, pero cuenta.
—¿O sea que ese retroceso en el tiempo salva esa brecha mínima?
—Claro, la salva y actúa como si, a ser visualizado, el oponente hubiera quedado congelado e inmóvil.
—¿Es decir que aunque el adversario se hubiera movido del lugar, el rayo viaja para atrás en el tiempo y lo impacta sí o sí?
—Tal cual, tú lo has dicho.
—Increíble, es la teoría de la relatividad misma hecha realidad.
Aristegui salió del despacho de su amigo profundamente turbado e impresionado por todo lo que había oído. La visita a su amigo le hizo recordar la famosa estrofa The man watching de Rilke “What we choose to fight is so tiny. What fights us is so great”.
De pronto tomó conciencia de que la pobre gente que vivía en el conurbano, del otro lado del muro, no tenía chance alguna. La brecha tecnológica que había entre uno y otro lado era abrumadora y ya no podía salvarse /ser salvada. Lo único que podrían intentar los desgraciados del conurbano era un desborde masivo, algo así como un ataque de un millón de personas a la vez, munidos de escaleras para atravesar el muro, o utilizando algún tipo de rampa móvil que pudieran arrimar de improviso para acceder masivamente al lado opuesto. Algo ciertamente improbable.
El primer obstáculo con el que se enfrentarían, serían las torres de vigilancia. Podrían incluso pensar en destruirlas con misiles, pero pronto verían que los misiles no los ayudarían con las torres, que contaban con un sistema de intercepción que los hace estallar cincuenta metros antes de impactar.
La pila de cadáveres que generarían las torres podría llegar a constituir una rampa en sí misma, pero incluso los que lograran escalar y saltar al otro lado serían alcanzados por los disparos y no lograrían avanzar más que unos pocos pasos, formando otra pila de cadáveres.
La reserva de munición de las torres era virtualmente infinita. Funcionaban en forma automática, detectando a la gente por su patrón de emisión infrarroja. Era prácticamente imposible liberarse de esa lluvia de balas que se iniciaba apenas alguien se acercaba a menos de veinte metros del muro, apenas transpuesta la valla de alambre de púas que oficiaba de advertencia. El mismo muro estaba revestido por varias hileras de alambre de púa electrificadas, que hacían casi imposible la escalada.
No obstante todos los recaudos, cabían otras posibilidades, como los túneles. Se habían detectado varios, que fueron rellenados con hormigón. Un equipo móvil de prospección geológica recorría en forma permanente el perímetro del muro, y detectaba cualquier anomalía subterránea que pudiera delatar un túnel, con lo que los del ETM terminaron desistiendo de sus intentos.
El gobierno distribuía comida en el conurbano en forma gratuita. Esta llegaba desde varios puntos del interior bonaerense, de fábricas que procesaban soja y cereales, con la que se elaboraba la carne vegetal marca Soylent. Y cada vez que se producía un atentado, el suministro se interrumpía por varios días, cuanto más grave el atentado, más tiempo sin comida.
De ese modo el gobierno trataba de predisponer al pueblo contra los extremistas, que se cuidaban de no reivindicar sus acciones para no ganar impopularidad / ser impopulares.
Frente a los puntos de distribución se formaban largas colas de andrajosos sucios y malolientes, que ocupaban sus lugares desde la noche anterior, soportando lluvia, frío o sol rajante. Cada persona recibía un empaque conteniendo carne vegetal deshidratada y harina de cereales.
Cuando se instalaron las alambradas de púas de gran altura, que en algunos casos alcanzaban más de veinte metros, se acabó el robo de ganado y el ataque a las fincas ubicadas más allá del conurbano.
Las patrullas rurales vigilaban la campaña y disparaban a matar a cualquier sospechoso que encontrasen merodeando. Eso acabó con el abigeato.
La gente del conurbano optó por cultivar sus propias huertas y criar sus propios animales, patos, gallinas, conejos y cerdos que tenían que ser custodiados con celo, porque se habían transformado en alimentos suntuarios. La mayoría criaba patos criollos y conejos, que no emiten sonidos, y así podrían criarse a escondidas y a salvo de los ojos y oídos de los cacos.
El sistema educativo del conurbano había colapsado. Cansado del conflicto permanente con los gremios docentes, que la pasaban presionando de paro en paro, el gobierno optó por desfinanciarlo. Comenzó por las escuelas periféricas, pero pronto extendió la medida a todas, ya que lo único que hacía era pagar sueldos a maestros que no cumplían con su tarea.
Los niños del conurbano deambulaban como bandas de pájaros, pidiendo o robando. Y los más grandecitos, cometiendo tropelías.
La mala alimentación y el deterioro extremo del sistema de salud (los antiguos hospitales habían dejado de funcionar, llenándose de poligrillos y desposeídos) hicieron descender drásticamente la tasa de natalidad, y la falta de atención médica y vacunas incrementaron la mortalidad infantil a tasas superiores a las que había en pleno siglo XIX.
La población del conurbano había empezado a descender, la gente había perdido calidad de vida y se moría más joven. El promedio de vida pasó de los noventa años que había alcanzado en 2030, a menos de 60, pero aun así, con todos esos inconvenientes poblacionales, eran más de ocho millones sin destino, sin trabajo remunerado, que habían quedado a la buena de Dios y las cosas abandonadas a su suerte nunca terminan bien.
El territorio suburbano estaba libanizado. Las distintas zonas estaban controladas por grupúsculos de poder, armados, que cobraban peaje en cada esquina. Las riñas y los tiroteos nocturnos de esos régulos por el control de sus territorios, por la venta de droga, eran moneda corriente.
Lo único que aumentaba la población en el conurbano era la gente que llegaba del campo, donde las tareas cada vez más mecanizadas los habían dejado sin trabajo. Sin otra posibilidad y cansada de esperar, esa gente pasaba a engrosas las huestes lumpen de ese infierno en vida llamado Gran Buenos Aires.
La otrora villa miseria, que para los que llegaban en realidad era Villa Prosperidad, porque conseguían trabajar y progresar, dejó de serlo para convertirse en un despropósito que tenía como única ventaja el ínfimo valor de los alquileres y la comida gratuita que repartía el gobierno, pero todo lo demás era una porquería.
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