Punkzilla - Adam Rapp - E-Book

Punkzilla E-Book

Adam Rapp

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Beschreibung

Punkzilla, un adolescente de catorce años que acaba de desertar de Buckner, una academia militar, tiene como misión atravesar los Estados Unidos para encontrarse con su hermano enfermo de cáncer. La trama se desarrolla entre moteles de mala muerte, estaciones de autobuses y paseos en carretera. Una impactante novela construida con las cartas que Punkzilla escribe a su hermano a lo largo del viaje en el que el protagonista intentará encontrar su identidad al mismo tiempo que conocerá a peculiares personajes que lo acompañarán hasta llegar a su destino.

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Nació en Illinois, Estados Unidos. Es novelista, dramaturgo, director de cine, productor de TV, músico y guionista. Soñó con convertirse en beisbolista profesional hasta que descubrió que tenía talento para contar historias. Su obra, Red Light Winter, fue finalista para el Premio Pulitzer en 2006; por sus libros ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el Best Books for Young Adults, otorgado por la American Library Association y el Los Angeles Times Book Award.

Primera edición en inglés, 2009Primera edición en español, 2016Primera edición electrónica, 2016

© 2009, Adam Rapp Publicado por acuerdo con Walker Books Limited, Londres SE11 5HJ

Colección dirigida por Socorro Venegas Edición: Susana Figueroa León Formación: Miguel Venegas Geffroy Traducción: Raquel Castro Revisión de la traducción: Patricia Ruiz Islas Diseño de forros: León Muñoz Santini y Andrea García Flores

D. R. © 2016, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-4226-4 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

traducción de RAQUEL CASTRO

Para K.

4 de marzo de 2008

Querido P:

Hola.

Por fin estoy contestando tu carta. La he estado cargando en mi bolsillo así que está muy arrugada pero tienes buena letra o buena caligrafía o como se diga así que todavía se puede leer perfectamente bien. De hecho se parece mucho a la letra de mamá y yo no sabía eso de ti.

He querido escribirte por semanas P te lo juro pero cada vez que empezaba a hacerlo me distraía como que me salía algo que hacer o no podía encontrar una pluma o algo. Nunca le he hecho mucho a esto de la escritura excepto esa vez que estaba en primero de secu y me castigaron por volarme una clase y tuve que hacer un ensayo de quinientas palabras sobre la amabilidad y cuando leyó mi ensayo la mujer que estaba a cargo de los castigados esa maestra sustituta a la que le decían la Teta Operada me dijo que yo tenía un talento peculiar. Ella le dio mi ensayo a un maestro de inglés el señor Douglas-Roberts y él me invitó a una clase especial de creación pero me corrieron luego luego por silbar como un pájaro durante una cosa a la que le dicen ejercicio de escritura automática. No he escrito realmente nada en un buen rato así que espero que esta carta no me quede demasiado pinche.

Y bueno… estoy en un autobús de pasajeros y el chofer trae puesta una máscara de hockey. Es transparente en vez de blanca y se puede ver su piel toda pegajosa y apretada contra la máscara. Cuando subí dijo hola y su voz era débil y congestionada. Yo creo que tiene algo así como una infección en la cara y no puedo distinguir si es negro o mexicano.

Traigo puesta una sudadera que me encontré el otro día pero me gustaría tener algo un poco más calientito. Caray me siento de la fregada. Tengo escalofríos y debí haber comido algo pero tendré que esperar hasta la siguiente parada que haga el autobús para cargar gasolina y según me dijo el chofer será en algún lugar de Idaho.

P viví en Portland por cinco meses pero no sé cómo me siento al respecto. Probablemente no lo sepa en años porque así es esto ¿no? Uno empieza a sentir algo por un lugar hasta que se va de ahí. Es como con una chava o un perro como Sargento ese labrador negro que E llevó a casa después de un juego de beisbol. ¿Te acuerdas de cuando mamá se echó en reversa con el Olds y le pasó encima sin querer y de cómo chilló? Extraño a ese perro aunque sólo haya vivido con nosotros un verano. Recuerdo esa broma tuya en la que ponías mantequilla de cacahuate extra crujiente en el aspersor del patio de enfrente y él empezaba a lamerla y entonces prendías el aspersor y él no se detenía a pesar de que el agua estaba salpicando para todos lados y entonces él empezaba a sacar y meter la lengua que era bien rara llena de manchas y se ponía así todo loco y entonces tú hacías la voz de Fifty Cent y parecía que Sargento de veras estaba rapeando o algo así.

Para serte sincero nunca he tenido una novia que extrañar. He tenido ondas aquí y allá pero te estoy hablando básicamente de chavas que me la han jalado y ya. No quisiera sonar raro P pero en tu carta me dijiste que querías la verdad acerca de mis cosas incluso si es algo feo y créeme que se va a poner un poco feo. Más feo que mi letra toda escabullidiza (¿existe esa palabra escabullidiza?).

Todavía puedo sentir los efectos del cristal que nos metimos anoche este chavo Branson y yo. Fue la primera vez que probé el cristal e hizo que todo me supiera a aluminio así que no tuve ganas de comer nada y ahora me estoy cagando de hambre pero eso ya te lo había dicho ¿verdad? Para ser sincero P estoy tan nervioso que prácticamente puedo sentir mis huesos chocando bajo mi piel.

El camión huele muy feo como a moho y a mal aliento y a meados del baño y a desinfectante del que usan para tratar de tapar el olor a meados y el respaldo del asiento delante de mí tiene pegada una calcomanía que dice jobops.com que no sé por qué pero hace que el olor sea peor. Por la ventana el cielo está tan oscuro que es casi café como si un montón de pastores alemanes se hubieran quedado atorados ahí. Puedo imaginármelos gruñendo y amenazando con sus dientes amarillos a este mundo de mierda con todas sus decepciones. Eso es básicamente todo lo que puedo ver el cielo sombrío y la lluvia golpeando de lado el cristal y el Rose Garden haciéndose más y más chiquito a la distancia como un juguete abandonado.

A bordo del autobús sólo hay ocho personas y de ésas unas seis parecen dormidas con los ojos abiertos. Hay un tipo tres asientos delante de mí que está roncando tan fuerte que suena como si se estuviera ahogando en una fuente para pájaros y viene también una anciana negra que está llore y llore sobre una canasta de Pascua. Yo ni siquiera sé cuándo es Pascua. A lo mejor a la viejita simplemente le gusta andar cargando canastas de Pascua. A lo mejor traía algo en la canasta y lo perdió tal vez dinero o una foto de su mascota muerta. Trae puesta una gorra de baño rosa con florecitas amarillas y está sentada como cuatro filas delante de mí y su llanto suena como la risa de Santa Claus. Aunque estamos en marzo no dejo de pensar que va a voltear y a gritar “¡Feliz Navidad pinches idiotas!” como si hubiera estado acumulando toda su pena y su odio y este mugroso autobús fuera el único lugar donde pudiera desahogarse.

Caray desearía tener el iPod que el Gordo Larkin me dio. Terminé dándoselo a Branson. Es el chavo con el que me metí el cristal anoche. Él era mi mejor amigo en Portland y al que más voy a extrañar.

Yo robé como cincuenta iPods para el Gordo Larkin. Yo y este chavo Bobby Job éramos los ladrones de iPods del Gordo. Bobby Job tiene problemas emocionales y le gusta meterle lapiceros en el ano a los gatos especialmente a un gato que se llamaba Acrocat y que cuando maullaba sonaba como un taladro de dentista. El pobre animal estaba en los huesos y seguía a Bobby Job a todos lados bien leal porque luego le daba de comer pollo frito. Bobby Job acabó en el reformatorio juvenil de Yakima en Washington. Lo mandaron allá después de que un doberman le arrancó la cara de una mordida.

El Gordo Larkin tenía ladrones de iPods y ladrones de celulares y también estaba esta chavita que pasaba al restaurante Roxy y le llevaba al Gordo un smoothie de moras azules todos los días.

¡Caray P te encantaría el Roxy! Tiene todos estos pósters de películas como las de Tarantino y de otras donde sale Robert De Niro cuando era flaco como Taxi Driver y Calles peligrosas y el restaurante está lleno de drag queens y adictos y a nadie le importa. Es el tipo de lugar que te gustaría te lo juro.

Siento mucho si mi letra es difícil de leer pero escribir en un autobús no es tan fácil y por cierto acabo de releer algo de lo que escribí y me doy cuenta de que no estoy siguiendo las reglas ya sabes como de gramática y puntuación y comas. Espero que no sea mucho problema.

Yo creo que darme el iPod hizo que el Gordo Larkin se sintiera menos culpable de que Bobby Job se quedara sin cara. Te caería bien el Gordo Larkin P. Siempre dice lo que piensa y a lo mejor mató a algunas personas y probablemente una de ellas fue Norca su exesposa pero nadie lo sabe de cierto. Su apariencia es medio intimidante porque tiene algunos dientes de oro y su único ojo de repente se le va pero tiene otra cara como que le gustan los muñequitos de Star Wars y que no maltrata a los niños pequeños y que no come cerdo.

Él me daba veinte dólares por cada iPod. Yo les caía encima a corredores en el Forest Park que es este bosque con muchos senderos y montones de árboles. Me iba casi siempre sobre las señoras con cara de ser mamás o sobre gente gorda porque son los más fáciles de dejar inconscientes de un golpe. Todavía me veo muy chico para mi edad. No he crecido mucho desde la última vez que me viste que creo que fue en Navidad de hace cuatro años. Fue cuando te saliste del clóset y el Mayor te hizo quedarte en el Holiday Inn. Estoy un poco más alto que entonces pero apenas he de medir como uno sesenta y estoy bien flaco me podrías atravesar con un alfiler o aventarme bien fácil del techo de un edificio. Yo creo que algo anda mal con mis hormonas P. No me sorprendería si resultara que me falta una glándula. ¿Será que a lo mejor toda la mota que fumé en Cincinnati me hizo un daño permanente? Porque eso es lo que se gana uno cuando fuma mota ¿no? El chiste es que cuando andaba de ladrón tenía que ir sobre los muy débiles o los súper lentos.

Se me hace raro que no me sienta tan avergonzado de confesarte todas estas cosas P. ¿Quiere decir que soy sociópata? Una vez escuché que si no te dan pena las cosas malas que haces significa que estás loco. ¿Será que mi corazón tiene una infección o que cuando era bebé tuve alguna fiebre rara que mató parte de mi conciencia?

Luego de unas semanas tuve que dejar de ir al Forest Park porque los policías empezaron a darse sus vueltas por los senderos con sus bicis de montaña.

Las víctimas de mis robos jamás me vieron porque me escondía detrás de ellos y les pegaba en la nuca con un reloj despertador muy pesado que me volé cuando escapé de Buckner. Era el reloj de Torris mi compañero de cuarto y él lo compró en la tienda para cadetes. Es de metal y lleva puesto el sello de la Academia Militar Buckner y sus orillas son afiladas así que un buen golpe puede descontar fácilmente hasta a la persona más obesa.

Una vez le di a una mujer muy alta de manos muy grandes y venosas y cuando estaba desconectando su iPod vi que traía en el cuello una cadenita con una placa que decía que era diabética. Me sentí mal pero no creo que se haya muerto ni nada porque habría salido en el periódico. Tengo el reloj en mi morral de lona en una repisa arriba de mí aquí en el camión. Ya no sirve porque se me descompuso cuando robaba para el Gordo Larkin pero me siento más seguro trayéndolo.

Uno nunca sabe qué se va a encontrar P. Como todos los asesinos y violadores y secuestradores y pervertidos que tienen relaciones sexuales con animales o niños o con los dos o los raros que manejan por ahí encuerados pero con equipo de ésos que usan en las granjas. Hay muchas cosas de las que uno debe cuidarse. El Gordo Larkin decía que me iba a dar una pistola de ésas que dan toques que consiguió por internet pero nunca lo hizo. El Gordo Larkin tiene un sable de madera colgado en la pared atrás de su sofá y puede imitar secuencias de pelea de esta película de kung-fu que se llama Los cinco venenos mortales. Una vez me dejó cargarla y era más pesada de lo que parecía. Aunque el Gordo nunca estudió artes marciales él dice que tiene el equivalente de clase mundial. Definitivamente te habría caído bien P. Él no cree que Jesús haya sido blanco y dice que era egipcio o ruso o de Honduras o algo así.

Otra tanda de iPods la conseguí con esas chavitas flacas que rolaban en el Boliche Hollywood en la calle Halsey. La mayoría de ellas eran como de trece años y trataban de verse más grandes con su maquillaje como de videos de rap y sus jeans ajustados. Básicamente todo lo que hacían era ir de un lado al otro de las líneas de bolos y se mandaban mensajitos unas a otras y le tomaban fotos con el celular a los chavos negros del rumbo y entonces trataban de hablar como si supieran de C-Rayz Walz y Madlib y de coches tuneados y de contenta que es como le dicen a la oxicontina. La verdad es que casi todas ellas eran sólo unas putillas ricas de Lake Oswego y de Orenco Station y a la mayoría ni siquiera les había bajado la regla todavía y se ponían tan pedas con vodka y Gatorades que terminaban vomitando en los ceniceros y se olvidaban por completo de sus bolsas que luego yo me llevaba al baño para sacar sus iPods o nanos o iPhones y luego irme por la salida de servicio como si nunca hubiera estado ahí.

Durante un tiempo fui al boliche Hollywood todos los sábados por la noche pero entonces la gerencia empezó a poner letreros advirtiendo a los clientes que cuidaran sus porquerías así que obviamente alguien se quejó. En promedio sacaba tres o cuatro iPods en cada visita y la tercera semana conseguí siete además de un iPhone.

El Gordo Larkin los limpia con barniz para muebles y borra el disco duro y los vende por cien dólares en efectivo en el gabinete del fondo del Roxy. Él se queda con los iPhones pero te da cinco dólares extra si le llevas uno. El iPod que me dio tenía ochenta gigas y una pantalla de video a color y aquí viene la mejor parte. Traía cargado un montonal de punk rock tipo los Dropkick Murphys y los Dead Kennedys y The Clash y Minor Threat. P yo sé que gran parte de esta música ocurrió mucho antes de que yo naciera pero de todos modos me siento reflejado en ella gracias a lo que me enseñaste del rock and roll. De algún modo el Gordo Larkin se enteró de mis gustos musicales probablemente porque yo siempre estaba hablando de punk rock. Hasta empezó a decirme Punkzilla que es como terminó diciéndome todo mundo en Portland.

Hablando de Portland el clima ahí estaba del asco P. Nunca hacía sol por más de dos días seguidos. Últimamente no hay más que lluvia y este cielo café y feo así que probablemente fue un momento tan bueno como cualquier otro para irme. “Dirígete al norte durante una lluvia ruin chico” decía Branson todo el tiempo “Dirígete al norte y no mires atrás.”

Ir al norte habría significado ir a Washington y ahí no hay nada más que animales salvajes y ríos y gente desnuda cogiendo en los bosques pero yo sé que para Branson norte significa cualquier lado. Bien podía ir camino a México y si le preguntabas adónde iba te diría que estaba dirigiéndose al norte.

Branson era mi compañero de cuarto en Washington House y no creo que tuviera la menor idea de qué significaba ruin pero lo que acostumbraba era que si veía una palabra complicada en una revista o un periódico trataba de usarla conmigo como si yo fuera su analfabetillo de indias o algo así. Una vez me dijo que mi cabello se veía bizantino. Esto pasó cuando estábamos enfrente de la iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Garden Home Road mostrando el anuncio de nuestra colecta para April Yon y tratando de que pareciera de a de veras. Mi cabello había empezado a crecer y se estaba ondulando así que pensé que bizantino significaba rizado o algo así.

Más tarde esa noche busqué la palabra bizantino en el diccionario del Washington House Commons Room y decía algo del Imperio bizantino así que busqué Imperio bizantino y decía algo del Imperio romano y todo lo que pude imaginarme fue un montón de gente paseándose en togas dándose unos a otros uvas en la boca y teniendo orgasmos de estilo antiguo.

Mucho del dinero que ganamos Branson y yo fue gracias a nuestra colecta para April Yon. April Yon era una niñita a la que secuestraron en una librería y su foto apareció en la primera plana del periódico local y fue una noticia importante porque su padre es dueño como de la mitad del centro de Portland. El tipo se llama Caldwell Yon y se ve todo serio y sin sangre como si durmiera en un ataúd y un montón de gente pensó que quizá él había raptado a su propia hija o que a lo mejor la había vendido a una pandilla de motociclistas que hacía pornografía infantil pero nunca se probó nada. Él salía en la tele todo el tiempo y lloraba y se veía como un vampiro.

April Yon sólo tenía seis años y el periódico decía que alguien la había raptado mientras su mamá compraba un libro de cocina. En la foto del periódico April tenía ojos grandes y azules y brochecitos rosas en el pelo. Es el tipo de niña que no te puedes imaginar sucia. Su piel probablemente se limpia sola como uno de esos hornos.

Branson y yo hicimos un letrero con la foto del periódico y nos sentamos enfrente de Nuestra Señora de Fátima por unos ocho domingos seguidos y yo hacía sonar esta campanita de latón y Branson gritaba “¡COLECTA PARA APRIL YON! ¡LO QUE SEA SU VOLUNTAD! ¡AYUDEN A ENCONTRAR A APRIL YON!” Y hacíamos como que llorábamos y todos esos católicos nos daban un montón de monedas. Estoy seguro de que mamá habría sido una de las generosas pero el Mayor probablemente se habría seguido de largo sin hacernos caso.

Una vez un tipo en una de esas sillas de ruedas eléctricas donó doce dólares y le dio palmaditas a Branson en el hombro y le dijo que el Señor estaría orgulloso de nosotros. Así como “Dios Nuestro Señor estaría orgulloso de ustedes muchachos”. Y se fue en su silla con sus piernas flacas muertas.

Carajo me estoy dando cuenta en este momento de que mamá se enojaría un montón si se enterara de estas cosas. Casi puedo ver la cara triste que pone cuando está a punto de llorar. Seguro que debe estar bien preocupada por cómo desaparecí. Supongo que yo estaría así también si tuviera un hijo tan pinche retorcido como yo P. O sea ya sé que tengo TDA y que a lo mejor fumo demasiada mota y ya sé que me agarraron robándome ese aparato de DVD de la bodega de una tienda y que el Mayor me odia y que todo esto hace que yo sea como el enemigo público número uno y que merezco completamente que me hayan mandado a Buckner. Ya lo sé y está bien pero en el fondo me duele pensar que mamá puede estar sufriendo por mi culpa. De veras que sí P. Tanto que hasta me dan ganas de apachurrarme un dedo con el reloj despertador.

En fin volviendo a lo de la colecta para April Yon Branson y yo juntábamos como treinta dólares cada domingo. Una vez fueron cincuenta y siete y después de que pagamos la renta en Washington House que fueron veinticuatro cincuenta fuimos con Jenny la Liebre a que nos la jalara. El verdadero nombre de Jenny la Liebre es Jennifer Norris pero todo mundo le dice la Liebre porque tiene los dientes de enfrente súper salidos. Pero tiene cabello negro chino y ojos cafés muy grandes y su piel es bonita y del color de la leche y no tiene fuegos en la boca ni nada y te mira a los ojos cuando te la está jalando.

Una vez hizo que me viniera tan fuerte que grité ¡SOY UN MATÓN Y SOY BIEN CABRÓN! Te juro que grité eso P. Y aunque cuando me vengo no sale nada de todos modos siento como que me están electrocutando y haciendo cosquillas con una pluma y que me estoy cayendo de espaldas todo al mismo tiempo.

Jenny la Liebre tiene buen cuerpo y eso compensa lo de los dientes y a veces hasta se quita la playera para que le puedas mirar las tetas mientras te la jala y carajo nos dijo que iba a posar desnuda para una página de internet que se llama lostgirlslovelosers.com y Branson se sacó de onda muchísimo porque obviamente está enamorado de ella. Jenny nos dijo que iba a ganar como trescientos dólares por las fotos y es muy chistoso porque a Branson no le molesta si ella me la jala o se la jala a alguien más pero se pone como loco si ella empieza a hablar de eso de posar para un sitio web o si le dices Jenny la Liebre. Grita “¡Se llama Jenny!” Y yo le digo “¡Pero sus dientes parecen los de un pinche conejo B!” Y él me sale con “¡No digas estupideces Punkzilla!”

Una vez ella nos enseñó una cicatriz que tiene en una pierna de un día que se cortó en una resbaladilla. Me dejó tocarle la cicatriz gratis y cuando pasé el dedo por encima puso cara de estar ida. Se sentía como una crayola derretida. Si le arreglaran los dientes sería de lo más sexy pero no tiene dinero. Apenas tiene para pagar su renta en Washington House gracias al cheque de pensión por accidente de trabajo que recibe cada mes desde que se cayó en un gran contenedor de espinacas en la planta de verduras congeladas en la que trabajaba. Ella vive en el tercer piso y en su cuarto todo es morado por ejemplo las paredes y la alfombra y hasta las cortinas de la regadera del baño. Además tiene un montón de cabezas de muñecas en una repisa así alineadas una junto a otra y no tiene ni un libro sólo las cabezas de muñeca y algunas de ellas no tienen pelo y se ven como si fueran viejitos macabros.

Una vez después de que me la jaló le pregunté qué se supone que significan y me dijo que eran sus amigos especiales y cuando empezó a decirme sus nombres y la historia de cada una me di cuenta de que algo estaba realmente mal en su cabeza a lo mejor de niña no tomó vitaminas o tal vez se golpeó. Tiene una cabeza de muñeca que es de bebé y es negra y ella dice que se llama Chocolate Bill. Y dice “Chocolate Bill es del continente africano” y lo dice como si le estuviera hablando a un niño de cuatro años. Me dijo que a Chocolate Bill le gustaba correr entre los pastizales y hablarle a los elefantes y que lo que más le gustaba eran las galletas Oreo con un vaso de leche con chocolate y cuando me acerqué a verla de cerca me di cuenta de que había una galleta Oreo junto a la cabeza.

A veces Jenny la Liebre finge estar hablándole a alguien en su celular. Se lo pone junto a la oreja y empieza “Hola habla Jenny… ajá… ajá… pero yo no pedí ninguna alfombra de peluche color ciruela” y entonces cuelga y niega con la cabeza como si los de la tienda de alfombras estuvieran locos. Ella tiene veinticuatro años y no tiene papás y a pesar de que es un poquito lenta o que está jodida de la cabeza o lo que sea es una de las personas más buena onda que he conocido.

En tu carta me preguntas qué hice en Navidad y lo que hice fue que Branson y yo fuimos a la misa de la tarde en la misma iglesia en la que hacíamos lo de April Yon. Básicamente nos sentamos en un banco en la parte de atrás y Branson hizo como que sabía de qué iba la cosa y cuando todos se arrodillaban y decían amén y todo eso como que se esforzaba por hacerlo bien él también. Hasta tomó la comunión y no sé por qué pero yo también tomé la comunión pero no tuve que esforzarme mucho por todas esas veces que mamá nos mandó a Saint Rose a cantar las alabanzas y recitar las oraciones y dar limosna cuando pasaban las charolas. Uff la onda esa de la iglesia se me quedó bien grabada P. Ese tipo de cosas hace que me pregunte si será que nos hipnotizan más de lo que nos damos cuenta como cuando estamos en el supermercado o en los centros comerciales o en otros lugares a los que la gente va con ropa bonita y gasta dinero.

En la misa de Navidad el cura era un tipo de barba negra y la frente grasosa y parecía que era el suplente del cura oficial como si en realidad tuviera un trabajo distinto como de vendedor de cuchillos o algo así. No estoy seguro de por qué se me ocurrió eso. A lo mejor porque no parecía que estuviera de humor o que tuviera mucho espíritu navideño. Lo más raro es que cuando cantaba las fosas de su nariz se hacían bien grandes y sonaba como si estuviera gimiendo de placer casi como si estuviera haciendo algo sexual. No me gustó y odié estar ahí y me la pasé tratando de no ver al Cristo de la cruz porque su cara estaba empezando a perturbarme y hacia el final casi me fui pero no lo hice porque Branson estaba súper alucinado con los rituales católicos y con el sermón que por cierto yo ni escuché. ¿Será que él pensó que Jesús o Santa Claus o uno de esos héroes cristianos de cabello ondulado le iban a conceder un deseo o algo así?

Al final de la misa un coro de niños chiquitos cantó Adeste fideles y Branson cantaba con ellos a todo volumen. Fue muy raro cómo toda su personalidad cambió como que su dureza se evaporó y de pronto se veía como si tuviera seis años otra vez o algo así. Hasta pensé que se iba a quedar al final y a preguntar los requisitos para ser monaguillo.

Después de la iglesia regresamos al centro a pie y Branson estaba callado callado y le pregunté por qué estaba callado y me dijo que no estaba callado y le pregunté si la ida a la iglesia lo había puesto mal y me dijo “¿Será que A TI te puso mal?” le dije que no y me contestó “Deja de molestarme Zilla” y me miró con un odio animal en los ojos como si fuera un lobo en el bosque y respondí “No te estaba molestando un carajo” y entonces él me dijo “Seguro quieres una madriza”. Y después de eso no dijimos nada el resto del camino a casa y no nevó y fue una lástima sobre todo después de nuestra conversación rara o discusión o lo que haya sido. Como te decía hace rato casi todo el tiempo llueve en Portland así que no hubo blanca Navidad pero la gente de todos modos ponía árboles y podías verlos por las ventanas de sus salas todos encendidos cuando pasabas por ahí. Árboles y angelitos y copos de nieve de cartón pegados en las puertas de entrada y luces parpadeantes de diferentes colores.

Luego cuando pasamos por un poste de luz que tenía colgada una corona Branson dijo “Pinche Navidad” y se trepó al poste y arrancó la corona.

Después fuimos al cuarto de Jenny la Liebre y Branson le dio la corona y ella la colgó en la pared junto a su árbol artificial que medía menos de un metro de alto y que olía a tienda de alfombras pero que con todo se veía bonito. Branson y yo lo decoramos con palomitas de microondas y periódico picado y Jenny la Liebre acomodó sus cabezas de muñeca en las ramas y puso a Chocolate Bill en la punta como si fuera la estrella.

Entonces calentamos una pizza y nos emborrachamos con una botella de alcohol barato y nos sentamos en el sofá morado fumamos cigarros de clavo de olor y entonces Jenny la Liebre nos la jaló. Conmigo lo hizo con la izquierda y fue como si alguien más lo estuviera haciendo y cerré los ojos y me imaginé que era Cornelia Zenkich esa chava que vivía en la misma calle que nosotros más abajo. ¿Te acuerdas de que pasaba en su patineta enfrente de la casa? Te juro que a veces puedo olerla P como un arbusto silvestre o unas frambuesas. Me confunde esto de que el olor de una chava pueda perseguirte. ¿Te pasa a ti que de repente puedes oler la loción de Jorge o el olor de su cuerpo incluso si no está ahí o cuando es científicamente imposible que te llegue su olor porque está a media calle de donde estás tú o algo así? Probablemente no te acuerdas de Cornelia Zenkich porque ella estaba como en cuarto de primaria cuando te fuiste de casa. Es una chava rubia de ojos azul oscuro como de alien. Una vez la caché mirándome cuando yo estaba podando el pasto. Estaba podando con odio contra todo y probablemente estaba haciendo una jeta horrenda. Creo que tú ya estabas viviendo en Memphis y el Mayor me acababa de poner una buena por decir chingados en frente de mamá. Y Cornelia Zenkich estaba en la calle enfrente de nuestra casa y simplemente se paró ahí con su patineta que tenía en la parte de abajo todos esos grafitis japoneses. Y yo dejé de podar el pasto y como que me congelé y nos quedamos mirando uno al otro. Ella traía unos jeans cortados y una playera negra sin mangas y clarito sentí que ella quería saludarme o decirme un secreto pero no pasó nada.

Cuando estaba en Buckner le escribí y le pedí que fuera al baile de invierno conmigo pero ella no pudo por un motivo que hace que sienta náuseas P. Tantas náuseas que no puedo ni siquiera hablar de eso. De todos modos sólo pienso algunas veces en Cornelia Zenkich arriba de su patineta con sus piernas y su trasero tan bonito y sus pechos apretados contra la playera negra sin mangas y sus pezones rosas suavecitos con sabor a menta… y entonces empieza el olor de Cornelia Zenkich como envolviendo mi mente en una nube de placer. El chiste es que en eso estaba pensando cuando Jenny la Liebre me la jaló con la mano izquierda en Navidad.

Ella le dio a Branson una sudadera de capucha con un león. Decía Rey en la espalda y Branson la usaba casi todos los días. La usaba hasta para dormir y para ir al baño. La sudadera ya apestaba y ya tenía como nueve manchas pero a Branson le valió y se la siguió poniendo. Al final Gordo Larkin le compró una playera Diesel e hizo que Branson le entregara la sudadera con el león. “Déjala ir chavo. De todos modos tú no eres un rey no eres más que un pobre idiota” le dijo.

A mí Jenny la Liebre no me dio nada extra de Navidad pero quedé satisfecho con la jalada. Yo le di una lata de chocolates que me robé de una farmacia y nos los comimos como en diez minutos.

A Branson le di un encendedor chapado en plata que un viejito gay olvidó en una mesa en el Roxy. Cuando le aprietas un botón sale una flama silbante azul como de cohete.

“Muy agradecido güey” dijo Branson del encendedor “Muy agradecido Zilla”.

Branson me dio una navaja suiza que tiene tijeras y un montón de otras herramientas como una sierra miniatura y una como aguja que servía para la supervivencia. La navaja estaba padre pero Branson me la quitó cuando yo estaba dormido y se la dio al Gordo Larkin. Lo sé porque unos días después vi al Gordo usándola para limpiarse las uñas.

A Jenny la Liebre Branson le dio una toallita con el nombre de ella bordado y Jenny lloró. Le gustó muchísimo. Hubieras visto P. Sus dientes de enfrente parecieron mucho más de liebre tanto que pensé que iban a saltar y atacarme. La toallita era de color azul claro con el bordado en color morado y estoy casi seguro de que Branson lo mandó hacer especialmente en una tienda departamental. Ahora Jenny usa la toalla para quitarle el polvo a sus cabezas de muñeca y canta una canción medio macabra mientras lo hace. La canción dice Mis amigos son azules mis amigos son verdes mis amigos son más grandes de lo que parecen. Y dice más cosas pero nunca le he podido entender al resto porque sus dientes se atraviesan y le estorban.

A pesar de que vomité por haber comido tanto chocolate en Navidad en realidad no estuvo tan mal como yo esperaba. Fue muchísimo mejor que las navidades en Cincinnati cuando todo estaba tan tenso y mamá estaba tan confundida acerca de si iríamos o no a la misa de medianoche. También mejor que las navidades antes de que te fueras en las que ella siempre estaba molestándote con que adónde habías ido la noche anterior y con que si ibas a hacer que el Mayor se enojara cuando le decías que era un republicano amante de la guerra o que si E había tenido uno de sus dolores de cabeza o que si estaba preocupada de si había comprado suficiente comida y por qué nadie le ayudaba en la cocina.

La última Navidad en Cincinnati fui al sótano y me senté en el piso recargado contra la pared de cemento y me tomé tres antigripales y me puse a escuchar a los Dead Kennedys en tu iPod viejo mientras mamá lavaba los trastes y el Mayor daba de vueltas en la sala dándole un sermón a E acerca de la excelencia y la necesidad de tener metas y de mantenerse físicamente en forma. Caray ahora que lo pienso creo que tomaba un montón de antigripales. Gracias al cielo por los antigripales y por tu iPod P. No creo que hubiera podido sobrevivir sin esas dos cosas.