¿Quién sabe liberar a un dragón? - Paloma Sánchez Ibarzábal - E-Book

¿Quién sabe liberar a un dragón? E-Book

Paloma Sánchez Ibarzábal

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Beschreibung

Un dragón pasa los días triste y solitario entre las páginas de un cuento abandonado, aguardando a que alguien acuda a liberarle de su cautiverio. ¿Volverá el viejo dragón a entretener a algún niño? Un estupendo libro que reflexiona sobre las ilusiones y fantasías en la infancia.

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Seitenzahl: 24

Veröffentlichungsjahr: 2013

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Para mis sobrinos

Sergio, Daniel, Inés, Jaime, Rebeca y Javier,

Érase una vez un dragón atrapado en las páginas de un cuento viejo.

Más solo que la una estaba. Solo él y su cueva. Nadie más. Ni el sol de día, ni la luna de noche. Ni gente, ni otros dragones que le hicieran compañía. Ni nubes, ni lluvia, ni viento, ni nada de nada.

El dragón saltaba de una página a otra, como el que salta de un prado al prado de al lado, entre la niebla.

Pero no encontraba a nadie. Todos se habían marchado hacía mucho tiempo de ese cuento. De vez en cuando, tenía suerte y encontraba un zapato perdido, abandonado en el rincón de alguna página. Y el dragón pensaba: «Debió de pertenecer a algún campesino».

O encontraba un lazo rosado, sucio y medio roto.

«Debió de pertenecer a alguna muchacha», se decía el dragón.

Pero, aparte de esas pequeñas cosillas insignificantes, nadie le acompañaba en sus larguísimos días.

Hubo un tiempo en el que el cuento estuvo lleno de historias y dibujos preciosos: hermosas montañas, pueblos entrañables, cielos azulísimos, bosques sombríos, lagos cristalinos...

–¡Ay, aquellos tiempos felices! –se lamentaba el dragón cuando recordaba por las noches.

Y es que por las noches al dragón le entraba la nostalgia...

La nostalgia es el deseo de que las cosas vuelvan a ser como siempre fueron. Y todas las noches, el dragón deseaba que las páginas de aquel cuento volvieran a llenarse de personajes, de letras, de dibujos hermosos, y contaran juntos una historia. Como antes. Pero sabía que eso era imposible. Porque el tiempo... ¡nunca vuelve hacia atrás! Y entonces, esa nostalgia se le enredaba en su enorme corazón de dragón, como una hiedra venenosa, ahogándolo de pena.

Y el dragón, resoplando soledad en la entrada de su cueva, recordaba... Recordaba su propia historia de dragón terrible...

Era la suya una historia típica de dragones: con su Caballero Valiente, con los campesinos miedosos y brutos, con un niño amante de los dragones... ¡y hasta con un hada! Era... ¡era su historia!

Y por eso a él le parecía hermosa, aunque fuera una historia corriente de dragones.

... Él era un dragón joven entonces, recordó... Un dragón algo travieso, pero no malo. Intentaba hacer las cosas bien, pero a veces le salían mal..., ¡aunque siempre sin querer! Le gustaba la gente, pero se sentía muy solo allá en las altas montañas, donde estaba su cueva. Y por eso volaba cada día sobre el pueblo para ver qué hacían los campesinos. Él quería tener amigos para salir con ellos a jugar por el bosque.

¡Pero los campesinos le temían! Su cuerpo de dragón terrible les aterraba.

«Tengo que hacer algo bueno por la gente del pueblo –pensó el dragón–, algo que les demuestre que quiero ser su amigo.»

Así comenzaba el cuento, recordó.