Riesgos laborales - Rodrigo Finkelstein - E-Book

Riesgos laborales E-Book

Rodrigo Finkelstein

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Beschreibung

El cambio en los sistemas productivos, el avance del sector servicios y la feminización del empleo han llevado a la obsolescencia al modelo tradicional del riesgo. Detectar, medir y controlar los riesgos físicos, químicos y biológicos ya no es suficiente para establecer trabajos seguros y saludables. Las condiciones económicas actuales exigen una nueva forma de aproximarse a los riesgos del trabajo. En Riesgos laborales: una visión cultural, Rodrigo Finkelstein aborda las limitaciones de la administración positivista del riesgo, aquella susceptible a los sentidos físicos. Reconociendo la relación entre la organización social del trabajo y la ocurrencia de accidentes y enfermedades laborales, Finkelstein postula la necesidad de expandir la gestión del riesgo hacia la cultura organizacional y propone una visión cultural del riesgo, perspectiva que se orienta a la cultura de la organización como objeto de estudio e intervención. Mediante la observación y análisis de la cultura organizacional esta visión busca identificar las dimensiones específicas de la cultura que generan accidentes y enfermedades del trabajo. Finkelstein presenta, describe y analiza detalladamente once dimensiones culturales del riesgo, entre las cuales destacan las dimensiones de creencias, valores, normas, identidad, control, poder, demanda y liderazgo. Riesgos laborales: una visión cultural contribuye a la renovación teórica y práctica de aquellas profesiones que se despliegan en torno a la salud y a la seguridad en el trabajo. Se nutre de investigación científica interdisciplinaria e incorpora ejemplos de la realidad nacional obtenidos por la investigación realizada por el autor. Además, entrega un método práctico para detectar, identificar, analizar e interpretar las dimensiones culturales del riesgo en una organización.

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F499r

Finkelstein, Rodrigo.

Riesgos laborales: una visión cultural / Rodrigo Finkelstein.

1a. ed. – Santiago de Chile: Universitaria, 2018.

157 p.; 15,5 x 23 cm. – (Estudios)

Bibliografía: p. 155-157.

ISBN Impreso: 978-956-11-2599-5ISBN Digital: 978-956-11-2876-7

1. Riesgos laborales.

2. Prevención de accidentes.

3. Cultura corporativa.

I. t.

© 2018. RODRIGO FINKELSTEIN R.

Inscripción Nº 298.225. Santiago de Chile.

Derechos de edición reservados para todos los países por

© Editorial Uinversitaria, S.A.

Avda. Bernardo O‘Higgins 1050, Santiago de Chile

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada,

puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por

procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos,

incluidas las fotocopias, sin permiso escrito del editor.

Texto compuesto en tipografía Palatino 11/13

Imagen de portada

©ivector/shutterstock.com

Diagramación

Yenny Isla Rodríguez

Diseño de portada

Norma Díaz San Martín

Diagramación digital: ebooks [email protected]

A la memoria de mi madre Elena Ogueta

ÍNDICE

Agradecimientos

Prólogo

Introducción

Capítulo 1Visión Cultural: Fundamentos y características

La necesidad de una nueva visión del riesgo

Hacia una visión cultural del riesgo

Visión cultural del riesgo: definición y características

1.  Acercamiento local

2.  Cultura organizacional

3.  Interpretación de las personas

4.  Herramientas de investigación social

5.  Interpretación y explicación contextual

Visión cultural versus cultura de prevención

Epílogo

Capítulo 2Cultura Organizacional y Seguridad Laboral

¿Qué es la Cultura Organizacional?

Características principales

1.  En la mente pero fuera de la conciencia

2.  Prescribiendo sentimientos y comportamientos

3.  La fragmentación en subculturas

4.  El despliegue multidimensional

Impacto de la cultura organizacional en la salud y la seguridad laboral

Armonizando la cultura a las necesidades humanas

Epílogo

Capítulo 3Dimensiones Culturales del Riesgo

¿Qué son las dimensiones culturales del riesgo?

Dimensión de demanda

Dimensión de control y autonomía

Dimensión de retribución

Dimensión de relaciones sociales

Dimensión de liderazgo

Dimensión de normas

Dimensión de poder y autoridad

Dimensión de valores

Dimensión de creencias

Dimensión de justicia y equidad

Dimensión de identidad

Epílogo

Capítulo 4Paradigmas

Aproximación desde la subjetividad

¿Qué es un paradigma?

Prevención tradicional: una disciplina positivista

1.  La realidad como hechos objetivos

2.  Comprensión como observación y descripción de un hecho

3.  La verdad como algo universal

4.  La realidad como números

Principales rasgos de la prevencion tradicional

Visión cultural del riesgo: una mirada interpretativa

1.  La realidad como construcción social

2.  Comprensión como la interpretación de un hecho

3.  La verdad como algo relativo y local

4.  La realidad es más que números

Principales rasgos de una visión cultural del riesgo

Epílogo

Capítulo 5Diagnóstico cultural del riesgo

¿Qué es un diagnóstico cultural del riesgo?

Marco teórico

Objetivo de un diagnóstico cultural del riesgo

Operacionalización

Desarrollo de la muestra

Recolección de información

1.  Observación (participante y no participante)

2.  Entrevistas semiestructuradas

3.  Entrevistas grupales

4.  Cuestionarios (uso desaconsejado)

Análisis e interpretación de datos

1.  Cómo analizar la información

2.  Cómo interpretar la información

Informe: presentación de resultados

1.  Diagrama conceptual

2.  Diagrama de Venn

3.  Taxonomías

4.  Narración temática y colección de citas

5.  Diagrama de red causal

Epílogo

Bibliografía

AGRADECIMIENTOS

Mis mayores agradecimientos a mi amiga y colega Fabiola Salas, por sus críticas, sugerencias, y sobre todo por su esfuerzo y dedicación en sacar adelante la publicación de este libro, y que hoy se encuentra impreso y distribuido gracias a ella, quien se ocupó de cada detalle mientras yo me encontraba finalizando mis estudios de Doctorado en Canadá. También deseo agradecer a Juan Pablo Toro, tanto por revisar los primeros manuscritos y darme el aliento inicial para publicarlos, como por asumir la tarea de escribir el prólogo a pesar de disponer de tiempos muy ajustados. Agradezco especialmente a Jaime Peirano, Gerente de Mutual Asesorías, por creer en este proyecto y apoyar a su financiamiento mediante la adquisición de ejemplares. Un sincero agradecimiento a Sofía Vargas por sus comentarios y sugerencias a varias secciones del libro. Doy también gracias al equipo técnico y administrativo de Editorial Universitaria por hacer de la publicación un proceso fluido, sencillo y amable. Finalmente, agradezco a la vida el haberme regalado dos años de paz y tranquilidad para escribir este libro en la ciudad de Vancouver.

Rodrigo Finkelstein

Vancouver, 17 de Septiembre, 2018

PRÓLOGO

Con este libro Rodrigo Finkelstein se compromete en una tarea compleja y desafiante, como es la de proponer un paradigma distinto al modelo en uso para el abordaje de la salud y la seguridad en el trabajo. Su aseveración inicial es que el concepto del riesgo laboral que se desarrolló en pleno auge del modelo de desarrollo industrial, y que prevalece hasta ahora, está obsoleto. Las complejas transformaciones del trabajo que han venido de la mano de la utilización de las nuevas tecnologías, del incremento de la participación femenina en la fuerza de trabajo, y del crecimiento del sector servicios, entre otras mutaciones experimentadas desde las últimas décadas del siglo ::, obligan, según Finkelstein, a repensar el concepto mismo del riesgo y sus supuestos fundantes a fin de adecuar la prevención y la intervención a las demandas actuales.

La propuesta de Finkelstein es hacer una descripción y una argumentada crítica a lo que él denomina “paradigma tradicional” en la prevención de riesgos laborales. Se trata, nos dice, de una perspectiva profundamente enraizada en una epistemología positivista, objetiva y cuantitativa, en extremo funcional a los propósitos productivistas, que invisibiliza o desatiende los aspectos subjetivos y culturales que se juegan en el entorno laboral, siendo estos últimos tanto o más importantes a la hora de prevenir eficazmente los riesgos laborales.

Sobre este punto de partida elabora una crítica y una propuesta alternativa no meramente basada en la amplia literatura que tiene a la vista, sino en su propio conocimiento y experiencia en terreno sobre los temas que aborda. Para desplegar su crítica hace uso de su práctica como analista, de los hallazgos que derivan de ella y de la convicción que se ha forjado respecto de las limitaciones del modelo y de los procedimientos en uso en cuanto a la efectividad de las medidas preventivas que se pueden llevar a cabo desde esa perspectiva, que opera como un marco implícito y, por defecto, sin opciones alternativas.

La clave para generar una nueva visión del riesgo está en ampliar la mirada restringida que se ha tenido sobre los factores desencadenantes de los accidentes y de las enfermedades ocupacionales, la que ha quedado anclada en una noción estrecha y limitada. Se trata de avanzar hacia una visión que incorpore en el análisis, en forma central, los determinantes sociales y culturales. Las nuevas condiciones en que se despliega el trabajo hacen imprescindible considerar los riesgos derivados de las nuevas formas en que se organiza y se diseña, aspectos que no han sido advertidos ni menos controlados por la visión tradicional.

El gran valor del texto es que Finkelstein no se da por satisfecho con la mera enunciación de las carencias que tiene el modelo tradicional del riesgo y con su contraparte, la identificación de las fortalezas de la visión cultural y social que propone, sino que presenta el marco conceptual que sostiene su propuesta y, más relevante aún, desglosa con detalle los pasos metodológicos para llevar a cabo su propuesta metodológica, el Diagnóstico Cultural del Riesgo (DCR).

La apelación de Finkelstein es a sustituir el modelo de riesgo y prevención prevaleciente, de naturaleza epistemológica positivista y de perspectiva nomotética, funcionalista y managerial por una perspectiva cultural socioantropológica en la que el riesgo y el accidente no pueden ser entendidos en una relación causal determinista mecánica y simple, explicada sobre la base de leyes generales y que termina por responsabilizar individualmente al trabajador. Una visión cultural del riesgo debe considerar, más bien, un acercamiento situado, de naturaleza ideográfica que, a través de técnicas de investigación social, preste atención a los testimonios que entregan las personas involucradas en reportes directos de su propia voz, que permitan desarrollar un análisis interpretativo, explicativo y contextualizado del incidente o del entorno laboral en cuestión. Como se comprende, la tarea que propone Finkelstein supone un cambio radical en la forma cómo se administran la salud y la seguridad en el trabajo, esto es, la manera cómo se concibe y cómo deben analizarse el riesgo y sus determinantes y, por ende, cómo se interviene con propósitos preventivos. Finkelstein nos dice que las políticas y procedimientos actuales están marcados por una concepción que describe y prescribe comportamientos en forma simplista, amparada por las necesidades que emanan de una perspectiva centrada esencialmente en el logro de objetivos de producción que terminan descuidando a las personas. Por el contrario, una efectiva atención a la salud y a la seguridad de los miembros de la organización para evitar accidentes, enfermedades y el malestar de los trabajadores requiere de un esfuerzo de las empresas e instituciones que se oriente a armonizar las exigencias que plantea la eficiencia con las necesidades de sus miembros, para lo cual es ineludible la superación de la perspectiva individualista tradicional y atender a la cultura organizacional, más específicamente a las dimensiones culturales del riesgo que el autor enumera y detalla. Asumir este enfoque supone compartir los presupuestos de una epistemología constructivista alternativa a la visión tradicional, con una postura ideográfica y métodos y técnicas cualitativas e interpretativas para rendir cuenta del riesgo.

El tratamiento de las dimensiones culturales del riesgo constituye un aspecto central del texto; ellas configuran el modelo que ha generado Finkelstein para llevar a cabo el DCR. Corresponden, por una parte, a componentes de la organización del trabajo reconocidos ampliamente en la literatura como factores de riesgo psicosocial (por ejemplo demandas del trabajo, control sobre la tarea y autonomía, retribuciones). Estos se complementan, por otra parte, con dimensiones que han sido reconocidas por distintos marcos teóricos como componentes de la cultura organizacional (por ejemplo valores y creencias).

Las once dimensiones que componen su modelo tienen distinta naturaleza: algunas pueden ser objetivas y materiales así como otras pueden manifestarse solo a nivel subjetivo y ser inconscientes, por lo cual su develamiento requerirá la voz de los actores de la organización que interpreten y den sentido a las condiciones de su trabajo y a las situaciones en estudio. El análisis de cada una de ellas y de sus interrelaciones aportará a un Diagnóstico Cultural del Riesgo, que debe construirse sobre la base de técnicas que superan la “barrera infranqueable” del paradigma tradicional, limitado a evaluar riesgos objetivos sobre la base de descripciones y prescripciones simples o dicotómicas, como es el caso de conceptos tales como “acción insegura” o “condición insegura”. El DCR, por el contrario, utiliza métodos cualitativos y técnicas como la observación en terreno y entrevistas semiestructuradas individuales y grupales para obtener información que acepta la complejidad del fenómeno estudiado. Estas técnicas de recolección de información aportan material de análisis e interpretación que permitirán construir un “mapa cultural del riesgo”, de índole comprensiva y narrativa.

Como se planteaba al inicio de esta presentación, el cambio paradigmático que propone este texto está lejos de ser inocuo. Propone un gran desafío, cual es el de optar por una salud y seguridad en el trabajo que se proponga prevenir adaptando las condiciones de trabajo a las necesidades humanas. Su foco de intervención no es el individuo sino la organización y su cultura, ya que considera que los riesgos más que objetivos son intersubjetivos, y que la perspectiva del experto debe ser reemplazada o al menos complementada por la de los miembros de la organización.

¿Quién es el destinatario del texto? No es principalmente el profesional de las ciencias sociales ni el académico o investigador del área, quienes probablemente están más familiarizados con las cuestiones que derivan de los cambios paradigmáticos en las ciencias a los que Finkelstein dedica un capítulo. El receptor imaginado es, a mi juicio, fundamental y primeramente, el profesional de la prevención de riesgos, es la empresa o institución donde se desempeña, así como, en nuestro país, son los organismos administradores del seguro de la ley 16.744, las instituciones privadas y públicas que velan por la salud y seguridad en el trabajo y aquellas que, más centralmente desde el Estado, diseñan y ejecutan políticas de prevención en el ámbito de la salud y seguridad de los trabajadores. Por cierto, el texto desafía la institucionalidad sobre la prevención de riesgos y enfermedades profesionales, obliga a repensar prácticas, normas y regulaciones que por habituales y burocratizadas parecen incuestionables y, por tanto, su crítica podrá resultar incómoda; pero eso mismo lo convierte en un valioso agente perturbador del statu quo, en un potencial agente de cambio. Que los actores del sistema conozcan y reflexionen sobre esta perspectiva es un primer paso que permite imaginar que en un horizonte de mediano o largo plazo lleguen a incorporarse algunas de las prácticas de diagnóstico que se sugieren aquí ¿Qué viabilidad tiene el diagnóstico cultural del riesgo en nuestro medio? La introducción de una forma distinta de pensar y actuar en torno al riesgo se encontrará con distintos obstáculos, siendo probablemente los más relevantes las objeciones de índole económica, por los mayores costos directos e indirectos que implica la aproximación cualitativa. Por naturaleza, esta debe ser situada, específica a la organización o al área indagada; demanda la participación activa de los actores involucrados, oír su palabra, y culmina en informes de estilo narrativo, extensos y detallados. Todo esto resulta más costoso que los procedimientos estandarizados y rutinarios en curso, lo que puede inhibir su aplicación. Esas objeciones el autor las reconoce, y frente a ellas esgrime como contraargumento uno de los puntos de partida centrales del texto, la urgencia de un cambio de paradigma ante el estancamiento de los éxitos iniciales que mostró el enfoque tradicional de la prevención de riesgos, y la obsolescencia que exhiben sus instrumentos de acción. Por su parte, el informe de riesgos derivado de un DCR supone una segunda dificultad y eventual fuente de resistencia al cambio. Esta dice relación con la capacidad que puedan tener los equipos de prevención y salud ocupacional, acostumbrados y expertos en derivar pautas de acción a partir de la sistematización de datos cuantitativos, a interpretar informes cualitativos y complejos y a derivar formas de intervención con foco organizacional y holístico, más que individual y atomístico, y cultural más que procedimental. Desde este punto de vista, este libro viene a aportar a una reflexión y discusión sobre cambios paradigmáticos que no son completamente ajenos y que están instalándose progresivamente en nuestro medio en torno a la intervención en el ámbito de la salud y seguridad de los trabajadores.

Efectivamente, la reciente puesta en marcha de una política pública que obliga a empresas e instituciones a atender los riesgos psicosociales ha permitido constatar la dificultad que han tenido los profesionales actuantes en el área, así como las empresas e instituciones, para adecuarse a la incorporación de un nuevo campo de riesgos a su gestión cotidiana. Unos protocolos, técnicas y procedimientos de prevención e intervención ya consolidados, diseñados para hacer frente a factores de riesgo físico-ambiental –riesgos objetivos y materiales, como los define el autor de este libro–, se encuentran con la dificultad de incorporar a sus repertorios unos riesgos nuevos –inmateriales y subjetivos–, para los cuales el paradigma en uso, objetivista y cuantitativo, parece no adecuarse. Así entonces, la propuesta de Finkelstein que, muy en síntesis, quiere reemplazar o complementar la mirada ingenieril y managerial sobre la prevención de riesgos con una mirada proveniente de las ciencias humanas, cae en un terreno que, queremos creer, se ha vuelto más fértil. Con todo, la viabilidad del modelo que se propone aquí dependerá, como siempre ocurre con las innovaciones, de la superación de las resistencias iniciales por vía de una aproximación educativa y paso a paso a las novedades que trae consigo, entre las cuales resalta como central la reconceptualización del riesgo y de sus determinantes. A este propósito colaborará el desarrollo de experiencias piloto que puedan ser documentadas y que vayan aportando evidencia que respalde las ventajas del paradigma cultural complejo tanto para el bienestar y la salud de los trabajadores como para la eficacia organizacional.

Juan Pablo Toro

Programa de Estudios Psicosociales del Trabajo

Universidad Diego Portales

INTRODUCCIÓN

Este libro es fruto tanto de mi experiencia profesional en el sistema mutual chileno como de la revisión bibliográfica y teórica interdisciplinar. Mi experiencia se remonta al año 2009, cuando junto a Fabiola Salas comenzamos a explorar nuevas formas de hacer prevención de riesgos al tiempo que cumplíamos nuestras tareas como funcionarios en una Mutual de Seguridad. Como suele suceder en este tipo de emprendimientos, nuestras tareas habituales pasaron rápidamente a segundo plano y la exploración se transformó en nuestra actividad principal. Con Fabiola pretendíamos desarrollar un nuevo modelo para avanzar más allá de la visión tradicional del riesgo, aquella centrada en controlar los riesgos de origen físico, químico y biológico. Viniendo ambos de las ciencias sociales, nos pareció apropiado orientar nuestro proyecto hacia los factores sociales y culturales de las organizaciones. Era evidente para nosotros que aquellos factores constituían un punto ciego del sistema mutual.

Sin tener mucha claridad comenzamos a realizar investigaciones en las empresas con el propósito de detectar los riesgos organizacionales, entendiendo por ellos los factores sociales y culturales que influyen negativamente en la salud y seguridad de las personas en el trabajo. Basados en una mirada antropológica operacionalizamos la cultura organizacional como el conjunto de elementos cuya función es orientar el comportamiento de las personas y nos afanamos en encontrar aquellos factores culturales de riesgo en las empresas. Mediante entrevistas semiestructuradas, entrevistas grupales y observación participante en las faenas, levantábamos información de los distintos segmentos –operarios, mandos medios, gerentes– de una organización. Una vez que toda la información era recolectada procedíamos a transcribirla y analizarla con un software especializado para el análisis de grandes volúmenes de datos. A partir en un proceso lógico deductivo identificábamos el nivel conceptual de cada dimensión cultural del riesgo para luego ordenar, agrupar y clasificar los datos recolectados. El proceso de análisis basado en la desagregación de la información en unidades menores como subdimensiones, factores y variables nos permitía identificar con bastante precisión y confianza las dimensiones culturales del riesgo en una organización. Vistos en la necesidad de crear nuestro propio lenguaje comenzamos a llamar a este tipo de estudio ‘diagnóstico cultural del riesgo’.

Por un periodo de cinco años junto a Fabiola logramos realizar una serie de diagnósticos culturales del riesgo en empresas de los rubros minería, manufactura, finanzas y servicios, entre otros. Esta serie de estudios realizados constituye mayoritariamente el componente experiencial de este trabajo. Ahora bien, digo mayoritariamente porque asimismo mis diez años de experiencia profesional en una Mutual de Seguridad también se hacen presentes en esta obra mediante mis observaciones personales.

Sin embargo la experiencia no lo resuelve todo. No basta la experiencia para hacer sentido y comprender en profundidad los fenómenos de la realidad social. La teoría es imprescindible. Sin ella solo se accede a un mundo de apariencias, donde los eventos se tornan autónomos y autoexplicativos. Al respecto, la teoría es el otro componente esencial de este libro. Esta dimensión es el resultado de una revisión bibliográfica y teórica interdisciplinar extensa. Por un lapso aproximado de dos años tuve la fortuna de disponer de los recursos necesarios para abocarme a esta tarea durante los inicios de mi estadía en Canadá. Bajo marcos teóricos de diversas disciplinas y categorías conceptuales muy variadas es que aquí selecciono, ordeno, agrupo y doy sentido al conocimiento proveniente tanto de los estudios realizados como de mi experiencia profesional en general. Ahora, es importante mencionar que este texto más que una narración experiencial apoyada por teoría no es sino lo opuesto, una visión teórica apoyada por narraciones, descripciones y observaciones obtenidas de la experiencia. Para ser claro, la experiencia queda subordinada a la teoría en su capacidad analítica, explicativa y expositiva. Este libro pretende entregar una visión teórica apoyada por la experiencia. Este camino, que muchos con justa razón criticarán como árido, complejo y excesivamente académico, es, a mi parecer, necesario e ineludible. No solo permite salir de lo particular, específico y anecdótico de los estudios realizados y de mi experiencia personal, sino entregar una mirada coherente, profunda y científica para avanzar más allá de la prevención de riesgos tradicional y proveer de las herramientas necesarias para implementar una prevención de tipo cultural.

Habiendo aclarado el componente experiencial y teórico, particularmente la subordinación del primero al segundo, es posible adentrarse en el contenido mismo. Este libro introduce la necesidad de expandir la forma de administrar los riesgos del trabajo más allá de los tradicionales riesgos materiales. Su propósito es entregar una mirada amplia e integral en el abordaje de aquellos riesgos de origen social y cultural. Concretamente, provee de los conceptos, categorías, presunciones, teorías y herramientas de investigación social para gestionar los riesgos laborales desde la cultura organizacional. Esta visión en la administración de los riesgos culturales y sociales, que sintéticamente llamo visión cultural, comprende tanto los elementos sociales de la organización del trabajo como aquellos factores simbólicos en forma de valores, identidades y creencias que orientan el comportamiento de las personas en el trabajo. Aborda por un lado factores de la cultura organizacional como el liderazgo, las relaciones sociales, la autonomía, el control y el nivel de demanda, así como las creencias, los valores instrumentales y las identidades laborales en su incidencia sobre los accidentes y las enfermedades del trabajo. Además esta visión propone la utilización de un paradigma interpretativo como un nuevo paradigma para administrar los riesgos laborales, el cual permite orientar la prevención de riesgos a la realidad intersubjetiva mediante la incorporación de la perspectiva de los miembros de una organización.

El primer capítulo presenta el nuevo contexto del riesgo laboral y la dificultad de la prevención de riesgos tradicional en su tarea de reducir accidentes y enfermedades del trabajo. Se exhibe la incapacidad de la visión tradicional en proporcionar respuestas adecuadas a los nuevos riesgos que emergen a causa de las transformaciones económicas y sociales del país, como la extensión de los procesos productivos a nuevas formas tecnológicas, el avance del sector servicios y la feminización del empleo. Luego se plantea y esboza la necesidad de disponer de un nuevo modelo para administrar los riesgos del trabajo, un modelo de riesgos que permita administrar los accidentes y las enfermedades laborales que derivan de la organización social del trabajo. Se entrega una completa presentación de los fundamentos, definiciones y características principales de una visión cultural del riesgo en su tarea de gestionar aquellos riesgos laborales que tienen relación con la forma en que el trabajo se diseña, organiza, distribuye y supervisa.

El capítulo segundo se adentra en el profundo, complejo y poderoso fenómeno de la cultura organizacional en su impacto sobre la salud y la seguridad de los miembros de una organización. El relato comienza con una definición funcional sobre la cultura organizacional, para luego extenderse a las características primordiales del fenómeno cultural, tales como su capacidad de prescribir pensamientos, emociones y acciones; fragmentarse en variadas subculturas y desplegarse de forma multidimensional. La exposición de las características de la cultura organizacional va acompañada de explicaciones y ejemplos relacionados con la salud y la seguridad laboral, proveyendo una comprensión integral sobre la relación entre la cultura y el bienestar físico, mental y emocional de las personas. Finalmente se presenta el conflicto raíz entre la cultura organizacional y la salud y seguridad de los miembros de una organización, explicando el porqué toda cultura organizacional que no adapta o ajusta las demandas del trabajo a las necesidades de las personas está condenada a generar accidentes, enfermedades y malestar en el trabajo.

En el tercer capítulo se definen, describen y explican de manera amplia y detallada las dimensiones culturales del riesgo, aquellos ámbitos específicos de la cultura organizacional que inciden en la generación de accidentes y enfermedades del trabajo. Esta sección abarca de manera profunda e individualizada la totalidad de once dimensiones, cada una con al menos un ejemplo que ilustra la forma particular en que cada dimensión se despliega en una organización afectando la salud y la seguridad de sus miembros. Incluye la dimensión de demanda, de control y autonomía, de retribución, de relaciones sociales, de liderazgo, de normas, de poder y autoridad, de valores, de creencias, de equidad y de identidad. Este capítulo permite comprender con exactitud la manera en que las diferentes dimensiones de la cultura organizacional inciden en la producción de accidentes y enfermedades laborales. Al final de esta sección se exponen los desafíos que las dimensiones culturales del riesgo imponen para su administración, evidenciando la necesidad de contar con un nuevo paradigma de observación, uno que tome en cuenta la subjetividad de los miembros de una organización.

El capítulo cuarto es sin duda el más árido y abstracto, por cuanto se sumerge teóricamente en los paradigmas, modelos de pensamiento que indican qué es la realidad, cómo se puede acceder a ella y cómo conducir la observación e interpretación. Comienza con una definición general de paradigma para inmediatamente emprender la descripción del paradigma base de la prevención tradicional: el positivismo. Se enumeran y describen de forma detallada las presunciones básicas del positivismo y la manera en que estas han moldeado desde sus inicios la actividad de prevención de riesgos. Aborda cómo la prevención tradicional se ha desarrollado basada en la presunción que la realidad está compuesta por hechos objetivos, que la comprensión de aquellos hechos depende de la observación rigurosa, que la verdad es algo universal y generalizable, y que los datos de la realidad pueden reducirse a números. Luego se introduce el paradigma interpretativo, paradigma necesario para administrar las dimensiones culturales del riesgo en una organización. En este capítulo se exponen los criterios principales que caracterizan un paradigma interpretativo y se describe su aplicación en prevención, particularmente en la manera de conducir la observación, recolectar los datos e interpretarlos. Puntualiza que una prevención basada en el paradigma interpretativo debe acercarse a la realidad como un fenómeno socialmente construido, donde la comprensión de los hechos depende de las interpretaciones, la verdad es relativa y local, y donde la realidad no puede reducirse solo a números. Finalmente se presenta una tabla resumen con las principales diferencias entre ambos paradigmas en su aplicación a la prevención de riesgos, incluyendo factores tales como la orientación general, la perspectiva de análisis, el tipo de explicaciones, los niveles de intervención y el foco de intervención.

En el capítulo quinto y final se explica de manera detallada y secuencial cómo realizar un diagnóstico cultural del riesgo, esto es, un diagnóstico que permite detectar, identificar, analizar e interpretar las dimensiones de la cultura organizacional que inciden en la producción de accidentes y enfermedades laborales. La sección comienza con la definición de un diagnóstico cultural del riesgo y los objetivos que comprende un diagnóstico de este tipo. Más adelante se detalla la operacionalización, proceso que explicita la manera en que las dimensiones culturales se miden, y se especifica la forma de desarrollar la muestra, esto es, la selección del conjunto de personas que representará la población en estudio. Luego se aborda la manera en que se debe realizar la recolección de información, etapa cuyo fin es proveer de un importante volumen de datos para detectar e identificar las dimensiones culturales del riesgo. Una vez descrita la recolección de información se presenta la etapa de análisis e interpretación, proceso que permite ordenar, clasificar y dar significado al conjunto de datos recolectados para poder desarrollar los resultados. Finalmente se entregan las estrategias expositivas para confeccionar un informe y presentar los resultados como un cuerpo de conocimiento inteligible, integrado y completo.

Capítulo 1Visión Cultural:Fundamentos y características

La necesidad de una nueva visión del riesgo

Desde hace 60 años que en salud y seguridad laboral perdura y prevalece una visión positivista del riesgo. Esta perspectiva, que centra su atención sobre los riesgos laborales de origen físico, químico y biológico, se instaura en el país a fines de los años 1950 con el nacimiento de las Mutuales de Seguridad, instituciones privadas creadas con el objetivo de entregar prestaciones médicas, prestaciones económicas y administrar los riesgos del trabajo. Bajo el alero de la Asociación de Industriales de Valparaíso nace en 1957 la primera mutual, el Instituto de Seguridad del Trabajo. A su vez, la Sociedad de Fomento Fabril funda en 1958 la Asociación Chilena de Seguridad. Siguiendo con el ejemplo, la Cámara Chilena de la Construcción erige en 1966 una tercera mutual, la Mutual de Seguridad. En 1968 el estado chileno hace obligatoria la contratación del seguro contra accidentes y enfermedades del trabajo –Ley 16.744– y permite a las mutuales privadas continuar con su funcionamiento a la par con el sistema estatal1. Marcadas por el modelo biomédico y las exigencias de la Ley 16.744, las mutuales comienzan a buscar la relación causa-efecto entre el agente de riesgo y la lesión o la patología laboral2. Los peligros físicos generados por los sistemas productivos anclados en energía mecánica y química comienzan a ser detectados, medidos y controlados para reducir los accidentes y las enfermedades del trabajo. Dentro de este escenario industrial nace la prevención de riesgos, disciplina que se aboca por completo al control de los riesgos tangibles mediante los paradigmas, postulados y orientación de las ciencias ingenieriles. En este contexto hace su aparición la seguridad industrial con sus diagnósticos de infraestructura, equipos y procesos, programas de prevención de incendios y planes de emergencia y evacuación. Asimismo, se implementan los clásicos programas de identificación y uso de elementos de protección personal con el fin de proteger el cuerpo del trabajador ante la probabilidad de impacto de partículas, golpes, cortes y atrapamientos. Con el transcurso de los años la higiene industrial irrumpe con sus programas de medición de exposición a agentes contaminantes, evaluación de calidad del aire, detección de ruido industrial y control de vibraciones. De esta manera se desarrollan en el país una institucionalidad y una serie de prácticas con el fin de proteger al trabajador frente a los agentes de riesgo físico, químico y biológico.

Este modelo material en la administración de los riesgos laborales, que durante sus primeros años permitió un vigoroso avance en salud y seguridad laboral, ha comenzado a dar signos de fatiga y agotamiento. En esta última década el modelo material no ha logrado reproducir sus asombrosos éxitos iniciales. El control de los peligros físicos de los sistemas productivos anclados en energía mecánica y química se ha vuelto ineficaz en su tarea de reducir los accidentes y las enfermedades del trabajo. Los tradicionales programas de prevención abocados al riesgo material tampoco logran satisfacer las necesidades emergentes en salud y seguridad que la fuerza laboral actualmente experimenta.

Al respecto, las estadísticas de salud y seguridad son reveladoras. Si bien la tasa de accidentes se ha mantenido en general en descenso, los indicadores específicos han comenzado a emitir señales preocupantes. En la década 2007-2016 los accidentes por cada 100 trabajadores han disminuido en promedio 5,6% al año3. Sin embargo los días de tratamiento promedio por accidentes del trabajo han aumentado desde 14 días en 2007 hasta 19,6 días en 2016, un incremento porcentual de 40%, lo que evidencia que la severidad de los accidentes ha ido en franco avance4. Por otro lado, si se toma en cuenta el incremento porcentual en el número de denuncias calificadas como accidentes comunes en el periodo 2012-2016 –aproximadamente un 30%5– se puede apreciar que el descenso en la tasa de accidentes del trabajo se encuentra relacionado con la reducción de las denuncias calificadas como accidentes laborales. Al respecto, la subcalificación de accidentes del trabajo es un fenómeno conocido pero no objetivado aun en su capacidad de distorsionar las tasas de accidentes del trabajo6.

En relación con los accidentes del trayecto la situación es bastante similar. Aun cuando el número de accidentes de trayecto por cada 100 trabajadores sigue sin mayor variación durante la década 2007-2016, el promedio de días perdidos por accidentes de trayecto ha aumentado un 48%, desde 17,3 en 2007 a 25,6 en 20167. En cuanto a los fallecidos por accidentes de trayecto, el número de fatalidades por cada 100.000 trabajadores aumentó de 2,5 en 2012 a 3,1 en 2016, dando cuenta de un desempeño negativo8.

Finalmente, si se observa qué ha sucedido con las enfermedades de origen laboral el panorama resulta incluso menos alentador. Estas prácticamente no han cedido en estos últimos 10 años. En el año 2007 la tasa de enfermedades laborales se situó en 0,16 mientras que en el año 2016 disminuyó tan solo a 0,159. Una variación insignificante para el periodo de una década. Sin embargo el promedio de días perdidos por enfermedades en el periodo 2007-2016 aumentó en un alarmante 92%10. De 26 días promedio en 2007 se pasó a 51 días promedio en 201611. Si adicionalmente se contabiliza que durante el periodo de 2012-2016 se calificó menos de 30% de las denuncias como de origen laboral12, la situación es bastante preocupante. Adicionalmente, es aún más serio observar que desde 2012 se observa una disminución importante en la proporción de denuncias calificadas como enfermedades laborales13. Por tanto, en el caso de las enfermedades laborales no solo estamos frente a cifras preocupantes sino a cifras fuertemente distorsionadas por la práctica del subdiagnóstico14. Al respecto, existen estudios que permiten medir en cierto grado el subdiagnóstico de las enfermedades laborales. Se estima que cerca del 38,6% de las enfermedades laborales se atiende en el sistema de salud privado ($+-0!)+)15. Cerca del 56,6% de estas enfermedades corresponde a patologías osteomusculares y 34,5% a enfermedades de salud mental, con un costo para el sistema privado de MM$ 16.70016. Ahora, si se toma en cuenta que el 70% de los trabajadores se encuentra en el sistema público, aquella cifra sería triplicada17. De esta manera un gran porcentaje del costo de atender, tratar, rehabilitar y pagar reposos médicos de enfermedades laborales es asumido mayoritariamente por el sistema de salud público debido a los subdiagnósticos en que incurren las mutuales. Lo relevante aquí es notar que las enfermedades laborales no han disminuido sino que, todo lo contrario, han aumentando progresivamente.