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El tiempo no ha cerrado las heridas y los Montesco y los Capuleto se encuentran enfrentados desde hace muchos años. Romeo, miembro de la primera familia, se enamora de la hermosa Julieta, única hija de sus enemigos. Incluye recursos digitales.
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Seitenzahl: 169
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Colección Generación Z
Realización: Letra Impresa
Autor: William Shakespeare
Traducción: Carolina Fernández
Edición: Katherine Martínez Enciso
Material pedagógico: Florencia Puddintong
Diseño: Gaby Falgione COMUNICACIÓN VISUAL
Fotografía de tapa: Istock-anshar73
Shakespeare, William Romeo y Julieta / William Shakespeare ; editado por Katherine Martínez Enciso. - 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Letra Impresa Grupo Editor, 2020. Libro digital, EPUB - (Generación Z) Archivo Digital: descarga y online Traducción de: Mauricio Alejandro Enciso ISBN 978-987-4419-17-0 1. Narrativa Infantil y Juvenil Inglesa. 2. Novelas Románticas. 3. Literatura Clásica Universal. I. Enciso, Mauricio Alejandro, trad. II. Título. CDD 823.9283
© Letra Impresa Grupo Editor, 2020 Guaminí 5007, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Teléfono: +54-11-7501-126 Whatsapp +54-911-3056-9533contacto@letraimpresa.com.arwww.letraimpresa.com.ar Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total, el registro o la transmisión por un sistema de recuperación de información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la autorización previa y escrita de la editorial.
Orígenes del teatro isabelino
Los antecedentes más cercanos del teatro isabelino, en el que se lució William Shakespeare, se remontan a la Edad Media; período en el que ya se realizaban los llamados Misterios o Pasiones , que recreaban historias bíblicas. Se representaban en las iglesias y poco a poco, se fue volviendo más común que grupos de actores viajaran por los pueblos para darlas a conocer, utilizando escenarios desmontables que ubicaban en las afueras de la ciudad o en espacios abiertos como las plazas u otros lugares públicos.
Las representaciones se volvieron un entretenimiento tan popular que en poco tiempo se amplió el repertorio y los grupos de actores comenzaron a incluir historias con temas no religiosos, basados en cuentos populares muy conocidos, como Robin Hood o El rey Arturo.
Las clases medias y altas se interesaron por esta forma de entretenimiento, por lo que las representaciones también se volvieron más sofisticadas, y se incorporaron utilería y vestimenta para los actores.
Cuando el rey Enrique VIII, padre de Isabel I, se divorció de Catalina de Aragón, comenzó un litigio con la Iglesia católica que se extendió luego, por mucho tiempo. Esta ruptura de la alianza de la corona con la institución religiosa, que pareciera no tener nada que ver con el arte dramático que se estaba gestando, en realidad tuvo un impacto muy importante. Por un lado, se amplió la libertad de expresión: los dramaturgos y actores pudieron de golpe, criticar y burlarse o incluso ignorar a la iglesia católica, sus preceptos y sus líderes, en particular al Papa. El teatro, por su enorme convocatoria se convirtió en un espacio de propaganda para Enrique VIII, que buscaba a la vez conservar su legitimidad –y ubicarse por sobre la máxima autoridad de la iglesia– y desprestigiar al clero.
Con la prohibición de los temas religiosos, además, se gestaron muchas y muy variadas obras teatrales no religiosas que resultaban muy atractivas para el público.
En esta época, para los nobles era un símbolo de poder y riqueza tutelar a alguna compañía de actores. A su vez, los señores ofrecían ciertas garantías, como protección para viajar en los peligrosos caminos que debían atravesar para visitar otras ciudades; además de otorgar a los actores un estipendio que podía llegar a ser muy elevado. En efecto, fue en el renacimiento cuando muchos comprobaron que podían vivir de la actuación.
De hecho, los actores exitosos, –como W. Shakespeare– formaron luego sus compañías e incluso construyeron sus propios edificios para representar las obras y no depender de terceros. Se convirtieron en verdaderos empresarios burgueses, antes de la era moderna.
El escenario también tenía sus particularidades. Cuando una compañía teatral llegaba a un pueblo debía encontrar un lugar en el que actuar. Muchos preferían las posadas para viajeros, porque eran espacios cerrados en los que se podía controlar el ingreso y cobrar a los espectadores.
Fue recién durante el reinado de Elizabeth I cuando se construyó el primer teatro. Su reinado estuvo marcado por la tensión religiosa, la violencia y las conspiraciones. Sin embargo, hubo un gran desarrollo del arte del entretenimiento y la cultura. La propia reina sentía interés por el teatro y también presenciaba representaciones de los dramaturgos del momento.
La experiencia del teatro isabelino:
En 1576, James Burbage un carpintero que también ejercía el oficio de actor construyó en Londres, un edificio para instalar un escenario y lo llamó The theatre . Su enorme éxito hizo que en poco tiempo aparecieran otros similares como: The Swan (1594); The Globe (1599); Fortune (1600), entre otros. En líneas generales, tenían forma redonda con galerías en las paredes laterales y un amplio espacio vacío en el centro. Estaban construidos en madera y tenían algunos sectores techados con paja. El escenario era cuadrado y al fondo había una galería con puertas en los laterales para ocultar personajes del ojo del público.
Con el desarrollo de los teatros, se comenzó a gestar una verdadera zona de entretenimiento en la costa sur del Támesis. Esta era un área ubicada en las afueras de Londres –a cierta distancia de la jurisdicción y preceptos puritanos–, en la que estas novedosas construcciones convivían con prostíbulos, circos, y otros entretenimientos. Ilse T. M. de Brugger describe en su Breve historia del teatro inglés
“Cuando en la torre del teatro respectivo ondeaba una bandera blanca, el público sabía que iba a haber función y se volcaba a través del Támesis, por los baldíos para ocupar sus asientos: los groundlings o sea el populacho, en el piso del patio, y los caballeros con sus damas, que llevaban antifaz, en los palcos que rodeaban el escenario” (1959:49).
Asistir al teatro en la época de Shakespeare era una experiencia muy distinta de la que podemos conocer nosotros. Para empezar, no había bambalinas, telón ni demasiada decoración en el escenario. Esto influía en el discurso de los actores, quienes muchas veces debían explicar mediante el diálogo, lo que ocurría, suplantando lo que no se viera en la escena. A veces, se utilizaban escasos elementos para indicar tiempo y espacio, como las antorchas encendidas, para dar la idea de que era noche, o algo de vegetación para dar cuenta de una escena en el exterior. Tampoco había luces ni efectos lumínicos; de hecho, las representaciones eran de día y a cielo abierto, por lo que se utilizaba la luz del sol. El vestuario, por su parte, solía ser suntuoso y llamativo. El público isabelino tampoco se comportaba de la misma manera que lo hacemos en la actualidad cuando asistimos al teatro. Difícilmente había completo silencio durante la obra. La gente que asistía, en su mayoría perteneciente a los estamentos más bajos de la sociedad, reclamaba a gritos entretenimiento y emoción.
Los actores realizaban obras distintas con demasiada frecuencia, lo que exigía un gran esfuerzo para aprender nuevas líneas en poco tiempo. A su vez, los dramaturgos cargaban con la enorme responsabilidad de producir esas nuevas obras constantemente y además se esperaba que tuvieran una calidad aceptable.
Innovaciones del teatro renacentista:
El renacimiento fue una época de profundos cambios en el arte, en la ciencia y en la forma de entender el mundo. Si bien no se puede definir con certeza cuál fue su comienzo y su fin, fundamentalmente, son los siglos XV a XVII los que concentran el auge de este período.
También, como vimos, el teatro sufrió interesantes transformaciones, particularmente en Inglaterra, donde además se desarrolló ampliamente como medio de entretenimiento para toda la población. En los cambios radicales en la forma y temas que se representaban, es evidente el impacto del Humanismo, una corriente filosófica que influenció la enseñanza en las Universidades de la época. Muchos dramaturgos eran entonces herederos de estas nuevas concepciones que insistían, entre una amplia variedad de doctrinas, en la vuelta a los preceptos clásicos griegos y romanos para la construcción de historias y para la organización estructural de la obra de teatro. En una breve síntesis, estas son algunas de las innovaciones que se observaron en el teatro inglés de la época:
1. Influencia de Séneca. Como señalamos anteriormente, en este período observamos una marcada vuelta a los clásicos. En las obras de Shakespeare y sus contemporáneos, es evidente además, un interés particular por la obra de Séneca; un filósofo y escritor romano que se destacaba por sus tragedias con argumentos truculentos y escenas sanguinarias. Los reinados de Enrique VIII, y sus sucesoras María I e Isabel I, fueron períodos muy violentos y las obras de Séneca cobraron mucha popularidad entre los sectores más cultos de la población. Brugger señala que:
“[A Séneca] se lo ha considerado como el padre del drama de sangre y venganza en Inglaterra, haciéndole responsable de las escenas realmente repugnantes que se llevaban a cabo en los escenarios. Pero resulta que en el teatro de Séneca los sucesos horripilantes eran relatados mientras que en las funciones renacentistas se obligaba al espectador a presenciarlo todo”. (1959:33)
2. Estructura y extensión de la obra. También inspirados en las obras teatrales clásicas griegas, se redefinió la duración y división interna de las piezas. Las representaciones se acortaron, y se limitaron a un promedio de no más de dos o tres horas de duración. Además se realizó una división interna que en general era de tres, cuatro o cinco actos. Las nociones de actos y escenas fueron concebidas por el humanismo durante este período.
3. Unidades de tiempo, lugar y acción. Estos principios enunciados por primera vez por Aristóteles, fueron aplicados con estricta rigurosidad por dramaturgos de Italia y Francia en el renacimiento, mientras que en Inglaterra o España se flexibilizaron o directamente, se prescindió de ellos. Estas reglas determinaban que la obra debía centrarse en una única acción, sin incluir historias secundarias paralelas. Además, el episodio narrado debía transcurrir en un período de tiempo menor a las 24 hs. y debía narrarse en forma lineal, cronológica. Por último, Aristóteles indicaba que el espacio físico en el que transcurrían los hechos debía ser uno solo, sin cambio de escenarios.
4. Trama enredada. Si bien se mantenía la diferenciación entre comedia, tragedia y drama histórico, lo cierto es que en este período se comienzan a mezclar los géneros, incluyendo alivios cómicos después de escenas de alta tensión dramática, por medio de clowns o personajes graciosos.
5. Personajes complejos y variados. Las obras también incluyen personajes de todas las clases sociales que intervienen en la trama central o por medio de subtramas que luego se entrelazan con esta. También reflejo de la nueva concepción humanista, se complejiza la psicología de los personajes que muestra un nuevo tipo humano en el que conviven la contradicción de intereses y desdoblamiento psíquico.
6. Cuestiones estilísticas. En el teatro inglés, se incorporan formas más elaboradas y elegantes del lenguaje, también basadas en el estilo suntuoso de Séneca. Se reforzaron y mejoraron los diálogos, y se intercaló prosa y verso en las tragedias y comedias renacentistas.
Para entender la obra
Romeo & Julieta es una célebre tragedia escrita por Shakespeare entre los años 1595-1596. Los expertos que analizan la obra, la consideran dentro de la segunda época creativa del dramaturgo, junto a otras que coinciden en un profundo carácter lírico, como El Rey Ricardo II y Sueño de una noche de verano . Está dividida en 5 actos en los que se narra la desventura de dos enamorados pertenecientes a familias rivales. Algunos de los temas más importantes que atraviesan la obra son precisamente, la inequidad en el amor, el honor y la reputación, la fatalidad, el destino y la muerte. La particularidad de esta tragedia, respecto de otras que Shakespeare escribió en su madurez es el tinte optimista que, a pesar de todo, se imprime en el final: “Romeo y Julieta mueren en aras del amor, mas sus familias se reconcilian sobre su tumba. El amor vivo y vivificador triunfa sobre la muerte…” (BRUGGER, 1959:84).
La historia de los jóvenes enamorados está basada en un poema del poeta inglés Arthur Brook, “The tragicall History of Romeus and Juliet” , publicado en 1562. Shakespeare, que buscaba una historia acelerada que reflejara la pasión e impulsividad juvenil, acortó el tiempo de las acciones: de 9 meses a 5 días, y la edad de Julieta, de 16 a 13 años.
Tal vez uno de los aspectos más interesantes de la obra es la idea que reaparece de diversas formas en todos los actos, que invita a reflexionar acerca de la esencia del ser humano. Como señala el crítico Lawrence Edward Bowling: “El tema general es el descubrimiento de parte de los protagonistas y los miembros de sus familias, de que el individuo no es “bueno” o “malo”; la humanidad no está compuesta de villanos o santos sino de seres humanos más o menos parecidos”(1949:208). Con este marco para la obra, y a medida que la trama se desarrolla, se presentarán paradojas que refuercen esta idea: nada es bueno por sí mismo (ni siquiera el amor) sino de acuerdo a las circunstancias que lo rodean. El Fraile Lorenzo parece ser consciente de esta paradoja cuando expresa:
¡Inmensa es la poderosa gracia que reside en hierbas, plantas, piedras y sus rectas cualidades! Nada tan malo en la tierra vive que no proporcione a la tierra algún beneficio especial, ni nada tan bueno que, desviado de ese noble uso, no invierta su naturaleza y caiga en la perversidad. La virtud misma se vuelve defecto, mal usada; y el defecto, a veces, por la acción se dignifica. (Acto II, Escena III)
Pero el resto de los personajes, como afirma Bowling, aprenderá este importante precepto a través de los amargos hechos. Solo después de la muerte de los amantes, las familias reconocerán las virtudes en sus enemigos; Julieta descubrirá que sus padres a quienes concibe sabios e ilustrados, pueden también ser muy ignorantes; Romeo, que el amor puede también causar dolor, por ejemplo.
El tema de la mirada relativa sobre hechos, individuos y cosas, se comprende mejor si consideramos las concepciones generales propias de la época de Shakespeare. Este fue un período de violentos conflictos religiosos, en el que la moralidad judío-cristiana con conceptos rotundos sobre la bondad y la maldad eran indiscutibles desde la Edad Media. Aquí también se observa el cambio de paradigma con la vuelta a concepciones clásicas más propias de la cultura griega, de acuerdo a las cuales, nada es bueno o malo per sé. Todo es relativo.
La tragedia de Romeo y Julieta
Personajes
Coro
Escalus , Príncipe de Verona
Paris , un joven noble, pariente del Príncipe
Montesco Capuleto
jefes de dos familias enfrentadas
Primo Capuleto, pariente de Capuleto
Romeo, hijo de Montesco
Mercucio, pariente del Príncipe y amigo de Romeo
Benvolio, sobrino de Montesco y amigo de Romeo
Teobaldo, sobrino de Lady Capuleto
Petrucchio, seguidor (mudo) de Teobaldo
Fray Lorenzo Fray Juan
Franciscanos
Baltasar, Sirviente de Romeo
Abraham, Sirviente de Montesco
Sansón Gregorio Bufón
Sirvientes de Capuleto
Pedro, Sirviente de la Nodriza de Julieta
Paje de Paris
Boticario
Tres Músicos
Lady Montesco, esposa de Montesco
Lady Capuleto, esposa de Capuleto
Julieta, hija de Capuleto
Nodriza de Julieta
Damas y caballeros, Enmascarados, Portadores de antorchas, Oficiales de laguardia, otros Ciudadanos, Servidores y Séquito.
PRÓLOGO
Entra el Coro .
Coro
Dos familias, de idéntica importancia, en la bella Verona (escenario de esta obra), de un viejo odio hacen brotar nuevas discordias y sangre civil, manos civiles se cobran. Vástagos fatales de estos adversarios, dos amantes con mala estrella entregan su vida; su desgraciada y penosa destrucción sepulta, con su muerte, la heredada riña. La terrible historia de ese condenado amor y de la persistencia del paterno odio, que solo la muerte de sus hijos acalló, ocupará por dos horas nuestro escenario; si la escuchan con oído paciente, lo que hoy falle, mañana mejoraremos.[1]
[1]. Este Prólogo tiene la forma de un soneto shakespeariano, es decir, catorce versos en pentámetro yámbico (diez sílabas con cinco acentos de intensidad), distribuidos en tres cuartetos y un pareado final. La función del prólogo era resumir el argumento de la obra, que el público ya conocía.
ACTO I
ESCENA 1. Verona. Una calle.
Entran Sansón y Gregorio , de la casa Capuleto , armados con espadas y escudos .
Sansón
Gregorio, créeme que no nos quedaremos calentitos.
Gregorio
No, porque entonces seríamos unos calentones[2]. .
Sansón
Quiero decir que si nos hacen calentar, desnudaremos la espada.
Gregorio
Claro. En la vida, el calor siempre te hace desnudar.
Sansón
Reacciono rápido cuando me provocan.
Gregorio
Pero nada te provoca rápido para hacerte reaccionar.
Sansón
Un perro de la casa Montesco me provoca.
Gregorio
La provocación lleva a la agitación; los valientes son los que se quedan tiesos. Por lo tanto, si te provocan, te hacen correr.
Sansón
Un perro de esa casa me provoca a quedarme tieso. Ganaría la pared frente a cualquier Montesco, hombre o mujer[3]. .
Gregorio
Eso demuestra que eres un esclavo debilucho, porque los blanditos van contra la pared.
Sansón
Cierto. Por eso a las mujeres, que son debiluchas, las tiran contra la pared. Lo que haré será arrancar a los Montesco de la pared y arrastrar a sus doncellas contra la pared.
Gregorio
El conflicto es entre nuestros amos y nosotros, sus hombres.
Sansón
Es todo lo mismo. Voy a portarme como un tirano: después de pelear con los hombres, seré muy civilizado con las doncellas y les cortaré la cabeza.
Gregorio
¿Les cortarás la cabeza a las doncellas?
Sansón
Sí, les cortaré la cabeza o la doncellez, tómalo en el sentido que quieras.[4].
Gregorio
Ellas tendrán que tomarlo en el sentido de sentirlo.
Sansón
A mí me sentirán cuando me ponga tieso. Todos saben que soy un buen pedazo de carne.
Gregorio
Menos mal que no eres un pescado, porque serías un bacalao seco. ¡Desenfunda la herramienta! Ahí vienen unos de la casa de los Montesco.
Entran otros dos Servidores; uno de ellos es Abraham.
Sansón
Acá está mi arma desnuda: pelea, yo te cubriré.
Gregorio
¿Cómo? ¿Me das la espalda y huyes?
Sansón
No tengas miedo por mí.
Gregorio
¡Precisamente, te tengo miedo!
Sansón
Esperemos para tener la ley de nuestro lado. Que empiecen ellos.
Gregorio
Voy a fruncir el ceño al pasar y que lo tomen como quieran.
Sansón
No como quieran sino como se atrevan. Me morderé el pulgar y les mostraré los dientes[5]. . Si lo toleran, quedan deshonrados.
Abraham
¿Me pareció que se mordía el pulgar y nos mostraba los dientes, señor?
Sansón
Me mordía el pulgar, señor.
Abraham
¿Se mordía el pulgar y nos mostraba los dientes, señor?
Sansón
[Aparte a Gregorio] Si digo sí, ¿está la ley de nuestro lado?
Gregorio
[Aparte a Sansón] No.
Sansón
No, señor, no les mostraba los dientes, señor, pero me mordía el pulgar, señor.
Gregorio
¿Quiere pelear, señor?
Abraham
¿Pelear, señor? ¡No, señor!
Sansón
Porque si quiere, señor, aquí me tiene. Sirvo a un hombre tan bueno como su amo.
Abraham
No mejor.
Sansón
Bueno, señor.
Entra Benvolio.
Gregorio
[Aparte, a Sansón] Di “mejor”: acá viene un pariente de nuestro amo.
Sansón
Sí, mejor, señor.
Abraham
Miente.
Sansón
Desenfunda si eres hombre. Gregorio, recuerda golpear con fuerza.
Pelean.
Benvolio
¡Sepárense, tontos! Bajen esas espadas. No saben lo que hacen.
Derriba sus espadas.
Entra Teobaldo.
Teobaldo
¿Cómo? ¿Desenvaina entre estas cobardes ciervas? Dese vuelta, Benvolio, contemple su muerte.
Benvolio
Solo intento mantener la paz. Guarde su espada o úsela para separar a estos hombres, como yo.
Teobaldo
¿Cómo? ¡Desenvaina y habla de paz! Odio la palabra, tanto como al infierno, a los Montesco y a usted. ¡Allá voy, cobarde!
Pelean.
Entran varios partidarios de ambas casas y se suman a la pelea. Luego entran tres o cuatro Ciudadanos (como Oficiales de la Guardia), con garrotes o lanzas.
Primer ciudadano
¡Palos, picas y lanzas! ¡Golpeen! ¡Derríbenlos! ¡Abajo los Capuleto! ¡Abajo los Montesco!
Entran el viejo Capuleto, en bata, y Lady Capuleto.
Capuleto
¿Qué escándalo es este? ¡Dame mi espada larga, ya!
Lady Capuleto
¡Muletas, las muletas! ¿Por qué pides una espada?
Capuleto
¡Mi espada he dicho! El viejo Montesco ha venido y agita su filo en señal de desafío.
Entran Montesco y Lady Montesco.
Montesco
¡Tú, maldito Capuleto! [A Lady Montesco] Suéltame, no me retengas contigo.
Lady Montesco
Tú no moverás un pie para ir tras tu enemigo.
Entra el Príncipe Escalus, con séquito.
Escalus