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Los rostros varían, pero el horror es siempre el mismo. La miseria humana que anida en el corazón de los hombres, se ve reflejada en las distintas historias que el terror nos acerca Acompáñame a descubrir los distintos horrores que habitan sobre esta tierra.
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Seitenzahl: 115
Veröffentlichungsjahr: 2017
GUILLERMO CORONEL
ROSTROS DEL HORROR
SEGUNDA PARTE
Editorial Autores de Argentina
Coronel, Guillermo
Rostros del horror : segunda parte / Guillermo Coronel. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2017.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-761-008-6
1. Narrativa Argentina. 2. Literatura de Terror. I. Título.
CDD A863
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: [email protected]
Diseño de portada: Justo Echeverría
Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723Impreso en Argentina – Printed in Argentina
TORMENTO
“Anegado por una profunda depresión, padeciendo el dolor que se acrecienta a cada segundo que transcurre, marcho hoy al cementerio, para darle el último adiós a mi madre. Oh madre tu que me diste la vida, y hoy abandonas la tuya, llegas al desenlace de tu existencia. Oh madre, tú que me bautizaste con el nombre de Gastón, y me criaste ofreciéndome protección. Usted madre sabe bien, que yo no creo en vidas transmundanas, pero hoy me es preciso hablarle. Oh usted madre, criatura benévola de la naturaleza, que me acogió y me puso entre sus brazos, sabiendo que soy hijo de una despreciable violación. Usted madre ha llegado al fin de su ciclo natural, y ese es un trabajo arduo para mi entendimiento El cielo hoy es de color gris, y caen lágrimas de él, todo en este sitio se torna lúgubre. El cementerio no hace más que recordarme, la finitud de nuestra humanidad. Quisiera que nada de esto hubiese ocurrido, pero sin embargo me esfuerzo por comprender, y lucho contra ese deseo, para que no se apodere de mí. Si ese deseo se apoderara de mí, no estaría haciendo más que negar la vida, ya que la muerte es la etapa final de ella. Oh madre hoy te retiras sin haber dicho adiós, la muerte no pudo darte un instante más, porque cuando la muerte llegó tú ya no estabas, y cuando usted madre aún estaba, la muerte jamás se presentó.
Hoy recibo un obsequio, este regalo es poco deseado, hoy se me otorga un conocimiento más. Hoy la muerte me acerca información sobre ella, ya que con tu muerte madre, una parte de mi vida se muere contigo. Tal vez la muerte no signifique nada, hemos estado ya antes sumergido en un sueño, antes de nacer, y tal vez la muerte no signifique otra cosa que nuestro retorno a aquel sueño. Somos únicos e irrepetibles, es por eso que esta herida tardará en sanar, nadie podrá remplazarla madre. Tengo sin embargo conmigo, la esperanza de volverla a ver en mis sueños, ya que en los sueños, es en el único sitio en el que podemos coexistir con los muertos. En este día al verla partir, a usted madre, comienza mi preparación para la muerte, prepararse para la muerte no es más que pensar la vida. El hombre es el único ser sobre la tierra, que tiene la capacidad de pensar, y es por ello que existe la idea de la muerte, y el temor hacia ella. Se dice que los animales no saben de la muerte no sino, hasta el instante previo que esta les llega. Hoy me doy cuenta, que soy un privilegiado, al saber que tendré tiempo para recibirla. No somos más que un ser para la muerte, ya que la muerte es una de la posibilidades que habitan en la vida. Intentaré no temerle, quiero estar preparado para cuando ella me llegue.
Escucho a la distancia, el tañido provocado por la campana de una iglesia cercana. Mientras esto sucede, veo como desciende cuidadosamente el ataúd donde descansará mi madre. Las gotas caen desde un cielo que parece acompañar mi tristeza, las gotas caen sobre mi rostro y se confunden con mis lágrimas. Rostros conocidos se acercan hasta mi posición y me dan el pésame, hoy me acompañan en el dolor, pero no me acompañaran en mi soledad. La soledad y la idea de la nada, es una tarea que solo se me designó a mí. Algunos se retiran de este oscuro funeral, de forma paulatina, con pasos silenciados, mostrando una señal de respeto hacia mi dolor. Mi mirada solo está puesta en la tumba, donde ahora descansa mi madre, mis reflejos son los que me permiten adivinar, lo que sucede a mi alrededor. Abandono por fin con mi mirada, aquella imagen en la que se ve reflejado todo mi sufrimiento, observo a mí alrededor, y el terreno ya ha quedado completamente vacío. Observo que a la distancia, se encuentra un hombre, parado cerca de una tumba, y su mirada fría y penetrante se dirige hacia mí.”
La soledad en un hombre, con una historia traumática, puede llegar a hacerlo revivir viejos temores. Como ya he dicho antes mi nombre es Gastón, y mi historia comenzó un 2 de marzo, que ya para mí es una fecha poco agradable. Esa es la fecha en la que me veo obligado a ir al cementerio, para visitar la tumba de mi madre.
Mi madre fue mi única compañera, la única testigo de mi infancia, debido a que nunca conocí a mi padre, porque soy hijo de una infame violación. Su nombre era Isabel, y jamás me odió por lo sucedido, al contrario, dedicó toda su vida a mi bienestar. Hacía tres años ya que la había perdido, cuando la mañana lluviosa del 2 de marzo retorné al cementerio, allí me encontré algo misterioso, algo terrorífico. Mis ojos vieron algo que ya habían visto, pero que mi mente con el tiempo olvidó, y no lo recordé hasta ese día. Cuando estaba parado frente a la tumba de mi madre, las gotas de la lluvia me cegaban, y mis lágrimas cooperaban para obstruir mi visión, pero en esa intensa batalla, mis ojos fueron más fuertes. Fue una breve distracción, la que me llevó a ver el rostro del mal, yo no apartaba mis ojos de la tumba, pero la tristeza logró vencerme. Justo ahí, fue cuando miré a mi alrededor, y vi a un hombre, no muy lejos de donde me encontraba, que me observaba con una sonrisa tan macabra, que me hizo estremecer.
Volví con mi mirada hacía la tumba, cerré los ojos y los volví a abrir, y el hombre ya no estaba. Salí del cementerio, casi como escapando del mismo Satanás, mis manos estaban muy frías, mi corazón se aceleraba, un viejo recuerdo volvía a mí. Llegué a mi casa buscando tranquilizarme, pero la desazón me dominaba, yo conocía bien a ese hombre. Él era el causante de las pesadillas que me tocaba padecer, todos los 2 de marzo, desde que mi madre murió. Ese hombre siempre estaba en el cementerio, y siempre que yo estaba en la tumba de mi madre, él me observaba. Aquel día permanecí dentro de mi casa, ya que el mal clima no me permitía salir, no encontraba remedio para ese malestar, me inquietaba la idea de que la noche llegara, y que mis sueños se convirtieran en pesadillas. Ese día lo dediqué a buscar mi paz interior, porque sabía que al día siguiente todo volvería a la normalidad, tenía que pasar esa noche de pesadilla, y todo volvería a ser como antes. Cuando la noche llegó, yo la veía aún más oscura que de costumbre, el solo pensar en ir a dormir me hacía horrorizarme, pero no podía darme el privilegio de no dormir, al día siguiente debía ir al trabajo, y necesitaba estar bien descansado. En el momento de acostarme, apagué todas las luces de mi casa, me acosté y de inmediato quedé dormido. Comencé a soñar que estaba en el cementerio frente a la tumba de mi madre, y al mirar al mí alrededor pude ver a aquel hombre. La singularidad de aquel sueño, fue que detrás del hombre, se podía apreciar una luz roja, que resplandecía muy intensamente, cosa que en los anteriores sueños jamás había visto. Luego desperté exaltado al escuchar la alarma, que me daba aviso del horario para ir al trabajo.
No dejé que ese sueño altere mi comportamiento, durante el día, realicé todas mis actividades de la forma correspondiente. Luego de una dura jornada de trabajo, retorné a mi casa, y para ese entonces, ya había olvidado el sueño de la noche anterior. Era algo raro el haberlo olvidado, porque no soy una persona que tenga muchas actividades personales que me distraigan. En mi tiempo libre, solo me dedicaba a leer, ya que no veía la televisión y no me gusta la música, hasta me atrevería a decir que odio la música. Yo amaba la música cuando era niño, pero por culpa de ella no estudiaba, y no realizaba mis tareas, y mi madre siempre se enojaba. Bueno como verán, en mi casa reinaba el silencio absoluto, el más mínimo sonido que hubiese, yo lo podía percibir con facilidad. Fue al día siguiente cuando comencé a notar hechos extraños, eran hechos de una rareza sobrenatural, al principio pensé que me estaba volviendo loco, no lograba comprender, por qué las cosas estaban siempre fuera del lugar de donde yo las dejaba. No tenía gatos ni perros, y con poca frecuencia recibía visitas en casa. Estos hechos comenzaron a intrigarme, pero no tuve respuestas, no sino hasta un viernes por la noche, aquella noche había decidido no salir y aprovechar para descansar, y luego del trabajo me fui a dar una ducha de agua fría, debido a que el calor de ese día era inaguantable. Luego de darme esa ducha de agua fría, salí del baño, y fui a mi habitación a vestirme, al terminar de vestirme regresé al baño para peinarme, y cuando miré en el espejo, vi detrás de mí, el reflejo del hombre del cementerio. Me di vuelta, y detrás de mí, no había más que las cosas de mi baño, estaba empezando a sufrir una paranoia, en ese momento no podía estar seguro si ese hombre era real, pensaba que tal vez todo era producto de mi imaginación. Esa misma noche, soñé con el suceso del baño, y al término de ese sueño, desperté por un instante, y volví a quedar dormido y comencé a soñar otra vez, pero esta vez con el encuentro del cementerio. Mis sueños me estaban alterando mentalmente, despertaba perturbado, despertaba sin lugar a dudas con temor de que esos sueños se tornaran realidad. Al día siguiente desperté en un estado de depresión, empecé de pronto a extrañar a mi madre, como si necesitara de una guardiana protectora, como cuando era niño. Luego de unos momentos de reflexión, salí de mi cama, tomé una taza de té, me di un baño, y después me senté a leer un libro para tratar de olvidar mis aterradoras noches de espanto. Este libro lo había comprado hacía ya bastante tiempo, pero sin embargo nunca había tenido la oportunidad de leerlo, el autor era argentino y perecía estar enamorado de la vida, y agradecido con ella ya que su libro comenzaba así: «Uno no pide nacer, y sin embargo nace, y cuando uno nace, vive, y ve lo bello que es la vida, pide no morir, y sin embargo uno muere…»