Secuestrada por un millonario - Louise Fuller - E-Book
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Secuestrada por un millonario E-Book

Louise Fuller

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Beschreibung

Este bebé es mío también, Nola, y no voy a permitir que te marches. Cuando Nola Mason se dejó llevar por una explosiva noche de pasión con su jefe, el arrogante Ramsay Walker, creyó que no volvería a verlo y, mucho menos, que su tórrida aventura tendría una consecuencia nueve meses más tarde. Como conocía el dolor que podía producir una infancia traumática, Nola decidió criar a su hijo en solitario. Desgraciadamente, cuando Ram descubrió la verdad, su opinión fue muy diferente. La única manera de asegurarse de que Nola cedía fue llevársela a su escondite en el bosque tropical y esperar que el húmedo calor avivara su incendiaria pasión y le ayudara a convencerla para que se casara con él.

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Editado por Harlequin Ibérica.

Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 2017 Louise Fuller

© 2018 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Secuestrada por un millonario, n.º 2626 - abril 2018

Título original: Kidnapped for the Tycoon’s Baby

Publicada originalmente por Mills & Boon®, Ltd., Londres.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Bianca y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.: 978-84-9188-131-5

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Portadilla

Créditos

Índice

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Epílogo

Si te ha gustado este libro…

Capítulo 1

 

LO SIENTO mucho, señorita Mason, pero no se preocupe. Conseguiré que llegue a tiempo, como siempre.

Nola Mason sintió que el coche aminoraba la velocidad y levantó la vista del portátil. Frunció el ceño. Sus ojos azules casi parecían negros en el interior del elegante coche de empresa.

Miró por la ventanilla y vio un camión cargado de conos avanzar lentamente. Había habido algún tipo de desfile en Sídney durante el fin de semana y la policía y los barrenderos aún estaban tratando de ocuparse de la limpieza. Por suerte, a las cinco de la mañana del lunes, el tráfico se limitaba a unos pocos autobuses y un puñado de coches.

Nola cerró el ordenador y se inclinó a hablar con el chófer.

–Sé que lo harás, John. Te ruego que no te preocupes. Estoy encantada de que seas tú mi chófer.

Encantada y aliviada. John no solo era puntual y cortés, sino que conocía las intrincadas calles de Sídney como la palma de su mano.

El coche echó de nuevo a andar y ella se rebulló en el asiento. Llevaba dos meses trabajando para RWI, el gigante mundial de la tecnología, pero aún le parecía extraño, incluso fraudulento, tener un coche de empresa con chófer a su disposición. Tan solo era una arquitecta cibernética, no una famosa. Sin embargo, Ramsay Walker, el exigente y autocrático director ejecutivo de la empresa, había insistido en ello.

Nola torció el gesto. Era la primera vez que se había opuesto a algo, para verse inmediatamente sometida a las órdenes de Walker, pero no había sido la última. El comportamiento dictatorial de él y la obstinada determinación de ella habían asegurado más de un enfrentamiento en las reuniones posteriores.

No obstante, todo estaba a punto de terminar. Terminaba en Sídney al día siguiente y, aunque Anna, su compañera, y ella seguían bajo contrato para resolver cualquier problema en el esquema de ciberseguridad de RWI, lo harían a partir de entonces desde su despacho de Edimburgo.

Respiró lentamente. ¡Qué alivio sentiría al verse liberada de la intensidad de aquella mirada de color gris! Entonces, ¿por qué lo que sentía le parecía más pesadumbre que alivio?

Levantó la mirada para observar el imponente edificio de RWI y sintió que el corazón comenzaba a latirle con fuerza en el pecho. Aquel momento no era el adecuado para dejarse llevar por la psicología. Estaba allí para trabajar y, si tenía suerte, a aquellas horas de la mañana podría tener dos o tres horas de acceso ininterrumpido al sistema de seguridad.

Sin embargo, mientras atravesaba el aparcamiento, su optimismo se desvaneció al ver un Bentley negro aparcado frente a la puerta principal.

¡Maldita sea! No estaba de humor para conversación con nadie, y mucho menos con el dueño de aquel coche. Bajó la cabeza y comenzó a andar más rápido. Justo cuando pasaba junto al coche, la puerta se abrió. Un hombre descendió. Se escuchó también la voz de una mujer, acompañada por el aroma de una colonia masculina muy familiar.

–Pero, cariño, ¿por qué no puede esperar? –protestaba la mujer–. Vamos, podemos volver a mi casa. Haré que merezca la pena...

Nola fue incapaz de contenerse y miró al hombre. Como era de esperar, el aliento se le heló en la garganta. Apretó los dientes y empezó a andar más rápidamente. No podía ver el rostro de aquel hombre, pero no era necesario. Podría reconocer aquel perfil, aquella actitud lánguida pero depredadora a la vez en cualquier parte. Era Ramsay Walker, su jefe. En aquel coche y a aquella hora de la mañana, era siempre su jefe. Solo las mujeres sí eran diferentes en cada ocasión.

Ignoró el calor que inundó de repente su piel y se dirigió al vestíbulo. Se sentía torpe y estúpida, con una mezcla de miedo, intranquilidad y anhelo ardiéndole bajo la piel. ¿Anhelo de qué?

Trabajando catorce horas diarias y casi todos los fines de semana, no tenía tiempo para el amor. Además, no conocía a nadie en Sídney a excepción de los que trabajaban en aquel edificio y bajo ninguna circunstancia volvería a tener una relación con un colega después de lo que le ocurrió con Connor.

Recordar las miradas de soslayo y el modo en el que todo el mundo dejaba de hablar cuando ella pasaba a su lado le provocó un escalofrío. Desgraciadamente, todos se lo habían creído. Eso le había dolido tanto que nunca le había contado a nadie, ni siquiera a Anna, que era su mejor amiga, que había sido Connor el que la había traicionado a ella. La había traicionado y luego la había abandonado, igual que había hecho su padre.

Había sido muy humillante, pero por fin había comprendido que el amor y la confianza no eran necesariamente correspondidos. Había aprendido la lección y no iba a olvidarla por tener una aventura con un compañero de trabajo.

Miró hacia atrás y vio que la mujer seguía suplicándole a Ramsay. Nola observó los anchos hombros y el cabello revuelto y sintió que el corazón le latía rápidamente. Las relaciones sentimentales con compañeros de trabajo significaban problemas, pero con un hombre como él estos se multiplicarían por dos. O incluso por cuatro.

En cualquier caso, su vida era demasiado complicada en aquellos momentos como para tener una relación sentimental. Era el contrato más importante que Cyber Angels había firmado y, como Anna estaba de luna de miel, Nola tenía que ocuparse de ello en solitario y sobreponerse al mismo tiempo a los efectos de tres vuelos transoceánicos en el mismo número de semanas.

Trató de superar al pánico que se estaba empezando a apoderar de ella y sonrió mecánicamente al guardia de seguridad. Entonces, metió la mano en el bolso para sacar la tarjeta del ascensor, pero sintió que se le caía el alma a los pies al ver cómo la tarjeta se deslizaba entre sus dedos para ir a caer junto a un par de zapatos italianos hechos a medida.

–Permítame.

La profunda voz masculina la dejó completamente helada. Se giró un poco y se obligó a sonreír mientras aceptaba la tarjeta de la mano que se la ofrecía.

–Gracias.

–No hay de qué.

Nola se dirigió rápidamente al ascensor. Con cierta irritación y una especie de febril aprensión, vio cómo Ramsay Walker se ponía a su altura. Cuando las puertas del ascensor se abrieron por fin, estuvo a punto de decir que iba a utilizar las escaleras, pero, como su despacho estaba en la planta vigésimo primera, decidió que le haría parecer estúpida o, peor aún, hacer que él se diera cuenta de que no quería subir en su compañía.

–Ha madrugado mucho.

Nola lo miró brevemente e, inmediatamente, se arrepintió de ello. Aquellos ojos grises la observaban despreocupadamente y una perezosa sonrisa le fruncía la hermosa boca, una boca que llevaba besando a Nola todas las noches desde que lo conoció... aunque solo en sueños.

Rezó en silencio para que su rostro no dejara entrever lo que estaba pensando y se encogió de hombros.

–Me gusta madrugar.

–¿De veras? Yo prefiero las noches.

«Las noches». Aquellas palabras sugerían oscuridad y peligro. Su cuerpo reaccionó y se le ralentizó el pulso. Se le puso la piel de gallina. ¿Cómo era posible crear tanta confusión con solo unas palabras?

–Vaya –comentó ella tratando de ignorar la tensión que latía entre ellos. Miró al frente y trató de insuflar una expresión de aburrimiento en su rostro–. Y, sin embargo, está usted aquí.

–Bueno, me entretuve demasiado en una fiesta...

Nola recordó a la pelirroja que había en el coche y, sin saber por qué, sintió celos.

–Me pareció más sencillo venir directamente a trabajar. Supongo que usted no estaba de fiesta.

–No es lo mío. Yo necesito dormir –replicó ella secamente.

Sabía que sonaba algo remilgada, pero era mejor eso que darle a él una indicación de lo que sentía o animarlo de algún modo. En realidad, Ramsay Walker no necesitaba que lo animaran. Evidentemente, se creía irresistible y, a juzgar por su puntería con las mujeres, estaba en lo cierto.

–Tiene que relajarse. Clio celebra una fiesta la mayoría de los fines de semana. Debería venir la próxima vez –comentó él riéndose suavemente.

–Supongo que eso dependerá de Clio –repuso ella. Lo miró y vio que él estaba sonriendo. Sintió que el vello volvía a ponérsele de punta.

–Si a mí me parece bien, a ella también.

Nola apretó los dientes. A juzgar por las fotografías de supermodelos con rostros llorosos sorprendidas abandonando el apartamento de Walker, eso no era cierto. En realidad, no era asunto suyo.

El ascensor se detuvo por fin y las puertas se abrieron. Entonces, Nola se giró para mirarlo.

–Gracias, pero nunca me relaciono con mis compañeros de trabajo. En mi opinión, las desventajas superan a los beneficios.

Él la inspeccionó perezosamente.

–En ese caso, tal vez debería permitirme que cambie su opinión. Puedo resultar muy persuasivo.

Nola sintió una extraña sensación sobre la piel, cálida y traicionera, cuando él la miró. Resultaba difícil no ceder cuando él la miraba de aquel modo.

–No lo dudo, Desgraciadamente, yo siempre pongo el trabajo por encima de todo lo demás.

Antes de que Walker tuviera oportunidad de responder, Nola se bajó del ascensor. Un segundo después, las puertas se cerraron.

Se le habían acelerado los latidos del corazón y sentía que se le doblaban las piernas. Cualquier mujer se habría sentido tentada por aquella invitación, pero ella decía la verdad.

Desde su desastrosa relación con Connor, había tomado una decisión y no había cejado en su empeño. Su vida laboral y su vida personal eran dos mundos separados que jamás se mezclaban. Nunca saldría con nadie de su trabajo ni iría a una fiesta con él, especialmente si era el jefe quien realizaba la invitación.

Recordó el modo en el que él la había mirado y se echó a temblar. Más especialmente aún si el jefe en cuestión era Ramsay Walker.

En los negocios, se le consideraba un genio y no se podía negar que era guapo y sexy. Pero Ramsay Walker personificaba el peligro.

Estaba segura de que el sexo con él sería maravilloso. ¿Cómo podía no serlo? Él era una fuerza de la naturaleza convertida en carne y hueso, la personificación humana de un huracán o de un tsunami. Por eso resultaba tan peligroso. Era poderoso, intenso e imparable, pero dejaba un rastro de caos y destrucción a su paso.

Aunque Nola no creyera todas las historias que los medios de comunicación contaban sobre su poder de seducción, lo había visto con sus propios ojos. Evidentemente, le gustaba la novedad y la variedad por encima de todas las cosas. Si eso solo no servía como advertencia para mantenerse bien alejada de él, Walker había reiterado públicamente en numerosas ocasiones su deseo de no contraer matrimonio ni de tener hijos.

No era que Nola estuviera planeando realizar alguna de las dos cosas en un futuro próximo. Su madre y ella estaban bien solas, pero no le parecía buena opción empezar una relación con un hombre que parecía tan opuesto a unas conexiones humanas tan básicas. Le había llevado mucho tiempo restaurar su orgullo y construirse una buena reputación como para destruir ambas cosas por una deslumbrante sonrisa.

Sin embargo, tres horas más tarde, le resultó difícil defender ambas cosas.

 

 

En la sala de juntas de RWI, se hizo el silencio. Walker se reclinó sobre su butaca. Su actitud relajada contrastaba con la oscura intensidad de su mirada, una mirada que, en aquellos momentos, se centraba en Nola.

–A ver si lo he comprendido –observó él suavemente–. Lo que está tratando de decir es que estoy siendo ingenuo. O complaciente.

La ira se estaba apoderando de él. ¿De verdad se creía Nola Mason que podía insultarle en su propia sala de juntas? Ram vio que Nola parpadeaba y vio ira, confusión y frustración en aquellos ojos azules.

Unos ojos que provocaban que un hombre deseara saciar su sed, y no precisamente con agua. Los mismos ojos azules que deberían haberle advertido que ignorara su currículum y sus impecables referencias y que siguiera trabajando con hombres con traje que hablaban de algoritmos y de programas que infectaban los ordenadores. Sin embargo, Nola Mason no era la clase de mujer a la que resultaba fácil ignorar.

Para su primera reunión, ella rechazó la invitación de acudir a su despacho. Lo citó en un café del centro de Sídney. Allí, rodeados de adolescentes y de expertos en informática, le mostró lo fácil que era violar la seguridad de RWI de una manera impresionante, poco ortodoxa, pero creíble y provocadora.

La demostración no lo fue tanto como las largas piernas y el redondeado trasero, embutido en unos vaqueros negros, ni la piel desnuda que le vio por debajo de la camiseta cuando ella se inclinó para tomar una servilleta de la mesa de al lado.

No fue amor a primera vista dado que, para empezar, Ram no creía en el amor. Sin embargo, se había visto abrumado por el deseo, por la curiosidad, por el desafío de aquellos ojos azules. Había tenido que contenerse para no tirarle del largo cabello oscuro que le caía sobre los hombros y una ajada cazadora de cuero y acercarla a él por encima de la mesa.

Fue la cinta de terciopelo azul anudada alrededor de la garganta lo que asaltó sus sentidos hasta el punto de que pensó que iba a perder la consciencia. Aquellos ojos y la cinta le ayudaron a decidirse. En otras palabras, dejó que su libido la contratara.

Aquella fue la primera vez que permitió que el deseo dictara una decisión de negocios. Y sería la última. Miró una vez más al seco correo que ella le había enviado aquella mañana. Apretó los dientes. Si la señorita Nola Mason esperaba que él fuera a pagarle más, estaba muy equivocada.

Nola tragó saliva. El corazón le latía a toda velocidad. Le estaba costando mantener la tranquilidad bajo el escrutinio de Ram. La mayoría de los directores ejecutivos de una empresa resultaban bastante autocráticos, pero la ciberseguridad era un área en la que el jefe casi siempre estaba dispuesto a cederle el liderato a un experto.

Sin embargo, Ram no era un jefe al uso. Desde la primera entrevista, había quedado claro que no solo estaba justificada su reputación como enfant terrible de la tecnología, sino que, lo que no era tan usual, era capaz de demostrar un conocimiento más allá de lo habitual.

Ciertamente, la inteligencia de Ram no era la única razón por la que a ella le resultaba tan difícil enfrentarse a él. Su apostura, su seguridad en sí mismo y la sensación de que la observaba a ella y solo a ella provocaba que el corazón le latiera con fuerza en el pecho.

Ella lo miró. ¿Quién no se vería afectada por tanta perfección? No ayudaba que él resultara atractivo en tantos niveles diferentes.

Con unos ojos grises que parecían aclararse y oscurecerse en armonía con su estado de ánimo, un rebelde cabello oscuro, nariz recta y mentón permanentemente oscurecido por barba de varios días, su imagen podría ser fácilmente la de un poeta o la de un revolucionario en vez de la de un empresario. Los fuertes músculos que resaltaban bajo la camisa blanca parecían enfatizar aún más esa contradicción.

Nola lo miró y sintió que los nervios se le tensaban aún más. La tensión que emanaba de su rostro le dijo que estaba en una situación delicada. «Concéntrate», se dijo.

–No, no es eso lo que estoy sugiriendo –dijo ella ignorando el ligero suspiro de alivio que resonó alrededor de la mesa tan pronto como hubo pronunciado aquellas palabras–. Más bien arrogante y poco razonable.

Durante un instante, Ram pensó que la había oído mal. Nadie decía aquellas palabras sobre él. Sin embargo, al mirar a Nola comprendió que no se había equivocado.

Ella tenía las mejillas sonrojadas y lo miraba a los ojos. Ram sintió algo que fluctuaba entre la ira y la admiración. Tenía que admitir que era valiente y decidida. Ram conocía su reputación y sabía que se la tenía bien merecida. Sus habilidades para la negociación eran legendarias y su determinación había sido capaz de transformar un préstamo de su abuelo en una marca global.

Sintió que el pulso comenzaba a latirle en la entrepierna. En circunstancias normales, ella ya estaría despedida, pero su pensamiento racional parecía estar completamente bloqueado y se sentía atónito y desorientado por aquella acusación. ¿Por qué? ¿Qué era lo que tenía aquella mujer que le dificultaba tanto la concentración?

No lo sabía, pero, fuera lo que fuera, era innegable. Cuando entró en aquel café, ella se puso de pie, le dio la mano y su cuerpo respondió automáticamente. No fue solo una chispa, sino una hoguera lo que empezó a arderle en las venas. Había sido algo devastador y sin precedentes. En aquel momento, él había dado por sentado que la razón era que aquella mujer fuera tan diferente del resto de las mujeres que conocía, mujeres que eran capaces de sacrificar cualquier cosa por encajar, mujeres que elegían la comodidad sobre el riesgo.

Nola corría riesgos. Eso resultó evidente por el modo en el que se había comportado y se había vestido durante la entrevista. Eso le gustaba. Cada vez que estaba con ella le gustaba aún más.

Y a ella le gustaba también. Cada vez que estaban juntos, ella se comportaba con desdén o, al menos, lo intentaba. Sin embargo, sus ojos la delataban.

Como si presintiera lo que él estaba pensando, Nola alzó la mirada y la apartó. Entonces, levantó la mano para protegerse la garganta. Inmediatamente, el pulso de Ram comenzó a latir más fuerte. Nunca antes había tenido que perseguir a una mujer y mucho menos animarla para que se le metiera en la cama. La sensación resultaba enloquecedora e increíblemente erótica.

Al pensar en Nola en su cama, llevando tan solo puesta la cinta de terciopelo alrededor del cuello, Ram sintió una frustración sexual tan dolorosa que tuvo que agarrar con fuerza los brazos de su butaca para evitar gemir en voz alta.

–Es una afirmación muy osada, señorita Mason –dijo él suavemente–. Evidentemente, si yo pensara que usted habla en serio, estaríamos teniendo una conversación muy diferente. Por lo tanto, voy a dar por sentado que está tratando de provocarme para que cambie de opinión.

Nola respiró profundamente. ¿Podrían el resto de los presentes sentir la tensión que existía entre ellos o acaso todo era producto de su imaginación?

Estúpida pregunta. Sabía que todo era real. Y no solo eso. También peligroso. Fuera lo que fuera lo que había entre ellos, resultaba claramente peligroso, no solo para su razón, sino también para su instinto de conservación. ¿Por qué si no iba ella a pelearse con el jefe en público?

De repente, Ram se inclinó hacia delante. Cuando la mirada de ambos se cruzó, ella se echó a temblar. La mirada de él era tan intensa que, de repente, Nola se sintió como si estuvieran solos, peleándose frente a frente.

–Buen intento, pero no soy tan sensible.

Nola se reclinó sobre su butaca y trató de aparentar la misma actitud despreocupada.

Al ver cómo ella agarraba con fuerza un bolígrafo, Ram sonrió lentamente.

–No sé si sentirme impresionado o desilusionado con usted, señorita Mason. Normalmente, la gente tarda bastante menos de dos meses en darse cuenta de que soy arrogante y poco razonable. Sin embargo, no suelen decírmelo a la cara. Sea como sea, no estoy dispuesto a cambiar de opinión. o permitirle a usted que cambie la suya. Verá. Solo tengo mil cuatrocientos cuarenta minutos en un día y no me gusta desperdiciarlos en negociaciones sin sentido como esta.

Observó que ella se ruborizaba y sintió una profunda satisfacción. Iba a asegurarse de darle donde verdaderamente le escocía.

–Le di un presupuesto, un presupuesto muy generoso. No veo razón alguna para incrementarlo solo por un capricho.

–No se trata de un capricho, señor Walker. Es la respuesta al correo en el que usted me informaba de que la fecha de lanzamiento del software ha sido adelantada seis semanas.

Si se hubiera ajustado a la fecha límite que se estableció en un principio, el nuevo sistema habría estado funcionando varios meses antes del lanzamiento y eso le habría dado a ella la oportunidad de corregir errores. Sin embargo, dada la nueva situación, el equipo que ella había contratado y preparado para RWI tendría que trabajar más horas para realizar todas las comprobaciones necesarias. Más horas de trabajo significaba más dinero.

Ram se inclinó hacia delante.

–Yo dirijo una empresa. Una empresa de mucho éxito que, en estos momentos, paga su sueldo. Parte de ese éxito proviene de conocer al dedillo mi mercado. Este software necesita estar a la venta lo antes posible y, con lo de «lo antes posible» me refiero a ahora mismo.

Nola parpadeó para tratar de romper el hechizo de aquellos ojos. Entonces, respiró profundamente y se irguió.

–Lo comprendo perfectamente, pero eso de «ahora mismo», cambia las cosas. Ahora mismo es caro, pero no tanto como lo será cuando su sistema sea pirateado.

–Eso se parece mucho a una amenaza, señorita Mason.

Nola respiró profundamente y se irguió un poco más.

–Porque lo es, pero es mejor que venga de mí que de ellos. Los piratas informáticos infringen las reglas, lo que significa que yo también tengo que hacerlo. La diferencia es que yo no voy a destruir ni a robar ni a publicar sus datos. Tampoco voy a extorsionarle.

–Eso no es cierto. Bueno, no lo hace por la puerta de atrás. Se limita a sonreírme y a dejarme un albarán en la mesa.

–Puedo proteger su empresa, señor Walker, pero no puedo hacerlo si tengo las manos atadas a la espalda.

–Por supuesto que no, pero, personalmente, nunca dejo que nadie me ate a menos que hayamos acordado una palabra clave de antemano. Tal vez usted debería hacer lo mismo.

Alrededor de la mesa resonaron unas risitas nerviosas. Sin embargo, antes de que ella pudiera responder, él se giró hacia el resto de los presentes y les indicó la puerta.

–Necesito tener una conversación privada con la señorita Mason.

Con un nudo en el estómago, Nola observó cómo todos los presentes se marchaban en silencio de la sala. Por fin, la puerta se cerró y ella experimentó una ligera aprensión mientras esperaba a que él hablara.

Sin embargo, Ram no dijo nada. Se limitó a mirar por la ventana con el rostro tranquilo y sin problemas.

Los latidos del corazón de Nola se aceleraron. Sabía que estaba haciéndola esperar, demostrándole su poder. Ojalá ella pudiera decirle dónde se podía meter su trabajo. Sin embargo, aquel contrato no solo pagaba su sueldo y el de Anna. RWI era una empresa global, una firma de mucha importancia. Conseguir una buena referencia daría un fuerte empuje a Cyber Angels.

Por lo tanto, se dijo que debía permanecer tranquila. Por fin, él se puso de pie y rodeó lentamente la mesa para colocarse delante de ella.

–Usted ya me está costando mucho dinero y ahora está a punto de costarme mucho más –le espetó mirándola fríamente–. ¿Está segura de que no hay nada más que le gustaría, Nola? ¿Esta mesa, tal vez? ¿Mi coche? Tal vez la camisa que llevo puesta...

Ram estaba esperando que ella reaccionara, lo que significaba que debía permanecer en silencio y sentada. Sin embargo, era la primera vez que la llamaba por su nombre de pila y escucharlo con aquella voz profunda y sensual la pilló desprevenida.

Sin que pudiera evitarlo, se puso de pie. Su cuerpo parecía actuar independientemente. Inmediatamente, supo que había cometido un error. Estaba tan cerca de él, lo suficiente para extender una mano y tocar aquella hermosa boca. En otras palabras, estaba demasiado cerca. «Aléjate», se gritó en silencio. Pero, por alguna razón, sus piernas parecían incapaces de hacer lo que su cerebro sugería.

En vez de eso, lo miró con desaprobación. Sus ojos azules se oscurecieron de la ira.

–Sí, eso es, señor Walker. Eso es exactamente lo que deseo. La camisa que lleva puesta.

No era cierto. Lo que realmente quería era que cambiaran las tornas. Obligarle a perder el control. Hacerle sentir el miedo, la frustración y el deseo que ella sentía.

Él se colocó los dedos sobre los botones de la camisa sin dejar de mirarla.

–¿Está segura de eso? –le dijo suavemente.

El tono amenazador que subyacía debajo de tanta suavidad hizo que Nola recuperara el sentido común.

Al otro lado de una mesa, rodeado de gente, Ram Walker resultaba turbador y amenazador. Sin embargo, de cerca y en solitario era formidable. Nola se sentía como un pez fuera del agua.

Respiró profundamente y sacudió la cabeza. El pulso se le aceleró de ira al ver la sonrisa de satisfacción que él le dedicaba.

–Y yo que pensaba que le gustaba romper las reglas...

Nola comprendió que él estaba de nuevo provocándola, pero no le importó. En aquellos momentos, lo único que deseaba era estar lejos de aquel hombre que parecía tener el poder de volverla del revés y de arrebatarle el equilibrio.