Sí, importa - Dileisi Alimaris Pacheco - E-Book

Sí, importa E-Book

Dileisi Alimaris Pacheco

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Beschreibung

Para Dios nadie es demasiado joven. Desde pequeños, los niños pueden aprender valores morales y espirituales que los guíen en su crecimiento; y además entender que sus acciones tienen repercusiones: que pueden lograr cambios en el mundo, y que esos cambios empiezan en casa. A través de historias de personajes bíblicos, este devocional busca inspirar a los niños a dejar su marca en el mundo y a fortalecer su amistad con Jesús cada día.

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Sí, importa

pequeñas grandes acciones

Dileisi Alimaris Pacheco

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Tabla de contenido
Tapa
1º de enero
2 de enero
3 de enero
4 de enero
5 de enero
6 de enero
7 de enero
8 de enero
9 de enero
10 de enero
11 de enero
12 de enero
13 de enero
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1º de febrero
2 de febrero
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Sí, importa

Pequeñas grandes acciones

Dileisi Alimaris Pacheco

Dirección: Natalia Jonas

Diseño de tapa: Mauro Perasso

Diseño del interior: Karina Varela

Ilustración de tapa: Mauro Perasso

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

Primera edición; e - Book

MMXXII

Es propiedad. © Asociación Casa Editora Sudamericana, 2022.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-742-3

Pacheco, Dileisi Alimaris

Sí, importa: Pequeñas grandes acciones / Dileisi Alimaris Pacheco / Dirigido por Natalia Jonas / Ilustrado por Mauro Perasso. - 1ª ed. - Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-798-742-3

1. Devocionario para Niños. I. Jonas, Natalia, dir. II. Perasso, Mauro, ilus. III. Título.

CDD 242.62

Publicado el 30 de noviembre de 2022 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: [email protected]

Web site: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Todas las citas bíblicas sin otra indicación han sido extraídas de La Biblia, Nueva Reina-Valera 2000 Actualizada (RVA-2000), © 2020, Sociedad Bíblica Emanuel. Biblia.EditorialACES.com

1º de enero

El soplo marca la diferencia

“Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente” (Génesis 2:7).

Dios es el primer artesano. Usó elementos de la tierra para crear al hombre. A diferencia de todo lo demás, que creó con su voz, a Adán lo formó con sus propias manos. Ya casi lo había terminado de formar: Adán tenía ojos, oídos y pies; pero todavía no veía, ni oía, ni caminaba. Era como un muñeco. Pero entonces, Dios hizo algo que ningún artesano que modela utensilios de barro puede hacer. Demostró su poder cuando sopló en la nariz de Adán el aliento de vida. Solamente él puede dar vida, porque la vida viene de él.

Por la desobediencia de Adán y de Eva, ahora nosotros vivimos solo por un tiempo. Nuestra vida es corta y tenemos muchos problemas. La buena noticia es que Dios quiere darnos vida eterna ¡y tiene el poder para dárnosla!

Después de que Jesús resucitó, el grupo de discípulos todavía estaba atemorizado, escondido y con muy poca fe; de repente, Jesús apareció y los consoló. Además: “Sopló sobre ellos, y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo’ ” (Juan 20:22). Ese soplo marcó la diferencia para que aquel grupo se convirtiera en un grupo de discípulos valientes, fervorosos y dispuesto a testificar del amor de Jesús.

Sin Jesús, somos como Adán sin el soplo: solo barro. Tenemos corazón, pero no podemos amar al prójimo; ojos, pero no leemos la Biblia; oídos, pero nos incomoda escuchar una predicación; pies, pero no servimos a los demás. Vivimos limitados a lo terrenal y pasajero. Pero así como ocurrió con Adán, Dios baja a nuestro nivel porque quiere soplarnos su vida. Igual que como con los discípulos, el Maestro de Galilea quiere soplarnos su poder para que vivamos con felicidad. El soplo de Dios es el Espíritu Santo, que viene como un viento fresco que nos limpia, nos renueva, nos fortalece y nos transforma. Recíbelo hoy, mañana y cada día, para que vivas la hermosa vida que Dios desea para ti.

2 de enero

Siempre útil

“Dios el Señor plantó un jardín en la región de Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado” (Génesis 2:8).

¿Qué haces cuando estás solo? Al principio Adán estuvo solo en el perfecto Jardín del Edén, aunque su soledad no significaba aburrimiento, inactividad o una oportunidad para maquinar alguna maldad. Dios lo puso en acción y le dio tareas específicas. A Adán siempre le daba mucha alegría obedecer y servir a Dios, y sentirse útil.

Las tareas específicas de Adán incluían cultivar y guardar el jardín (vers. 15), así como ponerles nombre a los animales (vers. 19). Por lo tanto, Adán fue el primero en trabajar la tierra. Su trabajo fue en las mejores condiciones que te puedas imaginar, pues no había espinas, ni un clima agobiante, ni la necesidad de lluvia. Además, fue el primer taxónomo, ya que clasificó a los animales. ¿Por qué Dios le dio estas tareas a Adán? Después de todo, no necesitaba trabajar para tener comida. La razón es que Dios quiso que estuviera ocupado para que se sintiera útil y productivo. Después de que Dios creó a Eva, ambos podían trabajar en equipo.

Algo semejante debe ocurrir contigo: Dios desea que aproveches el tiempo, que sirvas en tu hogar, en la escuela y en la iglesia con tareas específicas. No importa si estás solo o tienes hermanos, necesitas desarrollar tus habilidades, tu creatividad, y utilizar tu fuerza y tu energía en favor de quienes te rodean. Así sirves también a Dios.

Actualmente, hay muchas distracciones que nos tientan a ser inactivos: quizá las pantallas de los dispositivos, con sus programas, series, películas y videojuegos. Aunque la tecnología tiene su lugar y puede facilitarte las tareas, puede convertirse en un riesgo que te aparte de la vida que Dios quiere para ti. Establece metas claras para desarrollar más tus habilidades físicas, manuales y mentales. Con la ayuda de tus padres, decidan qué tareas específicas puedes hacer para ayudar. Así te prepararás para el futuro y nunca te aburrirás.

3 de enero

Aspiración versus codicia

“La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió” (Génesis 3:6).

El problema de Eva fue la codicia. ¿Qué necesitaba ella en el Jardín del Edén? Absolutamente nada. Lo tenía todo y en condiciones perfectas. Sin embargo, Satanás le hizo creer que Dios se reservaba información importante, y que si comía del fruto prohibido alcanzaría un nivel de conocimiento increíble. Entonces sería más. ¡Sería como Dios! Dios le había avisado a Eva del peligro que había, pero ella creyó “conocer” más de lo que sus ojos veían. El fruto en sí mismo no fue el problema. El verdadero problema fue la actitud codiciosa y rebelde de Eva. Como consecuencia, tuvo un mayor conocimiento, pero no como ella esperaba. Conoció el dolor y la muerte.

Tú tienes derecho a soñar con un futuro mejor, pero no olvides distinguir entre la aspiración y la codicia. La codicia es un fuerte deseo de tener lo que no puedes tener o no debes tener en este momento. La codicia siempre lleva a un resultado desagradable, ya que hace que las personas sean deshonestas, traidoras y arriesgadas para conseguir lo que quieren cueste lo que cueste, sin importar si Dios lo prohibió, o si pisotean los derechos de los demás.

La codicia es el pecado del corazón que a veces no se ve en una acción o una conducta equivocada, pero está en la mente como un deseo que alimentamos con nuestros pensamientos. Dios nos advierte sobre esto en el décimo Mandamiento: “No codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca” (Éxo. 20:17).

Eva no tenía un esposo para codiciar, porque el único hombre era Adán; ni un animal que quisiera tener, porque todos le pertenecían; y no había esclavos. Ella codició conocimiento: quiso ocupar el lugar de Dios, y por eso se equivocó.

Vive agradecido con lo que Dios te da. No te enfoques en lo que hoy no tienes; algunas cosas llegarán en su momento y otras no, pero siempre puedes agradecer y obedecer a Dios.

4 de enero

Dios te busca

“El Señor le dijo: ‘¿Por qué te enojas y pones mala cara?’ ” (Génesis 4:6).

Cuando Caín nació, sus padres tenían la esperanza de que fuera el hijo de la promesa. Nunca imaginaron que sería el primer asesino. Y todo por culpa del enojo. El problema estuvo relacionado con la adoración a Dios. Recuerda que Dios es quien dice cómo, cuándo, dónde y con qué debemos adorarlo; siempre es él quien pone las reglas. En aquellos días, el elemento clave era el cordero.

El enojo siempre trae graves consecuencias. Sin embargo, debemos aceptar que todos nos enojamos de vez en cuando. A veces podemos enojarnos como una llamarada, que así como se enciende rápido se apaga rápido. Por ejemplo, puedes enojarte con tu amigo en un juego, pero después de unos minutos se olvidan del problema y siguen jugando.

Otras veces, el enojo puede ser como una llama débil, pero constante. Es decir, el enojo sigue allí aun cuando no hagamos nada. Por ejemplo, puedes sentir enojo en tu interior, pero “hacer de cuenta” que no ocurre nada, y estar pensando cómo vengarte. Este es el tipo de enojo que Jesús prohíbe; y así se enojó Caín.

Dios hizo lo que pudo para evitar esa situación. Buscó a Caín para ayudarlo y para asegurarle que podía dominar su enojo. Pero Caín no prestó atención a la voz de Dios. Prefirió seguir teniendo pensamientos de odio y enojo contra su hermano. En lugar de arrepentirse y adorar a Dios como él había indicado, pensó cómo vengarse. Decidió engañar a su hermano, lo invitó a dar un paseo en el campo, aparentó que su enojo había quedado atrás, y entonces lo mató.

El pecado trajo consecuencias terribles. De Génesis 3 al 4 hay una gran diferencia en la respuesta de Adán y la de Caín al llamado divino. Dios preguntó: “¿Dónde estás?”, y Adán respondió: “Tuve miedo y por eso me escondí”. Después, Dios le preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?” Y Caín dijo: “No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?” (Gén. 4:9). Dios siempre te va a buscar. ¿Cómo le responderás?

5 de enero

La obediencia está antes que la ofrenda

“Abel llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas. El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda” (Génesis 4:4).

La oveja de Abel era perfecta; y el producto de la cosecha de Caín, también. Sin embargo, antes de que Dios mirara las ofrendas, vio a las personas que las ofrecían. Vio con agrado a Abel y después miró su ofrenda. ¿Por qué? Porque para Dios es más importante ver el corazón de la persona antes que la ofrenda que trae. En el caso de Abel, su acción demostró que obedecía a la indicación divina. Esa ofrenda necesitaba el derramamiento de sangre: muerte; y mostraba que Abel entendía qué significaba el cordero. El sacrificio era una lección práctica de la futura muerte del Hijo de Dios.

En Hebreos leemos que Abel ofreció el sacrificio por fe (Heb. 11:4), fe en Jesucristo, y por eso Dios lo declaró justo. Por otra parte, Caín mostró ser hijo del maligno (1 Juan 3:12). Entonces, ¿cuál es la diferencia entre ser personas de fe o personas del maligno? ¿Será ofrecer sacrificios y evitar los frutos? ¡No! La diferencia está entre obedecer o no las indicaciones de Dios. Caín buscaba a Dios, pero a su manera; Abel era justo, porque confiaba en Dios y le era obediente.

Después de la muerte de Abel, Dios habló con Caín, y le dijo: “¿Por qué has hecho esto? La sangre de tu hermano, que has derramado en la tierra, me pide a gritos que yo haga justicia?” (Gén. 4:10). A lo largo de la historia, muchos fieles hijos de Dios han sufrido problemas y violencia por ser obedientes a lo que Dios pide. ¿Cuándo haría justicia Dios por Abel y los demás mártires? Sucedió cuando Jesucristo vino a este mundo. Ahí se demostró que el problema no era Caín, sino Satanás. Entonces, la muerte de Jesús fue una victoria, ya que así Dios venció a Satanás y demostró la maldad del plan del enemigo.

Hoy sigue siendo importante ofrendar a Dios; pero lo más importante es hacerlo con un corazón agradecido, con alegría y con una vida de obediencia a lo que Dios nos pide en la Biblia.

6 de enero

Lamec y los demás

“Un día, Lamec les dijo a sus esposas Adá y Silá: ‘Escuchen bien lo que les digo: he matado a un hombre por herirme, a un muchacho por golpearme’ ” (Génesis 4:23).

La descendencia de Caín se distinguió por desobedecer la voluntad de Dios. La parte final del capítulo 4 de Génesis menciona a algunos personajes con sus respectivas fechorías. En primer lugar aparece Lamec. Este personaje fue el primero que tuvo más de una esposa; es decir, practicó la poligamia, algo que nunca fue el plan de Dios. Posteriormente, él mismo menciona un asesinato que cometió por una razón insignificante. Lo más aberrante del suceso es que decidió contárselo a sus esposas en una poesía, que él mismo compuso, como si fuera una hazaña.

Por otra parte, Dios le dio a la primera pareja la dieta original en el Jardín del Edén; a pesar del pecado, la intención era que todos conservaran esa dieta. Sin embargo, Jabal fue el primero en crear una industria de venta de carne, como una buena oportunidad de enriquecerse (Gén. 4:20).

Además, Jubal se convirtió en el padre de todos los que tocaban el arpa y la flauta. Esto ¿qué importancia tiene? Bueno, si consideramos que ellos no reverenciaban a Dios en lo absoluto, entonces significa que usaban los instrumentos para adorar al enemigo de Dios. Quizá te sorprenda que el arpa se mencione al principio de la Biblia con relación a la descendencia de Caín, pero así es. Este instrumento no solo está relacionado con David o con los santos ángeles. En realidad, no existen instrumentos buenos o malos. Lo importante es cuán cerca de Dios está quien los ejecuta y cómo lo hace. Si tú tocas o estás aprendiendo a tocar un instrumento, antes que nada obedece a Dios y usa tus habilidades para adorarlo.

Finalmente encontramos a Tubal-caín, quien era “herrero, y hacía objetos de bronce y de hierro” (vers. 22). Este personaje decidió usar sus habilidades artísticas para trabajar metales y hacer armas. Por lo tanto, la descendencia de Caín que se fue a vivir al oriente, y al igual que su padre, se caracterizó por la rebelión contra Dios. De ellos aprendemos lo que no debemos imitar.

7 de enero

Set

“Adán volvió a unirse con su esposa, y ella tuvo un hijo al que llamó Set, pues dijo: ‘Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel, al que Caín mató’ ” (Génesis 4:25).

Claramente Satanás quería tener el control de toda la humanidad. Con la muerte de Abel parecía que los planes de Dios no iban a prosperar, pero Dios permitió que la primera pareja tuviera otro hijo al que llamaron Set.

Cuando Set cumplió 105 años se convirtió en padre de Enós. El nacimiento de su hijo hizo que Set buscara a Dios como nunca antes y su ejemplo ejerció una influencia positiva en muchos. Por eso la Biblia dice: “Desde entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor” (Gén. 4:26). Esto significa que hubo un nuevo interés por orar, obedecer y adorar a Dios. Ese fue el primer reavivamiento en la historia de la humanidad, algo que no ocurría desde los días de Abel. Ahora hubo un nuevo interés por seguir la voluntad divina.

Así que, mientras que los cainitas se vanagloriaban en su fuerza, sus armas, su música, y fundaban ciudades poniéndoles el nombre de alguno de ellos, los setitas se distinguían por dar gloria a Dios. Desde ese momento la humanidad se dividió en dos bandos: los hijos de Caín, caracterizados por el pecado, y los hijos de Set, que se distinguían por su lealtad a Dios.

Para Dios no hay puntos medios ni zonas grises; para él no existe la neutralidad, ni la tibieza. Solo hay dos opciones: o somos de él o no lo somos.

Cuando Jesucristo desarrolló su ministerio en esta Tierra, siempre concluyó sus enseñanzas con dos alternativas: luz o tinieblas, camino ancho o angosto, trigo o cizaña, ovejas o cabritos, la roca o la arena, estar a su derecha o a su izquierda… La enseñanza es que siempre tenemos dos opciones: vida eterna o muerte eterna.

Esta diferencia que existía desde Génesis 4 es real hoy. ¡Vive como un hijo de Dios! Ojalá te conozcan por amar, servir y adorar a Dios.

8 de enero

Enoc

“Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios” (Génesis 5:24, RV95).

El capítulo 5 de Génesis trata de la genealogía de Set. Como aprendimos ayer, nos estamos refiriendo a las personas fieles a Dios. Si lees el capítulo, pronto descubrirás una fórmula que se repite ocho veces. La verdad que es un poco aburrida, y también triste. Por ejemplo: “Así todos los días de Set fueron novecientos doce años, y murió. […] Así, todos los días de Enós fueron novecientos cinco años, y murió” (Gén. 5:8, 11, RV95). Y así sucesivamente; solo cambia el nombre de quien murió.

Sin embargo, esas palabras repetitivas desaparecen en los versículos 21 al 24, donde se menciona a Enoc. Él no murió, ¡aún vive! Esa sección representa una ventana no solo en el capítulo, sino también en la historia de la humanidad. Esa ventana trae luz y esperanza: nos recuerda que no fuimos creados para morir, sino para vivir. Que así como Enoc, tú y yo podemos entrar en el Reino de los cielos.

Enoc desapareció porque era amigo de Dios y hablaba con él todo el tiempo. Enoc disfrutaba de obedecer a Dios. En esta Tierra, Enoc vivió 365 años, pero a los 65, cuando se convirtió en padre de Matusalén, intensificó su amistad con Dios, y los siguientes 300 años estuvo más cerca de Dios que nunca. Qué interesante que cuando Set y Enoc se convirtieron en padres de Enós y Matusalén respectivamente, buscaron a Dios como nunca antes.

El mensaje central de Génesis 5 no es de muerte, sino de vida. Así como en el Nuevo Testamento Lázaro es muy importante porque nos recuerda la verdad de la resurrección de los muertos en Cristo, Enoc es muy valioso en el Antiguo Testamento porque nos muestra nuestro destino cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador y Amigo. Jesús vino a vencer la muerte. Cuando Jesús vuelva por segunda vez nos encontraremos con amigos y familiares que hoy están en la tumba, pues Dios les devolverá la vida. ¡Estas son buenas noticias!

9 de enero

Lamec y Lamec; Enoc y Enoc

“Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando nació su hijo Lamec” (Génesis 5:25).

Cuando comparas a los descendientes de Caín, en la última parte de Génesis 4, con los descendientes de Set del capítulo 5, descubres nombres muy parecidos; por ejemplo: Enoc (4:17; 5:18), Mehujael y Mahalaleel (4:18; 5:12), Metusael y Matusalén (4:18; 5:21), Lamec (4:18; 5:25). Aunque los personajes de estas dos listas eran muy diferentes en personalidad, algunos tenían nombres iguales o casi iguales.

Las personas que no siguen a Dios pueden parecerse mucho a quienes sí lo siguen. Pueden aparentar ser sus seguidores, pero no lo son. Incluso, pueden llamarse igual: “cristianos”, pero ser muy diferentes en el interior. Los nombres son importantes, pues son como una marca. Esto pasa también con los nombres de marcas. Hay marcas que se han ganado un buen nombre; y otras, no. De hecho, hay nombres de marca muy parecidos. En la vida espiritual ocurre algo similar: muchos pueden llamarse cristianos, pero lo más importante es cómo nos comportamos.

Cuando Jesús estuvo en esta Tierra, muchos judíos se jactaban de ser hijos de Abraham y pensaban que eso les daba una ventaja sobre las demás persona delante de Dios, pero Jesús les aseguró que lo importante era que llevaran frutos que glorificaran a Dios.

En conclusión, tu identidad debe estar en Jesús. La identidad cristiana es lo que te dice que eres hijo de Dios. Es lo que te hace diferente en los grupos en los que estás. Por ejemplo, cuando estás jugando, no haces trampa; cuando el árbitro marca la falta, no maldices; cuando encuentras dinero que no es tuyo, no lo tomas; cuando te ofrecen algo malo para tu salud, lo rechazas. ¿Por qué? Porque eres hijo de Dios. Tus valores, tus decisiones, tus temas de conversación, tus juegos y lo que miras se caracteriza por tu fidelidad a Dios. Con la ayuda de Dios, ¡marca la diferencia donde estés!

10 de enero

Matusalén

“Vivió novecientos sesenta y nueve años en total. A esa edad murió” (Génesis 5:27).

Es probable que si hoy tienes nueve o diez años, pienses que tu abuelo de sesenta o setenta tiene muchísimos años, y ni siquiera te imaginas qué hacer con tanto tiempo. Pero, no eres el único en pensar así. Actualmente, cuando una persona cumple más de cien años se convierte en noticia internacional y atrae a los medios de comunicación, que de inmediato empiezan a preguntarle cómo hizo para llegar a esa edad, cuáles son sus hábitos y qué come.

¿Sabías que las personas que vivieron antes del Diluvio vivían en promedio 912 años? Para ellos, vivir hasta los 100 años era muy poco. Ahora pensemos en Matusalén, el personaje que más tiempo vivió sobre la tierra (969 años). ¿Qué habrá hecho en tanto tiempo? ¡Sí que tuvo mucho tiempo para jugar, estudiar, investigar y trabajar!

Cuando Jesús regrese por segunda vez, nos llevará al Cielo para vivir con él mil años. Durante ese tiempo, nos sentaremos en tronos y reinaremos con Cristo (Apoc. 20:1-6). Además, Dios responderá todas nuestras preguntas sobre lo que ocurrió en esta Tierra: sobre los asuntos que disfrutamos y sobre los que no entendimos.

A nosotros, vivir mil años con Cristo en el Cielo nos puede parecer interminable. Quizá te preguntes: ¿Qué voy hacer todo ese tiempo? Pero, para Matusalén, ese tiempo sería solo unos pocos años más de lo que él vivió; así que para él, mil años en el Cielo con Cristo no sería algo tan extraño. Lo interesante es que el Milenio, por largo que te parezca, es solo el comienzo de la Eternidad. Y lo mejor es que en la Eternidad nunca te vas a aburrir, enfermar, ni enojar; el clima no te molestará, ni tendrás problemas.

11 de enero

Los hijos de Dios y los hijos de los hombres

“Cuando los hombres comenzaron a poblar la tierra y tuvieron hijas, los hijos de Dios vieron que estas mujeres eran hermosas. Entonces escogieron entre todas ellas, y se casaron con las que quisieron” (Génesis 6:1, 2).

Hace unos días descubrimos que existían dos pueblos: los setitas y los cainitas. Sin embargo, hoy nos damos cuenta de que ya no son dos, sino solo uno. ¿Cuál crees que fue el pueblo que prevaleció? Fueron los hijos de Caín los que dominaron y absorbieron a los hijos de Set hasta que casi desapareció de la Tierra el amor, la bondad, la reverencia y la adoración a Dios. Lo que predominaba era la maldad y la violencia.

¿Por qué el mundo llegó a esa terrible situación? Lo que sucedió fue que los hijos de Set se empezaron a juntar, después a encariñar y finalmente a casarse con las jóvenes que eran descendientes de Caín, y viceversa. Esas nuevas familias que se establecieron siguieron las costumbres de Caín y su familia, y se apartaron de las creencias de Set.

Ese triste momento de la historia de la humanidad tuvo consecuencias terribles, pues llevó al Diluvio y a la destrucción de casi toda la humanidad. El versículo de hoy nos enseña que Satanás sigue usando la misma estrategia hoy: quiere que no seamos firmes en nuestra fe en Dios. Cuando todos nuestros amigos maldicen, pelean, comen lo que Dios desaprueba, automáticamente estamos en un terreno donde somos vulnerables y quizá, sin que tú mismo lo notes, termines pensando y actuando como ellos.

Satanás quiere destruir a la iglesia y la fe de las personas. Para lograrlo, intenta que los hijos de Dios practiquen las costumbres del mundo, que aplaudan lo que no es importante, que admiren a los héroes del mundo y que, finalmente, establezcan familias con parejas que no creen en Dios. En Génesis hubo una familia diferente, y gracias a ella hoy estamos aquí. Tú puedes también marcar la diferencia y distinguirte por darle el mejor y el primer lugar a Dios.

12 de enero

Noé

“Esta es la historia de Noé. Noé era un hombre muy bueno, que siempre obedecía a Dios. Entre los hombres de su tiempo, solo él vivía de acuerdo con la voluntad de Dios” (Génesis 6:9).

La enseñanza principal de los capítulos 6 al 9 de Génesis no es el Diluvio, ni las características del arca, ni la violencia que había, sino la forma maravillosa en que Dios salvó a Noé y a su familia. En los versículos 9 al 11 del capítulo 6 se muestra la gran diferencia entre la justicia de Noé y la maldad de los demás. ¿Por qué Dios salvó a Noé? Porque caminó con Dios. Caminar con Dios fue la experiencia de Enoc: “Caminó Enoc con Dios […]. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios” (Gén. 5:22, 24, RVR 1960).

Es importante caminar con Dios. Por eso Dios salvó a Noé del Diluvio y llevó a Enoc al Cielo. ¿Qué significa caminar con Dios? La versión Dios habla hoy dice así: “Enoc vivió de acuerdo con la voluntad de Dios”. El versículo de hoy habla de la obediencia de Noé como el acto de caminar con Dios. Y esta declaración la podemos aplicar a su familia. Cada miembro de la familia de Noé decidió caminar con Dios, pues la salvación es personal. Así, la esposa de Noé, sus hijos y las esposas de sus hijos aprendieron a amar y a obedecer a Dios.

Además de que Noé demostró su fidelidad al obedecer la voluntad de Dios, también creyó y atendió la orden más extraña de su tiempo: edificar un barco. En aquellos días nunca había descendido del cielo siquiera una ligera llovizna.

La vida para Noé y su familia no fue fácil, como no lo es para nosotros. Eran una familia especial; por lo tanto, llamaban la atención. Muchas veces la gente se burló de los hijos de Noé por no ser desobedientes, pero ellos supieron poner límites claros en sus relaciones con los demás para no comprometer su fe. Aunque nadie más aceptó el mensaje que Noé predicó durante 120 años, él fue un vencedor, pues quienes más amaba, su familia, lo acompañó en la aventura de fe dentro del arca.

13 de enero

Un barco sin timón

“Yo voy a mandar un diluvio que inundará la tierra y destruirá todo lo que tiene vida en todas partes del mundo. Todo lo que hay en la tierra morirá” (Génesis 6:17).

La misión de construir el arca era tan desafiante que le llevó a Noé por lo menos cien años. Era imposible que él solo la construyera, así que seguramente tuvo gente que colaboró en esa tarea. Pero no solo había que construir la embarcación. Si fuiste a un campamento, viste todos los detalles que hay que considerar; por ejemplo, los alimentos. Imagínate la cantidad de comida que tuvieron que conseguir para estar un año dentro del arca. Lo más desafiante es que no era solamente para los ocho pasajeros, sino también para cada especie de animales. Génesis 6:21 dice: “Junta además toda clase de alimentos y guárdalos, para que tú y los animales tengan que comer”.

Por otra parte, el arca era única. No se parecía a un crucero actual. Su estructura tenía que garantizar que flotara. Piensa en una pelota de rugby. Ahora imagina que la cortas a la mitad con un cuchillo; eso era el arca. En su interior habría tres pisos para acomodar a todos los animales. En la parte superior estaba el lugar donde vivirían las personas, y ahí había una ventana. El largo del arca era 135 metros; esto es, unos metros más que el largo de un estadio de fútbol. El ancho, 30 metros: es la mitad del ancho de la cancha de un estadio. La altura era de 13 metros, como un edificio de seis pisos.

El arca no tenía timón: no era conducida ni por Noé, ni por ninguna otra persona, solo por Dios. Tenía solamente una puerta, y eso nos recuerda que Jesús es la puerta de la salvación. Había una ventana donde los viajeros podían mirar al cielo, y les recordaba que dependían de Dios. Actualmente, mirar hacia el cielo sigue siendo la mejor opción en cualquier circunstancia. Decide hoy darle el timón de tu vida a Jesús; así, no importa la tormenta, siempre estarás seguro.

14 de enero

La misericordia de Dios

“Contigo estableceré mi pacto, y en la barca entrarán tus hijos, tu esposa, tus nueras y tú” (Génesis 6:18).

Dios es justo. Quizá te hayas preguntado por qué Dios mandó un diluvio para destruir a la humanidad. Lo cierto es que, antes del Diluvio, Dios mostró su misericordia: le dio a la humanidad ciento veinte años de oportunidades para que escuchara cuál era el único medio de salvación y se arrepintiera. Demostró su amor, pues aunque solo había una familia justa, esta no pasó desapercibida; Dios hizo un pacto con ella y trabajó por medio de ella en su último esfuerzo para salvar a todos los que aceptaran el mensaje. Dios no fue arbitrario. El Diluvio no tomó por sorpresa a nadie.

Además, el llamado de Dios se escuchó de tres maneras claras. Primero, por la voz de Noé, quien dio el mensaje al mundo día tras día. En segundo lugar, a través del constante ruido de las herramientas que usaban muchas personas para construir el gran barco. El ruido, por sí mismo, atraía la atención de todos. Era un llamado constante. Finalmente, por el espectacular desfile de todo tipo de animales que se acercaron al arca obedeciendo la voz de Dios. Las personas miraron con asombro ese espectáculo, pero no aceptaron el mensaje. Más adelante, en el tiempo del profeta Isaías, el pueblo de Dios se caracterizó por su desobediencia. Entonces, el profeta destacó cómo los animales respondían a la voz de su dueño, pero las personas no obedecían la voz de su Creador: “El buey reconoce a su dueño y el asno el establo de su amo; pero Israel, mi propio pueblo, no reconoce ni tiene entendimiento” (Isa. 1:3).

Dios mostró su amor: el arca representaba su misma presencia para protegerlos. Actualmente, Jesucristo es para nosotros la verdadera arca que nos ofrece refugio, salvación y seguridad, sin importar los problemas que tengamos. Al salir del arca, Dios hizo un pacto con la humanidad y lo selló con el arcoíris. Prometió que nunca más el mundo sería destruido así, con un diluvio. Noé y su familia, agradecidos, ofrecieron sacrificios. Cada día es una oportunidad para aceptar el pacto que Dios nos ofrece.

15 de enero

Nimrod

“En aquel tiempo todo el mundo hablaba el mismo idioma” (Génesis 11:1).

Después del Diluvio, Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dio la orden de que tuvieran muchos hijos y poblaran la Tierra. Luego de algunos años, ese propósito se cumplió. Pero la gente no quiso separarse mucho; prefirió vivir en un mismo lugar. En esa época se volvió costumbre que las personas compitieran entre sí para mostrar quién tenía más riqueza. La manera más común de demostrarlo era con edificios altos, algo parecido a lo que hoy llamamos “rascacielos”. Quien edificara la torre más alta demostraba su poder, influencia y riqueza. Así trataban de imponer su autoridad.

Sin embargo, el plan de Dios no era que vivieran en una misma zona geográfica, ni que todo el poder para gobernar lo tuviera una sola persona. En esos días, las personas se establecieron en un mismo lugar y un personaje llamado Nimrod las gobernaba. La Biblia se refiere a él como el primer poderoso de la Tierra (Gén. 10:8), fundador de muchas ciudades, entre ellas Babel, que después se llamó Babilonia. Su poder y su riqueza llamaban la atención de muchos. Génesis 10:10 al 12 menciona las ciudades que fundó y se refiere a ellas como las principales ciudades de su “reino”; es decir, no solo era poderoso, era rey. Sin duda, esto hizo que muchos quisieran vivir cerca de él aunque desobedecieran a Dios. Preferían estar de su lado para obtener algún beneficio.

Fue Nimrod quien propuso construir la famosa “Torre de Babel”. Y convenció a la mayoría de construirla. Era un tipo de zigurat; o sea, una torre escalonada y piramidal. Esa construcción sería el ícono de la humanidad. Iba a representar la fuerza, la riqueza y la unidad. Y realmente lo iba a lograr, pues en ese tiempo no hacían falta intérpretes o traductores: todos hablaban el mismo idioma y se entendían. El resultado no fue muy positivo para los constructores.

Esta historia nos advierte que no busquemos la compañía de personas solo por su popularidad, su poder, su dinero o su personalidad, si eso nos lleva a desobedecer a Dios. Siempre será mejor obedecer la voluntad de Dios, que encontramos en la Biblia, para que prosperes en todos tus planes.

16 de enero

Los edificadores anónimos

“Después dijeron: ‘Vengan, vamos a construir una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo. De este modo nos haremos famosos y no tendremos que dispersarnos por toda la tierra’ ” (Génesis 11:4).

Tres razones impulsaron a los habitantes del reino de Nimrod a edificar la torre: primero, querían tener una puerta de acceso a sus dioses; en segundo lugar, querían ser famosos; finalmente, querían utilizarla como lugar de refugio ante alguna calamidad.

“Babel” significa “puerta a dios”. Ellos trabajaron unidos para estar más cerca de sus dioses. Sin embargo, Dios cambió el significado de Babel a “confusión”. Cuando Dios intervino y creó diferentes idiomas, ese se convirtió en un lugar de bullicio inentendible. Algo semejante ocurre con cualquier persona que busca encontrarle sentido a la vida sin Dios: el resultado siempre será confusión.

La segunda razón tiene que ver con que deseaban ser famosos y que todos recordaran siempre sus nombres. Pensaron que esa torre facilitaría ese recuerdo. En realidad, nadie sabe el nombre de los edificadores: todos pasaron al olvido. Así ocurre con todos los que no ponen su confianza en Dios. Si tú anhelas que tu nombre sea famoso y se recuerde en el tiempo, la única manera de lograrlo es aceptar a Jesús como tu Salvador personal. Entonces serás famoso, no por ti, sino por el Nombre que es sobre todo nombre: Jesucristo (Hech. 4:10-12). Por otra parte, la construcción en Sinar se convirtió en un proyecto frustrado. Es desalentador empezar una actividad y no terminarla, ya sea por falta de voluntad, por no ser perseverante o por una mala planificación. No habla bien de nadie dejar proyectos a la mitad. Si te propones objetivos según la voluntad de Dios y tienes su bendición, siempre debes terminar lo que empieces.

Por último, al frustrarse el plan ya no tendrían un lugar para refugiarse ante alguna crisis. Lo que ellos no entendieron, o no quisieron reconocer, es que Dios siempre nos da su protección en cualquier lugar. Su cuidado para nosotros no depende de una gran construcción, sino de su gracia a pesar de las circunstancias. No lo olvides, hoy y siempre ora a Dios para que guíe tus pasos, y para que sus ángeles te acompañen a tu familia y a ti.

17 de enero

Sem y Nacor

“Estos fueron los descendientes de Sem. Dos años después del diluvio, cuando Sem tenía cien años, nació su hijo Arfaxad. Después de esto, Sem vivió quinientos años más, y tuvo otros hijos e hijas” (Génesis 11:10, 11).

En Génesis 11:10 al 26 encontramos una genealogía muy importante: son los descendientes de Sem (uno de los tres hijos de Noé). El propósito de esta lista de nombres es llevarnos hasta Abram, a quien Dios llamó para formar un pueblo especial; especial porque sería el pueblo de Jesucristo.

Me gustaría que pienses en la importancia del tiempo. Sem vivió 600 años; pero, Nacor vivió 148 años (Gén. 11:24, 25). ¡Una gran diferencia! Sem vivió 452 años más que Nacor. De ahí en adelante, nadie iba a vivir tanto tiempo como Sem. Al contrario, la edad disminuiría. Por ejemplo, Moisés vivió 120 años, y cuando escribió el Salmo 90 anticipó que: “Setenta son los años que vivimos; los más fuertes llegan hasta ochenta […]. ¡Los años pronto pasan, lo mismo que nosotros!” (vers. 10).

Puedo imaginar que Nacor vivió más aprisa que Sem, pues no tenía tiempo que perder. Iba a vivir mucho menos que sus antepasados. Si estuviera entre nosotros, no malgastaría los minutos en actividades insignificantes como estar horas ante pantallas. Tampoco podía darse el lujo de posponer sus deberes. Nosotros también tenemos que ser cuidadosos con el tiempo, pues los minutos que ya pasaron nunca regresarán. En realidad, de las 24 horas diarias, un tercio, o sea 8, las pasamos durmiendo. ¡Pasamos un tercio de la vida dormidos! El tiempo que tenemos para estudiar, jugar y trabajar son dos tercios de nuestra vida. Así, estamos obligados a usar de manera sabia el tiempo de cada día.

Sería sensato que, junto con tus padres, hicieras un plan de actividades diarias. Así podrás aprovechar mejor cada día, dedicarle más tiempo a lo importante y menos a lo trivial. Con una buena distribución, podrías leer cada mes un libro diferente, aprender un oficio, practicar un deporte al aire libre, cooperar en las tareas del hogar, cumplir con tus tareas escolares, entre otras actividades que valorarás más cuando seas adulto. Sobre todo, separa cada día tiempo para orar y estudiar tu Biblia.

18 de enero

Para ser famosos…

“Con tus descendientes voy a formar una gran nación; voy a bendecirte y hacerte famoso, y serás bendición para otros” (Génesis 12:2).

Los edificadores de la Torre de Babel fracasaron en ser famosos, pero Dios tenía un plan perfecto para que la gente fuera famosa a su manera. La primera persona con quien Dios implementó ese plan fue Abram. Aún hoy, Abram es muy famoso entre los musulmanes, entre los judíos y entre los cristianos. La clave es que él creyó en Dios y en cada una de sus promesas. Por eso hoy lo conocemos como Abraham, el padre de la fe.

Todo lo que los edificadores pensaban encontrar en la Torre, Abram lo encontró en Dios. Abram no necesitaba edificar un rascacielos para acercarse a Dios; más bien, Dios tomó la iniciativa para buscarlo. Además, ante cualquier adversidad, Dios era su escudo y salvación. Sobre todo, reconoció que solo en él todos podemos vivir eternamente.

Una noche, Dios llamó a Abram y le dijo: “Mira bien el cielo, y cuenta las estrellas, si es que puedes contarlas. Pues bien, así será el número de tus descendientes” (Gén. 15:5). Abram no pudo contarlas, pero lo que Dios quería enseñarle era que el número de sus descendientes sería incontable y cada uno de ellos se representaba con una estrella resplandeciente. La promesa se cumplió mediante el pueblo de Israel; y la promesa se sigue cumpliendo a través de la iglesia cristiana. En el momento en que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador, pasamos a formar parte de la “constelación divina”. ¡Esta es una buena noticia! Eres una estrella y Dios te conoce por nombre. Él único requisito es que tengas fe, como Abram la tuvo. Como estrellas de Cristo, resplandeceremos por la eternidad. El profeta Daniel escribió: “¡Brillarán por siempre, como las estrellas!” (Dan. 12:3).

La fe de Abram implicaba reconocer que uno de sus descendientes sería especial. La mejor y mayor de todas las estrellas era Jesucristo, pues vendría a salvarnos mediante su muerte en la Cruz. Además, porque Abram aceptó a Dios, fue una bendición para todas las personas con quienes vivió. La aventura de Abram empezó cuando aprendió a caminar con Dios e hizo de él su mejor amigo. Tú también puedes seguir su ejemplo cuando oras y confías en las promesas que encontramos en la Biblia.

19 de enero

Abram en Egipto

“Hubo una gran escasez de alimentos en toda aquella región, y Abram se fue a vivir a Egipto durante algún tiempo, pues no había nada de comer en el lugar donde vivía” (Génesis 12:10).

La mentira de Abram en Egipto en cuanto a su relación con Saraí fue la consecuencia de malas decisiones que tomó antes. ¿Qué lo llevó a mentir? De repente hubo una crisis de escasez de alimentos. Era el momento oportuno para buscar a Dios y esperar a que se manifestara, pero Abram no consultó a Dios, y se fue a Egipto.

Egipto no era el mejor lugar, ni para vacacionar ni para vivir. Abram y su gente resolvieron la necesidad de comida, pero mientras estuvieron en ese país dejaron de adorar a Dios, a diferencia de en los otros lugares por donde habían pasado. Los versículos 7 y 8 del mismo capítulo enfatizan que en cada lugar levantaban un altar y alababan a Dios. Era un hecho notorio, pues Abram tenía muchos siervos. Abram tuvo miedo de adorar a Dios públicamente en un país en donde los animales que tendría que sacrificar eran considerados dioses.

Por otra parte, ¿qué sentido tenía salir de Ur de los Caldeos, una zona idólatra, para ir a refugiarse a Egipto, otra zona también idólatra, pero con dioses diferentes? No tenía ningún sentido. Abram había sido llamado para algo sublime, su viaje era de fe e iba hacia la Tierra Prometida. Lamentablemente, por un momento solo pensó en las comodidades que Egipto ofrecía, y decidió quedarse a vivir ahí. Olvidó que mientras Dios no diera otra orden, él sería nómada y viviría en tiendas de campaña.

Ya en Egipto, temió las posibles consecuencias de adorar a Dios; en ese contexto, su mentira fue un simple acto de defensa personal. Él trataba de sobrevivir. El origen del problema nunca es la mentira; la mentira suele ser la consecuencia de decisiones inapropiadas que tomamos antes. Vivir en el mejor país del mundo, pero con miedo y sin adorar a Dios, no tenía sentido.

Confía siempre en Dios y consúltalo antes de decidir cualquier cosa. El resultado de confiar en Dios es vivir sin miedo y tomar buenas decisiones.

20 de enero

Lot

“Lot miró por todo el valle del río Jordán y vio que, hasta el pueblecito de Sóar, el valle tenía bastante agua y era como un gran jardín. Se parecía a Egipto” (Génesis 13:10).

¿Qué es lo que más miras? Lot miró y quedó fascinado por las fértiles tierras del valle, y pensó que sería cómodo vivir cerca de dos grandes ciudades. Aunque sabía de la maldad de esas ciudades, pensó que los horribles pecados que esa gente cometía contra Dios nunca lo afectarían ni a él ni a su familia (Gén. 13:13). ¡Qué equivocado estaba!

Al principio Lot se ubicó cerca de Sodoma (vers. 12); quizá no se dio cuenta de que las ciudades crecen constantemente y absorben a las pequeñas comunidades cercanas. Cuando leemos Génesis 14:12, descubrimos que la familia de Lot ya habitaba en Sodoma. Tiempo después, en Génesis 19:1, vemos a Lot sentado a la puerta de Sodoma. Las puertas de acceso a las ciudades de la antigüedad eran lugares para negociar y llegar a acuerdos que involucraban a gran parte de la sociedad. Es decir, los líderes y los dirigentes de la ciudad atendían los problemas de los ciudadanos. Lot ya no era un habitante entre muchos, sino una persona importante en las decisiones cotidianas de los sodomitas. Y eso tuvo consecuencias en la vida espiritual de Lot y su familia. Por ejemplo:

Todo el tiempo que habitó allí vivió abrumado por la conducta malvada de los habitantes (2 Ped. 2:7, 8).Él y su familia, de repente, se convirtieron en prisioneros de guerra. Gracias a su compasivo tío Abram, todo salió bien al final. Perdió a su esposa. A sus hijas las perdió espiritualmente. Los yernos se burlaban de él (Gén. 19:14).Todo lo que había logrado financieramente fue destruido por el fuego que descendió del Cielo. De nada habían servido los años de trabajo.

Lejos de Dios, la riqueza y la comodidad no sirven de nada. Toda decisión que tomemos separados de Dios tendrá un costo muy elevado. Lot y su familia estaban llamados para compartir las mismas bendiciones, herencia y promesas que Abram, pero Lot se apartó del plan de Dios. Solo vio lo temporal y se olvidó de Dios. Su decisión no fue sensata. Y tú ¿que ves?

21 de enero

Caminar por fe

“Después que Lot se fue, el Señor le dijo a Abram: ‘Desde el lugar donde estás, mira bien al norte y al sur, al este y al oeste; yo te daré toda la tierra que ves, y para siempre será tuya y de tus descendientes’ ” (Génesis 13:14, 15).

Podríamos pensar que Abram se quedó triste porque su sobrino eligió el valle hermoso mientras que la zona donde él estaba era desértica, pero no tuvo mucho tiempo para lamentarse: muy pronto Dios le dijo que levantara su vista y mirara hacia los cuatro puntos cardinales; Dios le aseguró que esa tierra sería de sus descendientes, muchísimo más allá de los que sus ojos podían ver. Una vez más Abram le creyó a Dios, creyó todo aun cuando faltaban siglos para que la promesa se concretara.

Abram no solo levantó su vista, también levantó sus pies y caminó a través del territorio que algún día sería de Israel como nación. Dios le ordenó: “Levántate y recorre la tierra a lo largo y a lo ancho” (vers. 17). Abram obedeció; su fe era viva, dinámica y activa. Dios espera que nosotros desarrollemos ese tipo de fe. Además, levantó su tienda para vivir en el encinar de Mamre; y “levantó” su corazón a Dios al edificar un altar para adorarlo (vers. 18). Ahora la tierra donde vivía Abram era mejor que el lugar donde vivía Lot porque allí se adoraba a Dios y tenía la bendición divina. Recuerda: Cualquier hogar donde se adora a Dios es mejor que la casa más lujosa que pueda existir.

Así que, no importa donde vivas, tu hogar será mejor que cualquiera si levantas tu vista para buscar a Dios en oración cada día; si levantas tus pies para caminar en la senda que Dios indica en la Biblia; si levantas el altar en tu casa para recordar que Jesús murió por ti en la Cruz y así darnos vida eterna. La fe práctica de Abram se manifestó en hechos concretos, pues buscaba activamente la compañía de Dios.

Dios quiere prosperarte aún más. Para que eso sea realidad, imita a Abram. No dejes pasar un solo día sin buscar la compañía de tu Amigo celestial. La decisión es solamente tuya. Su presencia en tu vida no será por casualidad, sino porque te ocupes de buscarlo.

22 de enero

Liberación milagrosa

“Cuando Abram supo que su sobrino estaba prisionero, juntó a los criados de confianza que habían nacido en su casa, que eran trescientos dieciocho hombres en total, y salió con ellos a perseguir a los reyes hasta el pueblo de Dan” (Génesis 14:14).

Abram tenía una enorme cantidad de siervos. Eran tantos que pudo organizarlos en un ejército. Además de los siervos nacidos en casa, otros eran egipcios, ya que cuando Abram estuvo en Egipto, el faraón quería tener una buena relación con él para que se quedara en el país, así que le dio siervos y criadas (Gén. 12:16).

Abram era un hombre sensato. Tener fe no significa no tener sabiduría. Él confiaba en que Dios y los ángeles lo acompañaban en el camino, y además desarrolló habilidades de autodefensa. Es decir, Abram peleó y ganó porque mucho antes de que fuera a liberar a Lot había pasado tiempo entrenando a los 318 siervos. ¿Te los imaginas practicando su puntería a campo abierto? Eso fue lo que ocurrió. En otras palabras, Dios manifiesta su poder cuando nosotros hacemos la parte que nos corresponde en cada tarea de la vida. Ciertamente, Abram era un hombre pacífico, pero sabía los peligros que traía ser un nómada, así que se preparó para protegerse.

Esta historia destaca la bondad de Abram hacia su sobrino, porque aunque Lot se había separado de él, Abram no pensó: “Lot se olvidó de Dios, ahora que pague las consecuencias de sus malas decisiones”. En lugar de eso, arriesgó su vida y la de sus siervos para rescatarlo.

Esta historia también muestra el amor de Jesús por nosotros, porque a pesar de nuestras equivocaciones, siempre nos busca, sin reprocharnos nuestra conducta, y está dispuesto a rescatarnos de nuestros enredos para darnos una nueva oportunidad. Es bueno ser bondadosos y ayudar a quien sea.

Después de que Lot fue liberado, tuvo la oportunidad de volver a vivir junto a Abram, pero no lo hizo; regresó a Sodoma. Si Dios te ha librado de alguna situación desagradable, agradécele y retoma el camino del bien. Será la mejor decisión, para esta vida y para tu salvación.

23 de enero

Melquisedec y Bera

“Melquisedec, que era rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abram con estas palabras: ‘Que te bendiga el Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra’ ” (Génesis 14:18, 19).

Cuando a una persona le va bien en cualquier actividad, muchos quieran estar cerca de él o ella. Algunos quieren sinceramente aprender del que sabe más; otros solo desean obtener un beneficio de los logros de los demás. Algo así pasó con la victoria de Abram. Fue un triunfo enorme. Ganó un botín muy grande. Pronto la noticia de su triunfo se escuchó por toda la región, así que ahora los reyes de esas ciudades querían tener una buena relación con el patriarca.

La primera persona que apareció fue Bera, rey de Sodoma (Gén. 14:2). Bera le dijo: “Quédate con el botín”, pero Abram respondió: “Ni un hilo ni una correa de calzado tomaré de todo lo que es tuyo, para que no vayas a decir que tú me enriqueciste”. Entonces, apareció un personaje que no era rey de ninguna de las cinco ciudades que habían sido atacadas; era Melquisedec. La Biblia se refiere a él como rey y sacerdote de Salem. Salem significa “paz”. Melquisedec representaba a Jesucristo, quien realmente le había dado la victoria a Abram. De Melquisedec, Abram aceptó todo: el pan, el vino y la bendición.

Este incidente presenta a dos reyes: Bera y Melquisedec. A dos ciudades: Sodoma y Salem. Y a dos estilos de vida completamente diferentes: uno caracterizado por la maldad y el otro por la paz. Abram tuvo que decidir entre aceptar los bienes de Sodoma o aceptar una bendición de alguien mayor que él, como Melquisedec.

Como Abram, cada día te toca decidir. Por un lado, Satanás te invita a vivir según las costumbres y el estilo de vida actuales, un molde que descarta a Dios. Por otra parte, Jesús te ofrece su vida y su bendición. ¿Qué elegirás? Recuerda que lo que este mundo tiene para ofrecer es pasajero, pero la vida eterna que Dios te quiere dar no tendrá fin.

24 de enero

La esencia de la salvación

“Abram creyó al Señor, y por eso el Señor lo aceptó como justo” (Génesis 15:6).

Una de las razones por las que Abram estuvo dispuesto a dejar su tierra e iniciar el viaje era la promesa de que sería padre. Sin embargo, pasaba el tiempo y parecía que sería algo imposible. Cuando Dios llamó a Abram, él tenía 75 años. Cuando leemos Génesis 15, ya habían pasado alrededor de cinco años más.

Por otra parte, el mismo nombre del patriarca era una contradicción; “Abram” significa “Padre exaltado”. Cada vez que Abram se presentaba con un desconocido y decía su nombre, la pregunta obligada era: “Y ¿cuántos hijos tienes?” Su mismo nombre le recordaba la ausencia de un hijo. ¿Quién podría heredar todos los bienes materiales y la bendición espiritual? Sin hijos, Abram nunca podría ser padre de una nación; sería ilógico pensar que el Mesías nacería de su descendencia.

Dios quería reafirmar la promesa a Abram. Lo llamó durante una noche sin nubes, a campo abierto, y le pidió que levantara su cabeza e intentara contar las estrellas. ¡Una tarea imposible! Se calcula que solo en nuestra galaxia existen más de cien mil millones de estrellas. Alrededor de 35 años después, Dios le pidió a Abram que mirara hacia abajo, a la arena que hay a la orilla del mar, y le aseguró que así sería su descendencia. Ya sea que Abram mirara arriba o abajo, recordaría la promesa divina.