Sombra en la noche - Dashiell Hammett  - E-Book

Sombra en la noche E-Book

Dashiell Hammett

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Beschreibung

La Comisión de Actividades Antiamericanas, mundialmente famosa como Comisión McCarthy, se interesó especialmente por "Sombra en la noche". Durante un interrogatorio judicial, le preguntaron a Dashiell Hammett si su relato podía considerarse "propaganda comunista". El maestro de la novela policial aclaró quizás con cierto temor que solamente se trataba de una historia sobre "blancos y negros". Sobre eso y mucho más es el relato: atmósfera de peligro, color de piel como grieta de la sociedad norteamericana, y las figuras de un hombre y una mujer como protagonistas de una atracción poderosa.

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Veröffentlichungsjahr: 2020

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Inhalt

Sombra en la noche

El camino de regreso

Sombra en la noche

Un sedán con los faroles apagados estaba parado en la acera más arriba del puente de Piney Falls. Cuando lo adelanté, una chica asomó la cabeza por la ventanilla y dijo:

—Por favor…

Aunque su tono era urgente, no tenía la suficiente energía como para oírse desesperado o estridente.

Frené y di marcha atrás. Mientras hacía esta maniobra, un tipo se bajó del coche. A pesar de la débil luz vi que se trataba de un joven corpulento. Señaló en la dirección que yo llevaba y dijo:

—Sigue tu camino, amigo.

—Por favor, ¿quieres llevarme a la ciudad? —preguntó la chica. Parecía tratar de abrir la puerta del sedán. El sombrero le cubría un ojo.

—Encantado —respondí.

El joven que estaba en la carretera dio un paso hacia mí, repitió el ademán y ordenó:

—Eh, tú, no te metas.

Bajé del coche. El hombre de la carretera caminó hacia mí, del interior del sedán surgió otra voz masculina áspera, que advirtió:

—Tranquilo, Tony, tranquilo. Es Jack Bye.

La puerta del sedán se abrió y la chica se bajó de un salto.

—¡Ah! —exclamó Tony e, inseguro, arrastró los pies por la carretera. Al ver que la chica se

dirigía a mi coche, gritó indignado:

—¡Oye, no puedes largarte a la ciudad con...!

La chica ya estaba en mi coche para entonces.

—Buenas noches —murmuró.

Tony me hizo frente, agitó testarudamente la cabeza y empezó a decir:

—Que me cuelguen antes de permitir que...

Lo sacudí. Fue un golpe duro y certero, pero estoy seguro de que podría haberse levantado si hubiera querido. Le concedí unos segundos y pregunté al tipo del sedán, al que seguía sin ver:

—¿Te parece bien?

—Estará bien —respondió rápidamente—. Lo cuidaré.

—Muy amable de tu parte.