Transforma tu realidad con el espacio-problema - Óscar Mateo Quintana - E-Book

Transforma tu realidad con el espacio-problema E-Book

Óscar Mateo Quintana

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Beschreibung

En ocasiones parece que los acontecimientos se desenvuelven de forma caótica y errática. Nada más lejos de la realidad. Oculta bajo cada suceso se expresa una determinada geometría que puede servirnos como guía para comprender los procesos que se están desarrollando en ese acontecimiento. El "Espacio-Problema" es una herramienta imprescindible para incrementar las propias habilidades a la hora de resolver problemas, mejorar situaciones o superar retos e introducir el cambio con éxito.

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Título original: Transforma tu realidad con El Espacio-Problema

Primera edición: Octubre 2014

© 2014 Editorial Kolima, Madrid

www.editorialkolima.com

Autor: Óscar Mateo Quintana

Diseño de cubierta: Soda Comunicación

Revisión del texto y producción editorial: Marta Prieto Asirón

Maquetación: Carolina Hernández A.

ISBN: 978-84-942756-3-0

Impreso en España

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier procedimiento, comprendidos la reprografía y tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.

Transforma tu realidad con

El Espacio-Problema

Óscar Mateo Quintana

Este libro está dedicado a todas esas personas que siempre piensan que las cosas pueden mejorarse, que siempre encuentran razones para seguir adelante, que nunca se dan por vencidas.

Para aquéllos que prueban y vuelven a probar con una fe inquebrantable, porque saben que, a fuerza de intentarlo, se aprende y se termina por dar con esa clave oculta, que muchos antes que ellos no fueron capaces de encontrar y tuvieron que abandonar.

Esas personas que consideran que las cosas se pueden hacer de una manera distinta, porque no están conformes con lo que ven a su alrededor.

Dedicado a todos aquéllos que promueven el cambio desde su modesto lugar en el mundo, sin hacer ruido, obrando con discreción, sin ser llevados por grandes egos.

Para aquéllos que hacen que las cosas funcionen, aquéllos que son imprescindibles, que nunca reciben recompensas ni reconocimiento, hasta el día en que se marchan.

Si tú eres uno de ésos, disfrutarás con este trabajo y con todas las ideas y sugerencias que se desarrollan en estas páginas. Éste es un pequeño homenaje a ti porque haces que el mundo siga funcionando pese a todas las dificultades.

Dedicado a ti, porque abres caminos, porque siempre traes esperanza.

Prólogo

Cuando Marta me pasó este libro pidiéndome que lo prologase, le dije inmediatamente que sí; no me podía resistir a una petición suya y aún menos tratándose de un libro de Óscar. Tantos conceptos nuevos y analogías geométricas me intimidaron un poco al principio... Pero, superadas las primeras páginas, el texto despertó todo mi interés, para —sin solución de continuidad— hacerme pasar a un estado de fascinación, tanto por su contenido como por la forma en que éste se comunicaba.

Enseguida me di cuenta de que se trata de un trabajo excepcional, un verdadero manual que ofrece una forma única de analizar situaciones para resolverlas o mejorarlas con gran eficacia, tanto en el ámbito personal como en el mundo del trabajo y las organizaciones.

En cierto momento de la obra Óscar afirma que su trabajo es como un GPS. Efectivamente es una guía que “mapea” la situación, dándote criterios objetivos que te facilitarán definir rutas hacia el mejor cumplimiento de tus objetivos.

Aquí vas a encontrar muchos conceptos nuevos como “espacio problema”, “matriz de información”, “cociente de cambio”, todos ellos verdaderas puertas que abrirán tu mente a nuevas posibilidades que te invito a descubrir por ti mismo.

Con su lectura y, al descubrir la forma que plantea de afrontar la solución de un problema, cómo representarlo de forma sencilla para su mejor comprensión y cómo tratarlo, he recordado los fundamentos de “la divina proporción” también conocida como el número Fi. Óscar, ya en su anterior obra (La Conexión Perdida), nos proponía metáforas geométricas similares muy sugerentes aplicadas a la persona. Volvemos un poco a ese peculiar estilo, aunque ahora orientadas hacia la comprensión de los sucesos, para representarlos dentro de un espacio que permite que seas tú el que controle la situación y no lo contrario.

A lo largo de la Historia, conceptos como FI, —el número áureo— han tenido una importancia radical, haciendo posibles acontecimientos como la construcción de las catedrales góticas, —en las que, por cierto, masones y templarios estaban muy implicados—. Pero la arquitectura no hizo sino inspirarse en la Naturaleza que expresa constantemente esta “divina proporción” en las conchas de ciertos moluscos, en la disposición de los pétalos de las flores, en el huracán, en una ola, en las proporciones del cuerpo humano... Una “sección áurea” que se manifiesta en la proporción: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55..., en la que cada número a partir del tercero se obtiene sumando los dos precedentes, y así hasta el infinito. Fue Fibonacci quien propuso esta sorprendente progresión, en la que al dividir cada término por el anterior, los valores que se obtienen se van aproximando más y más al número 1,6180339887, constante matemática finalmente llamada Fi en honor a este gran matemático.

Esta realidad, tan sencilla como apasionante, presente una y otra vez a nuestro alrededor, contiene un orden implícito que ha permitido elevar la comprensión de la Humanidad acerca de la realidad que nos rodea. Este libro de Óscar me ha hecho comprender cómo, algo tan aparentemente caótico como un problema, puede llegar a ser ordenado y comprendido, y a ser abordable mediante su representación, lo cual supone un gran avance a la hora de progresar en la búsqueda de soluciones apasionantes. Por eso lo que esta obra pretende —y estoy seguro que conseguirá—, es traer avances imprescindibles a esta convulsa sociedad.

Decía Albert Einstein: “A veces pienso que la prueba más fehaciente de que existe vida inteligente en el Universo, es que nadie ha intentado contactar con nosotros” y traigo a colación esta cita porque jamás se me ocurrió, de manera consciente, afrontar un problema de forma tan original como Óscar lo ha hecho en esta obra. Ahora me resulta más fácil —y sobre todo más divertido— afrontar el día a día. Gracias a Marta y a Óscar por las posibilidades que este libro nos abre a todos.

Juan Hernández Soto

Socio Director en Grupo LEA

Madrid, septiembre de 2014

Introducción

Oficialmente me dedico al diseño de estudios de mercado y a su medición, con la finalidad última de elevar la comprensión y el entendimiento de las empresas sobre las preferencias de los consumidores. Además, soy responsable de diseñar y gestionar planes de formación para cientos de personas, todas ellas de un determinado sector, para facilitar el desarrollo de la industria, mejorar la eficiencia de los puestos de trabajo y optimizar la adecuación y el desarrollo del trabajador a las nuevas exigencias a las que es sometido.

Sin embargo, en el fondo, una gran parte de mi actividad consiste en reducir o minimizar las desviaciones que se introducen en la consecución de los objetivos y fines que persiguen muchas personas. Ésa es una gran parte implícita de mi trabajo. Además, mucha de mi energía y actividad están orientadas a ser un agente positivo de cambio, tratando de facilitar una nueva perspectiva de las cosas que invite e inspire a mejorar, revisar y diseñar formas alternativas de proceder.

El cambio y la adaptación a éste, hoy día es una de las mayores prioridades con la que debemos lidiar, porque estamos inmersos en dos revoluciones de alcance insospechado:

De un lado, la “revolución digital”, que está cambiando la forma en que nos comunicamos y enlazamos todos nosotros. Se trata de una situación que está provocando un cambio tan profundo y rápido que no es comparable a ninguna de las anteriores revoluciones tecnológicas a las que la Humanidad se había enfrentado antes.De otro, el “derrumbamiento del paradigma” sobre el que la sociedad occidental estaba construida, como son el sistema económico y político, ambos clave de la gestión de la sociedad, que reclama y exige profundos cambios.

La presión que ejercen estas dos revoluciones, tanto por la profundidad de los cambios que están generando, como por la velocidad a la que éstos se producen, no admite que las cosas se resuelvan readaptando los modelos existentes. Es tal la exigencia, que se hace necesario encontrar nuevos modelos y procedimientos que no sean la recreación o reinvención de lo ya existente, sino creaciones completamente nuevas y alternativas.

Desde esta visión de la situación que nos rodea surge este trabajo, gestado hace ya más de una década, después de haber revisado las propuestas de muchos autores, haberlo editado y reeditado reflexivamente desde 2009, y haberlo puesto a prueba en entornos muy diferentes, antes de poder ofrecerlo a la sociedad.

En las páginas que siguen comprobarás que se ha puesto un sincero empeño por ofrecer herramientas nuevas, destinadas única y exclusivamente a analizar las situaciones con objetividad, para permitirte obtener análisis y hojas de ruta que te sirvan para modificar aquellos escenarios sobre los que desees intervenir para obrar ese cambio que consideras oportuno.

Verdaderamente estamos ante un trabajo dedicado íntegramente a los problemas, a qué se debe hacer para afrontarlos y, muy especialmente, a qué se puede hacer para resolverlos de una manera eficaz. Pero también aprenderemos a analizar situaciones de todo tipo que, aun no siendo verdaderos problemas, seamos capaces de mejorar en todo aquello que queramos o pensemos que debería ser mejorado. En el fondo, no haremos otra cosa que hablar todo el tiempo sobre el cambio y cómo producirlo de la manera más eficaz posible.

Si hubiera que ubicarse en un determinado ámbito, estaríamos muy cerca de la heurística, es decir, lograr, mediante planteamientos innovadores, mejorar sistemas y situaciones, siguiendo procedimientos creativos a partir, la mayoría de las veces, de información insuficiente sobre la situación en que nos encontramos. En este contexto, nos encontramos dentro de una heurística que más que “para inventar”, es para “resolver” y “mejorar”.

Éste es un manual pensado para distintos niveles de acceso, de modo que el experto (directivos o gestores, consultores, mandos intermedios, técnicos, responsables de áreas), pueda encontrar conceptos sugerentes y la persona común (estudiantes, amas de casa, autónomos, comerciales o pequeños empresarios) que se aproxime a estos contenidos, ya sea por curiosidad o por necesidad, encuentre también valiosas herramientas y planteamientos asequibles que le ayuden a alcanzar el anhelado cambio.

Podemos afirmar que estamos ante un nuevo método para resolver problemas o, en el mejor de los casos, operar cambios en aquellas situaciones que, de no abordarse con la suficiente premura, acabarán por convertirse en un problema grave.

¿Y a qué tipo de problemas haremos referencia? Pues a problemas de toda clase, de mayor o menor entidad, ésos que escuchamos cada día y que padecemos directa o indirectamente.

Éste no es un “manual de urgencia”; no busques recetas milagrosas porque no las encontrarás. De hecho creo que es un error siempre sugerir a otro soluciones a sus circunstancias. En todo caso se puede acompañar a la persona en el proceso de analizar su situación para que encuentre por sí misma acciones que le derivarán hacia una situación mejor. Ésta es una hoja de ruta que te ayudará a identificar mejor los obstáculos y a reaccionar eficazmente ante ellos, pero que no viajará por ti.

Aquí no hay entretenidos acertijos que pongan a prueba tu razonamiento o tu capacidad de observar. Tampoco vas a encontrar problemas matemáticos o físicos, ni sofisticados modelos cognitivos de solución de problemas. En estas páginas se pretende llegar a la mayoría de las personas y mantenernos preferiblemente, dentro del terreno de lo tangible, más que de lo abstracto.

Entonces, ¿qué encontraré en las páginas que siguen?. Pues:

Una visión dinámica de la realidad, basada y adaptada siempre al cambio.Un procedimiento de definición y análisis preliminar de situaciones, que van desde la situación ideal y más alejada de aquello que consideramos problema, hasta esa situación crítica y de colapso en la que ya nada se puede hacer más que tratar de minimizar los daños que vamos a padecer.Un modo de gestionar la información y el conocimiento que tenemos sobre la situación que analizamos, que nos guíe en el proceso de mejora de nuestra comprensión del suceso y que nos ayude a identificar aquella información crítica en la que debemos enfocar nuestros esfuerzos, para ganar en conocimiento y, por tanto, en control sobre los sucesos.Una forma de evaluar nuestra capacidad para ejercer el cambio y la responsabilidad que deberemos asumir derivada de tal capacidad.Un procedimiento o método de análisis de situaciones, de principio a fin, y de evaluación de nuestra intervención y cuantificación del cambio ejercicio por contraste entre la situación de partida y la situación de llegada.

En medio de todo esto, también hablaremos de la persona, siempre protagonista. Sin embargo nos mantendremos en todo momento, dentro de la parte más objetiva y neutra a la hora de evaluar la realidad. El conflicto, aunque será tratado, no tiene cabida en este trabajo para no elevar demasiado la extensión y la densidad del mismo.

Al final, lo que vas a obtener es gran cantidad de claves para comprender mejor la realidad, que te capacitarán para ser más eficaz y mejorar aquellas situaciones que te propongas o resolver los problemas en los que te impliques.

Desde luego, lo que vas a hacer es reflexionar sobre los problemas y el papel que juegas en ellos, como nunca antes lo habías hecho, convirtiéndote en un motor positivo de cambio, si es que te decides a intervenir sobre la realidad en la que estás inmerso.

Todos los conceptos y herramientas que se te van a brindar en las páginas que siguen, te permitirán amplificar tu capacidad para intervenir modificando las circunstancias que te rodean. Eso en sí mismo ya es potenciar en gran medida tu capacidad para ejercer el cambio. Ahora bien, esto no garantiza que el cambio que vayas a introducir sea acertado o que su criterio sea el mejor. Esa sabiduría sólo se encontrará en ti en la medida en que hayas dedicado un espacio importante de tu vida a cultivarte como ser humano, a crecer como persona. Por tanto, es crucial que recuerdes siempre que el verdadero cambio acontece en tu interior y que, sólo con él, cambia la forma en que ves las cosas a tu alrededor, la forma en que te ajustas al mundo y, desde luego, el modo en que intervienes en la realidad y con quienes te rodean.

Sólo bajo esas condiciones de autoexigencia personal, tendremos garantía de que el cambio del que pretendes ser motor será siempre honesto y buscará la mejora no sólo individual sino colectiva.

1ª Parte

Las herramientas

Capítulo I. La geometría de los problemas

En este capítulo encontrarás los siguientes contenidos:

Una geometría oculta bajo cada sucesoTentados por la dualidadAbandonando el paradigma de las dos dimensionesGeometría espiral y problemasVectores del suceso y de la persona que orientan hacia el orden o hacia el caosEl Punto de Colapso, el Punto de Infinitas Posibilidades y una nueva geometríaEl problema como punto de acceso a distintos niveles de realidad

Una geometría oculta bajo cada suceso

Existen muchas formas de transitar por la existencia. Si nos detuviésemos a observarlas, podríamos reducir todas ellas a sencillos esquemas geométricos.

A menudo nos cruzamos con personas que anteponen sus propios objetivos a los de otros. Persiguen sus intereses sin distracción, siempre orientados a la consecución de sus fines. Esas personas no plantean problemas, siempre y cuando los que les rodean y las circunstancias vayan en paralelo a sus objetivos. Pero esta aparente armonía se perderá en el mismo instante en que alguien o algo se desvíe y se cruce con sus intereses, convirtiéndose entonces en un estorbo, obstáculo o lastre para ellos.

Este tipo de personas, –frecuentes de encontrar–, podríamos decir que son “lineales”. Tal linealidad admite grados y puede convertirse en un problema cuando ese patrón de conducta se emplea rígidamente, sean cuales sean las circunstancias.

Otro patrón fácil de reconocer es el que expresan aquéllos que van por la vida repitiendo un guión o historia vital. Éstos son expertos, por ejemplo, en emparejarse siempre con el mismo tipo de personas, con las que generalmente acaban mal. Pasan de pareja en pareja repitiendo siempre el mismo guión: encantamiento-consolidación de la relación-apatía-desgaste-conflicto-ruptura...

Esta situación se produce, de igual forma, en las relaciones de pareja y en las profesionales cuando, por ejemplo, alguien entra en un determinado tipo de empleo y repite ciclos de inestabilidad profesional una y otra vez. De no romper esos ciclos, el individuo se mantendrá en una precariedad vital permanente.

Al último patrón ejemplificado le podríamos llamar “circular”, pues la misma historia se repite una y otra vez, tanto si la persona tiene conciencia de estar en ese esquema cerrado, como si no. Algunos son conscientes de estar en esa situación, sintiéndose atrapados en su guión vital e incapaces de encontrar las claves que le permitan salir de esa “rueda de hámster”.

Hay circunstancias en las que también se entra en dinámicas que van cerrando posibilidades. No tienen por qué ser siempre dinámicas negativas. En ocasiones las personas se cruzarán con alguien lleno de atributos y encantos deseables. Si el atractivo es recíproco, la relación irá cerrándose sobre sí misma, hasta converger y acabar allí donde ambos deciden compartir su trayectoria vital. Es un suceso magnífico, especialmente si se logra mantener en el tiempo esa armonía, complicidad y unidad de criterios. Aquí estaríamos ante un verdadero vórtice capaz de unir a personas que, aunque pudieran partir de los extremos del mundo, a través de su mutua atracción serían capaces de incorporar todos los cambios necesarios para terminar uniendo sus vidas. Se trata de una espiral convergente que termina en un dulce colapso vital.

Pero en ocasiones esas espirales convergentes son ladinas: como las espirales generadas por personas con grandes habilidades sociales, que te van llevando hacia el terreno de sus intereses, convirtiéndote en un medio o instrumento para lograr sus propósitos de forma rápida y eficaz. Serás atractivo e interesante para ellos en la medida en que poseas una habilidad o capacidad que quieran explotar. Si esa habilidad pierde fuerza o no te prestas a sus intereses, la armonía, relación o transacción se romperá. Es una trayectoria muy habitual en el mundo de los negocios: “Me traes prosperidad y riqueza”, por ello te considero “maravilloso”. “Te creo incapaz de aumentar mis ganancias”, en tal caso “no vales nada”, etc.

La trayectoria vital derivada de una relación no siempre será una espiral convergente. En este sentido, son más interesantes y menos frecuentes aquellos patrones de sucesos y relaciones que te proyectan lanzándote a realidades ampliadas. En teoría eso es lo que se debería esperar de unos padres bien orientados, que buscan enriquecer los horizontes vitales de sus hijos, y ofrecerles mejores oportunidades y así, garantizarles un estatus sólido en esta sociedad tan compleja y competitiva.

Esa espiral divergente, es la misma que algunos profesores provocan en sus alumnos, cuando consiguen motivarles en algún área del conocimiento y les animan a proyectarse profesionalmente en esa dirección.

Cuando yo tengo la habilidad de sacar de ti lo mejor que llevas dentro, la geometría que se expresa en ti es expansiva pues:

Enfoco la relación de modo que cada día estemos más armonizadosTe educo y enseño destacando tus potencialidades y adaptando el medio para que puedas desarrollarlas hasta el máximo,Te implico, animo e inspiro para que, en tu acción, ejecutes tu conocimiento hasta extraer de él la maestría profesional y,Como iguales que respetan sus diferencias, traemos la prosperidad y la felicidad a nuestras vidas...

Creo que esta última geometría te ha podido sonar a dulce ambrosía. Es un patrón igual que los otros, sólo que hay pocas personas enfocadas en expresar y fomentar trayectorias vitales así. La mayoría siguen patrones destructivos, agresivos y carentes de respeto, empeñados en someter o imponer su voluntad a los demás. El resultado de estos modelos generalizados nos rodea y nos habla de ineficiencia, desgaste y mucho sufrimiento.

Aún nos queda un patrón geométrico vital que proponerte.

Evidentemente, hay una mayoría de individuos que se mantiene en un cierto estado de apatía e indefinición, ya sea porque permanecen abotargados, o bien porque no acaban de interesarse por nada.

Sin entrar a valorar su patrón, ni calificarlo, su modo de transitar por la vida y establecer relaciones es errático y variable, porque depende solamente de las dinámicas que establecen los que les rodean. Son “hojarasca”, porque se mueven según el viento social, familiar o profesional, parados en un punto vital estático, incapaces de tomar la iniciativa. En un sentido estricto, mientras permanezcan en esa actitud, sólo serán “masa”.

Tentados por la dualidad

En unas pocas líneas te he propuesto un esquema psicogeométrico muy sencillo que organiza relaciones y trayectorias vitales según patrones muy simples: lineal, circular, espiral convergente, espiral divergente y errático (hojarasca).

Todos nos sentimos atraídos por esquemas sencillos que simplifican la evaluación de las cosas y facilitan una rápida comprensión de la realidad: nos empeñamos en que las cosas sean buenas o malas, claras u oscuras. Desde esa tendencia natural, seguramente evaluaremos apresuradamente y trataremos de seleccionar una de las tipologías propuestas, identificándola como la mejor sobre las demás. Pero hacer eso es cometer un error propio de una mente dual y estrecha.

No existe, dentro de los patrones propuestos, uno que sea mejor que los demás. Cada uno encierra bondades que se pondrán de manifiesto en cada situación.

La conducta lineal es extraordinariamente adecuada cuando se persigue un objetivo concreto. Lo es aun más si el objetivo se encuentra próximo, al alcance de la mano. Es como el universitario que está a un par de asignaturas de completar su formación. Es el momento de comportarse con toda linealidad, centrarse en el objetivo y no distraerse hasta completarlo. Una conducta errática o espiral en ese momento no sería adecuada.

Cuando la persona quiere alcanzar una meta, le resultará muy útil focalizar toda su energía en el objetivo y visualizar continuamente el resultado que desea conseguir. Éste es el motivo por el que a las personas muy lineales se las suele considerar exitosas.

El problema de la conducta lineal se expresa cuando, para alcanzar un determinado objetivo, consideramos que otros elementos o personas se interponen en nuestra trayectoria. Lamentablemente es habitual dejar de respetar al otro y pasar por encima de él o a través de él para llegar a esa “importante” meta. Es, sin lugar a dudas, una conducta destructiva y que suele traer mucho dolor.

El esquema circular muestra su rostro más amable cuando estamos en entornos que requieren reflexión, análisis y estudio. En un laboratorio el suceso debe ser controlado y replicado una y otra vez, hasta encontrar las claves que operan para obtener la comprensión y realizar el descubrimiento. El esquema circular es, entonces, el mejor de todos.

Pero cuando el individuo está metido en ese esquema, incapaz de salir de él, demuestra que no hay comprensión, no aprende, por mucho que repita la experiencia, ya sea a favor o en contra; no se produce ningún cambio capaz de romper esa dinámica cerrada y salir de ella.

Ahora la energía del individuo está igualmente enfocada, pero no se dirige hacia un objetivo, sino que se mantiene siempre enredada o sometida a la misma realidad en la que permanece cautivo. En tal caso estaremos ante un esquema vital enfermizo, en el que todo gira sobre un determinado conflicto, ya sea objetivo o subjetivo.

Por lo tanto, cuando este enfoque orbite en torno a un suceso para aprender de él o aumentar el grado de conocimiento sobre el mismo, será práctico y deseable. Satisfecho el objetivo, la persona deberá desprenderse del eje sobre el que ha estado orbitando y seguir su camino.

Si el suceso está suficientemente controlado y sigue una dinámica repetitiva y estable, el esquema circular mostrará todo su potencial.

Pero el esquema circular posee una característica que le hace limitado: su artificialidad. Aunque es muy apropiado para estudiar ciclos, en especial los naturales, sigue un patrón más semejante a la espiral que al círculo. El fenómeno que se repite siempre trae cambios, demuestra un comportamiento flexible y variado. Esto nos obliga a introducir una geometría más dinámica, como es la espiral.

En la mayoría de los casos, cada ciclo es distinto del anterior, aunque guarde semejanzas. Ante este tipo de sucesos, de ciclos elásticos e inestables de repetición y cambio, necesitamos recurrir a la geometría espiral. Además, el suceso en su evolución, se expande o se contrae, expresando una energía que nos sacará del vórtice proyectándonos, o al contrario, engulléndonos hacia el colapso.

Entendemos muy bien esta idea cuando la llevamos a realidades tales como un negocio. Sabemos que hay picos y valles de actividad pero, en conjunto, siempre va a expresarse una tendencia: un negocio no va bien o mal sino que marcha cada vez mejor o peor.

Más adelante veremos en detalle esta geometría, y comprobaremos que posee características muy apropiadas para abordar y comprender aquello a lo que llamamos problemas.

Ya sólo nos queda referirnos al aparente caos y volubilidad de la hojarasca, que tiene también sentido bajo determinadas circunstancias: para un niño pequeño, un anciano, un enfermo, en fin, para cualquier persona que no puede valerse por sí misma, el mejor patrón de conducta será abandonarse y depositar su confianza en quienes se hacen cargo de él.

Ciertamente, existe una masa social apática y gris que, a pesar de estar inmersa en ese estado aparentemente errático y de hojarasca, cumple una función de argamasa, de número crítico (que tan bien manejan los políticos, con el fin de polarizarla en pro de sus intereses e ideas). Igualmente, ellos son el combustible de esta sociedad de consumo, los que sostienen y mantienen el sistema.

Los individuos que funcionan bajo el patrón de hojarasca funcionan con la energía que otros dirigen y facilitan. Se mueven a partir de los vectores de empuje que operan en ellos. No es que ellos no posean energía por sí mismos, sino que más bien es que no la emplean, permanece latente. (De hecho la energía potencial está siempre presente lo cual puede observarse cuando la masa es arengada hasta que se activa, y acaba por lanzarse hacia aquello que su líder le señala. Ahí se comprueba que la energía latente en la masa, es enorme.)

Vistos estos patrones, las dificultades se presentan de dos maneras distintas desde el punto de vista de la persona: en las trayectorias rígidas, inamovibles, que no se ajustan a las características del momento vital y a las circunstancias en que se encuentran o cuando se analizan las cosas desde esquemas tan simples, que acaban por resultar inútiles.

En el fondo las dificultades siempre aparecen cuando existe rigidez, estrechez de miras y falta de capacidad para adaptarse.

El secreto de la eficiencia y del éxito asociado a estos esquemas se dará cuando el individuo actúe adaptando sus patrones a la necesidades de la realidad en que se encuentre inmerso: lineal cuando persiga objetivos realistas y respetuosos; circular cuando se encuentre reflexionando para alcanzar la comprensión de un suceso, momento a partir del cual deberá continuar su camino; espiral convergente cuando necesite colapsarse hacia algo o alguien; espiral divergente cuando persiga fomentar el crecimiento propio o ajeno; hojarasca, cuando la situación no esté suficientemente definida o sencillamente se pase por un momento de indefinición, o bien no haya energía ni capacidades propias, en cuyo caso será necesario depender –temporalmente– de los recursos de otros.

Sin duda podremos alcanzar resultados muy notables cuando combinemos distintos patrones. A menudo las grandes obras van a requerir de voluntades lineales, junto a comportamientos espirales, flexibles y adaptados.

Abandonando el paradigma de las dos dimensiones

Frecuentemente hemos escuchado, –incluso nosotros mismos hemos podido afirmar–, que la Tierra gira en torno al Sol conformando unas elipses que explican, junto con la inclinación de su eje, la sucesión de las estaciones, la duración del año y un gran número de sucesos cosmológicos que rigen nuestras vidas y muchos de los ciclos a los que estamos sometidos.

Casi nunca nos paramos a reflexionar sobre este esquema que damos por bueno, que es tan simple y reduccionista que para nada se adapta a la verdad. Con un esquema así estaríamos ante un Universo plano, de dos dimensiones. Comprender que la realidad y el esquema son muchísimo más amplios que lo que aceptamos comúnmente como verdadero, constituye un salto conceptual enorme.

En realidad la Tierra expresa un vórtice en torno al Sol, dibujando una trayectoria en el espacio parecida a la forma de un tornillo o hélice. Ese bucle es resultado del desplazamiento del astro solar, de modo que estamos ante un sistema extremadamente dinámico y complejo. Así son las cosas en la realidad.

Fíjate que, en el par de segundos que has empleado en leer esta frase; subido al vehículo terrestre has recorrido 60 kms por el espacio. A ello añade que, en la latitud a la que nos encontramos (más o menos en el paralelo 40o N), la velocidad de rotación que experimentas en tu aparente quietud es de aproximadamente unos 1.280 km/h.

Te mueves aún sin percibirlo. Y es una carrera vertiginosa, porque vamos persiguiendo a un sol que navega por el espacio a unos 220 kms/s, mientras giras en torno al centro galáctico y realizas un movimiento de tonel o torsión dentro del brazo de la espiral galáctica en el que está inmerso nuestro sistema solar.

A su vez la galaxia parece orbitar dentro de un clúster compuesto por unas treinta galaxias, que en su conjunto orbitan en torno a otro cúmulo galáctico mayor. Y todo cuanto observamos parece dirigirse hacia lo que los astrónomos han llamado “El Gran Atractor”.

Calcular nuestra velocidad en este momento es ocioso, pues ese conjunto de desplazamientos no siempre van en la misma dirección, por lo que unas veces se suman y otras se restan.

Lo crucial con este ejemplo es que comprendas que, en cada momento, te encuentras inmerso en una región del espacio que siempre es distinta, siguiendo una trayectoria altamente compleja, por lo que no volverás a encontrarte jamás en el mismo lugar por el que pasaste. Además, el tiempo ya no es un círculo derivado de ninguna elipse que hace la tierra sino que, a lo sumo, es un bucle continuo, tal y como es la trayectoria que expresa la nave en la que viajas a lo largo de un minúsculo trecho (el parpadeo de tu vida) dentro de la inmensa malla del espacio y del tiempo.

Si eres capaz de asumir lo que acabo de describirte, comprenderás que la realidad en la que te mueves es por encima de todo CAMBIANTE y COMPLEJA.

Es cómodo –y en ocasiones mentalmente económico–, aceptar convencionalismos que implican esquemas simples y planos. Pero nos hacen perder tanta perspectiva y llevan asociadas tantas consecuencias implícitas que, en especial para abordar temas como el de la solución de problemas, no nos queda más remedio que olvidarnos de las dos dimensiones, lo estático y lo simple. Necesitamos adentrarnos en un modelo multidimensional, dinámico y de complejidad suficiente para abordar un marco de realidad más amplio.

Geometría espiral y problemas

La geometría espiral es sumamente apropiada para comprender la dinámica que opera en ese tipo de sucesos que a menudo consideramos problemas.

La clave está precisamente en el transcurso del tiempo. Incluso cuando nos encontramos ante una situación-problema de naturaleza cíclica, es decir, que expresa la tendencia a repetir un determinado esquema, siempre se podrán observar en ella cambios más o menos sutiles: es el caso de plagas, desastres naturales periódicos como los huracanes, etc. La presencia de esos cambios sutiles –en el fondo, expresión del paso del tiempo por esas situaciones-problema de naturaleza repetitiva–, nos indica que estamos ante sistemas que se comportan trazando una geometría más próxima a la espiral que al círculo.

Admitir la idea del círculo –en nuestro contexto– implicaría asumir sistemas cerrados, aislados de todo lo demás, capaces de permanecer inmutables repitiendo un determinado ciclo hasta el infinito. Si, por ejemplo, el problema fuesen mis estados emocionales, un esquema circular implicaría pasar el mismo tiempo deprimido que en estado de euforia. Además, sabría que uno y otro ciclo durarían “x” días y que, pasado ese tiempo, avanzaría hacia el ciclo siguiente sin más.

La realidad contrasta con esta visión porque nada permanece inalterable sino que más bien evoluciona, aunque sólo sea por efecto del tiempo.

Ya estamos en condiciones de reconocer que los problemas se expresan siguiendo un patrón espiral –tridimensional– y nunca en círculo cerrado –bidimensional–. Y esa dinámica, provocada por la presencia del factor tiempo, hará que las espirales evolucionen, abriéndose o cerrándose.

¿En qué sentido hablamos de apertura o cierre del ciclo espiral?

Hablaremos de espirales que progresan abriéndose, cuando la situación evolucione ampliando las posibilidades de respuesta ante el suceso, es decir, cuando el problema con el paso del tiempo vaya admitiendo más opciones y alternativas. En este caso, la situación de alguna forma se disolverá o diluirá por sí misma.

Por ejemplo, éste sería el caso de un enfermo que evoluciona hacia la recuperación, que cada día se encuentra menos limitado y requiere menos cuidados, hasta que se restaura el equilibrio físico y el problema desaparece.

Por el contrario, hablaremos de espirales que progresan cerrándose, cuando los grados de libertad se limiten, o dicho de otro modo, las posibles salidas del problema se vayan reduciendo. Esa espiral, cerrándose, llevará el problema al extremo crítico, donde sólo admita nada más que una alternativa para salir de él. En este caso el problema se colapsará, engulléndonos. Esa realidad nos obligará a pasar por el Punto de Colapso, un final que tememos y que, si fuese posible, evitaríamos.

Ésta es, de hecho, una de las principales características de todo problema: a medida que el tiempo progresa, vamos teniendo menos salidas. La situación va colapsándose de manera que nos conduce a esa decisión, a esa acción, a ese suceso cuyas consecuencias tememos o consideramos como inaceptables.

En el ejemplo anterior, sería cuando la enfermedad progresa hacia un vórtice de agravamiento, limitando a la persona cada vez más, hasta el extremo de obligarla a someterse a drásticos tratamientos y medidas.

Entonces, en un sentido estricto, todo problema progresa en el tiempo evolucionando hasta su resolución espontánea, bien porque se amplían las opciones, disolviéndose por sí mismo, o bien porque se precipita hacia una crisis inevitable, allí donde se colapsa.

Figura 1. Representación gráfica del patrón espiral de los problemas

Ésta es la paradoja del tiempo: el problema siempre contiene la solución en sí mismo pues basta con que el tiempo transcurra y empuje la situación, ya sea hacia su disolución o hacia su colapso.

Así pues, ante cualquier suceso, aplica esta referencia geométrica. Por ejemplo, observa ahora la sociedad que nos rodea y reflexiona si tiende hacia más y más opciones, ensanchando los horizontes de los individuos que la componen, o más bien, si la tendencia es hacia la limitación y la estrechez de opciones conforme pasa el tiempo.

Vectores del suceso y de la persona que orientan hacia el orden o hacia el caos

Seguimos avanzando en nuestro objetivo de proponer claves y herramientas conceptuales que incrementen tu capacidad a la hora de afrontar situaciones-problema y retos.

Ya comprendemos y nos hemos familiarizado con el esquema de la espiral y su adecuación para analizar las situaciones problema. Nuestro siguiente paso consiste en comprender qué características del suceso o de la persona que interviene favorecen la tendencia al caos o al orden.

Básicamente, dentro de la situación hay dos elementos esenciales:

La complejidad del sistema, derivada del hecho de que el objeto o el suceso están conformados por una gran cantidad de elementos, o de que la relación y vinculación entre ellos es sofisticada y compleja. Daría lo mismo que hablásemos de piezas mecánicas, de estructuras biológicas o de interacciones entre individuos. Complejidad y sencillez mantienen una relación directa con el orden y el caos.El grado de tensión a la que el objeto o suceso es sometido, ya sean presiones o fuerzas aplicadas a las condiciones de trabajo, o al ambiente, etc. Cuanta más tensión se administra al sistema, el riesgo de que se superen sus límites de carga y resistencia aumenta, aproximándonos a ese punto que desencadenará una cascada de reacciones que arrastrarán al caos y a la pérdida del equilibrio, a la ruptura de relaciones o a la desestructuración general. Tanto el exceso de tensión como la holgura, podrán igualmente arrastrar al caos. En este sentido es muy necesario conocer la justa medida en la que el sistema trabajaría ofreciendo su mejor rendimiento; es esencial, por tanto, que se encuentren los límites óptimos de rendimiento.

Todo suceso y problema siempre tendrá personas interactuando con él que constituirán también elementos a considerar, muy especialmente a la hora de entender la dinámica del vórtice. Los elementos críticos vinculados a la persona son:

El grado de conocimiento. Es la principal variable del individuo en interacción con el suceso. A mayor conocimiento, más acertado será su criterio y por tanto sus decisiones serán las mejores para cada caso. Por contra, la ignorancia no hará sino llevarle a tomar decisiones nefastas, precipitándolo todo.El nivel de información. Permite, sobre todo, anticiparse, y prever los acontecimientos venideros. La anticipación nos permite actuar siempre con ventaja, por delante del suceso, dominándolo, acotándolo, controlándolo o conteniéndolo. Cuando, por el contrario, se actúa reactivamente yendo por detrás de la situación, se pierde el control y pasamos a ocupar un lugar vulnerable.

En occidente, vivimos en una sociedad en la que, aparentemente, se tiene acceso a gran cantidad de información que no siempre es debidamente verificada y contrastada, lo que no garantiza, en absoluto, una sociedad del conocimiento que, además, cada día está más compartimentado.

Conocimiento e información no son lo mismo. Sólo cuando ambos están presentes se garantiza un criterio acertado y maestría a la hora de manejar cualquier situación. Cuando se dispone de conocimiento sin datos, podrán lanzarse previsiones valiosas del tipo “si... entonces”, de modo que, al observar la evolución del suceso, se podrán ir confirmando datos al cumplirse las predicciones.

Pero cuando disponemos solamente de información, podremos caer en el error de creer que sabemos y entendemos la situación, e incluso creernos capaces de predecir su evolución. Esto podrá llevarnos a tomar decisiones imprudentes.

Si además de la desinformación, carecemos de conocimiento, entonces estaremos a merced de los acontecimientos.

A modo de resumen:

Tabla 1. Interacción entre conocimiento e información

Así pues, tenemos dos vectores asociados al suceso y otros dos a la persona que nos proyectan hacia el lado amable del vórtice o, alternativamente, hacia su lado más inquietante, el Punto de Colapso.

ElPunto de Colapso, elPunto de Infinitas Posibilidadesy una nueva geometría

Sigamos avanzando en nuestra peculiar trayectoria, orbitando en torno al mundo de los problemas, sus características y comportamiento. Para poder hacerlo, vamos a necesitar nuevas estructuras geométricas, nuevos paradigmas que sean más potentes que las dos dimensiones sobre las que habitualmente asentamos muchas de nuestras ideas y conceptos.

Si eres de esas personas a las que imaginar formas en el espacio, hablar de números, vectores y geometrías les produce vértigo, te pido un margen de confianza, porque más adelante comprobarás que estos esquemas tienen una enorme capacidad para inspirarte y guiarte. Te animo a que te desprendas del vértigo para que puedas ampliar tu perspectiva mental.

Ya hemos mencionado una y otra vez el punto sobre el que se apoya el vórtice de la situación, ese punto que a toda costa tratamos de evitar, porque es donde vamos a ser sometidos a la mayor presión, allí donde el suceso nos coloca en una posición que consideramos, por alguna razón, la peor opción posible: el Punto de Colapso.

Imagina una relación de pareja que termina y decide separarse; o un vehículo cuyo conductor ha perdido el control saliéndose de su trayectoria e impacta con otros objetos y va perdiendo energía hasta detenerse; o ese negocio que ha perdido toda rentabilidad y se vuelve insostenible hasta que se decide cesar la actividad y liquidarlo... En todos esos casos el vórtice ha estrangulado la situación hasta llevarla al punto de colapso. Ahora bien, ¿acaso el mundo se detiene ahí?, ¿acaba todo? Más bien ocurre lo contrario. Distinto es que esa reconfiguración a la que te ves abocado sea muy diferente a como a ti te hubiera gustado que fueran las cosas.

Es decir, salvo que elPunto de Colapsosea el límite del vórtice y en él te juegues la propia supervivencia, cuando superes ese tránsito te verás reubicado en la vida, con una configuración de circunstancias nuevas y distintas a aquéllas de las que partiste. Materialmente te habrás visto proyectado a otra realidad.

Luego el Punto de Colapso (a excepción de que no sobrevivas), se va a convertir en el Punto de Infinitas Posibilidades.

Una vez superado ese cuello de botella, allí donde las opciones no hacían más que cerrarse y limitarte a cada momento, pasarás a una situación renovada que irá admitiendo más y más opciones a cada momento. Es algo muy paradójico y singular pero absolutamente real: pasas de transitar por una espiral convergente y que se estrechaba, a emerger del Punto de Colapso, proyectándote hacia otra espiral que se va abriendo, donde se admiten a cada momento más y más opciones. Por ello afirmamos que el Punto de Colapso es, en sí mismo, el Punto de Infinitas Posibilidades.

Ahora, imagina la forma de un donut (al que más adelante me referiré por su nombre geométrico, o “toroide”): esa estructura posee una cara exterior circular y curvada de modo que, si subes o bajas por ella, acabas por pasar por la cara interior. En ese espacio interior es como si hubiera dos conos o vórtices unidos por su parte más angosta...

Es esa forma geométrica, la que necesito que mantengas ahora en tu mente...

En realidad es como si los sucesos fuesen pequeñas esferas girando por la cara externa del toroide. Cada ciclo del suceso es como una vuelta a esta estructura por su cara exterior. Los sucesos que se comportan de esta manera son estables, variando muy poco en cada repetición o ciclo.