Tres sombreros de copa - Miguel Mihura - E-Book

Tres sombreros de copa E-Book

Miguel Mihura

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Beschreibung

De Tres sombreros de copa se ha dicho, no sin razón, que es una obra que se adelantó a su tiempo. A partir de un trama muy original, un humor sorprendente y un extraordinario ingenio verbal, la pieza parece anticipar alguna de las características del teatro del absurdo que se impondría en toda Europa a mediados de la centuria. Las anotaciones aclaran los juegos lingüísticos, los destellos de ingenio y las referencias a sucesos de actualidad que Miguel Mihura integró genialmente en la que puede considerarse una de las mejores creaciones teatrales españolas de todo el siglo XX.

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Seitenzahl: 125

Veröffentlichungsjahr: 2018

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Claves de Tres sombreros de copa

GÉNESIS DE LA OBRA

Mihura escribe la obra en 1932. Él mismo declara que tiene un poso autobiográfico: la ruptura con una mujer «de buena familia» y su experiencia en el mundo del espectáculo (giras, conocimiento del music-hall…) le proporcionan material suficiente para escribir.

Se ha dicho que con esta comedia el autor se adelantó a su tiempo, ya que puede considerarse un paso previo al teatro del absurdo de mitad de siglo. Quizá sea este el motivo de que no consiguiera estrenarla hasta 20 años después de haberla escrito.

El estreno tuvo lugar el 24 de noviembre de 1952 en el Teatro Español, a cargo del grupo de Teatro Español Universitario. La representación fue un éxito entre las generaciones más jóvenes que la vieron como una llamada a la libertad, pero no así entre el público mayoritario, que seguía sin comprender la obra y la consideraba revolucionaria por su lenguaje y puesta en escena.

La comedia Tres sombreros de copa puede considerarse un paso previo al teatro del absurdo de mitad de siglo.

ARGUMENTO

Dionisio llega a un hotel de provincias la víspera de su boda con una señorita de buena familia, para pasar su última noche de soltero. Aquí conoce a Paula, una joven bailarina que actúa en un espectáculo de variedades. Rápidamente, Dionisio se deja contagiar por el espíritu libre de la muchacha y experimenta gran amargura al comparar la que va a ser su vida de casado, monótona y aburrida, con la vida espontánea y desenfadada de los artistas. Sin embargo, aun teniendo en su mano el cambio de rumbo, Dionisio se entrega a su mundo y Paula, también sometida a su monotonía, regresa al suyo.

ESTRUCTURA

La comedia está dividida en tres actos. Esta división responde a la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace.

La obra comienza y termina en el mismo punto: la habitación de hotel de Dionisio, y con los mismos personajes, Dionisio y don Rosario. Presenta, por tanto, una estructura circular, que además se corresponde con el regreso de su protagonista al punto de partida, la boda.

La acción se desarrolla en el mismo espacio y en una sola noche, de modo que cumple las tres unidades teatrales clásicas: tiempo, espacio y acción.

Responde a la estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace.

TEMAS

Podemos agrupar los temas de la comedia en dos bloques:

• Conflicto entre el mundo burgués y el mundo del espectáculo: se trata de dos mundos incompatibles. Al primero pertenecen Dionisio, don Sacramento y el odioso señor. Es el mundo de las normas estrictas, la moral y el orden. El mundo del espectáculo es el de lo inverosímil, la fantasía, la libertad y la espontaneidad. A él pertenecen Paula, Buby y el resto de chicas. Ambos mundos están llenos de engaños: el primero resulta ridículo y cuestionable moralmente; el segundo está lleno de falsedades, como nos muestra Buby. La felicidad es un imposible en cualquiera de ellos.

Cubierta de Tres sombreros de copa. Escelicer, 1953.

Conflicto entre individuo y sociedad: los protagonistas son víctimas de la sociedad en la que viven, que les impide alcanzar la libertad individual deseada. Tanto Paula como Dionisio quieren escapar de sus mundos y tienen esperanza al encontrarse. Pero su entusiasmo dura unas horas. La conciencia les hace retomar sus obligaciones, olvidar las ilusiones y continuar con su monotonía. Mihura critica así ciertas convenciones (por ejemplo, el matrimonio como única salida).

ESTILO

Tres sombreros de copa resultó novedosa sobre todo por el estilo empleado por Mihura.

El lenguaje sirve para caracterizar a los personajes. Por ejemplo, las cursilerías de don Rosario (vocativos cariñosos), la rigidez de don Sacramento (con sus sentencias) o la actitud soñadora e infantil de Paula y Dionisio (en los diálogos del acto segundo en los que parecen niños).

En la obra abundan los diálogos ágiles, breves, que aportan ritmo a la trama. Aunque estos se combinan con otros más lentos (los de don Rosario).

El humor es uno de los rasgos más novedosos y característicos de la comedia.

Predomina el registro coloquial (frases cortas, poca presencia de subordinadas, diminutivos, léxico subjetivo, frases hechas…), pero también podemos encontrar un registro literario (abundancia de adjetivos, ironía, presencia de otras artes, acotaciones de inicio de acto…).

Sin duda, el humor es uno de los rasgos más novedosos y característicos de la comedia. Envuelve toda la trama, incluso los momentos más trágicos o trascendentales. Es un humor cercano al absurdo, provocado por situaciones ilógicas que sorprenden o rompen con lo esperado. Surge también de las exageraciones, repeticiones o distorsiones de la realidad que resultan ridículas.

De Mihura a nuestros días

¡Esto es absurdo!

La obra de Mihura se adelantó unos años a su tiempo con el empleo de un lenguaje irracional, unos diálogos inconexos y muchas situaciones ridículas. En la obra teatral La cantante calva, su autor, Eugène Ionesco, también hace uso de este estilo, con el que ataca el modelo de familia burguesa.

Hazte con un ejemplar. ¡No podrás contener la risa!

Cubierta original de La cantante calva.

Con el humor por bandera.

Dibujar para reír

Mihura dedicó gran parte de su tiempo a dibujar historietas y viñetas. Su aportación en la revista La Codorniz fue reconocida por los humoristas de su época. En ella colaboraban también dibujantes como Forges, cuya labor se ha extendido hasta la actualidad.

¿Por qué no echar un ojo a su obra? En El libro (de los 50 años) de Forges se recoge una selección de sus mejores dibujos.

Lo nunca visto

Una de las películas más delirantes del cine español es Amanece, que no es poco, del director manchego José Luis Cuerda. Con un guion surrealista, diálogos plagados de humor absurdo y situaciones que se escapan de la lógica común, la película se acerca a la obra de Mihura y nos sumerge en un mundo conocido, pero siempre sorprendente.

Fotograma de la película Amanece, que no es poco, 1989.

La visión de un extraterrestre

Sin noticias de Gurb es una novela de Eduardo Mendoza en la que el humor envuelve una crítica sutil a la sociedad.

El protagonista es un extraterrestre perdido en la ciudad de Barcelona que busca a su compañero de viaje, Gurb, que se ha camuflado entre los humanos adoptando su forma. La realidad, vista a través de los ojos del alienígena, resulta absurda y grotesca, como en Tres sombreros de copa.

Una ridícula espera

Estados Unidos puso en marcha el Plan Marshall con el fin de ayudar económicamente a los países europeos para recuperarse tras la Segunda Guerra Mundial.

En la película ¡Bienvenido, Míster Marshall!, dirigida por Luis García Berlanga, y en cuyo guion colaboró Mihura, se ridiculiza y critica la sociedad española de la época, que quedó al margen de las ayudas.

Los premios recibidos en el Festival Internacional de Cine de Cannes avalan su maestría.

Fotograma de la película ¡Bienvenido, Míster Marshall!, 1953.

¡Atiende!

Otro referente actual del humor absurdo o surrealista es el de un grupo de cómicos, manchegos en su mayoría, que cuenta con varios programas a sus espaldas: La Hora Chanante, Muchachada Nui, Museo Coconut o Retorno a Lilifor.

Ellos, además de otros colaboradores, son Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Carlos Areces, Raúl Cimas y Julián López. Combinan piezas cortas y animaciones que te dejarán «con las patas vueltas».

Enjuto Mojamuto, personaje animado creado por Joaquín Reyes.

Tres sombreros

Personajes

PAULA

DON ROSARIO

FANNY

DON SACRAMENTO

MADAME OLGA

EL ODIOSO SEÑOR

SAGRA

EL ANCIANO MILITAR

TRUDY

EL CAZADOR ASTUTO

CARMELA

EL ROMÁNTICO ENAMORADO

DIONISIO

EL GUAPO MUCHACHO

BUBY

EL ALEGRE EXPLORADOR

La acción en Europa, en una capital de provincia de segundo orden. [Nota]

Derechas e izquierdas, las del espectador.

Acto primero

Habitación de un hotel de segundo orden en una capital de provincia. En la lateral izquierda, primer término, puerta cerrada de una sola hoja, que comunica con otra habitación. Otra puerta al foro1 que da a un pasillo. La cama. El armario de luna2. El biombo. Un sofá. Sobre la mesilla de noche, en la pared, un teléfono. Junto al armario, una mesita. Un lavabo. A los pies de la cama, en el suelo, dos maletas y dos sombrereras altas de sombreros de copa. Un balcón, con cortinas, y detrás el cielo. Pendiente del techo, una lámpara. Sobre la mesita de noche, otra lámpara pequeña.

(Al levantarse el telón, la escena está sola y oscura hasta que, por la puerta del foro, entran DIONISIO y DON ROSARIO, que enciende la luz del centro. DIONISIO, de calle, con sombrero, gabán y bufanda, trae en la mano una sombrerera parecida a las que hay en escena. DON ROSARIO es ese viejecito tan bueno de las largas barbas blancas.)

DON ROSARIO: Pase usted, don Dionisio. Aquí, en esta habitación, le hemos puesto el equipaje.

DIONISIO: Pues es una habitación muy mona, don Rosario.

DON ROSARIO: Es la mejor habitación, don Dionisio. Y la más sana. El balcón da al mar. Y la vista es hermosa. (Yendo hacia el balcón.) Acérquese. Ahora no se ve bien porque es de noche. Pero, sin embargo, mire usted allí las lucecitas de las farolas del puerto. Hace un efecto muy lindo. Todo el mundo lo dice. ¿Las ve usted?

DIONISIO:No. No veo nada.

DON ROSARIO: Parece usted tonto, don Dionisio.

DIONISIO: ¿Por qué me dice usted eso, caramba?

DON ROSARIO: Porque no ve las lucecitas. Espérese. Voy a abrir el balcón. Así las verá usted mejor.

DIONISIO: No. No, señor. Hace un frío enorme. Déjelo. (Mirando nuevamente.) ¡Ah! Ahora me parece que veo algo. (Mirando a través de los cristales.) ¿Son tres lucecitas que hay allá a lo lejos?

DON ROSARIO: Sí. ¡Eso! ¡Eso!

DIONISIO: ¡Es precioso! Una es roja, ¿verdad?

DON ROSARIO: No. Las tres son blancas. No hay ninguna roja.

DIONISIO: Pues yo creo que una de ellas es roja. La de la izquierda.

DON ROSARIO: No. No puede ser roja. Llevo quince años enseñándoles a todos los huéspedes, desde este balcón, las lucecitas de las farolas del puerto, y nadie me ha dicho nunca que hubiese ninguna roja.

DIONISIO: Pero ¿usted no las ve?

DON ROSARIO: No. Yo no las veo. [Nota] Yo, a causa de mi vista débil, no las he visto nunca. Esto me lo dejó dicho mi papá. Al morir mi papá me dijo: «Oye, niño, ven. Desde el balcón de la alcoba rosa se ven tres lucecitas blancas del puerto lejano. Enséñaselas a los huéspedes y se pondrán todos muy contentos...». Y yo siempre se las enseño...

DIONISIO: Pues hay una roja, yo se lo aseguro.

DON ROSARIO: Entonces, desde mañana, les diré a mis huéspedes que se ven tres lucecitas: dos blancas y una roja... Y se pondrán más contentos todavía. ¿Verdad que es una vista encantadora? ¡Pues de día es aún más linda!...

DIONISIO: ¡Claro! De día se verán más lucecitas...

DON ROSARIO: No. De día las apagan.

DIONISIO: ¡Qué mala suerte!

DON ROSARIO: Pero no importa, porque en su lugar se ve la montaña, con una vaca encima muy gorda que, poquito a poco, se está comiendo toda la montaña...

DIONISIO: ¡Es asombroso!

DON ROSARIO: Sí. La Naturaleza toda es asombrosa, hijo mío. (Ya ha dejado DIONISIO la sombrerera junto a las otras. Ahora abre la maleta y de ella saca un pijama negro, de raso, con un pájaro bordado en blanco sobre el pecho, y lo coloca, extendido, a los pies de la cama. Y después, mientras habla DON ROSARIO, DIONISIO va quitándose el gabán, la bufanda y el sombrero, que mete dentro del armario.) Esta es la habitación más bonita de toda la casa... Ahora, claro, ya está estropeada del trajín... ¡Vienen tantos huéspedes en verano!... Pero hasta el piso de madera es mejor que el de los otros cuartos... Venga aquí... Fíjese... Este trozo no, porque es el paso y ya está gastado de tanto pisar... Pero mire usted debajo de la cama, que está más conservado... Fíjese qué madera, hijo mío... ¿Tiene usted cerillas?

DIONISIO: (Acercándose a DON ROSARIO.) Sí. Tengo una caja de cerillas y tabaco.

DON ROSARIO: Encienda usted una cerilla.

DIONISIO: ¿Para qué?

DON ROSARIO: Para que vea usted mejor la madera. Agáchese. Póngase de rodillas.

DIONISIO: Voy.

(Enciende una cerilla y los dos, de rodillas, miran debajo de la cama.)

DON ROSARIO: ¿Qué le parece a usted, don Dionisio?

DIONISIO: ¡Que es magnífico!

DON ROSARIO: (Gritando.) ¡Ay!

DIONISIO: ¿Qué le sucede?

DON ROSARIO: (Mirando debajo de la cama.) ¡Allí hay una bota!

DIONISIO: ¿De caballero o de señora?

DON ROSARIO: No sé. Es una bota.

DIONISIO: ¡Dios mío!

DON ROSARIO: Algún huésped se la debe de haber dejado olvidada... ¡Y esas criadas ni siquiera la han visto al barrer!... ¿A usted le parece esto bonito?

DIONISIO: No sé qué decirle...

DON ROSARIO: Hágame el favor, don Dionisio. A mí me es imposible agacharme más, por causa de la cintura... ¿Quiere usted ir a coger la bota?

DIONISIO: Déjela usted, don Rosario... Si a mí no me molesta... Yo enseguida me voy a acostar, y no le hago caso...

DON ROSARIO: Yo no podría dormir tranquilo si supiese que debajo de la cama hay una bota... Llamaré ahora mismo a una criada. (Saca una campanilla del bolsillo y la hace sonar.)

DIONISIO: No. No toque más. Yo iré por ella. (Mete parte del cuerpo debajo de la cama.)Ya está. Ya la he cogido. (Sale con la bota.)Pues es una bota muy bonita. Es de caballero...

DON ROSARIO: ¿La quiere usted, don Dionisio?

DIONISIO: No, por Dios; muchas gracias. Déjelo usted...

DON ROSARIO: No sea tonto. Ande. Si le gusta, quédese con ella. Seguramente nadie la reclamará... ¡Cualquiera sabe desde cuándo está ahí metida...!

DIONISIO: No. No. De verdad. Yo no la necesito...

DON ROSARIO: Vamos. No sea usted bobo... ¿Quiere que se la envuelva en un papel, carita de nardo? [Nota]

DIONISIO: Bueno, como usted quiera...

DON ROSARIO: No hace falta. Está limpia. Métasela usted en un bolsillo. (DIONISIOse mete la bota en un bolsillo.)Así...

DIONISIO: ¿Me levanto ya?

DON ROSARIO: Sí, don Dionisio, levántese de ahí, no sea que se vaya a estropear los pantalones...

DIONISIO: Pero ¿qué veo, don Rosario? ¿Un teléfono?

DON ROSARIO: Sí, señor. Un teléfono.

DIONISIO: Pero ¿un teléfono de esos por los que se puede llamar a los bomberos?

DON ROSARIO: Sí, señor. Y a los de las pompas fúnebres3...

DIONISIO: ¡Pero esto es tirar la casa por la ventana, don Rosario! (Mientras DIONISIOhabla, DON ROSARIOsaca de la maleta un chaqué, un pantalón y unas botas y los coloca dentro del armario.)