Un manto de trinos y otras nocturnidades - Claudio Mercuri (Enerbrijas) - E-Book

Un manto de trinos y otras nocturnidades E-Book

Claudio Mercuri (Enerbrijas)

0,0
4,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Dos hermanos con habilidades místicas navegan entre la realidad y la fantasía, combinando en sus diálogos humor y reflexión. A través de sus conversaciones, revelan profundos pensamientos filosóficos y espirituales, creando un mundo donde lo cotidiano y lo extraordinario se entrelazan de manera única. Las notas de los trinos se balancean entre sonetos y prosas poéticas que excluyen, o que incluyen, lo complejo que convive junto a lo coloquial. La obra no solo explora la dualidad de la vida cotidiana frente a lo místico, sino que también juega con el contraste entre la luz del conocimiento y la oscuridad de la ignorancia, entre la claridad de las revelaciones y la penumbra de los misterios no resueltos. En cada diálogo y situación, los claroscuros se manifiestan, desafiando al lector a descubrir el equilibrio entre ambos universos.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 84

Veröffentlichungsjahr: 2024

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.


Ähnliche


Tabla de contenido

Enerbrijas galante

Los hermanos místicos

II

III

Dos Sonetos

Enerbrijas sobre el humor

Asperger

Enerbrijas Vade Retro

Postales de la culpa

Madre

El texto inclusivo

Enerbrijas aburrido

Arenga

Enerbrijas contrariado

Ombligo

Enerbrijas viaja

Talentos

Enerbrijas autoaceptado

La habitación

Enerbrijas haragán

Noticias del deporte

Enerbrijas mutante

El insomne

CLAUDIO MERCURI (ENERBRIJAS)

Un manto de trinos y otras nocturnidades

Mercuri, Claudio Un manto de trinos y otras nocturnidades / Claudio Mercuri. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5195-5

1. Cuentos. 2. Poesía. I. Título. CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Ilustración de portada: Lautaro Mercuri Sosa

“No hay mas perro que la gata”

Francisco A. Mercuri

“Usted sí que me comprende, gran jefe”

Arnoldo R. Sosa

“Bienvenido el fuerte, siempre”

Benizzio Nehuén Mercuri Sosa

Enerbrijas galante

Gnoseológame, hermosa, hasta que descubras al menos una pista de lo que me cautivas.

Ontologuéame, corazón, hasta que pierdas la desconfianza que te inspiran los tipos introvertidos. Epistemologuéame y entenderás cuánto me inquietas si estás mirándome.

Te ofrezco mi logos para las charlas de mate, panteisémonos a la sombra de un molle, hagámonos un par de locos peripatéticos que conversan de todo.

Tengo ingenuas cosmogonías para contarte, oh felicidad si me compartes tu arché, si me refutas con tu acervo de prudencias.

Yo que me pensaba hedonista, tu dialéctica me demuestra que puedo ser paciente. Como estoico roble aguardaré el tiempo propicio, siempre que te quedes a charlar.

Las cosas que me ofuscan resultan ahora una fuente de ataraxia si caminamos por el parque.

En mi mente habitan noúmenos de tu gracia, porque mi amor es en sí, más allá de mis esfuerzos por ganarme un beso fenoménico.

Pero estoy de acuerdo en ir despacio. Primero te invito a bailar. Pluguiera a Viracocha la danza de los dos milagros, el que llegues a quererme hará la lluvia para los campos.

Trepémonos a las pirámides, escalemos los macizos, que el descenso seguro sea la eviterna excusa para que tomes mi mano.

Aquí está mi biblioteca por si quieres conocerme.

Los hermanos místicos

—Me preocupa, tú sabes que, en mi calidad de celestial, yo emprendo mi viaje de sanación envuelto en un manto blanco, bastante incómodo dicho sea de paso porque flamea íntegro con el viento, recuerdas que me inmiscuyo entre relámpagos y truenos y viajo a la velocidad de la luz... estoy viendo la manera de hacer esto contigo, déjame ver cómo acomodar mis cosas para así poder llevarte.

—Hagamos de esta manera... sería cuestión de que al mismo tiempo me proyecte yo en el cosmos, has visto cuando por momentos la espiritualidad toma el control de mi organismo, me transformo, me desdoblo. Allí es cuando emprendo mis ya conocidos viajes astrales... un momento que atiendo.

Perdón... ya ves, me viene sucediendo que en medio de una transfiguración recibo una llamada inoportuna. Decía... la solución sería coordinar la hora para que mientras tú viajas por entre las nubes, mi espíritu pueda abandonar el cuerpo y luego trasladarse a la clínica. Allí nos encontramos para visitar al enfermo, si al fin y al cabo no nos llevará más de media horita, acá mi cuerpo se quedará inmóvil en la oficina... aunque algunos no entenderán lo que sucede, no es nada que luego no pueda explicar.

—Me parece muy bien, creo que es posible. Eso sí, debes tener en cuenta que mi condición siempre será más elevada que la tuya. No te digo esto para que te sientas menos, yo respeto tus dones, pero hay verdad en decir que estoy acostumbrado a ser condescendiente con el resto de los hombres, y contigo también debo serlo.

—Ya empiezas hermano, no me obligues a recordarte que hasta ahora no eres más que un preceptor del purgatorio. Yo aspiro a algo más que eso, por ello vengo forzando mi bondad a límites insospechados, y creo voy camino a lograr superarte.

Esta clase de diálogos son moneda corriente entre los hermanos, mas a pesar de su improbable valor místico se recomienda mantenerse prudentes a la hora de las acotaciones, por lo que evitaremos los juicios para pasar a exponer algunas otras conversaciones que resultan igualmente curiosas, a la vez que intentaremos hacer un repaso de la información disponible que ha dado forma a la leyenda de los hermanos místicos. Siguiente diálogo:

—Hermano, contéstame. Hace rato ya que vengo enviándote ondas cerebrales a tu celda mental, y no me atiendes. No me dejas otra alternativa que llamarte por el celular, esto no puede ser... es hacer mal uso de nuestros dones.

—Perdón, me encontraba sumido en la contemplación de una chica que cruzaba la calle. Dime, ahora estoy apto para la recepción de señal telepática.

—Ahí va... ¿qué opinas?

—No era necesario insultarme.

—Te lo merecías, ¿qué te piensas… que voy a quedarme esperando todo el día?

—Si estás de mal humor, no te la tomes conmigo.

—Claro que no estoy de humor, ya es la tarde del viernes y todavía no hemos programado las actividades místicas para el fin de semana. ¿Cómo tienes pensado contribuir a la salvación del mundo mañana sábado?

—Ya tengo todo previsto.

—¿Y se puede saber qué es lo que tienes previsto?

—Claro, en primer lugar voy a cumplir con mi rutina de ayudar a ciegos y ancianos a cruzar la Avenida General Paz, eso sería desde las 9:30 hasta las 11 horas. De ahí me llego hasta el Patio Olmos, donde dejaré que la gente tome fotos conmigo, ya sabes que a los niños les encanta mi túnica y mi barba.

—Ah, bien… nada especial, pues para mañana. Siendo así, yo voy a aprovechar para subir desde bien temprano al cerro Uritorco. Necesito despojarme de la urbanidad por un buen rato. Ten en cuenta entonces que las comunicaciones por telepatía se nos complicarán en la altura del cerro, recuerda que las ondas electromagnéticas se confunden con las emitidas por los platos ovoides.

—Entendido, mi jornada continuaría con una pausa pasado el mediodía, de seguro me duermo una siesta, y hago un tirón hasta las 5 de la tarde. Veremos qué revelaciones se me presentan en sueños, y coordinamos luego de esa hora para juntarnos, ¿te parece? No te olvides de avisarme si resultas abducido por alguna nave, que la otra vez casi enloquezco buscándote.

—Perfecto, lo mismo, tenme al corriente si alguna profecía relevante se te presenta, y de igual modo si logro interactuar con alguna inteligencia de otro mundo te aviso.

Muy seguramente a causa de la aversión de ellos mismos a brindar información concreta de su vida privada, se han tejido innumerables conjeturas acerca del origen de los hermanos místicos. Su típica manera de manifestarse mediante contorsiones corporales, expresiones faciales melodramáticas y por sobre todo mediante simbolismos lingüísticos poco menos que indescifrables, dieron lugar a estas especulaciones que pecan de inverosímiles, pero que vale la pena pasar lista para de esta manera sopesar el nivel de absurdo según el caso. Otro de sus diálogos:

—Hermano, debo decírtelo, me incomodas.

—¿Qué hice ahora?

—Creo que no te vistes de acuerdo a los poderes que ostentas. Asentirás conmigo que siempre fuimos un dúo ascético, pero sucede que a simple vista solamente yo luzco como anacoreta poco adaptado al pueblo. Me dejas en soledad con mis togas, mis ponchos tejidos, y mis pasamontañas.

—Así como me ves, llevando puesto este chaleco de poliéster, comprendo tu inquietud. Pero debes saber que estos impecables mocasines marrones me han llevado por lugares que ni te sospechas. Ni tus tan mentadas sandalias de peregrino conocen los villorrios que he transitado.

—Entiendo que no es una cuestión elemental, y sé muy bien que la impronta de tu potencia mística está fuera de discusión, pero no abuses. Presenta en ofrenda al gran hacedor ese cárdigan celeste que atas por la cintura turbando mis meditaciones.

—Ya me lo decía yo, si tanto te molesta me lo pongo sobre los hombros, pero antes responde, ¿entiendes que la sabiduría que nos cae como rayo del cielo no discrimina su precipitar entre sotanas, kimonos y camisas leñadoras?

—No sobre los hombros, te lo ruego, que harás que el supremo pierda los estribos de una buena vez. Hay razón en tus palabras, desisto pues mis pretensiones.

Ha llegado a circular la versión de que los hermanos fueron criados por lobos salvajes de Alaska, siendo esta refutada por la inexistencia de esta especie de canes en las proximidades del pueblo de Panaholma, localidad serrana donde se comprobaron registros de residencia de los místicos durante su infancia. A consecuencia de ello, la imaginería popular reemplazó el animal invocado, pasando muchos a asegurar que los hermanos fueron amamantados por un puma de los montes. Siguiente diálogo a continuación:

—Buen día, hermano, espero hayas descansado. ¿Has notado algún poder nuevo esta mañana?

—Tú y tu visión óptima de las cosas.

—¿Tan extraño te parece descubrir que vas superando con cada día todo lo extraordinario de tu naturaleza?

—Bueno, me rindo a tu pregunta retórica. De todas maneras, y siendo sincero, no percibo ningún cambio en mis facultades místicas hoy.

—Haz un esfuerzo, estoy seguro de que algo encontrarás. Yo por ejemplo, cavilando desde la mañana temprana, detecté un talento oculto que trataré de describirte: así como un rico de cuna identifica fácilmente a un advenedizo por su lenguaje, por la manera poco discreta de ostentar la riqueza, o por la distracción con que combate el aburrimiento que sigue a toda falta de estímulo de lucha, yo que de caudales poco entiendo, creo, sin embargo, poder distinguir si la tristeza de un tipo o de una tipa cualquiera está arraigada en su personalidad desde su infancia, o bien si se trata de alguien que en un momento dado de su vida adulta ha sido víctima de un suceso aciago.

—Oyéndote con detenimiento, me doy cuenta ahora de un poder al que no he prestado la debida atención. ¿Recuerdas aquella celebración cuando arrodillado intentaba comunicarme con ella, con la mismísima madre tierra, y que vos como diversión no parabas de sahumarme y de lanzarme alimentos picados, y que yo ofuscado trataba de hacer que pares porque allí mismo me estaban respondiendo?