Una amistad condenada - Werner Rügemer - E-Book

Una amistad condenada E-Book

Werner Rügemer

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Beschreibung

El ascenso del capitalismo estadounidense se presentó al mundo bajo la bandera de la libertad, la democracia y la prosperidad. No obstante, las prácticas del «América first», que incluían genocidios, explotación laboral y saqueo bélico de bienes ajenos, no desaparecieron, sino que fueron modernizadas. La Primera Guerra Mundial se convirtió en el primer gran negocio global, en torno al cual los aliados fueron sometidos. Después de la guerra, las corporaciones estadounidenses invirtieron en Europa Occidental. Mussolini fue inundado de créditos. Empresas estadounidenses suministraron armamento a Franco y equiparon a la Wehrmacht alemana para una guerra contra «Rusia». El nuevo banco central liderado por EE. UU. en Suiza blanqueó oro saqueado por los nazis. Se ignoró la persecución de los judíos. Con el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre la población civil, comenzaron nuevas guerras contra nuevos enemigos, en sistemática violación del derecho internacional. Werner Rügemer (1941), Dr. en Filosofía, publicista e intervencionista político.Desde los años 1980, ha publicado sobre la decadencia político-moral de la sociedad estadounidense, el extremo contraste entre ricos y pobres, la interconexión entre el ejército, los servicios de inteligencia y la alta tecnología, así como la destrucción ambiental y los daños a la salud de los trabajadores migrantes en los sectores de salarios más bajos.

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Seitenzahl: 511

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Werner Rügemer

Una amistad condenada

La conquista de Europa por los Estados Unidos

Primera Etapa: De la Primera a la Segunda Guerra Mundial

© 2023 Werner Rügemer: Verhängisvolle Freundschaft

Wie die USA Europa eroberten. Erste Stufe: Vom 1. zum 2. Weltkrieg

Köln 2023: ISBN 978-3-89438-803-4

© 2024 Werner Rügemer

Traducido por: Carmela Negrete

Revisión editorial: Raúl Sánchez Cedillo, Miguel Ángel Collado Aguilar

Diseño de portada con la imagen iStock, 623457246

© 2023 PappyRossa Verlags GmbH & Co. KG, Köln

Impresión y distribución por encargo del autor:

tredition GmbH, Heinz-Beusen-Stieg 5, 22926 Ahrensburg, Alemania

ISBN 978-3-38441-874-6

Esta obra, incluidas todas sus partes, está protegida por derechos de autor. El contenido es responsabilidad exclusiva del autor. Cualquier uso o reproducción sin su consentimiento está prohibido. La publicación y distribución se realizan por encargo del autor, a quien se puede contactar por correo postal en: Werner Rügemer, Subbelrather Str. 144, 50823 Colonia, Alemania, o por correo electrónico en [email protected].

Tabla de contenido

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Pagina del titulo

Derechos de autor

Dedicación

I. Amistad, condena, posible muerte

II. Episodios fundacionales de la «única superpotencia»

1. Doctrina Monroe: el principio de no intervención

2. La violación sistemática de la constitución: «God’s own Country»

3. La democracia del estado esclavista

4. La liberación de los esclavos como pretexto

5. Un genocidio como subproducto

6. La nueva esclavitud de los libertos negros

7. Selección racial y social: La eugenesia

8. Trabajo, pobreza y la destrucción mediante el trabajo

9. El nacimiento de las relaciones públicas y la filantropía a raíz de la masacre

10. La estatua de la libertad: la antorcha del dominio global

III. Capitalistas y militares en los «patios traseros»

1. Formas de desestatización de otros países

2. El anticolonialismo como pretexto

3. Los inversores organizan las dictaduras

4. Anexiones para montar bases militares

5. Asia en el punto de mira: China y los competidores europeos

IV. Primera conquista de Europa: La Primera Guerra Mundial

1. Cooperación transatlántica antes de la guerra

2. Wall Street amplía el fondo para la guerra y la crisis

3. La «era progresista»: La democracia capitalista al estilo estadounidense

4. El gobierno estadounidense: a favor de la democracia, la paz, la neutralidad (en teoría)

5. Wall Street: La guerra en Europa como una «gran oportunidad»

6. Wilson comete su «crimen contra la civilización»

7. La narrativa oficial de la paz

8. El cambio hacia la narrativa oficial de guerra

9. Expansión global de los capitalistas estadounidenses durante la guerra

10. Racismo estadounidense durante la guerra y después

11. Con los otrora enemigos de guerra: La invasión conjunta de Rusia

12. Balance de guerra de Estados Unidos: Podemos seguir así

V. Después de Versalles: Inversiones en el orden mundial de paz estadounidense

1. Qué hacer con los soviéticos: cortejalos, sobornarlos o matarlos

2. Versalles: Impedir la autodeterminación de los pueblos

3. Nuevos instrumentos: El Consejo de Relaciones Exteriores y los bufetes de abogados de Wall Street

4. La ampliación global de las inversiones estadounidenses

5. La ubicación Más importante de Europa: Alemania

6. Ayuda para la Polonia antisemita-anticomunista

7. Entusiasmo y créditos para el fascismo de Mussolini

8. Estados Unidos y otros países: Los primeros apoyos a Hitler

VI. Con Mussolini, Franco y Hitler hacia la Segunda Guerra Mundial

1. El Banco de Pagos Internacionales (BIS): El primer »banco mundial» convertido en banco de guerra

2. Estados Unidos continúa con su apoyo a Mussolini

3. Estados Unidos aúpa al dictador Metaxas en Grecia

4. Las corporaciones estadounidenses envían suministros al golpista Franco en España

5. La admirada dictadura fascista en Portugal

6. Estados Unidos arma a Hitler en los planos económico, mediático y político

7. Financiación estadounidense de los programas nazis de investigación racial y sobre el este europeo

8. Petróleo estadounidense para las Blitzkriege hitlerianas

9. Producciones de Hollywood: al servicio de Goebbels y Hitler

10. Estados Unidos salvan los Juegos Olímpicos de 1936 y benefician a Hitler

11. El embajador de EE. UU. en Berlín, crítico con los nazis: Reemplazado por un fanático de Hitler

12. El rearme de la monarquía capitalista emergente de Japón

13. La complicidad de Gran Bretaña con la Alemania nazi

14. Francia: El derrocamiento del gobierno socialista

15. Política de apaciguamiento: Con Hitler contra la Unión Soviética

16. París en 1938: El nacimiento del neoliberalismo «científico»

VII. Segunda Guerra Mundial: «Imperialismo americano»

1. Objetivo de guerra de los Estados Unidos: Un nuevo «siglo americano»

2. Ayudar al aliado Gran Bretaña y al mismo tiempo debilitarlo

3. Entrega tardía de suministros a la Unión Soviética

4. Wall Street dirige el banco de guerra de Hitler en Suiza

5. Producción estadounidense en Alemania para la Wehrmacht de Hitler

6. Francia: Estados Unidos y el gobierno de Vichy, afín a los nazis

7. España de Franco: La ampliación del bastión estadounidense

8. Suecia suministra a Estados Unidos y Alemania

9. Suiza: Proveedor de armas y refugio financiero estadounidense

10. El servicio de inteligencia estadounidense: Asegurar ganancias y debilitar a los opositores a los nazis

11. Italia: Con la mafia contra los antifascistas

12. Yugoslavia: La Oficina de Servicios Estratégicos teme el apoyo de la población a Tito

13. Servicio Secreto de Estados Unidos: ¡Hay que prevenir el atentado a Hitler!

14. Bombardear a la población civil, ¡y proteger la industria armamentística!

15. Nuevo sistema financiero mundial: El FMI y el Banco Mundial

16. Estados Unidos deja de lado la arización y el Holocausto

17. Genocidio: dos bombas atómicas sobre la población civil

18. La «Guerra Fría» comenzó durante la guerra caliente

VIII. El conflicto sistémico en curso

1. Estados Unidos: Tan sólo el capitalismo dirigido por Estados Unidos es Válido

2. Ucrania: Estado clave para la conquista de Eurasia por los Estados Unidos

3. Corporaciones estadounidenses: La geopolítica de la esclavitud modernizada

4. Alternativa democrática: a nivel nacional, en la Unión Europea, a nivel internacional

Literatura

Notas

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Dedicado al periodista australiano Julian Assange

Julian Assange reveló crímenes de guerra cometidos por los Estados Unidos que no fueron negados por dicho país, pero sus revelaciones son tratadas como secretos de estado.

Ése es el motivo por el que Assange fue encarcelado durante años en confinamiento solitario en la prisión de Belmarsh por el aliado más estrecho de los Estados Unidos, la monarquía británica. Se pretendía extraditarlo a los Estados Unidos.

Millones de personas en el planeta exigieron: ¡Libertad para Julian Assange!¡Libertad de información y expresión! ¡Por el derecho internacional de la ONU! ¡Por los derechos humanos del hombre!

En junio de 2024, la presión pública tuvo éxito: Assange fue liberado.

Antes de eso, tuvo que declararse culpable de espionaje ante un tribunal de distrito de EE. UU. en la isla del Pacífico Saipán. Saipán es un territorio ocupado por Estados Unidos, donde los habitantes se convirtieron forzosamente en ciudadanos estadounidenses, pero no pueden participar, por ejemplo, en las elecciones presidenciales de EE. UU.

Esta liberación de Assange también confirma: El derecho estadounidense incluye crímenes de guerra a nivel mundial; no se castiga a los autores estadounidenses, sino a aquellos que revelan la verdad.

I.

Amistad, condena, posible muerte

«It may be dangerous to be America’s enemy, but to be America’s friend is fatal.*»

«Puede ser peligroso ser enemigo de América, pero ser amigo de América es fatal.»

Esta cita condensa el balance de Henry Kissinger, ex jefe del Departamento de Estado y consejero de varios presidentes estadounidenses. Durante los años setenta, Kissinger, junto al presidente Richard Nixon, cortejaron a la República Popular China. Se llevó a cabo un reconocimiento diplomático y se promovió la cooperación en el ámbito económico. Mientras la economía china era débil y los beneficios de empresas como Apple, Microsoft, Ford y otras eran elevadas, China aún era considerada como aliada. Pero cuando la industria y la tecnología chinas se fortalecieron, se aumentaron los salarios, se creó una amplia prosperidad para los otrora pobres y alcanzó el éxito en una globalización alternativa que no se basó en la militarización, bajo el gobierno de Barack Obama, se la convirtió en un enemigo sistémico y mortal. Fue politizada y difamada en los medios, acosada con sanciones económicas y rodeada militarmente.

Así es como los amigos se convierten en enemigos mortales. Algunos ejemplos más:

• La Unión Soviética: Con el comienzo de los cambios revolucionarios en 1917 en Rusia, a los banqueros de Wall Street les entusiasmó la idea de más inversiones rentables y agasajaron por ello a los nuevos gobiernos. Después de la intervención militar fallida de una alianza en la que también participaron los Estados Unidos, las empresas Ford, General Electric, Radio Corporation of America, Harriman, etc. decidieron invertir allí. La industria de la Unión Soviética se fortaleció, y, en general, creció la prosperidad de quienes antes vivían en la pobreza. En 1933, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt reconoció a la Unión Soviética. Pero para Ford y otras corporaciones privadas, la Unión Soviética se convirtió en un enemigo mortal. En un cambio de estrategia, decidieron armar a la Wehrmacht de Hitler. La Unión Soviética debía ser ahora destruida.

• Cuba: A finales del siglo XIX, los Estados Unidos apoyaron en un principio el movimiento democrático liderado por José Martí contra el dominio colonial de España. Después de la victoria, neutralizaron al movimiento nacional y los Estados Unidos instalaron dictadores, una práctica común en los «patios traseros» de América Latina y Asia.

• Vietnam: Durante las negociaciones de paz de Versalles, el predicador pacifista estadounidense, el presidente Woodrow Wilson, rechazó el movimiento de liberación de Vietnam liderado por Ho Chi Minh. Más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, en su lucha contra los ocupantes japoneses, los Estados Unidos apoyaron un tiempo a Ho Chi Minh, para declararlo a continuación, tras la guerra, enemigo mortal. Armaron a la colonia francesa contra Ho Chi Minh y después emprendieron ellos mismos una guerra de aniquilación aún más cruel.**

El Departamento de Estado estadounidense reclama para sí todos los rincones de la tierra

Las cambiantes amistades-enemistades se basan, desde la fundación del estado estadounidense en 1787, en la concepción que sigue vigente hoy en día: los Estados Unidos no tienen un Ministerio de Relaciones Exteriores como cualquier otro estado importante, sino un Departamento de Estado. Por lo tanto, todos los territorios de la tierra, sean más cercanos, son posibles áreas de interés, influencia y dominio nacional de los Estados Unidos en base a su interés nacional.

Esa reivindicación bíblica de «única superpotencia» se complementa con las ideas de que se trata de «la tierra prometida» (God’s own country) y de que «dios bendiga a América» (God bless America), la «nación elegida» del «América primero» (America First), el «Siglo Americano» y el «Nuevo Siglo Americano», el «excepcionalismo estadounidense» o el «somos la única superpotencia». Todo esto es parte del ADN del estado estadounidense.

Primero en los «patios traseros», luego en Europa y en todo el mundo Así fue como el pequeño estado esclavista, declarado democrático, en la costa este de América del Norte se expandió gradualmente primero mediante conquistas y anexiones (excepto el Canadá británico, que no pudo ser conquistado), con genocidio de los indígenas incluido. Luego le tocó a los «patios traseros» de América Latina, el Caribe y Asia. Desde la Primera Guerra Mundial hasta hoy en día, se extendió a Europa y todo el mundo, a través de la pinza de inversiones, créditos, militares, servicios de inteligencia y falsas relaciones públicas.

Con la ayuda de golpes de estado o guerras civiles instalaron o promovieron dictadores. En Europa durante la primera mitad del siglo XX, se pudo observar lo siguiente:

• El primer dictador fascista, el italiano Benito Mussolini, que había destruido el fuerte movimiento democrático y obrero, fue favorecido con créditos y se convirtió en una estrella política en los Estados Unidos.

• El Generalísimo Francisco Franco, quien dio un golpe de Estado contra la República española, recibió suministros de armamento y petróleo de corporaciones estadounidenses, y fue apoyado militarmente por Mussolini y Hitler, hasta la victoria conjunta.

• Adolf Hitler se convirtió en una estrella mediática, también con la ayuda de Hollywood. El Comité Olímpico de los Estados Unidos, junto con los de Inglaterra, Francia, Japón, Finlandia y Sudáfrica, salvaron los Juegos Olímpicos de 1936 para Hitler en Berlín en contra del boicot internacional, incluido el judío. Además, armaron a la Wehrmacht contra la Unión Soviética.

Más allá de cualquier orden internacional

La reivindicación estadounidense de ser la «única superpotencia» se basa en que a menudo proponen reglas internacionales, pero, al mismo tiempo, socavan dichas instituciones recién establecidas y construyen su propio anti-orden internacional, en contra del derecho internacional y los derechos humanos.

Tras la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos propusieron la creación de la Liga de Naciones, pero luego no se unieron. En su lugar, después de los Tratados de Versalles, acordaron tratados individuales con cada uno de los estados beligerantes y promovieron dictaduras fascistas en China, Italia, Grecia, Alemania, Japón y España. Lo mismo harían con la ONU después de la Segunda Guerra Mundial.

Los Estados Unidos ahora están dispuestos a librar guerras en cualquier momento según su elección. Si la ONU o el Consejo de Seguridad deciden intervenir en una guerra, está bien; de lo contrario, los Estados Unidos llevarán a cabo la guerra solos o en conjunto con una alianza de «vasallos» dispuestos.

Con Wall Street de Mussolini a Adenauer

Tras la supresión del movimiento obrero que había cobrado fuerza durante la Primera Guerra Mundial, Benito Mussolini se convirtió en una estrella política en Estados Unidos. El abogado de Wall Street John McCloy asesoró al dictador bendecido por el Papa sobre el terreno en Roma: le llovieron los préstamos estadounidenses.

También representó los intereses de las empresas estadounidenses en la Alemania nazi. El Comité Olímpico estadounidense luchó con éxito contra el movimiento internacional de boicot, que incluía a judíos, contra la organización de los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín y llevó a que pudiesen celebrarse con esplendor y promover la reputación internacional del régimen nazi. A McCloy y a su esposa se les permitió sentarse junto a Göring y Hitler en las tribunas de honor del Estadio Olímpico de Berlín.

Más tarde, partir de 1949, McCloy fue el Alto Comisionado de los Estados Unidos para la República Federal de Alemania. McCloy asesoraba y supervisaba al primer Canciller, el político cristiano Konrad Adenauer, que había sido en el pasado admirador de Mussolini. McCloy y Adenauer protegieron a los cómplices alemanes y estadounidenses de la dictadura de Hitler de ser descubiertos y denunciados.

El anticomunista y por entonces primer Ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill, había encargado a sus jefes militares al final de la Segunda Guerra Mundial que elaborasen el plan «Operación Inimaginable» (Operation Unthinkable). Según este plan, justo después del armisticio con la Alemania nazi, tropas estadounidenses y británicas, con el apoyo de divisiones de la Wehrmacht, conquistarían la Unión Soviética.2 Dado el poder del ejército rojo y el estado de ánimo público en Gran Bretaña, este plan no se llevó a cabo. Pero la intención perduró y se continuó persiguiendo con otros medios más visionarios y poderosos bajo el liderazgo de Estados Unidos.

En la primera y la segunda guerras mundiales, bancos y corporaciones estadounidenses promovieron las guerras de los «aliados». Después, al finalizar la guerra, los militares estadounidenses pudieron obtener victorias relativamente fáciles en las zonas de guerra exhaustas. Y bajo la bandera de la «ayuda» humanitaria, la potencia victoriosa pudo dedicarse a la lucrativa «reconstrucción»: promoción de inversiones estadounidenses, penetración con bienes estadounidenses y bases militares estadounidenses.

Wilson, Obama: promesas de paz y guerra eterna

El presidente estadounidense Woodrow Wilson, del Partido Demócrata, ganó su campaña electoral en 1913 con la promesa sagrada de que los Estados Unidos nunca participarían en la guerra que se preparaba en Europa.

Al comenzar la guerra, Wall Street y las corporaciones estadounidenses financiaron y suministraron a las partes beligerantes en Europa y promovieron la lucrativa guerra. A la cabeza estaba el banco Morgan. En 1917, Wilson, con la ayuda de una agencia de comunicación profesional, rompió su promesa y proclamó lo contrario, es decir, la entrada militar de los Estados Unidos en la guerra europea: La «guerra para terminar con todas las guerras» – ese fue el lema. Desde entonces, los Estados Unidos han llevado y llevan a cabo numerosas guerras contrarias al derecho internacional.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, también del Partido Demócrata, ganó su campaña electoral de 2008 con la misma promesa sagrada: ¡Desarmaremos y eliminaremos las bombas atómicas! ¡Salvaremos el medio ambiente! Entre los grandes donantes para la campaña de Obama se encontraba el banco Morgan. Durante su mandato, Obama dictó a los miembros europeos de la OTAN que se rearmasen y armó aún más a Estados Unidos. Invocando a Dios, renovó la doctrina del primer ataque, debilitó las leyes ambientales y laborales en favor de la industria del fracking (que en muchos casos es perjudicial para el medio ambiente y mortal para los residentes locales), y permitió que los gerentes de BlackRock en su gobierno declarasen a China como el nuevo enemigo principal, armasen a Ucrania a través de empresas estadounidenses y preparasen la guerra contra Rusia.

Tal como sucedió en Hiroshima y Nagasaki, se le impuso a Europa, en forma en apariencia amigable, una tarea mortal: con la llamada doctrina del primer ataque nuclear, los Estados Unidos convirtieron a Europa en un lugar posible de guerra nuclear contra la Unión Soviética. Y eso es algo que sigue vigente hoy en día.

Tan perspicaz como miope: la auto ceguera profesional

En 1935, la artista Mabel Dwight representó en una litografía a los banqueros de Wall Street, quienes, con la Primera Guerra Mundial y sus millones de muertos, habían obtenido enormes ganancias, como los comerciantes de la muerte: «odian el ideal de la democracia, pero disfrutan de las riendas sueltas y el espacio que ésta les permite». Según Dwight, debido a las ganancias, estos comerciantes de la muerte son «en extremo perspicaces, pero miopes incurables».3

Los capitalistas estadounidenses, con unas relaciones públicas profesionales, como el Comité de Información Pública (CPI) durante la Primera Guerra Mundial, con universidades de élite financiadas por ellos y medios de comunicación de masas muy bien pagados, se presentan a sí mismos en cualquier guerra, por cruel que sea, como el pináculo de la democracia, la humanidad y la voluntad de paz.

Así, los ganadores de la guerra - y, por supuesto, los contaminadores ambientales, etc. - y sus cómplices se confirman a sí mismos en todo momento de su beneficencia. Son perspicaces para cualquier oportunidad lucrativa mediante guerras, daños ambientales y de salud, y al mismo tiempo son tan ciegos para las consecuencias humanas y sociales: es la autoceguera profesional.

* Fatal en inglés también significa «mortal».

** Al igual que en la guerra contra el movimiento de liberación en Vietnam, Kissinger fue cómplice de numerosos crímenes de guerra, en los que el país participó de forma directa e indirecta mediante operaciones encubiertas a través de terceros: en Camboya, Laos, Chile y en otros países latinoamericanos, con millones de civiles muertos y genocidios (Pakistán Oriental, Indonesia).

II.

Episodios fundacionales de la «única superpotencia»

Las potencias coloniales de Inglaterra y Francia, que desde el siglo XVI conquistaron el territorio desconocido de América del Norte y se enfrentaron entre sí, no podían saber qué ocurriría en dicho territorio en el futuro. Tampoco lo sabían los colonos pobres y ricos que en un principio emigraron desde Europa y se abrieron camino. Y tampoco lo sabían los señores coloniales, que se enriquecieron mediante plantaciones de tabaco y algodón cultivadas por esclavos y que, en 1776, declararon su independencia de la potencia colonial inglesa y en 1787 aprobaron la constitución del estado esclavista democrático llamado «Estados Unidos de América». Pero éstos desarrollaron, de forma conjunta y contradictoria, a su vez, una lógica que condujo a lo que hoy representa la mayor amenaza para el bienestar pacífico y el futuro de la humanidad y el planeta: la pretensión de ser la «única superpotencia mundial» que dicta y gana a todos los niveles.

1.

Doctrina Monroe: el principio de no intervención

El congreso de los Estados Unidos, que había crecido de trece a veinticuatro estados fundadores, proclamó en 1823 la Doctrina Monroe. Según dicha declaración, otros estados no pueden intervenir en el territorio de Estados Unidos. Ésta sigue siendo válida hasta hoy. Estaría escrita en su totalidad en consonancia con el derecho internacional, argumentan.

El interés «nacional»: Reclaman todos los rincones de la tierra

El Departamento de Estado se encarga de los asuntos en el extranjero. Sin embargo, para el liderazgo de los Estados Unidos, el extranjero solo representa de manera provisional o parcial el extranjero. Desde su fundación, el estado llamado Estados Unidos no se ha propuesto desarrollar relaciones de igual a igual para con otros estados, sino expandir el estado capitalista de Estados Unidos y arraigar sus diversas prácticas de influencia, apropiación y poder en otros estados.

Así, la conquista de territorios y estados extranjeros no es llamada »conquista», sino un asunto de «seguridad nacional» (national security) y de «interés nacional» (national interest). Los Estados Unidos no tienen el concepto de lo que para otros estados es la política exterior: Para los Estados Unidos se trata también de política estatal.

Este »interés nacional» significa en la práctica: Podemos expandir nuestro territorio estatal de forma continuada. Esto se refería en un principio a cada punto, cada población y cada estado en Norteamérica. Más tarde, hasta hoy, se refiere a cada persona, cada empresa, cada estado, cada actividad en cualquier punto de la tierra, en todos los continentes. La traducción habitual de State Department como Ministerio de Asuntos Exteriores de Estados Unidos es por ello incorrecta y eufemística.

El gobierno de Estados Unidos decidió primero en Norteamérica, dónde expandir su territorio de forma estatal, económica, militar, de inteligencia, mediática, científica o de cualquier otra manera y con qué personas, organizaciones, etc. de su propia elección.

Pero cuando habla de «territorio de Estados Unidos» no se refiere al estado llamado Estados Unidos, sino a América del Norte, que debería ser conquistada por dicho pequeño estado de nombre »Estados Unidos», así como el resto de América Latina. Por lo tanto, hasta el día de hoy, la otra cara de dicha doctrina en la práctica es que los Estados Unidos pueden intervenir en cualquier lugar del mundo, en todos los continentes, y otros estados no pueden interferir.4

El principal jurista de Hitler usaba el mismo argumento

El jurista principal de Hitler, Carl Schmitt, fundamentó el derecho internacional del régimen nazi en base al ejemplo estadounidense: la Doctrina Monroe era «el precedente de un principio de espacio vital jurídico internacional». También para la política exterior del Reich alemán se aplicaba la «prohibición de intervención para poderes extranjeros» en territorio alemán. Al igual que en la Doctrina Monroe, también incluía el derecho a intervenir en otros estados. Schmitt calificó las anexiones y ocupaciones de otros estados por parte de la Alemania nazi como una «confirmación significativa» de la Doctrina Monroe.5

Las conquistas

No podemos enumerar aquí todas las conquistas con las que los Estados Unidos expandieron su pequeño territorio inicial en el este de América del Norte hasta llegar a cincuenta estados y un territorio mucho más grande de forma depredadora. Nos limitaremos a las estaciones más importantes de las conquistas.

Texas, Florida | Texas se liberó del dominio colonial español y se unió a México, que también se había liberado de los españoles en 1821 y fundó una república en 1824. De forma ingenua, se podría suponer que los Estados Unidos habrían apreciado tal liberación anticolonial y la fundación de una república, ya que también dicho estado se había liberado de la dominación colonial y había fundado una república. Pero los Estados Unidos no eran y ni son una fuerza anticolonial, ya que solo lo son cuando les conviene.

En este contexto, surgió otra justificación para el uso de la violencia extraterritorial: era el «destino manifiesto» (manifest destiny) de la nación expandirse en nombre de dios y tomar posesión de todo el continente «que la providencia nos ha confiado para difundir el gran experimento de la libertad». Esta «providencia» divina debería legitimar que los Estados Unidos llevaran la luz de la civilización a los colonos occidentales hasta el Pacífico, en las áreas aún no anexionadas y promoviesen así la expulsión de los indios y de los animales salvajes.6 México, en un principio, fomentó la inmigración desde los Estados Unidos hacia regiones poco pobladas. Ciudadanos estadounidenses entonces compraron tierras y formaron un ejército. Nombraron al general y político estadounidense Sam Houston como comandante en jefe y llevaron a cabo una conspiración para la que contaron con el gobierno en Washington y su ejército. De ese modo, declararon a Texas como estado independiente en 1836. Dicho estado fue anexionado por los Estados Unidos como un estado federal en 1845. Contra los indígenas seminolas en Florida, los Estados Unidos libraron una guerra durante décadas y declararon también en 1845, en medio de la guerra, a Florida como un nuevo estado.

California, Arizona, Nevada, Utah… | Los colonos se volvieron de ese modo más descarados y declararon la guerra a México en su totalidad. En varias batallas entre 1846 y 1848, que culminaron con la ocupación de la Ciudad de México, el ejército y la marina de guerra de Estados Unidos, que eran técnicamente superiores, derrotaron a la República Mexicana. El ejército fue aumentado hasta los 100,000 soldados y la pequeña marina de guerra de Estados Unidos se expandió para actuar a nivel internacional. Los crímenes de guerra, como los cometidos por los «Texas Rangers» contra la población civil, formaron parte de las tácticas militares.

En California vivían en aquel momento unos 25,000 indígenas, 10,000 mexicanos y 500 colonos.7 Estos últimos siguieron el método de Texas: declararon California como una república, el gobierno de Washington envió al ejército para protegerla, y California también fue anexionada como un estado más de Estados Unidos, junto con Arizona, Nevada, Utah y partes de los actuales estados de Nuevo México, Kansas, Colorado y Wyoming. En resumen: México se redujo a la mitad.

El estado, que se había liberado del estado saqueador colonial inglés, se constituyó a sí mismo como un estado saqueador. Más tarde, esta expansión tomó otras formas que no llevaron a la integración formal en el territorio del estado de Estados Unidos, sino que adoptaron otras formas, por ejemplo:

• Territorios e islas anexadas como «territorios ultramarinos»

• Bases militares impuestas de forma más o menos amigable a otros estados en todo el mundo

• Sucursales de corporaciones estadounidenses que, en otros estados, se atienen lo menos posible y tan solo de manera parcial y temporal a las leyes vigentes en dichos territorios, o bien no lo hacen en absoluto.

America First, American Century…

Manifestaciones posteriores de esta autoimagen son fórmulas como el eslógan «America First», es decir, »América primero». Expresiones que se sacan en situaciones históricas especialmente críticas del baúl de los recuerdos de la expansión estadounidense.8

Lo mismo ocurre con el término »American Century», es decir, el centenario americano. En referencia al alcance mundial del Imperio Británico y su reclamo de un siglo imperial, esta fórmula también se amplió a la geopolítica desde el siglo XX. Así, el magnate de los medios Henry Luce afirmó en su artículo «El siglo estadounidense» en 1941: «La democracia estadounidense llevará a cabo su misteriosa tarea de elevar la vida humana desde el nivel de los animales hasta el nivel que el predicador llamó algo inferior a los ángeles».9

2.

La violación sistemática de la constitución: «God’s own Country»

Una de las leyendas de la superpotencia tiene su origen en la inocencia cristiana, con la Biblia en la mano.

Los «padres peregrinos»

Según la leyenda, los «padres peregrinos» establecieron un asentamiento en la colonia británica de América del Norte. Los puritanos radicales ingleses querían una distribución de la riqueza diferente, se consideraban santos y cada congregación tenía su propia relación con Dios, sin la mediación de obispos nombrados por el rey en Inglaterra. Unos cien peregrinos navegaron en el año 1620 en el «Mayflower» hacia América del Norte. Llamaron a su asentamiento en Plymouth, en el actual estado de Massachusetts, la así llamada «tierra de dios».

En un principio intercambiaron alimentos con los sorprendidos y amigables habitantes originarios. Pero después de algunos años, fuera de la leyenda, los colonos saquearon los almacenes de los indígenas y entraron en guerra. La mezcla con las religiones autóctonas se consideró dañina para el alma cristiana. Se difundieron teorías de la conspiración que rezaban que los indígenas querían matar a los colonos. Había motivos para ello: los indígenas sí mataban a los colonos cuando les robaban tierras y alimentos. Por tanto, los colonos justificaron ataques preventivos y destruyeron los cultivos de los nativos. El gobernador británico los aprobó complacido. Por ejemplo, en la Masacre de Mystic de 1637, las milicias de los padres peregrinos mataron a tiros y quemaron a unas 700 personas, y los sobrevivientes fueron esclavizados. Con esta victoria sagrada sobre la tribu Pequot, también comenzó el exterminio de los nativos americanos.10

Los padres peregrinos celebraron la victoria asesina en su Día de Acción de Gracias de 1637, una festividad tradicional, como «un dulce sacrificio y todos oramos a dios para darle gracias por su ayuda».

La conquista de tierras, el asesinato y la esclavitud de otras etnias, en este caso de diferentes tribus indígenas, se justificaron con la biblia y la referencia a dios. La leyenda de los padres peregrinos, que supuestamente fueron amigables con los habitantes originarios, se inventó en el siglo XIX. El día festivo de acción de gracias en los Estados Unidos, también se basa en la festividad de acción de gracias idealizada de los «padres peregrinos» de 1637.

La Constitución de Estados Unidos no habla de Dios, en realidad…

La constitución de Estados Unidos de 1787 no contiene ninguna referencia a dios. Comienza de manera ilustrada, democrática y secular con «Nosotros, el pueblo».

Por lo tanto, se diferencia del derecho divino de los monarcas europeos. En la Primera Enmienda a la Constitución de 1791 se establece: El congreso no debe promulgar leyes que restrinjan la libertad de expresión, de prensa, de reunión y de religión; y no puede haber una ley que tenga «la introducción de una religión estatal» como objeto.

Pero la Constitución fue y sigue siendo violada de manera sostenida, hasta hoy. En el himno nacional de 1812, que sigue vigente hasta hoy, se nombra «la tierra rescatada del cielo» y que «nuestro lema será: en dios confiamos».

Divinización del fundador del Estado: La ascensión de Washington

Tras la victoria de los estados del norte en la Guerra Civil en 1865, el fundador del Estado, George Washington, fue divinizado en una pintura monumental. Vestido con un traje púrpura, asciende al cielo. En su ascenso es acompañado por la diosa romana de la libertad, Libertas, y la diosa griega de la victoria, Nike, así como por trece vírgenes que simbolizan los trece estados fundadores de los Estados Unidos. Desde entonces, la pintura adorna la cúpula del Capitolio, la sede del parlamento, en Washington. Este cristianismo difuso adopta otras concepciones de deidades, las de las sociedades esclavistas romanas y griegas, y más tarde también las judías. Mientras que el cristianismo era en un principio de influencia protestante, en el siglo XX, con el apoyo a las dictaduras de Mussolini, Franco, Salazar y Piłsudski, y las nuevas relaciones con el Vaticano, se añadió la variante católica.*** (ver capítulo V, punto 7)

Juramento del presidente y del soldado: «So help me God»

Todos los presidentes desde George Washington han prestado el juramento de su cargo sobre la Biblia con la fórmula «So help me God», es decir, así dios me ayude. Solo un presidente hizo una excepción: Quincy Adams juró en 1825 sobre la Constitución en lugar de la Biblia, como es habitual.

Todos los soldados juran después del entrenamiento básico que protegerán la Constitución, con la misma fórmula «So help me God». El Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina pagan a capellanes militares con rango de oficiales. Las iglesias están protegidas por el estado y exentas de impuestos. El dios de Estados Unidos bendice cada guerra.

Contra la Unión Soviética: «In God Trust»

En el apogeo de la lucha contra el «peligro bolchevique» y el «comunismo ateo» de la Unión Soviética, el Congreso de los Estados Unidos decidió en 1956 que el lema oficial del Estado sería «In God we trust», es decir, confiamos en dios.

Frente al socialismo, denunciado como ateo también por el Vaticano, los capitalistas estadounidenses buscaban encarnar la idea de un orden superior religioso-divino. Ya en el siglo XIX, el lema se había grabado en algunas monedas. Sin embargo, desde 1957 hasta hoy, se imprime en el medio de pago más simbólico, en los billetes, en los dólares: dios y el dólar son una unidad indivisible. Incluso en la moneda de oro de 5 dólares emitida en 2001, la «liberty», está grabado el lema «IN GOD WE TRUST».

Cuando el presidente de Estados Unidos pronuncia el discurso sobre el estado de la nación, se encuentra en la tribuna del capitolio bajo el lema esculpido en piedra «In God we trust». El legislador, con astucia, no hizo una ley para este lema, sino una declaración. Ante las críticas, la Corte Suprema dictaminó que este lema no supone asumir una religión estatal, sino que tiene un «carácter ceremonial». Tal aprobación jurídica de la violación de la ley y la constitución es parte del repertorio de la tierra prometida, el «God‘s own Country».

Obama: liderar el mundo y ordenar en nombre de dios

En su autopercepción dominante, Estados Unidos es la tierra prometida por el propio dios. Esta idea se manifiesta con la fórmula utilizada desde la fundación del estado en ocasiones importantes: el «god’s own country» – el propio país de dios. Otra fórmula para expresar esto mismo, sacada de la biblia y en referencia al sermón de la montaña de Jesucristo, es la que afirma que Estados Unidos es «La ciudad sobre la colina» (city upon the hill). Es una versión moderna del derecho divino de los reyes del feudalismo «cristiano» medieval.

El presidente Barack Obama, que se presentaba como más ilustrado, por ejemplo, el 28 de mayo de 2014 durante las guerras lideradas por Estados Unidos en Irak y Afganistán, dijo a los futuros oficiales de la Academia Militar de West Point: «Que Dios los bendiga. Que Dios bendiga a los hombres y mujeres que visten nuestro uniforme. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América».12

En esa ocasión, Obama, como ya hicieran otros presidentes, se refirió a Estados Unidos como «la nación excepcional». Es la que está por encima de todas las demás naciones (excepcionalismo). Así como el papa de la iglesia católica es considerado el representante de dios en la tierra y, por lo tanto, infalible, también los líderes de Estados Unidos se ven a sí mismos como representantes de dios e infalibles cuando cumplen con su tarea de liderar y ordenar el mundo como la única superpotencia. Y ello, incluso si dicha encomenda requiere saqueo, intervenciones militares, guerras, masacres y esclavitud o si estas ocurren como «daños colaterales». Todo está permitido, porque se actúa en nombre de dios.

«Liberar al mundo del mal»

Sin embargo, el liderazgo de Estados Unidos se sitúa incluso por encima de Dios. Y es que se ha propuesto hacer algo que no se le atribuye al dios cristiano: liberar al mundo de todo mal, erradicar completamente el mal, «to rid the world of evil», liberar al mundo del demonio, como proclamó el presidente George W. Bush en 2001, tres días después del 11 de septiembre13, y como también lo han repetido todos sus sucesores: Obama, Trump y Biden. Y el qué o quién es el malvado en estos momentos lo decide el liderazgo de Estados Unidos. De esta manera, se viola de diversas formas y de manera sostenida la constitución en nombre de dios.

Otros también pueden hacerlo, por ejemplo, Hitler:«Gott mit uns»

Siendo justos, hemos de reconocer que otros políticos también se han referido a dios, incluso en la época supuestamente democrática después de la primera guerra mundial. De ese modo se refirió Adolf Hitler, promovido y luego armado por actores estadounidenses desde la década de los 1920, en su libro «Mein Kampf» (Mi lucha), así como en sus discursos a la voluntad y la creación de dios.

Hitler buscó y encontró a las grandes iglesias cristianas como cómplices de su sistema de injusticia capitalista. Sus soldados juraban por el dios cristiano. «Necesitamos soldados, soldados creyentes. Los soldados creyentes son los más valiosos. Ellos lo dan todo», comentó Hitler en 1933 al obispo católico Wilhelm Berning, quien estuvo de acuerdo y fue nombrado por Hitler como Consejero de Estado de Prusia.14 «Gott mit uns» (dios está con nosotros) estaba grabado en las hebillas de los cinturones de los soldados de la Wehrmacht que invadieron Europa y la «atea» Unión Soviética.

3.

La democracia del estado esclavista

Cuenta la leyenda que los padres fundadores de Estados Unidos fundaron una democracia mediante su revolución contra la potencia colonial de Inglaterra.

En la Declaración de Independencia de 1776 se expresa, en el mismo sentido de la Ilustración de Europa occidental, que era popular en aquel entonces: «Sostenemos como evidentes estas verdades: todos los hombres fueron creados iguales; todos los hombres han sido dotados por el creador de derechos inalienables, entre los que se encuentran la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Para asegurar estos derechos, se instituyen gobiernos entre los hombres, que obtienen sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados. Siempre que una forma de gobierno se vuelva destructiva para estos fines, es derecho del pueblo alterarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno». Esto sería la democracia real y el reconocimiento fundamental de los derechos humanos.

La constitución de Estados Unidos permite la esclavitud

En referencia a los derechos humanos, la Declaración de Independencia, sin embargo, fue solo una declaración de intenciones populista. Cuando llegó el momento de la verdad, se olvidaron de dichos derechos. Las afirmaciones de que todos los hombres nacen iguales, de que tienen derechos inalienables y de que el pueblo tiene el derecho y el deber de eliminar gobiernos injustos, no están incluidas ni en el texto ni en el espíritu de la constitución de 1787. Al contrario, en toda la constitución no aparecen los términos ni «democrático» ni «democracia».

Además, ni en la Declaración de Independencia ni en la constitución se exige la abolición de la esclavitud. Ni siquiera se la menciona. El derecho a comerciar, poseer, explotar y castigar con la muerte a los esclavos se consideraba uno de los «derechos humanos» evidentes de los padres fundadores de Estados Unidos. La importación de esclavos a los Estados Unidos implodió después de la entrada en vigor de la constitución. «En 1820, los propietarios de esclavos estadounidenses poseían alrededor de 1,5 millones de esclavos, unas tres veces más que en 1787».15

En la constitución, a diferencia de la Declaración de Independencia, se dice: El Congreso debe asegurar la «tranquilidad interna» (Preámbulo) y «reprimir insurrecciones» (Artículo I, Sección 8). Y ya no se habla de todos los hombres y su igualdad, sino de que el estado debe «asegurar para nosotros mismos y para nuestra posteridad las bendiciones de la libertad».16

Los capitalistas se ocupan primero de su minoría

¿A quiénes se referían los fundadores del estado esclavista de Estados Unidos con aquello de «nosotros mismos»? Los padres fundadores eran esclavistas aristocráticos, propietarios de tierras y bienes, racistas y patriarcas. Para ellos, la mayoría de las personas no eran seres humanos iguales. Esto lo aplicaron primero a los pueblos indígenas del continente norteamericano, después a los esclavos negros, y más tarde a los llamados culíes chinos importados, a las personas sin propiedades significativas, es decir, los sirvientes, a las mujeres, y, sobre todo, a quienes no eran ciudadanos estadounidenses.

La mayoría de los 55 padres fundadores eran abogados ricos, propietarios de esclavos, fábricas, tierras y empresas navieras. La mitad se dedicaba a prestar dinero con interés y 40 de ellos poseían bonos del estado que acababan de fundar.17

El primer presidente, el general George Washington, era hijo de un rico esclavista que había robado sus tierras a los «indios». Para los fundadores del estado, los indígenas eran «animales salvajes» que podían ser eliminados de una u otra manera, ya fuera mediante el robo, matándolos de hambre, asesinados o expulsados.

James Madison, considerado el padre de la constitución y cuarto presidente de Estados Unidos, escribió en 1826 al conocido opositor de la esclavitud, el marqués de Lafayette: «Las dos razas (blancos y negros, los indígenas no contaban, a. del a.) no pueden coexistir si ambas deben ser libres e iguales».

La leyenda del Tea Party

A menudo se representa la revolución de los norteamericanos contra el poder colonial británico en base a la Tea Party (la fiesta del té): en 1773, unos cincuenta activistas irrumpieron en el puerto de Boston y arrojaron al agua tres cargamentos de té británico. Fue un acto de protesta contra los aranceles de importación que el Reino Unido había impuesto en Boston. Los colonos en América del Norte habían protestado contra tales aranceles británicos durante años. Aunque eran ciudadanos británicos, argumentaban: tenemos derecho a votar, pero debido a la distancia no podemos votar ni estamos representados en el Parlamento británico. Por lo tanto, no estamos obligados a cumplir con sus decisiones. Según este relato dominante, después de esta protesta, los colonos se independizaron, publicaron la Declaración de Independencia en 1776 y fundaron los Estados Unidos en 1787.

Sin embargo, la revolución en América del Norte comenzó mucho antes y fue liderada por otros grupos que no eran los activistas de la Tea Party.18 Mucho antes de que los ricos se unieran a la protesta, otros grupos estuvieron activos a nivel nacional: los indígenas, los marineros, los trabajadores, los esclavos. Pero su historia ha sido relegada a un segundo plano hasta hoy:

Indígenas: Un indicio de su importancia es el hecho de que los participantes en el Tea Party se disfrazaron como miembros de los Mohawks. Los Mohawks habían luchado contra el poder colonial francés. En ese momento, los indios eran vistos como luchadores por la libertad y como símbolo de la independencia de las potencias coloniales europeas.

Marineros: Desde la década de 1740, el Imperio Británico luchaba por su expansión y guerreaba contra España y Francia. Para ello, necesitaba más soldados, ya que su propia población no era suficiente o era considerada «demasiado valiosa». Es por ello que formaron grupos paramilitares que recorrían las calles para presionar a otros hombres para unirse al ejército. Uno de los objetivos principales eran los numerosos marineros. Sin embargo, éstos tenían experiencia de combate variada: en los barcos mercantes debían enfrentarse a capitanes y dueños de barcos codiciosos por salario, comida y mejores condiciones laborales. Bandas de hasta 300 marineros se enfrentaron a los intentos de reclutamiento, armándose con palos y cuchillos de abordaje, ocupando barcos de la Marina Real, golpeando a los alguaciles, tomando oficiales como rehenes. Capturaron barcos de las bandas de reclutamiento y liberaron a los reclutados, después llevaban esos barcos a tierra y los quemaban. En 1747, unas 3,000 personas se reunieron en Boston en una acción de resistencia similar. Mucho antes de la Tea Party, Boston ya era conocida como la «metrópoli del alboroto». En la década de 1760, los marineros en huelga en Londres, que era el puerto más grande del mundo, y en los puertos de América del Norte, protestaron contra los bajos salarios, las largas horas de trabajo y las condiciones laborales peligrosas. En 1768 hubo una huelga general de marineros en Londres.

Trabajadores: En 1775, los trabajadores se unieron a los marineros en Liverpool en una huelga contra los recortes salariales. Entre los marineros también había negros. Protestaron asimismo contra los comerciantes de Liverpool que se enriquecían con el comercio de esclavos. Los marineros, que se movían por muchos puertos a ambos lados del Atlántico, fueron fundamentales para la difusión de ideas y prácticas revolucionarias. En América del Norte, los esclavos fugitivos trabajaban como marineros y estibadores, al tiempo que participaban en protestas y rebeliones.

Esclavos: Durante la década de 1760, los esclavos organizaron primero revueltas en Jamaica, Bermudas, Surinam, Honduras Británico, Granada, San Vicente, Tobago, San Cristóbal y otras islas plantacionistas. Las noticias de estos sucesos causaron gran inquietud en Boston. En América del Norte, los esclavos y esclavas huyeron en gran número de sus amos y organizaron revueltas en los años 1770 en Virginia, Nueva Jersey, Carolina del Sur, Maryland, Nueva York, Norfolk y también en Boston. A veces los marineros blancos les ayudaban a comprar armas. La predicación pública del cuáquero James Otis en 1761 en Boston se hizo famosa: todos los seres humanos, «ya sean blancos o negros», «nacen libres por derecho natural». Otis instó a liberar a los esclavos y les reconoció el derecho al uso de la violencia.

Verdaderos defensores de los derechos humanos: Un joven llamado Samuel Adams tomó la rebelión en Boston en 1747 como motivo para fundar el periódico semanal The Independent Adviser. En sus páginas, amplió la idea de los «derechos de los ingleses libres» exigidos por los colonos norteamericanos a los «derechos de todos los seres humanos». Adams había visto que los rebeldes eran personas de diferentes colores de piel y procedencias (África, Escocia, Irlanda, Inglaterra, Holanda). Argumentó que los rebeldes tenían derecho a resistir, incluso mediante el uso de la violencia en acciones directas. The Adviser hablaba del derecho natural a la autodefensa y la igualdad. Adams abogaba por una ley agraria para la distribución justa de la tierra. En enero de 1748, The Adviser escribía: «Todos los hombres son igual de libres por naturaleza, nacen con el mismo grado de libertad y dotados de habilidades casi iguales». Fue un anticipo de las primeras ideas del movimiento independentista de 1776.

Demandas democráticas y de derechos humanos fueron, así, formuladas en América del Norte antes de la declaración de independencia, aunque no por parte de los colonos, que sí captaron el estado de ánimo, pero decidieron dar de lado a las demandas sociales y a los revolucionarios originales.

No fue una revolución democrática

La «revolución» de los padres fundadores de Estados Unidos no condujo a una democracia, sino tan solo a una reorganización de la clase poseedora y dominante, que no querían pagar impuestos ni aranceles a sus superiores de la colonia británica. La democracia estadounidense fue un estado esclavista colonial modernizado. Por lo tanto, no hubo una revolución social, ni hubo cambios en el orden desigual de la propiedad, ni liberación de los más oprimidos, a diferencia de lo sucedido en la Revolución Francesa, que tuvo lugar poco después.

Solo los contribuyentes adinerados tenían derecho a voto. La mayoría de las personas fueron excluidas de la humanidad y del diseño del poder democrático. Esto incluso se aplicaba a muchos que habían luchado en las guerras contra los británicos: colonos pequeños agricultores, artesanos, pero también indígenas y negros organizados en sus propias unidades militares, de los cuales pocos sobrevivieron. Fueron utilizados como carne de cañón y «liberados» – liberados para morir.19 El derecho a la esclavitud permaneció vigente. El presidente Washington ordenó en su testamento poco antes de su muerte en 1799 que 317 esclavos en su finca de Mount Vernon fueran liberados después de su fallecimiento y el de su esposa.20 Así, pudo perseguir su derecho constitucional a la búsqueda de su felicidad personal durante su vida con ayuda del trabajo esclavo. Solo fue generoso después de su muerte.

Desde su fundación, la democracia estadounidense ha sido una «capital-democracia»: puede ser restringida e incluso abolida, por ejemplo, mediante la promoción de racismos y fascismos. Los intereses de los principales capitalistas estadounidenses (pero no de los capitalistas en otros países) son, por el contrario, la constante inmutable.

4.

La liberación de los esclavos como pretexto

Los Estados Unidos no estaban tan fraternalmente unidos como para no poder librar una guerra asesina unos contra otros. La propiedad privada protegida por la constitución también significaba que los propietarios más poderosos podían marginar, expropiar e incluso guerrear contra los propietarios menos poderosos, dentro y fuera del territorio estatal. Entre los «hermanos y hermanas» capitalistas, el asesinato siempre estaba presente como posibilidad.

Los esclavos forman parte de la propiedad privada

La constitución de 1787 garantiza junto con la propiedad privada, de forma indirecta, la propiedad de los esclavos. Los fundadores del norte eran tan esclavistas como los del sur: tan solo en Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia, la agricultura de plantaciones de algodón, tabaco, caña de azúcar y arroz se realizaba con un mayor número de esclavos que en las empresas y grandes casas del norte.

El capitolio, la sede del gobierno en Washington, fue construido por esclavos. George Washington, el primer presidente, provenía de una familia adinerada de esclavistas en Virginia del Sur. Aunque heredó diez esclavos de su padre, al final de sus días, él y su esposa controlaban con los 317 esclavos mencionados más arriba. Si alguno se escapaba, los mandaba capturar.21 Separó a varios esclavos de sus familias y los vendió en el Caribe.22

Presidentes y dueños de esclavos

Thomas Jefferson, el tercer presidente y autor de la Declaración de Independencia, provenía de una familia adinerada de plantadores de tabaco y poseía más de 200 esclavos.23 Tan solo liberó a los cuatro hijos que había tenido de forma extramatrimonial con una esclava negra, que era la sirvienta de su esposa.24

Desde la fundación de la nación hasta la Guerra Civil, Estados Unidos tuvo quince presidentes. Además de Washington y Jefferson, otros seis presidentes antes de su mandato también eran dueños de esclavos: James Madison, James Monroe, Andrew Jackson, John Tyler, James Polk y Zachary Taylor. En el congreso, los propietarios de esclavos constituían una mayoría, e incluso el influyente Tribunal Supremo estaba dominado por esclavistas como John Marshall y Roger Taney.

Los estados del norte aprobaron la admisión de más estados esclavistas

De ese mod los estados del norte no tuvieron reparos en admitir más estados esclavistas en la unión entre 1817 y 1857: Mississippi, Alabama, Missouri, Arkansas, Florida, Texas y Kansas.

En Texas, el gobierno mexicano había abolido la esclavitud. Sin embargo, después de que el congreso de Estados Unidos anexionara Texas en 1845, se restableció la esclavitud.

En 1850, el congreso aprobó la Ley de Esclavos Fugitivos. (Fugitive Slave Act) Según esta ley, las autoridades de los estados del norte tenían la obligación de capturar a los esclavos que habían huido desde los estados del sur hacia el norte y devolverlos a los estados del sur o a sus amos.

La resistencia por los derechos humanos no tuvo éxito

Un movimiento formado por intelectuales y ciudadanos comunes exigió la abolición de la esclavitud, pero dicha iniciativa fue infructuosa.

El más destacado opositor intelectual a la esclavitud fue Thomas Paine. Nunca poseyó esclavos. Argumentó desde la perspectiva de los derechos humanos y consideró que todas las religiones organizadas, tanto la judía, la turco-musulmana, católica romana, protestante, ortodoxa griega, no eran más que inventos destinados a esclavizar a la gente y justificar el poder y la ganancia. Murió desalentado, solo y empobrecido.25

Grandes capitalistas contra pequeños capitalistas

Los estados del norte superaban a los del sur en términos industriales, tecnológicos, científicos, bancarios y en la disponibilidad de capital. El comercio, incluido el comercio de esclavos, estaba concentrado en los estados del norte.26 Además, los estados del norte tenían más del doble de población. Banqueros y empresarios del norte querían hacerse con el sur como mercado y lugar para la inversión. Una de los desencadenantes de la Guerra Civil fue la crisis económica que afectó a los estados del norte desde 1857.

El gobierno bajo Lincoln también aprovechó otras circunstancias: la potencia colonial Inglaterra abolió la esclavitud en 1833. Y también la segunda potencia colonial más importante, Francia, la abolió en 1848.

Presidente Lincoln: No fue un opositor a la esclavitud

Abraham Lincoln, presidente antes y durante la Guerra Civil, es considerado un opositor de la esclavitud, pero en realidad no lo fue. Fue un proteccionista en favor de la industria de los estados del norte. Como abogado, representó los intereses de las compañías ferroviarias estadounidenses que buscaban más oportunidades de inversión. Durante su tiempo como capitán en una de las guerras contra la población indígena, no mostró una especial simpatía por los seres humanos. Su objetivo principal durante la guerra civil fue mantener la unidad y el poder del estado estadounidense.

Durante la guerra civil, Lincoln escribió una carta abierta el 22 de agosto de 1862 al New York Tribune del opositor a la esclavitud Horace Greeley: «Mi principal objetivo en esta guerra es salvar la Unión; no es salvar o destruir la esclavitud. Si pudiera salvar la Unión sin salvar a ningún esclavo, lo haría; si pudiera salvarla liberando a todos los esclavos, lo haría; y si pudiera salvar la Unión liberando a algunos esclavos y dejando a otros, también lo haría.»27 Está claro, eso sí, que le resultaba útil que opositores a la esclavitud como Greeley inflamaran la opinión pública moralmente contra los estados del sur.

La mayor guerra de la historia humana

La guerra llevada a cabo por los estados del norte contra sus «estados hermanos» fue en extremo violenta. La población civil también era considerada como enemiga. Ciudades enteras fueron destruidas y se permitió su saqueo a los soldados del norte. Hubo granjas incendiadas, cosechas destruidas, ganado sacrificado, mujeres violadas. Los prisioneros no eran intercambiados, sino que los dejaban morir de hambre.

Fue una «guerra total». 620,000 soldados norteamericanos murieron en esta guerra, más que en cualquier otra guerra que los Estados Unidos hayan librado posteriormente, ya sea la primera y segunda guerra mundial, la de Vietnam, Irak, Afganistán y otros lugares. Los civiles muertos, por cierto, no se contaban con exactitud, al igual que ocurriría en posteriores guerras de Estados Unidos.

Esclavos y soldados extranjeros como carne de cañón

Al mismo tiempo, Lincoln promovió que los negros fortalecieran el ejército de los estados del norte. 179,000 hombres negros pudieron liberarse así del estado de esclavitud. Aunque recibieron un estatus inferior, tan solo la mitad del sueldo de los blancos, sin posibilidad de ascender a rangos superiores, a menudo participaban con entusiasmo. Fueron agrupados en unidades completas por completo por negros y fueron los primeros en ser enviados a la lucha.28 Por lo tanto, los capitalistas del norte utilizaron las esperanzas de libertad de los oprimidos, sin que fueran liberados de verdad.

Los estados del norte enviaron a la guerra a la mayor cantidad posible de soldados. Se reclutaron voluntarios para la artillería desde Alemania, Inglaterra, Canadá, Polonia, Francia, y también desde China, México y Hawai… alrededor de 600,000 de 2 millones. Algo que utilizó casi en exclusiva el ejército del norte.29

Guerra total entre hermanos capitalistas

Pocas personas se sorprenden por el hecho de que la guerra fuera posible entre »estados hermanos democráticos» y que, además, fuera hasta entonces la más grande en cuanto al número de muertos y heridos tanto militares como civiles, así como en cuanto al uso de material. Fue una guerra total y cruel.30

Sin embargo, el capitalismo estadounidense contiene, en sí, si fuera necesario, la semilla de una guerra despiadada contra sus propios estados, y más tarde también contra otros »aliados». Dichos aliados o incluso ‚amigos‘ de una superpotencia emergente y establecida siempre deben escribirse entre comillas, ya que pueden convertirse en enemigos o ser dañados de diversas formas.

Préstamos de guerra de los bancos europeos: interés del 7,3%

Tanto para los bancos que la financiaron como para los empresarios y comerciantes de los estados del norte, la guerra fue un negocio redondo. Los bancos estadounidenses aún pequeños como Chase, Riggs y Metropolitan Bank, así como la agencia contratada por el estado Jay Cook&Company, vendieron principalmente bonos de guerra en Europa, a través de bancos como Seligman, Lazard Speyer-Ellissen, Morgan y Rothschild en Londres, París, Frankfurt y Ámsterdam.31 Los bonos de deuda a tres años que Cook intermedió ofrecían un interés del 7,3 por ciento anual.32 Los créditos para los estados del sur fueron proporcionados en buena parte por bancos como Erlanger, Henry Schröder y también Rothschild.33

El capitalismo no regulado como orden social o desorden de la apropiación minoritaria de ganancias está diseñado para la guerra, de forma tanto interna como externa. El capitalismo estadounidense dio un paso importante con la guerra fratricida hacia la manifestación más sostenida y poderosa de esta democracia del capital que es hoy en día. «Desde 1776, América (en referencia a los Estados Unidos, a. del a.) ha estado en guerra 222 de 239 años.»****

Guerra civil: el auge de los multimillonarios

La guerra de los ciudadanos del norte de América contra los ciudadanos del sur fue al mismo tiempo un lucrativo negocio para los hermanos capitalistas del norte.