¡Vuela, vuela, hermanito! - Angélica Ojeda Barrios - E-Book

¡Vuela, vuela, hermanito! E-Book

Angélica Ojeda Barrios

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Beschreibung

Nico, un niño lleno de ilusión, espera la llegada de su hermanito Sami. Con ternura prepara su hogar y su corazón para recibirlo. Sin embargo, su mundo cambia cuando descubre que Sami está gravemente enfermo. A través de sus ojos, recorremos un viaje emocional de preguntas difíciles, descubrimientos dolorosos y mucho amor. ¡Vuela, vuela, hermanito! es una historia conmovedora sobre el duelo infantil, contada con la honestidad y dulzura que los niños merecen. Un libro para acompañar, reflexionar y sanar.

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Seitenzahl: 44

Veröffentlichungsjahr: 2025

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ANGÉLICA OJEDA BARRIOS

¡Vuela, vuela, hermanito!

El duelo de Nico

Ojeda Barrios, Angélica¡Vuela, vuela, hermanito! : el duelo de Nico / Angélica Ojeda Barrios. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6801-4

1. Narrativa. I. Título.CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de Contenidos

Al lector

La gran noticia

Ya no estaré solito

Se llamará Sami

Mamá preocupada

Llegó el día

La llamada de mamá

Quiero respuestas

Mamá y Sami vuelven a casa

De nuevo estaré solito

Me siento culpable y enojado

¿Cómo les digo?

Debo ser valiente

A mi familia y amigos, que me apoyaron en esta nueva etapa de mi vida, por creer y confiar en mí.

A.O.

Al lector

El duelo por la muerte de un ser amado es una experiencia que todos los seres humanos atravesamos o atravesaremos. No es fácil de asimilar y, mucho menos, para un niño comprender lo que implica la muerte y cómo esta afecta a la familia en general. Muchas veces, teniendo esto en cuenta, se evita el tema o se lo adorna de tal manera que solo se logra confundir al niño con ideas equivocadas sobre la misma. Por eso, es fundamental ser honestos y decir la verdad, para facilitar su comprensión y ayudarlo a sobrellevar de la mejor manera el duelo por la pérdida de un ser querido.

Nico, protagonista y narrador de esta historia, es un niño de seis años que, con toda ilusión, espera a su hermanito para ya no jugar solo. A su corta edad, y junto a sus padres, hizo todo lo posible por cuidarlo con esmero y dedicación. Ahora debe enfrentarse a una situación difícil y a todo lo que ello implica: aprender qué es la muerte, afrontar la pérdida de un ser amado y aceptar esta realidad, dando lugar a sentimientos como el miedo, la confusión, la ira y la esperanza.

Espero que, junto a Nico, puedas reflexionar profundamente sobre lo que significa seguir adelante a pesar del dolor que causa la muerte de un ser amado.

La gran noticia

El día estaba muy lindo. Me encontraba en el patio trasero de la casa, donde había un hermoso jardín cuidado por mamá. Estaba soleado y soplaba una suave brisa de primavera. Escuchaba el canto de los pajaritos y contemplaba la hermosura de las plantas con flores; sus pimpollos atraían a las mariposas y a otros insectos voladores, mientras yo jugaba, muy concentrado, en mi mundo imaginario de superhéroes.

El jardín se había convertido en mi campo de juegos, donde pasaba la mayor parte del tiempo cuando no iba a la escuela. Ese día no hubo clases. Mamá y papá se ausentaron de casa para ir al médico porque mamá no se sentía bien. Mientras ellos no estaban, quien cuidaba de mí era la abuela, a quien cariñosamente llamo “abu”.

La abu es sabia, tiene el pelo corto, blanco y gris. No es como las otras abuelas, es mi abuela. Me alza y me abraza fuerte. A la hora de jugar conmigo, nunca se niega. Sus palabras y su trato son siempre con mucho amor y amabilidad. Cada vez que puede, me dice que me ama. Ese día, mientras la abu hacía la limpieza y ordenaba la casa, yo jugaba sin preocuparme por el paso del tiempo.

De repente, algo llamó mi atención. Mi juego se vio interrumpido, ya que escuché voces conocidas y pasos. Eran los de mis papás. Dejé de lado la ardua tarea de construir los más fabulosos edificios de Lego, alojamientos lujosos para mis muñequitos, y me concentré en prestar atención. Escuché la voz de mamá llamándome desde la sala de estar.

—¡Nico! ¡Vení, rápido! Tenemos que contarte algo.

De inmediato, abandoné mi emprendimiento, dejándolo desparramado en el piso del jardín. Corrí hacia el interior de la casa, pasé por la cocina rápidamente y llegué a la sala de estar, donde estaban mamá, papá y la abu. Me senté en el pequeño sofá y, en voz alta, casi gritando, exclamé:

—¡Hola, má! ¡Hola, pá! ¿Adónde fueron? ¿Por qué no me llevaron?

Estaban sentados en las sillas frente al sofá, separados por una mesita ratona de madera. Mamá y papá estaban tomados de la mano, y mamá comenzó a hablar:

—Nico, ¿te acordás de lo que pediste hace un tiempo?

—Mmm... ¡Un camión!

—No, eso no era.

—Mmm... ¡Ir al parque!

—No, tampoco.

Los ojos de mamá brillaban. En su rostro se dibujaba una sonrisa tierna y cálida. Papá la observaba detenidamente, como yo observo el jardín. De vez en cuando, desviaba la mirada para que no me diera cuenta de cuánto quiere a mamá.

Papá, por momentos, me miraba con una expresión rara. Frotaba sus manos, mordía su labio y miraba una y otra vez a mamá. Abría los ojos y hacía muecas para que adivinara qué quería decirme. Me detuve a pensar, pero no podía recordarlo y me enojaba no poder atinarle. Papá se dio cuenta de que ya no era divertido seguir con las adivinanzas y me ayudó a recordar.

—Nico, ¿te acordás de que nos dijiste que no querías jugar solito y que te gustaría tener a alguien que te acompañara en tus juegos? Además, querías tener algo importante que contarles a tus compañeritos de la escuela.