Chotaro Kawasaki
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Chotaro Kawasaki (Odawara, 1901-1985) fue uno de los máximos exponentes de la corriente literaria conocida en Japón como «novela del yo», corriente narrativa de hálito autobiográfico.  En 1936 fue finalista del premio Akutagawa. Al año siguiente, su antología Flores marchitas (1937), en la que describía el drama de las prostitutas del barrio del placer de Tamanoi, llamó la atención del público, y lo mismo sucedió con su siguiente antología, titulada Árbol desnudo (1939). Es en esta última donde Kawasaki introduce a un personaje basado en el famoso director de cine Yasujirō Ozu. Ambos, Kawasaki y Ozu, frecuentaron y amaron a una misma geisha durante casi una década, la joven Sakae Mori. A partir de ese episodio, Kawasaki escribió una serie de relatos que reunió bajo el epígrafe «Serie de Ozu». El propio Ozu dedicó en sus diarios varios haikus a Senmaru (nombre de geisha de Mori), pero hoy son los relatos de Kawasaki los que han adquirido estatura mítica, convertidos además en un documento fundamental —aunque no ampliamente conocido— para abordar la compleja personalidad del cineasta, hombre de éxito y también, por esa causa, antagonista perfecto de Kawasaki. A partir de 1938, y durante muchos años, Kawasaki ocupó un granero adyacente al antiguo hogar familiar, una especie de cabaña desvencijada de madera y techo de zinc, en la que una caja de mandarinas hacía las veces de mesa de lectura y escritorio. Pero fue más tarde cuando Kawasaki disfrutó de su particular momento de gloria, gracias a la serie de relatos de Makocho (1950), ambientados en el barrio del placer de Odawara. En ellos describe las rutinas de un autor a las puertas de la vejez, visitante asiduo de los prostíbulos, que sobrevive a duras penas en una mísera chabola. Kawasaki alcanzó así la máxima expresión simbólica de su propia vida, además de una relativa fama literaria que no alteró los hábitos austeros del escritor ni sus paseos diarios por la ciudad. Masuji Ibuse lo consideró uno de los pilares del siglo literario nipón. El Premio Nobel Kenzaburō Ōe manifestó que Kawasaki era un autor «irrepetible». El mangaka Yoshiharu Tsuge, leyenda del cómic japonés, también le declaró su rendida admiración. Incluso un autor en sus antípodas como Yukio Mishima quedó fascinado por Kawasaki tras conocerlo en casa de Yasunari Kawabata, encuentro que relató en uno de sus ensayos. A pesar de todo ello, Chotaro Kawasaki había permanecido inédito hasta hoy fuera de Japón.