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La serie de libros "7 mejores cuentos" presenta los grandes nombres de la literatura en lengua española. Julián del Casal y de la Lastra fue un poeta cubano, uno de los máximos exponentes de la literatura modernista en español.Este libro contiene los siguientes cuentos:El velo de gasa.La felicidad y el arte.Una madre.El primer pesar.El hombre de las muletas de níquel.Esbozo de mujer.Los funerales de una cortesana.
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Seitenzahl: 39
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Title Page
El Autor
La felicidad y el arte
El velo de gasa
Una madre
El primer pesar
El hombre de las muletas de níquel
Esbozo de mujer
Los funerales de una cortesana
About the Publisher
Julián del Casal y de la Lastra (La Habana, 7 de noviembre de 1863 - La Habana, 21 de octubre de 1893) fue un poeta cubano, uno de los máximos exponentes de la literatura modernista en español.
Nació en La Habana el 7 de noviembre de 1863, hijo de Julián del Casal y Ugareda, natural de Vizcaya, y María del Carmen de la Lastra y Owens, natural de Artemisa, donde fundó un periódico, escrito a mano, que llevó por título El Estudiante. Obtuvo el título de bachiller en 1879.
Publicó su primer poema conocido en un seminario de arte, ciencia y literatura llamado El Ensayo, en el número editado el 13 de febrero de 1881. Ese mismo año comenzó a trabajar como escribiente en el Ministerio de Hacienda e ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. No obstante, abandonó sus estudios de leyes para dedicarse a la literatura.
En noviembre de 1888 emprendió un viaje a Europa con la pretensión de visitar París, ciudad que le atraía enormemente. Sin embargo, este viaje se vio frustrado. Estuvo en Madrid, donde trabó amistad con Salvador Rueda y con Francisco Asís de Icaza, y finalmente regresó a Cuba en 1889 sin haber llegado a visitar la capital de Francia. De vuelta a su país, comenzó a acudir a las tertulias de la Galería Literaria y en 1890 publicó su primer libro de poemas Hojas al viento. Abandonado su puesto en Hacienda, trabajó como corrector y luego como periodista. En estos años conoce a Juana Borrero.
En 1891 había llegado Rubén Darío a La Habana, con quien Casal entabló amistad. El primero le dedicó a éste El clavicordio de la abuela; Casal, por su parte, había conseguido ese mismo año que La Caricatura apareciese el poema de Darío La negra Dominga; también publicó en La Habana Elegante un artículo sobre su amigo el 5 de enero de 1893.
La tarde del 21 de octubre de 1893, en la redacción de La Habana Elegante, Casal escribió un suelto al que dio el título de Mi libro de Cuba, que trata del texto de Lola Rodríguez de Tió. También corrigió parcialmente las pruebas de su libro Bustos y rimas. Esa misma noche murió súbitamente en la sobremesa de una familia amiga, en casa del doctor Lucas de los Santos Lamadrid. En un ataque de risa provocado por un chiste de uno de los presentes, se le produjo una hemorragia y sufrió la mortal rotura de un aneurisma.
Que no importa vivir como un mendigo
Por morir como Píndaro y Hornero
ZORRILLA
El sol brillaba en el azul del firmamento. La yerba espesa, salpicaba de gotas de rocío —semejante a inmensa alfombra de terciopelo verde, donde las hadas nocturnas parecían haber dejado los innumerables diamantes que adornaban sus cabelleras— recibía la ceniza dorada del disco solar; las aguas del río, corriendo entre nenúfares que flotaban enlazados, formando archipiélagos, mostraban otro cielo en sus profundidades transparentes; los mangos maduros, como corazones de oro, brillaban entre el ramaje que se inclinaba a la tierra, agobiado por el peso de los frutos; los pájaros, desde el borde de los nidos, abrían sus alas largo tiempo cerradas, mezclando su voz a la de la selva que agitaba sus matorrales de flores silvestres y a la del viento que vagaba locamente por los campos olorosos.
Tendido al pie de un granado, cuyos abiertos frutos, parecidos a verdes cofres llenos de rubíes, colgaban de las ramas; vi llegar a la mujer más hermosa de la tierra, que comenzó a hablarme de este modo:
—¡Oh, joven!, tiempo es ya de que pienses en el porvenir. Dos sendas hallarás para llegar al fin de tu vida; la primera está llena de flores y la segunda de abrojos. Si me amas, te llevaré por la primera y serás feliz. Tendrás castillos de mármol, a orillas de los lagos, para pasar los días de tu existencia; mantos de púrpura, tachonados de estrellas de oro, para cubrir tus espaldas; coronas de ricos metales, esmaltadas de piedras preciosas, para ornar tu frente; navecillas de nácar, con velas de seda, para cruzar los mares; vírgenes circasianas, impregnadas de perfumes, para colmarte de placeres; histriones numerosos sacados de las mejores cortes, para ahuyentar el hastío de tu alma. ¿Quieres seguirme? Piensa en que todo lo puedo, porque me llamo la Felicidad.