Angola en la órbita de la SADC - António José Neves Da Rocha - E-Book

Angola en la órbita de la SADC E-Book

António José Neves Da Rocha

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  • Herausgeber: RUTH
  • Kategorie: Bildung
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2023
Beschreibung

En este libro, el autor, con un lenguaje sencillo y directo, estudia, analiza y demuestra la pertinencia de la integración plena de la economía de Angola en la SADC, a través de tres aspectos fundamentales: La valoración de los fundamentos teóricos de la integración económica regional y sus particularidades en África; el examen del proceso de integración económica de la SADC, sus límites y posibilidades; y la ponderación de las realidades y posibilidades de inserción de Angola en la SADC.

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PÁGINA LEGAL

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Edición y corrección: Marien Cabrera Sánchez.

Maquetación, corrección, diseños y conversión a e-book: Jadier I. Martínez Rodríguez

 

 

 

 

© António José Neves da Rocha, 2023

© Sobre la presente edición:

Ruth Casa Editorial, 2023

Todos los derechos reservados

 

 

 

ISBN: 9789962740315

 

 

 

 

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.

 

 

 

 

Ruth Casa Editorial Calle 38 y Ave. Cuba,

Edif. Los Cristales, Oficina no. 6

Apdo. 2235, Zona 9A, Panamá

www.ruthtienda.com

www.ruthcasaeditorial.com

[email protected]

 

 

 

SINOPSIS

 

 

 

En este libro, el autor, con un lenguaje sencillo y directo, estudia, analiza y demuestra la pertinencia y la necesidad de la integración plena de la economía de Angola en la SADC, a través de tres aspectos fundamentales: La valoración de los fundamentos teóricos de la integración económica regional y sus particularidades en África; el examen del proceso de integración económica de la SADC, sus límites y posibilidades; y la ponderación de las realidades y potencialidades de inserción de Angola en la SADC.

 

 

 

DATOS DEL AUTOR

 

António José Neves da Rocha, (1979) Luanda, Angola. Es licenciado en Relaciones Internacionales. Master en Relaciones Internacionales por el Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García” (ISRI), de Cuba. Autor de varios artículos publicados en Cuba: la Revista Cubana de Economía Internacional del Centro de Investigaciones de Economía Internacional (CIEI), la Revista Temas de Economía Mundial del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) y La Revista Economía y Desarrollo de la Universidad de La Habana.

Actualmente es Aspirante en el doctorado en Ciencias Económicas del CIEI de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana y funcionario de la Embajada de Angola en la República de Cuba.

 

 

 

Para mi esposa

 

 

 

AGRADECIMIENTOS

 

Sean cuales fueren los puntos débiles de este libro, hubieran sido mayores sin la amable contribución de mis profesores Antonio Romero y Zoila González. Mi familia me ha prestado apoyo y, lo que es aún más importante, alivio. El libro está dedicado a mi esposa, a quien tanto debo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ANTÓNIO JOSÉ NEVES DA ROCHA

La Habana, Cuba, 2023

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ÍNDICE

 

PÁGINA LEGAL

SINOPSIS

DATOS DEL AUTOR

AGRADECIMIENTOS

ÍNDICE

PRÓLOGO

I. LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA EN EL SIGLO XXI: LA EXPERIENCIA DE ÁFRICA

1.1 El proceso de regionalización de la economía mundial

1.2. Fundamentos teóricos de la integración económica

1.3 Panorama de la integración económica en África

1.3.1 El auge del regionalismo abierto

1.3.2 La Zona de Libre Comercio Continental Africana

1.3.2.1 Problemas y desafíos del AfCFTA

II. LA COMUNIDAD DE DESARROLLO DE ÁFRICA AUSTRAL

2.1 Crisis y oportunidad en la génesis de la SADC

2.1.1 De la coordinación a la integración regional: la constitución de la SADC

2.2 Regionalismo abierto y políticas neoliberales en la SADC

2.2.1 La liberalización comercial en el centro de la estrategia de integración de la SADC

2.3 Límites y posibilidades de la integración regional

2.3.1 Oportunidades abiertas para la integración regional

III. ECONOMÍA DE ANGOLA: SU INTEGRACIÓN EN LA SADC

3.1. Caracterización general de Angola

3.2 Dinámica de la estructura económica

3.2.1. El papel central del sector petrolero

3.2.2 Otros sectores productivos

3.2.3 Sector de los servicios

3.3 Evolución macroeconómica más reciente

3.3.1 Principales variables macroeconómicas

3.3.2 Política fiscal: programas de ajuste del FMI

3.3.3 Sector externo de la economía angolana

3.3.3.1 La problemática de la deuda externa

3.3.4 Crisis del patrón de acumulación extractivista

3.4 Hacia la plena integración de Angola en la SADC

3.4.1 Participación de Angola en la SADC

3.4.2 Angola y el TLC de la SADC: los costos de la no integración

3.4.3 Elementos para el diseño de una plataforma de integración efectiva de Angola en la SADC

BIBLIOGRAFÍA

ANEXOS

 

 

PRÓLOGO

Por Dr.C. Osvaldo Martínez Martínez1

 

En las últimas décadas, el escenario económico internacional, ha sido testigo de la enorme sinergia ocurrida entre la globalización y la regionalización mundiales, como dos de las formas de concreción, con las cuales el sistema capitalista ha podido atender sus funciones vitales correspondientes a su expansión y reproducción. La dinámica de la globalización, ha conducido a la creación de escenarios regionales y/o de bloques económicos que intentan disipar la incertidumbre incorporada a los fenómenos globales. Esta ha servido así para promover formas determinadas de producción y financiamiento, que las regiones del mundo emplean para integrarse en un circuito único de reproducción de capital global. En ese sentido, las decisiones políticas emanadas de las fuerzas dominantes del sistema de estados capitalistas, han conferido una relevada importancia al desarrollo y expansión de los mercados en distintas regiones, todo ello con el firme propósito de alcanzar la integración y la regulación de la producción capitalista a escala mundial.

Si bien el fenómeno de regionalización2tiene antecedentes históricos y teóricos definidos en mucho por la construcción de la ahora Unión Europea, y el concepto de globalización (como expansión del capital, mercancías, ideas y gente) para definir la penetración a escala mundial del capitalismo puede rastrearse en los escritos de Smith y Marx (lo mismo que ubicarse en la conquista de América en el siglo XVI o en la formación del sistema de estados-nación en el siglo XVII dependiendo del enfoque del análisis), los fenómenos de integración regional y global en la posguerra fría fueron asimilados como procesos novedosos y, en gran medida, inevitables.

Con la llegada de la globalización neoliberal, en un mundo cada vez más complejo, con reglas de inserción y participación especialmente férreas, las posibilidades de una mejor participación de las naciones más atrasadas, transitaron inevitablemente hacia la unificación de esfuerzos a partir de políticas únicas de apertura y liberalización económica indiscriminadas.

Así, la globalización de la economía y la conformación de bloques económicos han actuado conjuntamente para viabilizar el funcionamiento del sistema capitalista, quedando claro que no existe tal paradoja entre la globalización y la regionalización. No es de extrañar que ambos procesos se articulen y extiendan su influencia en zonas regionales que determinan una estructura económica mundial más integrada.

Sin embargo, mientras los procesos de regionalización en el mundo desarrollado han tenido los resultados esperados en la defensa de sus intereses, los subdesarrollados han perseguido la integración regional como una respuesta a la dificultad creciente de acceder a los mercados del Norte. Aunque la idea actual es que regionalismo/regionalización es un paso hacia el globalismo/globalización en lugar de una alternativa a él, el regionalismo no es un sustituto perfecto a una efectiva liberalización comercial multilateral especialmente para los países subdesarrollados, en la medida en que ha constituido, básicamente, un eslabón de la estructura socioeconómica fundamental del modelo global de acumulación (Peña, 2023).

Ahora la necesidad de avanzar hacia una verdadera integración regional se renueva o, en verdad, se establece cuando se conjugan las nuevas tendencias al regionalismo con una “retracción de la híper globalización”, sobre todo a partir de una detención de la expansión de las cadenas globales de valor que empezó con la crisis de 2008 y se aceleró con la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. Las empresas actúan más impulsadas por la aversión al riesgo que por la eficiencia.

El actual proceso de debilitamiento de la globalización está ofreciendo oportunidades para la integración productiva regional y es a la vez un desafío, ya que la reestructuración de la geografía económica global está produciendo un reacomodo de las cadenas de valor. Países y empresas, obligados a revisar sus procesos industriales y sus cadenas de suministro, se han subido al nearshoring (localizar la producción en países cercanos) y al reshoring. La contratación, la renacionalización y la regionalización se han convertido en la última tendencia de las empresas, lo que ha frenado el ritmo de la globalización. Todo parece indicar que más que una reversión de la globalización, se trata de una economía mundial más regionalizada.

La regionalización está liderada por los países más desarrollados, que participan en los bloques de mayor éxito a nivel mundial, en función de las potencialidades de sus economías, tratando además de obtener por esta vía ventajas en la lucha por la hegemonía mundial y en la preservación de áreas de influencia. Dentro de estos esquemas siempre sobresale una potencia hegemónica que traza las pautas del desarrollo del proceso en función de sus intereses. Así, la regionalización en marcha a nivel mundial probablemente se organizará en torno a tres regiones principales: América del Norte, con Estados Unidos en el centro; Europa, con Alemania en el centro; y el Asia Pacífico, con China, Japón y Corea en torno a la Asociación Económica Integral Regional.

En este nuevo ambiente de reflujo del regionalismo y creciente fragmentación del orden internacional, la integración económica regional no solo es pertinente, sino imprescindible como mecanismo para la salida de la crisis, e incluso para las aspiraciones de desarrollo y de mejora de la inserción internacional de los países subdesarrollados.

Es evidente que la participación en un proceso de integración regional ofrece la posibilidad de obtener mayores beneficios políticos y económicos que si los países continúan aislados. Al cooperar con otras, las economías pueden ser más dinámicas y competitivas, con mayor poder de negociación y de inserción internacional. Además, la participación en bloques económicos regionales permite a los países lidiar colectivamente con el progreso económico de la región. Los países individuales dentro de un bloque económico determinado, incluso los más grandes, no tendrían condiciones de implementar, por sí solos, dinámicas diferentes a las impulsadas desde el mercado mundial globalizado. De ahí la imperiosa necesidad de la integración regional.

Al presentar el informe: Perspectivas mundiales del Banco Mundial, David Malpass, presidente de esa institución señaló lo siguiente: “Los países emergentes y en desarrollo se enfrentan a un período de varios años de crecimiento lento impulsado por una pesada carga de la deuda y escasas inversiones; al mismo tiempo, el capital mundial es absorbido por las economías avanzadas que enfrentan niveles de deuda pública extremadamente altos y tasas de interés crecientes. El bajo nivel de crecimiento y de inversión empresarial agravará los retrocesos en materia de educación, salud, pobreza e infraestructura, que ya son devastadores, así como las crecientes demandas derivadas del cambio climático” (Banco Mundial, 2023).

A pesar de todo lo anterior, Angola persiste en su integración, si se quiere, a medias en la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC, por sus siglas en inglés), en la medida en que se resiste a participar en el tratado de libre comercio (TLC) de ese proyecto, bajo el argumento de que supone costos elevados, sobre todo en términos de industrialización y generación de empleos. Al respecto, es conveniente subrayar, que la integración no es un remedio “mágico”, capaz por sí mismo de dar respuesta a los graves problemas que enfrenta la economía angolana, sino un complemento necesario de los esfuerzos nacionales de desarrollo.

También es importante señalar que es necesario incurrir en costos y desplegar esfuerzos considerables en aras de la integración regional. No se trata de un simple ejercicio intelectual o académico, sino de una cuestión de primer orden.

En este sentido, es necesario comprender que la integración de Angola en la SADC debe ser parte indisoluble de los esfuerzos nacionales de desarrollo, no solo porque ella resulta imprescindible en el actual contexto internacional complejo y crecientemente regionalizado, sino por los elevados e insostenibles costos económicos, sociales y políticos que supone la no integración.

La capacidad para diseñar e implementar una estrategia efectiva para enrumbar un proceso de diversificación productiva y alcanzar un elevado y/o ascendente nivel de productividad en áreas o sectores clave para el desarrollo, determinará la viabilidad de la integración de Angola en la SADC. De lo que se trata es de avanzar, sobre todo, en una estrategia acorde con las necesidades y problemáticas de la población angolana, y alejarse de aquella construida “que ha prevalecido hasta ahora” bajo la estricta lógica neoliberal de los programas de ajuste estructural impuestos por las instituciones financieras internacionales, que revelan el profundo interés por salvaguardar las principales condicionantes de operatividad y funcionamiento de las empresas transnacionales en el sector petrolero.

El gran mérito de este libro consiste en demostrar la pertinencia de la integración plena de la economía de Angola en la SADC, a través de tres aspectos fundamentales: La valoración de los fundamentos teóricos de la integración económica regional y sus particularidades en África; el examen del proceso de integración económica de la SADC, sus límites y posibilidades; y la fundamentación de la necesidad y posibilidad de la integración de Angola en la SADC.

A lo largo de tres apartados se agrupan los temas que documentan e intentan dar coherencia a la presente obra. En el capítulo primero, a partir de enfatizar en la relevancia del proceso de regionalización de la economía mundial apoyado en los datos aportados por fundamentados y reconocidos estudios econométricos, se hace un repaso histórico somero de los principales referentes teóricos y debates fundamentales sobre los efectos de la integración económica regional para el desarrollo nacional. A continuación, en un apartado eminentemente empírico, se describe el panorama de la integración en África, con la intención de comprender las principales tendencias y especificidades. Abordando los problemas potenciales y desafíos de la recientemente creada Zona de Libre Comercio Continental Africana (AFCFTA, por sus siglas en inglés).

La génesis y evolución de la SADC, ocupa el espacio del segundo capítulo, donde se considera la influencia ejercida por el neoliberalismo y el paradigma de la integración basado en el regionalismo abierto.

En primer lugar, se abordan los primeros mecanismos de cooperación surgidos como consecuencia de las luchas por la liberación nacional, frente a la política racista y beligerante desplegada por el régimen sudafricano.

En segundo lugar, se describen las características que asumió el proceso de integración austral al institucionalizarse, abordando posteriormente la mutación en la agenda y la metodología de la SADC, ocasionadas por las tendencias neoliberales en ascenso y el nuevo regionalismo. Seguidamente, se evidencian los límites y posibilidades de la SADC, asociado tanto a la propia agenda de integración, como a las incoherencias y asimetrías presentes en el proyecto.

El tercer capítulo incursiona en los principales aspectos de la situación económica contemporánea de Angola. Grosso modo ver la realidad que se observa en su estructura productiva, ¿cuál es el comportamiento más reciente de las principales variables macroeconómicas y qué margen de maniobra tienen las políticas del gobierno?, para impulsar un proceso de recuperación económica sostenida.

De ello se identifican tres cuestiones particularmente relevantes:

Primero, el sector petrolero resulta clave para determinar la evolución macroeconómica y del sector externo, así como el desarrollo del país en el largo plazo.

Segundo, la deuda externa se erige en una problemática grave y recurrente. Tercero, el FMI ha desempeñado un papel fundamental en la orientación de las políticas y estrategia económica del país, a través de la imposición de los programas de ajuste estructural (PAE). Ello conduce, más adelante, a considerar la crisis del patrón de acumulación extractivista y la necesidad de la integración como vía para la diversificación productiva.

Por último, se establecen la baja participación de Angola en la SADC y los costos de la no integración, a la vez que se identifican algunos elementos esenciales para el diseño de una plataforma de integración efectiva de Angola en la SADC.

A pesar de las enormes dificultades presentadas, que en no pocas ocasiones constituyeron verdaderas barreras infranqueables para el acceso a la información, la bibliografía consultada es suficientemente amplia y actualizada. Existen textos de tendencia marxista, keynesiana y neoliberales, de los más diversos autores, organismos e instituciones internacionales, desde el FMI, el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo, hasta las fuentes primarias de la SADC y la Oficina de Estadísticas de Angola. Ello se complementa con artículos de revistas especializadas y periódicos, siendo sus autores destacados analistas; así como búsquedas en Internet.

Los trabajos previos y recientes realizados por el autor en relación con la temática objeto de estudio, significaron un valioso apoyo bibliográfico. Punto de partida imprescindible que permitió lograr un mayor nivel de profundización en la investigación.

Finalmente, es necesario insistir en que este esfuerzo no pretende ni puede agotar en términos definitivos el análisis del fenómeno en cuestión; en el entendido de que para abordarlo en toda su riqueza y complejidad se requiere de un esfuerzo colectivo, y necesariamente multidisciplinario. Esta es, sencillamente, una modesta contribución al ordenamiento de la comprensión del proceso de integración de Angola en la SADC “rodeado de tendencias novedosas, complejas y contradictorias”, que reclama esfuerzos mancomunados para elaborar una estrategia coherente, de seguimiento y actualización constantes. El autor solo se propone aportar un granito de arena en la tarea de “armar el rompecabezas”, con la ubicación de algunos elementos, quizás fragmentarios pero esenciales. Por lo tanto, el intento del autor de elaborar una plataforma para la integración de Angola es al mismo tiempo una invitación para reconocer su carácter inconcluso y seguir en su elaboración.

La Habana

Septiembre de 2023

 

 

I. LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA EN EL SIGLO XXI: LA EXPERIENCIA DE ÁFRICA

1.1 El proceso de regionalización de la economía mundial

En el contexto de la economía internacional contemporánea, la integración económica (y en cierta medida también las relaciones de cooperación que se dan entre diversos países) se han tornado cada vez más relevantes, en la medida en que ellas se vinculan directamente al denominado proceso de “regionalización” de la economía global.

La creciente inter-vinculación de las distintas economías nacionales, se acompaña del avance de la tendencia hacia la consolidación de "bloques económicos" de alcance claramente regional, sugiriendo la idea de cierta "fragmentación" del mundo globalizado. Se trata de dos de las tendencias principales que sintetizan los cambios acaecidos en la economía internacional en los últimos treinta años, las que aparentemente resultarían contradictorias entre sí, aunque de hecho coexisten como constatación objetiva de la existencia simultánea de ambos procesos (Puerta, 2008).

Algunos estudios empíricos realizados durante las últimas dos décadas, sugieren que el fenomenal crecimiento del comercio mundial ocurrido hasta la crisis financiera mundial de 2008-2009, estuvo impulsado esencialmente por dinámicas regionales más que globales. En un artículo muy citado, Rose (2004) lanza la primera llave inglesa proverbial en los trabajos para desafiar la noción de que la liberalización multilateral ha sido el principal motor del crecimiento del comercio mundial. A través del análisis de un gran conjunto de datos de 175 países durante el período 1948-1999, Rose llega a la conclusión de que, econométricamente, que ha existido poca relación entre la pertenencia a la OMC/GATT y la subsiguiente expansión del comercio. A pesar del cuestionamiento de la solidez econométrica de ese estudio,3 el documento sacudió la presunción de que el crecimiento del comercio estaba necesaria y únicamente, impulsado por la liberalización multilateral. En cambio, los verdaderos causales serían los impulsores regionales.

Además, a pesar de la adversa reacción académica inicial, el análisis de Rose demostró ser sólido. Un artículo más reciente (Esteve-Pérez et al., 2019), utilizando datos de 200 países durante el período 1948-2013 y un estimador PPML más confiable y adecuado para estimar econométricamente los "modelos de gravedad" comerciales, reivindica el hallazgo de Rose, cuestionando que no había pruebas conclusivas de que la adhesión al GATT/OMC había sido un impulsor significativo del crecimiento del comercio. Los autores también encuentran fuertes evidencias sobre el efecto positivo de los acuerdos regionales de comercio y las uniones monetarias sobre los flujos comerciales bilaterales.

Un análisis complementario de Chortareas y Pelagidis (2004), que examina hasta qué punto el crecimiento del comercio durante el período 1960-1992 fue impulsado por procesos regionales o globales, revela que el grado de "apertura" al comercio convergió más rápido entre los países de una región dada en comparación con el promedio global, concluyendo que la integración comercial fue más un fenómeno "regional" que "mundial".

Este documento fue actualizado por Arestis et al. (2011), quienes repitieron el análisis sobre la base de los patrones más recientes del comercio mundial. Aunque la contribución del regionalismo siguió siendo resistente, ellos descubren que en las décadas de 1990 y 2000, la globalización había comenzado a superar al regionalismo en términos de su contribución al crecimiento del comercio. En conjunto, los hallazgos de estos estudios nos recuerdan que la expansión del comercio puede lograrse a través de los tres modos de liberalización (unilateral, multilateral y regional) pero que en el pasado reciente los procesos regionales han desempeñado un papel importante.

¿Por qué podría suceder esto?

En una línea de análisis complementaria, Chortareas y Pelagidis (2004) examinan hasta qué punto el crecimiento del comercio durante el período 1960-1992 fue impulsado por procesos regionales o globales. Usando tanto indicadores descriptivos como análisis formales de convergencia, encuentran que el grado de "apertura" al comercio convergió más rápido entre los países de una región dada en comparación con el promedio global, concluyendo que la integración comercial fue más un fenómeno "regional" que "mundial".

Primero, durante las últimas dos décadas, la fe en el sistema multilateral se ha desvanecido.

4

Esta tendencia refleja en parte el fracaso de la OMC para producir resultados significativos. En los 23 años transcurridos desde la Ronda Uruguay, el único éxito tangible de la OMC ha sido la conclusión del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, que entró en vigor en 2017. Aunque bajo el liderazgo de Ngozi Okonjo Iweala, las cosas parecen moverse en una dirección más positiva. En esencia, la organización no ha podido avanzar mucho en su mandato principal de desarrollar y garantizar el cumplimiento de las normas que rigen el comercio internacional.

En segundo lugar, hay que señalar la proliferación de acuerdos de libre comercio (TLC) en las últimas décadas, como se refleja en el número de ACR registrados en la OMC en virtud del artículo XXIV. A principios de la década de 1990, la OMC reconoció solo 40 acuerdos comerciales discriminatorios entre los países miembros; 30 años después, estaban en vigor hasta 350 acuerdos comerciales regionales (ACR) (al 15 de octubre de 2021; OMC, 2021). En particular, ha existido un aumento de los ACR entre países en desarrollo: a fines de la década de 1970, los ACR Sur-Sur representaban solo el 20 % del total, pero, en 2010, dos tercios eran Sur-Sur (De Melo y Tsikata, 2014).

En tercer lugar, además de su ubicuidad, los ACR a menudo implican niveles más altos de integración económica que la simple liberalización del comercio, lo que puede explicar su creciente popularidad. Por ejemplo, pueden incluir cláusulas o protocolos relacionados con cosas como la armonización de políticas hacia la IED, la migración laboral o una política de competencia común, etc.

A raíz de la pandemia y del conflicto en Ucrania, se ha intensificado "el riesgo de que vayamos a un mundo con más fragmentación geoeconómica (e incluso de una "nueva Guerra Fría"), con bloques comerciales y bloques monetarios, separando lo que hasta ahora era todavía una economía mundial integrada (...), creando obstáculos para el flujo de capitales, bienes, servicios, ideas y tecnologías entre países (...). El costo de la desintegración sería enorme, y los más afectados serían los países y los pueblos más vulnerables" (Georgieva, 2022:1).5

Ante la creciente regionalización de la economía mundial, parece arriesgado y hasta contraproducente continuar actuando de manera fragmentada. Es necesario aumentar el papel de la articulación regional en las respuestas a la "ruptura de la globalización": formular e implementar respuestas regionales o desde los diferentes bloques de integración regional, con base en objetivos de soberanía en defensa, energía, alimentos y sectores industriales clave.

1.2. Fundamentos teóricos de la integración económica

Desde la visión de la teoría económica convencional (neoclásica) los movimientos de integración económica se entienden, como: procesos de liberalización comercial (incluyendo la liberalización de las transacciones de bienes, servicios y de capital) lo que conduciría de manera paulatina a la integración de los diferentes mercados nacionales en un espacio económico común. Bajo esta conceptualización como tendencia, dichos procesos de integración económica describen cinco fases o etapas en su desarrollo: i) zona o área preferencial de comercio, ii) zona o área de libre comercio; iii) unión aduanera; iv) mercado común; y v) unión económica y monetaria. Finalmente, se avanzaría hacia la "unificación de políticas e instituciones políticas", esto es, una integración económica total (Balassa, 1964).

Tradicionalmente, se entendía que los acuerdos de integración económica entre dos o más países, eran siempre favorables, en tanto presuponía la liberalización del comercio; dando a entender que fuera a positiva, porque aumentaba la eficiencia económica (Krugman y Obstfeld 1995: 296). A mediados del siglo pasado, los trabajos del economista Jacob Viner aportan un nuevo enfoque analítico, concluyendo que hay efectos positivos y negativos asociados a las "políticas comerciales discriminatorias" (la integración económica implica discriminación comercial), de cuyo saldo dependerá el efecto neto sobre el bienestar de las naciones que se integran. Viner señaló que los países que se integran se benefician con la creación de comercio (reemplazo de producción doméstica ineficiente por importaciones más baratas desde un socio comercial preferente), pero pudiera existir un efecto negativo dado el "desvío de comercio" (reemplazo de importaciones eficientes inicialmente compradas al resto del mundo, por importaciones desde un socio comercial preferente pero ineficiente).

Además de lo señalado en el anterior esquema simplificado sobre la integración, los elementos vinculados a las economías de escala y a la existencia de productos diferenciados, derivarían también ventajas de la integración. En efecto, la integración permitiría concentrar la producción de un país en algunos bienes, aumentando el volumen de los producidos, y por tanto aprovechando economías de escala, e importando desde un socio preferente (miembro del esquema de integración) los bienes no producidos, habilitando por tanto también el aprovechamiento de economías de escala en ese otro socio.

Todo ello, resultó crucial en la fundamentación y los análisis sobre la necesidad de integración entre los países subdesarrollados desde fines de los años 1950s y principios de los 1960s. El modelo de industrialización por sustitución de importaciones dominante entonces, presuponía la existencia de mercados internos amplios y en expansión, como condición indispensable para que la nueva industria que se creaba pudiera avanzar en términos de eficiencia a partir de aprovechar las economías de escala. Sin embargo, los muy bajos niveles de ingreso de las naciones pobres y subdesarrolladas, el hecho de que muchas de ellas clasificaban (y clasifican todavía) como pequeñas economías; a lo que habría que adicionar la existencia y persistencia de perfiles muy inequitativos de distribución de los ingresos; obligó desde esos años a considerar el expediente de la integración económica regional con vistas a consolidar mercados ampliados regionales, funcionales al aprovechamiento de las economías de escala.

También se recogen dentro de las ventajas de la integración económica, entre otros: i) la posible modificación de los términos de intercambio derivados de la transformación en los patrones del comercio a partir de la eliminación de las discriminaciones intrarregionales que conlleva la integración; ii) la tendencia a la igualación de los precios de los factores dentro de la zona integrada; iii) la paulatina transferencia de capitales a largo plazo hacia aquellos países donde los recursos son más productivos; iv) el aumento de la eficiencia del conjunto de los mercados financieros; y v) la coordinación y posterior armonización de políticas macroeconómicas entre los miembros de un esquema de integración, que bajo ciertas condiciones, favorecería la estabilidad macroeconómica (Martínez y Vidal, 1995: 301-304).

Adicionalmente, la integración se constituye en factor importante de negociación frente a terceros. En el actual mundo globalizado, la integración regional en tanto supone concertación de posiciones políticas frente a terceros y acción colectiva; es condición indispensable para el avance de las demandas de países subdesarrollados por una globalización más justa, incluyente y sustentable.

Desde esta perspectiva, el aspecto puramente político sólo aparecería en un estadío final y supeditado a la convergencia económica, aunque en honor a la verdad hay que señalar que Balassa y otros autores neoclásicos no estaban interesados en la dimensión política de la integración sino en la económica y, por tanto, su análisis es fiel a su objeto de estudio. Estas posturas, también secundadas por un nutrido grupo de economistas y analistas del proceso de integración europea, ignoran la importancia de factores tanto de índole doméstico como eminentemente políticos, por ejemplo, de decisión de las elites o de apoyo social a la integración, como de naturaleza internacional, tales como algunas coyunturas políticas regionales y/o globales.

Más allá de ello, como parte de desarrollos que tuvieron lugar en tiempos de "regionalismo abierto",6 se han negociado, firmado e implementado acuerdos de libre comercio (que por definición supondrían un grado bajo de integración económica efectiva entre sus miembros) entre países subdesarrollados como los africanos miembros del grupo Asia, Caribe y Pacifico (ACP), y algunas naciones o grupos de países industrializados, que han incluido disciplinas, compromisos y alcances muy superiores a los que supone "en términos teóricos" un acuerdo sólo de liberalización del comercio de bienes y servicios entre sus miembros.

Lo expuesto hasta aquí parece patentizar la idea de que la ciencia económica sólo se acerca a la teoría de la integración regional desde una visión limitada, la tocante a los intercambios y flujos comerciales, sugiriendo que la economía puede ser desvinculada de las decisiones políticas de los diferentes países. Esta carencia la inhabilita, en nuestra opinión, para explicar de forma compleja la integración regional por sí sola, al mismo tiempo que se ve expuesta a las críticas por la aleatoriedad a la hora de poder definir qué decisiones resultan sustancialmente económicas sin estar "contaminadas" por elementos de decisión netamente políticos. Por el contrario, el análisis que se sostiene en esta investigación considera la existencia de una pluralidad de factores que complejizan el fenómeno de la integración regional, siendo conscientes de que desagregar ciertos elementos, como pudiera ser la política de la economía, no sólo no es útil, sino que es imposible.

Aunque la integración tiene un componente económico esencial (muchas veces reducido al tema de la liberalización del comercio e integración de mercados nacionales), no pueden perderse de vista las implicaciones sociales y políticas de este complejo proceso.

Es necesario abordar a la integración económica de manera multidisciplinaria, y como un proceso en constante mutación. La transversalidad de los procesos que desencadena cualquier esfuerzo integracionista, se evidencia en dos elementos centrales, entre otros: i) el relativo a la "cesión de soberanía" que implica aceptar reglas comunes, limitaciones en la definición y aplicación de políticas económicas nacionales, en función de preservar la consistencia entre el manejo político doméstico y los objetivos de configurar un espacio económico común; y ii) la necesidad de que (de manera paulatina) todos los países miembros de un esquema de integración reciban los beneficios económicos, y sociales, que se esperan del mismo, lo que ante la normal existencia de asimetrías entre los miembros, obliga a la implementación de mecanismos de compensación. Estos mecanismos de compensación, en última instancia, implican la transferencia de excedentes desde los países y regiones de más alto nivel de desarrollo hacia los menos desarrollados (Romero, 2021:72-73).

En este sentido, destacan enfoques teóricos7 que, valiéndose de aproximaciones económicas, han conseguido tejer explicaciones muy coherentes y completas sobre la integración regional, tal es el caso de Walter Mattli. Este autor propone su propia teoría para explicar por qué tienen éxito algunos procesos de integración basándose en elementos económicos del juego de la oferta y la demanda. Así, el éxito de un proyecto de integración estaría sustentado sobre tres pilares. En primer lugar, "el potencial de ganancias económicas del intercambio comercial en una región debe ser significativo" (Mattli, 1999) para que la demanda de normas, regulaciones y políticas regionales por los actores esté asegurada.